10

Una mujer, de 27 años, estaba mirándose en el espejo de su cuarto fijamente.

—No lo entiendo.

Ende se miraba minuciosamente su rostro, como tratando de encontrarle alguna imperfección. Frunció el ceño cuando recordó como King la había rechazado anteriormente. No entendía cómo podía rechazar a una bella mujer como ella.

Pensó, que, hasta no ver la cara de esa dichosa mujer, empezaría a mover sus cartas…

Varios días pasaron, normal.

King y Diane se la pasaban trabajando arduamente, yendo de un lado a otro, a tal punto de llegar sumamente agotados de trabajo. Aunque eso no significaba que no pudieran disfrutarse mutuamente. Diane, en especial, se sentía plenamente feliz, ya soñaba con tener a un pequeño niño entre sus brazos, para cuidarlo y protegerlo, junto a su padre.

En una habitación que tenían sola, la comenzaron a remodelar para su futuro hijo. Aun sin estar seguros de que Diane estuviera en cinta, pero querían estar más que precavidos.

Compraron todo tipo de cosas para el bebé. Pintaron el cuarto de blanco, y Diane se dedicó a dibujar figuritas en las paredes de la habitación.

King, detrás de ella, procurando que no se cayera de la escalera, le tomaba fotos a su mujer. Le gustaba verla así de feliz. Soltó una risita cuando vio como Diane se pintaba accidentalmente la cara con la brocha que llevaba en su mano. Ella solo le sacó la lengua cuando King le mostró la foto tomada. Así siguieron por el resto del día, hasta que, agotados, fueron a dormir.

—Oye, King. Si yo resultara en cinta, me cuidarías mucho, ¿verdad?

Aquello sorprendió un poco a King, sin embargo le respondió naturalmente.

—Claro que sí, amor. No solo a ti, también al bebé.—King le sonrió, para infundirle confianza, ya que vio algo de miedo en el rostro de Diane.

—Eso me reconforta. Muchas gracias, corazón.

King solo se dedicó a estrecharla entre sus brazos, embriagándose del aroma a fresas de su esposa. Sin embargo, King no sabía que Diane ocultaba un miedo más grande, aparte de su futuro hijo…

Hace algunos días, Diane comenzó a sentir una extraña opresión en el pecho, casi lacerante. Sentía como si algo fuera a pasar. Se decía a si misma que sería alguna buena noticia, pero en el fondo de su conciencia, algo le decía que ese presentimiento que tenía no iba a ser muy bueno que digamos.

Pero, Diane procuró disimular sus miedos y, acurrucándose en el pecho de King, se dejó hacer, cerrando os ojos y olvidándose de ese horrible presión que sentía.

"No va a pasar nada, sé que todo irá bien si estamos juntos"

Se dijo a sí misma, Diane, antes de caer rendida en un profundo sueño.

Diane despertó un poco desconcertada, aun recostada en la cama, sin embargo sintió un inmenso frio. Volteó a ver a su lado, encontrándose con la sorpresa de que King no se encontraba ahí con ella. No se le hizo raro, ya que pudo haber ido al baño o simplemente le había dado sed y había ido por un vaso de agua.

Trató de incorporarse de nuevo en la cama, y seguir durmiendo, a que aún era de madrugada. Pero un ruido en la cocina la alertó, se escuchó como si un vaso de vidrio hubiera caído al suelo. Asustada bajó a la cocina, pensando que King no fue muy cuidadoso y podría cortarse con los vidrios.

Y, justo cuando bajó el último escalón, escuchó una voz. Era la voz de King, parecía que hablaba con alguien, así que, acercándose en silencio se limitó a escuchar de qué se trataba. Por un momento sintió una especie de escalofrío recorrer toda su espina dorsal. Extrañada, Diane le quitó importancia y asomó un ojo por el extremo de la pared.

—Shh, no hagamos ruido, mi esposa debe de estar durmiendo ahora mismo.

King se encontraba de espaldas a ella. Al parecer hablaba con alguien, a quien no podía ver bien ya que la espalda de King le tapaba toda la visión.

"¿King? ¿Pero qué hace?"

Pero había un detalle que dejó petrificada a Diane.

King no solo hablaba con alguien más, sino que, parecía ser que agarraba a alguien de las piernas, y si, bajaba más, podía ver como los pantalones de su esposo estaban en el suelo.

Pronto, las lágrimas inundaron sus ojos. No podía creer lo que estaba viendo. No quería creerlo.

—Har…Harlequin. Lo siento, trataré de hacer el menor ruido posible. Pero por favor, no dejes de tocarme. Tus caricias son como una droga para mí.

—Encantado de hacerlo.

Después, se vio con total claridad como King no dejaba de penetrarla una y otra y otra vez.

Diane solamente sentía náuseas al presenciar aquello, quería irse de ahí, pero parecía como si sus pies estuvieran firmemente clavados en el piso.

Tocó su estómago, pensando que así podría controlar sus ganas de vomitar. Pero, sintió algo raro en él. Recorrió sus manos, hasta sentir una forma redonda en su estómago.

"¿Qué? ¿Qué es esto?"

Bajó su mirada, y sus ojos no odian creer lo que veían.

Su estómago, antes plano, había crecido exponencialmente, convirtiéndose en una masa grande y redonda.

Eso solo significaba algo.

"¿Es…Estoy emb…embarazada?"

Lo que más le desconcertaba era que su panza parecía ser de unos seis meses, aproximadamente. Estaba en shock.

—…de… si, oh, si…

"¿Qué?"

Sus pensamientos fueron interrumpidos al escuchar la voz de King. Subió su mirada, una vez más ¿Por qué lo hacía? ¿Por qué seguía ahí? No lo entendía.

—…amo… Te amo, Har… oh… Harlequin

—y yo te amo ti…

Muy bien, eso fue suficiente, Diane ya no podía aguantarlo más. Simplemente su corazón terminó por hacerse pedacitos al escuchar aquellas palabras salir de la boca de King, para alguien más.

Sus lágrimas comenzaron a salir disparadas, sin control alguno, mientras acariciaba su vientre.

Mordía su labio fuertemente hasta hacerlo sangrar para que no escucharan sus sollozos pero estos no dejaban de salir al escuchar cada palabra obscena que salía de a boca de ambos.

Se sentía morir y cada vez más fuerte era su llanto desenfrenado.

—King…

No volteaban, el rostro de la otra mujer no podía verlo con claridad.

—King.

Quería que pararan, y si esto era una pesadilla, quería despertarse lo más pronto posible.

En eso, King volteó a donde se encontraba Diane, aun llorando.

—Oh, pero mira a quien tenemos aquí. Una espectadora ¿no quieres unírtenos? Tengo espacio para otra más.

Diane no contestó, aún estaba aturdida. Realmente quería despertar de eso.

—Vamos, Harlequin ¿Por qué paras? Además está embarazada, ¿Qué placeres podría darte una mujer así? —la mujer, rio para, posteriormente comenzar a besar el cuello de King.

—Para…

—¿Dijiste algo?—Contestó King, medio ido.

—Que pares…

La mujer, sin rostro besaba a King, mientras, él volteó un momento y comenzó a acariciarla.

—¡PARA YA!

Diane dio un brinco, completamente sudada y con lágrimas secas por todo su rostro. Respiraba entrecortadamente el corazón le latía fuerte en el pecho.

—¿Diane? Amor, ¿Qué sucede?—King se incorporó a su lado, ese brusco movimiento le asustó, pero fue más cuando observó el pálido rostro de su esposa.

—¿Diane?

Ella seguía como perdida, hasta que sintió un toque en su hombro que volvió a la realidad. De un momento a otro, se lanzó sobre King, y lo abrazó con todas sus fuerzas. Tenía miedo, mucho miedo.

—Diane, tranquila, aquí estoy.

—Nunca me dejes.

King, desconcertado, solo la arropó entre sus brazos, sobando su espalda para tratar calmarla.

—Nunca lo haré, tranquila ¿Quieres contarme que soñaste?—Diane solo movió su cabeza a los lados, no quería recordarlo.—De acuerdo, no te presionaré. Amor, recuerda, solo fue una pesadilla, ¿si?

—Pero fue tan real…

King estaba preocupado por Diane, nunca la había visto así de asustada. Sin embargo se limitó a abrazarla y acariciar su espalda suavemente, hasta que por fin pudo volver a dormir.

King, cuando vio que su mujer volvía a dormir plácidamente, le dio un beso en la frente, solo para ver como ésta sonreía, inconscientemente.

Antes de volver a dormir, King sintió como si de una presión se instalara en su pecho. No quería que Diane sufriera, aunque no supiera con certeza que era lo que soñó ella, podía darse una idea de que se trataba.

Y, por nada del mundo la haría infeliz.

A la mañana siguiente ambos se encontraban yendo hacia sus respectivos trabajos.

Aquel sueño, más bien, pesadilla, seguía presente en la mente de Diane. No podía dejar de pensar en eso y se preguntaba quién sería la mujer que estaba ahí, con King. Un escalofrío le recorrió la espalda, el cual desapareció rápidamente al sentir como tomaban sus manos. Esa calidez que siempre la recorría cada vez que King la tocaba, hacía que todas sus preocupaciones se desvanecieran.

Volteó a verlo, dedicándole una pequeña sonrisa en el proceso.

No, definitivamente King no podría hacer algo así.

Entrelazó su pequeña mano con la grande de él, y así, simplemente pudo respirar con paz.

(…)

Hasta aquí el capítulo 10

Pobre Diane, comienza a tener un feo presentimiento de lo que pudiera pasar en un futuro…

¿Qué se traerá en manos, Ende?

¿Creen que logre separarlos?

¿Qué piensan que puede pasar?

Bueno, sin más que decir, espero que les haya gustado.

¡Hasta la próxima actualización!

uwu