Bueno, allá va el siguiente y muyyy largo capitulo. Disfrutad:
4-
Me aburría. Muchísimo.
Quedaban dos días para el baile, mi hermana estaba histérica con lo del vestido, Harry parecía emocionadísimo de volver a Hogwarts, mi madre iba de acá para allá buscando arreglos para el vestido de mi hermana y nadie quería jugar conmigo al ajedrez porque siempre les doy a todos una paliza.
Y eso sin mencionar que la noche anterior cogí una borrachera enorme. Ah, sí, y dejé a mi novia.
Sí, no me miréis así, tan emocionadas. Es cierto, he dejado a Lavender, pero no hace falta alegrarse tanto por mi desgracia.
La noche anterior había salido con Harry a dar una vuelta por los clubs nocturnos de la ciudad. Fuimos por trabajo ¿eh? Nada de por diversión, porque yo tenía que seguir preguntando por ahí sobre ese tipo con el pelo tintado, así que nos pasamos media noche sobrios. Trabajando, ya lo he dicho.
Pero luego... bueno, uno no debe pasarse el día trabajando ¿verdad? Resulta que el dueño del último bar al que entramos era ni más ni menos que ¡Lee Jordan! Y claro está, Lee nos invitó a tomar lo que quisiéramos. Harry solo tomo un par de cervezas de mantequilla, pero yo no pude resistirme a unos cuantos Whiskeys de Fuego. Y al cabo de una hora, Lee, Harry y yo recordábamos viejos tiempos en el colegio en medio de una terrible borrachera.
-¿Y os acordáis de aquella chica, Katie Bell¡¡Estaba coladita por mí, y yo sin enterarme! –Lee soltó una risita y trató de apoyarse sobre la barra del bar, pero tropezó y la botella de cerveza se derramó sobre la mesa. Harry soltó una carcajada, yo casi me caigo al suelo de la risa. Tuve que sujetarme a la banqueta y hacer equilibrios, con lo que Harry se rió todavía más, pegando puñetazos sobre la barra.
-La verdad es que Angelina estaba buenísima –dijo Harry controlándose un poco. El no parecía para nada ebrio, pero se estaba divirtiendo muchísimo.
-Que suerte tuvo Fred yendo con ella al baile –Lee suspiró, y me sirvió otro whiskey.
-¿Sabéis quien está buenísima? –dije yo, tratando de mantener la cabeza en un ángulo recto –Hermione Granger, Profesora de transformaciones de Hogwarts –lo dije todo de un tirón, provocando las carcajadas incontroladas de Lee.
-¡La-chica-de-la-biblioteca! –gritaron Harry y Lee a la vez, provocando las miradas de unos cuantos curiosos, aunque ellos estaban demasiado ocupados muriéndose de risa como para notarlo. Apoyé mi cabeza en la barra riéndome también.
-Hay un tío, un tío súper-raro con el pelo de un color rarísimo, como... como si hubiese metido la cabeza en un barril de cerveza! –Lee explotó de risa, mientras Harry me miraba divertido. Yo los miré tratando de parecer indignado -¡Escuchadme, joder! Pues ese tio, ese tío, tengo que seguirlo, porque.. bueno, porque ella me paga por eso. Pues ese tío, aparte de tener un pelo horrible, pues tiene un nombre todavía peor... ¡Se llama Draco! –las carcajadas de Lee se debían de oír en cien kilómetros a la redonda, Harry también se reía, pero de pronto se puso serio. Muy serio.
-¿Draco? –repitió, mirándome. Lee ya daba puñetazos en la barra. Yo asentí.
-¿Qué clase de hombre le pone a su hijo Draco? Podría haberle puesto.. no se... !basilisco! –me reía tanto que me dolía el estómago, pero Lee seguía -¡o salamandra!
-Basta –dijo Harry de pronto. Lo veía difuminado a través de mi visión borrosa –Draco, Draco Malfoy. ¿Es ese?
Asentí. Malfoy. Me sonaba de algo, pero no sabía decir de qué, aunque al parecer Harry sí lo sabía. Me despejé un poco al ver la cara tan seria de Harry.
-Ron, Draco Malfoy no es cosa de risa. Su padre, Lucius Malfoy era un Mortífago –eso me cortó la diversión de golpe. Lee tampoco se reía más. Mortífagos, que asco. Si hay algo en este mundo que odie más que a Ginny cuando se acaba los cereales un domingo por la mañana, es un Mortífago. Y eso sin mencionar a Voldemort. El GRAN capullo.
-¿Mortífago? Sí, yo me acuerdo de Lucius Malfoy. Y la verdad es que ahora que lo pienso era el candidato perfecto –dijo Lee. Hizo una pausa –pero Draco... me acuerdo de él en el colegio, siempre odiándote porque eras mejor que él en todo, pero no parecía ser lo suficientemente asqueroso como para ser un mortífago. Era.. no sé, un cobarde.
Harry asintió. Me puse en pie (demasiado rápido, la verdad) y cogí mi chaqueta.
-Harry, toma las llaves de mi coche.
Mi mejor amigo me miraba como si me hubiese vuelto loco. La verdad es que la cabeza todavía me daba vueltas por haberme puesto en pie tan rápido, así que me tuve que apoyar en él, tambaleándome un poco. Lee estaba riéndose a carcajadas otra vez (esta vez, DE MI) pero mantuve la compostura. Me puse serio, miré a mi amigo, a mi mejor amigo, a los ojos y le dije:
-Llévame a casa de Lavender –Harry puso los ojos en blanco. Empezaba a pensar que no había nadie en toda mi familia (bueno, Harry no es exactamente de mi familia, pero...) a quien le cayese bien mi novia. La verdad es que podrían haberlo dicho antes, tampoco cuesta tanto.
Harry se despidió de Lee con un apretón de manos, yo moví la cabeza o al menos lo intenté. Lo ultimo que vi fue los dientes blancos de Lee brillar en la penumbra del bar. Bueno, tal vez exagero un poco, no los tiene TAN blancos.
El coche no iba muy rápido, pero yo tenía unas ganas horribles de vomitar. Si alguna vez tenéis planeado emborracharos, no cenéis antes en mi casa. La comida especial Weasley no es apta para alcohólicos. Harry me miraba de vez en cuando, suspirando ruidosamente y poniendo los ojos en blanco.
-Harry, te agradecería que miraras a la carretera –dije con una voz un poco pastosa –Te recuerdo que valoro muchísimo mi vida.
Otra vez suspiro y alzamiento de ceja. Hermione es una mala influencia.
Harry aparcó delante del bloque de pisos donde vivía Lavender. Me bajé del coche y llamé a su puerta. Lavender abrió.
La miré. Abrí la boca para hablar y una voz masculina se escuchó tras ella. Seamus apareció por detrás de la puerta.
¿Y ahora yo que hago? Le pego una paliza. Sí, es una buena opción. Seamus con un ojo morado y un par de costillas rotas estaría muchísimo más guapo.
-Escucha Won-won, hay una buena explicación para esto...
¿UNA BUENA EXPLICACIÓN¡¡SEAMUS VA EN CALZONCILLOS Y TU SOLO LLEVAS UN CAMISÓN¡¡ME GUSTARÍA OÍR TU EXPLICACIÓN!
-¿Sabes que? Ahórratela –mirada supercongelada especial de Hermione. ¡Genial, me ha salido¡Y sin practicar! –Te dejo Lavender. Se acabó. Búscate otro imbécil. O quédate con éste –señalé a Seamus.
Harry estaba aplaudiendo por detrás. Sonreí a medias. ¿Qué pasa? Soy un tipo duro ¿recordáis? Lavender estaba a cuadros. Movía la boca sin decir nada, como un pez fuera del agua.
Me subí al coche, mientras Harry daba bocinazos, como si hubiese ganado el mundial del quidditch. Asomé medio cuerpo por la ventanilla.
-¡De todas formas –grité con toda la potencia de mis pulmones –IBA A DEJARTE!
No entiendo cómo no nos paró la policía muggle. Íbamos gritando como dos hooligans del Manchester, dando bocinazos y riendo como locos. Cuando llegamos a la Madriguera, mi madre salió a recibirnos. Y no cariñosamente, precisamente.
-¡RONALD WEASLEY¡DE TI ESTO ME LO ESPERABA, PERO... HARRY¡SE SUPONE QUE TÚ ERES EL RESPONSABLE! –agitaba el pie sobre la hierba, y yo tragué saliva. Ya lo he dicho antes, mi madre impone mucho.
Fred, George y Ginny asomaron la cabeza por la ventana. Podía escuchar los ronquidos de papá.
-¿Os habéis ido de fiesta? –Fred me miraba con los ojos muy abiertos.Harry abrió la boca, para hablar.
-¿Y no nos habéis llamado? –George estaba ofendido. Harry volvió a abrir la boca.
-Ya sabía que eras un mal hermano, Ron, pero tú Harry... Me has decepcionado –Ginny movía la cabeza de un lado a otro.
-¡DEJADME HABLAR DE UNA VEZ¡¡RON ACABA DE DEJAR A LAVENDER! –mi mejor amigo respiró, después de haber vaciado toda la potencia de sus pulmones. Mi familia estaba en shock. Hasta mi padre dejó de roncar.
De pronto tuve una sensación extraña. Como si alguien hubiese cogido mi cabeza y la estuviese batiendo en una coctelera. Mi madre lo estaba haciendo, moviendo mi precioso y bello rostro de un lado a otro para besarme ruidosamente en las mejillas, mientras me abrazaba hasta dejarme sin aire.
Ginny no se hizo esperar y se tiró en plancha contra mí (ya dije que no me tiene ningún respeto) mientras me revolvía el pelo. Las dos me miraban emocionadas, mientras murmuraban algo como "por fin, por fin!". Harry sonrió disimuladamente y se fue a dormir. Los gemelos cerraron su ventana, decepcionados por que no tuviese nada mejor que contar.
Yo me despegué de mi madre como pude, tratando de que no notara mi increíble borrachera. La notó. Casi me mata con sus gritos directamente en mi oído interno. Joder, que familia tengo.
Así que al día siguiente ahí estaba, tirado en el sofá. Aburrido. Como ya he dicho.
Mamá gritó algo desde la cocina. En esta familia hablamos a gritos. ¿Es que nadie se acuerda de que tengo resaca¡Un poco de amabilidad conmigo no mata a nadie! Me levanté perezosamente y me serví una taza de café, que se supone que es especial para papá, pero que nos lo bebemos entre todos y nunca le dejamos nada a él.
-Ron, necesito que lleves esta ropa a tu cuarto y la guardes en el armario, y luego, por favor, lleva esta chaqueta y estos zapatos al cuarto de Ginny, y ¡haz algo de una vez, que llevas toda la mañana durmiendo! –otra vez gritos de mi madre. No tienen consideración ninguna.
Estuve ganduleando un rato, pero al final decidí hacer caso a mi madre (tal vez tuvo algo que ver que me amenazara con un rodillo) y subí a llevar la ropa. Y si yo hubiese sido una persona normal, de las que salen en los libros y las películas, no habría pasado nada.
Pero yo no soy normal. Soy Ron.
Me entretuve un rato cotilleando en los cajones de mi hermana. Buscaba su diario o algo para molestarla un rato, y entonces vi el vestido que se iba a poner en el baile. Un vestido amarillo pálido, un poco viejo pero elegante. Me acerqué y entonces...
Sucedió.
Fue como a cámara lenta. Tropecé con la pata de la cama, mi mano se movió bruscamente, el café salió despedido.
Cerré los ojos, no quería mirar. Mi muerte se avecinaba lentamente y yo no quería verlo. Y entonces se oyó aquel ruido. Como "chop".
Abrí los ojos. El vestido de mi hermana tenía una bonita mancha color tierra justo en medio del cuerpo.
Genial. Voy a morir asesinado por mi propia hermana.
Una persona normal tal vez habría usado el fregotego y habría intentado limpiar la mancha. Una persona normal, ya digo. Yo no.
Yo intenté limpiarlo con la manga, y ahora la mancha parecía el mapa de Rusia. Enorme y deformado. Voy a morir, voy a morir.
Desesperado, guardé el vestido en el armario. Mi hermana no tenía porque enterarse, era un mancha pequeña, y tal vez no miraría el vestido hasta el día del baile, y yo no tenía porqué ser sospechoso de nada. ¿Verdad?
Me largué rápidamente y me senté en el jardín, tratando de disimular mi nerviosismo. Por suerte Harry apareció con el ajedrez, y estuve entretenido más o menos una hora. De vez en cuando miraba por encima del hombro.
Y entonces llegó. El horrible, espantoso y terrible grito.
-¡RONALD BILIUS WEASLEY¡¡VEN AQUÍ IN-ME-DIA-TA-MEN-TE!
Media casa tembló, y no exagero, en serio. Harry pegó un salto y se puso firme, como si estuviese delante del sargento mayor del ejercito. Mi madre pasó de cara de alucinación a cara de "¿qué-has-hecho-esta-vez-Ronald-Weasley?".
¿Porqué todo el mundo piensa siempre en MI¿CÓMO PUEDEN CONFIAR TAN POCO EN MÍ?
-¡RONAAAAAAAAAAAAAAAAALD! –la dulce voz de mi hermana volvió ha hacer temblar mi casa. Subí las escaleras, despacio, con miedo, mientras Harry me empujaba por detrás.
-¿Si? –mi voz era apenas un susurro. Ginny estaba loca, en serio ¿habéis visto alguna vez al increíble Hulk, "La Masa"? Pues eso era Ginny ahora. Toda la mala leche de mi madre junta y a punto de explotar. Le costaba respirar del increíble cabreo que tenía.
Contra mí. Voy a morir.
-¿QUÉ-ES-ESTO? –no habló, ni gritó, ni ladró, no; lo escupió como si fuese un caramelo amargo.
-Ehm... ¿no sé? - Puse mi mejor cara de inocente-hasta-que-se-demuestre-lo-contrario. No coló.
-¡CLARO QUE LO SABES¡¡LO HAS HECHO TU! –estaba poseída por el espíritu de Snape cuando le quitaron la orden de Merlín por nuestra culpa. Me puse detrás de Harry, al menos él la calmaría un poco.
-No tienes pruebas –dije con una vocecita un poco extraña. Joder, tenía tanto miedo que me salían gallos.
-¡SÉ QUE HAS SIDO TÚ! –rugió mi pequeñita Weasley. Si sigue así tendrán que ingresarme en San Mungo a causa de un fulminante ataque al corazón.
Harry nos miraba bastante alucinado: yo, encogido y con cara de pánico soportando a aquel monstruo, aquel pequeño colacuerno húngaro en que se había convertido mi hermana. Creo que si hubiese podido habría echado fuego por la boca, después me habría masticado y habría escupido mis huesos sin la menor compasión.
La dulce y tierna Ginny. Ja.
Ahora entiendo porqué Riddle quiso poseerla en 2º. Lleva un pequeño asesino dentro, esta niña. Y encima ha tenido la oportunidad de aprender de los gemelos. Si Ginny quisiera, podría dominar el mundo.
Y de pronto me vino una idea a la cabeza. Una genial, maravillosa y perfecta idea. La idea que iba a salvarme la vida.
-¿Por qué no llamamos a Hermione? Ella es Profesora de Transformaciones ¿no? Podría hacer algo –procuraba no mirar a Ginny a los ojos. Prácticamente acabo de declararme culpable de suicidio involuntario.
Harry me miró, y pude notar una pequeña mirada de sorpresa.
-Es una buena idea –declaró, mirando a Ginny. ¡Eh¡¿Mi mejor amigo está sorprendido de que yo tenga una buena idea! Ginny me miró, miró su vestido, miró a Harry y frunció el ceño.
-Si ella no puede arreglarlo, Ronald, date por muerto y enterrado –entrecerró los ojos y en ese momento tuve la desagradable sensación de que mi hermanita adorable hablaba en serio. Completamente en serio.
-Yo la llamaré –me apresuré a decir mientras salía casi corriendo de la habitación y me dirigía a la chimenea del salón. Dejé que Harry la calmara un poco, y por primera vez en mi vida no me importó la idea de Harry besando a mi hermana. Al menos así olvidaría sus ansias asesinas contra mí.
Llamé por la chimenea con voz alta y clara. Hermione apareció al otro lado.
-¿Sí, señor Weasley¿Ha encontrado algo¿Qué ocurre? –se acercó hacia el fuego. Aún estando apunto de morir asesinado por mi dulce hermanita pequeña, no pude dejar de notar lo preciosa que estaba aquella mujer a cualquier hora del día. ¿Qué? Ahora soy soltero, puedo ligar con ella cuando quiera.
-Verá... necesito... necesitamos su ayuda –carraspeé. Lo mejor para impresionar a una mujer no es decirle que tienes miedo de tu hermana –Es Ginny, ejem. Ella tiene un... un problemita con el vestido y está un poco preocupada.
Me miró. Pude notar su mirada escrutadora incluso a través del fuego. Sonreí, con mi mejor cara de perrito abandonado.
-¿Qué ha hecho, señor Weasley? –Joder¿¿ porqué no conseguía engañar a nadie?
-Nada –afirmé, un poco molesto.
-Ya –hizo como que se lo creía. Por lo menos alguien se tomaba la molestia de mentirme para no hacerme sentir mal. –Estaré allí en unos veinte minutos. Dele una tila a su hermana para que se calme –se alejó un poco pero de pronto volvió –Ah, y aléjese de ella... por si acaso.
Sonrió y me guiñó un ojo. Me sonrojé tanto que sentí mi cara ardiendo. Por suerte ella no me vio.
Me mantuve alejado de Ginny. Esta chica siempre daba buenos consejos.
Tardó unos quince minutos en llegar. Vino directa hacia mí.
-¿Dónde está la emergencia? –señalé el piso de arriba y ella se dirigió hacia las escaleras tan segura de si misma como si esta fuese su casa. Abrió la puerta del cuarto de mi hermana como en las películas. Han llegado los refuerzos, nena.
-Veamos –sujetó el vestido, le dio un par de vueltas y movió su varita un par de veces. La mancha se redujo un poquito, pero no desapareció. Soy hombre muerto.
-Bueno –Ginny la miraba con los ojos brillantes, con la cabeza apoyada en el hombro de Harry, que trataba de consolarla con unas palmaditas en la espalda –tengo una noticia buena y una mala –dijo Hermione -¿Cuál quieres primero?
-La mala –Ginny me miró con los ojos entrecerrados. Yo sabía lo que significaba esa mirada. Era una mirada de odio profundo y de promesa de muerte inmediata.
-La mala es que no puedo quitar la mancha. Se ha quedado pegada a las fibras y no puedo usar el fregotego porque está demasiado seca. Pero –añadió antes de que Ginny comenzara a arremangarse la túnica –la buena es que puedo hacer un hechizo transformus y así cambiarle el color a la túnica entera, para que no se note la mancha.
Harry suspiró, aliviado. Yo suspiré, aliviado. Ginny suspiró, aliviada.
-¿Qué color prefieres? –sonrió Hermione.
0000000000000000000000000
Y ya estaaaaaaa! Muahahaha este capitulo ha sido muuuuuuu largo y han pasado muchíiiiiiiiiiiiiiisimas cosas asi que si queréis que siga, ya sabéis lo que tenéis que hacer... QUIERO 40 REWIEWS, COMO POCO! (mirada furibunda especial aprendida de Ginebra Weasley) Muahahahaha, seguid conmigo mis pequeñas pottyadictas, porque empezamos a entrar en la recta final, en el próximo capitulo... EL BAILEEEEEEEEE Y SORPRESAAAAAS!
Nos vemos, besitos para todaaaaaas!
