12
—¡¿Qué?! ¿Cómo que esa loca te besó?
—Así como lo oyes. Esa… idiota aprovechó que estaba distraído para unir sus asquerosos labios con los míos. Por eso me tardé, porque me la encontré a la salida de los baños, pero cuando pasó eso, volví a lavarme la boca y la manga de mi camisa. Ya que me llenó de su horrible labial.
Helbram vio la manga de King, antes blanca, ahora parecía ser de un tono rosa pálido. Iba a estar en problemas si su esposa se enteraba de eso.
—King, va a ser difícil que eso desaparezca ¿Quieres que intercambiemos? Por mí no hay problema.
King lo miró como si de una deidad se tratase. Pero recordó que él también estaba casado, y no quería que su amigo se metiera en problemas por su culpa.
—No, no quiero meterte en problemas con tu mujer. Solo me las arremangaré y ya está.
—Mm, de acuerdo ¡Ah! Por cierto, King, ¿Ya le contaste a Diane de Ende?
Sin aviso alguno, un frio le recorrió la espada al castaño. No, no lo haba hecho, pero porque tenía otras cosas en mente, por ejemplo, el que Diane estuviera rara el día de hoy.
—Por tu cara pálida, creo que no. Yo te recomendaría que le dijeras de una vez y, si te parece, comentarle el incidente de hoy… Solo digo.
King parecía meditarlo. Obviamente su esposa entraría en cólera, pero después de un rato se calmaría y lo hablarían tranquilamente, tratando de buscar soluciones a eso.
—Bueno, me parece una buena idea. Porque se lo he estado escondiendo, solamente para no lastimarla, porque creía que, después de dejarle las cosas claras a… esa, todo se calmaría, peor por lo que veo no.
—Por eso te digo, no hay nada mejor en una relación que la sana comunicación.
Helbram tenía razón, ahora King se sentía muy culpable al haberle ocultado eso a su mujer. No lo volvería a hacer, eso se lo prometió así mismo.
Después, King recordó que su amigo tenía algo que hablar con él. Así que cambando el tema, le pregunto qué ocurría.
—Ah, es verdad. Creo que aún tenemos algo de tiempo antes de nuestra salida.—Hebram vio su reloj, en efecto, faltaba media hora para que salieran. Tiempo perfecto para poder hablar con su amigo.
— ¿Y, bien?
—King, hoy has estado, desde esta mañana, muy distraído. Como preocupado ¿Puedo ayudar en algo? Sabes que puedes confiar en mí.
King estaba sorprendido, y conmovido. Agradecía su amistad, en sobremanera. Y, soltando un suspiro, King habló.
—Pues verás…
…
—Ah, así que era eso. Por eso tu actitud de hoy.
—Si… La verdad tengo muchas ganas de saber qué fue lo que soñó Diane.
—Pero tampoco puedes presionarla.
King tomaba su cabello con una mano, a modo de frustración. Al menos pudo sacar un poco su preocupación al hablarlo con Helbram.
Helbram lo veía compasivo. Lo entendía, de cierta manera. Ver a la mujer que amas, en ese estado, obviamente estaría muy preocupado por ella. Pero tampoco podía presionarla a que se lo dijera.
—Creo que lo único que puedes hacer, es hacerle saber que siempre estarás ahí para ella. Más bien, demostrárselo.
—Es verdad. Sabes perfectamente que jamás la abandonaría. Y, esa pesadilla que tuvo, solo me hace pensar que yo tenía algo que ver ahí. Porque me pidió, aferrándose a mí, que nunca la dejara. Tal vez soñó que le era infiel, a esa conclusión llegué y ahora, si le digo lo de Ende…
—Sí, sí, acrecentarías sus temores. Porque, creo que puede que piense que esa pesadilla fue como un tipo de premonición. Pero, por eso, tú le vas a demostrar que no eres así. Y le dirás lo de Ende, para que esté precavida.
King solo soltó un suspiro. Helbram tenía razón, no podía seguir ocultándoselo a su esposa.
—Tienes razón, amigo. Le diré hoy que pase por ella. Sin embargo, lo haré solo si está tranquila. Siento que si lo hago ahora que siga así… Sería peor.
Helbram lo miró unos segundos. Debía ser franco con él.
—Mira, King. La verdad, te seré honesto. Mejor ni te esperes, ya no. Es ahora o nunca. Pero hazle saber, siendo firme, que no le harás daño emocionalmente.
King lo meditó por unos segundos. Se sentía mal por lo que acababa de pasar y puede que se sienta peor cuando se lo diga a Diane. Pero también, algo le decía que eso era lo más correcto.
—Bien, lo haré. Le contaré todo. —Sin esperarlo, un escalofrío recorrió su espalda. En parte temía la reacción de la de ojos violetas, pero si no se lo decía ¿Qué clase de esposo sería él, al ocultarle cosas? Cosas tan importantes como su matrimonio. No quería echar todo a perder.
—¡Estarás bien! Tienes todo mi apoyo, ya sabes.—El de cabellos verdes le dio un guiño acompañado de una palmadita en la espalda. Estaba confiado en que todo saldría realmente bien y Diane comprendería el tema.—Y, ya si no sale nada bien. Siempre puedes quedarte en mi casa.
King solo lo vio con pánico.
—No digas eso. Además, no creo que Diane me eche de casa…
—Bueno, quien sabe…
—¡Helbram!
—Ay, ya. Perdón. Trataba de animarte. Pero creo que dio diferente efecto.
King solo rodó los ojos, pero una pequeña sonrisa apareció en su boca, a lo cual Helbram solo pudo devolvérsela. Adoraba su amistad, siempre trataba de hacerlo reír en momentos de tensión, o lo trataba de distraer, cosa que siempre funcionaba.
—Gracias.
Una enorme sonrisa apareció, esta vez, en el rostro de Helbram. Y, así, ambos dieron por terminada su conversación.
…
Un carro se encontraba estacionado en frente de un edifico algo grande. King apagó las luces delanteras de éste y apagó el motor. Sin embargo, sus manos seguían adheridas al volante, se sentía nervioso y con un lío en su mente. Pero ya se había decidido a decirle todo a Diane. Solo esperaba que lo tratase de comprender y, como no, hacer algo para quitarse a esa garrapata de encima.
Una silueta iba saliendo de aquel lugar. Por un momento, King se imaginó que un ángel iba saliendo de ahí.
Diane caminaba al lado de unas compañeras suyas, se le veía animada, lo cual King agradeció mucho, eso le quitó un poco el peso de encima.
—¡Bye! ¡Nos vemos mañana, chicas!—La pelicastaña sonreía efusivamente para con sus compañeras. Hablar con ellas la había ayudado bastante y despejado algunas dudas. Ese tonto sueño no podría hacerse realidad.
Ahora mismo, dándose la vuelta emprendió su camino hacia el auto que la estaba esperando.
En cuanto divisó la cabellera castaña de su esposo y su figura prominentemente alta recargada en la puerta del copiloto. Le importó poco que la vieran y se fue dando saltitos hacia King.
— ¡King!—Unos largos brazos rodearon el cuello del castaño mientras éste la abrazaba por la cintura y sentía como su esencia se impregnaba en sus fosas nasales. Simplemente embriagador.
Mientras tanto, las amigas de Diane veían esta escena con ojos soñadores mientras soltaban risitas al ver a la pareja muy abrazados. Todas soñaban con tener a alguien así en su vida. Pero bueno, solo les tocaba contemplar aquella bella escena y desearle lo mejor a Diane.
En cuanto a Diane. Ella se encontraba, ahora, en las nubes, perdiéndose en los brazos protectores de King. Aquello la animó todavía más si era posible. Además se sentía la mujer más dichosa del mundo por tener un hombre a su lado como King.
—¿Cómo estuvo tu día, primor?—Habló King, ya cuando decidieron que era momento de romper el abrazo.
Diane no pudo evitar sonrojarse ante aquella palabra. —Me fue bien, me sentí mucho mejor cuando hablé con mis amigas—soltó una risita de satisfacción, realmente se sentía de maravilla— ¿Y, a ti que tal?
Inmediatamente el semblante de King cambió a uno tenso, a lo cual Diane se quedó inquieta ante aquello.
—…Bien…—Lo dijo no muy convencido, sus ojos estaban un tanto opacos. Diane sabía que eso era una mala señal.
—Mejor entremos al carro, y me cuentas en el camino ¿Si?
—De acuerdo.—King la besó en los labios tal vez con un poco de urgencia. Pero es que realmente necesitaba de ella, dejó a Diane subir primero. Ella lo hizo, sin embargo un sabor diferente y extraño se instaló en su boca después de probar los labios de King. Un sabor sumamente diferente a como normalmente la besaba, y una pequeña presión en el pecho se instaló.
"King se ve tan tenso, hasta para dar un beso, ¿qué habrá pasado en el trabajo?"
King, ya dentro del auto, metió las llaves, lo prendió, esperó a que calentara un poco y decidió a arrancar de una vez.
Estaba nervioso, pero ya había tomado una decisión.
Diane tocó, por un momento, su labio inferior con su dedo índice, y algo se apretó en su pecho. Vio de reojo a su esposo, quien manejaba con los ojos bien puestos al frente, miró sus manos, aferradas al volante como si temiera que algo pasara. Diane sintió como un sofoco la opacaba, y el estómago comenzó a dolerle.
No quería pensar de más, pero la mente le estaba jugando una buena jugarreta. Además su sueño no la ayudaba.
—Diane, necesito decirte algo. No sé cómo te lo vayas a tomar, pero…—Comenzó a hablar King, ya un poco más calmado y con la mente un tanto despejada. Diane se sobresaltó, pero volteó a verlo.
— ¿Si, que sucede? ¿Pasó algo en el trabajo?
—Si…Aún es un poco complicado de decirlo…
—No me digas que te despidieron, King.—Asustada comenzó a alzar un poco la voz. King rió un poco por la expresión de Diane.
—No, es otra cosa. Solo deja me estaciono y de una vez te cuento aquí mismo.
—Oh —Diane no percibió que seguían manejando hasta que King dijo aquello. Ya después de unos minutos de silencio, estacionó el carro frente a su hogar.
—Bueno, ya llegamos…—El castaño soltó un suspiro ¿Por dónde empezar?
Diane solo estaba a la expectativa sobre que podría hablarle King y ¿Por qué se veía con un semblante entre enojado y preocupado?
—Diane, yo…No sé cómo te lo vayas a tomar, pero me gustaría que primero escucharas todo lo que te tengo que decir ¿Si?
—Claro. No te interrumpiré—después de decir eso Diane se llevó el dedo índice y pulgar a sus labios y, como si de una cremallera se tratasen, fingió que los cerraba. Aquello hizo reír a King, por segunda vez.
—Bien, veamos…últimamente en el trabajo hay una persona un tanto…molesta. Al principio no hacía mucho relajo cuando se acercaba entregarme informes y eso. Sin embargo…en estos días ha comenzado a tornarse como una acosadora.
—¿Eh?
Una punzada se instaló el pecho de la castaña. Iba a decir algo, pero se contuvo.
—Entonces, se me ha estado insinuando de una manera demasiado extravagante.
Poco a poco el rostro de Diane se iba tornando en una mueca de disgusto.
King prosiguió.
—Hoy, antes de salir volvió a insinuarse, pero esta vez…—No quería decirlo, porque sentía que si lo hacía una bomba iba a estallar. Pero tenía que. Y no había vuelta atrás. —Me besó.
Diane sintió en ese preciso momento como su cerebro hizo un pequeño click. Su estómago le dolía y sus manos se convirtieron en dos puños.
—Bueno, aclaro que me tomó por sorpresa cuando iba saliendo del baño y juntó su horrible rostro con el mío cuando menos me di cuenta. Después de eso la empujé y cayó al suelo, pero igual… Agh , comenzó a hacer algo tan asqueroso y lascivo que me dan ganas de vomitar.—King dijo esto último frotándose su cara contra su mano derecha, sin saber cómo alguien a su lado comenzaba a crear una masacre en su cabeza.
—Harlequin.
King se asustó por ese tono y rápidamente volteó a verla. Esa mirada jamás la iba a olvidar.
Lo miraba fijamente a los ojos, se sentía triste, preocupada, pero más que nada, furiosa, y no con él. Sino con la que se atrevió a profanar aquellos labios que siempre han sido para ella.
— ¿Si, Diane?
Sentía un poco de miedo, pero algo le decía que no estaba enojada con él. Lo cual lo tranquilizó solo un poco.
— ¿No hay manera de que se vaya de ahí? No te está dejando hacer bien tu trabajo y además se está metiendo con alguien CASADO ¿Si sabe que lo estás, cierto?
—Sí, lo sabe. Pero parece que no entiende.
—Pues sigue haciéndoselo saber, si quieres a golpes, no sé, no me importa. Pero que recuerde esa… Tipeja que tú eres mío y no voy a dejar que esa… Me quite a mi marido.
Muy bien, ya no pudo más y explotó.
—Lo sé, amor. Le he dicho ya varias veces, creí habérselo dejado claro hace tiempo, pero sigue y, sobre hacer que se vaya. Tendría que hablar con mi jefe ya que es su secretaria personal.
—Pues debiste ser más duro con ella. Si empezó a decirte cosas "inofensivas". Obviamente iba a hacerlo ya más grande con acciones.
"Ay, Dios. Está demasiado molesta. Pero era obvio".
—Hablaré con mi jefe, en ese caso.
—Por favor. —Soltó un suspiro, Diane se sentía irritada y cansada. Ya quería irse a dormir. —Ah, y si aún continúa así. Iré hasta tu trabajo a dejarle en claro que tú eres mío. —Acercó su rostro al de su marido, sin quitar ningún contacto visual. Quería verse seria, aunque en el fondo se sentía morir.
Diane tomó su rostro entre sus manos, y apretando un poco sus mejillas, lo besó.
Fue un beso urgente, cargado de pasión desbordante. Necesitaba dejarle claro a él, que siempre sería suyo. No dudaba de King, pero necesitaba dejar claras las cosas. Sentía que debía de reafirmar sus palabras con ese beso.
King estaba todo ido cuando recibió aquel beso. Sentía como las emociones de Diane se dejaban fluir en ese vals apasionado.
Había ira.
Había preocupación… Y miedo.
King se dio cuenta de que su esposa moría de miedo de que lo pudieran alejar de ella. Así que él se prometió así mismo que no se dejaría engatusar por nadie. Aunque, de cualquier forma, se lo había prometido el mismo día de su boda.
El beso continuó, y, de pronto, la temperatura comenzó a subir. Sin pensarlo, Diane comenzó a desabotonar poco a poco la camisa de King, el cual s dio cuenta rápido. La tomó de las manos, antes de que siguiera y dijo, con voz ahogada por l deseo y los ojos brillosos:
—Amor, aquí no. Primero entremos a la casa ¿Si?
King se veía tan lindo, tierno y, en parte, tan sensual con los cabellos alborotados, la camisa desabrochada mostrando su clavícula y manzana de Adán, mientras respiraba entrecortadamente ¡Cielos! Cuanta suerte tenía Diane de haberse casado con semejante Adonis
—D-de acuerdo.
Salieron del carro, como si no hubiera pasado nada, aunque King tenía la camisa desabotonada, poco le importó.
E instalados dentro de su hogar, Diane no esperó ni un segundo y atacó. Rápido saltó sobre King, y éste, la tomó de las nalgas firmemente, mientras ambos comenzaban un vals abrasador en sus bocas.
Cuando menos se dieron cuenta, la ropa había desaparecido, y en su lugar solamente había un par de pieles desnudas, tumbadas sobre el sofá.
Las palabras se fueron al diablo, dando paso a la lujuria y al amor explícito. Tal vez, al día siguiente puedan hablar mejor sobre ese tema, pero ahora había prioridades que atender.
Y, tal vez, gracias a esa prioridad, una pequeña semilla estaba empezando a brotar.
…
(…)
Hola, hola, hola ¿Cuánto tiempo sin leernos?
Justo hoy acababa de tomarme un tiempo para seguir esta historia que dejé desde hace ya ¿Dos meses? No tengo perdón :(( lo sé.
Pero en compensación, les traigo un capítulo larguito.
Si se dan cuenta ya se está armando lo bueno.
Diane se enojó, por obvias razones pero ella no impedirá que su matrimonio se venga abajo por una simple señorita calenturienta. Confía plenamente en King, lo cual es lo más importante.
Y bien ¿Ustedes que creen que pueda ocurrir más adelante?
Los estaré leyendo.
Ah, además, estoy pensando en terminar esta historia con 20 capítulos, peeero todo puede pasar y o se alarga más o queda más corta xd idk
Por cierto y lo digo de una vez, tal vez me tarde en subir el siguiente capítulo, estoy en finales de semestre y, pues… También me metí a una dinámica de oneshots durante todo el mes de julio, sobre el NaruHina. Si me ven que publico de eso últimamente y no esta historia, es por eso.
Pero, no se me esponjen, que seguiré con esta historia hasta terminarla uwu.
También… No lo dije pero, también una de las razones de que me tardé un buen en actualizar, fue porque mi gusto por el anime de NNT se había ido, por el manga, que ni voy al día, por cierto. Pero como que me desilusioné con el final, el cual vi por spoilers xd.
Y, la inspiración chida que traía, se fue por un caño. Sin embargo, la señorita inspiración-chan ha vuelto de entre los muertos uwur
Así que, termino esta historia sí o sí. No desesperen por favor ;-;
En fin, espero que les haya gustado este capítulo y nos vemos en la próxima actualización.
¡Bye, bye!
