5

Advertencia: este capítulo contiene Lime

Cenaban tranquilamente, disfrutando de la compañía del otro. Normalmente siempre había un tema de conversación cada que comían. Sin embargo, esta vez toda parecía algo silencioso, más no incómodo.

Solamente se escuchaba el ruido de los utensilios al chocar contra el plato de comida. La cena era algo sencilla, ya que King había comprado sushi el día anterior en una pasada que tenía del trabajo, y, además de que su esposa se lo había pedido, y como sobró, lo dejaron para después.

Casi cuando estaba por terminar su comida, King dirigió su mirada hacia Diane. Sonrió tontamente al ver como su adorada esposa ingería su cena, de una manera sumamente adorable.

"Que linda es, que suerte tengo de tenerla a ella a mi lado"

Diane cenaba tranquilamente, realmente no tenía mucho de qué hablar, ya que, prácticamente todo, lo había dicho en el carro de regreso a su hogar. Después tomó de su vaso un gran trago de jugo de naranja, sin embargo se salió un poco del jugo de sus labios hacia su barbilla, recorriendo su cuello y llegando, la gotita, hasta el inicio de sus pechos.

—Rayos, me manché.—Comentó después de tomar su bebida, y agarró una servilleta de la mesa para poder limpiarse. Metió un poco su mano en su blusa de botones y comenzó a secar la zona. —Ya está—dijo triunfante. Odiaba quedar pegajosa, por eso debía de tener cuidado de tomar de su vaso. Sí, eso haría.

Diane levantó su cabeza para decirle algo a su esposo, sin embargo, sus palabras quedaron atoradas al ver la imagen que tenía frente a ella:

—¿King?

King estaba rojo, completamente rojo. Hasta parecía que un hilito de sangre salía de su nariz lentamente. Diane, inocente, preguntó si se encontraba bien, pero el castaño no respondía.

—King, ¿estás bien? Estás todo colorado.—Diane solo lo veía preocupada, ajena a la mente de Harlequin.

"Diablos, que preciosa"

"Que ganas de poder besar ese lugar…"

"Quiero besarla"

"Quiero…"

"¡Ya, cálmate Harlequin ! "

"¡Diane está esperando una respuesta!"

—Eh, ¡Ah, si! Cre…creo que estoy bien. So…solo me entró calor. —Se notaba nervioso.

—Mmm, es verdad, hace un poco de calor.— Y, así, Diane se dispuso a quitarse su saco. Esto King lo veía lentamente, solo notaba los movimientos de la castaña y un poco el de sus pechos. Realmente la mente de King estaba volviéndose un caos total. Y más lo fue cuando Diane comenzó a desabotonarse su blusa solo unos pocos botones, ya que se dio cuenta de que estaba sudando un poco y se sentía sofocada.

"Oh"

—Diane…

— ¿Si? Dime

—Ah, no es nada ¿Ya terminaste? Re…recogeré los platos.

—Ah, sí. Muchas gracias, King. Yo limpiaré la mesa.

—Claro, amor. —King se levantó y se fue casi corriendo ya teniendo los platos en sus manos. Necesitaba agua fría y el lavatrastos era el más cercano. Comenzó a lavarlos, en parte para enfriarse él y por otra para no dejar un montón para mañana.

"Me pregunto por qué se habrá puesto así de la nada"

"A ver yo solo estaba tomando de mi jugo cuando se me cayó poquito en mi blusa y… Oh"

Parecía como si una campanita apareciera en la cabeza de Diane dándole la respuesta que buscaba.

—Pervertido—Diane rió, hora se le acababa de llega una idea para molestarlo.

King, finalmente, había terminado de lavar los trastes y estaba triunfante al sentirse con la cabeza fría, de nuevo.

—Listo, he terminado, Diane. Ahora iré a darme un baño.

—Ah, muy bien, King. Yo ya tengo lista la mesa. Pero, de repente me entró un odioso calor, supongo por el movimiento que hice y por la blusa que traigo. Necesito enfriarme un poco.—Y, tras decir esto, Diane comenzó a desabrochase su blusa. Y, para colmo, lo hacía muy lento.

—¿Di…Diane? ¿Tanto calor hace?

—Por supuesto. —Seguía desabotonándose.

"Bueno, al menos sé que siempre usa una camiseta debajo"

Pero esos pensamientos fueron descartados cuando vio que no había nada más que su brasier.

—Di…Diane, ¿No puedes hacer eso en la habitación?

—¿Eh? ¿Qué tiene? Estamos casados.

"Buen punto, pero aun así…"

"¡Maldición Diane, acababa de enfriarme!"

Por otro lado, la castaña solo sonreía internamente. Le encantaba la cara que tenía su esposo en este momento. Como le gustaba provocarlo.

—Diane…

Un botón.

—Diane, ya.

Otro botón.

—Señora Fairy…

Siguiente botón. Se descubre el inicio de sus pechos.

"Me lleva"

"Ya noté tus intenciones, mujer"

Próximo bot…

—Ya, basta—King ya no la dejó continuar. La agarró de las muñecas empleando fuerza sin lastimarla. Diane simplemente lo veía divertida y King estaba que echaba humo por las orejas.

—¿Ahora qué pasa, corazón?

King suspiró. Si guerra quiere, guerra tendrá.

—Sígueme provocando y no saldrás ilesa de esto.

Eso se supone que debió de haberse escuchado firme y de dar miedo. Pero, Diane pensó que se escuchaba realmente sensual. Al parecer se descubrió a si misma pensando que su esposo, cuando mostraba una faceta firme, le parecía muy ardiente.

—Ah, el señor Fairy ya se enojó. Yo solo estaba divirtiéndome.—La sonrisita de diversión no se borraba de su rostro.

—No estoy enojado.—Sin liberarla aún, King se acercó al oído de Diane — Estoy caliente.

—Oh.—Finalmente el objetivo de la ojivioleta se había cumplido. Y un enorme sonrojo cubrió toda su cara, y King vio eso como una oportunidad para contratacar.

Mordió un poco el lóbulo, mientras sus labios comenzaron a recorrer la mandíbula de su esposa, después llegó al cuello y le depositó un pequeño beso mojado. Diane se sentía morir, en el buen sentido.

—King…

—Shh… Ahora es mi turno, madame.

King comenzó a besar un poco más el cuello desnudo de su mujer. Diane se sentía desfallecer con cada beso que recibía. A veces, King adoptaba esa faceta, normalmente era ella la "activa". Sin embargo, había ocasiones en las que a King le tocaba ese papel.

Harlequin comenzó a descender poco a poco, llegando hasta la clavícula. Seguía repartiendo besos a diestra y siniestra. Diane se sentía en las nubes, trataba de no hacer mucho ruido, porque si gemía la magia de ese momento iba a romperse ya no sería nada "tierno y tranquilo".

—Ki…King.

Rápidamente King la puso contra la pared, sin soltar sus muñecas, sin hacerle el menor daño posible. Los brazos de ella los puso arriba de su cabeza, mientras que la mano libre de King la tomaba de la cintura. Eso era lo que a Diane más le gustaba, y él lo sabía.

—King…—Los ojos de Diane se habían abierto de par en par nada más para encontrarse muy de cerca el rostro de su marido. Vio, directamente, los ojos del castaño, los cuales estaban muy oscuros, perdiendo el tono claro que le caracterizaba.

—Diane, Diane. Esto era lo que querías, ¿no?

—Eh, ah…—Comenzó a reír nerviosamente, la fémina. Ese tono de voz lo conocía bien. Volteó el rostro, avergonzada, pero, internamente quería que algo así sucediera.

—Ay, Diane.—King la soltó, quitando su mano de la cintura de Diane. Ella curiosa lo seguía observando—si querías eso, podrías haberlo dicho. No tenías que recurrir a las provocaciones.

Diane solo infló sus mejillas. Es por eso mismo que hizo lo que hizo. Quería que King mostrara su faceta atrevida, sin necesidad de estar en el coito.

Y, es que King, mostraba dos facetas: la primera era una avergonzada, siempre que empezaban con los juegos previos a, ella era la que siempre empezaba, ya que él es bastante vergonzoso. Pero ya cuando estaban en eso, el se portaba como lo estaba haciendo ahora. Y, la segunda era esta, cuando el se comporta desvergonzadamente antes de hacerlo.

Diane solo quería, por una vez, que el empezara.

—Es que, King ¿Quieres saber exactamente porque te provoqué para que hicieras esto?

—Si, te escucho.

"¿Acaso había algo oculto?"

—Lo hice para que tú fueras el que empezara esto. Ya que siempre te avergüenzas cuando estamos en ello, Hasta que lo hacemos, te desinhibes. Y, realmente te quería veré así, no quiero ser yo la que siempre comience. A veces, quiero que lo seas tú.

Los ojos de Diane se encontraban opacos y su ceño lo tenía fruncido. King en ese momento se sintió muy idiota.

—Diane… perdón, lamento que hayas tenido que recurrir a eso. Pero te prometo que trataré de tomar más la iniciativa, ¿sí?—King realmente se sentía un idiota, y la culpa lo comenzó a matar. Hasta que sintió como uno delgados brazos le rodeaban la cintura.

—Tranquilo, puede que en esto sea muy exigente. Pero, puedes tomarte el tiempo que tú quieras. No te sientas presionado, ¿sí?

Al ver el rostro de Diane, King se dijo así mismo que no la volvería a hacerla sentir mal. La amaba demasiado.

—De acuerdo.

—Ahora si quieres, podemos ir a descansar por el momento y ya después…—Pero aquella frase quedó incompleta en la boca de Diane al sentir unos labios aprisionando los suyos.

"¿King?"

—Diane… Quiero hacerlo. —Habló King, segundo después de romper el beso.— Ahora yo comenzaré.

En la mirada del castaño se notaba que había tomado una decisión y nada ni nadie podría quitarse la de la cabeza.

Diane solamente sonrió, acariciando la mejilla de King.

—Adelante.

Y, así empezó.

King besó lentamente la boca de la castaña, deleitándose con el sabor de ella. Ambos aún tenían el sabor a sushi de a cena, pero poco les importaba.

King la volvió a poner contra la pared, y posó, ahora, sus manos en la pequeña cintura de su esposa. Diane posó los sus brazos en el cuello de él, intensificando más el beso. Después, una lengua intrusa, estaba presionando los dientes de Diane en el proceso, y ésta le dio entraba. El beso tomó más intensidad. Hasta que King lo rompió, unos segundos después.

Harlequin, después de ese beso, decidió, ahora, descender por la nívea de su mujer. Primero la mandíbula, haciéndole cosquillas a Diane con pequeños besos dados con infinita ternura. Después, llegó al cuello. Trataba de no dejare marcas, ya que si las descubrían en su trabajo, la regañarían fuertemente. Así que solamente se limitó a besarla lentamente sin presionar mucho.

Finalmente descendió hasta la clavícula, la zona Donde Diane era muy sensible. Empezó con pequeños besitos. Esto a Diane le parecía más tierno que excitante, pero no se quejaba.

Diane, Amaba como era Harlequin en ese sentido, tan lindo y tierno, pero con un toque sensual, simplemente, tan propio de él. Se amaban sin prisa, y con ternura.

—King…

—¿Hmm?

—Te amo.

—Y, yo te amo a ti.

El corazón de Diane saltó de felicidad al oírlo. Como siempre pasaba cuando King le decía aquellas palabras. Realmente no podía pedir más.

Los besos seguían, hasta que King legó al inicio de sus pechos.

—King, no te detengas.

—No, cariño.

Comenzó a besar esa zona, muy lentamente, torturándola. En parte, King lo hacía como una pequeña venganza, aún. Después sintió, como la pequeña mano de Diane agarraba la suya.

—¿Diane?

—Sé que ahora u eres el del control,, pero me gustaría decirte que quiero que me toques aquí—Señaló sus pechos— Y aquí…— Señaló su zona intima.

El rostro de King se puso rojo. Diane no supo si era por la excitación o por vergüenza, pero ambas facetas le encantaban.

—Como ordenes, madame.

La gran mano de King se posó en un pecho, provocando que Diane soltara un pequeño gemido, lo cual provocó que el pantalón de King se sintiera muy apretado.

Comenzó a acariciarlo y a apretarlo sin hacer mucha fuerza. Le sorprendía, todavía, cuan grandes eran. Pero no se quejaba.

—King…—Diane lo veía con un enorme sonrojo en su rostro, a lo cual aquello le pareció sumamente adorable.

—Mi hermosa Diane.—Soltando su pecho, las dos manos de King tomaron el rostro de la fémina y, con ambos pulgares, lo acarició, como si se tratase de una muñeca de porcelana Tan linda pero delicada.

—King…

—Diane…

Las manos de King comenzaron por descender del rostro de ella, hasta sus hombros. Sus largos dedos quedaron suspendidos en la fina tela de la blusa, esperando por una aprobación de Diane. King realmente quería tomarse su tiempo.

—Adelante.

Sin esperar más quitó poco a poco los botones restantes y la blusa, finalmente, cayó.

Aquello que veía King era la más hermosa obra de arte. Y lo mejor que solo era para él.

"Oh, creo que ahora es mi turno, juego dirá que no estamos en las mismas condiciones"

Diane no le quitaba la vista a él, y menos ahora cuando él mismo se iba desabotonando su camisa. Y, cuando llegó al último botón, Diane de verdad que quería arrancársela de una buena vez.

—Lo hago lento nada más para hacerte enojar—King le sacó la lengua, infantilmente. Diane solamente infló sus mejillas, cual niña regañada.

—Tonto.

Cuando terminó, el bien trabajado cuerpo de King se vio al descubierto, sacando un suspiro de los labios de Diane. Ella aún seguía sorprendiéndole como es que lograba tener ese cuerpo de infarto.

Diane lo abrazó, quería tenerlo lo más cerca de ella posible. King solamente la envolvió en sus fuertes brazos, ella se sentía tan protegida en ellos y sentía todo le amor que él le tenía a ella.

De pronto, sintió como unas manos curiosas ascendían hacia lo que parecía ser, el broche de su sujetador. Diane simplemente escondió su cabeza en el pecho de él. Extrañamente ahora era ella la que estaba avergonzada, como si esa fuera la primera vez que lo iban a hacer. Aquello a King se le hacía de lo más lindo.

Finalmente, gracias a la práctica, desabrochó el sujetador y Diane solamente se lo quitó y lo aventó por ahí. Sin embargo, ella siguió enterrando su cabeza en el pecho de King.

—¿Diane? ¿Qué sucede?

—Na…Nada. Es que, me gusta estar así.—Diane apretó más el agarre, haciendo que su pechos presionaran el torso desnudo de King, provocando que éste soltara un ruidito pequeño.

"Lindo"

—Diane…

Diane se separó de él, y, viéndolo fijamente, se paró de puntitas y lo besó. Pero esta vez no tan tierno, como hace unos momentos. Era un beso apasionado, en donde los brazos de ella se encontraban rodeando el cuello de King. El agarró sus piernas en el proceso y las enredó en la cintura varonil.

King se sentía en las nubes, con semejante belleza comiéndosela.

—Ki…King… La habitación… —Apenas podía pronunciar Diane de tanta excitación que sentía ahora mismo.

Y, sin decir nada más, King subió las escaleras con Diane aún en sus brazos, mientras ella besaba el cuello del castaño.

Al llegar a la habitación, King la recostó delicadamente en el colchón, mientras él se mantenía arriba de ella.

—King… bésame.

King solamente obedeció, se supone que el tendría el control, pero no le importaba. La iba besando, pero ahora, lento, de nuevo, provocando en Diane muchas emociones. Después, de varios minutos de besos. King fue descendiendo por todo el cuerpo de su esposa. Dejando besos húmedos en la barbilla, cuelo, clavícula hasta sus pechos.

Ahí fue cuando se detuvo, los observó unos cuantos segundos, y, antes de que Diane pudiera reclamar, los besó. Primero con el derecho, lo besó tan lento, que Diane se sentía desfallecer, hasta que usó su lengua para darle un lametón, provocando que un gemido escapara de los labios de la castaña. Después, King, fue hacia el otro, el que también reclamaba atención, mientras, con una mano libre, masajeaba el que había besado con anterioridad.

Diane parecía retorcerse en la cama por la gran excitación que sentía y, la infinita ternura que tenía su esposo con ella.

Después de un tiempo, King bajó todavía más, hasta el vientre de ella, dejando más besos con una lentitud mortificante, mordisqueando de paso el pequeño ombligo de Diane. A lo cual, soltó otro gemido.

Poco a poco siguió bajando, hasta que se encontró con el molesto pantalón de su mujer. King subió la mirada, nada más para encontrarse con la desesperada de Diane, pidiéndole a gritos silenciosos que se lo quitara.

King lo bajó hasta que lo aventó al suelo. Diane, en una distracción le quito a él, el suyo. La virilidad de él se hizo ver.

Realmente estaba más que deseoso de entrar en ella de una vez, pero quería hacerla disfrutar primero.

King vio que el calzón de Diane estaba bastante mojado. Así que procedió a quitarlo, lentamente, para el colmo de Diane. Cuando lo quitó, lo aventó, y procedió a hacer de las suyas.

Bajó su rostro, y sin esperar más le dio un pequeño lametón a esa zona, a lo cual Diane solamente le jaló los cabellos. A King eso le dolió un poco, pero no diría nada, ya que pudo deleitarse con otro de sus gemidos.

Después, tomó las manos de Diane, gentilmente, para poder erguirse un poco. Diane solo lo veía esperando, impaciente, hasta que sintió un dedo posarse en aquella zona tan sensible. Diane se sentía en el cielo en ese momento, y es que King lo hacía con una delicadeza, que la dejaba sin palabras.

Lo amaba en sobremanera.

Rato después, él se quitó sus bóxers, hasta que Diane pudo vislumbrar la erección que ya presentaba King.

—Diane… Luego será tu turno de jugar conmigo.

—Te prometo que no te arrepentirás. Mon chérie

Entre besos y caricias se amaron aquella noche. Las palabras sobraban en ese instante, con ambos probando el cuerpo del otro.

El amor que se tenían era inmenso.

Pero a ambos se les olvidó un pequeño detalle.

Un acuerdo al cual habían llegado la noche pasada.

Pero bueno, tal vez lo recuerden cuando vean el bote de la basura vacío.

(…)

Bueno, aquí el capítulo 5.

De verdad que me fue bastante difícil describir las escenas. De verdad que nunca he escrito algo de lime, pero echando a perder se aprende xd.

Espero que les haya gustado.

Acepto críticas CONSTRUCTIVAS, ya que esta es mi primera vez escribiendo lime.

De verdad, si algo no les pareció coherente o cualquier cosa, no duden en decirme, ya que esto me ayudaría mucho para un futuro, si es que vuelvo a escribir escenas eróticas.

Bueno, entonces, nos vemos en el próximo capítulo.

uwu