A/N: Para referencias a mi estilo y a ciertos aspectos del fic, lean 'Littera Minima' y sus secuelas, de la cuál esta es su más reciente entrega. Para más información, leer las A/N en el capítulo de Obertura. Por favor, quienes dejan reviews anónimas, dejen un mail de contacto para que pueda responder sus comentarios con más agilidad.

Saint Seiya, la trama y sus personajes pertenecen al Sr. Kurumada y a quienes han pagado por el derecho respectivo. Hay algunos personajes y conceptos que hacen relación a la obra de Tolkien, y que no me pertenecen. No estoy sacando beneficio económico de esto: nada más entretengo a mi imaginación.

ADVERTENCIA.

Principio 135 para ver y entender Manga: No importa lo idiota o imbécil que sea el líder, no puedes evitar sino amarlo… lo cuál en algunos casos es discutible.

Se pide criterio y discreción por parte de los lectores. No me hago responsable de castigos, lesiones, o penas capitales derivados de la lectura de este capítulo.

Capítulo 14:

Alitas Despeinadas.

Estancias de Niké.

Día Siguiente.

19:30 pm.

Se acercó en punta de pies hasta Idril, quien estaba tendida sobre el diván que había sacado a la terraza algunos días antes. El elfa respiraba pausadamente y no pareció haber notado su presencia. Dos grandes y claros ojos celestes parpadearon y Niké estiró su mano con cautela. Tomó la máscara por el borde y la levantó con todo el cuidado que sus torpes manos pudieron tener. Idril ni se percató… pero bueno, estamos hablando de una brava amazona con el sueño MUY pesado y que se sentía con la suficiente confianza de echarse a dormir una siesta profunda.

Idril no se despertó. Niké soltó la máscara y observó traviesa a su tutora. Se acercó a su rostro e hizo algunas muecas como para comprobar que estaba durmiendo.

Sip. Mami Idril se había quedado dormida.

Niké sonrió traviesamente y se alejó de aquél diván con pasitos suaves. Apenas sacudiendo sus pequeñas alitas de suaves plumas, se metió de regreso a sus Estancias y caminó graciosamente hasta la puerta de salida, la que abrió sin mucha dificultad. Es la diosa de la victoria, así que difícilmente va a fracasar en alguna tarea. Se asomó al pasillo y tras mirar hacia ambos lados, salió de la habitación y tomó el camino de la derecha… pero tal parece que ésta es una de aquellas ocasiones en que la diosa de la victoria no puede salirse con la suya, pues ni bien hubo avanzado unos cuantos pasitos, la levantaron en el aire.

"¡Niké! Sabes que no me gusta que salgas sin permiso." Le reclamó Idril fingiendo pena. La elfa abrazó a la niña con ternura. "¿Hacia donde ibas con tanta urgencia, Ranita?"

La pequeña puso una sonrisa adorable.

"Iva a ber a Papi Shion." Respondió con inocencia.

Idril perdió todos los colores y no precisamente de susto. Infló el pecho con elegancia y apretó los dientes. La sangre le hervía… Tanto que le había costado olvidarse por un día entero del Patriarca, tantos esfuerzos que había hecho las últimas 48 horas en evitarlo (no cruzaba caminos con él desde el día anterior), se habían ido a la basura. Ni siquiera el pánico que sentía por enfrentarlo de nuevo, tras la última discusión que habían tenido, si es que se le puede llamar así, le enfrió los humos.

Una cosa era que Niké la llamara a ella 'mami': era casi obvio. Idril había criado a la pequeña desde que era una recién nacida, ¡Era su mamá! Bajo todo respecto, pero… pero el que llamara a Shion 'papi' le parecía todo un insulto que no estaba dispuesta a pasar.

"ARIES me va a escuchar." Masculló entre dientes.

Con Niké bajo el brazo, y dando pisotones amenazantes, Idril caminó todo el enorme corredor hasta las Estancias del Patriarca. Sin llamar a la puerta, entró sin perder el ritmo de su caminar y sin dudar ni un segundo, se acercó a la puerta que daba al dormitorio de Shion, al cuál le dio varios golpes seguidos.

"¡Aries! ¿Estás ahí y presentable?" Preguntó molesta.

"La verdad no estoy allí, sino aquí y creo estar presentable." Expuso el Patriarca fastidiado, saliendo de su despacho y cerrando la puerta tras de sí, a ver qué escándalo era el que había justo afuera. Idril se giró hacia donde él estaba y le señaló a la niña bajo el brazo, la cuál dejó en el piso.

Ambos se quedaron mirando largo rato. Era la primera vez que se miraban las caras desde la pelea en la terraza. Suspiraron al unísono, muy cansados y sin saber como manejar la situación. Shion volvió a abrir la puerta de su despacho y le señaló hacia adentro.

"Por favor, pasa y veremos en qué te puedo ayudar."

"¡Niké Te Acaba De Llamar 'Papi'!"

"…" Shion se sintió palidecer, pero no perdió la dignidad. Volvió a indicarle el despacho a la elfa. "Ven dentro y lo resolvemos."

Siempre con la niña bajo el brazo, Idril dio algunas zancadas y entró al despacho, seguida de Shion, quien cerró la puerta tras de sí. El Patriarca le señaló los sillones.

"Toma asiento. Te estaba buscando desde ayer. ¿Nadie te dio mi mensaje?"

"Así fue, pero elegí no venir." Dijo Idril con voz firme. "Lamento la interrupción, Excelencia, pero tengo que protestar."

"Idril, ¡Que gusto verte! Toma asiento por favor. Yo estoy estupendo por si preguntas." Al parecer a Shion, pese a lo terrible que se sentía, aún le quedaban energías para el sarcasmo.

"Ahórrate eso, tengo una pregunta." Chistó Idril, dejando a la niña en el suelo.

"Tú Dime."

"¿Por qué Niké te llama 'Papi'?"

"¡Ni idea!" Respondió Shion algo perplejo, y con varias gotitas orbitándole la cabeza.

"ú.ù Podkue me guzta…" Dijo Niké mientras le jalaba el vestido a Idril.

"¡Niké! No quiero que lo llames así." Protestó Idril, sin saber si sentirse molesta o… no sabía. No le cuadraba que la niña llamara así a Shion. No tenía nada de malo, ¿verdad? Entonces… ¿Qué era lo que le molestaba tanto? Perpleja… la elfa se quedó viendo a Shion… y como que se olvidó todo lo que le iba a decir y de parte de su enojo.

"Pero ez ke no tengo papi… ó.ò y yo kiedo uno…" Niké se soltó de la mano de su tutora y corrió a sujetarse de las ropas de Shion. "¡Yo Kiero Ke Zeaz Tú!" Gimoteó con un puchero tamaño XXXXXL.

Ok. Esto los sacó de onda a los dos. ¿Por qué Niké quería que Shion fuera su papi? Ni idea. Quizás era un capricho, quizás una broma de algún dorado, quizás intuía que estos dos deberían estar juntos… ¡Vaya a saber Zeus porqué! El asunto es… tanto el Patriarca como la Tutora se quedaron de una pieza, con los ojos abiertos como platos y sin saber si enojarse o no.

"Te aseguro que no le di esa idea, Cáncer." Dijo de pronto el Patriarca, sintiendo de pronto que estaba sobre terreno pantanoso y ajeno.

"Más te vale, Aries." Gruñó Idril.

"¿Acaso crees que lo haría a propósito?" Le preguntó con justa razón.

"Quizás para molestarme." La elfa entrecerró los ojos. "No quiero que te llame Papi."

Idril parecía dolida o alterada. Bueno, con una mujer eso nunca se sabe. Es que todo el asunto de que Niké llamase papi a Shion se le hacía… se le hacía algo extraño. Como que le invadían territorio: Idril, créanlo o no, era muy maternal, aunque eso solo la pequeña diosa de la victoria lo sabía. Shion comenzó a intuirlo, después de todo, los nacidos bajo Cáncer en general eran muy familiares (incluso Máscara, aunque muy a su loca manera), y en particular, las cancerianas son madres muy amorosas y buenas. Shion frunció levemente el ceño: ¿Acaso Idril se sentía amenazada por él?

"¿Por qué No? No le hace daño a nadie." Dijo molesto y dolido. Él podía ser muy buen padre, lo había hecho por años… Idril debería intuirlo: en ese sentido, él era un más que excelente partido.

¡Ay, las cosas que piensa este lemuriano!

"Eso es lo que crees tú. ¡Claro que hace daño! Se va a confundir."

"A ver. ¿En qué te afecta que la pequeña me llame así?" Preguntó aburrido.

"Para empezar, no eres su padre."

"Tú no eres su madre y te llama mami."

¡TOUCHÉ! Vaya que ese comentario jaló un nervio muy sensible. La elfa hasta puso cara de circunstancias. ¿Cómo se atrevía a decirle eso? El que no la hubiera llevado en el vientre no la hacía menos madre. Tenía todas las desveladas que lo probaban. ¡Esta cría era suya bajo todo respecto! Sintió un nudo en la garganta. ¿Por qué le dijo eso? ¡No era justo!

"¿Qué?" Idril retrocedió un paso. "¿Cómo te atreves a decirme eso? ¡Por supuesto que soy su…!" Se detuvo. No fue capaz de reprimir un puchero. La elfa tomó aire y continuó. "Sí soy su mamá y punto. ¡He criado a esta niña! No me digas que no soy su madre… he estado con ella desde el principio, no tú." Protestó antes de callarse. Niké la miró con ojos enormes.

"ó.ò ¿Ta llorando? No llode, ¡Zeré buena…! No llore." Le pidió al borde de las lágrimas. Este llamado infantil aterrizó a Idril, quien le acarició le cabeza con ternura y se agachó a su altura para abrazarla. Shion suspiró.

"Tienes razón. Discúlpame, no debí decir eso." Le dijo con calma. Idril le miró sorprendida y asintió. "No tengo ganas de discutir contigo hoy." El Patriarca se refregó el rostro con las manos. "Cáncer, te aseguro que no hice nada para que la pequeña me llame así."

"Pierde cuidado Aries." Idril le dijo con suavidad. Luego tomó a Niké en sus brazos y se dispuso a marcharse. Le pasó por el lado a Shion.

"Te debo una disculpa." Le dijo el lemuriano justo en ese momento. Idril le miró extrañada. "El otro día… me pasé de la raya."

"…"

"Dije cosas que no debí haber dicho." Continuó, mientras miraba hacia el ventanal. "Hace mucho que no me enojaba tanto… y ya sabes que con la cabeza caliente se dicen muchas cosas de las que luego nos arrepentimos… lo cuál es mi caso. Espero que me disculpes."

"No es nada. Ya está olvidado… si es por eso… yo también hablé de más." Idril se acomodó a Niké en los brazos y continuó su camino.

"¿Por qué siempre…?" Susurró Shion a modo de pregunta personal, pero como Idril no tiene las orejas de adorno y le escuchó, se sintió aludida.

"¿Dijiste algo?"

El Patriarca la miró sorprendido por alrededor de 5 segundos, pero pronto relajó el rostro y tomó aire, como armándose de valor.

"¿Por qué siempre me alejas?" Preguntó con firmeza, tras lo cuál, sino un gran alivio en su pecho.

Listo, ya lo dijo.

"Yo no te alejo." Comentó Idril con los ojos muy grandes.

"Nunca has dejado que charle contigo…" Afirmó con tristeza. "Ahora que lo pienso, cada vez que trabo palabra contigo es para protestar porque me regañas… no sé mucho de ti."

"¿Eso…?" Idril pareció dudar unos momentos. También inhaló y exhaló nerviosa. "¿Eso… en qué te afecta?"

"En mucho." Reafirmó con seguridad. Shion esbozó una sonrisa. "Me hubiera gustado… conocerte mejor. No me das la oportunidad, ni antes ni ahora."

"… Sí te la he dado." Susurró con ternura Idril muy bajito. Carraspeó de súbito y frunció el ceño. "Eso no es necesario: era cosa que preguntaras y ya."

"¿Huh? Sí claro." Ah, el sarcasmo está de regreso. Shion puso los ojos largos. "Si en 1743, lo mismo para ahora, hubiera osado preguntarte algo personal, capaz me hubieras lanzado al Yomotsu de cabeza."

Idril se quedó perpleja. ¿Y este sujeto dice que no la conoce bien? Se sintió un poquito expuesta, pero nada que no pudiera superar.

"Tal vez sí, tal vez no…" Idril hubiera jugado con los dedos de haber tenido las manos libres. "Hubiera dependido mucho del tono que usaras… ¡Ahora Tengo Que Irme!"

"¡Kiero Kedarme!" Gimoteó Niké, estirando sus bracitos a Shion, quien tuvo que reprimir el natural impulso de alcanzar a la pequeña.

"Necesitas tu baño, Ranita." Dijo Idril tras un suspiro, justo antes de cruzar por la puerta y cerrarla.

El Patriarca se quedó mirando la puerta un buen rato, antes de decidirse a cruzarla también, en dirección de su cuarto.

Templo Principal.

Frente a la Estatua de Athena Parthenos.

23:45 pm.

Parecía haber un sonido solemne en el aire. La noche se abría enorme a la vista y la infinitud de estrellas parecía saludar a la diosa. La estatua de Athena Parthenos miraba hacia el horizonte con la vista fija y atenta. Imponente y bella. Fidias no pudo haber pensado en un mejor regalo, en una obra tan magnífica. Verla allí, recortada contra el firmamento… sacaba el aire de los pulmones y obligaba a bajar la cabeza en recogido respeto.

Un delicado y tenue brillo cubría la estatua. A sus pies, Athena, vestida con su atuendo ceremonial, con su casco y la égida, sujetando su escudo y el báculo de Niké, miraba a la estatua directo a los ojos. Su cosmo también estaba encendido y sus ojos en blanco. Su dedo índice de su mano izquierda estaba pinchado. A los pies de la joven diosa, había un puñado de tierra y algunas gotas de sangre, lo cuál había producido un enlace entre ella, la estatua y un tercer integrante.

Saori estaba en un profundo trance desde hacía un par de horas.

Entrelazada en los dedos de su mano derecha, estaba la delgada cadena de Idril… la cuál parecía ser el motivo de la conversación. Porque sí, Athena estaba conversando y encima, consigo misma.

El puñado de tierra que había a los pies de la joven, había sido extraído de la tumba de Aldonza, la anterior encarnación de Athena. La sangre pertenecía a Saori, lo que en cierta medida, había 'reactivado' el espíritu de Aldonza e iniciado una conversación con ella.

"… no sé como podría ayudarte más… lamento haberte heredado ese problema: en serio lo intenté."

"No te estoy reprochando nada, no más quería saber como ayudarlos. Me preocupan y mucho, señora Aldonza." Saori se detuvo. "Es obvio que necesitan ayuda: hasta Niké se dio cuenta."

"Y conociéndola, seguro intentará algo para reunirlos." Hubo un largo suspiro. "Lo que te dije es lo único que se me ocurre. Fue lo único que no alcancé a poner en práctica."

"Pero me ayudas bastante. Y creo que sé como poder lograrlo." Saori sonrió traviesa. "Pierde cuidado. Cuídate mucho y descansa, Señora."

"Entonces te lo encargo. Cuídate tu también, Jovencita."

El tenue brillo de la estatua se apago, lo mismo que el cosmo de Athena, que cerró los ojos. El puñado de tierra con las gotas de sangre se deshizo en ese monito en partículas irrecuperables. Saori inhaló una buena cantidad de aire y abrió los ojos al cabo de unos minutos.

Oscuridad, una tremenda oscuridad solo interrumpida por los millones de millares de estrellas. Saori sonrió.

"A ver si consigo que Niké me ayude en esto." Comentó mientras se disponía a regresar al interior del Templo Principal. "Ojalá resulte: es hora de tomar la sartén por el mango."

Despacho de Shion.

Día siguiente.17:30 pm.

Niké empujó la puerta con relativa facilidad. Aprovechando que Athena había hecho dormir a Idril de súbito como parte de su plan, la pequeña había decidido ir a ver a Shion, a quien no veía desde el desayuno. Se introdujo al interior de las Estancias del Patriarca en silencio, tratando de imitar los pasos de su tutora todo lo que pudo. Entonces estuvo frente al despacho de Shion… y empujó la puerta.

El Patriarca en esos momentos estaba mirando por una de las ventanas. Se percibía melancólico, apenado, y dolorido. Una vez más había pasado la noche en vela masticando la conversación que había tenido con Idril. Tan absorbido estaba en el tema, que sin querer queriendo, tenía una molesta cantidad de papeleo acumulado que requería su atención inmediata…

… Pero como que no quería dársela. Suspiró… mejor se sentaba o se retiraba a tomar una siesta, y así…

¡OPA!

No vio a Niké en el camino, quien cayó sentaba sobre su trasero al tratar de esquivar a Shion. El Patriarca casi se tropieza, pero pudo evitar la caída. La pequeña miró hacia arriba con una expresión divertida.

"¡Papi! No kaiga." Le pidió compungida, sin saber si ponerse a llorar o no por su brusco sentón.

"¡Niké! ¿Qué haces aquí?" Shion se sentó en el suelo frente a la niña. "¿Cómo le haces para escaparte de Idril?" Niké se encogió de hombros. El Patriarca le revolvió los cabellos y sujetándose el pecho con la otra. "Vamos a regresarte antes que se dé cuenta… y no me llames así."

"¡Nooooo keeeere!" Exclamó Niké con el ceño fruncido. "¿Me ayuda?"

"¿Qué te pasó?"

"Mi alita." Niké señaló y agitó su ala derecha, en donde había una suave pluma fuera de lugar que requería la atención o de un cepillo o de dedos voluntariosos… dado que por muchos esfuerzos que la niña hacía, no lograba alcanzar la pluma. "Pod favor… Plumita dezpeidana."

"Eso veo… ¿No sabes peinártela?"

"Noooo… No alkanza. Mami Idril duedme… ¿Me la peinaz?"

"Pero no sé peinar alas."

"ú.ù Yo tampoko." Afirmó Niké. Derrotado, o más bien enternecido, Shion le sonrió de nuevo.

"Muy bien, haré la prueba, pero no te prometo nada." Le dijo el Patriarca, quien se dio a la tarea de regresar aquella molesta pluma a su lugar… lo cuál no le resultó tan difícil después de todo. Entonces se puso de pie, alzando a la niña en el aire para poder tomarla en brazos luego. "Listo, tienes tus plumas arregladas. Vamos ahora con tu tutora."

"¡Grasas Papi!"

Shion puso los ojos en blanco y salió de su despacho y de sus estancias, para recorrer el largo corredor hasta las Estancias de Niké, tramo que le tomó al menos unos 20 minutos. Como se sentía pesado al caminar, más con una nena en brazos, cualquier caminata, por muy corta que fuera, se le hacía enorme en tiempo. No tuvo que abrir la puerta, dado que Niké no la había cerrado al salir, así que entró fácilmente. La sala estaba vacía, Shion puso a la niña en el suelo, quien lo tomó de la mano.

"Ben konmigo… Mami Idril eztá akí."

La pequeña diosa arrastró al Patriarca hacia la habitación que habían acondicionado como sala de juegos. Idril estaba apoyada sobre un ENORME cojín, profundamente dormida, sin su máscara, que yacía en el suelo. El cosmo de Athena la había hecho caer en un sueño muy pesado y profundo. Shion se le acercó cauteloso, seguido de la niña y se agachó.

"Ze kedó dodmidita."

"Así veo."

Había rastros de lágrimas en las mejillas de la elfa, que Shion no pudo evitar acariciar con suavidad. Vaya a saber Athena porque, de hecho lo sabía, Idril ni siquiera se inmutó con el roce. El Patriarca sintió un nudo enorme en la garganta. La observó con atención, aprovechando el momento, como solía hacerlo en 1743. ¡Tan bonita como siempre! Idril era sencillamente bellísima… más aún con esas orejas, las cuáles se atrevió a acariciar, recorriendo con la yema de sus dedos su forma.

Debía estar incómoda en esa posición y en ese cojín.

Shion se puso de pie y ayudándose con su telequinesia, levantó a Idril del suelo y cuando la tuvo a la altura de sus brazos, la tomó en con delicadeza y se la llevó a su cuarto con algo de dificultad. ¡Ratas! Se cayó mal él mismo, pues hasta con este mínimo esfuerzo se agotaba. La elfa ni siquiera arrugó los párpados. El Patriarca se sintió de pronto extraño: la última vez que la había llevado de ese modo fue momentos antes de depositarla en su tumba… apartó ese pensamiento a un lado. Salió del salón de juegos, seguido de Niké, que llevaba la máscara de Idril en sus manitas, y entró al cuarto de la elfa.

Apartó con telequinesia los almohadones y la depositó sobre la cama con cuidado y procedió a quitarle las zapatillas élficas que usaba. En sus sueños, la chica se acomodó sobre su costado y se aferró a la almohada con un largo suspiro. Shion no la arropó, dado que aún hacía calor. Se sentó sí al borde de la cama y la observó dormir, mientras le acariciaba los cabellos y una de sus puntiagudas orejas

¡Tanta tristeza que le dio de pronto! Tanto enojo y molestia. Tanto orgullo y tantos bonitos latidos de corazón. ¡Cómo lo hacía enojar!

"¿Qué voy a hacer contigo… y conmigo?" Le preguntó Shion en susurros. "No sabes como ansío… decirte lo mucho que me hiciste falta. ¡Como te quiero! No… te adoro…" Añadió mientras le acariciaba las orejas con especial dedicación. "¿Por qué eres tan difícil…?"

"¿Papi Shion?" Llamó de pronto Niké. Cuando el lemuriano se volvió a la pequeña, esta le entregó la máscara. "Ten."

"Muchas gracias, Niké. Vamos a dejarla aquí para que tu mamá la encuentre. ¿Vale?" Le dijo mientras la depositaba la máscara en la mesita de noche. Entonces la niña rebuscó entre sus bolsillos y encontrando algo, estiró la mano para entregárselo.

"Tuyo. Dázelo a mi mami."

Una delgada cadena de oro fue lo que Niké le entregó. ¡Era la de Idril! La que se supone que debió haber caído a la basura. Al verla en sus manos, Shion la reconoció de inmediato y no pudo menos que sorprenderse. Se quedó mirando a la pequeña diosa con cara de pregunta.

"Tienez ke regaládselo de nuebo." Le dijo Niké con un cómico gesto de autoridad.

Esa fue la única respuesta que obtuvo de la niña. Observó la cadena y cerró el puño.

Continuará.

Por

Manquehuito (Misao–CG)

Próximo Capítulo: Un Plan Descabellado.

"¡Aries!" La voz de Idril sonaba urgente… tan urgente como era el zarandeo del cuál era víctima. "¿Ya Estás Despierto O Debo Lanzarte Un Cubo En Vez De Un Vaso? ¡Despierta De Una Vez Que No Es Momento De Dormir!"

"¿Pero… qué…?" Shion bostezó con largura. "¡Idril! Elfa Loca. ¿Qué Haces? Me Pudiste Haber Matado Del Susto, Cáncer." Protestó mientras se sacaba el exceso de agua.

PS: :Misao tiene aspecto de haber pasado en el desierto los últimos 6 días, tose MUCHO polvo: ¡Sobreviví y He regresado! La Tierra de No Internet cada vez que la visito, me parece más espeluznante que la última vez, pero como ven, aquí estoy y de regreso. Ojalá que este capítulo lo hayan disfrutado mucho y que no los haya decepcionado. Lo único que les diré es que Athena y Niké traman algo. Este par juntos son cosa seria, pero al menos su plan es por una causa mayor. Crucen los dedos para que les resulte. Muchas gracias por haber leído hasta aquí tan abajo y tan avanzado en este monstruo. ¡Ustedes Son De La Mejor Leche Que Hay! ¡DEJEN REVIEW Y LES DARÉ HELADO!