Capítulo 5. Cortina de humo.
Don Alejandro decidió sentarse sobre la mesa, estaba atónito al oír lo que acababan de decirle, tras casi un minuto de estar ahí mirando a su hijo sin decir nada bebió un trago de agua. Todavía tenía que asimilar que su hijo era el Zorro, que Victoria y él estaban hablando de casarse y que era capaz de discutir con ella sin acabar dándole la razón en todo. Esto último le estaba resultando muy desconcertante.
Al volver a mirar a Diego, Victoria se dio cuenta del aspecto que tenía con el pelo y la ropa mojados y se arrepintió de haberle tirado el contenido del vaso: "Siento lo del agua."
Él hizo un gesto quitándole importancia. "Solo ha sido el agua, no el vaso, y con el calor que hace en cinco minutos estaré seco."
Victoria bajó la mirada, sintiéndose muy desanimada de repente. "Por fin sé quién eres y aún así no podemos casarnos." susurró.
Diego se acercó a ella y le levantó la barbilla para mirarla a los ojos. "Si todavía quieres que nos casemos encontraremos la forma. Lo único que puede detenerme es que tú me digas que no vas a seguir adelante. ¿Es lo que quieres, Victoria? Ahora que lo sabes. ¿Quieres casarte conmigo?"
Ella se quedó mirando a Diego y empezó a asentir con la cabeza. "Sí, pero ¿Cómo?" dijo frustrada.
"Aún no lo sé."
"En buen lío te has metido." dijo don Alejandro.
"Hace tiempo que me di cuenta." respondió Diego.
"Por lo menos el alcalde no sospecha nada. Cree que has estado por ahí haciendo conquistas."
"Eso no será cierto. ¿No?" dijo Victoria frunciendo el ceño.
"Eres la única, te doy mi palabra." dijo él con seriedad. "Además con todo el trabajo que da ser el Zorro no me habría dado tiempo." añadió en un tono mucho más desenfadado.
"Pues me temo que hay mucha gente que cree que el alcalde tiene razón." dijo don Alejandro.
"¿Quienes?" preguntó Diego extrañado.
"Un par de vecinos se han acercado para cotillear. Uno incluso me ha felicitado veladamente, diciendo que en el pueblo algunos comentaban que era raro que no mostraras interés hacia las mujeres, pero que él nunca lo había creído. Dice que aún eres joven y que puedes sentar la cabeza más adelante."
"Nunca he dado motivos para que piensen algo así." dijo él.
"Dicen que por eso pasas días fuera del pueblo, porque buscas mujeres en los contornos, así que es más difícil que te sorprenda alguien conocido. El alcalde dice que evitar a las mujeres de los Ángeles es una buena estrategia."
Diego resopló, sin saber qué contestar a eso. Por fin dijo: "Cuando paso días fuera es porque estoy buscando ladrones de ganado o asaltantes de diligencias, no porque tenga líos de faldas."
"Mis ayudantes piensan lo mismo." dijo Victoria. "Que puedes tener las mujeres que quieras." dijo algo enfurruñada.
"Si puedo tenerte no quiero ninguna más, así que en cierta forma igual tienen razón, tengo todas las mujeres que quiero." bromeó él.
Ella sonrió levemente. "Más te vale no encapricharte de otras."
"Quizá no sea mala idea admitir de alguna manera que ha habido otras mujeres." dijo don Alejandro.
"¿Para qué?" preguntó Diego mientras Victoria fulminaba a don Alejandro con la mirada.
Al ver la cara de ella, don Alejandro hizo un gesto para tranquilizarla. "Paz, Victoria, quiero decir que igual no es malo que piensen que deja a las otras mujeres por ti."
"¿Dejar creer al alcalde que Diego es un seductor?" preguntó ella.
Diego asentía pensativo. "Es lo que él cree que ha descubierto, y es muy fácil convencer a alguien de algo cuando ya cree que tiene razón, sobre todo si eso le hace parecer mucho más listo que los demás."Al cabo de unos momentos añadió: "Por mí no hay inconveniente, pero habrá que ver qué hacemos con el Zorro." Luego miró a Victoria. "La cuestión es si tú quieres arriesgarte a estar casada con un sinvergüenza."
"A ver si lo entiendo: desde que llegaste de España fingías desinterés por mí y por lo que pasaba en el pueblo para ocultar que eres el Zorro y para evitar que el alcalde lo descubra vas a fingir que tenías aventuras con otras mujeres. No entiendo cómo eso justifica que ahora te quieras casar conmigo."
"La cuestión es que consigamos que todos crean que aunque haya tenido aventuras tú eres la única mujer que de verdad me interesa, pero buscaba a otras porque no podía tenerte."
"Sí." intervino don Alejandro. "Mientras tú estabas enamorada de el Zorro él se habría entretenido con ellas, pero por ti está dispuesto a cambiar de vida ahora que ha visto que tiene una oportunidad."
"Eso habría estado muy mal." dijo Victoria muy seria. "¿Quién jugaría así con los sentimientos de las mujeres?"
Diego se encogió de hombros. "El alcalde, si encontrara a alguna mujer lo bastante crédula."
Don Alejandro asintió y Victoria puso cara de asco. "Prefiero no imaginarme a de Soto tratando de seducir a una mujer. Ya tuve bastante cuando tomamos aquella dichosa poción."
"Mejor no pensar en ello." coincidió Diego.
"Será mejor que discutamos los detalles entre los tres, a ver si podemos inventar una buena historia." propuso don Alejandro.
