Todos los personajes de esta historia no me pertenece, le pertenece al escritor Nobuhiro Watsuki
HISTORIA A CIEGAS
By: Kazuko RK
BY: Arcasdrea
Capitulo IV Siguiendo los anhelos
- ¿Dónde esta Kenshin, Megumi? – preguntaba el padre de la muchacha al ver que nuevamente el pelirrojo faltaba a su clase de "Aplicación práctica de la botánica para enfermedades emergentes II".
- Salio está mañana muy temprano – respondió Megumi deshojando una Caléndula, para ver su efecto antiinflamatorio, cicatrizante y antiséptico - desde ahí que no lo veo, Otosan.
- Otra vez falta… cuando vuelva dile que venga a hablar conmigo, esto ya es muy serio.
- Hai, Otosan – exclamó la muchacha con una sonrisa falsa, que mantuvo hasta que su padre saliera de la habitación. Después a regañadientes maldijo a Himura por obligarla a mentir a su padre, respecto a su misteriosa desaparición.
El pelirrojo se hallaba pescando con su ahora nuevo amigo, el ladroncillo Sanosuke Sagara. Desde que Kenshin le ayudara a escapar de esos cinco hombres que lo acusaban injustamente de robar, pues él solo había pasado por el lugar menos indicado a la hora menos indicada, no se separaron mas, a pesar de las protestas de Megumi.
Ya eran más de tres semanas del incidente en el mercado y tres eran las semanas en que Kenshin faltaba a sus clases de medicina con el señor Takani.
Había descubierto un nuevo mundo junto al castaño, que vivía libre y sin mayor obligación que la de buscar algo para comer y un techo donde dormir cada noche. Era un vagabundo que se había instalado en Aizu hacia pocas semanas, con la única ambición de recorrer Japón de cabo a cabo, por eso las miles de historias del viaje que Kenshin escuchara maravillado desde los labios del castaño, eran la mejor droga que el pelirrojo pudiera descubrir a sus quince años.
Por otro lado, Kenshin le contaba sobre la medicina, tema del cual Sanosuke (contra todo pronóstico) se mostraba interesado. Discutían sobre anatomía, suturas, nuevas técnicas medicinales como la acupuntura (desde China con amor) y de hierbas medicinales, tema del cual también sabía defenderse el castaño, pues en uno de sus tantos viajes conoció a una curandera que le enseñara el oficio.
La pesca ese día no era buena, por lo que Sanosuke estaba perdiendo las esperanzas de desayunar pescado. Kenshin con risa contenida miraba la frustración de su amigo, mientras las nubes pasaban lentamente en el cielo.
- parece que hoy los peces no pican – mascullo el castaño, mordiendo una pajita.
- Así parece – contesto Kenshin con su habitual sonrisa amable.
Sanosuke se llevó las manos tras la nuca y se recostó sobre la hierba, para ver las nubes pasar. Su hambre ya estaba resignada, pero esa no era la razón de su triste semblante.
- enano…- murmuro a Kenshin – debo partir…
- por qué? – exclamó el pelirrojo alarmado su gran nuevo amigo se iba.
- Quiero ir a Kyoto… quiero unirme a los Ishin Shishi…quiero ayudar en le Bakumatsu no Doran…
Hace un año (1866) había estallado la revolución en Japón, el poder del Shogunato estaba decayendo por la necesidad del pueblo japonés de abrirse a la cultura occidental, pues hasta el momento los únicos que tenían acceso a la isla eran los chinos y los holandeses. En 1953, el comodoro norteamericano Perry llegó con sus "barcos negros" a exigir un tratado de libre comercio al cual Japón no se pudo resistir, por no contar con una armada, por lo que este hecho evidencio lo débil que era el país.
Para cuando los chicos disfrutaban de un día de pesca, ya las fuerzas revolucionarias habían logrado un avance decisivo y el emperador Meiji (que no tenía poder real) dictó la orden de disolver el Bakufu (shogunado). Pero el shogun Yoshinobu Tokugawa se resistió a dejar el poder en manos del Ishin Shishi, por lo que éstos necesitaban más personal y Sanosuke quería ser uno de ellos.
- Pero si tú no sabes manejar una katana… solo sabes pelear con tus puños… - protestaba el pelirrojo viendo la cara de determinación del castaño de irse de Aizu – como puedes aportar…
- Enano…esto es lo que debo hacer… sé que debo ir allá y ser un Ishin Shishi. Entiéndeme por favor.
Sanosuke puso mano enel hombro del pelirrojo y lo apretó con fuerza, sus ojos mostraban seguridad en sus palabras por lo que Kenshin no pudo apelar mas… Sanosuke estaba decidido.
- entonces yo iré contigo…
- estás seguro enano, tú tampoco sabes usar la katana ni mucho menos pelear… recuerda que aquella vez que nos conocimos yo te tuve que salvar.
Flash back.
- No estarás pensando en ayudarlo… ¿verdad?...- pregunto Megumi deteniéndolo por el hombro.
- No puedo dejarlo solo con cinco hombres…- y soltándose del agarre de la chica corrió a ayudar al ladronzuelo.
La pelea no fue de las memorables que Kenshin pudiera recordar. Sus conocimientos eran solo de medicina, con suerte sabia como apalear a una gallina para después hacerla sopa… y eso solo lo había aprendido observando a la madre de Megumi. Pero nunca se había enfrentado a un hombre en una pelea. Su vida con sus padres adoptivos había sido muy tranquila y con los Takani igual, por lo que ni siquiera sabía dar un buen puñetazo.
Para hacer el cuento corto, trato de dar una tacleada a un hombre en la rodilla, pero solo consiguió hacer sentir al hombre como si un mosquito lo hubiera picado, por lo que su enemigo lo tomo de la cintura y lo alzo en vilo, dispuesto a arrojarlo como un trapo viejo. Por suerte el ladronzuelo asestó una buena patada en la cabeza del barbón, mientras Megumi gritaba histérica que soltara a Kenshin. El hombre del dolor hizo caer al chico como un saco de papas, pero el castaño tomo a Kenshin de la muñeca y junto con Megumi huyeron lejos de ahí. Soldado que arranca sirve para otra guerra.
Jadeantes llegaron al puente a las afuera de la ciudad, ahí se presentaron y Sanosuke dándole las gracias aun avergonzado Kenshin se retiró quién sabe a donde, pero Kenshin quedó maravillado con el muchacho, por lo que a la mañana siguiente lo busco por todo Aizu dando con él en el mercado, cargando unos sacos de arroz para recibir alguna paga y poder comer ese día.
- tú eres el enano de ayer.
- Mi nombre es Kenshin… ya te lo dije ayer.
- Pues para mi sigues siendo un enano – rió el muchacho que aunque era un año menor que Kenshin le sobre pasaba por una cabeza y media.
- Quisiera ser tu amigo…
- Un señorito de familia no debe involucrarse con un ladrón y vagabundo como yo – le dijo Sanosuke cargando sobre sus hombros dos sacos de arroz y comenzando a caminar – ya vete, molestas.
- Yo te puedo dar alojamiento y comida, si es eso lo que deseas.
- No gracias, yo puedo sobrevivir solo.
- Megumi tenia razón…
- Tu novia fea…qué diablos dijo ella de mi.
- Que eres un idiota que no vale la pena.
Los dos sacos cayeron al suelo y kenshin despego los pies del suelo al ser agarrado de su yukata por Sanosuke y levantado como un muñeco de trapo por sobre los cabellos alborotados de éste…que triste es ser enanito.
- ¡dile a esa noviecita tuya…que yo no soy ningún idiota… entendido y ahora vete de aquí!.
- Pues si no lo eres… por qué te comportas como tal – dijo Kenshin tranquilamente mientras se sobaba el trasero, pues Sanosuke después de la gritadera lo soltó de improviso.
El castaño comenzó a reír…el pelirrojo le había caído en gracia… así que le permitió hacerse su amigo…todos los días se veían temprano en le mercado.
Fin flash back
- y cuándo nos iremos?
- Ya te dije Kenshin que tú no vendrás – Sanosuke tomaba su improvisada caña de pescar – Megumi me mataría si te vas.
- Ella no tiene nada que ver en esto… yo deseo irme contigo, a conocer el mundo.
- Ahhhhhhhhhh – suspiro el castaño – eres muy ingenuo aún, enano. No aguantaras ni un día lejos de casa.
- Pues ya estoy lejos de casa hace más de seis meses… otra partida no me dolerá.
- Está bien… me convenciste – decía Sanosuke cuando ya hubieron llegado ala entrada del pueblo – mañana... aquí antes de que salga el sol…trae sólo lo indispensable.
Con el corazón acelerado de tanta alegría Kenshin llegó a casa de los Takani, en silencio preparó sus cosas, para mas tarde bajar a cenar y a recibir la reprimenda del señor Kazuma, por faltar a sus clases. Ni a Megumi le comentó sus planes, por más que la pelinegra insistiera en contarle lo que había hecho en el día con el "cabeza de pollo".
- solo pescamos – contestó Kenshin antes de irse a dormir. Pero no pudo despegar ni un ojo en toda la noche. Las ansias por partir al otro día le ganaban al sueño.
Antes de irse, escribió una carta dirigida al señor Kazuma y otra a su amiga Megumi. Ahí explico sus motivos, sus anhelos, sus sueños. Prometió que algún día volvería y que no temieran por su vida, que no moriría sin haber retribuido lo que habían hecho por él. No señor. Y también, que el mismo se encargaría de explicar, por carta, a sus padres adoptivos su partida, para la "tranquilidad del señor Kazuma" según escribió.
El sol comenzaba a dibujar una pequeña línea blanca en el horizonte cuando Kenshin y Sanosuke se encontraron en el puente y con toda la alegría del mundo emprendieron su viaje hacia un nuevo destino. Solo seis monedas, dos prendas de ropa, algunas frutas y cinco bolas de arroz era todo lo que llevaban por equipaje.
Muy lejos no podrían llegar… y así fue, pues a dos dias de caminar llegaron un pequeño pueblo, donde asoleados por el sol de primavera y muertos de hambre debieron buscar hospedaje, por suerte las seis monedas los salvaron de este percanse, pero solo pudieron conseguir un granero y la compañia de algunas vacas. Leche no les faltaría por lo menos.
Al otro dia, y luego de hacerle algunos trabajos a la señora que les habia dado hospedaje, continuaron con su camino. A los cuatro dias llegaban a Kyoto, tostados por el sol, con mal aspecto, apestosos y sucios. Buscaron por todos lados donde poder conseguir un trabajo y de paso hospedaje, asi se habian mantenido durante el viaje. Incluso los conocimientos medicinales de Kenshin les habian reportado algunas ganancias, al curar a una viejecilla de un fuerte dolor de estómago, que no era más que un empacho por consumir repollo.
Ya anochecia en Kyoto, por lo que la urgencia de hallar un lugar era mucha, si el Shinsegumi los hallaba vagando por las callejuelas de la ciudad, seguramente no tendrian otro dia que contar. Al pasar por una de estas interminables calles, Sanosuke se percata de un grupo de hombres negros, por lo que tomando a Kenshin del cuello lo jala hacia atrás para poder ocultarse. Pero estos hombres no amenazaban sus vidas, sino que rodeaban a dos chicas, una de unos doce años y otra de seis, obviamente para nada bueno.
- vaya, vaya, miren lo que trajo la noche, dos niñas preciosas - reia siniestramente uno de los hombres.
- lástima que una sea tan pequeña, pero gustoso nos serviremos a la mayor - señalaba un segundo.
La chica mayor, de ojos fieramente azules, resguardó con su cuerpo a la niña de larga trenza y ojos verdes, adoptando una posicion de ataque muy extraña, por no decir ridícula. Para sorpresa de los chicos que observaban la escena, la chica saltó dándole una patada a uno de los hombres, que inconsciente fue a dar con el suelo. Los otros hombres, que eran como seis, atacaron sin piedad a la chica. Sanosuke y Kenshin (quien en el viaje habia aprendido gracias al castaño como asestar unos cuantos golpes) intervieron en la gresca, por lo que en conjunto con la chica y la niña de seis años, que a gatas mordia algunas pantorrillas, pudieron defenderse sin mayores problemas del grupo de cobardes que salieron huyendo, sobre todo cuando el castaño le partio la cabeza de un rodillazo al lider del grupo.
- Arigato - les dijo la niña de seis años con una profunda reverencia a sus salvadores.
- No hay de que - dijo Kenshin con un brazo tras la nuca.
- Yo soy Misao y ella es mi onesan Kaoru.
- Mucho gusto y gracias por ayudarnos - respondio la aludida tambien con una reverencia.
- jejeje - sonrio el castaño - yo soy Sanosuke y este enano es Kenshin.
-NO ME DIGAS ENANO - grito Kenshin sonrojado por las palabras de su amigo, la chica de coleta alta era muy linda como para permititr una burla de Sanosuke.
- Lo siento - se disculpo éste - Buenas noches, señoritas - hizo un gesto con su mano de adios a las muchachas - vamos Kenshin debemos ver donde dormiremos esta noche.
- No son de aquí, verdad? - se apresuro a preguntar Misao.
- No, somos viajeros, venimos de Aizu.
- Por qué no se quedan en nuestra casa... de alguna manera debemos retribuirle el que nos hallan ayudado, no crees onesan.
- Misao, no sé si Onisan este de acuerdo... tú sabes que es muy peligroso ahora.
- Pero que daño pueden hacernos... tú misma viste como nos ayudaron.
- Ahy! Misao... - suspiro la pelinegra mayor - tú deberas responder ante Aoshi, pero esta bien, llevémoslos con nosotras.
- No te preocupes yo convenceré a Onisan - decia Misao mientras con fuerza abrazaba a su hermana por la cintura.
Los cuatro chicos se dirigieron conversando y riendo por las calles de Kyoto. Una nueva amistad surgía. Pero en el Aoyia, esa sonrisa de sus rostros se esfumo como el humo en el viento, cuando enfrentaron al hermano mayor de las muchachas, el gran Okashira de los Oniwabanchu, Aoshi Shinomori.
Pues bien, en un principio alegue que por qué DIABLOS LESLIE ME HABIA ELEGIDO A MIIIIIIIIIIIIII, justo en la semana más complicada, pues ni siquiera tendría tiempo, por algo también actualicé mis otros dos fics... mmmmmm... pero a penas comencé a leer el capítulo de mi discipula, a la cabeza se me vino la lluvias de ideas y DESPERTE escribiendo hoy este chap... muy largo no es... (solo tres páginas de word...) creo q más largo será este comentario al final de fic... así q para hacerla corta de una vez por todas diré quién será mi amenazada de está semana ( buena poh reality show).
Así que redobles de tambor, para anunciar que la siguiente en seguir con las aventuras de Kenshin... será nada mas ni nada menos que... CHIBI CHISE... espero que no me odies por escogerte a ti, pero quiero ver tus habilidades que sé que son muchas.
Un besote onechan Chibi, usted demas que se la puede...
Yun besote a todas mi onesan y onechan de Kazuko RK, que este fic nos está quedando de lujo.
"Un beso a todas, menos a una"
ARCASDREA
