A/N: Para referencias a mi estilo y a ciertos aspectos del fic, lean 'Littera Minima' y sus secuelas, de la cuál esta es su más reciente entrega. Para más información, leer las A/N en el capítulo de Obertura. Por favor, quienes dejan reviews anónimas, dejen un mail de contacto para que pueda responder sus comentarios con más agilidad.
Saint Seiya, la trama y sus personajes pertenecen al Sr. Kurumada y a quienes han pagado por el derecho respectivo. Hay algunos personajes y conceptos que hacen relación a la obra de Tolkien, y que no me pertenecen. No estoy sacando beneficio económico de esto: nada más entretengo a mi imaginación.
ADVERTENCIA.
Principio 143 para ver y entender Manga: Si los hermanos gemelos se odian a más no poder, es porque en el fondo sí se quieren mucho como hermanos.
Se pide criterio y discreción por parte de los lectores. No me hago responsable de castigos, lesiones, o penas capitales derivados de la lectura de este capítulo.
Capítulo 11:
Algo Difícil de Recordar.
Habitación de Idril.
Esa Noche. 2:52 am.
Silencio.
Una fresca brisa se colaba hacia el interior de su habitación, refrescando el ambiente. Las cortinas se movían con pereza, pero aparte de esto, nada parecía perturbar el descanso de la noche.
La máscara de Idril descansaba sobre la mesita de noche y la elfa dormía sobre su costado, aunque no profundamente. Dado su aspecto y a primera vista, no parecía que estuviera soñando algo malo, pero bastaba un segundo vistazo para notar que algo le ocurría. Sus manos sujetaban las almohadas con fuerza y sus cejas estaban ligeramente entrecruzadas. Estaba respirando cada vez más agitada…
Tenía una pesadilla.
Flashback.
No necesariamente el sueño de Idril.
Tan solo en una fracción de segundo ocurrieron tantas cosas. Lanzó su ataque, pero recibió el impacto del otro en una pésima posición. Fue como se le desgarraran con violencia el esternón y la caja toráxica.
¡Qué Dolor Más Espantoso! Ni bien se quebró el antebrazo derecho de su armadura y se fracturó la mano, la sensación de dolor le abrumó los sentidos y por poco no perdió el conocimiento. Sentía que se le quemaban las costillas, al tiempo que un desagradable sabor metálico le inundaba la boca a raudales desagradables. Una Náusea horrible se apropió de su garganta. Todas las fuerzas le fueron arrancadas de un golpe y se sintió el ser más vulnerable de todos.
Apenas abrió los ojos. No podría… aunque quisiera, ni siquiera podría protegerse de la inminente caída y violento estrellón contra el suelo. Sus brazos se relajaron y dejaron ir su único soporte. Idril soltó a Shion.
Al menos… al menos… si tan solo…
Dos brazos la sujetaron a tiempo y envolvieron en un protector abrazo. Shion la acercó hacia sí justo antes de que se estrellaran por primera vez contra el piso. Idril abrió los ojos al sentirse rodeada por una sensación tan extraña como fuera de contexto. Era algo amoroso y preocupado, de esos que te hacen sentir segura y a prueba de balas. Era cálido e incluso anestésico de todos sus dolores. Bien podría vivir en aquél segundo para el resto de la eternidad.
Entonces vino el primer rebote, del cuál fue protegida, pero luego vino el segundo y el tercero y así sucesivamente durante no menos de 100 metros. Con cada impacto contra el suelo o contra algún escombro, sentía como se le sacudían las entrañas y el dolor aumentaba. Polvo, tierra, piedras, armadura, suelo, cielo, escombros y cabello. Todo daba vueltas vertiginosamente. Podía oír como su armadura se trizaba, así como los mudos quejidos que ya no sabía si eran suyos o de Shion.
"¡UUGH!"
Entre golpe, tumbo, rebote e impacto, un borde agudo y dentado, seguramente parte de los escombros caídos que estaban repartidos por doquier, se le clavó en la pierna derecha, justo por encima de la armadura, en un lugar desprotegido. Fue una fría puñalada que le entumeció toda la pierna y le llenó de frío. Idril nunca supo que este afilado trozo de vidrio le atravesó la carne de lado a lado, cercenando la femoral en dos… y que salió despedido de la misma forma en la que había entrado: producto de los violentos golpes.
Fue su sentencia de muerte.
Entonces por fin comenzaron a arrastrarse contra el suelo y se detuvieron. Idril abrió los ojos apenas un segundo, mientras la sangre fluía por su nariz y boca. ¡Es Que Le Dolía Tanto! Ni siquiera le importó que su máscara se hubiera hecho pedazos y que tuviera el rostro al descubierto, o que ella hubiera terminado encima del santo de Aries. La elfa apretó los ojos con fuerza, sin sentirse capaz de soportar tanto dolor.
Se desmayó.
No se dio cuenta cuando Shion se incorporó y la acunó en sus brazos, tampoco cuando la tendió sobre el suelo e intentó parar la hemorragia, ni de los ruegos que elevó en silencio a la diosa para que no se muriera… pero sí sintió aquella feroz colisión de cosmos… y eso la despertó…
Idril abrió los ojos. Estaba sola y tendida en el suelo, de cara al cielo. Tosió en un esfuerzo de despejar sus vías respiratorias, escupió sangre y se agitó. Se le habían roto varias costillas, algunas se le habían clavado en sus pulmones, lo que sólo aumentó su dolor. Asustada, dejó que las lágrimas fluyeran por sus mejillas mientras hacía titánicos esfuerzos por respirar. El dolor y su desesperante falta de fuerza le impedían tan sencilla acción.
Podía detectar un feroz combate, tan violento como breve. Esto le inundaba los sentidos, lo cuál la hacía sentir dentro de un remolino. La elfa alzó la mano izquierda con debilidad, dado que no podía mover la derecha, como en señal de ayuda, pero nadie acudió. ¡Que Miedo Sintió! Tirada allí, sola… en la tierra, herida de muerte… ya no pudo tener la mano más en alto… la dejó caer,
"No, no, ¡Idril No, no, no… ¡No, Todavía, no!" Shion apareció en su campo visual. Le estaba sujetando la mano y se veía preocupado. "¿Idril?"
Fin de Flashback.
Sus ojos se abrieron de golpe e inhaló aire casi con desesperación. Idril respiró agitadamente varios minutos antes de poder sosegarse. En sueños había estado derramando algunas lágrimas, y en esos momentos, se sujetaba la mano izquierda con la derecha.
La elfa parpadeó, como confundida. El techo, el perezoso menear de las cortinas, la luz de las estrellas, su cama, las sábanas… todo esto la trajo de regreso al presente, lejos de aquella batalla, a otro momento y lugar mucho más tranquilo que el de su sueño. Idril suspiró profundo y se incorporó. Decidió ir al baño, dado que necesitaba refrescarse la cara. Se calzó las pantuflas, pero no se puso la bata. Caminó arrastrando los pies, y si bien se veía más tranquila, aquella pesadilla… la tenía nerviosa.
Entró al cuarto de baño y encendió la luz. Sin pensarlo dos veces se acercó al lavamanos. Antes de abrir el agua, se miró al espejo: se veía terrible: estaba sudada y tenía surcos de lágrimas en sus mejillas. Se lavó la cara, cerró el agua, tomó la toalla y se secó la piel. Regresó sobre sus pasos… sin embargo, antes de salir del baño, por alguna razón se quedó viendo a la ducha.
Mejor se daba un regaderazo.
Día Siguiente.
Mañana.
"Shion, ¿Seguro te sientes bien?" Le preguntó Saori, mientras caminaban en dirección al estudio. Su Patriarca se percibía cansado y no había hablado mucho durante el desayuno.
"Estoy bien Princesa. No se preocupe por mi."
"¿Cómo quieres que no me preocupe si te ves como si hubieras estado a bordo de un barco?" Protestó Athena. El lemuriano sintió una enorme gota en la cabeza.
"Tan feo no soy. Además, quién se marea en lo barcos es Mu. Yo no."
"Feh. No me cambies el tema."
"La Princesa ya debería saber a estas alturas que su Excelencia Shion es experto cambiando el tema." Dijo de pronto Idril, apareciendo sin ser notada.
"¡HOLA!" Exclamó Niké que iba en sus brazos.
"¡KYAAA!" Chilló Saori dando un respingo. "Idril, No Hagas Eso Que Me Asusto Fácil."
"Princesa Athena, no grite: las señoritas no deberían levantar la voz y estoy cansado." Rezongó Shion resignado y descompuesto. Es que los gritos de Saori eran estridentes.
"Ay, no me molestes, Shion: vaya que estás sensible hoy." Saori bufó de disgusto. La diosa se volvió hacia Idril. "¿Todo bien?"
"Por supuesto." Asintió la elfa, quien se volvió a Shion. "Astrea de Erídano me dijo que su Excelencia Shion no se dejó tomar la presión esta mañana." Idril se encogió de hombros. "No sé a qué se refería con eso de la presión, pero entiendo que es por tu bien."
"¿Qué? ¡Ay, Shion! No empieces con tus mañas de nuevo, que me voy a enojar." Gruñó Saori muy seria, poniendo las manos en las caderas.
"Estoy bien, no pasa nada con mi presión arterial." Protestó el Patriarca, frunciendo el ceño. Saori abrió la boca para retrucar, pero Idril se lo impidió.
"Déjale esa excusa a quienes tienen menos de 50 años." Le dijo con firmeza. "Tú te vienes conmigo a ver a Astrea." La elfa se volvió hacia Saori. "Disculpe la imprudencia, Alteza, pero ¿sería tan amable de vigilar a la Princesa Niké por mí?"
"¿Con tal que te lleves a este lemuriano a verse la presión? Yo Encantada." Athena estiró los brazos hacia Niké. "¿Vamos a jugar?"
"O.O… n.n Ta bien. ¿Con las muñekaz?"
Niké pasó de los brazos de Idril a los de Saori, y se acomodó de inmediato. Shion, quien había procedido a efectuar maniobras evasivas, comenzó a alejarse sin ser notado, pero bueno, con la antigua amazona de Cáncer allí presente, eso no lo resultó. Athena observó con cara de concreto como Shion se alejaba por el pasillo, con tranquilidad, como si no estuviera haciendo nada malo. Idril se sopló el flequillo.
"No tendría que estar haciendo esto, no soy su madre." Gruñó mientras comenzaba a seguirlo.
Algunos metros más allá, justo cuando iba a doblar por una esquina, Idril le alcanzó y así tan tranquila, le pescó de una oreja y lo obligó a tomar la otra dirección, cosa que le resultó demasiado fácil: es que Shion no se sentía lo bastante bien como para oponer resistencia… todavía, que más tarde, sería harina de otro costal.
"Por allí no es, Carnero obcecado." Gruñó sin asco, sin soltarle la oreja.
"¡HEY! ¡Duele, Duele, mi oreja, duele, no por la oreja no…!" Chistó el Patriarca, que no le quedó de otra que obedecer a Idril. Saori sofocó una serie de risas.
"ó.ò ¿Mami Idril tá nojada con Papi Shion?" Preguntó Niké con inocencia. Saori se quedó de una pieza.
"¿Qué dijiste Niké?"
"… o.o… que si Mami Idril tá nojada con Papi Shion." Repitió la pequeña.
"¿Llamaste a Shion, PAPI SHION?" Preguntó de nuevo Saori. La pequeña de 3 años asintió con la cabeza. La joven diosa se rió de gusto. "Te ganaste un caramelo del tamaño de tu cabeza." Le dijo mientras se la llevaba por los corredores.
Casa de Aries.
Taller de las Armaduras.
Esa tarde, Idril figuraba en la casa de Aries por un asunto bastante específico.
Esa mañana había tenido que batallar con Shion para que se tomara la presión, lo cuál había provocado una nueva y divertida pelea entre ambos, que aunque había terminado con un punto a favor de la elfa y de la salud de Shion, había tenido una baja.
Una delgada cadena de oro que la elfa llevaba en el cuello se había cortado. Sólo cuando había caído al suelo, deslizándose entre los nerviosos dedos de la elfa, Shion había accedido a tomarse la presión. El recuerdo en la mente del lemuriano de aquella cadena que le había regalado a Idril en su último cumpleaños, que seguro había desaparecido en la guerra, le desarmó y accedió a que Astrea le realizase aquél sencillo examen.
Esta era la razón del porqué Idril había bajado hasta Aries. Quería pedirle a Mu si le podía reparar la cadena. Está bien, se lo pudo haber pedido a Shion, pero Idril no se atrevió. Después de todo… ¿Cómo explicaría la procedencia de la cadena?… que no era otra que la misma que le habían regalado hacía tantos años y que Námo Mandos le había regresado el mismo día que la liberó de sus salones Difícil: eso implicaría reconocer algunas cosas para las que no estaba preparada.
En esos momentos, Idril se paseaba por el taller mientras Mu, que naturalmente había accedido a hacer aquella pequeña reparación, trabajaba en la delicada joya.
"Eres muy ordenado." Dijo de pronto. "Este lugar solía ser un caos." Añadió recordando casi con cariño.
"Le agradezco el cumplido. Me gusta ser ordenado: mi maestro también lo es, aunque algo me dice que no fue así de toda la vida." Comentó Mu. "He notado que a veces le cuesta trabajo mantener orden, aunque es más terco que eso."
"Me imagino. Al menos antes de 1743, tu maestro era un cabeza dura incapaz de mantenerse quieto por más de 5 minutos." Le dijo Idril. "Nunca ordenó nada en su vida. ¿Las armaduras siguen conversando entre sí?"
"Son unas chismosas. A veces marean, pero es simpático escucharlas." Le dijo Mu. "Me alegra que sólo el Maestro Shion, Kiki y yo podamos oírlas: se van de lengua con muy poco." El santo de Aries sonrió ante el pensamiento. "Saga de Géminis me comentó que su chica, aunque no es lemuriana, puede comunicarse perfectamente con las armaduras."
"Seguro es una psíquica. Una vez le oí mencionar al Patriarca Sergei que algunos psíquicos eran capaces de saber qué decían las armaduras." Idril se encogió de hombros. "O quizás tiene algún ancestro lemuriano metido en alguna lejana rama de su árbol genealógico."
"Fue lo mismo que me dijo mi maestro."
Idril se acercó a Mu y puso atención a lo que estaba haciendo. Los dedos del lemuriano se movían con agilidad y hacían su trabajo a conciencia. La elfa sonrió: por un segundo había temido que su cadena estuviera irreparable.
"Te agradezco lo que haces, Mu."
"No es nada, me gusta tener que reparar otra cosa que no sean armaduras de tanto en tanto."
"Debe ser tedioso: Shion se aburría a horrores."
"Sí, pero no me quejo. Me gusta trabajar con mis manos." Mu se detuvo unos instantes para observar su reparación. La cadena había sido hecha a mano y con delicadeza. Era muy delgada, pero firme: cada eslabón estaba hecho a manera de una hoja. Esto no era el trabajo de un humano, sino de un lemuriano… y no es por nada, pero se le hacía incluso más familiar. "Es una bonita joya. ¿Cómo la obtuvo?"
"Fue un regalo de cumpleaños por mis 16." Le explicó Idril. "O al menos eso creo: apareció encima de mi cama horas antes que empezara la Guerra… Fue el último que recibí antes de morir."
"¿Fue un regalo de mi Maestro Shion?" Preguntó Mu con inocencia. Bajo la máscara, Idril abrió los ojos como platos.
Se sintió nerviosa. Tal como se había sentido cuando vio por primera vez la cadena y supo de su procedencia, horas antes de la guerra. Ese retorcijón de tripas que le daba cada vez que le nombraban al lemuriano asoló sus entrañas. Si Parminder estuviera viva, le diría que era parte de las mariposas que sentía por estar enamorada. Y por eso mismo, reaccionó a la defensiva. Frunció el ceño.
"Tu maestro jamás me ha regalado nada." Le dijo con firmeza. Si bien sabía desde el momento en que vio por primera vez la cadena que era un regalo de Shion… se supone que no tenía forma de saber eso. "Fue un presente anónimo, eso es todo. ¿Por qué dices eso?"
"Pues… porque esto es trabajo lemuriano… Un.n Quizás se lo compraron a uno de nuestros orfebres." Explicó Mu algo incómodo por la reacción de la elfa.
"Puede ser." Rezongó Idril, cruzándose de brazos.
"No me haga caso." Se apresuró en decir Mu, que supo de inmediato que había metido la pata. "Mi papá fue orfebre, uno muy hábil por lo que me han dicho, y como no le conocí, tengo la mala costumbre de decir que las joyas que veo son de origen lemuriano…"
"Mu… no sabes mentir." Le dijo Idril casi enternecida por el esfuerzo de Mu por arreglar las cosas. El santo de Aries suspiró derrotado.
"ú.ù Lo sé."
Mu tragó saliva y siguió trabajando, esta vez en silencio. Idril se dio la media vuelta y se acercó a la ventana. El santo de Aries la miró de soslayo: la elfa se había apoyado en el marco de la ventana y fijó la vista en la lontananza. Suspiró disimuladamente.
De pronto se percibió muy, muy dolida.
Flashback
De pronto, todo se quedó en silencio. El combate al parecer había terminado, pero Idril era incapaz de dilucidar quien había ganado. ¡Tanto Que Le Dolía Y Tan Asustada Que Estaba! Cada vez más rápido perdía sus bríos, sentía como si la vida se le escurriera igual que la sangre que manaba de sus heridas… Tirada allí, sola en la tierra, alzó su mano izquierda en busca de ayuda… estaba herida de muerte… y nadie venía a su lado. Iba a morir sola, sola como un perro… ya no pudo tener la mano más en alto… la dejó caer.
"No, no, ¡Idril no! no, no… ¡No, todavía no!" Shion apareció en su campo visual… le estaba sujetando la mano… "¿Idril?"
Viendo ya borroso y con dificultad, Idril entrecerró los ojos para poder enfocar mejor. Apenas sintió cuando Shion comenzaba a revisarle las heridas y el improvisado vendaje de su pierna. Sintió que lo llamaba, aunque su voz la sintió ajena y dolorida.
"¿Sh–i–o–n?" Balbuceó con dificultad, tosiendo un poco de sangre. Tuvo la vaga sensación que el lemuriano le quitó la armadura a una orden de su cosmos.
"¿Idril? Aguanta un poco, Esto tiene solución, ¡Sé Que La Tiene!" Dijo a la rápida, mientras hacía presión con sus manos en su pierna.
"¿S–hio–n…?" Volvió a repetir, más bajito, con menos bríos. "… no vale… la…"
"¡No Te Atrevas A Decirme Que No Vale La Pena!" Exclamó Shion enojado, mientras golpeaba el suelo junto a ella. "No me lo digas, elfita."
Su rostro se contorsionó en dolor y derramó lágrimas. Ella lo sabía y Shion también: estaba aterrada, pero sabía que era su hora. Sentía como su espíritu se le deslizaba por entre los dedos. El santo de Aries dejó caer los brazos derrotado y sollozó con amargura, pese a que Idril no entendía nada. Entonces la sujetó por el torso y acerándola hacia sí, la acunó como si fuera una delicada muñeca de trapo.
Idril sonrió de debilidad al sentir nuevamente esa amorosa sensación de seguridad y fuerza, de verse refugiada y protegida en esos brazos. Tanto era que fue capaz de opacar el dolor que la aquejaba. Entonces abrió los ojos.
Shion se veía angustiado… su rostro… mostraba por primera vez el dolor que lo acompañaría por los próximos 262 años, mucho más allá de la maldición que Parminder le arrojara encima. Una chispa se apagó en sus ojos. Idril reaccionó angustiada y frunció el ceño.
Esta no era la imagen que quería llevarse de su adorado Aries.
Con gran esfuerzo, logró alzar la mano izquierda, que posó en la mejilla de Shion. Éste, sorprendido de súbito, abrió los ojos y la miró fijo… los ojos de Idril, ambos de color verde oscuro, misteriosos como los bosques que adoraba, y con un especial brillo, que no volvería a ver… le observaban preocupados.
"¡…!"
"Po–r f–avo–r… son–ríe…" Le pidió al tiempo que inhalaba aire en forma frenética.
Más lágrimas rodaron por las mejillas del lemuriano, cosa que Idril no lograba comprender del todo. ¿Acaso se sentía así por ella? Pero, ¿de qué podría importarle a él lo que le pasara? Ella estaba muriendo, lo sabía, pero… ¿Por qué lloraba?… ¿Acaso… acaso ella era así un tantito importante para él? Es que no lloras tan amargamente por cualquiera.
Shion tragó saliva, obligando al denso nudo que tenía en la garganta a bajar, no sin dificultad. Esbozó una sonrisa… una amplia sonrisa que encendió lo último que tenía de chispa. ¡Una última sonrisa! Una más, solo una más… era un último deseo de su adoraba amazona… no podía negárselo…
Sintió que le arrancaban el corazón del pecho, cuando vio que Idril le dedicaba también una linda sonrisa… la elfa abrió la boca unos centímetros, para decir algo, pero… exhaló aire y expiró. Se apagó, así de sencillo. Sus ojos de pronto le miraban vacíos, y la sonrisa que segundos antes estaba llena de calidez, ahora adornaba un rostro frío y carente de emoción.
"¡No! Todavía No Te Digo Nada." Shion le dio una buena sacudida. "¡NO! Por Athena, Por Favor No Te Mueras… no, no todavía… ¡Idril…!"
Tendió a Idril en el suelo y rápidamente trató de darle su propia versión de RCP, que por la época aún no se inventaba. Le masajeó y le golpeó el pecho en un vano intento por revivirla, por forzar el aire dentro de sus pulmones y que así siguiera viviendo, pero no… aquellos ojos que le miraban vacíos de toda vida le instaron a detenerse…
Nunca supo cuanto tiempo la observó allí en el suelo. Quizás fueron segundos, minutos y horas, nunca supo. Apenas advirtió cuando sus dedos le cerraron los párpados y cuál si fuera un zombi, volvió a tomarla por el torso y la acunó…
… Mientras lloraba con la más profunda de las amarguras.
Fin de Flashback.
"¿Señora Idril?" La voz de Mu la trajo de nuevo a la realidad. El santo de Aries estaba a su lado. La elfa le miró con ojos grandes.
"¿Pasa algo?"
"¿Está usted bien? La noto… inquieta." Le preguntó Mu, muy preocupado. Idril le sonrió e hizo un gesto con la mano para que no se preocupara.
"No es nada, Mu. Cosas que pasan: a veces me quedo pegada en mis recuerdos." Explicó a la rápida. "¿Ya terminaste?"
"Sí. Ya terminé la reparación. Le dije que no tardaría mucho." Explicó Mu, al tiempo que le entregaba la cadenita a la elfa. Esta le sonrió.
"Muchísimas Gracias, Mu…"
"No es nada."
Templo Principal. Estancias del Patriarca.
Despacho de Shion. Horas después.
Lo que le faltaba. No solo discutía esa mañana con Idril por culpa de un tonto examen de presión que no necesitaba y ahora tenía que lidiar con aprendices traviesos que habían causado desmanes en Atenas durante su salida. ¡Cómo si tuviera la energía para lidiar con las autoridades griegas! Feh. Al menos no eran las turcas, las que en su momento, habían sido un real dolor de nalgas (por no decir otra palabra con más contenido gráfico).
Cansado, seguía sintiendo esa molesta y mínima presión en el pecho, Shion se dejó caer en su sillón y comenzó a tomar lentas bocanadas de aire para calmarse, echándose hacia atrás para estar más cómodo. Al menos se sentía mejor que el día anterior, quizás hasta podría ir a…
Había un sobre su escritorio. Shion, curioso, lo tomó y observó. No decía a quién estaba dirigido o el remitente y tenía algo en su interior. Como estaba sellado, tuvo que utilizar su abrecartas y dejó caer el contenido sobre el mesón.
"¡Pero qué…!"
Una delgada cadena de oro, la misma que Mu había reparado horas antes, la misma que Idril llevaba esa mañana e idéntica a la que le había regalado a la elfa antes de morir, brillaba bajo la luz. Sorprendido, Shion tomó con sus dedos la joya y tras ponerse los anteojos, se llevó la impresión de su vida al descubrir… que efectivamente se trataba de la misma cadena que él había fabricado tantos años atrás…
Frunció el ceño y se dejó caer en su sillón. ¿Qué quería decir todo esto? ¿Acaso era una broma de mal gusto? Apretó los dientes y empuñó las manos. Se puso de pie de un tris y tras arrojar la cadena al cubo de la basura, salió muy enojado de su despacho.
Cerró la puerta de un fuerte portazo.
…
…
…
…
Unos 3 minutos después, una sombra se detuvo frente al cubo… y rescató la cadena de Idril de la basura. Momentos después, la sombra desapareció.
Continuará.
Por
Manquehuito (Misao–CG)
Próximo Capítulo: ¿Peleas De Viejos Enamorados?
… ¿Por qué tenía que haberse muerto? Prácticamente había aguantado toda la guerra con tan solo raspones, pero bastó no más ese aciago segundo, ese descuido de su parte y ese maléfico ataque para matarla. ¡Ese Golpe Era Para Él! Malditos Sean Los Espectros. ¿Acaso no tienen honor o es que son tan cobardes que no se atreven a atacar de frente?…
PS: ¡Uff! Creí que no terminaba nunca de escribir. Remover algunos viejos recuerdos me hizo sentir un extraño latido de corazón y mi Musa… se está atragantando con todos los chocolates que encuentra para subirse el ánimo, cosa en la que yo debería imitarla, pese a mi dieta baja en calorías… ¡Dios Mío! Mataría por un poco de grasa en la comida TToTT… ahem… Espero no haberlos decepcionado con este monstruo. ¡DEJEN REVIEW Y LES DARÉ PAN DE ANÍS!
