13

ADVERTENCIA:

Este capítulo contiene lime.

Lee bajo tu propio riesgo.

A la mañana siguiente, se podía observar a dos cuerpos entrelazados sobre una gran y mullida cama.

Un hombre de cabellos castaños claro, se encontraba abrazando la cintura de una mujer de cabellos castaño oscuro. Sus reparaciones eran acompasadas, seguían durmiendo con total tranquilidad, hasta que unos pequeños rayos de sol comenzaron a colarse por la ventana, la cual tenía una de sus cortinas semiabierta.

—Hmm…—Haciendo un pequeño ruido, King se acomodó mejor en la cama, aun abrazando a su esposa, sintiendo el calor de su cuerpo desnudo.

De pronto una alarma comenzó a sonar, subiendo de volumen poco a poco, hasta el punto de ser casi insoportable.

—King…—Comenzó a decir Diane, aún medio dormida. —La alarma…

—No quiero. —Aun con aquel ruido, King se aferró más a Diane, a lo cual ella solo sonrió por el comportamiento de su esposo.

—Tenemos que ir a trabajar.

—Mejor quedémonos en casa hoy.

—Sabes que no podemos faltar. —Trató de persuadirlo, pero Diane estaba en las mismas condiciones que él, y parecía que tampoco quisiera levantarse.

—Entonces, levántate tu primero.

—Bueno, entonces suéltame.

—Oh, perdón. Pero está muy calientito aquí.

King la soltó, con todo el dolor del mundo, pero necesitaban arreglarse rápido para que no se les hiciera tan tarde.

Diane se removió en la cama, y quedó de frente a él. Lo miró fijamente, los violetas contra los amielados.

— ¿Ocurre algo?

—No, nada. Solo quería apreciar la belleza de mi esposo. Es todo. —Una sonrisa apareció en la boca de Diane, a lo cual King no resistió y, acercando su rostro al de ella, la besó. Diane no dudó en corresponder al beso, que se volvió más demandante conforme pasaban los segundos.

De un momento a otro, Diane ya estaba encima de King, sujetaba su cabello mientras lo acariciaba.

King, comenzó a moverse lentamente, recorriendo sus manos por el cuerpo de ella, sintiendo su piel tersa y blanca. De repente, King comenzó a bajar su boca por la mandíbula de Diane, dejando pequeños besos mojados en ésta.

—K-King…—Decía Diane con voz ahogada. —El…Trabajo…Tenemos que…

—Solo dame cinco minutos.

Y, tras eso, Diane ya no dijo nada y se volvió presa de las acaricias y el deseo demandante que había en ambos.

Aun encima de él, King bajó más, lentamente recorriendo, ahora, el cuello de Diane. Mientras ella daba pequeños gemidos.

La alarma seguía sonando, pero parecía que eso poco importaba ahora.

Los brazos fuertes del castaño se aferraron a la cintura de la oji violeta. Para después, dar una vuelta y que él quedara encima de ella.

Ambos se volvieron a ver a los ojos. Esas miradas reflejaban el más puro deseo. Y, sin más, King prosiguió en lo suyo. Diane atrapó su cuello con sus brazos mientras King comenzaba a dar pequeños besos en la parte de la clavícula femenina. Bajando lentamente, para tortura de Diane.

—King…—Esa voz tan demandante hizo que la excitación, apenas creciente de King, creciera más. Le encantaba que su esposa dijera su nombre de esa manera tan sensual.

Poco a poco, llegó hasta el inicio de sus pechos, y dejó ahí una fila de besos húmedos. Aquello volvió loca a Diane, pero más lo fue cuando, de pronto, sintió como unos labios comenzaban tomando el botón de uno de sus senos.

Primero le dio un pequeño chupetón, aquello provocó que Diane arqueara un poco la espalda y que un gemido aún más agudo, saliera de su boca.

Después, dio un pequeño lametón a esa zona, ya dura, mientras una mano se posaba en el otro seno de la mujer, estimulándolo. Siguió dando pequeñas lamidas a esa zona, hasta que su esposa pudo hablar.

—-El…El otro…Aah…King…

Eso fue música para los oídos de King, así que, sin más, cumplió con la orden dada. Ahora posó su boca sobre el botón derecho y procedió a hacer lo mismo que en el otro.

Diane, mientras tanto, comenzaba a arquearse de puro placer, mientras tomaba con ambas manos el cabello de King. Tantas sensaciones le recorría sin control, por todo el cuerpo.

Diane necesitaba, urgentemente, que King estuviera dentro de ella.

King, después de la pequeña sesión que tuvo con el segundo pezón, siguió su camino, ahora recorriendo el estómago de Diane, aún con su boca.

Diane se sentía extasiada de puro placer. King, por su parte, movió una de sus manos y colocó un dedo sobre la entrada de Diane, aun besándola, a la altura del ombligo, fue cuando pasó.

Diane dio, esta vez, un gran grito de placer, cuando sintió como uno de los dedos de King comenzaba a entrar a la zona ya húmeda de ella.

— ¿Quieres que continúe? ¿O le paramos ahí?—Preguntó King, con medio dedo dentro de ella. ¿Cómo se le ocurría hacer una pregunta así?

—King… Te juro que si…Que si te detienes… Te mataré… ¡Aah!

—Eso era lo que quería escuchar, mi amor.

Y, sin más, siguió en lo suyo. Metió un poco más el dedo, provocando que Diane moridera una almohada cerca de ella. Era tanta la sensación que ya se imaginaba como estaría cuando el "amigo" de King estuviera dentro esta vez.

King comenzó dando pequeños círculos alrededor, metiendo y sacando el dedo. La entrada de Diane, pronto comenzó a humedecerse más. Eso significaba que ya estaba lista.

— ¡King! ¡Te…Necesito!

King sacó su dedo, lleno de los fluidos de ella y le dio una pequeña lamida.

—Sabes muy bien Diane.

— ¿Sabes lo que sí sabe bien? Tu Pe…

— ¡Aah! ¡Lo sé! ¡Lo sé!—La interrumpió rápidamente, sabía que su esposa era un poco más desatada a la hora de la lujuria. —Diablos, señorita, estás muy desatada el día de hoy

—Tú empezaste, ahora termínalo.

—Como ordene, my lady.

Volvió a besarla en la boca. Ahora con pasión desenfrenada, y poco a poco sus lenguas fueron bailando un pequeño vals dentro de sus bocas.

En eso, las piernas de Diane, comenzaron a enredarse en la cintura de King, aferrándose a él y haciendo que sus sexos rozaran, provocando un gemido por ambos.

King se separó de los labios de ella, solo un momento.

—Bien, Diane ¿Estás lista?

—Sabes perfectamente que sí.

Y, si más que decir comenzó aquello por lo que estaba esperando Diane.

La alarma, ya nadie la escuchaba, solo se oían los gemidos de ambos proclamando el nombre del otro. Acariciándose, amándose, todo lo que se podía.

—No puedo creer que casi se nos hiciera tarde.

—Yo no puedo creer que hayas caído en mi juego, amorcito.

La pareja de esposos se encontraba ya en el carro, directo a sus trabajos. Más frescos que una lechuga.

—Eso es porque…—Y las mejillas de Diane se convirtieron dos tomates rojos. — ¡Tú tienes la culpa, y ya!

King solamente se rio por la forma en que su esposa se comportaba. Le encantaba eso de ella.

—Diane…

—Di…Dime.

—Te amo.

El corazón de la castaña latió desenfrenado y sus piernas las sintió como si fueran de gelatina, lo bueno es que seguía dentro del carro.

—Yo…Yo también te amo.

Diane volteó hacia la ventana de su lado, tratando de ocultar la vergüenza que ahora le ganaba. Aquello a King le pareció de lo más adorable.

— ¿Quieres una segunda ocasión, en la noche?—Ya estacionado, frente al trabajo de Diane, dijo eso King, moviendo las cejas sugerentemente.

— ¡King!—Diane se avergonzó todavía más, al parecer a su esposo ya se le hizo maña, sin embargo contestó—de acuerdo, acepto.

Una carcajada resonó por todo le carro, proveniente del castaño.

—A ver, ven aquí. —Y, sin más, la tomó de los hombros para tenerla de frente y le plantó un tierno beso en sus labios. —Entonces, te veo saliendo del trabajo como siempre, ¿sí?

—Claro. —Diane seguía atontada por ese beso que apenas pudo responder.

—Bueno, entonces… Nos vemos. —Y, con un beso un poco más corto y dulce, se despidió King.

Diane, ya fuera del carro, se quedó viendo cómo se iba su esposo en dirección a su trabajo. Algo en ella se sintió vacío, pero decidió ignorarlo. Y, después procedió a entrar al edificio.

"Rayos, ya ni tuve oportunidad de decirle que se cuidara de esa arpía"

"Bueno, espero que todo salga bien hoy"

—Buenos días, Helbram. Buenos días jefe.

Todos, en especial su mejor amigo y su jefe, miraban a King como si le hubiera crecido otra cabeza.

—Amigo, ¿te encuentras bien? Hoy te ves mucho más alegre que otros días.

—Oh, ¿tú crees?—King, al verlo, parecía como si todo se iluminara a su alrededor. Para los demás, King parecía que los cegaba con su buna vibra de ese día.

—Bueno, pues, me alegra mucho que te encuentres de maravilla. Me gustan los hombres con mucha actitud por la mañana

—Jefe, eso sonó raro. —Dijo Helbram a Gloxinia, el último, lo miró un poco avergonzado. —Bueno, no importa.

—Jefe, hoy…De verdad me siento espectacular.

—Eso es bueno. Bien, ahora si me permiten, debo ir a atender otros asuntos en mi oficina. Cualquier cosa, estoy al pendiente.

—Claro jefe, gracias.

Después de eso, ambos amigos se fueron a sentar en sus respectivos lugares. Hasta que Helbram, ya instalado hizo una pregunta.

—King ¿Podría saber el motivo de tan buen humor?

— ¿Qué, acaso no te parece que ande así?

— ¿Eh? Para nada, al contrario, me agrada ese nuevo tu. Pero, tengo curiosidad, por saber que hubo detrás de esa sonrisa.

—Dos palabras. Mi esposa. —Y, tras decir aquello, una sonrisa tranquila, apareció en los labios de King.

—Oh, ya veo. Ahora todo tiene sentido.

—Así es.

—Me alegro por ti. Qué bueno que estén llevando una buena relación.

—Gracias. Ahora, si me permites, continuaré con mis labores.

—Ah, claro. Porque sí nos ven así nos darán una buena regañada.

—Concuerdo, amigo.

Ambos hombres siguieron trabajando en lo suyo, hasta que, ya varias horas después, Helbram recordó algo importante. Sin embargo, no sabía si preguntarle o no a King, ya que no quería quitarle su buen humor.

Pero es que, simplemente no podía dejar las cosas así. Necesitaba saber cómo estuvo la plática que tuvo con Diane y si es que la tuvo.

—Oye… King, ¿tienes un momento?

—Claro, igual ya casi es la hora del almuerzo ¿Qué ocurre?—King se volteó para quedar frente a él y verlo bien, esperando a que continuara.

—Bueno, te quería preguntar sobre lo que hablamos el otro día… ¿Recuerdas?

— ¿Sobre el otro...? ¡Aah! Sí, ya me acordé ¿Quieres saber que sucedió con Diane sobre "aquello"?

—Bueno, sí. O sea, soy tu amigo y me preocupas, o es por chismoso, ¿de acuerdo?

Una risita escapó de la boca de King, a veces su amigo era tan ocurrente.

—Está bien, no me molesta. Pero si no te dije nada, fue porque, realmente no se me había pasado por la cabeza, Helbram.

—Ah, está bien. Y, entonces… ¿Le dijiste?

King soltó un pequeño suspiro y contestó. —Sí, lo hice.

—Oh, ¿y cómo te fue?

—La verdad, mi esposa si se enojó bastante, obviamente. Pero le dije que me mantendría lo más alejado de ya sabes quién.

— ¿Y, que más te dijo?

—Me pidió que hablara con mi jefe, si no había manera de sacarla de aquí.

—Oye pues, no es mala idea. Digo, pueden sacarla por acoso sexual en el trabajo. Si lo hablaras con Gloxinia…Yo creo que lo entendería, así ya no tendrías que seguir lidiando con tu sabes quién.

King soltó un suspiro.

—Bueno, yo pensaba en no decirle al jefe…

— ¿Qué? ¿Por qué?—Helbram no creía que lo que sus oídos estaban escuchando.

— Yo tenía una idea, si le dejaba claro desde el principio a ya sabes quién, que yo estoy casado, habría una pequeña posibilidad de que me dejase en paz y no volviera a molestar y así no habría tantos problemas en la empresa y no habría necesidad de decirle a Gloxinia.

—Pero…King.

—Lo sé, fue una idea muy estúpida. Honestamente pensé que con una advertencia me dejaría de molestar, pero veo que es imposible hacerlo.

—Parece una garrapata, si me dejas decirlo.

— ¡Exactamente! Ahora, ya no quiero lidiar con ya sabes quién.

—Lo sé, por eso te digo que le comentes, e buen plan a nuestro jefe. Ya viste que es amable y parece que podría estar dispuesto a escucharte.

—Sí, tienes razón. Hablaré hoy mismo con él ¿Qué te parece?

— ¡Me parece perfecto! Así finalmente podrán correrla, ya que no es sano lo que hace.

—Eso sí. Ahora, no sé si hablarlo con el ahorita o ya hasta la salida.

—Yo digo que te esperes a la salida. Para que ahorita comas algo y aclares bien tus ideas para saber qué y cómo decirle.

—Ay, gracias Helbram, es agradable hablar de esto contigo.

—Para estamos los amigos.

Y, así. Después de esa platica, ambos se dispusieron a dejar sus cosas en donde laboraban, hablando de otros temas y yendo a comer a la pequeña cafetería de ahí.

Por otro lado…

En los baños de mujeres, se encontraba una personita de cabellos rosados, la cual tenía una mirada un tanto… Intrigante.

La persona en cuestión, le veía observando un teléfono celular, al cual le sonreía con una sonrisa un tanto…Rara.

—Hoy, Harlequin te ves más que irresistible. Esa sonrisa tallada por los dioses y ese cuerpo de infarto… ¡Dios!, haces que tenga más de un orgasmo.

Debajo de la falda, bajando su ropa interior, llevo dos dedos a su zona íntima.

—Esta foto que te tomé vale millones. Pero no la compartiré jamás con nadie ¡Con nadie!

En la foto se observaba a un castaño reír abiertamente, con un aire de inocencia y frescura puras de alguien como él.

—Harlequin…—Ende metió de lleno sus dos dedos, índice y medio, comenzando con la faena dentro de su vulva.

Estaba totalmente mojada, auto complaciéndose, aun observando la foto de King.

Ende se notaba totalmente extasiada, con el rostro rojo y mirada lujuriosa.

—Ahora me imagino, sino solo viera tu foto… ¿Qué sentiría si te tocara? ¡Aah!

Las pequeñas embestidas empezaron cada vez más intensas, con tan solo pensar con un King encima de ella.

—Si…si tan solo tu… No estuvieses casad…o. ¡Aah!

Y, terminó. Dejando la parte de la tapa del baño, donde se encontraba sentada, llena de sus fluidos vaginales, cosa que no le importó limpiar.

—Te haré mío…Harlequin Fairy.

Un escalofrió recorrió la espalda de King, quien comía tranquilamente en una banca de la cafetería junto con Helbram

—Uuh. Me acaba de recorrer un horrible escalofrío. Y me acaba de dar algo de asco.

—Has de estar embarazado. —Y Hellbram se echó a reír.

— ¡Oye! No es gracioso. Ha de ser que la comida no me sentó. O sabe.

—Ya, perdón, pero tenía que decirlo. En ese caso, ya no comas. O vomitarás.

—Sí, es lo mejor. Tomaré un poco de mi jugo, a ver si así se me quita el asco.

—Claro.

— ¡Jerico! ¡Jerico!

— ¿Si, Diane?

Diane llamó efusivamente la atención de su compañero y nueva mejor amiga de su trabajo.

— ¿Sabes manejar? De pura casualidad. Tengo curiosidad. —Agarrando una de su coletas y enredándola en uno de sus dedos, se encontraba Diane, un poco nerviosa por hacerle esa pregunta de la nada a su amiga.

—Ah, sí, claro que sé. Mi papá me enseñó desde que cumplí la mayoría de edad.

—Oh, qué bien.

Diane no se animaba todavía, pero necesitaba decirle algo que tenía en mente.

—Ya, dime ¿Qué te traes?

—Ah… jejeje, ¿cómo sabes que me traigo algo?

—Ay, Diane. Creo que te conozco lo suficiente para saber que, cuando haces eso con tu cabello y tus pausas largas, es que ocultas algo y te da vergüenza decirlo.

"Rayos, me conoce demasiado bien"

—Bueno…Si, te quiero decir algo, oh, más ben, pedirte un favor.

Jerico solo rio ante la forma en como estaba hablando su amiga.

—Adelante, dime.

—Es que… Tenía pensado en ir al trabajo de mi marido, temprano, y darle una pequeña sorpresa. Además, para que no diera tanta vuelta, de su trabajo al mío.

Jerico solo la observó, aquella linda mirada amatista, brillaba como le mismo sol cada que mencionaba a King. Pero eso no la molestaba para nada. Finalmente, la peli morada solo sonrió y contesto afirmativamente.

—De acuerdo. No tengo problema alguno en llevarte allá. Solo dime bien las indicaciones y listo.

Como si de un ángel se tratara, Diane la vio como el mismo sol. Rápido, corrió a abrazarla, apachurrándola entre sus pechos y brazos, llena de alegría, porque su amiga aceptó a su capricho.

— ¡Jericooo! ¡Muchas gracias! Es, que también quiero aprovechar que hoy salimos temprano. —Y, una enorme sonrisa apareció en el rostro de Diane, ya después de soltarla.

—Um, por nada. —Un leve sonrojo apareció en las mejillas de Jerico, presa de la vergüenza y porque Diane hizo que sintiera una especie de calorcito adentrarse en su estómago. Aquello que era llamado cariño.

—Mira, entonces, este es el plan…

Pasado un tiempo, ambos hombres se dirigían a terminar sus labores de trabajo

King no dejaba de pensar en la manera en la que le dirá a su jefe el problema que trae encima. Pero esperaba que realmente, Gloxinia, comprendiera el asunto.

—Bueno, pongámonos manos a la obra. Que quiero pasar por Diane rápido. —Habló King al aire, ya preparado para seguir con la labor del día.

En eso, una mujer, de ojos rojizos caminaba por ahí. Traía consigo unos folders azules en las manos, listos para ser entregados a los trabajadores de ahí, a petición de Gloxinia.

"Oh, qué bueno que hoy podré ver más de cerca de Harlequin"

Finalmente, ende llegó con ellos. Trataría de morder su legua para no hablar demás, todavía faltaba para hacer su movida…

—Ejem, disculpen, Helbram, Harlequin. El jefe me mandó a entregarles estos papeles. —Ende odiaba hablar así, sentía que no era ella, pero tenía que aparentar normalidad.

—Ah, sí, claro ¿Puedes dejarlos encima del escritorio? Andamos bastante ocupados.

Helbram contestó, sin verla. Sabiendo que eso haría enojar a Ende

La peli rosa se tragó su ira, y, fingiendo tranquilidad, dejó los papeles donde le habían indicado.

—Aquí están…Hay que revisarlos minuciosamente. —De reojo, miraba a King, muy concentrado en lo suyo. Ni una mirada si quiera le daba, lo cual la hizo enojar más.

—Ya lo sabemos, gracias.

De no ser porque vio de reojo a Gloxinia, les hubiera dicho unas cuantas cositas nada agradables, pero se contuvo.

—Bien. —Y Ende, se retiró de ahí, con los puños fuertemente cerrados, enterrándose las uñas en la palma de sus manos.

Unas pequeñas risas se comenzaron a escuchar ya cuando ende se encontraba lo bastante lejos para escucharlas.

—Te luciste, Helbram. —Decía King, sin quitar los ojos del ordenador pero con una enorme sonrisa burlona pintada en la boca.

—A eso le llamo "poner la basura en su lugar"

Y las risas le siguieron después de ese comentario, por parte del peli verde.

Finalmente pasaron unas tres horas más, en las que el personal poco a poco se estaba preparando para irse a sus casas a descansar.

King, para ese momento, se encontraba un poco nervioso, pero ya se había decidido en decirle la situación que pasaba y si se podía hacer algo al respecto.

Helbram lo vio cómo se frotaba el puente de la nariz con el dedo índice y el pulgar, sigo de nerviosismo. Se acercó a él y posó una mano en el hombro izquierdo de su amigo.

—Todo saldrá bien, no te preocupes—el peli verde le dedicó una sonrisa tranquilizadora, que esperaba y tuviera efecto, lo cual al parecer había funcionado.

—Gracias, eso espero.

—Ya verás que todo se solucionará.

Y, tras eso, King terminó de recoger sus cosas, viendo la hora, si todavía no era muy tarde para pasar por su esposa. Sin embargo, estaba a buena hora.

—Bien, aquí vamos. —Eso lo susurró para sí mismo, dándose ánimos. —Helbram, nos vemos mañana, entonces.

—Claro, y suerte.

Agradeciéndole una vez más, King se dirigía con paso firme a la oficina de Gloxinia.

"Paso seguro y tranquilo, King. Paso seguro y tranquilo".

Finalmente llegó a una puerta de madera, en la cual, con letras doradas se podía leer "Oficina principal".

King inhaló y exhaló hasta poder calmarse. Y, ya cuando se sentí jamás que listo, tocó la puerta.

Toc toc, toc.

Tres pequeños golpecitos, con los nudillos, fue lo que se escuchó.

Del otro lado de la puerta se escuchó un "pase", y King abrió la puerta lentamente.

—Uh… ¿Jefe? Hola.

Gloxinia, quien estaba revisando unos documentos, volteó a ver quién era el de aquella voz, llevándose la sorpresa de que era King, quien estaba ahí.

— ¡Oh! Harlequin, hola. Pasa por favor, toma asiento.

—Sí, gracias. —King se sentó en una de las sillas de madera junto al escritorio, justo en frente del peli rojo.

— ¿Hay algo en lo que pueda ayudarte? Es muy inusual que vengas hasta acá.

—Ah, bueno, tiene razón. Si es muy inusual, pero debo comentarle algo, de urgencia.

De pronto, la figura de Gloxinia se irguió, poniendo la espalda completamente recta, y compuso una cara de seriedad, pero eso no fue sorpresa para el castaño.

—Sí, dime. Sabes que soy todo oído.

—Pues, verá…

—Muy bien, Diane ¿Lista?

— ¡Claro! De verdad, te lo vuelvo a agradecer, muchísimo, Jeri.

—No es nada.

Diane tenía una enrome sonrisa en su rostro. Ya quería ver la cara de sorpresa de King cuando la vea parada a la salida de su trabajo.

Mientras tanto, en el baño de mujeres.

—Bien, el maquillaje está listo. Ya me arreglé la falda y la blusa. El peinado… Mm, me lo dejaré suelto.

Aquella mujer se miraba en el espejo, mientras, veía que era lo que le faltaba para no verse mal, cuando saliera de ahí.

La peli rosada, traía consigo una falda negra, la cual la arregló para que le llegara hasta el muslo, con una blusa de manga larga, blanca, con botones, pero los dos primeros los llevaba desabotonados. Traía puestos unos tacones negros, de cinco centímetros. En cuanto al maquillaje, se aplicó mucha máscara para pestañas, se arregló la ceja, y se aplicó una sombra negra para los ojos, y utilizó un labial rojo cereza.

Para ende, la belleza siempre iba primero. Y, más si se trataba de conquistar (robar) al hombre (casado) de sus sueños.

—Pronto, Harly, pronto. Hoy será la noche…

Y, viéndose por última vez en el espejo, salió del baño. En cuanto lo hizo, noto como un hombre de los que trabajaban ahí, se dirigía a los baños de hombres. Ende no dudó y le guiñó un ojo, a lo cual, el hombre solo se sonrojó, y la oji rojiza solo se fue de ahí, como si nada.

— ¡Ja! Claro que nadie se resiste a mis encantos.

Y, sin más, se fue contoneando las caderas, para esperar a la salida, con una "sorpresita" a King.

—Ya veo…

—Si…Y, la verdad ya estoy harto de todo esto. Siento que arruinará mi matrimonio, y no puedo permitir eso.

—Lo sé, te entiendo. Además, aquella señorita está violando las normas que hay en la empresa. La cual, una de ellas es la suma prohibición de acoso sexual laboral. Lo cual, se supone, que todos debieron de haberse leído cuando decidieron que iban a trabajar en esta empresa.

—Por mi parte, yo si lo leí, pero créame, que jamás me imagine ser acosado de esa manera por…Esa mujer.

Gloxinia dio un sonoro suspiro. Iba a hablar seriamente con esa señorita, y, es más, la correría de ahí por infracción de normas laborales.

—Mira, Harlequin, tú no te preocupes, y que bueno que me dijiste. Te agradezco la confianza. Yo me haré cargo de ella. Porque el acoso está estrictamente prohibido, y a la primera se van de aquí, si vuelta atrás.

—Entonces… Eso quiere decir que…

—Sí, así es. La voy a despedir.

Los ojos de King se abrieron grandes, y con ellos, traían nuevas esperanzas ante aquellas palabras, meramente dichas por Gloxinia.

—Es que, no puedo permitir que mis trabajadores se expongan a ese tipo de situaciones sumamente delicadas. Además, se está metiendo en tu matrimonio y yo no puedo permitir aquello. Tú tranquilo y yo nervioso, cuentas con mi máximo apoyo.

King quería saltar de felicidad ahí mismo, más se contuvo. Realmente se sentía extasiado y creía que no habría solución, pero estaba equivocado.

—Muchas gracias, jefe Gloxinia. De verdad, se lo agradezco demasiado.

—No hay de qué. Y de verdad, cualquier otra situación en la que te sientas incomodo, pero no solo tú, que veas a algún compañero tuyo en aprietos, no dudes en decirme, ¿de acuerdo?

—No, señor. Y, de nuevo de agradezco.

Después de un par de palabras más, King pudo salir de ahí, más feliz que nunca.

Aunque, no tenía ni idea de que esa felicidad iba a durar poco.

King suspiró feliz, ya con un peso menos de encima. Finalmente Ende se iría de ahí, y ya no lo volvería a molestar nunca más…

Ya, finalmente se dirigía a la salida del edificio, estaba pensando en cómo complacer a su esposa aquella noche, ya que se lo debía. Pensar en eso, hizo que una pequeña excitación lo llenara, pero, debía calmarse, solo, hasta que llegaran a casa harían de todo.

Abrió la puerta, saliendo de ahí, dando pasos felices pero calmados, ya yendo directo a su carro, cuando de pronto, lo interceptaron.

No se dio cuenta, como, pero solo sintió como fue jalado del brazo bruscamente. King tambaleó un poco, hasta que sintió como unos fríos labios presionaban los suyos y un exagerado olor a perfume invadía sus fosas nasales.

"¿Pero qué demonios?"

Lo tenían bien sujeto de la nuca para que no pudiera escapar, a lo cual, la persona de cabellos rosas, seguía presionando aquellos labios, para después, introducir su lengua en la boca de King. El castaño seguía con los ojos abiertos, tratando de empujar a la persona que lo estaba besando, al cual, supo decir que era la misma Ende, la cual, no creía volvérsela a topar a esas horas.

Un auto rojo se podía divisar a lo lejos, el cual iba acercándose cada vez más.

—Listo, ya llegamos, Diane.

—Muchas gracias, Jeri.

Diane pudo ver como el auto de King aún seguía estacionado, a lo cual, supuso que todavía no salía.

"Perfecto, espera a que veas tu sorpresita, mi amor"

—Suerte, y nos vemos mañana—Se despidió Jerico, con una pequeña sonrisa. Realmente le encantaba ayudar a su amiga.

—Gracias, hasta mañana.

Diane salió del carro, para poder ir a encontrarse con King.

Y, en cuanto a él…

El castaño seguía peleando para empujarla lejos de él, hasta que lo consiguió.

— ¡Maldita sea contigo, Ende! ¡Déjame en paz! ¡Me das asco!

King ya estaba harto, eso, fue la gota que colmó el vaso.

—Pero Harly, si mis besos son de lo mejor y yo te quiero mucho.

King solo la miraba con asco y repudio juntos.

— ¡Me asqueas! ¡Ya basta de todo esto! Y te he dicho ya, un millón de veces que estoy ca-

Pero, antes de que pudiera terminar la oración, Ende de nuevo capturó sus labios, ahora sí, llenándolos de un feo tono rosado.

Diane, ya casi llegaba, pero logró escuchar unos gritos extraños, provenientes de donde se dirigía. Y, uno de esos gritos se parecía mucho a la voz de su esposo.

Así que, corriendo llegó a la desagradable escena que sus ojos habían visto.

Una peli rosada estaba tomando fuertemente del rostro a SU King, forzándolo a besarla. Sin embargo, King la estaba empujando, para quitársela de encima.

El corazón de Diane se sentía mal, y su estómago comenzó a dolerle. Pero seguía ahí, sin hacer nada ante semejante escena. Estaba en shock.

King seguía peleando con ende para quitársela encima, hasta que lo logró. Importándole poco si era una mujer, le dio un rodillazo en el estómago sacándole el aire contenido, y finalmente lo soltó.

— ¡Perra! ¡Jamás te me vuelvas a acercar! ¡Finalmente te ganaste mi odio absoluto! ¡No quiero ver tu horrible rostro por aquí, nunca más!

King acomodó sus ropas, y trató de quitarse todo el exceso de labial de su boca con el dorso de su mano. Ese día realmente no podía empeorar.

Ende estaba tirada en el suelo, tratando de recuperar el aire que se fue. Pero, había logrado su cometido de volverlo a besar. Sin embargo su plan no dio muchos frutos. Ahora sí, King la repudiaba más si era posible.

—Es triste…Porque…Tenía…Tenía listo algo de cloroformo…Para…Ti…

—Maldita loca. Solo púdrete.

Y ahí la dejó, tirada, pero King sabía que se lo merecía por tratar de meterse en su matrimonio.

—Ahora sí, iré por Dian…

Justo cuando se dio la vuelta y pronunció aquello, fue que la vio. Con los ojos abnegados en lágrimas y ambas manos en el estómago, ahí se encontraba su esposa.

— ¿Diane? ¿Qué haces aquí? Creí que seguirías en tu trabajo.

—King…Yo… ¡Agh!

Pero antes de que pudiera decir o hacer algo, un intenso dolor invadió el cuerpo de la castaña, tirándola al piso. Pero King alcanzó a sostenerla entre sus brazos antes de que su cabeza diera contra el asfalto.

— ¡Diane! ¿Me oyes? ¡Diane! ¿Qué tienes?

—King… Duele mucho…

Ahí fue cuando King sintió pánico, y rápidamente, olvidándose por completo de Ende, llevó a Diane a su auto, yendo directo al hospital.

—Con que… Era ella ¿Eh? Interesante—y una risa siniestra escapó de los labios de aquella peli rosada—la fiesta aún no ha acabado, H-A-R-L-Y.

(…)

Hola, aquí de nuevo con una actualización de este libro.

Las cosas se ponen turbias cada vez, aunque unas cosas mejoren, otras empeoran, lamentablemente.

¿Ustedes que opinan que pueda pasar en el siguiente capítulo?

¿Cómo se sintieron mientras lo estaban leyendo?

Los leeré uwu

En fin, espero que les haya gustado este capítulo, el cual tiene casi 5mil palabras :0 un récord para mí la verdad jaja

Bueno, nos vemos en la siguiente actualización

¡Bye, bye!