14

ADVERTENCIA:

Este capítulo contiene lime.

Lee bajo tu propio riesgo.

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Una peli rosa se encontraba, aún, tumbada en el frio asfalto de concreto.

Con el cabello un poco enmarañado, seguía observando el camino por donde se fue la pareja.

Pronto, una sonrisa un poco extraña se comenzó a formar en su rostro, sus hombros comenzaron a moverse, mientras un ruidito se empezaba a escuchar desde su garganta, bajó la mirada, mientras sentía, al mismo tiempo como un nudo apretaba su garganta.

Pero el ruido seguía saliendo, hasta que este comenzó a convertirse en una risa extraña y, algo ronca. Se oía más y más, hasta que las carcajadas se hicieron presentes. Todo su cuerpo convulsionaba por la arrebatadora risa, hasta que gruesas lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos.

Aquella sonora carcajada comenzó a desvanecerse hasta que hipidos de parte de ella fueron ganando terreno. Se tapó la cara con ambas manos, mientras mordía su labio fuertemente hasta casi hacerlo sangrar.

Le dolía.

Le dolía el saber que alguien más ya ocupaba el corazón de Harlequin.

Le dolía el saber que alguien más, probablemente ya haya probado el cuerpo del oji miel.

Pero le enfurecía no haber sido ella la que pudiera disfrutar de él.

Sentada en el asfalto, movió una mano suya de su rostro, aun abnegado en lágrimas, apretó los dientes hasta casi hacerlos chirriar y formó un puño. Alzó este mismo y lo arremetió contra el suelo, sin importarle el dolor que aquella acción le ocasionó.

Ahora, con ambas manos en forma de puños volvió a golpear el piso. Las lágrimas seguían cayendo de sus ojos, como un rio interminable, gruesas y llenas de rabia, dolor y frustración.

Abrió sus ojos rojizos y levantó la cara hacia el cielo nocturno, y con los orbes cristalizados pronunció:

— … Har…Harlequin… —Comenzó a decir la peli rosada en medio de sus sollozos— No debí… No debí… Haberme enamorado de ti.

Y calló, calló abruptamente mientras el nudo en la garganta se hacía más grande, mientras las lágrimas saladas seguían resbalando de sus mejillas hasta su mandíbula y terminaban en su clavícula.

Sus puños, aún en el suelo, los apretó fuertemente, hasta hacer sus nudillos blancos, y después se agachó ahí mismo, bajando su cabeza hasta pegar su frente contra el frio cemento, sin importarle que la vieran.

—Ámame… Ámame… ¡Ámame!

Gritaba, con la voz ya más ronca, y sollozando aún más fuerte.

Que importaba que se quedara sin voz, debía de sacar todo lo que tenía adentro.

—Harlequin…—Susurró, aun con la frente pegada al suelo, las gruesas lágrimas saliendo sin control.

No lo entendía, y nunca lo iba a hacer.

Por qué Harlequin se tuvo que casar con alguien que no fuera ella. Si tan solo… Si tan solo se hubieran conocido con anterioridad, ella lo hubiera podido enamorar, darle mejores cosas de las que, probablemente, la otra no lo haría.

O eso pensaba Ende, mientras seguía golpeando el cemento sin piedad y con frustración acumulada.

De pronto, se detuvo, abriendo los ojos enormemente. Respiró hondo, y levantó su cabeza con lentitud, igualmente, irguiendo la espalda, finalmente quedando sentada. Cuando una idea a su cabeza llegó.

Si él no podía ser de ella… Entonces Harlequin no podía ser de nadie más.

Entonces, ahí fue, en ese justo momento, cuando Ende pensó en idear un plan…

Rápidamente y con una nueva sonrisa, un poco desquiciada, se levantó de su sitio. Se acomodó la ropa y limpió las lágrimas secas de su blanco rostro.

Tomó las cosas que traía consigo y comenzó a andar rumbo a su hogar… Para idear mejor lo que tenía en mente.

Caminó durante unos cuantos minutos, en la oscura y fría noche, hasta que dio a su dirección. Buscó sus llaves en su bolso, las sacó y las metió en la cerradura de la puerta, la cual hizo un pequeño "click" indicando que estaba abierta. Ende se adentró, cerró la puerta tras de sí, dio unos cuantos pasos hasta que su teléfono comenzó a vibrar un poco, para dejar de hacerlo después, indicando que un mensaje había llegado.

"Ya estoy aquí, bebé~ Date prisa, que tengo hambre~".

Al momento de leer la notificación, una sonrisa de lujuria pura apareció en sus labios rosados, mientras se los relamía, contestó al mensaje, avisando que había llegado e indicando que la esperaran un momento.

Había olvidado que hoy tendría una agradable visita.

Dejó su bolso en una pequeña mesita a la entrada, se quitó los tacones y los dejó por ahí, a un lado del sillón de su sala, posteriormente, comenzó a desabotonar su blusa, lentamente, hasta el último botón, dejando libres sus pechos.

La falda la aflojó un poco, pero primero, debía ir al baño a limpiarse la cara.

Al estar ahí, se quitó el maquillaje, limpió sus manos y lavó su cara, hasta dejarla reluciente. Pero, de pronto otro mensaje llegó, justo cuando se estaba secando el rostro, y al momento de leerlo otra sonrisa surcó sus labios.

"Vamos gatita~ estoy impaciente~".

—Ah… —Rápidamente se secó lo que quedaba de agua en su rostro, dejó la toalla a un lado y solo se detuvo un momento para observarse en el espejo.

Tenía unas imperceptibles ojeras en sus ojos, y unos pequeños rasguños en la cara y frente. Suspiró, eso le pasaba por imprudente.

Restándole, después, importancia, comenzó a quitarse la blusa y la falda, dejándolos en el cesto de ropa sucia, quedando solamente en ropa interior. Dudó un momento si quitársela también, pero mejor decidió no hacerlo, así el "juego" sería más divertido.

Tomó su teléfono y, apagando la luz del baño, salió cerrando la puerta en el proceso. Caminó hasta su habitación, donde alguien la esperaba con impaciencia.

Y, efectivamente, cuando abrió la puerta y la cerró tras de sí, observó un cuerpo masculino, desnudo en su cama.

El hombre sonrió con lujuria al ver a la peli rosada ahí, parada en ropa interior, frente a él, y una pequeña excitación creció en su "amigo".

—Que hermosa~ —Se levantó de la cama, y caminó hasta donde estaba Ende, quien solo lo veía con una sonrisita de deseo. — ¿Por qué tardaste tanto en llegar?—dijo el hombre de cabellos verdosos, mientras la tomaba de la barbilla para verla mejor.

—Tenía cosas que hacer…

—Ya veo… entonces, ya estarás desocupada… Quiero hacer cosas contigo~—aquel hombre habló con un tono de voz un poco ronco, y es que, excitaba en sobre manera al ver semejante cuerpo escultural frente a él.

Ende solo lo miró, a aquellos bonitos ojos amatista… Que por su cabeza se volvían de un color miel, y una oleada de calor entró de lleno en ella.

—Solo permíteme poner mi teléfono en un lugar seguro.

Dándole un beso en la boca al hombre de ojos morados, se separó de él, alejándose mientras caminaba moviendo las caderas provocativamente hasta la mesita de al lado de la cama. Solamente quería provocarlo. Dejó el celular, y, apenas se dio la vuelta para volver con él, se dio con la sorpresa de que aquel hombre ya se encontraba cerca de ella.

Ende sonrió levemente, para después morderse el labio inferior, presa del deseo. Tener a un hombre así a su lado despertaba tantas emociones en ella. Parpadeó ligeramente, mirando fijo a aquellos orbes amatista que no le quitaban la mirada de encima, con un deseo innegable en estos.

—Ende~ —Aquel hombre comenzó a mover sus brazos en torno a la cintura de la fémina, con las yemas de los dedos chocando contra la piel desnuda de la contraria, estremeciéndose ante el frio toque de aquellas grandes manos.

Ende soltó un suspiro, dejándose llevar, sintiendo la firmeza en el agarre de la cintura. De repente, la sujetaron un poco brusco, para que la peli rosada quedara pegada al torso masculino del más alto. Luego, aquellas grandes y callosas manos comenzaron a masajear la espalda blanca, lento, suave, como si de un fino instrumento se tratara, el cual se debía de tener completo cuidado.

La mujer alzó sus brazos para enrollarlos en torno al cuello del otro, se paró de puntitas y, acercando peligrosamente su boca rosada a la carnosa, pronunció en un tono bastante sugerente.

—Cariño~ ¿Qué esperas para quitarme el brassier? Tómame… Que ya no aguanto más… — Luego, movió un poco su cabeza, hasta posar sus labios en la oreja del otro y morder, sensualmente, el lóbulo de ésta.

Howser se sentía en el paraíso ahora mismo, pero estaba tan excitado que su miembro palpitaba. El deseo lo embargaba, imaginando la miles de posibilidades que podrían hacer aquella noche.

—Estoy tan excitado ahora que fácil podría quitarte esa prenda tan delgada de una… —Los dedos del hombre recorrieron la espalda de Ende, haciendo un camino hasta llegar al broche del sujetador.

—Vamos, ¿qué esperas? —La peli rosada solamente lo estaba provocando, acariciando lo cabellos del contrario con suavidad, enredando sus finos dedos en la melena verdosa.

Howser sonrió, y rápidamente desabrochó aquella prenda, al mismo tiempo Ende se separó un momento para quitárselo por completo y aventarlo por ahí, dejando a la vista los pechos erectos de la fémina, el contrario se le quedó viendo, embobado ante tal imagen, como si de una diosa se tratara. Las manos masculinas no dudaron, y se movieron sigilosas hasta posar solamente ambos pulgares en los pezones rosados y comenzar a masajearlos lentamente. Un pequeño suspiro salió de la boca de la fémina.

—Har-

Pero, al momento de querer decir algo, unos labios ansiosos se posaron en la pequeña boca, devorando aquellos labios con desespero y completo deseo. Ende no dudó ni un segundo en corresponder a ese beso tan picante, el cual le generaba tantas sensaciones. Las manos de Howser después se movieron a la pequeña cintura, atrapándola en esos fuertes brazos que tenía. Ambos se siguieron besando tan pasionalmente, que Ende no se dio cuenta en que momento la habían cargado hasta recostarla en la cama y seguir con aquellos besos tan llenos de deseo y lujuria.

De un momento a otro, la fémina abrió sus ojos, cuando sintió como comenzaron a besar su cuello de una manera tan excitante, sus ojos estaban opacos, llenos de lujuria. La fémina miró la cabellera de su acompañante, de un lindo color "castaño claro", subió sus finas manos hasta ésta y comenzó a acariciarla. Un pequeño gemido escapó de su boca cuando sintió como mordían su clavícula con suavidad, para continuar con un camino de besos hasta el inicio de sus pechos. Pero, antes de seguir, Howser subió su cabeza, aun con las manos de Ende en la suya, este le sonrió, Ende se le quedó mirando un rato, hasta que su misma boca formó una sonrisa y un enorme sonrojo surcó su rostro… Ende se sentía pérdida entre aquellos ojos "miel". Pasados unos segundos, Howser le besó la quijada, dejando un beso húmedo en esta y continuar con aquellos besos impregnados de pasión.

Aquellas manos que recorrían con devoción el cuerpo de Ende, ya no se sentían tan gruesas, sino ahora delgadas, el cuerpo antes fornido ahora lo veía un poco más delgado. La peli rosada, cuando vio cómo el contrario se levantó de su sitio para bajar la última prenda de la fémina, parpadeó varias veces, sin dejar de creer lo que veía.

Aquella melena desordenada, antes verdosa, ahora se mostraba de un tono castaño claro. Cuando comenzó un camino de besos por los muslos de la peli rosada, aquel hombre abrió un solo ojo, para verla con intensidad y detonando cierto brillo. Ende se quedó muda por unos seguidos y algo desorientada… Aquellos ojos no eran los de Howser… Entonces, ¿por qué veía unos ojos del color de la miel?

¿Estaría soñando?

No se creería que estuviera a punto de hacerlo con… ¿O sí? Porque si era así…

Los pensamientos de la peli rosada fueron interrumpidos por un fuerte gemido de su parte cuando sintió como besaban aquella zona tan delicada para ella. Aquello la descontroló.

Importándole poco que se moviera brusco, Ende, por el segundo gemido que tuvo, tomó con ambas manos las sábanas, mientras arqueaba un poco la espalda y las piernas las movía levemente abriéndolas más, solo para sentir como aquel hombre, el cual ya no se parecía en nada con el que estaba antes la devoraba.

"¡Harlequin!"

Mordía sus labios fuertemente para no gritar cuando un dedo se sintió adentrarse en ella…

Ende siguió gritando, cegada por el placer que le provocaba aquel hombre del cual ha estado enamorada desde hace tiempo.

Ese hombre, llamado "Harlequin" jugueteaba en la entrada de la fémina, solo para sentir el líquido caliente que comenzó a brotar de aquella apretada intimidad.

Cuando "Harlequin" retiró su mano de esa zona sensible, este se mordió los labios, mientras sentía como su erección palpitaba, en busca de ya adentrarse en el sexo femenino.

De repente el más alto se inclinó hasta la cara de la fémina, plantándole un beso en sus lindos labios tan adictivos; ambos, apasionados, movían sus lenguas en un vaivén tan sensual e intenso que, inconscientemente el "peli castaño" abrazó el cuerpo desnudo de la contraria entre sus gruesas manos, acariciando su suave y blanca piel, mientras la contraria enredaba sus piernas en a cadera del contrario… Ya necesitaba sentirlo dentro de ella.

—Ha- —Ende estuvo a punto de cometer el desliz de pronunciar cierto nombre, apenas recordando que no estaba con su "enamorado", si no con alguien más. —How…ser, por favor, ya quiero… quiero sentirte dentro de mí, ahora…

Howser siguió besando, ya por ultima vez, el blanco cuello, hasta dejarle una pequeña marca; después, decidió a obedecer a su compañera.

Y, de esta manera, esta noche fue así para Ende, pasándola entre gemidos y caricias placenteras… olvidando por completo su plan.

Sucesos después de dejar a Ende tirada en la calle…

King llevaba en brazos a Diane directo al carro, dejando el cuerpo de esta en el asiento de atrás, recostada. El castaño subió rápidamente al lado del piloto, suspiró hondamente y dio rienda suelta hasta un hospital cercano.

Trataba de calmarse, pero, al ver por el retrovisor la mueca de dolor de su esposa… el nudo en su estómago se hacía un poco más grande.

¿Qué le habrá pasado para que se pusiera de esa manera? ¿Una infección? ¿Comió algo en mal estado? Tantas preguntas que, ahora mismo, su propia mente no podía responder.

Mordía sus labios, nervioso, pero tratando de despejar su mente y no cometer una estupidez en el camino por andar de distraído.

—King… —El nombrado se sobresaltó, tomando con más fuerza de la necesaria el volante, miró por el retrovisor el rostro pálido de su esposa; las náuseas se instalaron en su estómago, y un feo dolor en el pecho. El castaño respiró hondo, tratando de calmarse así mismo.

El miedo y la angustia habían inundado a Harlequin, el cual, se encontraba ahora mismo corriendo por los pasillos del hospital con su esposa en brazos. Unas enfermeras le pidieron que entrara a un cuarto ya desocupado; sin embargo, le pidieron que aguardar afuera, aun cuando el angustiado esposo de la castaña repelara

—¡Pero es mi esposa! —Gruñó—DEBO estar con ella.

—Señor, discúlpenos, pero en cuanto tengamos un análisis de lo que le pudo haber pasado a su mujer, usted necesitará espera aquí, en la sala de espera.

Justo cuando King iba a volver a reclamar, una mano se posó en el hombro de este; con furia, el castaño volteó.

—¿¡Y ahora qu…!?

—Permítanos por favor averiguar que le sucede a su esposa. Sabemos que está desesperado, sin embargo, ha estado haciendo un escándalo en el hospital, de esta manera no nos esta ayudando mucho. Le ruego nos tenga paciencia, mientras tanto, me encargaré de su esposa, tanto como sea posible. Con la información que nos proporcionó de lo que pasó anteriormente, nos servirá mucho para informarle sobre el estado de ella, ¿podría contar con su ayuda?

King frunció el ceño, solamente para soltar un hondo suspiro, apretar los labios y asentir con la cabeza, con la disculpa en la mirada.

El doctor le sonrió regalándole una mirada cálida para, posteriormente, entrar al cuarto con una enfermera detrás de él.

King solo esperaba buenas noticias. Aun no entendía bien el como ni el porque de que Diane se haya desmayado en plena calle.

Ahora mismo, la mente de King estaba toda echa un revoltijo.

No entendía como es que, de repente, su esposa, el amor de su vida estaba ahora mismo ahí, en una habitación donde no dejaban que la viera, sola y sin su protección…Bueno, puede que la tenga de los médicos, pero eso no quitaba el hecho de que el castaño quería estar al lado de la fémina.

¿Por qué…?

¿Por qué pasaba esto?

Y, ¿cómo es que de repente, Diane se haya puesto tan mal? ¿Y si tenía alguna enfermedad y hasta ahora no lo sabía?

Pensar en eso solo provoco que su rostro se volviera en un tono pálido y su boca se secara ante las posibles conclusiones a las que estaba llegando King.

Lo bueno, era que, pronto, su mente se despejaría de toda duda.

Más pronto de lo que imaginaba.

Diane abrió los ojos poco a poco. Parpadeó un par de veces, acostumbrándose a las luces de la habitación desconocida donde se encontraba.

—¿Uh? ¿Dónde estoy? —Murmuró, sintiendo el cuerpo pesado, pero con los ojos ya más abiertos, notando de inmediato que aquella no era la habitación que compartía con su esposo.

—¡Oh! Finalmente despertó. —Ante la voz desconocida, la castaña volteó un poco asustada, hasta que notó el uniforme de la persona frente a ella, su cuerpo se relajo un poco… solo un poco.

¿Estaba en un hospital?

Pronto, imágenes borrosas llegaron a su mente, así como balas pasando a máxima velocidad. La castaña se tocó la cabeza con dolor, frunciendo el ceño en el proceso.

—¿Diane?

"¿Esa voz no es de…?"

—King… —Salió ronca su voz, trató de aclarar su garganta un poco, luchando contra el pequeño palpiteo en su cabeza.

—Si, aquí estoy. —Diane sintió como tomaron su mano, aun sin abrir los ojos, pudo sentir la calidez que transmitía ese pequeño y suave roce. —Finalmente me dejaron verte, corazón.

Un atisbo de sonrisa asomó los labios de la fémina, la voz de King le tranquilizaba bastante. Y, unos segundos después, abrió sus ojitos violetas, viendo ante ella una figura alta y delgada, con una mirada de amor y preocupación mezcladas.

—King, ¿qué pasó? ¿Por qué estoy aquí? —El nombrado la miró asustado sintiendo como apretaban más fuerte su mano.

—¿No recuerdas nada?

—Maso menos, solo sé que me dio un fuerte dolor cuando fui a tu trabajo por sorpresa y nada, de ahí en más no recuerdo que más pasó, ya que todo se volvió negro. —De repente, una imagen más clara apareció en la mente de la castaña, provocando que esta frunciera el ceño. —Ahora que recuerdo, estabas con una mujer…

King apretó los labios en una clara muestra de asco ante el recuerdo. Su esposa ya estaba recordando todo, le alegraba, pero por otra parte el enojo ardía en él.

—Si. —Afirmó el castaño. —Y, cuando la alejé de mí y me di la vuelta para irme, te vi ahí, y luego vi cómo te desmayaste.

Diane frunció los labios, ahora recordaba todo, absolutamente todo lo que pasó. Por reflejo tocó su estómago, ya que ahí fue donde sintió un dolor muy fuerte, pensaba que, en parte, se había desmayado por el dolor en esa zona.

—King. —El nombrado la miró atento. —Ya recuerdo todo. —La mirada de color miel se oscureció unos segundos. —Y recuerdo que tuve un dolor horrible después de ver como esa…te besaba, luego de eso sentí un fuerte dolor en el estómago y… pasó lo que pasó.

El más alto acarició los cabellos oscuros de su esposa, con mucha delicadeza como si de una muñeca de porcelana se tratara. Luego su mano se dirigió hacia la mejilla, acariciándola con suavidad, provocando un tenue rosado en los pómulos femeninos. King rio mostrando toda una hilera de dientes, ya sintiéndose más relajado y, extrañamente para Diane, se le veía muy feliz, y era extraño porque parecía que su ánimo cambió muy drásticamente.

—Pero ya estás aquí conmigo y eso es lo que importa.

Pero eso a Diane no le molestaba en lo más mínimo ese nuevo cambio de ánimo en su esposo. Mientras ella lo viera feliz, Diane también lo estaría.

Pasaron algunas horas después de que dieron de alta a Diane del hospital, en donde se quedó toda una noche y hasta el medio día siguiente. La castaña se encontraba ya bastante estable, por lo que le dieron el permiso para retirarse a casa con su esposo. Aunque viera que todo estuviera bien, notaba algo extraño, algo que sentía que no le habían dicho e intuía que King le estaba ocultando algo… algo enorme. O quizá y eran solo sus ideas, sin embargo, sus sospechas crecieron más cuando notó como cruzó miradas con el doctor que la atendió y ambos asentían en confidencia; Diane no sabía que estaba pasando y, en cuanto tuviera oportunidad, atacaría a su marido con preguntas directas, claro que sí.

Una vez instalados ambos en el carro, y una vez arrancó para dirigirse a su hogar, Diane se removió un poco en el asiento del copiloto, mirando a King, el cual parecía un tanto nervioso durante el camino y ahora que el carro estaba parado en una luz roja, procedió a cuestionarle.

—¿Ahora si me dirás que te traes? —Directa como siempre, atacó Diane.

—¿A qué te refieres? —King debió la vista de la violeta. Grave error.

—Sé que me estas ocultando algo, ni me estás viendo y eso que estamos en semáforo rojo todavía.

King tragó duro. A veces olvidaba que Diane era alguien bastante observadora.

—Necesito estar atento, corazón. —Trató de persuadirla. Claramente sin éxito alguno.

Diane lo miró seria. Necesitaba respuestas, pero de ya.

—¿Algo te dijo el doctor que no me quieres decir? Porque, ahora que recuerdo, no supe bien exactamente que tenía que haya provocado lo que me pasó ayer y quiero saberlo, King. Solo me dijeron cosas generales, pero yo quería saber exactamente qué pasó.

King se comenzó a sentir un poco culpable ante eso, pero no sabía cómo comenzar a explicarle lo que el dotor le dijo. Además, porque el mismo pidió decírselo a Diane en vez del mismo doctor.

El castaño soltó un suspiro, justo cundo el semáforo cambió a verde, este arrancó de nuevo siguiendo el conocido camino hasta su hogar.

Diane, mientras tanto esperaba una respuesta con los brazos cruzados y el ceño fruncido viendo hacia el frente, por alguna razón, sus ojos violetas se vieron llenos de agua salada. Su nariz comenzó a ponerse rojita y sus labios empezaron a temblar. La misma Diane no pensó que eso le afectaría tanto, normalmente se mantenía molesta y luego lo hablaría, no terminaría llorando ni nada… ¿Acaso se volvió sensible después de estar en el hospital? No lo entendía y eso no tenía mucho sentido.

—Vaya, cuanto silencio. —Dijo el castaño, una vez estacionó el carro frente a su casa. —Perdón amor, has de estar molesta, pero te prometo que… ¡¿Amor?!

Solo se podía ver como gruesas lágrimas rodaban por el rostro de la fémina sin control alguno. King al ver el rostro rojito de su esposa, sintió como su corazón se estrujó, así que rápidamente se quitó el cinturón de seguridad y movió todo su torso y brazos al lado de su esposa, quien ahora lloraba un por más fuerte.

—Ay, mi amor, perdón, no creí que te afectaría tanto. —Los sollozos seguían y King continuaba tratando de calmar a la castaña, la cual ahora mismo estaba cubriendo su rostro con ambas manos. Ni ella misma se explicaba él porque estaba llorando tanto.

King, en un momento de desesperación tomó a su esposa por los hombros y con sus brazos la cubrió, después de quitarle el cinturón de seguridad. El castaño la abrazó por varios minutos en los cuales sobaba su espalda calmando los sollozos de su mujer.

King suspiró, aunque una sonrisita intentaba escapar de sus labios.

—¿Ya estás mejor? —El castaño preguntó después de ya no escuchar el llanto de Diane.

—S…sí, creo que sí. —Contestó con la voz algo ronca, la fémina, ahora trataba de separarse de su esposo para secarse las lágrimas. —No se que me pasó, de repente ya estaba llorando, si tampoco era para tanto. —Soltó finalmente una risita, para después mirar a los ojos de su esposo, el cual ahora si no podía ocultar más la enorme sonrisa de su boca.

—Me alegra verte feliz, corazón. —El castaño le plantó un besito en la frente, acarició sus oscuros cabellos y la miró a los ojos. —Porque con lo que te tengo que decir nos va a alegrar el doble.

Diane lo miró confundida, parpadeando varias veces, King rio y tomando la mano de Diane, depositó un beso en el dorso de esta misma, ocasionando un fuerte rubor en sus mejillas.

—Primero entremos, ¿sí? —La fémina asintió, y momentos después ambos se encontraban frente a la puerta de su dulce hogar. King tenía sujeta de la cintura a Diane, le dio un besito en su mejilla antes de abrir la puerta y ambos entrar de una vez.

Una vez instalados en casa King suspiró… Ahora no sabía como decir lo que iba a decir, además era raro, se supone que eso lo tenía que decir la otra persona, pero cambiar roles no estaba de más…según él.

—¿Entonces, ya me vas a decir? —Dijo Diane, enrollando con sus brazos el cuello de su amado. —Ya no me dejes con la intriga~.

King la miraba embelesado, sus ojos miel miraban con intensidad los orbes violetas, los cuales tenían la curiosidad plasmada en estos mismos; King no pudo más y atacó los labios de la castaña mientras atrapaba su preciosa cintura con sus fuertes brazos. Diane tardó unos segundos en corresponder al beso, más que nada por lo inesperado que fue; iba a separarse y reclamar, pero la traviesa lengua de King no se lo permitió, así que ambos siguieron ese beso ardiente.

Pudiera ser que el cerebro de King se haya desconectado un poco, ya que el castaño comenzó a mover sus grandes manos por la espalda de su esposa, provocando que ella tomara el cabello de King y así intensificar más el beso. Pero segundos después ambo se separaron por falta de aire en sus pulmones.

—Ki…King…—Intentó hablar Diane, pero King no se lo permitió, y perdido entre los labios y el hermoso rostro ruborizado de su esposa, siguió acariciando su espalda con una lentitud que electrizaba a Diane.

El más alto metió sus manos por debajo de la blusa de su esposa, ahora sintiendo la piel desnuda y una increíble electricidad recorriéndolo todo completo. Sus labios, cuando los iba a acercar para besar los contrarios, estos cambiaron de dirección solo para poder probar el suave cuello de su mujer y, entre besos, llegar hasta su clavícula. El camino húmedo de su boca masculina siguió hasta llegar al nacimiento de los pechos de su mujer; Diane solamente soltaba varios suspiros y uno que otro ruidito mientras cerraba sus ojitos llenándose del más puro placer que su esposo estaba ofreciéndole.

—Ki…King. Ya…dime. —Apenas pudo decir Diane.

—Dame cinco minutos~. —Contestó King, embriagado por el dulce aroma de la castaña, mientras comenzaba a desabotonar su blusa. Solamente escuchó como Diane hacía un pequeño puchero, el cual fue silenciado por los labios de King.

Ambos, prontamente, fueron caminando entre besos hasta el sofá de la sala, ahí mismo el castaño posicionó a Diane encima de este mismo; pero antes, la fémina se quitó la blusa, dejándola tirada en el piso. La castaña tomó el rostro de su esposo con ambas manos, acercándose lo suficiente y nuevamente besarlo con devoción. Las manos traviesas de King acariciaban la espalda de la fémina, las cuales llegaron hasta el broche del sostén y, como King ya tenía práctica, lo desabrochó como si nada. Diane emitió un pequeño gritito mientras su rostro se ruborizaba, King la veía juguetón, mientras trataba con un amano quitarle por completo ese pedazo de tela.

Diane ya no soportó más, la curiosidad la mataba y King simplemente no le decía nada. Aunque quería continuar, necesitaba saber que le habían dicho al castaño.

—¡Ya, King! — La castaña se mantuvo sentada sobre la entrepierna del nombrado, quien solo la miraba con el deseo palpable en sus ojos. —¡Hazme caso! Necesito respuestas y te prometo que si no las obtengo hoy mismo… ¡Te quedas sin sexo hoy!

Como si un balde de agua fría le cayera directo en la cabeza al castaño, abrió sus ojos enormemente.

"Todo menos eso"

Si era honesto, solo quería probar un poco de su mujer, la necesitaba, tanto como ella a él, pero al parecer, hora era ella la que mantenía la cabeza fría…

King soltó un suspiro, viendo a su mujer con los brazos cruzados… lo que provocaba que sus pechos se vieran inflados.

"No, King, cálmate"

—Ah. —suspiró pesadamente. El castaño comenzó a quitarse su camisa, solo para ponérsela a Diane y evitar que siguiera en lo que estaba. —Y yo que me estaba divirtiendo. Solo no te quites mi camisa por favor.

Diane ya iba a decir algo cuando miró la mirada de advertencia del castaño, captando así al instante lo que quería decirle; y obediente se arregló aquella prenda. Luego, Diane se movió de su sitio para no generarle más problemas a su esposo.

—¿Entonces? — Preguntó Diane, una vez ya ambos estuvieron sentados correctamente en el sillón.

King mordió su labio… Ahora se arrepentía de haberle dicho al doctor que el le daría la sorpresa. Pero ya no había vuelta atrás.

—Verás… El doctor te hizo un chequeo y encontró todo muy bien…—Diane asintió, atenta. —Bueno… Encontró algo más en tu cuerpo y… El resultado fue que…—King casi no podía seguir, su voz fue tremendamente entrecortada, más sabía que Diane necesitaba saber eso.

—¿Qué ocurre? Me estás asustando King.

—Lo que sucede aquí es… —Respiró hondo y con los ojos llenos de lágrimas respondió: —…vamos a ser padres.

El cerebro de Diane se desconectó, su respiración se aceleró y, abriendo grande los ojos, exclamó:

—¿Qué?

King luego de limpiarse las lágrimas y, aún con la voz entrecortada, respondió con una sonrisa.

—Si, mi amor.

Diane no podía creérselo, ¿ella embarazada? Ahora tenía un pedacito de ella y del hombre que amaba con todo su corazón. No lo pudo evitar, las lágrimas poco a poco se iban aglomerando en sus orbes violetas mientras una enorme sonrisa ocupaba toda su boquita. La castaña tomó la mano de King apretándola mientras la subía hasta su pecho, el castaño la miró con un brillo en su mirada, y sin esperar más este se abalanzó hacia la fémina en un enorme abrazo.

Ambos lloraban de la felicidad, finalmente se les había cumplido lo que habían pedido. Ambos se abrazaron fuerte, limpiándose las lágrimas en el proceso, cuando, en eso, Diane le proporcionó un beso en los labios de su esposo quien le correspondió gustoso.

Pasamos unos minutos más, y ambos ya tranquilos, Diane procedió a hablar:

—Por cierto ¿Qué no se supone que yo tenía que haberte dado la sorpresa? Esto me parece injusto, —se cruzó de brazos, pero manteniendo su sonrisa, — y raro.

—Lo sé, pero cambiar roles no es nada del otro mundo, digo, no pasa nada con que yo te lo hubiera dicho. —Contestó King, con la sonrisa aún adornando su boca.

Diane, quien, seguía un poco en shock, y tenía nuevamente ganas de llorar, volvió a abrazar a su esposo. King apenas la atrapó, tomándola fuerte de la cintura, pero sin lastimarla correspondiendo al abrazo de oso.

Después de aquella noticia, ambos se dejaron amar como bien sabían hacerlo. De cualquier manera, ambos iban a celebrar aquello, no se quedarían así sin nada que hacer. Pero primero querrán tener su tiempo as olas como pareja.

Esa noche ambos consumaron nuevamente su amor y felicidad, uniéndose en cuerpo y alma.

Y no había nada ni nadie que pudiera opacarles esa felicidad.

(…)

¡Holaaa! ¡He vuelto después de tanto tiempo!

Lamento demasiado la demora qwq pero aquí está el capítulo número 14

Espero les haya gustado. Y me gustaría saber que opinan, ¿cómo les pareció?

En verdad me complace darles este capítulo, me tarde mucho en completarlo, honestamente, pero finalmente lo traigo aquí.

Ah por cierto… Puede que tarde para la siguiente actualización, pero por favor NO DESESPEREN qwq la U me come vivaaaa.

Bueno eso es todo de mi parte.

Nos vemos en la siguiente actualización.

¡Bye, bye!