A/N: Para referencias a mi estilo y a ciertos aspectos del fic, lean 'Littera Minima' y sus secuelas, de la cuál esta es su más reciente entrega. Para más información, leer las A/N en el capítulo de Obertura. Por favor, quienes dejan reviews anónimas, dejen un mail de contacto para que pueda responder sus comentarios con más agilidad.
Saint Seiya, la trama y sus personajes pertenecen al Sr. Kurumada y a quienes han pagado por el derecho respectivo. Hay algunos personajes y conceptos que hacen relación a la obra de Tolkien, y que no me pertenecen. No estoy sacando beneficio económico de esto: nada más entretengo a mi imaginación.
ADVERTENCIA.
Principio 146 para ver y entender Manga: Los villanos de la primera temporada que son aliados en la segunda temporada… serán bastante inútiles, menos poderosos y causarán más problemas de los que podrán solucionar.
Se pide criterio y discreción por parte de los lectores. No me hago responsable de castigos, lesiones, o penas capitales derivados de la lectura de este capítulo.
Capítulo 12:
¿Peleas De Viejos Enamorados?
Casa de Libra.
Día Siguiente.
Flashback.
El Juez de Garuda yacía muerto a sus pies. Docko se dejó caer al suelo de espaldas, agotado, mientras fijaba la mirada al cielo, tratando de recuperar el aire y sosegar sus latidos. Aún sentía una poderosa corriente de adrenalina en su sangre que le estaba costando trabajo sosegar. ¡Tantos Muertos! No sabía cuántos o quienes vivían aún, pero sabía que no eran muchos. Esto, no había sido una guerra, sino una carnicería. Docko sintió que los ojos se le humedecían: hasta los aprendices habían sido asesinados… y aún no ganaban la guerra…
Un temblor de tierra sacudió todo el Santuario y sus ruinas. Un sonido estridente pareció romper el cielo y las rocas se quebraron en dos. Docko se incorporó deprisa: ¡Ese Era el Cosmo de Athena! La explosión de poder sólo podía deberse a la diosa. Era como el ruido de una horrible colisión de estrellas justo por sobre su cabeza. Athena se enfrentaba en un último esfuerzo contra Hades, cuyo cosmo se revolucionaba furioso.
¿Cómo pudo olvidarse de su diosa? El santo de Libra echó a correr pese al inhumano cansancio que le carcomía los músculos, en la dirección del Coliseo, donde Athena y Hades se enfrentaban a muerte. Entonces se produjo un silencio ensordecedor, como de un vacío espantoso que pareció succionar todo ruido en kilómetros a la redonda. Docko se detuvo…
… no pudo sentir ni un solo cosmo, nada…
…una soledad horrorosa le oprimió el corazón.
¿Estaba solo? ¿Acaso Athena… había muerto?
Temiendo por la vida de su diosa, Docko volvió a correr, con más fuerza que antes. Ya estaba cerca del Coliseo cuando una fuerte luz inundó cada grieta posible y rebalsó el estadio. El santo de Libra se detuvo y se protegió lo ojos con las manos a modo de visera. Cuando por fin se atrevió a ver… por entre la luz, apareció una silueta… Athena caminaba altiva. Le sangraba el labio y tenía raspones por todas partes. Su Camei refulgía lleno de victoria. Al ver a Docko, Aldonza dejó escapar un suspiro de alivio y corrió hacia el santo.
"¡Docko!" Exclamó al abrazarlo. "¡No Sabes Como Me Alegra Verte Con Vida!" Sollozó la diosa. "Cómo Lamento Que Hayas Tenido Que Pasar Por Esto…"
"A mucha honra, señora." Le dijo Docko con una reverencia. "Fue todo un honor para mi… Señora ¿Qué ocurrió con…?"
"Logré sellar a Hades y a sus 108 espectros, pero aún tengo que completar el sello… debo ir a Rozan para hacer eso." Explicó Aldonza con voz cansada. Athena se veía agotada: ya no era una joven guerrera de 15 o 20 años… era una veterana de 62. "Docko… Creo que Shion está vivo… ¿Podrías ir a buscarlo? Los veré a ambos en el Templo Principal." Le pidió Aldonza mientras volvía la cabeza hacia el derruido edificio en cuestión "O lo que queda de él. No tardaré mucho."
Docko asintió obediente, al tiempo que Athena se diluía en el aire, para viajar de este modo hacia Rozan, en donde sellaría definitivamente a Hades. El Santo de Libra cerró los ojos y sacando fuerza de flaqueza, dejando el duelo para más tarde, escaneó rápidamente el Santuario en busca del cosmos de Shion, a quien encontró cerca del Recintos de Aprendices. Sin esperar más, salió corriendo.
Se tardó unos diez minutos en llegar a destino. Habría llegado antes, pero se sentía muy agotado como para usar la velocidad luz. Lo primero que vio fue un cuerpo empalado… el Juez de Griffin, y a juzgar por la forma en la que había muerto, seguro se había atravesado con Idril. Caminó entre las ruinas con cuidado, como esperando ver a la elfa en algún lado… rastros de una violenta pelea eran visibles en rededor… partes destrozadas del sapuri de Wyvern estaban regadas por doquier. Docko tragó saliva… ¿Acaso Idril se había enfrentado a dos jueces?
Algo llamó su atención a la derecha. Allá, a unos 100 metros de distancia, podía distinguir una cabellera verde y disparada en todas direcciones. ¡Shion! Docko echó a correr, sintiendo una alegría inmensa de que al menos uno de sus amigos estuviera con vida… sin embargo… a unos 3 metros de distancia… se detuvo.
El desastrado santo de Aries había girado la cabeza en su dirección. Estaba sobre un charco de sangre y se veía macabro. Se veía pálido como si hubiera visto un fantasma, dolido y demacrado. Sostenía un cuerpo inerte entre sus brazos que Docko reconoció de inmediato y, horrorizado, no pudo menos que exclamar en silencio. Sentía un molesto jalón en las tripas. Shion no dijo nada, sino que dejó de mirarlo, volviéndose al cuerpo que acunaba con ternura.
"¿Shion?" Logró articular Docko tras tragar saliva, mientras se acercaba. ¿Cómo se suponía que debía interrumpir eso?
"… No… nunca pude… decirle nada…" Balbuceó con la voz cortada.
No volvió a decir palabra, sino hasta que Athena le nombró Patriarca, unas 12 horas después.
Fin de Flashback.
Tan solo quería atender de sus bonsáis en paz. ¡No fallaba! Cada vez que encontraba tiempo libre y se sentaba frente a sus bonsáis para podarlos o atenderles como era debido, ¡PAM!, alguien venía a molestar por la más estúpida de las nimiedades. ¡BAH! Docko se sopló el flequillo y decidió dejar la poda de su Haya de 12 años para más tarde, pues Shion había logrado desconcentrarlo.
"… ¡Hacía Siglos Que Nadie Me Hacía Una Llave De Esas! Debí Haberlo Sabido: ¡Todavía Me Duele El Cuello! FEH. Era No Más Una Toma De Presión, Eso Es Todo."
"Idril no habría tenido necesidad de aplicar ninguna llave si te hubieras dejado tomar la presión desde el principio." Le regañó Docko. "Lo que me recuerda… hace días que te estás sintiendo mal."
"Yo me siento estupendo. No pasa nada conmigo."
"¿Ah sí? Y dime… ¿Cómo tenías la presión?"
Shion, que tenía un perpetuo mohín en la cara desde que había llegado a Libra, tan solo ahondó su expresión tras oír la pregunta de Docko. El Patriarca comenzó a balancearse en la silla, molesto, sin querer decir que había tenido días mejores en cuanto a presión se refiere.
"Eso no es el punto: mi presión no es tu problema."
"¿Por qué estas enojado?" Le preguntó Docko, que tampoco estaba de buen humor. "¿Te molesta que Idril se preocupe por tu salud? Hace 2 siglos habrías matado por eso."
"…"
"…"
"No… me molesta que me trate como a un crío que no sabe cuidarse solo." Shion se sopló el flequillo. "Además me devolvió el regalo."
"¿Qué regalo?" Preguntó Docko curioso.
"… La cadena."
"¿Cuál cadena?"
"¿Acaso Estás Con Alzheimer O Con Demencia Senil?" Gruñó Shion. "Ya Sabes… El Regalo Que Le Hice A Idril Por Su Último Cumpleaños…"
"¡Ah, esa cadena! Claro que me acuerdo: Casi me despellejas vivo cuando la rompí por accidente."
"No Me Recuerdes Eso: ¡Te Dije Que No La Tocaras Porque Todavía No Estaba Lista! Por tu culpa no la terminé a tiempo." Ladró Shion, mientras seguía balanceándose en la silla. "Sí, esa misma." Docko abrió los ojos como platos.
"¿Dices que te la devolvió? Creí que nunca se la habías dado." Docko ladeó la cabeza, en un gesto curioso.
"Sí, se la pasé… pero… nunca le dije que era un regalo de mi parte… ni me vio dársela. La dejé en su cuarto sin que me viera."
"Entonces… ¿Cómo es posible que supiera que debía regresártela a ti, si nunca le dijiste que tú se la regalaste?"
"Feh. Mu me dijo esta mañana que tuvo que repararla ayer… y que le mencionó que parecía trabajo de lemuriano. Sabes que Idril no es tonta: seguro lo adivinó, si es que no lo había hecho ya."
"Vaya… nunca me lo habría esperado."
"¿El que me la devolviera?"
"No, el que la haya conservado todo este tiempo. Me pregunto como se habrá preservado en el viaje a la muerte."
"…"
"Tú mismo lo viste: cuando amortajamos a Idril, no llevaba ninguna cadena en el cuello." Comentó Docko.
"¡Cállate!"
"¿Estás de mal humor?"
Shion se quedó en silencio. Ya no se balanceaba en la silla, sino que se había quedado estático, a medio balancear. Docko entrecerró los ojos.
"¿Shion?"
"¡Será Desgraciada!" Exclamó enojado. "Se Me Devanan Los Sesos Por Su Culpa. ¡SIGUE IGUAL QUE ANTES! No Deja Ni Una Maldita Brecha Para Que Me Acerque A Ella Ni Me Permite Nada. ¿Por Qué Tiene Que Ser Igual? Ya Sé Que Fui Un Idiota En Mi Juventud, Pero He Cambiado. ¿Acaso No Lo Ve? ¿Acaso No Ve Lo Único Que Quiero Es Tan Solo Una Oportunidad, Por Muy Mínima Que Sea, De Estar Junto A Ella Sin Que Me Rechace?"
"¡Shion!" Exclamó Docko sorprendido.
"¡Lo Más Cerca Que He Estado De Ella Fue Cuando Falleció! Fue El Único Abrazo, La Única Vez Que Le Tomé La Mano, por muy tétrico que suene." Shion enderezó la silla de un golpe, levantó sus manos ligeramente y las empuñó y relajó, al tiempo que apretaba el rostro. "¡Mi corazón se destrozó! La tuve en mis brazos… ¿Qué no se acuerda de eso? Al menos… al menos podría decirme algo…"
"¿Algo como qué?"
"Cualquier cosa… ¿Sabes lo que es sentir que la vida de la persona que más amas, se escapa por entre tus dedos? Eso no se lo doy a nadie. ¡Ni A Mi Peor Enemigo! Creí… creí que las cosas serían diferentes, que estaría más… accesible… Pero no… sigue igual de lejana, fría e inalcanzable que antes…"
"¿Por que en vez de perder el tiempo, le dices lo que sientes de una buena vez? Aprovecha antes que le pase algo de nuevo." Gruñó Docko. "Llevo al menos 260 años insistiendo en lo mismo."
"¿Crees que es muy fácil decirlo? Idril falleció, en mis brazos. Si ya antes era complicado confesarle lo que sentía, ahora es totalmente…"
"Debería serlo. Guardaste luto por ella todo este tiempo, y en cierta manera lo sigues haciendo. Decirle que la amas debería ser muy fácil."
"Más fácil decirlo que hacerlo." Shion se echó en el respaldo de la silla y miró al techo. "No sé como."
"Pues ve pensando en algo. ¡Eres un maldito suertudo! El amor de tu vida regresa de la muerte y sigues sin saber qué decirle. ¡Crece De Una Vez! Y no te pongas de picaflor otra vez."
"…"
"No alcanzaste a decirle nada antes. ¿Qué pasaría contigo si no le dices nada ahora?" Docko le preguntó a Shion, pero no obtuvo respuesta. "¡Shion!"
"¿QUÉ?" Gruñó el Patriarca.
Silencio. Ambos amigos se miraron en silencio, como desafiándose con la mirada. Largo rato pasaron en esta posición, hasta que por fin, Docko bajó la cabeza y negó apenado.
"Todavía no lo superas… lo aceptaste, pero no lo superaste."
"¿Que no he superado qué?" Volvió a gruñir Shion. Feh, un gruñido más y creeré que los lemurianos tiene algo de perro en sus genes.
"El que Idril haya muerto… aceptaste su muerte… pero no la superaste. ¿Me equivoco?"
"¡Claro que sí!" Aseguró Shion "¡Por Supuesto Que Lo Superé! Hace Muchos Años Que Lo Superé. ¡Era De Esperarse: Estuve Allí Cuando La…" La voz del Patriarca flaqueó. "… amortajamos… yo mismo… cavé su tumba y la enterré… la dejé allí… en ese hoyo… Yo…"
Docko tragó saliva y un enorme nudo en la garganta. Tenía razón: Shion pudo haber aceptado la muerte de Idril en 1743, pero nunca la superó, por mucho que se engañase. Oír a su amigo con la voz en un hilo, y silenciándose a sí mismo por un orgullo de macho para que no lo vieran quebrarse, le hizo sentir muy mal por traer ese recuerdo a flote.
"Este… iré a ver si el Té está listo…" Docko se puso de pie. "Shunrei me desollará si sabe que viniste y no te di Té." El santo de Libra, sin esperar una respuesta, se alejó en dirección de la cocina, que estaba arriba, en el piso residencial.
Era su excusa para dejar a Shion solo unos momentos, lo cuál fue agradecido por el Patriarca en su fuero interno.
Tenía demasiados recuerdos de los que hacerse cargo. Era cierto, había aceptado que Idril había muerto, pero nunca superó esa pérdida y se pasó los últimos 262 años consolando en secreto su corazón. Feh. ¡Gran favor le había hecho Parminder ese día en que lo maldijo! Pero ella sólo le había impuesto 200 años de castigo… y llevaba mucho más tiempo que ese de duelo.
Shion apretó los puños y frunció el ceño… ¿Por qué Idril tenía que haberse muerto? Prácticamente había aguantado toda la guerra con tan solo raspones, pero bastó no más ese aciago segundo, ese fatal descuido de su parte y ese insidioso ataque para matarla. ¡Ese Golpe Era Para Él! Malditos Sean Los Espectros. ¿Acaso No Tienen Honor O Es Que Son Tan Cobardes Que No Se Atreven A Atacar De Frente?…
…
¿Cómo es posible que una herida tan pequeña fuera tan letal?
No… no lo entendía. Tantos errores, tantas estupideces. ¿Cómo fue que nunca hizo nada concreto e inteligente por decirle a Idril lo que sentía? Y ahora que la tenía tan cerca, que la veía tan bonita y tan llena de vida, en una faceta que le llenaba de un alegre hielo las entrañas… ¿Por qué no le decía todo lo que se había estado guardando en el pecho durante 262 años?
¿Por qué se la quitaron tan rápido? Nunca pudo decirle ni demostrarle nada, lo único que hizo a lo largo de su vida fue hacerla rabiar y encelar… ahora entendía eso, lo entendió en el minuto en que la elfa expiró… ¿Por qué tuvo que desangrarse sin que él pudiera hacer nada? Estaba allí, justo allí, al alcance de su mano y no pudo hacer nada, sus temblorosas manos no reaccionaron y tan solo atinaron a sostenerla casi con temor. ¡Es que había tanta sangre! Salía a borbotones de sus heridas… Aunque ni con todas sus habilidades hubiera podido ayudarla a aliviar en algo su dolor, ni siquiera un poquito.
¿Por qué Idril no le dijo nada mientras la tuvo en sus brazos? Nada… excepto…
Flashback.
Con gran esfuerzo, logró alzar la mano izquierda, que posó en la mejilla de Shion. Éste, sorprendido de súbito, abrió los ojos y la miró fijo… los ojos de Idril, verde oscuros, misteriosos como los bosques que adoraba, y con un especial brillo, que nunca más volvería a ver… le observaban preocupados.
"¡…!"
"Por favor… sonríe…" le pidió al tiempo que inhalaba aire en forma frenética.
Fin de Flashback.
"¿Shion?" La voz de Docko lo sacó de sus pensamientos. El Santo de Libra le ofrecía una taza de té. "Ten esto. No es té verde, pero sí de jazmín. Es muy bueno."
"Gracias."
Estancias de Athena.
Esa Tarde.
"¿Entonces me dejarás usar el cepillo?"
Niké levantó la mirada de su muñeca y se quedó mirando a Saori con expresión meditabunda, como si pasarle el cepillo o no, significase una maniobra de vida o muerte. Saori le sonrió con picardía.
"Si me dejas usar el cepillo, te pasaré estas coletas." Le ofreció.
La pequeña puso sus ojos brillantes y soltó su muñeca, estirando sus manitos hacia las coletas. Ambas diosas estaban sentadas en el suelo, peinando muñecas. Bueno… Niké hacía como que las peinaba, dado que a sus 3 años sabía muy poco sobre peluquería y su motricidad fina no era de gran ayuda. Eso no importaba mucho, pues lo estaba pasando en grande, ergo, el cabello de la muñeca sufría. Saori había dejado atrás la etapa de las muñecas hacía mucho tiempo, pero no hay nada que entretenga más a una adolescente que vestir y arreglar a alguien más, ya sea una amiga o una muñeca, con ropa y peinados a la moda.
"¡Yo kere, yo kere!" Pidió la niña sonriendo, mientras agitaba sus alitas y daba saltitos. Saori le entregó las coletas a cambio del cepillo.
"Aquí tienes. Ahora vamos a ver como…"
"o.o… Azena… ¡Mami Idril!"
Saori miró a través del ventanal que daba hacia la terraza, pero no vio a nadie. Estiró el cuello con curiosidad: si algo había aprendido de Idril en todo ese tiempo, era que la tipa podía pasar desapercibida hasta que era demasiado tarde, cosa que no le tomaba mucho esfuerzo. No obstante, la única "Idril–alarma" que tenían era, como podrán imaginar, la pequeña diosa, que siempre era la primera en delatarla. Niké se puso de pie y corrió hasta la terraza, con Saori tras de sí.
"¡Quieta Niké, te vas a caer!"
Pero la pequeña poco caso le hizo. Salió corriendo a través del ventanal y corrió por la terraza en dirección hacia sus estancias. Athena trotó tras ella para alcanzarla, pero ambas se detuvieron en seco: más adelante, Shion e Idril estaban de pie uno frente al otro y se miraban con los ceños fruncidos… bueno, al menos en el caso del Patriarca, que a esa distancia no podían distinguir qué expresión llevaba la máscara. Saori tomó la mano de Niké y decidió llevársela de regreso a donde estaban.
Al parecer Shion e Idril habían cruzado caminos sin querer, irradiando ambos muy mala vibra. La elfa no se imaginaba porqué el lemuriano se veía muy molesto, y eso era lo que había puesto a Idril a la defensiva: no estaba dispuesta a pagar por el mal humor que el anterior santo de Aries pudiera tener.
"Estás en mi camino." Dijo Idril muy quieta. "Por favor, muévete."
"No. Te estaba buscando." Dijo Shion muy grave.
"Si me quieres decir algo, dímelo ya, tengo cosas que hacer."
"¿Ah sí? ¿Cómo cuales?" Volvió a decir Shion en un tono de muy mala leche.
Creo que recordar sucesos lo pone de mal humor… aunque quizás es su presión, no sé, o el hecho que… ¡FEH! No voy a inventar ninguna excusa para el mal humor de Shion. El tipo despertó con el pie izquierdo. Punto.
"Lo que haga no es de tu incumbencia." Idril, por obvias razones, se molestó. Con un desdén, intentó pasarle a Shion por el lado, pero éste la detuvo con el brazo.
"En serio tengo que hablar contigo." Una vez, el tono amable no lo caracterizó. Bastó un ademán de Idril para soltarse.
"¿Qué pretendes, Aries? A mi no me tratarás así." Le dijo a modo de advertencia.
"¿Por qué? Así es como siempre me has tratado." Suspiró el Patriarca con tristeza, lo que obviamente dejó muy perpleja a Idril… más aún porque de pronto Shion volvió a fruncir el ceño. ¿Qué le pasaba a este lemuriano? "¿Por qué me devolviste la cadena?"
Quizás si Idril estuviera menos enojada, esta pregunta le habría causado mariposas en el estómago. Quizás si Shion hubiera tenido otra actitud, las cosas se hubieran ido por la pendiente suave, pero no. Se fueron por la tangente. Expliquemos algo: Idril no le había regresado la cadena a Shion por orgullo, al contrario, quería ver en qué momento se la regresaba, para así quizás poder enfrentarlo y preguntarle porqué se la regaló. Era su plan para llegar a una conclusión y saber qué pensaba Shion de ella… pero bueno, el plan no le resultó.
Si es que hubo plan desde un principio.
"¿Qué Cadena? Tú Sabes Que No Uso Joyas." Dijo Idril muy enojada. "¡Soy Una Amazona!"
"No Te Hagas La Tonta, Sabes De Lo Que Hablo."
"No Tengo Idea. ¿Acaso Estás Senil?"
"¡La Que Te Regalé Por Tu Cumpleaños! Ayer Me La Regresaste." Un pequeño gran cortocircuito se produjo entre ambos. Idril le dio un molesto empujón.
"Tu Jamás Me Has Regalado Nada." Mintió, mientras le pasaba por el lado y se alejaba. "¿Para Qué Habrías Hecho Algo Así?"
"¡No Te Alejes Que Todavía No Termino Contigo!" Tres zancadas le bastaron para alcanzar a la elfa. "¿Por Qué No Habría De Hacerte Un Regalo? Estabas De Cumpleaños Y Era Mi Oportunidad Para Conversar Contigo." Ladró Shion.
Sip. Definitivamente los lemurianos han de tener algo de perro.
"¿Conversar Conmigo? Nunca Te Interesaste Por Lo Que Me Pudiera Pasar, ¿Por Qué Querrías Conversar Conmigo?" Idril volvió a darle otro empujón. Esta situación la tenía muy tensa y molesta. "¡No Quiero Que Me Toques! Aléjate O Te Alejo."
"¡Por Supuesto! No Sé Ni Porqué Me Sorprendo: FRÍA COMO SIEMPRE. ¿Cómo No Querría Acercarme A Ti? ¡Eres Todo Lo Que Me Gusta!"
"No Vengas Con Estupideces A Estas Alturas. ¿Dices Que Yo Te Gusto?" Idril le propinó un enojado zape en la nuca. "¿Te Golpeaste La Cabeza O Qué? Yo Ni Siquiera Soy Del Tipo Que Te Gusta, Y Ni Siquiera Me Buscaste Cuando Tenías MUCHA Experiencia En Eso."
"Tú, Idril, No Eres Del Tipo De Nadie, Pero A Mi Si Me Gustas." Protestó Shion, sobándose la nuca, impaciente y sin pensar en lo que decía.
"¿En Serio? ¡Que Bueno Que Me Lo Dices Que Si No, NO ME DOY CUENTA!" Tan enojados que estaban estos dos que ni siquiera se habían dado cuenta que estaban diciendo más cosas de las que nunca se habían atrevido a decir. "¿En Qué Momento Te Diste Cuenta Que Te Gustaba? ¿Cuándo Compartías Cama Con Melissa, Francesca O Con La Perdida De Süe? ¡AH, YA SÉ! Descubriste Que Te Gusto Porque Te Recuerdo VIEJOS TIEMPOS." Idril siseó de disgusto y asco, con especial virulencia. "No Me Vengas Con Esos Juegos Que No Me Prestaré Y Lo Sabes Bien."
"¡Qué Imposible Eres! Lo Eras Antes Y Lo Sigues Siendo. ¿Qué No Te Das Cuenta Que Todo Eso Lo Hice Por Ti? No Había Otra Manera De Que Pudiera Decirte Algo Sin Que Me Sacaras La Cabeza." Shion se veía y oía furioso. "Todas Esas Señoritas Tenían Algo En Común Contigo…"
"¿Algo En Común Conmigo? ¿Estás Chiflado? Ellas No Se Parecían En Nada A Mí: ¡Yo No Era Una Perdida! ¿Señoritas? ¡JA!" Rió Idril con sarcasmo… sin saber o darse cuenta que dentro de unas horas hasta le daría dolor de estómago por esa revelación. Shion se cruzó de brazos.
"No era lo más óptimo o inteligente… ¡Pero Es Lo Que Había! Creía Que De Otro Modo Nunca Me Prestarías Atención." La conversación comenzó a subir en intensidad. Tanto el Patriarca como la elfa se enojaban cada vez más.
"¡NI SIQUIERA LO INTENTASTE! Ni Siquiera Intentaste Llamar Mi Atención, ¡Me Ignorabas Pese A Todo Lo Que Hacía Por Tu Mugre Vida!" Idril se contuvo de darle un golpe a Shion en la nariz. "No Me Digas Que No Sabías Cómo, ¡ES UNA EXCUSA ASQUEROSA!, Tú No Eras Un Novato…"
"¿Me habrías dejado? ¿Me habrías dejado acercarme un poco?" Insistió Shion dos veces, dándole esta vez un empujón a ella. "A Todo El Que Se Te Insinuaba O Que Te Mostraba Así Un Poquito De Afecto, Lo Mandabas Al Noveno Infierno De Dos Patadas. FRÍA E INALCANZABLE. Mal Genio, Irritable, Suspicaz, BRAVA, Impaciente, Violenta, Sádica. ¡Puedo Seguir Por Horas!" El Patriarca se llevó una mano a la cabeza y se agitó los cabellos, lleno de impaciencia. "¿Hacer Algo Por Mi? ¿Tú, Con Lo Estirada Que Puedes Ser? ¡No Me Hagas Reír Que Tengo Los Labios Partidos!"
"¡Hacía eso PORQUE ERAS TÚ! ¿Esperas Que Te Crea Todo Eso Que Me Dices? Hacía más cosas por ti de las que crees. ¡Acaso Creías Que Tu Casa Se Ordenaba Sola O Que Tu Ropa Aparecía Limpia Por Arte De Magia!" Idril sacudió los puños. "¡Cierto! Soy Una Desgraciada de la Peor Calaña, Pero Eso No Te Da Derecho A Jugar Conmigo Ni…"
"¡Lo Único Que Quería Era UNA SOLA Oportunidad De Decirte Que Para Mi Eras La Más Hermosa Mujer De Todas!" La interrumpió Shion, enfurecido, que se pasó esta vez ambas manos por la cabeza hasta sacarse chispas. "Cometí mis errores, lo reconozco, ¡FUI UN IMBÉCIL!, Pero Si Hacía Todas Esas Cosas, Era Para Llamar Tu Atención, Por Muy Imposible Que…"
PLAAAF.
Un bofetón. De esos que te toman por sorpresa y que ni siquiera dan un aviso. Idril empuñó las manos, le dio la espalda y se alejó, dejando al Patriarca solo, con una gran marca de mano en su mejilla.
"Imbécil. Eres Un Imbécil." Afirmó furiosa. "¡¡IMBÉCIL!" Añadió de un grito.
Shion apretó los dientes. Sintió como se le erizaba el espinazo y tensó los músculos de la espalda. Observó hacia Idril, que se alejaba a paso regular, con la espalda erguida y echando humo por las orejas. A punto estuvo de encender su cosmo, pero se contuvo. El Patriarca inspiró aire y se dispuso a seguirla, para continuar su reyerta…
… Pero un fuerte dolor le detuvo a él. Rápidamente se llevó la mano al pecho y esperó atento a que el dolor disminuyera un poco. Sin embargo esto le tomó más tiempo del usual y terminó sentándose en el piso, tratando de calmarse.
…
…
…
…
Dentro del edificio, Athena y Niké se alejaron de las cortinas en silencio, sin emitir ni un solo comentario.
Continuará.
Por
Manquehuito (Misao–CG)
Próximo Capítulo: ¿Cuidar de un Bonsái es mucho pedir?
"¿Qué tengo que hacer para que dejes mis bonsáis tranquilos?" Gimió Docko. Idril no respondió de inmediato. Se sacudió el vestido a conciencia y luego se cruzó de brazos.
"No seas grave. Tan solo los estaba apreciando mejor." Respondió por fin.
PS: ¡Auch! Si se dieron cuenta, Idril y Shion se dijeron bastantes cosas muy ciertas en las que no repararon por estar enojados. Estos dos no tienen remedio… más les vale meditar al respecto y a ver si se dan cuenta de lo que dijeron y oyeron, estando con la cabeza más fría. ¡DOOBLE AUCH! De pronto me estoy topando con capítulos complicados de escribir. Algo mal y arruinaré todo el fic. Mejor me voy con calma, ya que a este mamotreto le tengo mucho cariño como para arruinarlo. ¿Qué pasará con este par de viejos tercos y gruñones? Ya lo irán descubriendo a su debido tiempo… aunque como hoy me siento generosa, les daré una pista: Athena y Niké. ¡DEJEN REVIEW Y LES DARÉ MUFFINS DE CHOCOLATE!
