9

Diane se encontraba durmiendo plácidamente entre unos fuertes brazos que la envolvían con ternura.

Se removió un poco para acomodarse en el pecho de King. El castaño, aún dormido, la acomodó en sus brazos.

Agradecía que ese día fuera su descanso, sin embargo, recordó que no lo era para King.

La castaña abrió sus ojos enormemente, y, preocupada observó la hora en el reloj a su lado, el cual indicaba que eran apenas las 7:30 de la mañana. De cualquier forma debía despertar a King.

Pasados unos minutos, Diane seguía en la misma posición con su esposo. Realmente no quería que el fuera a trabajar y quedarse los dos en la cama todo el día. Pero sería muy egoísta de su parte y hacer que King pierda un día de trabajo…

Entonces, con todo el dolor del mundo se dispuso a despertar al castaño.

—King… King…—El ojimiel solamente se removió un poco y se dio la vuelta en la cama, dándole la espalda a Diane. Ella simplemente suspiró, era un caos poder despertarlo, pero el tiempo se acortaba.

— ¡HARLEQUIN! ¡ES HORA DE LEVANTARSE!

Agarró las cobijas que lo cubrían y las jaló fuertemente.

King, solamente se levantó lentamente cuando el frío le dio directo a su cuerpo desnudo.

— ¿Mm? ¿Diane? —volteó a verla mientras se tallaba sus ojos para quitarse el sueño restante.

—King, levántate ya o se te hará tarde para ir al trabajo…

Eso pareció prender un foco en la cabeza del castaño, el cual se fijó en el reloj detrás de Diane y maldijo mentalmente. Se le estaba haciendo tarde. Así que, rápidamente, se levantó de la cama, aunque aún con pesadez y fue a arreglase.

Diane solamente lo miraba ir de un lado a otro por la habitación, justo como Dios lo trajo al mundo. Se mordió el labio al observar el bien formado trasero de su esposo, y sin evitarlo le dio una pequeña nalgada cuando King se acercó a la cama a buscar sus sandalias.

King solo la miró, fingiendo indignación. Mientras tanto Diane aguantaba una carcajada. Pero no se esperó que el la tomara del brazo y la jalara contra sí mismo para plantarle un enorme beso en sus labios. Eso la tomó realmente por sorpresa, tanto que apenas reaccionó cuando King se separó de ella, y, con una sonrisa triunfante, se dirigió al baño.

Diane solo vio cómo se metía al baño con una toalla colgando en uno de sus hombros.

Despeinada y desnuda, Diane se levantó de la cama, solo se puso una bata encima y bajó a la cocina a prepararle el desayuno y de paso el lonche a su marido.

King iba de camino a su trabajo, una vez hubo terminado su desayuno. Diane se despidió de él con un corto beso en la boca, ya que sabía que lo a atrasar más si continuaban así.

El castaño estaba rebosante de felicidad, y todo su ser transmitía una vibra brillante. Pero es que no podía evitarlo, se sentía en las nubes al saber que, tal vez, pronto se pudiera convertir en padre. Sin embargo, debía esperar cierto tiempo hasta ver que Diane estuviera embarazada. Pero, no le importaba esperar.

Hasta que estacionó su carro en el estacionamiento de la empresa, pudo divisar una verdosa cabellera salir de un auto cercano al suyo. King salió y se acercó a él.

—Hey, Hellbram, buenos días.

—Oh, buen día, King—Helbram podía ver perfectamente la enorme vibra que desprendía su compañero, la cual sentía que casi lo cegaba, como si King brillara como el mismo sol. —Hoy pareces más animado que de costumbre ¿Se puede saber la razón?

Al escuchar eso, King se sonrojó levemente, pero contestó con un brillo en su mirada.

—Bueno, lo que sucede es que probablemente me convierta en padre en un tiempo.

Comenzó diciendo mientras caminaban para la entrada.

—Oh, vaya ¡Eso es muy bueno, King! Conque finalmente decidieron dar ese paso, ¿eh?

King solamente sonrió, viendo al que se convirtió, en poco tiempo, su mejor amigo.

—De verdad que me alegro por ti.

—Gracias, aunque la verdad, estoy un poco asustado…—Aquello lo dijo en un susurro. Helbram lo entendía, ya que sintió lo mismo con su esposa, cuando ambos decidieron tener un bebé. El peliverde posó una mano en el hombro de King, como dándole ánimos con ese gesto. —Tranquilo, además, cualquier cosa, sabes que puedes contar conmigo.

King lo miró y sonrió. Realmente estaba agradecido con él.

Ahora que lo pensaba, hace tiempo que no hablaba con sus amigos de la preparatoria. Se preguntaba como estarán. Quizás después los llame.

Finalmente King y Helbram estaban sentados en sus puestos, listos para seguir con sus labores, hasta que una voz se hizo escuchar.

Helbram solamente puso los ojos en blanco cuando vio de quien se trataba. Se compadeció de su amigo cuando vio a esa persona llegar al lugar de King.

—Harlequin, buenos días.

Silencio.

King no profirió sonido alguno, siguió trabajando en lo que estaba.

La pelirosada solo se le quedó viendo, aun parada a su lado, esperando respuesta.

Se aclaró la garganta y volvió a repetir sus palabras.

—Bueno días, Harlequin.

De nuevo, silencio.

Helbram veía la escena aguantando la risa. Él sabía de los sentimientos de Ende hacia su amigo, se le hacía tan idiota de su parte tratar de tener algo con él, a sabiendas que era casado… A menos que ella nunca se hubiera percatado de eso. A veces podía ser tan tonta. Realmente a Helbram le caía mal esa mujer, aparentando algo que no era.

King, por su parte, continuaba escribiendo en la computadora, sin apartar la vista de la pantalla.

Ende, molesta, volteó su rostro a un lado, solamente para encontrarse con la cara burlona de Helbram. Aquello la enojó más.

—Helbram, ¿no deberías de estar trabajando?

—Ah, en un momento lo haré. Ah, oye, ¿tú no deberías, también, hacer tus labores en vez de molestar a Harlequin? ¿No ves, acaso, lo ocupado que está?

Esas palabras enfurecieron aún más a Ende, si es que era posible. Y, dedicándole una mirada de odio a Helbram, se fue sin decir nada más.

—Que molesta. —Dijo en un susurro, viendo de reojo como King sonreía levemente. El castaño se detuvo un momento y volteó a ver a Helbram, para decirle un gracias silencioso. El peliverde solo asintió y ambos continuaron con lo suyo.

—Estúpido Helbram, siempre me molesta ¡No lo soporto!

Ende parecía que echaba humo por las orejas.

Se encontraba en el baño viendo el gran espejo que descansaba en la pared del baño. La pelirosada se miró fijamente el rostro, el cual aún seguía con el ceño fruncido, más que nada por la frustración que sentía porque King no le presto la atención que quería en ese momento.

"Bueno, debí de haberlo previsto, no me iba a volver a hablar después del numerito que le hice- Pero aún me parece impensable que King no esté interesado en mi"

—Creo que soy lo suficientemente bonita como para que su dichosa esposa se sienta inferior a mí.

Decía esto con veneno en sus palabras. Ende quería con todas sus fuerzas tener a King solo para ella. Si eso significaba arruinar su matrimonio, no le importaba. Podía demostrar que era mejor mujer que ella.

Simplemente, con solo pensar en las grandes y masculinas manos de King recorrerla completa mientras la besaba desenfrenadamente, la excitaba de maneras inimaginables. Soñaba con poder tener a aquel hermoso hombre amarrado a la cama y no salir en un buen rato de la habitación hasta satisfacerse toda y poder disfrutar en plenitud el cuerpo de Harlequin.

Cuando menos se dio cuenta, Ende se sintió húmeda, rápidamente y, sin importarle estar ahí, se metió a un cubículo de los baños y comenzó a tocarse, como todos los días lo hacía cuando pensaba en Harlequin.

Se tocaba y acariciaba imaginando que él se lo hacía, imaginando que el recorría y tocaba sus senos sensualmente, para después proceder a penetrarla con sus largos dedos, provocando gemidos de placer a diestra y siniestra.

Ende, ahora mismo, tenía un enorme sonrojo y una expresión de placer grabada en su rostro.

Ella, definitivamente, iba a obtener el cuerpo y, de paso, el amor de King.

Haría que la amara y la hiciera suya al mismo tiempo. Pero para eso debía de pensar en algo para deshacerse de la mujer del de ojos miel…

Unas horas después, King se encontraba estirándose en su lugar. Había sido agotador, su jefe realmente no tenía piedad a la hora de dejarles un montón de documento a revisar y realizar programas en la computadora para la empresa. Sin embargo, era un buen jefe, realmente Gloxinia no le caía mal, pero a veces tenía un temperamento que ni el mismo pelirrojo se aguantaba.

Helbram se estiraba igualmente, soltando un bostezo en el proceso. Ya quería llegar a casa y estar con su familia.

—¿Listo para irnos?

King volteó a verlo y, con una sonrisa cansada contestó afirmativamente.

Ambos, ya en el estacionamiento, se despidieron. Realmente aquella plática con Helbram lo animó bastante.

King se encontraba de espaldas, aun parado a un lado de la puerta del piloto, contestando un mensaje. Era Diane preguntando que querría para cenar, a lo cual él contestó, jugando, que le gustaría probar su dulce piel nívea. King se reía cuando leyó la respuesta de su esposa, fingiendo enojo y que ya le dijera que era lo que quería de cena.

Realmente, a King le encantaba hacerla enojar así, era tan sencillo…

Justo, cuando mandó el último mensaje, diciendo que ya se iba para la casa, sintió como sujetaban del traje y, un horrible olor de exageradas cantidades de perfume, le hizo sentir unas náuseas tremendas.

"Mierda, Ende ¿Ahora que querrá?"

—Hola, Harlequin.—Habló como si nada, aun tomándolo del traje. Eso a King comenzaba a irritarle.

—Ende, ¿podrías soltarme por favor? Estas arrugando mi traje.

—Oh, qué bueno escuchar tu voz, ya que en la mañana no me dirigiste la palabra para nada.—Trataba de no sonar tan molesta, pero le fue casi imposible hacerlo.

—¿Acaso olvidaste lo que sucedió la otra vez?

—Oh, hablas de esa vez, cuando hablé mal de tu esposa, ¿no? Bueno, quería pedirte una disculpa por mi comportamiento. No debí de tratarte así, ni de decir esas sandeces de ella. —Ende lo soltó, finalmente, y bajó su cabeza, apenada. King solamente la miró con una ceja alzada. Realmente no sentía que ella se estuviera disculpando de verdad.

—¿Enserio?

—¡Enserio! Seré más amable contigo la próxima vez—le sonrió, mostrándole una mirada de completa pureza. King, esta vez, pensó que realmente Ende estaba apenada por lo que hizo. Pero, una extraña sensación lo invadía, al ver esos ojos rojos.

—Bueno. Si eso dices, de acuerdo. Pero no esperes a que te siga hablando normal, como antes. Ahora, si me permites…—Dispuesto a subirse al carro, porque Ende ya lo estaba hartando, sintió de pronto como lo tomaban del brazo, quedando a medias metido en el auto.

—Espera, Harlequin. Realmente me siento culpable por mi anterior comportamiento y, estaba pensando en compensártelo con algo. Como invitarte a un café o algo.

—Lo siento, pero alguien me espera en casa.

"Claro, tu tonta esposa"

—Pe…Pero… Realmente quiero que vayamos a tomar algo, como disculpa.

—Y, como he dicho, ya me están esperando. Así que si me disculpas…— King tomó su brazo y la empujó, sin hacer daño, lejos de él.

Se metió rápido al coche y cerró la puerta en las narices de Ende. Finalmente, sin darle oportunidad de hacer o decir algo para retenerlo.

—Bueno, adiós, Ende.

Y arrancó, lejos de la pelirosada.

La de ojos rojos estaba roja de indignación. Creía que su plan funcionaría, pero todo se fue al caño, viendo que King era realmente fiel.

Así que, mejor se fue a su departamento, llenándose de ideas en el camino.

—Diane, ya estoy en casa.

Habló King, una vez llegó a su hogar. Estaba realmente ansioso por ver a su esposa y abrazarla, ya que su estrés era grande en ese momento, por culpa de su molesta compañera.

Diane apareció por el umbral de la sala, vistiendo una de las camisas de King que le llegaban a medio muslo.

—Bienvenido, amor ¿Qué tal te fue?

King, la miró unos segundos. Para después toser un poco y contestarle correctamente.

—Bien, un poco estresado porque mi jefe no conoce la piedad. —Rio un poco. Diane se acercó a su esposo y le dio un abrazo, sabiendo que eso siempre funcionaba cuando estaba estresado.

—Bueno, al menos no te ves tan mal.

—Eso es bueno, creo…

Diane solo rio, para separarse a los segundos y comentar que la cena estaba lista.

Ambos, se acomodaron en sus respectivos lugares y disfrutaron de la comida servida por la ojivioleta.

Aquellos momentos de tranquilidad eran realmente lo más relajante para King.

Y, realmente esperaba que fuera así siempre.

(…)

Y hasta aquí el capítulo nueve.

Al parecer Ende va a seguir jodiendo la vida de King hasta conseguir lo que quiere. Esto podría traer problemas a futuro…

Sería bastante malo que algo feo sucediera cuando Diane se embarace…

Pero quien sabe cómo vaya esto…

En fin… Espero que les haya gustado.

Nos vemos en la próxima actualización.

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