Capítulo 4 "Un inicio algo acelerado"
Sanosuke escuchaba una y otra vez el mensaje que la chica le había dejado. Habían pasado tres horas desde que había llegado a su casa después de llevar a su hermana a encontrase con sus amigas en el cine con el auto de su padre. Pero aún no sabía qué hacer. ¿Debería llamarla? Se preguntaba una y otra vez mientras las horas pasaban. Llamadas extrañas lo confundieron esa noche y estaba seguro de que la zorra estaba involucrada. Cuando llamó para salir ese viernes ya había empezado a sospechar... y después el mensaje de Sayo. Obviamente Megumi le dijo alguna mentira y ella se lo había creído. Tenía que pensar rápido. No tenía su teléfono, pero tenía el de Misao, que tenía el de Yumi, que tenía el de Sayo porque una vez habían hecho un trabajo práctico juntas y él mismo había visto a las chicas intercambiarse los teléfonos. Realizó la cadena bastante ansioso, encontró a las chicas de casualidad porque ambas estaban listas para irse y en quince minutos miraba escrito en su mano el esperado número. Marcó aterrado escuchando atentamente cada tono.
Sayo se había sumido en un profundo sueño cuando el teléfono la despertó. Tanteó el aparato en la oscuridad rastreándose por el sonido hasta que atendió intentando que la voz no le fallara entre que se acababa de despertar y el llanto que no paraba.
- ¡Sayo! Escúchame, ¿qué pasó? ¿Qué fue ese mensaje? Yo no voy a salir con Megumi. ¡Por algo te invité a vos! -Al escuchar su voz Sanosuke se desesperó por mantener a la chica en línea bombardeándola a preguntas.
Sayo escuchaba atentamente. Intentó ponerse firme pero Sanosuke insistió en mantener en pie la cita de esa noche. Ella le respondió que ya era tarde, aun no sabiendo la hora. Miró el reloj digital en la mesita. Los grandes números rojos decían que era la una de la mañana. ¡Cómo iba a llamar tan tarde! Si su padre la llegaba a escuchar hablando por teléfono la castigaría de por vida. Pero no pudo resistirse cuando él le rogó que lo dejara pasar por su casa para aclarar todo. Sayo le dio la dirección no muy segura de lo que hacía. Cortó y calculó que Sanosuke no tardaría más de diez minutos. Ella le había dicho que lo esperaba afuera. Se puso una campera y bajo las escaleras en silencio.
Abrió la puerta despacito. Seguía lloviendo. Se quedó bajo el techo que cubría la entrada haciendo un último intento desesperado por peinarse con las manos y entonces lo vio corriendo bajo la copiosa lluvia. 'Pobrecito, está todo mojado', pensó la muchacha. Sanosuke llegó hasta donde estaba ella y se refugió bajo el mismo techo. Se mantenían a una distancia de no más de cinco centímetros. El cuerpo mojado de Sano le causaba escalofríos a la chica. Ambos comenzaron a temblar, pero Sayo le explicó que no lo podía dejar pasar porque si su padre o su hermano los encontraban lo iban a matar.
- Escúchame Sayo, yo no sé qué te dijo ella pero yo no la invité a salir nunca. ¡Nunca salimos juntos!
- ¿Y nunca paso nada entre ustedes? - preguntó Sayo sabiendo que eso no podía negarlo.
- Sí, sí pasó. Pero ya fue. Es parte del pasado, escúchame Sayo, yo te invité porque...porque...- Le agarró miedo de seguir. La voz le empezó a temblar y no sabía si continuar o no.
-Porque...-siguió la chica con un hilo de voz.
Sanosuke se armó de valor y decidió decirle la verdad, después de todo era lo que sentía, y si no se lo decía a ella, ¿de qué le servía?
- Porque...porque me gustas mucho, porque desde el primer día de clases que no paro de pensar en vos, y te puede parecer psicótico pero no puedo evitar mirarte todo el tiempo, a toda hora, en todas las clases. Y pude ser que te parezca exagerado porque no me conoces y no sabes ni quién soy pero yo siento que sé todo sobre vos, siento que ya te quiero aunque nunca me hayas dicho más de diez palabras juntas, siento muchas cosas lindas por vos y te invité a salir para poder contártelas, pero en una salida romántica no en la puerta de tu casa, todo mojado, con vos enojada y yo aterrado por lo que me dijiste de tu papa y tu hermano y la posibilidad de que yo no salga vivo de tu casa. - Sanosuke suspiró aliviado. Ya está. Se lo había dicho todo.
Miró a Sayo, esperando su reacción. Los ojos de la chica no podían estar más abiertos.
Definitivamente seguía durmiendo, nada de esto había pasado porque a ella nunca le había salido algo bien y esto no podía ser la excepción. No, las cosas no podían empezar a mejorar por el más alto de sus sueños.
- Sanosuke. Yo...eeeh...no lo puedo creer..
- Sí, ya sé, no te quería asustar así, discúlpame
- No, me refiero a que... Yo me siento igual
- ¿Qué vos qué?
- Que a mi también me parece que te quiero y que yo también te miro desde ese primer día, y todas las cosas que dijiste excepto por una.
- ¿Cuál?
-Que esto es un momento romántico. ¿No te parece? - Una sonrisa apareció en el rostro de la joven. Sanosuke la imitó con una expresión aún más amplia. La tomó de la cintura mojando la piel de la chica entre la campera y el pantalón. Sayo se estremeció ante el sentimiento pero lo tomó del cuello acariciando lentamente la nuca del chico y los cabellos húmedos del inicio de su cabeza.
-No nos queda mucho por hacer ¿no?- dijo Sano riendo mientras se inclinaba hacia Sayo con las ansias que contenía hace cuatro meses. Rozó sus labios con los de ella intentando parecer tranquilo, pero sus deseos de besarla con más ganas lo sobrepasaron, convirtiendo ese dulce primer beso en uno más subido de tono. Sayo se sentía en el cielo. Lo besó desenfrenadamente, hasta que ambos se separaron para respirar por unos segundos. Se miraron y comenzaron a reír. Se sentían nerviosos pero cómodos, como niños adolescentes, como si fuera la primera vez que experimentaban un beso.
Se despidieron con muchos besos prometiendo llamarse al otro día. Sayo subió las escaleras casi saltando y Sanosuke caminó hacia su casa feliz de sentir la lluvia sobre su cuerpo, diferente de como se había sentido cuando corría hacia la casa de la chica media hora atrás. Durmieron plácidamente pensando en el otro con la certeza de que esa noche sus vidas habían cambiado.
El sábado Sano se levantó al mediodía y enseguida llamó a Sayo. Le dijeron que dormía así que prefirió no molestarla.
A la tarde llevó a su padre y a sus hermanos hasta la estación de tren. Partían ese día para ir a ver a los abuelos de Sano en las afueras de la ciudad. El chico insistió en quedarse por el trabajo y por supuesto para terminar de definir las cosas con Sayo. A las ocho entró a trabajar, acordándose de que debía llamar a la chica nuevamente. Esperó poder comunicarse con ella desde allí. El castaño trabajaba en un pequeño bar los fines de semana a la noche. Salía a la una, así que obviamente debía llamarla antes.
Se encontraba detrás del mostrador cobrándole a un cliente cuando vio entrar a Megumi por la puerta. 'Problemas' -pensó Sano de inmediato. Y no estaba muy equivocado que digamos. Megumi se acercó tranquila, se sentó en la barra y le pidió a Sano un agua mineral. El chico le acercó la botella y un vaso y le preguntó qué diablos hacia ahí.
- ¿Qué? ¿No puedo venir a visitarte al trabajo? - preguntó inocentemente mientras lo miraba a los ojos provocativamente.
- No, no podés - contestó secamente Sanosuke intentando ahuyentarla.
- Ayer no apareciste - cambió de tema Megumi.
- No, estaba con Sayo, creí habértelo dicho por teléfono.
- Si, pero... - Megumi no sabía qué decir, estaba segura de que no había pasado nada por cómo se había ido aterrada la castaña del shopping.
- ¿Pero?- preguntó Sanosuke. - Y además ¿qué te importa dónde estaba yo?- preguntó Sansouke harto de tanto misterio
- Me importa más de lo que pensás - dijo Megumi poniendo su mano sobre la del chico que ahora la miraba desconcertado.
Sanosuke corrió la mano instintivamente. La chica se sorprendió mirándolo incrédula. ¿La estaba rechazando?
- Vamos, Sano, ¿cuánto te puede durar el jueguito con esta niña? Nunca duraste más de un mes con una chica, es más fuerte con vos - decía mientras se dirigía al otro lado de la barra para tenerlo cara a cara. - Porque no nos ahorramos la función y pasamos a la parte en que rompes con ella y venís a mí, digo, como hiciste siempre. - finalizó Megumi tomándolo de la cintura y acercándose a él peligrosamente.
Sanosuke intentó tranquilizarse. Respiró un par de veces y le respondió:
- Eso era antes, no me interesas más, ni vos ni ninguna que no sea ella.- Sanosuke estaba seguro de lo que sentía por la chica de ojos verdes pero si así era porque no se apartaba de Megumi, ¿por qué dejaba que sus brazos lo rodearan cariñosamente?
-Como digas - dijo ella soltándolo. - Ya vas a volver cuando te canses de sus contestaciones de tarada y su cara de inocente que no engaña a nadie.- Se acercó hacia la salida con un meneo impertinente
- No te metas con ella! - le gritó Sanosuke haciendo que varios clientes lo miraran desde sus mesas.
- Ella se metió con algo mío - dijo Megumi abriendo la puerta del bar y alejándose del lugar enojada como nunca.
Sanosuke se quedó mirando la entrada unos instantes. Esa zorra era capaz de cualquier cosa y él lo sabía. Es hora de meternos un poco en esta historia inconclusa de Sano y Megumi. Veamos algo, entonces de la vida de este chico de cabellos desordenados:
Sanosuke fue el primero de tres hermanos. Nació diecisiete años atrás un ocho de febrero.
Después de tener a su tercer hijo, Outa, la madre de Sano murió por complicaciones que se iniciaron en el parto de su niño. El padre de Sano, Kamishimoemon , al que llamaremos Kami, se mudó a Tokio para conseguir un nuevo y mejor empleo para mantener solo a sus tres hijos. Sanosuke tenía once años, termino la primaria en una nueva escuela y comenzó el secundario en otra, en donde conoció a Kenshin. A los catorce años ya eran inseparables, sin embargo Kenshin consiguió la posibilidad de entrar en el Liceo de Tokio así que se separaron. Sanosuke le rogó a su padre que lo cambiara. Kami no podía pagarle el instituto a Sanosuke pero su hijo insistió en que trabajaría para ayudarlo. Al año siguiente los chicos volvieron a juntarse, pero, claro, Sanosuke había llegado un año después y Kenshin tenía armado su grupo. El pelirrojo intentó integrarlo pero era algo muy complicado. Sanosuke se llevaba mal con Enishi y con Megumi, pero Kenshin no se rendía. El año anterior había comenzado a salir con Kaoru por lo que desistió un poco de su plan inicial de integrar a Sanosuke y dejó al muchacho hacer su vida en el secundario.
Un mes después de entrar al colegio Sanosuke había ido tres veces a la dirección por peleas y disturbios en el colegio. Estuvo a punto de ser echado, pero prometió portarse mejor. Empezó a distraerse con otras cosas como por ejemplo con las chicas del colegio. Salía con algunas del curso periódicamente pero nunca se involucró en algo serio. En el cumpleaños número dieciséis de Kenshin Sanosuke rompió con una de sus chicas en plena fiesta. Se aburría demasiado y ahí fue cuando intentó su acercamiento a Megumi, que, sorpresivamente no lo rechazo. Se acercó a ella casualmente y la besó sin decirle nada. Desde ese día mantienen ese pequeño ritual de estar juntos cuando no tienen con quien estar. Sin embargo este año había conocido a Sayo y no podía parar de pensar en ella, nunca había estado nervioso frente a nadie, lo que la chica le hacía experimentar era totalmente nuevo. Pero al mes del inicio de clases en el cumpleaños de Kaoru, se emborrachó demasiado y amaneció en la habitación de Megumi. No lo hablaron nunca pero Sanosuke sabía con seguridad que la zorra sería capaz de sacarlo a la luz con tal de hacer sufrir a Sayo. Solo esperaba detenerla a tiempo.
Sayo esperaba a Sanosuke tranquilamente en la esquina de su casa. Miró el reloj que ahora daba la una y media. El chico la había llamado alrededor de las nueve y habían quedado en verse aunque fuera tarde. Ambos tenían la necesidad de hablar un poco más de todo esto que sentían y no podían esperar un día más. Sanosuke le había dicho que podían ir a tomar algo pero ella sabía que era difícil, basándose en la hora y en el hecho de que ambos eran menores. Pero igual había puesto empeño en su apariencia, después de todo, era algo así como su primera cita. Tenía puesta una musculosa negra, una minifalda de jean y un saco negro. Decidió dejarse el pelo suelto como lo usaba usualmente pero se arregló los bucles cuidadosamente. Les había dicho a sus padres que iría a dormir a la casa de una compañera, por lo que tuvo que salir a las diez. Fue hasta lo de Shouzo y se cambió y maquillo ahí. A la una y cuarto se dirigió hacia el cruce en donde había quedado verse con Sano. Su padre aceptó tranquilo pero su madre sospechó, sabiendo que Sayo no tenía amigas en la nueva escuela, pero no quiso oponerse a su marido así que la dejo ir dándole mil recomendaciones ridículas que no venían al caso.
Sanosuke venía caminando lo más rápido que podía. Sabía que Sayo se encontraba en una esquina así que apuraba cada vez más el paso para no dejarla sola. La vio de espaldas mirando para el lado contrario del que él se aproximaba. La tomo de la cintura sorprendiéndola. El grito de la chica se escuchó por toda la cuadra. Sano rió y se apresuró a calmarla. Antes de que ella pudiera decirle algo la besó para tranquilizarla. La muchacha sonrió al separarse.
- Estás muy linda - le dijo Sano admirándola
- Gracias - se sonrojo levemente- vos también estás muy lindo.
Sanosuke se rió ante el comentario y la tomo de la mano, empezando a caminar serenamente por la calle. Entraron en un pequeño bar y hablaron por algunas horas de sus vidas y de lo mucho que se habían pensado uno al otro. Sanosuke sentía que cada vez la quería más. Ella era todo lo que él había pensado que era y más. Por su parte Sayo no podía creer que él estuviera delante de ella. Ayer solo pensaba en él como un amor platónico y ahora se encontraban en una cita. Salieron de allí solo porque el lugar cerraba.
- ¿Y ahora? - preguntó Sano esperando que a la chica se le ocurriera algo, no quería separarse de ella
- No sé - respondió Sayo, mientras miraba la hora. Eran las 4 menos cuarto. Ahora que lo pensaba no había armado bien el plan. No podía quedarse con Sano vagando por ahí hasta que sea de día. Pero tampoco podía llegar a esa hora a su casa si supuestamente estaba durmiendo en lo de una compañera. Decidieron ir hasta lo de Sanosuke para quedarse un rato y ver si volverían a salir aunque solo podrían caminar ya que todo estaba cerrado. Sayo entró sigilosamente. Las luces estaban apagadas y el silencio reinaba en toda la casa. Sanosuke entró y encendió todas las luces dejando a Sayo sorprendida en la puerta.
- ¿No vamos a despertar a alguien?
- No, no hay nadie, se fueron a lo de mis abuelos.
- Ah - Sayo se quedó muda.
Estaba sola con Sanosuke.
Sus papás la iban a matar.
"No, no te van a matar, tranquilízate, no saben que estas acá.-se dijo a si misma- Nadie sabe que estoy acá. Bueno, pero Sanosuke no es un loco o algo parecido... En realidad no lo conozco... Pensándolo bien esta es nuestra primera cita y yo ya estoy en su casa. Debe pensar que soy fácil. No, no tiene por qué pensar eso - se reprendió- No soy fácil porque no va a pasar nada. Va a pensar que soy una histérica. ¿Qué clase de chica accede a ir a la casa de un chico que recién conoce y después le dice que no? ¿Y si termina conmigo porque no me quiero acostar con él? Después de todo estaba implícito cuando me dijo de ir a su casa. Le tendría que haber dicho que no. Mejor me voy. Sí, mejor me voy..."
- Sayo, ¿te pasa algo? - preguntó preocupado Sanosuke al ver a la chica paralizada en la entrada.
- Eh? No, Sano, yo mejor...- Sayo no sabía si seguir hablando. Después de todo, no tenía adonde ir y prefería quedarse un rato más con Sano. Solo tenía que ser determinante. Sano parecía un buen chico, no iba a obligarla a nada que ella no quisiera. - eeeh... nada, no me pasa nada.
- Está bien, entonces pasa, ponente cómoda - le dijo Sano indicándole el living.
Sayo pasó sintiéndose todo menos cómoda. Se sentó en uno de los sillones y esperó a que Sanosuke volviera de quien sabe dónde. El chico regreso unos minutos después con una gaseosa para cada uno. Se quedaron callados un buen rato hasta que Sano decidió prender la tele. Sintonizaron una película por la mitad pero se quedaron viéndola hasta el final. Cuando terminó Sano se había quedado dormido. Sayo se pasó al sofá en donde él estaba sentado e intento despertarlo ya que tenía que irse. Miró el reloj: las cinco y media. Ya estaba por amanecer. Comenzó por acariciarle la cara cariñosamente pero el chico no se despertaba. Lo sacudió un poco con ternura pero tampoco hizo algún efecto en el muchacho durmiente. Finalmente lo besó en los labios esperando alguna reacción. Sanosuke abrió un ojo y sonrió un poco. Sayo lo sacudió un rato más hasta que abrió ambos ojos. Lo beso nuevamente. Esta vez el chico correspondió al beso abrazándola por la cintura. Estuvieron besándose un largo rato hasta que Sayo recordó su filosofía de "mantener el control". Se separó de Sano quien la miro extrañado.
La chica lo miró un largo rato, se veía tan dulce que había olvidado por qué había parado de besarlo. Unieron sus labios otra vez. Sanosuke llevó una de sus manos al cuello de la castaña, manteniendo la otra en su posición inicial. De vez en cuando su mano descendía hasta su cadera en una especie de caricia. Sayo se repetía una y otra vez que estaba teniendo control. No estaban haciendo nada, solo besándose. Ok, eso ya era algo malo según las monjas de su colegio pero consideró que estaba poniendo bien sus límites. De repente sintió cómo empezaban a descender de estar sentados en el sofá a una posición horizontal por lo que se separó abruptamente. Sanosuke la volvió a mirar con esa expresión de interrogación, pero esta vez Sayo no se acercó nuevamente.
"¿Por qué me mira así? Realmente pensó que nuestra primera vez y más importante aún mi primera vez iba a ser en su sofá, en nuestra primera cita? Bueno, lamento abrirle los ojos al señor rápido, pero no. Si me quiere me va a esperar o sino me va a dejar... Me va a dejar. Bueno, que me deje si eso es lo que quiere."
- Me tengo que ir, Sano - dijo Sayo mientras se levantaba del sillón.
- ¿Ahora? - pregunto Sanosuke desconcertado
- Sí, ya es muy tarde
- Esperá, ¿no querés que te acompañe?
- No, no hay problema, nos vemos después- le dio un rápido beso y se fue casi corriendo.
Llegó hasta su casa y abrió la puerta en silencio.
Vaya sorpresa, su hermano y sus padres estaban sentados en la escalera esperándola.
Qué final menos sustancioso... jeje y bueno es que se me hacía muy largo el capítulo. Por lo menos la base de la historia esta ya que sano y sayo están juntos! jaja bastante rápido!
