Bien, antes de empezar, algunas explicaciones: Ron y Harry no conocen a Hermione de Hogwarts, a pesar de que fueron juntos y al mismo curso. Pero eso ocurrió porque (vamos a suponer) Hogwarts es muy grande y hay más de diez alumnos por curso, con lo que Hermione nunca se sentó al lado de Ron, ni se escondió en el baño a llorar y no derrotaron juntos al troll. Asi que los libros de Harry se quedarían como están pero sin Hermione, y ya que me pongo, pos nadie de los que se supone que debería estar muerto lo está, todos vivitos. Y allá vamos con el segundo capitulito.

2

-¡¡¡¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!

-¿Y a este ahora que le pasa? ¿Han vuelto a perder los Chudley Cannons? – la voz familiar de mi mejor amigo, Harry Potter, se escuchó de pronto en la habitación.

-Buena aparición, Harry –le felicitó George desde la otra punta de la habitación.

-Sí, ni siquiera nosotros lo habríamos hecho mejor –corroboró Fred. Harry solo sonrió tímidamente. Me puse en pie y señalé a mi hermana con dedo acusador.

-¡¡Tú! ¡¡TU! ¡Voy a matarte! ¡¡Voy a... voy a...! –Ginny puso los ojos en blanco e hizo un gesto con la mano, como quitándome importancia. Después miró a Harry, con aquella mirada maligna.

-Hoy vamos a tener una invitada especial, Harry. Ayuda a mi hermano a estar presentable ¿quieres?

Harry me miró interrogativamente, y yo sacudí la cabeza. No preguntes. A los veinte minutos llamaron a la puerta. George abrió, yo me escondí detrás del sofá. Desde allí escuché el silbido de admiración de mi hermano. Ese cerdo traidor.

-Se debe usted de haber equivocado de casa, señorita. Segurísimo.

-Espero que no –oí la carcajada de ella. Oh, mierda. Mierda, mierda, mierda, mi hermano está ligando con ella ¡Mi hermano está ligando con la mafiosa! –Esta es la casa de Ginny Weasley ¿verdad?

-Ya lo creo. Y yo soy George Weasley, para servirla en lo que mande y ordene.

-Ejem, ejem. Y yo soy Fred Weasley, a sus órdenes, mademoiselle –Fred apartó a mi otro hermano de un empujón y besó la mano de Hermione, todo un caballero. Ella volvió a reír. Genial, mi OTRO hermano está ligando con ella también. Ya sólo quedan tres. Esta noche va a ser genial. Y eso sin contar con mi madre y con mi hermana.

-¿Hermione? –la voz de Ginny llegó desde el pasillo. Llevaba un vestido azul recatado que le quedaba bastante bien. Estrechó la mano de la chica con amabilidad –Hola, bienvenida a la Madriguera. Estos son Fred y George, los gemelos.

-Sí, ya se han presentado –rió ella. Ginny rió también.

-Ese es Charlie, trabaja con los dragones; aquel es Bill y ella es Fleur, su prometida, él es Percy y su novia, Penélope. Y este es Harry.

¡Eh! ¿Y que pasa conmigo?

Hermione miró a Harry unos instantes. Bueno, más concretamente miraba su pelo azabache, que no se parecía en nada al pelo rojo del resto de chicos allí presentes. Frunció el ceño, sorprendida. Harry soltó una carcajada al ver su cara.

-No, no. Yo no soy un Weasley –dijo con una sonrisa.

-Oh, ya veo, tu debes ser el prometido de Ginny –dijo Hermione con cara de "¿Cómo no se me ha ocurrido antes?". Harry se puso rojo, Ginny se puso escarlata y yo no pude evitar una sonrisita maligna. Toma esa.

-No, no, no, es nuestro amigo, nuestro mejor amigo –explicó Ginny con la voz un poco temblorosa.

-Ya. Claro. Lo siento –se disculpó ella muy amablemente. Luego volvió a mirar a Harry. Él sonrió, un poco incómodo.

-Si, ejem, soy yo. Ya sabes, Harry Potter –explicó.

-Ya, ya. Pero ¿tu estabas en Hogwarts, verdad? ¿Griffyndor? Tu cara me suena muchísimo.

-Sí –Harry estaba un poco alucinado de que ella no mirara a su cicatriz y diera grititos de sorpresa, o de que le pidiera su autógrafo, o de que se comportara como una idiota en general. –Sí, Griffyndor. Y ahora que lo pienso ¿tu no eras aquella chica, aquella chica de la biblioteca? La que siempre estaba allí, la que fue con Víctor Krum al baile de navidad.

-Sí, esa soy yo, la chica de la biblioteca –sonrió. Harry y ella se miraron como dos viejos amigos reencontrados de nuevo. No me gustó aquella miradita. Vale que ella era una mafiosa peligrosa y loca, pero era MI mafiosa. Yo la había visto antes.

-Entonces ¿Víctor Krum? ¿Es tu novio o algo? –Ginny la cotilla entraba en acción.

-Ginny cariño, esas cosas no se preguntan –la voz de mi madre, esa gran mujer, se escuchó desde la cocina. Salió limpiándose las manos en el delantal. Genial, el toque rústico. -Hola querida, soy Molly Weasley –se presentó. Hermione estrechó su mano amablemente. Lavender no lo habría hecho ni en un millón de años. –Y este es mi marido, Arthur.

-Eso que llevas ¿es un reloj de pulsera?

-¡Arthur!

-No importa, no importa –Hermione se rió, mostrando de nuevo aquellos dientes blancos y perfectos.

-Y ahora, querida, vente conmigo y con Ginny a la cocina y termina de contarnos eso de Víctor... –la voz de mi madre se perdió por el pasillo.

Salí de detrás del sofá. Mis hermanos me miraron. Harry me miró.

-Es una loca peligrosa. ¡En serio!

Por la cara que puso Fred, no le hubiera importado nada que la loca peligrosa lo secuestrara un ratito. Y George tampoco parecía muy asustado.

-Creo que por primera vez en mi vida siento un irresistible impulso de ayudar a mamá en la cocina –George salió disparado, seguido de su gemelo ("Espérame, traidor") y Harry miró a su mejor amigo. O sea, yo.

-No es una loca peligrosa. Es muy agradable, y además...

-Sí, si, si, es la clase de mujer que me conviene y bla, bla, bla... Todo ese rollo ya me lo se, Harry, puedes ahorrártelo. Y esa tía no es normal, te lo digo yo –eso es lo que estaba diciendo, pero lo que estaba pensando es "Eso quisiera yo, que fuese la mujer de mi vida, con lo buena que está".

A los veinte minutos todos estábamos sentados a la mesa, disfrutando de la comida de mamá, que por cierto, y aunque queda mal decirlo, es la mejor del mundo mundial. Y a mi me tocó sentarme (¡qué raro!) justo enfrente de Hermione Granger. Y entonces me fijé en lo guapísima que estaba, con aquellos pantalones negros y esa camiseta azul marino, con el pelo rizado suelto sobre los hombros. Fue la mujer de mi vida hasta que empezó a hablar con mi padre. De política. ¡De política! ¿Puede alguien imaginar algo más aburrido? Que si cooperación internacional, que si defensa de los derechos de las criaturas, que si libertad de prensa... menudo coñazo. Y encima Ginny y Charlie parecían interesados. Genial.

Pinché una patata con un poco de fuerza y salió disparada del plato. Hacia ella. Fantástico, vamos todos a entregarle el premio de Idiota del Año a Ronald Weasley. Pero ella sacó la varita y la patata quedó suspendida en el aire, a unos centímetros de su blusa. Fue tan rápido que me dio miedo.

-Lo... lo siento –traté de no ponerme como un semáforo, pero ya era tarde, notaba mi orejas ardiendo. Mi hermana me miró con cara asesina, Harry puso los ojos en blanco, los gemelos encontraban muy difícil no estallar en carcajadas. Hermione parecía simplemente molesta.

-No importa, estoy acostumbrada a estas cosas, trabajo con niños –suspiró resignada. ¡Eh! ¿Es mi imaginación o acaba de llamarme inmaduro? Sí, acaba de hacerlo. De pronto miró su reloj de pulsera (mi padre suspiró) y se levantó de la mesa.

-Oh, vaya, no me había dado cuenta de lo tarde que es. Tengo que irme, mañana tengo clase –Fred y George abrieron la boca para protestar, pero ella ya se había puesto el abrigo –Muchísimas gracias por la cena, Sr. y Sra. Weasley, han sido ustedes muy amables, y gracias a ti también Ginny por invitarme. Espero que nos veamos algún otro día para tomar café o algo –estrechó las manos de mis padres y de mi hermana –Encantada de haberos conocido Harry, Fred George, Bill, Charlie, Penélope, Fleur.

Se volvió hacia mí y yo tendí mi mano.

-Oh, no, de eso nada, Ronald –mi madre se puso en pie, y aunque no es muy alta, consiguió intimidarme con aquella mirada –tú vas a acompañarla a casa. No podemos permitir que vaya sola, es muy tarde y podría pasarle algo.

-Se lo agradezco mucho, Sra. Weasley, pero... –Oh, no, cariño, lo siento, pero cuando a mi madre se le mete algo en la cabeza...

-Nada de peros, Ronnie no tiene nada mejor que hacer y yo no me quedaré tranquila si no te acompaña –te lo dije. Espera, ¿mi madre acaba de llamarme Ronnie delante de ella? Quiero morir. Me puse rojo. Bueno, rojo fosforito. Cogí mi abrigo y me lo puse, escuchando por detrás las protestas de los gemelos ("¿Y porqué no podemos llevarla nosotros?").

Salí al jardín, malhumorado, y vi la belleza de coche más elegante que jamás habría podido imaginar. Me quedé sin habla. Negro azulado, con detalles plateados y un diseño de infarto. Ella sacó las llaves y yo tendí la mano. Hermione alzó la ceja (no lo vi, porque estábamos en el jardín y estaba oscuro, pero segurísimo que había levantado una ceja) y me ignoró completamente. Fue hacia el asiento del conductor y puso en marcha el coche, mientras yo admiraba la maravilla de la ingeniería que, por injusticias de la vida, era suya y no mía.

-¿Va a quedarse ahí toda la noche? –la voz de aquella mujer me trajo de vuelta al mundo real. Subí al coche y salimos de mi casa.

Durante un rato no dijimos nada. Ella parecía concentrada en la carretera. Yo estaba dándole vueltas a algo desde hacía rato.

-¿Puedo hacerte una pregunta? –ella alzó los hombros, en señal afirmativa. -¿Krum es tu novio?

Resopló indignada. Al parecer creía que yo iba a preguntar algo del trabajo.

-No –su voz sonó seca y cortante. Esta chica no debe de haberse llevado muy bien con los hombres en su vida.

-¿Pero le conoces verdad? ¿Le puedes pedir un autógrafo?

Me miró como se mira a un idiota integral, desviando la vista de la carretera y dando un volantazo. Casi se me sale el corazón por la boca. Joder. Paró a un lado, y resultó que ya habíamos llegado a su casa. Menos mal.

Cerró el coche ("bip, bip") y buscó las llaves de su apartamento.

-Yo creía que los profesores de Hogwarts vivían en el castillo.

-Los que tenemos vida propia vivimos en Hogsmeade. Una parte de mi chimenea está conectada a una red flu especial que me lleva al castillo todas las mañanas, realizada por el propio Dumbledore, que sólo puede llevarme a mi. Por algo el director es el mago más inteligente del siglo –se volvió hacia mí, pensando que yo no era ni de lejos tan inteligente como Dumbledore –y ahora Sr. Weasley, muchísimas gracias por acompañarme, pero ya estoy en mi casa y ya puede irse.

La miré incómodo.

-Verá, es que... odio aparecerme. No me sale muy bien, así que estaba preguntándome si me dejaría usar polvos flu –me miró, incapaz de averiguar si yo era un pervertido o simplemente un imbécil. Se decantó por la segunda opción y abrió la puerta con un suspiro.

Lo primero que vi fue una gran chimenea con el fuego encendido. Y lo segundo un tipo rubio sentado en el sofá, blandiendo una varita.

Me puse delante de Hermione, obligándola a agacharse mientras ella sacaba la varita y el Stupefy de ese tío me rozaba la oreja. Hermione lanzó otro Stupefy que le hizo al tipo un corte en su pálida mejilla, y el tuvo tiempo para lanzar otro hechizo antes de desparecerse con un "plin".

-¿Quién era ese tío? –pregunté mientras cerraba las persianas y buscaba algún rastro mágico en las habitaciones. Nada.

-Ese –dijo ella, levantándose del suelo y poniéndose muy recta –era Draco Malfoy.

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Y hasta aquí podeis leer amigos míos! Jajajaja que mala soy!En el próximo capitulo, un encuentro que puede acabar en guerra nuclear: Lavender vs. Hermione!XDDD. Pero como soy mala, quiero por lo menos 10 rewiews para colgar el próximos capitulo, asik ya sabéis: apretad el botoncito!