15

(…)

Era un día nublado cuando llamaron a una peli rosada a la oficina de Gloxinia…

Ende caminaba de lo más normal. Pasó por el lugar de trabajo de King y Helbram, le guiñó un ojo al castaño, quien frunció el ceño ante esa acción.

—Ya quiero que la despidan —dijo Helbram entre susurros. King sonrió.

—Tranquilo, pronto llegará ese día y finalmente nos libraremos de ella —contestó el castaño sonriendo en grande a la par que continuaba con lo que estaba haciendo.

—Estás despedida.

Ende no podía creer lo que sus oídos escuchaban.

¿Ella? ¿Despedida? Imposible.

—¿Có…cómo? Creo que no escuché bien —habló Ende, parpadeando varias veces

Gloxinia recargó sus brazos en el escritorio entrelazando sus manos. La miró fijamente y con porte serio.

—Violaste una norma de nuestra empresa… El acoso aquí está prohibido —los ojos ámbar brillaron —por eso estás despedida. Puedes ir recogiendo tus cosas.

—N…no lo entiendo ¡Yo no he acosado a nadie! —exclamó la peli rosada con desespero. — ¡No puede hacerme esto!

—Claro que sí. Soy el jefe y dueño de esta empresa —Gloxinia suspiró. —No intentes ocultarlo más. Me llegó un informe de que estuviste acosando sexualmente a un compañero de trabajo reiteradas veces. Se cansó de eso, vino a hablarme y llegué a la conclusión que no tiene caso que sigas aquí si estás haciendo actos de acoso sexual.

Ende se dejó caer en la silla frente a su jefe. Aquello le cayó como balde de agua fría. La peli rosada se mordió el labio, pensando en algo para que no la sacaran de la empresa.

—¿Quién fue?

Gloxinia ladeó la cabeza.

—¿Mmm?

—¡Si! ¿quién le dijo de eso? De seguro miente.

—No puedo darte esa información — contestó Gloxinia, recargando su espalda en el asiento de su silla. —Así son las cosas señorita.

Ende no lo entendía…o ¿Será acaso…?

—N…no puede ser… —al final, la peli rosada entendió todo. No pensó que eso fuera a crear su despido de la empresa. Estaba tan inmersa en Harlequin que nunca tomó en cuenta las consecuencias de sus actos —…Entiendo, no me queda nada mejor que hacer.

Gloxinia medio sonrió.

—Me alegra que lo entiendas de la mejor manera. No quería que esta conversación resultara en improperios —dijo Gloxinia soltando después un suspiro.

Ende lo miró y sonrió de lado. Luego se paró de su asiento y fue hasta Gloxinia, para quedar muy cerca de este.

El peli rojo la miró con la duda pintada en el rostro.

—¿Señorita?

Ende tomó un mechón del cabello largo y lo comenzó a enredar entre su dedo índice con lentitud. Sus ojos rojos miraban fijamente a los contrarios, a la par que sonreía lenta y sensualmente; su rostro femenino iba acercándose poco a poco al de Gloxinia quien la miraba parpadeando varias veces, tratando de entender lo que la señorita frente a él estaba tratando de hacer.

—Yo creo que podríamos llegar a un acuerdo para mi despido, ¿no crees, Gloxi~? —el nombrado ni se inmutó, pero antes de poder decir algo, una mano pequeña tomó la suya comenzando a entrelazar sus dedos. Gloxinia actuó finalmente y la apartó como pudo.

—Señorita, retírese de aquí.

Ende frunció el ceño, se acomodó la ropa un momento, hasta que sus manos subieron hasta su pecho y de apoco comenzó a desabotonar su blusa.

—¿Seguro que quiere que me vaya? Gloxi, no puedes hacerme esto. Soy una parte importante para la empresa.

El peli rojo se tocó el puente de la nariz con el dedo índice y pulgar, seguidamente le dedico a la fémina una mirada tan fría que la heló.

—Pues su tiempo aquí se terminó. Ahora… —el peli rojo se levantó de su siento y con paso y mirad firmes, exclamó —…¡Fuera de aquí! —con su dedo índice señaló la puerta de la oficina, furioso la miró.

La peli rosada frunció el ceño, se volvió a acomodar la blusa y abrió la boca para decir algo más.

—Se arrepentirá de esto.

—Si, sí.

La fémina salió de ahí, dejando a un Gloxinia agotado mentalmente. Este suspiró profundo y se volvió a acomodar en su silla. Aun así, una pequeña sonrisa tiró de su boca al saber que Ende se iría de ahí.

Él quería lo mejor para sus empleados.

Ende recogía sus cosas con una insana agresividad. Casi se le caían al suelo de no ser porque pudo tomar a tiempo una de sus pertenencias.

Detrás de la pelirosada se observaban varios trabajadores viéndola curiosos, pero un tanto temerosos por la forma en la que estaba recogiendo sus cosas. Ende se volteó rápido, sintiendo las molestas miradas sobre ella; solo bastó de una dura mirada rojiza para que los demás voltearan y volvieran sus asuntos.

"Maldita sea. Esto no me puede estar pasando a mí, de verdad que no."

Pensaba Ende, terminando de acomodar sus cosas en una caja de cartón que encontró debajo de su escritorio. Sus ojos picaban y el labio de tonalidades rosadas comenzó a temblarle; el pecho lo sentía apretado al igual que su garganta. Pero no podía darse el lujo de llorar y menos ahora que aún se encontraba en la empresa.

Por otro lado, un castaño iba caminando normal como si nada, con un café en su mano derecha mientras revisaba levemente si no tenía mensajes en su bandeja de notificaciones; sonrió al ver uno de su esposa comentándole que sus compañeras ya se habían enterado de lo de su embarazo y la estaban casi sobre cuidando. Harlequin sonrió como tonto y sin darse cuenta, ya tenía sobre el una mirada rojiza taladrando su perfil. Los ojos de color miel miraron de reojo una caja de cartón tranquilamente en la esquina de un escritorio de color negro y junto a ella, estaba su pesadilla diaria, mirándolo de una manera que le incomodaba.

Ende apenas iba a decirle algo a Harlequin, en cuando lo vio, de no ser porque un peliverde se le había adelantado, y, como si fuera alguna mala broma y cruel jugada del destino; Helbram tomó a Harlequin de los hombros con su brazo y juntos se encaminaron hacia su respectivo lugar de trabajo. Todo para fastidio y mayor coraje de Ende.

Harlequin ni si quiera le dirigió la palabra, y la pelirosada no pudo sentirse todavía peor aquel día.

Eso le pasaba por no poder ocultar sus sentimientos, pero es que la sola idea de tener a Harlequin para ella le calentaba de una forma tal que tenía que irse a un espacio privado para saciar sus mas bajos deseos. Todo era culpa del castaño, si, eso y Ende no se quitaría aquello de la cabeza.

Aún así, la fémina no se daría tan rápido por vencida. Claro que no.

Ella quería tomar a Harlquin y algún día lo lograría. Y, con eso en mente, una pequeña sonrisa fue formándose en sus labios. Tomó sus cosas, una vez todas puestas en la caja y se retiró de ahí, contoneando sus caderas cuando pasó cerca del lugar del castaño de sus sueños y más sucios pensamientos.

Helbram estaba riendo. Con una mano escondiendo la enorme sonrisa oculta detrás de su palma; los temblores de sus hombros eran evidentes y la carcajada solo estaba a escasos segundos de salir disparada de su garganta. Más Harlequin lo impidió, sonriendo también y tomando a su compañero por los hombros ocultándose de una furiosa Ende que pasaba por ahí con sus cosas en ambas manos. El castaño casi siente que se le escapa una arcada por el asqueroso movimiento tan exagerado que hacia Ende con sus caderas. Helbram también la vio y fingió vomitar, mientras sacaba la lengua mirando a Harlequin y después emitir una enorme sonrisa.

—Finalmente el diablo se ha ido.

—Shh, puede escucharte.

—¿Y me importa?

Harlequin se tapó la boca para sofocar una próxima carcajada que quiso escapar. Trató de tomar aire unas cuantes veces, pero era inútil, aun quería seguir riendo; hasta que sintió algo posarse en su hombro que lo hizo saltar en su sitio.

—Hola, jefe —saludó Helbram como si nada, con su rostro tranquilo, mostrando una serena sonrisa, todo lo contrario, hasta hace unos segundos donde parecía que iba a estallar en carcajadas.

—Helbram, hola. Harlequin —el mencionado sudó frio, pero fingió tranquilidad; y una vez que la mano de su hombro fue retirada, Gloxinia prosiguió. —¿Cómo va todo?

Ambos amigos tragaron duro, se miraron entre sí y pusieron la mirada más seria posible.

—Todo bien, nada de que preocuparse —contestó Harlequin ya más sereno.

Gloxinia asintió atento y se retiró de ahí, con una pequeña sonrisa y riendo internamente por la cara que pusieron ambos ante su sorpresiva llegada.

—Parecemos viejas chismosas —murmuró el peliverde, King lo miró y asintió de acuerdo con lo dicho.

Varios minutos después de aquello, ya estaban dispuestos a trabajar como se debía, aún celebrando internamente la retirada de Ende….

…sin saber que pronto se iba a desatar algo más.

Una vez llegó la noche, King se encontraba abrazando a Diane contra el sillón, mientras le daba pequeños besos delicados en su hombro derecho. La castaña reía por las pequeñas cosquillas que aquello le causaba; luego tomó las manos de King y las entrelazó entre sus dedos, suspirando con una suave sonrisa en sus labios ante el contacto de la delgada mano de su esposo.

King recargó su cabeza en el hombro desnudo de su esposa, aun portando una blusa de tirantes, le preocupaba un poco que pudiera tener frío, más Diane lo tranquilizó.

—Amor, estoy bien. La temperatura es la indicada, tranquilo —había dicho Diane subiendo ambas manos entrelazadas, dándole un beso a los nudillos de su esposo. King se volvió de un carmín intenso para ternura y diversión de Diane.

—Pero… —Diane lo interrumpió. Se acercó tanto hasta quedar a centímetros de los labios ajenos, provocando que todo en King temblara y sintiera un fuerte palpitar golpear su pecho. —Como dije, estoy bien, King —la castaña lo miró fijamente con aquellos orbes violeta que tanto le gustaban. Apenas pudo asentir ante lo dicho por su esposa.

—De…de acuerdo —accedió el castaño, acercando ahora su rostro, como si de un imán se tratara a la rosada boca de la fémina. No se dijo nada más, simplemente el silencio habló por si mismo, no se necesitaron más palabras para aquel ambiente tan íntimo entre aquellos dos amantes.

Entonces, King tomó delicadamente el rostro de Diane con su mano libre; y finalmente pudo probar aquel fruto bendito que tanto lo atraía. El beso fue suave, sin prisa alguna; ambos probándose con tranquilidad y sumo amor.

Así continuaron besándose hasta que siguieron las caricias, las traviesas manos de King se colaban debajo de la blusa de Diane, esta saltó en su sitio ante el frio roce de la delgada mano sobre su estómago. La castaña creyó que subiría, más esta se quedó ahí mismo, con toda la palma abarcando el estómago plano de su esposa.

Diane se sintió repentinamente nerviosa, pero una sonrisa se instaló de manera inconsciente en su rostro.

—¿Qué crees que sea? —preguntó King de manera suave acariciando el vientre femenino. Diane se sonrojó furiosamente, pero habló:

—King, apenas tengo algunas semanas y… —se interrumpió al notar la mirada tan fija y llena de amor que pronunciaba el rostro de King. — Pienso que será un lindo niño, ¿y tú?

—Yo digo que sería una niña. Me gustaría ver correr a una mini tú por toda la casa —respondió King, aún acariciando el estómago de su esposa; Diane sintió que algo cálido se instalaba en su pecho y unas fuertes ganas de llorar comenzaban a fluir en ella, pero carraspeó y trató de hablar lo más natural posible.

—Apostemos, entonces.

Esta vez King volteó a verla, confundido.

—¿Eh?

Diane asintió varias veces y procedió a explicar en que consistiría aquella apuesta tan repentina.

—Si es niña, me tocará cambiarle los pañales durante todos sus primeros meses, pero si es niño eso te tocará a ti —Diane sonrió complacida por la cara de estupefacción que su esposo estaba haciendo en ese momento.

Harlequin lo meditó unos cuantos segundos, pero decidido, aceptó.

—¿Trato? —dijo Diane, alzando su mano frente a él, esperando ser estrechada.

King levanto una ceja y de pronto se sintió como una pequeña burbuja de emoción lo motivó.

—Trato.

Y así, ambos estrechando sus manos, firmaron un contrato implícito. En un futuro se sabría el ganador.

Cinco meses después…

King se encontraba meditando, abrazado a la espalda de Diane, juntando su mejilla en la nuca de esta.

—King, me haces cosquillas —decía Diane, mientras meneaba con un cucharón una sopa que estaba preparando aquel día. King sonrió, le dio un beso en la nuca, erizando los vellos de la piel femenina y se separó.

—Es que estás muy linda, no puedo evitar querer estar siempre pegado a ti —contestó el castaño, como si nada y para vergüenza de Diane. Luego, esta se dio la vuelta, dejando ver un abultado vientre. —Eres hermosa.

El rostro de Diane volvió a colorearse de un fuerte carmín, tapó levemente su rostro con una de sus coletas y regreso a su antigua posición, meneando demás la sopa. King soltó una risita, luego alargó su brazo para acariciar la bonita pancita redonda de cinco meses de su mujer, gritando internamente de la emoción.

King, cuando menos se dio cuenta, ya habían pasado los meses. Unos días después de que corrieran a Ende —su dolor de cabeza— fue a contárselo a Diane; claramente lo celebró, aliviada de que su esposo ya no sufriera por ella y pudiera hacer a gusto su trabajo.

Después, ambos siguieron su vida cotidiana, cuidando de que Diane comiera sus alimentos correctamente. Cuidándola lo más posible.

Cuando King no podía estar con ella, hacia que las compañeras de trabajo de Diane la cuidaran; ganándose suspiro detrás de le por lo buen marido que era y que todas querían a alguien así en sus vidas.

Una vez que ambos estaban solos, tranquilos en su cómodo hogar, llegaban los antojos repentinos de su esposa. Claro que le consentía en todo, aun si eso implicaba ir noche a alguna tienda abierta las veinticuatro horas, solo por complacer los antojos nocturnos de Diane.

A pesar de todo eso y que llegase bastante cansado a su trabajo, nadie podía borrarle esa sonrisa de orgullo y felicidad a King.

Porque finalmente sería padre y cuidaría de todo mal a su pequeño pedacito de cielo y su reina.

(...)

Hola~ ¿Qué tal? Ha pasado bastante tiempo, ¿verdad?

He vuelto, claramente con esta nueva actualización, dado que finalmente me pude hacer un espacio.

Realmente este año no fue el mejor de todos, ante tantas complicaciones y todo… pero ¡Oigan! Me gradué de la universidad y ahora solo nado en el mar del desempleo xd

Pero aquí seguimos, claramente no iba a dejar olvidada esta historia, puesto que ya le tengo un final decidido u3u

Y díganme… ¿qué les pareció este capítulo?

Espero les haya gustado, tanto como a mi me encantó escribirlo :'3

Muchas gracias por leer y nos vemos en la próxima actualización… que no diré cuándo será… es sorpresa~

¡Bye, bye!