p class="MsoNormal" style="text-indent: 1.0cm;"strongspan style="font-size: 12.0pt; line-height: 107%;"02: La Segunda Noche: Noche de Vino y Sorpresas./span/strong/p
p class="MsoNormal" style="text-indent: 1.0cm;"Siempre fue una mujer de cierta independencia. Su belleza y conocimientos la hacían atractiva, llamativa, provocadora… Pero ella siempre, con gran sabiduría, sabía cómo mantener la distancia. Se hacía respetar, dándole un repentino aire gélido a sus maravillosos ojos azules, que brillaban prístinos debajo de las espesas pestañas y el cabello rojizo. Un rojo oscuro, maduro, embriagador como el vino añejo./p
p class="MsoNormal" style="text-indent: 1.0cm;"Cuántas veces la vi, dar sorpresivamente la espalda a algún atrevido, para luego ver esos rizos rojizos flotando, ofuscados y ofendidos. Mi misión es observar – solía recordarme – Como miembro de un grupo transnacional, siempre debía velar por mi anonimato, mantener una absoluta e incómoda, pero conveniente neutralidad. En docenas de ocasiones estuve a punto de levantar la mano, indignado, para defender la honra de semejante beldad casada… Pero ella se bastaba a sí misma, y con cada ocasión, fueron creciendo más y más mi frustración y mi envidia. Sí, envidia./p
p class="MsoNormal" style="text-indent: 1.0cm;"René de Tuania. Un hombre excesivamente parsimonioso y cauto. Con la misma fría reserva y sobriedad de su esposa. Ambos, nobles de cuna a sepultura, habrían sido una pareja magnífica. Un bastión impugnable. Pero de sobra sabía yo, que demasiadas veces la dejaba sola, a la cabeza de la elite, una bellísima diosa gobernante por sobre todas aquellas almas que aspiraban a imitarla, a conseguir una mirada o una palabra./p
p class="MsoNormal" style="text-indent: 1.0cm;"Pardiez. Era como si hasta él se sintiera ofendido de la privilegiada posición de ella sobre sus pares. O celoso de que ella fuera el centro de las miradas. Un ligero temblor del labio, una súbita frialdad en el tono de sus palabras. Un minúsculo desprecio, al ver el ardor con que ella era inigualablemente admirada, codiciada, deseada./p
p class="MsoNormal" style="text-indent: 1.0cm;"-Ha estado muy callado esta noche, Vizconde Langdel… ¿Le han comido la lengua los ratones? – Su repentino interés sonriente, me dejó sin aliento y tragué saliva, puesto que no quería tartamudear. Respiré profundo, carraspeé y me repuse antes de contestar. Perdiéndome de paso, durante un breve segundo en la mirada feral y divertida en sus ojos felinos./p
p class="MsoNormal" style="text-indent: 1.0cm;"-Tan sólo barruntaba en mi mala suerte, puesto que pronto deberé partir otra vez…/p
p class="MsoNormal" style="text-indent: 1.0cm;"-¿Un nuevo viaje de negocios? ¡Su emprendimiento ha de ser muy próspero! – Una rubia heredera, en plena cacería de marido, puesto que apenas había sido su fiesta debutante, me miraba, toda sonrisas, intentando captar mi atención metiendo baza en la conversación./p
p class="MsoNormal" style="text-indent: 1.0cm;"Acepté su intervención, resignado. Era mejor disimular hacia dónde se dirigían mis intereses. Un terreno peligroso y vedado… Demasiado llamativo como para arriesgar mi misión. Le medio devolví la sonrisa, de los dientes para afuera./p
p class="MsoNormal" style="text-indent: 1.0cm;"-Oh, es apenas una modesta inversión en unas minas de carbón. No es la gran cosa, apenas un divertimento, Lady Petrova – Asentí con un gesto vago de la mano, riéndome un poco al ver su mohín de desilusión y volviendo mis ojos de nuevo a la Duquesa de Tuania./p
p class="MsoNormal" style="text-indent: 1.0cm;"Ésta ya se había vuelto a sus otros interlocutores y remarcaba sus palabras moviendo el abanico, su arma mortal, sobre el cual chispeaban esos ojos, en los que valía mejor no aventurarse. Suspiré. Apenas una que otra palabra cruzábamos de tertulia en tertulia, pero era mejor así. Examiné mis guantes de cabritilla y los gemelos de esmeraldas que brillaban en mis muñecas. Al menos mi aspecto no se diferenciaba demasiado de los demás nobles, mi disfraz era perfecto… Si al menos puediera mantener mi cabeza fría. Sobre todo ahora, que las hostilidades entre El Imperio Oriental y El Reino de Occidente empezaban a hacerse visibles hasta del más inexperto. La reciente visita del Príncipe Heinley, descarado mozalbete que no parecía rendir demasiada pleitesía al Emperador Sovieshu, estaba, precisamente, avocada a avivar los rumores y las flamas. También parece haber cierta tirantez entre el Emperador y la Emperatriz, cosa que no figuraba en mis registros, posiblemente debido a la nueva Concubina. Un hecho esperable, pero jamás bienvenido./p
p class="MsoNormal" style="text-indent: 1.0cm;"Miré de nuevo a la Duquesa. Ahora se encontraba lejos, conversando con la Emperatriz. Parecen ser buenas amigas. Me alegra que se tengan la una a la otra -Reflexioné./p
p class="MsoNormal" style="text-indent: 1.0cm;"Unos días más tarde. Mientras simulaba leer un pasquín en el elegante café para caballeros, que solía visitar casi a diario para nutrirme de noticias, rumores y comidillas de nobles y plebeyos, escuché algo que me dejó de piedra./p
p class="MsoNormal" style="text-indent: 1.0cm;"-Ya no confía en ella, dicen./p
p class="MsoNormal" style="text-indent: 1.0cm;"-Obviamente, hay testigos de que estaba en un privado con otro hombre./p
p class="MsoNormal" style="text-indent: 1.0cm;"-¿Ella? ¿En verdad? ¿La duquesa de Tuania? ¡Noooo!/p
p class="MsoNormal" style="text-indent: 1.0cm;"-Así como oyen. Mi criada lo escuchó de su Ama, y su Ama se enteró por Lady Foxtrot. Y Lady Foxtrot está siempre enterada de las últimas noticias, ya saben…/p
p class="MsoNormal" style="text-indent: 1.0cm;"-No puede ser. Hay que ver como siempre desprecia a todos sus admiradores, como parece reprenderles esgrimiendo su fidelidad y su pureza… - Agregó el hombre, dándole un nuevo sorbo a su vaso de Cognac./p
p class="MsoNormal" style="text-indent: 1.0cm;"-Una zorra como todas, nada más, aunque una zorra bonita…/p
p class="MsoNormal" style="text-indent: 1.0cm;"Estrujé mis guantes, con indignación. Bien cerca había estado de volcar mi café, al ponerme de pie súbitamente. Quería abofetear con ellos a esos tres viejos conventilleros, retarlos a duelo y hacerlos tragar sus palabras, y de paso, el filo de mi espada. Mi cabeza se sentía afiebrada dolorida. – La misión – Me recordé - Maldita sea la misión - pensé, también. Me costó un sobrehumano esfuerzo volver a sentarme como si nada./p
p class="MsoNormal" style="text-indent: 1.0cm;"-Estoy seguro que es verdad. La información vino de la fuente más confiable…/p
p class="MsoNormal" style="text-indent: 1.0cm;"Agudizé el oído, intentando mirar indiferente a la dirección contraria./p
p class="MsoNormal" style="text-indent: 1.0cm;"-…Obviamente, la Concubina del Emperador, Lady Rashta./p
p class="MsoNormal" style="text-indent: 1.0cm;"Una fría determinación se apoderó de mí. No tendría la más mínima piedad, fuera con quien fuera, aunque fuera la mismísima amante del Emperador./p
p class="MsoNormal" style="text-indent: 1.0cm;"Conseguir una audiencia con la recién estrenada concubina, no fue tan difícil. Rumoreada plebeya, había aparecido de la nada, literalmente. No poseía facciones que la avalaran o protegieran. Se decía que Sovieshu se había aburrido de su esposa por ser frígida, estéril, o ambas cosas, lo que había dado pie a la meteórica ascensión de esta Doña nadie, pero yo tampoco era nadie para andar creyendo esos devaneos de gente ociosa. Algunos remarcaban que Lady Rashta era una preciosidad, lo más parecido a un ángel en la tierra, cuya inocencia sin mácula había cegado al Emperador. Ya veremos cuánto hay de cierto en ello, me dije, cuando las criadas me abrieron paso al salón, haciendo una corta reverencia./p
p class="MsoNormal" style="text-indent: 1.0cm;"Me incliné bajando los ojos. La habitación era amplia, bien iluminada y decorada con lujosos adornos y tapices. Un opulento joyel de plata reinaba sobre una mesilla, haciendo juego con un exclusivo abrecartas con marco de plata, piedras preciosas y plumas de pavo real. Se notaba a ojos vistas que la favorita estaba pasando un buen momento. La joven estaba sentada en una silla regencia, con decoradas patas de garra de león y forro de terciopelo. Llevaba un vestido de amplio vuelo, de seda blanca finísima, lleno de holanes y cintas, y un grueso collar de perlas daba varias vueltas a su fina garganta de porcelana. Sobre la mesa reinaba una tetera de la más pura y delicada china, acompañada de un séquito de tacitas y cucharillas de plata. Los enormes ojos oscuros me miraron con curiosidad por un instante. Sí. Era bonita. Pero no una belleza chispeante e inteligente, sino más bien, alguien que buscaba transmitir la imagen misma de la pureza, sin lograrlo del todo. Una mala imitación de un lirio de agua o una azucena nacarada./p
p class="MsoNormal"-A Rashta le alegra que el Vizconde Langdel haya venido a rendirle… pleitesía – agregó tras una ligera vacilación y esbozó la sombra de una sonrisa, sacudiendo ligeramente sus desconcertantes rizos color de plata - ¿Desea usted que mi criada le sirva una taza de té?/p
p class="MsoNormal"Rechacé el té con un gesto de la mano. La verdad mi ánimo no estaba para disimulos. Ya había escalado embozado la mansión de Lady Foxtrot y confirmado la información, acariciando su cuello con mi daga favorita. Llorando, se había deshecho en disculpas, para luego lanzar las invectivas más soeces cuando sus criados y caballeros, que no pudieron capturar al audaz intruso./p
p class="MsoNormal"-Lady Rashta… La verdad no soy de enmascarar mis intenciones con gratuita cortesía. No he venido a llenarla de halagos… Mas bien a inquirirla y reprocharla. He escuchado que fue usted quien dice haber visto a la Duquesa de Tuania en compañía de un hombre que no es su marido en una situación comprometedora. ¿Aún afirma usted que fue así? – Intenté que mi voz no sonara demasiado amenazante, pero creo que con poco éxito…/p
p class="MsoNormal"La joven concubina dejó de abanicarse de pronto, enrojeció de golpe y sobre sus labios pálidos y delicados se dibujó un rictus de furia./p
p class="MsoNormal"-¿Cómo se atreve a cuestionar a la mujer del Emperador? – Exclamó con una expresión de enojo y desprecio, perdida toda simulación de estudiada afectación – Creí que venía a felicitarme y decirme palabras amables, Rashta está decepcionada del Vizconde – Agregó, intentando reprenderme como a un niño pequeño./p
p class="MsoNormal"-Asumo por lo que dice que es verdad que fue usted, entonces, Lady Rashta… ¡Usted sabe que lo que dijo no es verdad! – Exclamé, alzando la voz - ¿Sabe acaso por cuantos problemas está atravesando la Duquesa? ¡Su marido está al borde de solicitar el divorcio! ¡Y todo por un estúpido rumor!... Le pido… No, ¡Le exijo, que se retracte públicamente de sus palabras!/p
p class="MsoNormal"Ella me miró con ojos como platos, por un par de segundos. Pude ver claramente como sopesaba las consecuencias de sus actos y las posibles dificultades que se le vendrían encima si llegaba a hacer algo parecido a desdecirse. Definitivamente triunfó el egoísmo, mientras yo refrenaba una maldición que bregaba por salir de mis labios./p
p class="MsoNormal"Los ojos de la joven se volvieron delgadas ranuras, mientras que todo color parecía haber abandonado sus mejillas. Pestañeó un par de veces, mientras hacía un mohín de niña mimada./p
p class="MsoNormal"-Lo que haya pasado, no es culpa de Rashta. La Duquesa es una zorra y una ofrecida, que anda moviéndole la cola a todos los que la admiran. ¿No es acaso usted uno de ellos, Vizconde Langdel? ¿Ha compartido usted también esos privilegios, tal vez? – Soltó una risilla tonta, riéndose de su propio ingenio – Decir la verdad, nunca ha sido un crimen. Ustedes los nobles creen que los plebeyos estamos ciegos… Ahora le sugiero que se retire, Rashta está cansada, y el Emperador no estará feliz si Rashta está fatigada y de mal humor… - reprimió un falso bostezo, al parecer dando por sanjado el asunto, y cogiendo la campanilla para llamar a su criada./p
p class="MsoNormal"- Entonces… ¿No va a hacer nada por la Duquesa?... ¿En serio? – La voz se me quebró, nunca había contemplado una criatura más egoísta e insensible./p
p class="MsoNormal"-¡Delice! – Dijo la Concubina del Emperador a la joven que acudió, casi trotando – El vizconde Langdel ya se marcha, acompáñalo a la puerta./p
p class="MsoNormal"-¡Maldita! – grité con rabia, ya perdida toda compostura, y sin poder contenerme – De alguna forma, y con rapidez pasmosa, cogí el adornado abrecartas y lo empujé contra el vientre de la favorita, sintiendo por breves segundos la satisfacción de ver en sus ojos desaparecer la máscara de frivolidad y ser reemplazada por sorpresa, estupor y dolor, en sucesiva seguidilla de emociones./p
p class="MsoNormal"-¡Mi vientre!- Gritó Lady Rashta, con el rostro demudado de dolor./p
p class="MsoNormal"La criada comenzó a gritar y a dar voces agudas, pidiendo socorro. Me había encerrado a mí mismo sin remedio. Teniendo la habitación sólo una entrada y al verificar, un poco tardíamente, que las amplias ventanas estaban provistas de gruesos barrotes. En segundos, media docena de fornidos guardias de Palacio me habían reducido y puesto de cara al piso, con las muñecas firmemente atadas tras la espalda. No se la llevaron gratis. Al menos tres de ellos habían recibido la caricia de mis puños y el roce nada delicado de mis botas de punta de acero./p
p class="MsoNormal"Todo ha terminado, Langdel – me dije con amargura – mi destino final será una celda, y tal vez, posiblemente la horca. Mis últimos pensamientos serían para Nian, Duquesa de Tuania, y el sabor amargo de no haber podido hacer nada por su causa./p
p class="MsoNormal"En eso dormitaba un poco, escuchando a ratos como las ratas rascaban y roían las paredes de la prisión. Ya nada importaba. Estaba sucio, mis ropas salpicadas de sangre seca, y casi todo mi cuerpo magullado, merced a los que me habían interrogado, al menos cuatro veces. El sudor y la suciedad, apegaban mi otrora orgulloso cabello castaño a mi cabeza y el dolor apenas me dejaba moverme hasta el plato de latón, donde habían puesto un poco de sopa horrible. No sentía hambre, pero sí una sed abrasadora. Me forcé a sorber un poco de sopa, haciendo una mueca./p
p class="MsoNormal"-Langdel – Dijo de pronto una voz. Alcé la vista. Creí que mis oídos me engañaban, pero no era así - ¿Qué has hecho, criatura? – Había compasión y horror en esa voz. Forcé mis ojos para intentar reconocer la silueta y el rostro que las acompañaba. ¿Cómo podría no reconocerlo?/p
p class="MsoNormal"- ¿Duquesa de Tuania?/p
p class="MsoNormal"-Ya no soy una Duquesa – dijo ella, dejando entrever una tenue amargura – Mi esposo acaba de divorciarse de mí, pero no hablemos de eso ahora, tenemos poco tiempo… ¿Cómo pasaron las cosas?/p
p class="MsoNormal"-Soy un estúpido – reconocí con humildad – Me dejé enfurecer por esa… rat… mujer, que ha estado vilipendiando a su merced – agregué. Bajando la cabeza./p
p class="MsoNormal"-Me vengaste, sí… Pero ahora, ¿qué va a ser de ti, hijito? – Hice un esfuerzo sobrehumano por grabarme ese amado rostro en la memoria. Había una dulce compasión en él, una ternura inusitada, y en sus ojos divinos, las perlas brillantes de unas lágrimas - ¡Esa mujer espera un hijo del Emperador!/p
p class="MsoNormal"-No merezco que llore usted por mí – Respondí - No me arrepiento. Nada hay ya que hacer./p
p class="MsoNormal"-¡Pues sí que lo hay! – Exclamó mi beldad de cabello borgoña - ¡Voy a mover cielo y tierra! ¡No voy a quedarme quieta, viendo como te condenan y ajustician! ¡Ella tiene que saberlo! – Terminó con una voz llena de brío y determinación, que jamás le había conocido a mi amada Duquesa. Con la misma energía, se marchó rápidamente, recogiendo sus faldas en el puño, para no ensuciar la orla de sus vestidos con la inmundicia carcelaria. Y así me quedé… Fascinado y suspenso hasta el día siguiente, el de mi supuesta ejecución/p
p class="MsoNormal"-Eres un idiota afortunado – Rezongó el guardia – Ya teníamos preparada la horca, ¡pero la mismísima Emperatriz ha intercedido por tus huesos! Puedes marcharte al exilio, pero nunca debes volver a pisar este suelo./p
p class="MsoNormal"-¡Con gusto! - No pude evitar responder con altanería - No volvería ni que me pagaran./p
p class="MsoNormal"Mi irritación venía, principalmente de la necesidad urgente de un baño tibio y ropas limpias, lo primero que me apresuré a hacer apenas traspuse el umbral de mi morada. Mis contritos sirvientes, recibieron mis órdenes como si vinieran de un fantasma. Más tarde, vestía una bata de rizo entreabierta e intentaba secar mi cabello con una toalla, mientras ordenaba a diestra y siniestra el empaque de mis pocas posesiones en bultos y cajas, cuando una criada, algo sonrojada, me avisó que tenía una visita. A ser sincero, no paré mientes en la expresión de su rostro, hasta que la mentada visita hizo presencia a través de la puerta de mi saloncito… Un ligero rubor apareció en el rostro de ella, mientras sus ojos felinos parecían no perder detalle alguno./p
p class="MsoNormal"-¡Langdel! – exclamó, casi con reproche./p
p class="MsoNormal"-Señorita… Lo siento, creí que se trataba de alguno de mis amigotes, pero al parecer, todas las ratas abandonan al barco que se hunde. Lo lamento, no tengo tiempo para vestirme apropiadamente y hacer vida social, debo marchar al extranjero, idealmente, para ayer./p
p class="MsoNormal"-Ya lo sé – Murmuró ella por lo bajo – Ese es el motivo de mi visita./p
p class="MsoNormal"Olvidando que no estaba vestido con decencia, me acerqué a mi visitante en dos zancadas rápidas./p
p class="MsoNormal"-¿Viene usted a despedirse? Soy una canalla. Las primeras palabras que debieron salir de mis labios fueron de agradecimiento por salvarme la vida… - Cogí sus manos y besé la punta de sus dedos, como siempre había soñado, pero con gran reverencia. Ella no los retiró, ni nada, simplemente me dejó hacer y levantó la vista, hasta que su mirada se fijó de hito en hito en la mía./p
p class="MsoNormal"-No vengo a despedirme – declaró, entre dos batidas de sus espesas pestañas – Voy a ir contigo – Me quedé de una sola pieza./p
p class="MsoNormal"-¿Qué? ¿Acaso he oído mal? Lo siento, repita, por favor, mi cabeza no está bien… Creí oír…/p
p class="MsoNormal"-¡Es verdad! – Exclamó con súbita emoción – Ya no hay nada que me ate a este lugar. Me han quitado mi honra, mi hijo y mi matrimonio. Quedarme solo haría más difíciles las cosas. ¡Soy libre! – Añadió, mientras las lágrimas se resbalaban por sus mejillas, desmintiendo sus palabras – Soy una mujer práctica. Creo que lo mejor es abandonar este país y empezar desde cero en otra parte… Mi equipaje está ya cargado, en el carruaje./p
p class="MsoNormal"Me dejé caer en el silloncito, abrumado por la sobrecarga de información, la pobre alimentación y la rápida sucesión de los últimos acontecimientos. Apreté mis uñas furiosamente contra mi palma hasta casi hacerme sangre. ¿Es verdad? ¿No estoy soñando? Desterrado y humillado sí… Pero la mujer que amo en secreto es libre, y se va de viaje conmigo. Intenté no desmayarme de la impresión./p
p class="MsoNormal"Varios días más tarde, tras una monótona sucesión de días, que pasaban uno tras otro, siempre igual, con la constante de rodar en el día, y pernoctar en la mejor posada, al caer la noche, seguí insistiendo en la misma tónica. Pidiendo dos habitaciones, la mejor para Lady Nian, y ella quejándose de que estábamos gastando una fortuna. Me asomé al pequeño balconcillo en común, que unía por fuera ambas habitaciones. No lo esperaba, pero ahí estaba ella. Vestía su ropa de dormir, presuntamente un camisón y la bata, El largo y suavemente ondulado cabello se mecía delicadamente gracias a la brisa, haciendo la ilusión de una cascada color burdeos. Tenía una botella de vino en la mano, y bebía de una copa en la otra. Creí que lo mejor era dejarla sola, pero me vio y me hizo señas de acercarme./p
p class="MsoNormal"-Beba una copa conmigo, Vizconde Langdel… - Sus ojos estaban algo velados y húmedos./p
p class="MsoNormal"Acepté la copa, y tras un largo sorbo, aclaré la garganta y hablé de esta guisa:/p
p class="MsoNormal"-Nian, es obvio que estás triste, extrañas tu casa, tus amigos, tu familia… Yo sólo puedo brindarte una mano amiga y compañía – agregué. Alargando mi diestra, por mera fórmula, pero ella, dejando la botella sobre una mesilla, la tomó con firmeza y la estrujó entre sus dedos./p
p class="MsoNormal"- No estoy triste – Murmuró con suavidad y me traspasó con esas dos saetas de azul intenso – solo me siento sola./p
p class="MsoNormal"Un pequeño pero poderoso chispazo eléctrico se extendió, desde nuestros dedos a todo mi cuerpo. Le eché la culpa al vino, añejo, aterciopelado y rojizo como su cabello./p
p class="MsoNormal"Nian se acercó a mí, con pasos silenciosos de felina. Estábamos tan cerca que podía oler su shampoo, su colonia y sentir el vaho tibio que producía su cuerpo. Mi mano libre, se aventuró a acariciar la mata espesa y sedosa de su cabello. ¡Que tortura! El súbito e íntimo contacto, me produjo una reacción inmediata, y me obligué a medio volverme, avergonzado. No estaba seguro si ella había alcanzado a notar algo./p
p class="MsoNormal"-No tienes mucha experiencia, al parecer – declaró con una risita nerviosa – No tienes que tenerme miedo…/p
p class="MsoNormal"-No es miedo, es respeto – me defendí, intentando no parecer patético./p
p class="MsoNormal"-El respeto no tiene nada que ver, cuando dos personas están de acuerdo en algo – agregó – Lo aprendí de la peor manera. Honré a René por más de veinte años, le fui fiel, cuidé de nuestra hacienda y de nuestro hijo… Sólo para ver que desconfió de mi a la primera oportunidad. Yo no lo amaba, el nuestro era un matrimonio de nobles, concertado en la niñez, pero aún así, siempre creí que éramos un equipo formidable, y temo que el matrimonio de Navier va pisando el mismo terreno - culminó con voz sombría./p
p class="MsoNormal"-Creo que ya has deducido que soy algo más que un Vizconde… El petimetre social que conociste en fiestas y tertulias era sólo una fachada. Ahora que ha caído, tendremos que buscar un reemplazo, para seguir observando la política interior del Imperio Oriental. Estaré libre por un tiempo, para viajar contigo, y acompañarte a donde gustes./p
p class="MsoNormal"Me acerqué de nuevo, para darle un abrazo de amigo. Pero nuestros cuerpos se atrajeron magnéticamente, negándose a volver a separarse. Ella alzó la cabeza con elegancia de cisne, mientras la mía bajó, y nuestros labios se encontraron en un beso húmedo y candente. Tras un rato, sentí la punta de su lengua explorando la mía. Le correspondí, y seguimos besándonos hasta quedar casi sin aliento. Mis manos parecían cobrar vida propia, no contentándose con contornear su cabello, sino también su rostro, sus brazos, las curvas que cubría el albornoz… Las blancas manos de Nian habían entreabierto mi bata y apreciado mi torso pétreo, lleno de antiguas cicatrices, y parecía querer memorizarlas todas al tacto y frotarse a propósito contra mi pétrea y casi dolorosa erección./p
p class="MsoNormal"-¿Me quieres? – preguntó con dulzura, no exenta de tristeza, mientras intentaba recobrar el aliento entre nuestros besos./p
p class="MsoNormal"-Más que a mi vida, Nian… Sólo pídelo y te lo demostraré./p
p class="MsoNormal"-Acompáñame adentro – sugirió, guiándome al interior de su cuarto, sin soltar mi mano ni por un segundo./p
p class="MsoNormal"En la oscuridad, el susurro producido por su ropa resbalando hacia el suelo, me erizó el vello del cuerpo. Me apresuré a deshacerme de la mía, presurosamente, para hacerle compañía en el lecho./p
p class="MsoNormal"Mis manos enfebrecidas recorrieron su cuerpo de diosa, seguidas por mis labios, que besaron y lamieron cada centímetro, mientras Nian se estremecía bajo mi cuerpo. Ella no se quedó atrás, palpando mis piernas, mis brazos, mi torso… Acariciando la mata rizada que cubría mi masculinidad… Al llegar a ese punto, se me escapó un gemido. Había apresado en su mano mi miembro, torturándolo deliciosamente entre sus dedos./p
p class="MsoNormal"-¡No! – reprimí un grito ahogado./p
p class="MsoNormal"-¿Oh? ¿No te gusta? – Pude escuchar su risa maliciosa a pesar de la oscuridad./p
p class="MsoNormal"-Si pero… Es peligroso, creo que estoy al borde de explotar, no creo poder contenerme…/p
p class="MsoNormal"-¡Pues vas a contenerte soldado, y es una orden! Aún no me has complacido, querido Vizconde./p
p class="MsoNormal"Intenté pensar en batallas, campañas soldadescas, bosques y otras cosas mientras respiraba profundamente. En eso, ella me tomó desprevenido y guió mi mano hacia sus partes secretas. El delicado vello estaba humedecido y ligeramente pegajoso. Aventuré mis dedos, muy suavemente y luego con más intensidad, al ver que su columna se tensaba y se le escapaban unos maullidos apagados de gata. La curiosidad fue más fuerte. Me agaché entre sus piernas y lamí su entrepierna, al ver que sus jadeos aumentaban de volumen y frecuencia. Su humedad era casi dulce… Sentía mi cara enrojecida, mientras la trepanaba con mi lengua./p
p class="MsoNormal"-¡Langdel! ¡Langdel! ¡Detente! articuló con dificultad, retorciéndose – Te quiero ahora, te quiero dentro de mí…/p
p class="MsoNormal"Estrujé uno de sus pechos con delicadeza. Eran blancos, redondos y plenos, como una hogaza recién hecha. Con la otra mano, y su ayuda, fui penetrando en su interior, poco a poco… Un jadeo de satisfacción nos reunió a ambos y se nos escapó una risilla avergonzada, Luego la cosa se tornó seria./p
p class="MsoNormal"-Tienes que moverte, Vizconde… - su voz sonaba casi recuperada y con algo de burla, así que lo tomé como afrenta personal. A pesar de que ella movió un poco su cadera, para darme una idea del ritmo, luego ninguno fue capaz de hablar, mientras nos abocábamos a la tarea. Le estaba gustando. Sus piernas subieron de pronto y se enlazaron detrás de mi, aprisionándome, empujándome aún más adentro, obligándome a amarla a un ritmo desenfrenado y casi violento. Sus jadeos demostraban que se estaba quedando sin resuello./p
p class="MsoNormal"-Nian… - Mi voz temblaba, a pesar de mi voluntad - ¡Oh, Nian!/p
p class="MsoNormal"Sus gemidos se convirtieron en grititos, mientras todo en su interior parecía estremecerse, conmovido./p
p class="MsoNormal"-Ahora… - susurró – ya puedes dejar de controlarte – Su mano bajó y estrujó suavemente mis testículos. Eso fue demasiado. Perdí todo control, y con una serie de estocadas profundas, deposité toda mi semilla en su interior, explosivamente- ¡Langdel! – exclamó, casi asustada./p
p class="MsoNormal"Resollamos por un buen rato, antes de poder recobrar la normalidad. Nian parecía totalmente feliz y relajada, al fin exhausta y deseando dormir, abrazada a mi cuerpo. Nos cubrí a ambos con las mantas./p
p class="MsoNormal"-Ya sabes, Vizconde… De ahora vamos a ahorrar, rentaremos solo un cuarto – murmuró medio dormida./p
p class="MsoNormal"-Lo que quieras, Nian – susurré en el oído de mi amada ex Duquesa. Era como si una diosa hubiera bajado a la Tierra para hacer feliz a este pobre mortal enamorado – Voy a cuidarte y protegerte, para siempre, porque te amo. Te amo mucho – Concluí, besando su cabello - Vamos a sobrevivir, juntos y unidos, un día a la vez./p
p class="MsoNormal"FIN/p
p class="MsoNormal" style="text-indent: 1.0cm;"Siempre fue una mujer de cierta independencia. Su belleza y conocimientos la hacían atractiva, llamativa, provocadora… Pero ella siempre, con gran sabiduría, sabía cómo mantener la distancia. Se hacía respetar, dándole un repentino aire gélido a sus maravillosos ojos azules, que brillaban prístinos debajo de las espesas pestañas y el cabello rojizo. Un rojo oscuro, maduro, embriagador como el vino añejo./p
p class="MsoNormal" style="text-indent: 1.0cm;"Cuántas veces la vi, dar sorpresivamente la espalda a algún atrevido, para luego ver esos rizos rojizos flotando, ofuscados y ofendidos. Mi misión es observar – solía recordarme – Como miembro de un grupo transnacional, siempre debía velar por mi anonimato, mantener una absoluta e incómoda, pero conveniente neutralidad. En docenas de ocasiones estuve a punto de levantar la mano, indignado, para defender la honra de semejante beldad casada… Pero ella se bastaba a sí misma, y con cada ocasión, fueron creciendo más y más mi frustración y mi envidia. Sí, envidia./p
p class="MsoNormal" style="text-indent: 1.0cm;"René de Tuania. Un hombre excesivamente parsimonioso y cauto. Con la misma fría reserva y sobriedad de su esposa. Ambos, nobles de cuna a sepultura, habrían sido una pareja magnífica. Un bastión impugnable. Pero de sobra sabía yo, que demasiadas veces la dejaba sola, a la cabeza de la elite, una bellísima diosa gobernante por sobre todas aquellas almas que aspiraban a imitarla, a conseguir una mirada o una palabra./p
p class="MsoNormal" style="text-indent: 1.0cm;"Pardiez. Era como si hasta él se sintiera ofendido de la privilegiada posición de ella sobre sus pares. O celoso de que ella fuera el centro de las miradas. Un ligero temblor del labio, una súbita frialdad en el tono de sus palabras. Un minúsculo desprecio, al ver el ardor con que ella era inigualablemente admirada, codiciada, deseada./p
p class="MsoNormal" style="text-indent: 1.0cm;"-Ha estado muy callado esta noche, Vizconde Langdel… ¿Le han comido la lengua los ratones? – Su repentino interés sonriente, me dejó sin aliento y tragué saliva, puesto que no quería tartamudear. Respiré profundo, carraspeé y me repuse antes de contestar. Perdiéndome de paso, durante un breve segundo en la mirada feral y divertida en sus ojos felinos./p
p class="MsoNormal" style="text-indent: 1.0cm;"-Tan sólo barruntaba en mi mala suerte, puesto que pronto deberé partir otra vez…/p
p class="MsoNormal" style="text-indent: 1.0cm;"-¿Un nuevo viaje de negocios? ¡Su emprendimiento ha de ser muy próspero! – Una rubia heredera, en plena cacería de marido, puesto que apenas había sido su fiesta debutante, me miraba, toda sonrisas, intentando captar mi atención metiendo baza en la conversación./p
p class="MsoNormal" style="text-indent: 1.0cm;"Acepté su intervención, resignado. Era mejor disimular hacia dónde se dirigían mis intereses. Un terreno peligroso y vedado… Demasiado llamativo como para arriesgar mi misión. Le medio devolví la sonrisa, de los dientes para afuera./p
p class="MsoNormal" style="text-indent: 1.0cm;"-Oh, es apenas una modesta inversión en unas minas de carbón. No es la gran cosa, apenas un divertimento, Lady Petrova – Asentí con un gesto vago de la mano, riéndome un poco al ver su mohín de desilusión y volviendo mis ojos de nuevo a la Duquesa de Tuania./p
p class="MsoNormal" style="text-indent: 1.0cm;"Ésta ya se había vuelto a sus otros interlocutores y remarcaba sus palabras moviendo el abanico, su arma mortal, sobre el cual chispeaban esos ojos, en los que valía mejor no aventurarse. Suspiré. Apenas una que otra palabra cruzábamos de tertulia en tertulia, pero era mejor así. Examiné mis guantes de cabritilla y los gemelos de esmeraldas que brillaban en mis muñecas. Al menos mi aspecto no se diferenciaba demasiado de los demás nobles, mi disfraz era perfecto… Si al menos puediera mantener mi cabeza fría. Sobre todo ahora, que las hostilidades entre El Imperio Oriental y El Reino de Occidente empezaban a hacerse visibles hasta del más inexperto. La reciente visita del Príncipe Heinley, descarado mozalbete que no parecía rendir demasiada pleitesía al Emperador Sovieshu, estaba, precisamente, avocada a avivar los rumores y las flamas. También parece haber cierta tirantez entre el Emperador y la Emperatriz, cosa que no figuraba en mis registros, posiblemente debido a la nueva Concubina. Un hecho esperable, pero jamás bienvenido./p
p class="MsoNormal" style="text-indent: 1.0cm;"Miré de nuevo a la Duquesa. Ahora se encontraba lejos, conversando con la Emperatriz. Parecen ser buenas amigas. Me alegra que se tengan la una a la otra -Reflexioné./p
p class="MsoNormal" style="text-indent: 1.0cm;"Unos días más tarde. Mientras simulaba leer un pasquín en el elegante café para caballeros, que solía visitar casi a diario para nutrirme de noticias, rumores y comidillas de nobles y plebeyos, escuché algo que me dejó de piedra./p
p class="MsoNormal" style="text-indent: 1.0cm;"-Ya no confía en ella, dicen./p
p class="MsoNormal" style="text-indent: 1.0cm;"-Obviamente, hay testigos de que estaba en un privado con otro hombre./p
p class="MsoNormal" style="text-indent: 1.0cm;"-¿Ella? ¿En verdad? ¿La duquesa de Tuania? ¡Noooo!/p
p class="MsoNormal" style="text-indent: 1.0cm;"-Así como oyen. Mi criada lo escuchó de su Ama, y su Ama se enteró por Lady Foxtrot. Y Lady Foxtrot está siempre enterada de las últimas noticias, ya saben…/p
p class="MsoNormal" style="text-indent: 1.0cm;"-No puede ser. Hay que ver como siempre desprecia a todos sus admiradores, como parece reprenderles esgrimiendo su fidelidad y su pureza… - Agregó el hombre, dándole un nuevo sorbo a su vaso de Cognac./p
p class="MsoNormal" style="text-indent: 1.0cm;"-Una zorra como todas, nada más, aunque una zorra bonita…/p
p class="MsoNormal" style="text-indent: 1.0cm;"Estrujé mis guantes, con indignación. Bien cerca había estado de volcar mi café, al ponerme de pie súbitamente. Quería abofetear con ellos a esos tres viejos conventilleros, retarlos a duelo y hacerlos tragar sus palabras, y de paso, el filo de mi espada. Mi cabeza se sentía afiebrada dolorida. – La misión – Me recordé - Maldita sea la misión - pensé, también. Me costó un sobrehumano esfuerzo volver a sentarme como si nada./p
p class="MsoNormal" style="text-indent: 1.0cm;"-Estoy seguro que es verdad. La información vino de la fuente más confiable…/p
p class="MsoNormal" style="text-indent: 1.0cm;"Agudizé el oído, intentando mirar indiferente a la dirección contraria./p
p class="MsoNormal" style="text-indent: 1.0cm;"-…Obviamente, la Concubina del Emperador, Lady Rashta./p
p class="MsoNormal" style="text-indent: 1.0cm;"Una fría determinación se apoderó de mí. No tendría la más mínima piedad, fuera con quien fuera, aunque fuera la mismísima amante del Emperador./p
p class="MsoNormal" style="text-indent: 1.0cm;"Conseguir una audiencia con la recién estrenada concubina, no fue tan difícil. Rumoreada plebeya, había aparecido de la nada, literalmente. No poseía facciones que la avalaran o protegieran. Se decía que Sovieshu se había aburrido de su esposa por ser frígida, estéril, o ambas cosas, lo que había dado pie a la meteórica ascensión de esta Doña nadie, pero yo tampoco era nadie para andar creyendo esos devaneos de gente ociosa. Algunos remarcaban que Lady Rashta era una preciosidad, lo más parecido a un ángel en la tierra, cuya inocencia sin mácula había cegado al Emperador. Ya veremos cuánto hay de cierto en ello, me dije, cuando las criadas me abrieron paso al salón, haciendo una corta reverencia./p
p class="MsoNormal" style="text-indent: 1.0cm;"Me incliné bajando los ojos. La habitación era amplia, bien iluminada y decorada con lujosos adornos y tapices. Un opulento joyel de plata reinaba sobre una mesilla, haciendo juego con un exclusivo abrecartas con marco de plata, piedras preciosas y plumas de pavo real. Se notaba a ojos vistas que la favorita estaba pasando un buen momento. La joven estaba sentada en una silla regencia, con decoradas patas de garra de león y forro de terciopelo. Llevaba un vestido de amplio vuelo, de seda blanca finísima, lleno de holanes y cintas, y un grueso collar de perlas daba varias vueltas a su fina garganta de porcelana. Sobre la mesa reinaba una tetera de la más pura y delicada china, acompañada de un séquito de tacitas y cucharillas de plata. Los enormes ojos oscuros me miraron con curiosidad por un instante. Sí. Era bonita. Pero no una belleza chispeante e inteligente, sino más bien, alguien que buscaba transmitir la imagen misma de la pureza, sin lograrlo del todo. Una mala imitación de un lirio de agua o una azucena nacarada./p
p class="MsoNormal"-A Rashta le alegra que el Vizconde Langdel haya venido a rendirle… pleitesía – agregó tras una ligera vacilación y esbozó la sombra de una sonrisa, sacudiendo ligeramente sus desconcertantes rizos color de plata - ¿Desea usted que mi criada le sirva una taza de té?/p
p class="MsoNormal"Rechacé el té con un gesto de la mano. La verdad mi ánimo no estaba para disimulos. Ya había escalado embozado la mansión de Lady Foxtrot y confirmado la información, acariciando su cuello con mi daga favorita. Llorando, se había deshecho en disculpas, para luego lanzar las invectivas más soeces cuando sus criados y caballeros, que no pudieron capturar al audaz intruso./p
p class="MsoNormal"-Lady Rashta… La verdad no soy de enmascarar mis intenciones con gratuita cortesía. No he venido a llenarla de halagos… Mas bien a inquirirla y reprocharla. He escuchado que fue usted quien dice haber visto a la Duquesa de Tuania en compañía de un hombre que no es su marido en una situación comprometedora. ¿Aún afirma usted que fue así? – Intenté que mi voz no sonara demasiado amenazante, pero creo que con poco éxito…/p
p class="MsoNormal"La joven concubina dejó de abanicarse de pronto, enrojeció de golpe y sobre sus labios pálidos y delicados se dibujó un rictus de furia./p
p class="MsoNormal"-¿Cómo se atreve a cuestionar a la mujer del Emperador? – Exclamó con una expresión de enojo y desprecio, perdida toda simulación de estudiada afectación – Creí que venía a felicitarme y decirme palabras amables, Rashta está decepcionada del Vizconde – Agregó, intentando reprenderme como a un niño pequeño./p
p class="MsoNormal"-Asumo por lo que dice que es verdad que fue usted, entonces, Lady Rashta… ¡Usted sabe que lo que dijo no es verdad! – Exclamé, alzando la voz - ¿Sabe acaso por cuantos problemas está atravesando la Duquesa? ¡Su marido está al borde de solicitar el divorcio! ¡Y todo por un estúpido rumor!... Le pido… No, ¡Le exijo, que se retracte públicamente de sus palabras!/p
p class="MsoNormal"Ella me miró con ojos como platos, por un par de segundos. Pude ver claramente como sopesaba las consecuencias de sus actos y las posibles dificultades que se le vendrían encima si llegaba a hacer algo parecido a desdecirse. Definitivamente triunfó el egoísmo, mientras yo refrenaba una maldición que bregaba por salir de mis labios./p
p class="MsoNormal"Los ojos de la joven se volvieron delgadas ranuras, mientras que todo color parecía haber abandonado sus mejillas. Pestañeó un par de veces, mientras hacía un mohín de niña mimada./p
p class="MsoNormal"-Lo que haya pasado, no es culpa de Rashta. La Duquesa es una zorra y una ofrecida, que anda moviéndole la cola a todos los que la admiran. ¿No es acaso usted uno de ellos, Vizconde Langdel? ¿Ha compartido usted también esos privilegios, tal vez? – Soltó una risilla tonta, riéndose de su propio ingenio – Decir la verdad, nunca ha sido un crimen. Ustedes los nobles creen que los plebeyos estamos ciegos… Ahora le sugiero que se retire, Rashta está cansada, y el Emperador no estará feliz si Rashta está fatigada y de mal humor… - reprimió un falso bostezo, al parecer dando por sanjado el asunto, y cogiendo la campanilla para llamar a su criada./p
p class="MsoNormal"- Entonces… ¿No va a hacer nada por la Duquesa?... ¿En serio? – La voz se me quebró, nunca había contemplado una criatura más egoísta e insensible./p
p class="MsoNormal"-¡Delice! – Dijo la Concubina del Emperador a la joven que acudió, casi trotando – El vizconde Langdel ya se marcha, acompáñalo a la puerta./p
p class="MsoNormal"-¡Maldita! – grité con rabia, ya perdida toda compostura, y sin poder contenerme – De alguna forma, y con rapidez pasmosa, cogí el adornado abrecartas y lo empujé contra el vientre de la favorita, sintiendo por breves segundos la satisfacción de ver en sus ojos desaparecer la máscara de frivolidad y ser reemplazada por sorpresa, estupor y dolor, en sucesiva seguidilla de emociones./p
p class="MsoNormal"-¡Mi vientre!- Gritó Lady Rashta, con el rostro demudado de dolor./p
p class="MsoNormal"La criada comenzó a gritar y a dar voces agudas, pidiendo socorro. Me había encerrado a mí mismo sin remedio. Teniendo la habitación sólo una entrada y al verificar, un poco tardíamente, que las amplias ventanas estaban provistas de gruesos barrotes. En segundos, media docena de fornidos guardias de Palacio me habían reducido y puesto de cara al piso, con las muñecas firmemente atadas tras la espalda. No se la llevaron gratis. Al menos tres de ellos habían recibido la caricia de mis puños y el roce nada delicado de mis botas de punta de acero./p
p class="MsoNormal"Todo ha terminado, Langdel – me dije con amargura – mi destino final será una celda, y tal vez, posiblemente la horca. Mis últimos pensamientos serían para Nian, Duquesa de Tuania, y el sabor amargo de no haber podido hacer nada por su causa./p
p class="MsoNormal"En eso dormitaba un poco, escuchando a ratos como las ratas rascaban y roían las paredes de la prisión. Ya nada importaba. Estaba sucio, mis ropas salpicadas de sangre seca, y casi todo mi cuerpo magullado, merced a los que me habían interrogado, al menos cuatro veces. El sudor y la suciedad, apegaban mi otrora orgulloso cabello castaño a mi cabeza y el dolor apenas me dejaba moverme hasta el plato de latón, donde habían puesto un poco de sopa horrible. No sentía hambre, pero sí una sed abrasadora. Me forcé a sorber un poco de sopa, haciendo una mueca./p
p class="MsoNormal"-Langdel – Dijo de pronto una voz. Alcé la vista. Creí que mis oídos me engañaban, pero no era así - ¿Qué has hecho, criatura? – Había compasión y horror en esa voz. Forcé mis ojos para intentar reconocer la silueta y el rostro que las acompañaba. ¿Cómo podría no reconocerlo?/p
p class="MsoNormal"- ¿Duquesa de Tuania?/p
p class="MsoNormal"-Ya no soy una Duquesa – dijo ella, dejando entrever una tenue amargura – Mi esposo acaba de divorciarse de mí, pero no hablemos de eso ahora, tenemos poco tiempo… ¿Cómo pasaron las cosas?/p
p class="MsoNormal"-Soy un estúpido – reconocí con humildad – Me dejé enfurecer por esa… rat… mujer, que ha estado vilipendiando a su merced – agregué. Bajando la cabeza./p
p class="MsoNormal"-Me vengaste, sí… Pero ahora, ¿qué va a ser de ti, hijito? – Hice un esfuerzo sobrehumano por grabarme ese amado rostro en la memoria. Había una dulce compasión en él, una ternura inusitada, y en sus ojos divinos, las perlas brillantes de unas lágrimas - ¡Esa mujer espera un hijo del Emperador!/p
p class="MsoNormal"-No merezco que llore usted por mí – Respondí - No me arrepiento. Nada hay ya que hacer./p
p class="MsoNormal"-¡Pues sí que lo hay! – Exclamó mi beldad de cabello borgoña - ¡Voy a mover cielo y tierra! ¡No voy a quedarme quieta, viendo como te condenan y ajustician! ¡Ella tiene que saberlo! – Terminó con una voz llena de brío y determinación, que jamás le había conocido a mi amada Duquesa. Con la misma energía, se marchó rápidamente, recogiendo sus faldas en el puño, para no ensuciar la orla de sus vestidos con la inmundicia carcelaria. Y así me quedé… Fascinado y suspenso hasta el día siguiente, el de mi supuesta ejecución/p
p class="MsoNormal"-Eres un idiota afortunado – Rezongó el guardia – Ya teníamos preparada la horca, ¡pero la mismísima Emperatriz ha intercedido por tus huesos! Puedes marcharte al exilio, pero nunca debes volver a pisar este suelo./p
p class="MsoNormal"-¡Con gusto! - No pude evitar responder con altanería - No volvería ni que me pagaran./p
p class="MsoNormal"Mi irritación venía, principalmente de la necesidad urgente de un baño tibio y ropas limpias, lo primero que me apresuré a hacer apenas traspuse el umbral de mi morada. Mis contritos sirvientes, recibieron mis órdenes como si vinieran de un fantasma. Más tarde, vestía una bata de rizo entreabierta e intentaba secar mi cabello con una toalla, mientras ordenaba a diestra y siniestra el empaque de mis pocas posesiones en bultos y cajas, cuando una criada, algo sonrojada, me avisó que tenía una visita. A ser sincero, no paré mientes en la expresión de su rostro, hasta que la mentada visita hizo presencia a través de la puerta de mi saloncito… Un ligero rubor apareció en el rostro de ella, mientras sus ojos felinos parecían no perder detalle alguno./p
p class="MsoNormal"-¡Langdel! – exclamó, casi con reproche./p
p class="MsoNormal"-Señorita… Lo siento, creí que se trataba de alguno de mis amigotes, pero al parecer, todas las ratas abandonan al barco que se hunde. Lo lamento, no tengo tiempo para vestirme apropiadamente y hacer vida social, debo marchar al extranjero, idealmente, para ayer./p
p class="MsoNormal"-Ya lo sé – Murmuró ella por lo bajo – Ese es el motivo de mi visita./p
p class="MsoNormal"Olvidando que no estaba vestido con decencia, me acerqué a mi visitante en dos zancadas rápidas./p
p class="MsoNormal"-¿Viene usted a despedirse? Soy una canalla. Las primeras palabras que debieron salir de mis labios fueron de agradecimiento por salvarme la vida… - Cogí sus manos y besé la punta de sus dedos, como siempre había soñado, pero con gran reverencia. Ella no los retiró, ni nada, simplemente me dejó hacer y levantó la vista, hasta que su mirada se fijó de hito en hito en la mía./p
p class="MsoNormal"-No vengo a despedirme – declaró, entre dos batidas de sus espesas pestañas – Voy a ir contigo – Me quedé de una sola pieza./p
p class="MsoNormal"-¿Qué? ¿Acaso he oído mal? Lo siento, repita, por favor, mi cabeza no está bien… Creí oír…/p
p class="MsoNormal"-¡Es verdad! – Exclamó con súbita emoción – Ya no hay nada que me ate a este lugar. Me han quitado mi honra, mi hijo y mi matrimonio. Quedarme solo haría más difíciles las cosas. ¡Soy libre! – Añadió, mientras las lágrimas se resbalaban por sus mejillas, desmintiendo sus palabras – Soy una mujer práctica. Creo que lo mejor es abandonar este país y empezar desde cero en otra parte… Mi equipaje está ya cargado, en el carruaje./p
p class="MsoNormal"Me dejé caer en el silloncito, abrumado por la sobrecarga de información, la pobre alimentación y la rápida sucesión de los últimos acontecimientos. Apreté mis uñas furiosamente contra mi palma hasta casi hacerme sangre. ¿Es verdad? ¿No estoy soñando? Desterrado y humillado sí… Pero la mujer que amo en secreto es libre, y se va de viaje conmigo. Intenté no desmayarme de la impresión./p
p class="MsoNormal"Varios días más tarde, tras una monótona sucesión de días, que pasaban uno tras otro, siempre igual, con la constante de rodar en el día, y pernoctar en la mejor posada, al caer la noche, seguí insistiendo en la misma tónica. Pidiendo dos habitaciones, la mejor para Lady Nian, y ella quejándose de que estábamos gastando una fortuna. Me asomé al pequeño balconcillo en común, que unía por fuera ambas habitaciones. No lo esperaba, pero ahí estaba ella. Vestía su ropa de dormir, presuntamente un camisón y la bata, El largo y suavemente ondulado cabello se mecía delicadamente gracias a la brisa, haciendo la ilusión de una cascada color burdeos. Tenía una botella de vino en la mano, y bebía de una copa en la otra. Creí que lo mejor era dejarla sola, pero me vio y me hizo señas de acercarme./p
p class="MsoNormal"-Beba una copa conmigo, Vizconde Langdel… - Sus ojos estaban algo velados y húmedos./p
p class="MsoNormal"Acepté la copa, y tras un largo sorbo, aclaré la garganta y hablé de esta guisa:/p
p class="MsoNormal"-Nian, es obvio que estás triste, extrañas tu casa, tus amigos, tu familia… Yo sólo puedo brindarte una mano amiga y compañía – agregué. Alargando mi diestra, por mera fórmula, pero ella, dejando la botella sobre una mesilla, la tomó con firmeza y la estrujó entre sus dedos./p
p class="MsoNormal"- No estoy triste – Murmuró con suavidad y me traspasó con esas dos saetas de azul intenso – solo me siento sola./p
p class="MsoNormal"Un pequeño pero poderoso chispazo eléctrico se extendió, desde nuestros dedos a todo mi cuerpo. Le eché la culpa al vino, añejo, aterciopelado y rojizo como su cabello./p
p class="MsoNormal"Nian se acercó a mí, con pasos silenciosos de felina. Estábamos tan cerca que podía oler su shampoo, su colonia y sentir el vaho tibio que producía su cuerpo. Mi mano libre, se aventuró a acariciar la mata espesa y sedosa de su cabello. ¡Que tortura! El súbito e íntimo contacto, me produjo una reacción inmediata, y me obligué a medio volverme, avergonzado. No estaba seguro si ella había alcanzado a notar algo./p
p class="MsoNormal"-No tienes mucha experiencia, al parecer – declaró con una risita nerviosa – No tienes que tenerme miedo…/p
p class="MsoNormal"-No es miedo, es respeto – me defendí, intentando no parecer patético./p
p class="MsoNormal"-El respeto no tiene nada que ver, cuando dos personas están de acuerdo en algo – agregó – Lo aprendí de la peor manera. Honré a René por más de veinte años, le fui fiel, cuidé de nuestra hacienda y de nuestro hijo… Sólo para ver que desconfió de mi a la primera oportunidad. Yo no lo amaba, el nuestro era un matrimonio de nobles, concertado en la niñez, pero aún así, siempre creí que éramos un equipo formidable, y temo que el matrimonio de Navier va pisando el mismo terreno - culminó con voz sombría./p
p class="MsoNormal"-Creo que ya has deducido que soy algo más que un Vizconde… El petimetre social que conociste en fiestas y tertulias era sólo una fachada. Ahora que ha caído, tendremos que buscar un reemplazo, para seguir observando la política interior del Imperio Oriental. Estaré libre por un tiempo, para viajar contigo, y acompañarte a donde gustes./p
p class="MsoNormal"Me acerqué de nuevo, para darle un abrazo de amigo. Pero nuestros cuerpos se atrajeron magnéticamente, negándose a volver a separarse. Ella alzó la cabeza con elegancia de cisne, mientras la mía bajó, y nuestros labios se encontraron en un beso húmedo y candente. Tras un rato, sentí la punta de su lengua explorando la mía. Le correspondí, y seguimos besándonos hasta quedar casi sin aliento. Mis manos parecían cobrar vida propia, no contentándose con contornear su cabello, sino también su rostro, sus brazos, las curvas que cubría el albornoz… Las blancas manos de Nian habían entreabierto mi bata y apreciado mi torso pétreo, lleno de antiguas cicatrices, y parecía querer memorizarlas todas al tacto y frotarse a propósito contra mi pétrea y casi dolorosa erección./p
p class="MsoNormal"-¿Me quieres? – preguntó con dulzura, no exenta de tristeza, mientras intentaba recobrar el aliento entre nuestros besos./p
p class="MsoNormal"-Más que a mi vida, Nian… Sólo pídelo y te lo demostraré./p
p class="MsoNormal"-Acompáñame adentro – sugirió, guiándome al interior de su cuarto, sin soltar mi mano ni por un segundo./p
p class="MsoNormal"En la oscuridad, el susurro producido por su ropa resbalando hacia el suelo, me erizó el vello del cuerpo. Me apresuré a deshacerme de la mía, presurosamente, para hacerle compañía en el lecho./p
p class="MsoNormal"Mis manos enfebrecidas recorrieron su cuerpo de diosa, seguidas por mis labios, que besaron y lamieron cada centímetro, mientras Nian se estremecía bajo mi cuerpo. Ella no se quedó atrás, palpando mis piernas, mis brazos, mi torso… Acariciando la mata rizada que cubría mi masculinidad… Al llegar a ese punto, se me escapó un gemido. Había apresado en su mano mi miembro, torturándolo deliciosamente entre sus dedos./p
p class="MsoNormal"-¡No! – reprimí un grito ahogado./p
p class="MsoNormal"-¿Oh? ¿No te gusta? – Pude escuchar su risa maliciosa a pesar de la oscuridad./p
p class="MsoNormal"-Si pero… Es peligroso, creo que estoy al borde de explotar, no creo poder contenerme…/p
p class="MsoNormal"-¡Pues vas a contenerte soldado, y es una orden! Aún no me has complacido, querido Vizconde./p
p class="MsoNormal"Intenté pensar en batallas, campañas soldadescas, bosques y otras cosas mientras respiraba profundamente. En eso, ella me tomó desprevenido y guió mi mano hacia sus partes secretas. El delicado vello estaba humedecido y ligeramente pegajoso. Aventuré mis dedos, muy suavemente y luego con más intensidad, al ver que su columna se tensaba y se le escapaban unos maullidos apagados de gata. La curiosidad fue más fuerte. Me agaché entre sus piernas y lamí su entrepierna, al ver que sus jadeos aumentaban de volumen y frecuencia. Su humedad era casi dulce… Sentía mi cara enrojecida, mientras la trepanaba con mi lengua./p
p class="MsoNormal"-¡Langdel! ¡Langdel! ¡Detente! articuló con dificultad, retorciéndose – Te quiero ahora, te quiero dentro de mí…/p
p class="MsoNormal"Estrujé uno de sus pechos con delicadeza. Eran blancos, redondos y plenos, como una hogaza recién hecha. Con la otra mano, y su ayuda, fui penetrando en su interior, poco a poco… Un jadeo de satisfacción nos reunió a ambos y se nos escapó una risilla avergonzada, Luego la cosa se tornó seria./p
p class="MsoNormal"-Tienes que moverte, Vizconde… - su voz sonaba casi recuperada y con algo de burla, así que lo tomé como afrenta personal. A pesar de que ella movió un poco su cadera, para darme una idea del ritmo, luego ninguno fue capaz de hablar, mientras nos abocábamos a la tarea. Le estaba gustando. Sus piernas subieron de pronto y se enlazaron detrás de mi, aprisionándome, empujándome aún más adentro, obligándome a amarla a un ritmo desenfrenado y casi violento. Sus jadeos demostraban que se estaba quedando sin resuello./p
p class="MsoNormal"-Nian… - Mi voz temblaba, a pesar de mi voluntad - ¡Oh, Nian!/p
p class="MsoNormal"Sus gemidos se convirtieron en grititos, mientras todo en su interior parecía estremecerse, conmovido./p
p class="MsoNormal"-Ahora… - susurró – ya puedes dejar de controlarte – Su mano bajó y estrujó suavemente mis testículos. Eso fue demasiado. Perdí todo control, y con una serie de estocadas profundas, deposité toda mi semilla en su interior, explosivamente- ¡Langdel! – exclamó, casi asustada./p
p class="MsoNormal"Resollamos por un buen rato, antes de poder recobrar la normalidad. Nian parecía totalmente feliz y relajada, al fin exhausta y deseando dormir, abrazada a mi cuerpo. Nos cubrí a ambos con las mantas./p
p class="MsoNormal"-Ya sabes, Vizconde… De ahora vamos a ahorrar, rentaremos solo un cuarto – murmuró medio dormida./p
p class="MsoNormal"-Lo que quieras, Nian – susurré en el oído de mi amada ex Duquesa. Era como si una diosa hubiera bajado a la Tierra para hacer feliz a este pobre mortal enamorado – Voy a cuidarte y protegerte, para siempre, porque te amo. Te amo mucho – Concluí, besando su cabello - Vamos a sobrevivir, juntos y unidos, un día a la vez./p
p class="MsoNormal"FIN/p
