Disclaimer: Naruto solo pertenece a Kishimoto. La historia está inspirada en una serie de televisión con el mismo nombre, dicha serie televisiva no me pertenece.

Capítulo 6: Miedo a la pérdida de un ser querido y a no superar el pasado

Madara y su hermano Izuna eran empresarios exitosos que participaban en la fabricación de textiles, tenían una empresa multinacional y ningún tipo de vida personal o social que no estuviera relacionada con sus negocios. El fundador de su actual empresa era su padre Tajima Uchiha, el cual desde pequeños les instruyo el arte de los negocios y de los temas económicos y otros relacionados, siendo muy hábiles en sus estudios desde temprana edad. Pese a que siempre habían sido muy competitivos entre sí, ambos hermanos confiaban y amaban más de lo que confiaban y amaban a sus hijos o a sus respectivas parejas.

Gracias a esa confianza y a sus habilidades con los negocios la empresa creció y paso de nivel local a internacional, sin embargo, todo eso se vio amenazado cuando en un accidente Izuna murió. Madara no podía superar lo ocurrido. Pese a que se deprimió no abandono su trabajo, pero su personalidad cambio bastante, al grado de que las personas cercanas a él decían que estaba perturbado, o se había vuelto ligeramente loco. Su familia y amigos cercanos insistieron en que debía descansar, tomar una terapia, e incluso vacaciones, pero Madara Uchiha se rehusó a hacer cualquiera de esas cosas. En su lugar comenzó a investigar temas que hasta ese punto en su vida nunca le habían interesado ni importado, pues no tenía nada que ver con los negocios: las creencias acerca de la vida después de la muerte, la resurrección y la reencarnación.

En un principio las personas cercanas a él y el consejo de la empresa no le dieron mayor importancia a su nuevo hobby; pues no ocupaba mucho de su tiempo, ni reducía su rendimiento en el manejo de la empresa. Sin embargo, conforme pasaba el tiempo Madara comenzaba a meterse más en el tema de la vida después de la muerte. Madara estudiaba diferentes religiones y anécdotas de fenómenos con tinte sobrenatural no comprobados por la ciencia. Finalmente comenzó a meterse en asuntos que involucraban magia, espiritistas y rituales. Si bien su comportamiento seguía sin afectar a la empresa, todas las personas que lo rodeaban comenzaban a sentirse bastante incomodas con su presencia.

Muchas personas le dijeron a Madara que una vez la gente moría era el final del camino, o que no se podía conocer que había después de la muerte, o si había un después, pero Madara únicamente contestaba que esa era la respuesta que ofrecía la ciencia y que había otras alternativas si se sabía buscar bien y se tenía una mente perspicaz y abierta. Esas mismas personas, incluyendo su esposa, se comenzaron a alejar de Madara cuando este comenzó a realizar rituales de índole extraña en su casa. A pesar de que el trabajo de Madara no parecía verse afectado, el consejo de la empresa solo esperaba cualquier excusa para retirar a Madara del frente, pues la reputación que estaba construyendo y el hecho de que se había vuelto una persona perturbadora podía llegar a afectar la empresa y todos los negocios relacionados que tenían.

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—¡Señor Madara! —entró uno de los empleados de sus empleados a su oficina.

Madara solo dejo de revisar los documentos de su oficina y vio fijamente al empleado que lo había interrumpido, instándolo a continuar. El pobre empleado tragó saliva, nervioso por pensar que molesto a su jefe, su jefe que emanaba un aura perturbadora.

—La junta directiva ha decidido hacer una reunión de emergencia. Hay un problema y requieren también su presencia —dijo el empleado, procediéndose a retirar en cuanto Madara asintió con la cabeza.

—Me pregunto qué querrán ahora Izuna —dijo Madara, como si su hermano estuviera a su lado.

Madara se levantó y camino a la sala de juntas, con una actitud despreocupada. No era ningún ingenuo para saber que últimamente todos en la junta directiva lo querían fuera, aunque solo fuera temporalmente, para arreglar sus problemas psicológicos… problemas que no tiene.

Madara llego y reconoció a su sobrino Fugaku Uchiha, él era el hijo de Izuna, y un nuevo miembro de la junta directiva de la empresa. Madara leyó el ambiente y no tardo en deducir que sus sospechas eran ciertas y que iban a querer que abandonara el puesto de presidente, aunque sea temporalmente. Madara estaba comenzando a hartarse de esa situación. Había sido muy profesional toda su vida, al grado de no dejar que la muerte de su hermano afectara su vida laboral. Lo que hiciera en su vida privada y tiempo libre es algo que no debería de influir en su vida laboral y solo debería de competerle a él, a menos que sus actividades fueran ilegales, las cuales no lo son.

—No se me informo de ningún asunto urgente que justifique una reunión de la junta directiva —dijo Madara de una manera seria y profesional, ocultando el hartazgo de la situación.

—Vera señor —comenzó a decir uno de los miembros más antiguos de la junta directiva —nos pone nerviosos los rumores que se escuchan en los pasillos de la empresa, y que esos rumores puedan afectar nuestras relaciones con nuestros socios y nuestros clientes. Algunos de nuestros proveedores de algodón no les gusta lo que se oye de usted.

El rostro de Madara permanece inexpresivo. —¿Cuáles son esos rumores sobre mí que tan inquietos los tienen? —preguntó Madara fingiendo ignorancia del tema. Nadie respondió de inmediato, pero pronto Fugaku tomo la palabra y guio la conversación de la junta.

—Se rumorea que hace rituales de índole extraña dentro de su casa, que juega con la ouija, que tiene contacto con personas muy… excéntricas —dijo Fugaku, dudando por un momento que palabras utilizar —adivinos, espiritistas, ritualistas y miembros de sectas extrañas, brujas, entre otras personas con costumbres o practicas raras.

—Todo eso lo hago en mi vida privada. Siendo por cierto muy discreto, al grado de que esos rumores no tienen sustento —dijo Madara sabiendo que todos los rumores eran ciertos, y no eran ni la mitad de lo que él hacia fuera del trabajo. Había descubierto muchas cosas interesantes a lo largo de los últimos años, visto y presenciado una gran cantidad de fenómenos que una persona normal clasificaría de paranormales.

—Lo sé tío, y te juro que eso no me preocuparía más que a nivel personal de no ser por un incidente —dijo Fugaku serio, mientras Madara fruncía el ceño. —Vera señor Madara, me he enterado que su esposa Shimuka ha iniciado una demanda de divorcio y no han llegado a un acuerdo económico satisfactorio —Madara maldijo entre dientes, debió haberse casado bajo el régimen de separación de bienes. Él ya había cedido la mitad de su fortuna a su futura exesposa, pero ella quería más alegando maltrato psicológico y emocional.

—Ese incidente también es parte de mi vida personal y no afecta ni mi vida profesional ni a esta empresa —dijo Madara visiblemente molesto.

—El problema —dijo Fugaku serio —es que el abogado de su esposa, el señor Miyazaki, dijo haber obtenido una grabación en la que habla con su hermano… después de muerto. Básicamente es una grabación en la que usted habla solo, dejando espacios de tiempo sin hablar, como si estuviera conversando con alguien, y usted menciona el nombre de mi padre.

Madara, visiblemente molesto, no deja de maldecir para sus adentros. Siempre había sido muy cuidadoso cuando platicaba con Izuna, o más bien con su espíritu. ¿Cómo diablos el abogado de su esposa había conseguido una grabación de la conversación de él con su hermano?

—Debido a este incidente, y al hecho de que durante el juicio de divorcio se va a utilizar esta grabación. Para proteger a esta empresa, te retiraremos de manera temporal de la presidencia de esta empresa, con sueldo incluido. Regresaras a tu cargo en cuanto terminé el juicio y en cuanto un psicólogo confirmé que tu estado mental es el óptimo para regresar —dijo Fugaku de manera seria mientras se acercaba a su tío. —Tú sabes que yo tampoco mezclo la vida personal con la profesional, pero a veces no es posible mantenerlas completamente separadas. No haríamos esto si no hubiéramos creído que la empresa se vería afectada. Después del divorcio y con la ayuda de la evaluación psicológica podríamos desmentir los rumores de que estás loco y transformarlos solo en difamaciones hechas por una mujer despechada —terminó de decir Fugaku.

Madara acepto que finalmente un asunto de su vida privada estaba por afectar gravemente su vida profesional. Madara acepto la decisión de la junta directiva. Si él estuviera en la posición de un miembro de la junta directiva y se enteraba de que el presidente de la empresa estaba en su misma situación, también hubiera exigido al presidente de la compañía que se retirara, aunque sea de manera temporal. Durante el resto de la reunión se discutió quien sería la mejor persona para reemplazar las funciones que ejercía Madara, también se habló de lo que se podía y no podía decir respecto a las razones por las cuales Madara se retiraba de manera temporal de la presidencia de la empresa. Una vez discutido todos los asuntos, procedieron a retirarse, deseándole suerte a Madara en su juicio de divorcio.

Madara estaba caminando por el pasillo para regresar a su oficina en su último día de trabajo, cuando noto que su sobrino lo seguía. —¿Quieres decirme algo más Fugaku? —habló Madara.

—¿Por qué no aceptas pagarle un poco más a esa mujer? Sería una solución más práctica, no habría juicio, ni grabación. Muchos de la junta directiva esperábamos que sugirieras esa opción —le dijo Fugaku lo que pensaba a su tío.

—¡Es por principios Fugaku! —le respondió Madara en voz alta. —Yo nunca le cause daño a esa mujer, ni emocional ni psicológicamente. La única cosa rara que presencio en nuestro matrimonio fue una taza de café vacía que se elevó 20 centímetros por encima de la mesa para luego salir disparada hacia la pared. Al día siguiente ella se fue a quedar con una amiga, y no volvió a esa casa. Nunca le grite, maltrate, ni nada de eso. Por eso solo estoy dispuesto a darle la mitad de mis bienes materiales, como dice la ley. Si quiere obtener más dinero o cosas materiales de mi deberá convencer a un juez, y mis abogados se encargarán de que eso no ocurra —dijo Madara molesto.

Fugaku comprendió que el orgullo de su tío estaba tomando las riendas de la situación, eso lo hizo pensar que él también era orgulloso, y que debía de tener cuidado con su propio orgullo.

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Madara había aceptado visitar de manera regular a un psicólogo para refutar la posible acusación de su exesposa de que él estaba loco. Y tal y como planeaba su sobrino Fugaku, desmentir las acusaciones de su esposa públicamente, y tal vez, juzgarla a ella por difamación. Sin embargo, si bien Madara se decía a sí mismo, y estaba seguro de no tener ninguna enfermedad o trastorno mental, su comportamiento y sus actividades personales podrían… malinterpretarse. Madara no iba a ser completamente honesto con el psicólogo, era un empresario exitoso, estaba seguro de poder manipularlo.

Durante muchas sesiones Madara no dejo ver más de lo que él quería que el psicólogo viera. Resultaba idiota desmentir todos los rumores que lo rodeaban, así que acepto ciertas actividades y el contacto con personas esotéricas, pero definitivamente modifico la verdad para hacerlo parecer una fase de duelo por la pérdida de su hermano. "Muchas personas que pierden seres queridos se derrumban y entran al mundo de las drogas, legales o ilegales, recetadas o no por un médico. Otras cambian drásticamente su personalidad, sus creencias o sus actividades. Otras buscan refugio en la religión. Yo no busque refugio en una religión como tal, si no busque refugio en el mundo esotérico. ¿Por qué me quieren declarar loco, trastornado, perturbado, sólo por eso? Conozco muchas personas que se refugiaron en alguna religión, o que cambiaron hábitos y sistemas de creencias, y ellos no tuvieron ningún problema." Dijo Madara en una ocasión, en una de las sesiones con el psicólogo.

Por otro lado, el psicólogo sospechaba que Madara podría no estarle diciendo a él toda la verdad, pero no tenía ninguna evidencia de sus sospechas. Tal vez Madara fuera un empresario y fuera bueno manipulando la interpretación de las situaciones y a las personas en general. Para su mala suerte, él era uno de los mejores psicólogos de Tokio, y pudo apreciar ciertos problemas que Madara tenía. No debía de malinterpretarse, todas las personas tenían creencias, hábitos, comportamientos o/ y problemas emocionales de algún tipo, pues todos en algún momento de su vida habían sufrido algún trauma o experiencia desagradable. Sin embargo, en la gran mayoría de las personas todo eso no causaba mayores problemas, uno podía ir al psicólogo para localizar y tratar dichos problemas, mejorando ciertos hábitos, modificando la conducta y ciertas creencias, ayudando a la persona a mejorar, o simplemente por la creencia de que ante un trauma mayor ciertas cosas en su proceso de razonamiento podrían empeorar rápidamente. Aunque dichos tratamientos psicológicos podían ayudar a las personas, la mayoría hacia uso de su capacidad natural de resiliencia para superar cualquier tipo de trauma.

La mayoría de los traumas, hábitos dañinos, creencias o comportamientos de Madara no tenían su origen en la muerte de su hermano. Y como en la mayoría de las personas, no era algo que la propia resiliencia de la mente humana no pudiera manejar. Entre los problemas que detecto en Madara se encontraba el poco control sobre su orgullo y su gran soberbia; si bien estas características lo pudieron ayudar a llegar lejos en cualquier proyecto que se propusiera en la vida, la falta de autocontrol de estas características seguro le ha dado ciertos problemas en algún momento de su vida, incluyendo en el inconcluso duelo de la muerte de su hermano. Otro problema que encontró es su poca capacidad de establecer buenas relaciones emocionales con las personas; algo que pudo surgir por el modo en que fue criado por su padre, la pérdida de su madre y su personalidad cuando era niño, según se deduce en base a la información que le proporciono el mismo Madara Y si sus sospechas eran ciertas, dicha capacidad se vio aún más afectada por la muerte de su hermano.

Todo lo anterior lo lleva a un actual problema emocional considerable que Madara tiene, y cuyo origen fue la muerte de su hermano y su incapacidad o terquedad para cerrar el duelo de tan dolorosa perdida. Madara tenía miedo a la perdida de sus seres queridos, pero sobre todo, una incapacidad para superar su pasado. El psicólogo concluyo que esa era la principal razón por la cual Madara se refugió en el mundo esotérico y comenzó a realizar actividades como jugar con la ouija o asistir a sesiones espiritistas. La verdad es que Madara no tiene ningún problema grave en su psique si toda la información que le dio es cierta. Pero sospecha que el miedo a la perdida de seres queridos y a no superar el pasado era mucho más fuerte de lo él quería admitir abiertamente.

Madara dijo, y el mismo concluyo en base a la información que su paciente le suministro, que él hablaba como si Izuna siguiera vivo de la misma forma que lo hacía cualquiera que creyera en la vida después de la muerte, y se ponía a hablar como si sus muertos pudieran escucharlo, con fines terapéuticos y método de auto alivio. Pero como el buen psicólogo que era, sospechaba que el miedo a la perdida de seres queridos no solo le impediría o dificultaría dejar entrar más personas a su vida por miedo a perderlas, sino también era mucho más grande de lo que Madara estaba dispuesto a admitir. Esas fobias eran culpables de una deformación en sus actitudes y comportamientos que era difícil de detectar para él. Esos miedos eran culpables de que Madara se reuniera con personas esotéricas muy… excéntricas, y lo más preocupante para él, era responsable de hacerle creer a Madara que había recuperado a su hermano en espíritu y que podía realmente hablar con él.

Para el psicólogo esas conclusiones eran un asunto grave por varios motivos; el motivo más importante era la salud mental de su paciente, que podía llegar a deteriorarse. Madara debía superar el duelo, debía de aceptar que su hermano había muerto y que no podía hacer nada para revertir esa situación. No podía seguir creyendo que algún día podría traer a su hermano de vuelta, o peor aún, no podía creer que de verdad había logrado traer el espíritu de su hermano de vuelta y podía conversar con él. El psicólogo decidió que ya era hora de que Madara conociera cual era el diagnostico profesional que había elaborado. Sin duda demostraría que Madara no tenía problemas mentales serios ante cualquier juez, pero lamentablemente para el propio Madara, demostraría que tiene ciertos problemas psicológicos que de no ser tratados podrían evolucionar y convertirse en verdaderos problemas mentales serios.

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Madara era bueno ocultando sus emociones de los demás, a pesar de que él era bueno interpretando las reacciones de las personas, apenas podía interpretar las reacciones de Madara. Y todos sus años de experiencia como psicólogo le aseguraban que estas no eran nada buenas. Cuando Madara termino de leer su propio diagnóstico y la declaración que presentaría en su demanda de divorcio deposito los documentos en la mesa del consultorio y devolvió su seria mirada al profesional con el que ha estado trabajando este último mes.

—¿Hay algún problema, señor Uchiha? —preguntó el psicólogo sin saber exactamente que reacción esperar. Por lo que conocía del señor Madara, bien podría comportarse tranquilo durante toda la discusión que estaba por ocurrir, o podría estallar y expresar todo el cumulo de emociones que está sintiendo. De la misma manera que no era bueno expresar tus emociones todo el tiempo, tampoco es sano reprimirlas en todo momento.

—Pienso que tal vez cometió un error al analizar mi estado mental —dijo Madara serio y con un tono de voz normal. El psicólogo solo suspiro, esto iba a ser complicado.

—No hay error. Sospecho que usted no fue completamente honesto conmigo y oculto parte del problema. Ese tipo de comportamiento suele ocurrir muy seguido en mi trabajo, especialmente en las primeras sesiones. Usted está presentando problemas muy serios en lo que respecta a su capacidad de aceptar la muerte de su hermano y completar su proceso de duelo —Madara interrumpió en ese momento al psicólogo.

—He aceptado la muerte de mi hermano. Sus conclusiones no tienen fundamentos —aunque Madara intento mantener una voz seria y calmada, el psicólogo detecto un ligero toque de ira.

—No me cabe duda que ha aceptado la muerte de su hermano, pero me queda claro que no ha aceptado su perdida. Por eso recurre a las sesiones espiritistas, no es por curiosidad o para cerrar un ciclo, como puede ser en la mayoría de los casos. En su caso, es precisamente lo contrario, tengo la firme sospecha de que cree firmemente que puede contactar al espíritu de su hermano fallecido —terminó de decir el psicólogo, antes de que pudiera explicar o decir algo más Madara hablo, y en esta ocasión con una voz muy severa.

—¡Se supone que usted es un profesional! Como puede decir que no tengo problemas mentales graves y luego decirme que yo creo poder contactar al espíritu de mi hermano fallecido. ¿Sabe cómo eso me haría parecer? —cuestionó Madara sumamente indignado.

—Por supuesto no voy a decir eso si piden mi opinión profesional, y como usted puede recordar, lo que puse en mi informe es que usted tiene conflictos para superar el pasado, específicamente, en superar la pérdida de un ser querido. Mire, ese es un problema que puede tener sus raíces en la muerte de su madre, y con la muerte de su hermano solo se agudizo —en este punto el psicólogo fue interrumpido nuevamente por un claramente furioso Madara.

—¡Pero qué clase de tonterías está diciendo! ¿Cree usted realmente que yo tengo un problema psicológico? —dijo Madara sintiéndose profundamente insultado, aunque su exaltación lo sorprende incluso a él.

—Si, tan solo piénselo. Usted es una persona muy racional y utiliza la lógica para resolver sus problemas. ¿Qué cosa de todo lo que usted ha hecho después del fallecimiento de su hermano es lógica y racional para cualquier persona que se encuentre en su posición? —el psicólogo interrumpió su comentario, esperando otro grito furioso de su paciente, pero este nunca llego, así que continúo hablando. —En estos momentos usted no se encuentra enojado por lo que puedan pensar sus abogados, o los de su esposa. Ni en lo que piensen los miembros de la junta directiva de su empresa. Se encuentra enojado porque sabe que tengo razón, y por alguna razón, se niega a aceptarlo. Tiene que empezar por aceptar que su hermano se ha ido, y que usted nunca podrá volver a convivir con él más que a través de sus recuerdos. De momento parece ser un problema leve y, en apariencia, que no afecta a su vida. Pero su salud mental y emocional depende de que podamos resolver esta situación antes de que empeore, y conforme más tiempo pase, peor se volverá el problema si no lo tratamos.

El psicólogo estaba por explicar de manera ordenada su situación y profundizar aún más en las razones por las cuales debería de seguir asistiendo a sesiones con él, o con cualquier psicólogo en el cual confié, con el fin de resolver su problema psicológico antes de que empeore. Pero fue interrumpido por un Madara que, más que exaltado o serio, se encontraba tranquilo, y con un tono de voz suave y calmado dijo una última frase al psicólogo:

—Reconozco que usted puede tener algo de razón respecto a mi situación, pero hay un error en sus argumentos. Usted dice que yo creo que puedo contactar al espíritu de mi hermano fallecido. Y yo no creo, yo puedo contactar al espíritu de mi hermano fallecido.

El psicólogo quedo pálido tras esta declaración, sospechaba que era casi seguro que Madara le había mentido, pero nunca pensó que tanto. Creía que había detectado con relativa precisión el problema que Madara quería ocultar. Si Madara realmente creía esas palabras, entonces el problema psicológico que presentaba podía llegar a ser más grave de lo que originalmente diagnóstico. Antes de que el psicólogo pudiera pensar en cualquier otra cosa Madara continúo hablando al tiempo que cerraba los ojos.

—Izuna también cree firmemente que debería dejar de hacer cosas antinaturales, que debería aceptar su falta de existencia en este plano y que no podía ser sano ni bueno para ninguno el que sigamos todavía en contacto. Sin embargo, el acepta que nos comuniquemos y hablemos —dijo Madara con el mismo tono de voz suave y calmado que había comenzado a utilizar hace unos momentos.

El psicólogo se encontraba nervioso por alguna razón que no podía explicar. El hecho de que su paciente utilice un tono de voz suave y calmado, por alguna razón, ponía la atmosfera algo tétrica.

—S-Señor Mada… —antes de que el psicólogo pudiera seguir hablando quedo paralizado por el desconcierto y el miedo. Madara Uchiha había abierto sus ojos, tenían una pupila rodeada por tres tomoes que parecían moverse sobre una esclerótica roja sin ningún iris presente.

El psicólogo quedo mudo de la impresión, al principio pensó que se trataba de un truco de algún tipo, como el que usan los magos en sus espectáculos de magia. Pero comenzó a dudar de ese pensamiento cuando varios objetos de su habitación comenzaron a flotar y a moverse a través del aire dentro de su oficina como si fueran pájaros.

Ni Madara ni el psicólogo recuerdan muy bien que paso después en ese consultorio después de ese punto, uno porque no puede, el otro porque no quiere. El psicólogo se retiró de su profesión, se mudó del país y se fue a convertirse en sacerdote y proporcionar ayuda humanitaria en varias zonas con problemas sociales y espirituales de distinto tipo. Había noches en las que creía recordar lo que paso en ese consultorio, pero sospecha que fue tan traumático que su cerebro bloqueo todo lo que sucedió en ese consultorio por su bien, y sospecha que, si llega a recordar que paso, la locura lo reclamara lo que le resta de vida.

Madara gano su juicio y convenció a su exesposa de dejar las cosas por la paz, regreso a su empresa como el exitoso presidente de su compañía y para cualquier observador externo parecería que todo volvió a la normalidad. Pero lo cierto es que a Madara le inquieta lo que paso en ese consultorio, le había preguntado a Izuna que había pasado, pero él se negaba a decirle. Lo que realmente lo asusto es que Izuna enfatizo una vez más que debía de dejarlo marchar, debía de dejar de investigar temas esotéricos, de ejecutar rituales que nadie conocía bien cuantas, y que tipos de consecuencias podían desatar. Debía de dejar todo eso atrás por el bien de ambos. Izuna también recalco que ni él ni nadie de los presentes le revelaría nunca nada de lo que sucedió en ese consultorio, y eso extraño a Madara, más que nada porque estaba seguro que dentro del consultorio solo estaban él, el psicólogo y su hermano.

Por primera vez Madara comenzó a sentir miedo de las actividades esotéricas que practicaba, pero no las abandonaría, ni a su hermano. Porque había reconocido que el psicólogo tenía razón, no hay nada a lo que Madara le tuviera más miedo que a la pérdida de su ser querido más cercano, y sabía que eso nunca lo superaría.

Fin del capítulo

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Los 13 miedos del ramen: el hombre lobo

—¡Kiba! —dice Naruto sorprendido al ver a un amigo de su escuela en esa parte del mundo, y más precisamente, en ese hotel.

—¿Naruto? —pregunta Kiba desconcertado al ver a Naruto al otro lado del pasillo, cerca del elevador.

—¿Qué haces aquí? —pregunta Kiba confuso a Naruto.

—Estoy de vacaciones —fue la respuesta del rubio.

—¿Y te hospedas en un hotel que tiene fama de estar maldito? —pregunta Kiba con un tono de burla.

—¡Oye! ¿Tú también estas aquí? —responde Naruto eufórico y con su tensión parcialmente disipada.

—La verdad es que mis padres querían que me hospedara en un hotel de lujo en lo que regresan de hacer algunos "trámites familiares". Originalmente me querían llevar, pero los convencí de que me dejaran aquí al cuidado de mi padrino —contó Naruto parte de su historia.

—Entonces estas aquí con tu padrino, eso explica que te hayas hospedado en este hotel —respondió Kiba.

—Jejeje… de hecho, Jiraiya no se encuentra en este hotel. Dijo que demasiado lujo lo bloquearía. Así que hicimos un trato, yo me quedo en este hotel solo y el tacaño busca un hotel más económico y donde pueda buscar "inspiración" sin que lo moleste y sin correr el riesgo de que mi madre lo castre —explicó Naruto a su amigo.

—Veo que Jiraiya aprendió de sus viejos errores… pero está cometiendo nuevos errores, y más graves. Si tu madre se entera que él te dejaba completamente solo en un hotel, a ti te va a enviar al hospital con los huesos rotos, y a tu padrino lo va a desollar —respondió Kiba recordando uno de los episodios más increíbles que vivió con su amigo, increíble hasta que su propia madre descubrió que él, Naruto y Jiraiya fueron a buscar "inspiración" juntos.

—Mi beneficio del trato no te la voy a contar —dijo Naruto con una mirada zorruna.

—¡Oh vamos! ¿Qué es? Debe de ser algo grandioso para que hayas aceptado quedarte en un hotel que tiene fama de tener apariciones —dijo Kiba realmente curioso, pero algo inquieto. Conforme la plática había avanzado ambos amigos se habían acercado y estaban en medio del pasillo, frente a frente.

—La verdad es que comienzo a pensar que no vale la pena. Es más, me estoy comenzando a arrepentir de no acompañar a mis padres. Estoy seguro de que mis padres dijeron que solo me dejarían con mi padrino en este lugar si nos hospedábamos en un hotel de lujo porque sabían que todos los demás hoteles de 5 estrellas no tenían habitaciones libres o no reservadas. Ellos sabían que solo este hotel tendría habitaciones disponibles, y ellos sabían que yo sabía que este hotel estaba embrujado —dijo Naruto con voz amarga y un tono ligeramente decaído.

Kiba abrió los ojos sorprendido.

—Si, se a lo que te refieres, es temporada alta y solo había habitaciones vacías en este piso cuando llegue, y como las ocuparon jóvenes fiesteros en su mayor parte, no creo que haya nadie despierto en estos momentos. Aunque en el día tampoco hay nadie despierto, llegan solo a dormir y luego a comer —dijo Kiba sintiéndose un poco fastidiado, señal inequívoca de que estuvo buscando un buen hotel en la zona por algún tiempo.

Kiba frunció el ceño antes de volver a hablar. —¿Cuántos días llevas aquí Naruto? —preguntó Kiba curioso. Naruto se extrañó del cambio de tema de Kiba, pensaba firmemente que seguiría intentando sacarle que le prometió Jiraiya por darle privacidad.

—Solo un día, ¿y tú? —respondió Naruto.

—También solo un día. ¿En serio ya has visto una aparición en un día? —Naruto frunció el ceño, ahí estaba la razón por la cual Kiba cambio de tema. Kiba soltó una carcajada de burla hacia Naruto.

—¡No te burles! ¡No ha sido solo una aparición! ¡Han sido varias! ¡Y todas detrás de mi ramen! —gritó Naruto, haciendo que las carcajadas de Kiba solo aumentaran. Naruto se mostró de repente tentado a mostrarle a Kiba la "habitación de las muñecas vivientes".

—Perdona Naruto —dijo Kiba intentando controlar su risa y de regular su respiración. —Es que parece de película que un montón de apariciones estén detrás de ti solo por tu ramen. De hecho, parece el argumento de una película de comedia. ¿No crees que es más probable que tu padrino te esté gastando una buena broma?

La idea de Kiba de que él estuviera siendo víctima de una broma le paso por la cabeza un par de veces. Pero la descarto porque no tenía sentido. ¿Por qué razón cualquier persona gastaría un montón de dinero para asustarlo? Sobre todo su padrino, que era un poco avaro. Si eran efectos especiales o trucos de magia, eran los mejores que había visto en su vida, definitivamente no eran baratos.

—A mí me suena muy lógico que vengan detrás de mi ramen —respondió Naruto, ignorando la pregunta de Kiba y guardando sus pensamientos para sí mismo, concentrándose más en el insulto hacia el ramen y su persona. —¡Olvidas que en el último año tú también te has vuelto adicto al ramen! —le recordó Naruto a Kiba, haciendo que este se sonrojara.

—¡Oye! ¡Eso solo me ocurre en el día después de luna llena! ¡Nada más ese día! ¡Un día al mes! No se puede comparar contigo —dijo Kiba visiblemente avergonzado.

—¡Oh! Entonces mañana tú también me perseguirás intentando arrebatarme mi pote de ramen —dijo Naruto, mostrándose desconcertado por la reacción de Kiba.

—¿Qué dijiste? —preguntó Kiba visiblemente alarmado y asustado.

—¿Qué te pasa Kiba? Solo dije que mañana me perseguirás intentando arrebatarme mi ramen —dijo Naruto poniéndose nervioso. En una situación normal no se hubiera puesto nervioso, solo extrañado. Pero en ese momento estaba alerta ante cualquier cosa.

—¿Hoy es luna llena? —susurró Kiba terriblemente pálido. —Pero no es posible, la luna llena es en dos días.

—No me digas que caíste en ese truco de internet —dijo Naruto con una voz que intentaba reflejar algo de tranquilidad, un intento de su parte para recuperar el ambiente perdido anteriormente.

—¿Truco de internet? —susurró Kiba mientras volvía corriendo a su habitación y abría la puerta.

Naruto quiso explicarle a Kiba que había una serie de bromas en internet en el cual cambiaban las fechas de fenómenos meteorológicos y astronómicos de áreas varias específicas fabricando memes, tendencias en redes sociales y sitios web falsos. Sin embargo, Naruto no pudo decir nada ante la expresión de absoluto terror reflejada en la cara de su amigo cuando vio dentro de su habitación.

—¡Naruto, huye! —gritó Kiba, haciendo retroceder a Naruto de vuelta al ascensor. Al otro lado del pasillo, al lado de la puerta de la habitación de Kiba, había una ventana que mostraba un cielo repleto de nubes… hasta que estas se movieron, revelando una preciosa luna llena.

Naruto volvió a su estado de alerta y miedo perpetuo que padece dentro de ese hotel cuando observo a su amigo retorcerse. Naruto llamo al ascensor mientras observaba a su amigo transformarse. Le salió pelo, su cara cambiaba y se alargaba, pareciendo primero una especie de primate primitivo, pero luego observando rasgos caninos. Su estatura se modificó, haciéndose más alto. Kiba estaba vestido con ropas sumamente holgadas, pero con el cambio y aumento de la masa corporal, ahora la ropa parecía quedarle apretada. Kiba aulló ferozmente, olfateo el aire y fijo su vista en él, no… fijo su vista en el ramen.

Cualquier otra persona probablemente hubiera dejado el ramen en el suelo, pero Naruto era un fanático del ramen. Naruto no iba a desprenderse de su ramen a menos que sea absolutamente necesario, y eso sería cuando Kiba en su forma de hombre lobo estuviera a menos de dos metros de él.

El ascensor llego, y justo en ese momento Kiba se puso en cuatro patas y avanzo rápidamente hacia él. El tiempo que tardaban las puertas en abrirse se le hizo eterno a Naruto, ni siquiera habían terminado de abrirse cuando Naruto entro y apretó el botón que cerraba las puertas. Las puertas del ascensor se cerraron a centímetros de que Kiba alcanzara la puerta. Naruto dio un suspiro de alivio, por las prisas no se dio cuenta de que no apretó el botón que lo llevaría a su piso, si no que apretó el botón que lo llevaría a la planta baja.

Naruto pensó en apretar el botón que lo llevaría a su piso, pero después de pensarlo mejor unos segundos le convenía huir del hotel esa noche. La verdad es que dormir en la calle no le parecía tan mala idea teniendo en cuenta sus últimas experiencias dentro del hotel.

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Respuesta a reviews

Ytrio: la verdad es que no pienso abandonar ninguna de mis historias. Pero escribir fics a veces me toma mucho tiempo, y a pesar de todo, sigue siendo un pasatiempo para mí. No se si sigas perteneciendo a esta comunidad, pero ya tengo casi completo el capítulo de Naruto ANBU que sigue. Quizá sea el siguiente que publique. Si te sirve de consuelo yo también he esperado mucho para que actualicen varios fics que a mí me gustan mucho.