6

A la mañana siguiente…

Diane se encontraba vistiéndose para ir a trabajar, después de que le costara enormemente levantarse, ya que su esposo la tenía presa en sus brazos.

Un recuerdo de la noche anterior apareció ante ella, a lo cual Diane solamente tapó su rostro con su cabello aún suelto.

—Diane, ¿sucede algo?—Preguntó King, quien iba saliendo del baño, después de tomarse una relajante ducha.

Diane se sobresaltó, y, roja, le contestó.

—S-si, solo me acordé de lo que pasó anoche, es todo. —Su rostro aún seguía rojo, y Diane solamente lo miraba de reojo.

King, por su parte, solo la miró dulcemente, para, después, tomarla entre sus brazos, por detrás de ella.

—¿Sabes? Eres muy tierna cuando te pones así de avergonzada.—King le habló, casi susurró, a su oreja, el corazón de Diane simplemente latía desenfrenadamente.

—Tonto.

King solamente rio. Le dio un pequeño beso detrás del oído, y se alejó silbando como si nada, para después irse a arreglar. El rostro de la castaña ardía, pero se dio unos golpecitos para recobrar la compostura. Después se la iba a cobrar.

Diane, minutos después, estaba casi lista, solamente faltaba desayunar y ya. Aunque debía esperar a su marido, ya que siempre la llevaba al trabajo, salvo unas excepciones, cuando realmente no podía.

—King, ¿ya estás?—Preguntó Diane, dándose la vuelta para verlo buscando algo debajo de la cama.

—Ah, espera, no encuentro mis zapatos—King estiraba un brazo para ver si ahí podía verlos, pero nada.

"¿Dónde los habré dejado?"

—A ver, te ayudo.

Diane comenzó a buscar por la habitación, hasta que por fin los encontró, en una esquina del cuarto.

— ¡Listo! ¡Ya los encontré!

King, rápidamente, se levantó de un salto para ver a su esposa con un par de zapatos negros en sus manos. Realmente pudo respirar aliviado.

—Muchas gracias, amor. —Le dio un pequeño beso en la mejilla, Diane solamente le sonrió, diciéndole que no era nada, pero que tuviera más cuidado en donde los dejaba.

Finalmente, ambos estaban casi preparados para ir a sus respectivos trabajos. Simplemente bajaban a desayunar y listo.

—Bueno, King, voy bajando para empezar a preparar el desayuno, me toca hoy —Diane le sonrió alegre. King deseaba que esa sonrisa le durara toda la vida.

—Claro, solo arreglo un poco mi cabello y bajo.

—Muy bien.—Diane salió de la habitación, mientras King iba al baño que tenían en la habitación.

"Estúpido cabello, no se deja"

Pensaba King cuando estaba arreglándose, realmente sentía que su cabello era un desastre a comparación del de Diane. Y, ya, minutos después de una lucha incesante con su cabello, finalmente pudo acomodarlo. Ya estaba cerrando el frasco de gel, y guardándolo en su respectivo lugar, cando accidentalmente, su brazo tiró un rastrillo. Lo levantó del suelo y enjuagó por posibles bacterias. Sin embargo, se fijó que ya estaba bastante oxidado, así que mejor lo tiró al bote a un lado suyo, después compraría otro nuevo.

Después de eso, cerró la puerta del baño, para salir de la habitación y cerrarla, igualmente. Al bajar las escaleras, el inconfundible olor del arroz frito le llegó a sus fosas nasales, provocando que su estómago rugiera aclamando por comida.

"Huele delicioso"

—Diane, ya terminé.

La castaña se dio la vuelta con una cuchara en mano y un pequeño delantal rosado, para no mancharse el traje que llevaba puesto y, sonriéndole, le indicó al ojimiel que se sentara.

—Realmente huele delicioso, amor.

—Pues, espero que te guste cuando lo pruebes.—Dicho esto, le sirvió un plato lleno de arroz frito con huevo, verduras carne, y de bebida un jugo de arándano.

Después, Diane se quitó el delantal, se sirvió su respectiva porción y se sentó en la mesa para acompañar a King.

—Bueno, ¡Pues, buen provecho!

—Buen provecho.

Al primer bocado, King se sentía en el cielo, realmente le encantaba cada comida que hacia su bella esposa.

—¡Está delicioso! Diane, hoy te luciste. Realmente amo tu comida, jamás me cansaré de probarla.

—Me alegra escuchar eso, King. Qué bueno que te gustó.—Decía Diane con una sonrisa de satisfacción. Se sentía orgullosa de sí misma, que bueno que nunca se dio por vencida en el arte de la cocina.

—Aunque, antes era mala para cocinar.

"Qué bueno que pude conocerte"

Diane recordaba cuando quiso preparar un platillo, que exactamente era ese el que estaban degustando. Recordaba cuando en vez de sal, le echó muchísima pimienta y King, que era su conejillo de pruebas, casi se ahogaba por aquello.

En ese entonces ambos todavía no eran pareja. Pero, mucho tiempo después, cuando Diane se enteró de sus nuevos sentimientos, los cuales comenzaron a florecer por él, es que se dio a la tarea de mejorar su modo de cocinar, y lo hizo, a tal punto de ser realmente reconocida por su familia y amigos.

Realmente King fue el causante de semejante cambio.

—Pero ahora, eres asombrosa. De verdad, Ahora me pregunto ¿Por qué no te hiciste chef?

Diane solamente frunció el ceño, la idea nunca le pareció nada atractiva.

—No sé. Tal vez no me veía a futuro con un restaurante propio.

—Entiendo, más bien lo veías como un pasatiempo, ¿no?

—Sip.

—Bueno, no tiene nada de malo.—King, le regaló una sonrisa, realmente él tampoco la veía como chef de un gran restaurante.

Y, sin más, ambos terminaron su desayuno, con tranquilidad. Diane llevó los platos, pero revisó primero la hora. Eran las 8 de la mañana en punto, aunque daba algo de tiempo antes de las 9, así que podía encargarse de lo platos sin contratiempos. King, mientras tanto, recogía la mesa tranquilamente.

Ambos, al terminar, siendo ya las 8:20, se quedaron un rato en el sillón de la sala. Diane estaba recargada en el hombro de King, cómodamente. Todavía les quedaba tiempo, así que lo pasaron un rato en silencio.

Cada uno estaba en sus pensamientos, pero, disfrutando del otro. Hasta que, repentinamente, King sintió algo húmedo, pero suave, tocar su mandíbula.

—¿Huh? —Volteó a ver a su esposa, la cual estaba con el rostro muy cerca de él, sonriéndole como cuando hace una de sus jugarretas. King solamente la observó unos segundos, y consiguiente, le devolvió el beso, pero esta vez en los suaves labios de la de coletas, tomándola por sorpresa, con esa rapidez característica de él.

Ambos disfrutaban aquel beso, el cual comenzó a intensificarse más cuando King se volteó mejor para con ella y la tomó de las caderas, Diane, mientras, rodeaba el cuello de King con sus brazos.

Segundos después, ambos se separaron, algo agitados por aquello, pero con una enorme sonrisa en sus rostros.

—Te quiero, King.

—Yo también te quiero, Diane.

King subió una mano suya al rostro de la ojivioleta para, posteriormente, acariciarlo delicadamente. Realmente, Diane adoraba que hiciera eso.

Así estuvieron un rato, King acariciando el rostro de su esposa y Diane tomando pequeños mechones de cabello de King y jugando con ellos, ya que se había despeinado un poco, pero no se veía mal.

Tiempo después, King volteó a ver su reloj, solo para darse cuenta de que faltaban veinte minutos para la hora de entrada de ambos. Así que, ambos, se apresuraron a tomar sus cosas y salieron de la casa, cerrándola con llave.

Ambos, ya dentro del auto, se dispusieron a partir a sus labores diarios.

"Ay, como me gustaría formar una familia contigo. Me encantaría ver un mini tú correteando por la casa"

Esos pensamientos inundaron la cabeza de la castaña, ya cuando iban a medio camino de llegar. Diane miraba de reojo el perfil de su marido.

"Tan guapo"

Eso pensaba, mientras una sonrisita se formaba en sus pequeños labios.

King, en un semáforo en rojo, volteo a verla, al sentir una mirada sobre él.

—¿Sucede algo?

—Debería ser delito ser tan guapo ¿Sabes?

—¿Qué?—King solamente se rio de aquello, a veces Diane decía cada cosa.

—De verdad, eres realmente guapo. Pero, lo bueno que eres solo mío.

—Por supuesto. Solo tuyo.—El castaño se acercó a ella para robarle un pequeño beso, para después tomar el volante y seguir su camino, ya que se había puesto en verde. Diane solo lo veía fascinada.

"Me saqué la lotería, realmente"

Unas calles después, llegaron al trabajo de Diane. Ésta se despidió de King, acordando que se verían a la hora de la salida, como siempre. King se despidió, y, al verla entrar, condujo directo a su trabajo.

Vaya que aquel día ameritaba ser bastante pacífico…

… excepto por una pequeña cosita, la cual, ambos no tuvieron en cuenta anoche. Pero, en fin, uno de los dos tendrá que acordarse.

...

King iba tranquilo, directo a su trabajo, acababa de recordar que tenía bastante papeleo que hacer, pero esperaba terminar lo más rápido posible, para llegar a tiempo a recoger a Diane.

En eso, ya casi llegando, un pensamiento asaltó su mente.

"¿Si tiramos la basura esta mañana?"

Pensó y pensó, hasta que lo recordó.

—No, no lo hicimos, y hoy me tocaba, bueno lo haré en la noche, ya que.

King se puso a divagar que botes de basura estaban llenos, para ver a cuales habría que vaciar. Ya había llegado a su destino, estacionó el carro y bajo de él después de apagarlo.

"Ahora que lo pienso, y hablando de basura que tirar…"

"Ayer, nosotros no…"

—¡Harlequin!

—¿Mm?—Al voltear se encontró con una melena rosada, la cual reconoció—Ah, hola, Ende.

—Harlequin, ¿listo para empezar el día? Porque yo si, al cien por ciento.

—Claro. Vamos, vamos. No hay que quedarnos tanto afuera, que luego no regañan.

King la tomó un poco del hombro, empujándola levemente para que entrara ella primero.

—S-si—sus mejillas se llenaron de rubor al sentir la mano de King.

Después de eso, ambos entraron y King, olvidó completamente lo que estaba recordando hace unos instantes.

(…)

Hasta aquí el capítulo 6.

Espero que les haya gustado.

La verdad, planeaba que ambos lo recordaran en este capítulo, pero decidí mejor, dejarlo en suspenso. Aunque, algunos ya sabrán que fue lo que se les olvidó…

Oh, además, esto apenas está empezando, ¡un personaje nuevo ha sido desbloqueado…!

Bueno, sin más, nos vemos en la próxima actualización.

uwu