Los personajes de Saint Seiya no me pertenecen, son propiedad de Masami Kurumada, Shiori Teshirogi y Chimaki Kuori.


Afrodita fue el primero en notar que algo insólito estaba pasando con su rubio compañero de vivienda, primero lo escuchó toser y estornudar, después lo vió ponerle al menos cinco cucharadas de sal en su té, y después lo volvió a escuchar reír cómo loco ante algo que le había dicho Shijima, mientras se paseaba descalzo y con la camisa abierta.

Si hubiera sido Shijima el que estuviera armando todo ese teatro lo habría ignorado y hubiera continuado trabajando frente a su computadora, pero no, era el primo rubio y eso era preocupante; así que como el buen amigo que era se apresuró a preguntarle a Camus que era lo que sucedía, como era natural el francés no tenía ni idea, ni siquiera había notado que Shaka estaba actuando extraño. Deathmask tampoco tenía respuestas, pero había agregado a la lista escucharlo cantar en voz alta una canción de Donna Summer antes de interrumpirse para poder toser y estornudar.

El trío entonces decidió dejar de dar vueltas e ir directamente con la fuente de sus preocupaciones, a quien no encontraron por ningún lugar. Shijima no tardó en acompañarlos, buscando en la sala, comedor e incluso en los guardarropas.

— Shijima, ¿quieres dejar de dar vueltas y decirnos qué está sucediendo con Shaka? — preguntó Afrodita agarrando al pelinegro en el pasillo del segundo piso.

— De acuerdo — murmuró el pelinegro, dando la vuelta para mirar afuera — debemos de darnos prisa, no llegará lejos en el estado en el que está.

— ¿De qué estás hablando? — preguntó Camus extrañado.

— Bueno, cómo era de esperarse, después de su improvisada ducha al aire libre la semana pasada no se ha estado sintiendo bien — explicó mientras ingresaba a su habitación para tomar su billetera y celular — así que le di un poco de jarabe para la tos y todos esos medicamentos para la gripe, ya saben…

Shijima detuvo su explicación y miró a sus compañeros de vivienda con una sonrisa culpable.

— ¿Lo drogaste? — preguntó Deathmask tratando de no comenzar a reír.

— Es su culpa, es irritante y gruñón cuando está enfermo, honestamente no sé qué pasó.

En realidad sí que sabía, le había dado medicamento en la madrugada, en la mañana, en el té que le dió un par de horas después y en un licuado que le preparó cerca del medio día.

— ¿En qué estabas pensando? — preguntó Camus sorprendido, cosa que no duró mucho — bueno, si es irritante cuando está enfermo.

— Dilo en palabras reales Camus, es un palo en el trasero cuando enferma — dijo Deathmask con una sonrisa — pero nunca se me había ocurrido drogarlo, hace como dos años cambié su medicamento por pastillas para dormir.

— ¡Eso es exactamente igual! — le reprendió Afrodita — sólo que tú lo noqueaste y este lo mantuvo en un estado meditabundo.

— Sí, sí, sí, me pasé lo admito, no estoy pensando bien — Shijima hizo a un lado a todos e ingresó a la habitación de su primo para tomar una sudadera, acto seguido corrió hacia escaleras y las bajó de dos en dos — debo de buscarlo, si regresa llaménme.

— ¡Espera Shijima! ¡Te ayudaré! — ofreció Camus siguiéndolo.

Deathmask y Afrodita se miraron entre ellos antes de cerrar las puertas que se quedaron abiertas y seguirlos escaleras abajo. Era una buena idea que alguien se quedara en caso de que el rubio regresara, pero nadie quería quedarse fuera de los hechos así que sólo dejaron una nota pegada en la puerta que le sugería al rubio quedarse justo en dónde estaba en caso de que regresara.

Camus no tardó en escribirle a Shura y Saga. Shura estaba en el restaurante, sacaba la basura y recordaba junto con Syd la cruel broma que le había jugado a su gemelo días atrás cuando su celular sonó dos veces; por lo general no recibía mensajes a las dos de la tarde, todo el grupo estaba ocupado en la universidad o trabajo, a menos que fuera un buen meme cortesía de Milo o algo grave. Un minuto y medio después el pelinegro corrió directo hacia la oficina de su tío para pedir el día libre.

Saga había planeado algo así como una escapada romántica con Atë, ambos estaban dentro de una sala de cine; a esa hora el cine estaba casi vacío y ellos disfrutaban de una calurosa sesión de besos cuando su teléfono comenzó a sonar, primero una vez, después dos, luego tres y cuatro. Atë terminó por sostenerlo de los hombros y alejarlo de ella.

— ¿No crees que es algo grave?

— Sólo es el inepto de Milo enviando un meme — explicó él en tono suave, a punto de acercarse de nuevo cuando su teléfono volvió a emitir un ligero sonido que provocó que Atë lo mirara con una ceja levantada, una expresión que decía "te lo dije".

Un tanto fastidiado, Saga sacó su teléfono para ver qué provocaba tanto escándalo; al igual que Shura, no tardó nada en acomodarse su ropa y la de Atë para tomarla de la mano y salir casi corriendo de la sala.

Al principio la primicia era sólo avisar si alguien lo veía o se aparecía en algún lugar que frecuentaban, a las tres horas sin señales del rubio la alerta amarilla pasó a alerta naranja, de un tono un tanto rojo. En una situación normal no habría tanto problema, Shaka pasaba muchas horas en el orfanato, lejos de casa, pero con la alta cantidad de jarabe para la tos que Shijima le había suministrado todos temían lo que pudiera sucederle en su estado inquieto y confuso.

Para mejorar el estado de búsqueda todos acordaron reunirse en el centro comercial. Saga ya estaba ahí con Atë cuando los co-habitantes de Shaka llegaron, Shijima trataba de parecer tranquilo mientras le escribía a June, sabiendo que su tía le cortaría la cabeza apenas termina de leer el mensaje; Shura no tardó en aparecer, acompañado de Kanon, Aioria y Aioros que habían mantenido los ojos bien abiertos durante todo el camino con la esperanza de encontrar al rubio merodeando por algún lugar.

— Sería más fácil buscarlo si todavía tuviera el cabello Rapunzel, pero se lo tuvieron que cortar — se quejaba Deathmask.

— No me lo recuerdes, se me revuelve el estómago de sólo recordar lo malvadas que son algunas personas — dijo Afrodita a su lado, escribiéndole a Celintha sólo por su acaso.

— ¿Estamos todos? — preguntó Saga contando a todos los presentes.

— Faltan Milo, Alde y Mu — dijo Aioros siendo más rápido — Alde no contesta cuando está en el zoológico, igual que Mu.

— Milo está en una entrevista para esa estación de radio — contó Aioria — apagó su celular pero no debe de tardar en terminar, lo primero que hará será encenderlo así que no debe de tardar en enterarse.

— Entonces, ¿es cierto? — Shura miró a sus amigos — ¿Shaka está drogado?

— Sí — Camus frunció el ceño — algo parecido, pero si fue jarabe para la tos entonces no debe de tardar en hacerle contraefecto, a estas alturas es probable que esté dormido en alguna parte de la ciudad.

— Cuñado, ¿estás bien? — le preguntó Kanon a Shijima, que se sentó en el suelo después de enviarle un mensaje a June.

— Lo encontraremos — dijo el pelinegro con una sonrisa — sólo debemos de ampliar el rango de búsqueda, le escribiré a Ox para decirle que me haga el paro en caso de que lo vea o lo agarren in fraganti, que ustedes sean muchos es una ventaja — pensó en voz alta — Camus tiene razón, el jarabe para la tos ya debió de bajar su efecto, y si está soñoliento se mueve menos rápido y por lo tanto es más fácil atraparlo.

Su teoría no podía estar más equivocada, Shaka aún no cedía al gran sueño que le estaba dando; llevaba un par de minutos caminando, otros tantos viajando en autobús e incluso se había subido al metro sólo para avanzar una estación y luego regresar de nuevo. No estaba tan fuera de sí tampoco, aún había algo de conciencia que le decía que no debía de andar por ciertos lugares o caminar atravesando avenidas si la luz del semáforo estaba en verde.

Aún con todo eso el rubio no supo cómo terminó frente al zoológico de la ciudad, a punto de cerrar y logró pasar la seguridad hasta terminar frente a la zona donde estaban las jirafas y ver con molestia que una de ellas estaba sacando la lengua en un acto que él consideró un ataque personal.

Shaina y Jamian estaban pasando cerca cuando lo vieron intentando pasar la cerca de seguridad para ir a darle una lección a esa jirafa. Jamian diría que fue gracias a él, pero la verdad es que Shaina fue quien sostuvo al rubio de la cintura y lo alejó de la reja. El dúo lo llevó a la estación central, dónde Kaiser le explicaba a Shiryu en qué consistiría su trabajo del día siguiente.

— Jefe, encontramos a este tratando de entrar en el cuadrilátero contra una jirafa — explicó Jamian sosteniendo a Shaka para evitar su escape.

Kaiser frunció el ceño y Shiryu abrió los ojos.

— Lo conozco — dijo, recordando que horas antes Shijima le había dicho que si veía al rubio le avisara — Shaka, ¿qué estás haciendo aquí?

— Todo está brillando tanto… ¿ya es navidad? — susurró el rubio en tono ronco, mirando a su alrededor.

Kaiser lo guió a su silla y le levantó el rostro para verle los ojos dilatados, la nariz roja y la ligera mueca que hacía cada que trabaja saliva, además de que tenía algo de fiebre.

— ¿Llamamos a la policía o algo así? — preguntó Shaina, algo confundida porque aunque no convivió con él lo suficiente, sí que sabía que ese no era su comportamiento normal.

— Necesitamos algo de antibióticos, creo que tiene algo de fiebre y… ¡oye! ¡no te duermas aquí! — dijo dándole un par golpes en la mejilla — saldré a llamar a un amigo para que vengan a recogerlo, Shaina, busca a Aldebaran, Jamian, ve a buscar si tenemos algo de medicamentos para humanos, Shiryu, enciende ese cafetera y vigílalo.

Todos asintieron y los adultos no tardaron en salir. Shiryu se ocupó de preparar un café bien cargado al rubio, a pesar de que desconocía si Shaka tomaba café o cómo le gustaba.

— Disculpe, doctor Shaka — susurró, acercándose a él que lo miró como si quisiera hacerlo polvo — só-solo quería darle su café… y bueno, tal vez hacerle una pregunta.

— Mi tono de cabello es natural — respondió de inmediato, no tomaba café pero aún así aceptó el vaso que le dio el pelinegro y le dio un sorbo de inmediato — bueno, este tono no es natural pero mi cabello sí es natural, o lo era… hasta que lo arruinaron.

— No, yo… quería comentarle otra cosa — Shiryu se sentó a su lado, nervioso — verá, hay una chica que me gusta, creo, tal vez un poco más que como amiga pero no sé si debería de acercarme o cómo hacerlo sin parecer un completo tonto…

— Sólo tienes que acercarte a ella, tomarla por los hombros y decirle "Dysnomia… creo que me gustas".

— Shunrei — interrumpió Shiryu — ella se llama Shunrei.

— Ahh, sí, sí, dices "Shunrei, creo que me gusta Dysnomia"

Shiryu se mordió el labio inferior; ese hombre le había dado buenos consejos en el pasado, era bueno escuchado y gentil, la versión que tenía al frente ya se había acabado el café y se había enderezado, la cafeína lo había golpeado de inmediato, dándole una nueva recarga de energía.

— Tengo frío, ¿no tienes frío? Hace frío, podría estar nevando en esta habitación y no nos daríamos cuenta, tal vez ya lo está haciendo, por eso todo brilla — Shaka comenzó a hablar rápidamente mientras se levantaba y caminaba hacia la cafetera — ¡esto es asombroso! No sé porque nunca probé el café antes pero creo que ahora lo tomaré toda la vida, cuando me entierren quiero que lo hagan con una cafetera al lado, el más allá necesita saber de esta bebida de los dioses.

— Doctor, ¿se siente bien? — preguntó Shiryu algo temeroso de la reacción que el rubio estaba teniendo.

— No, claro que no — Shaka lo volteó a ver con el rostro serio — ¿quieres un verdadero consejo Shiryu? No dejes que un amigo te baje a tu chica, en especial si es un amigo cercano, eso te ataría de manos… y, ¿sabes qué? me cansé — dijo caminando hacia la ventana — no haré nada, estaba perfectamente bien antes de tenerla como amiga, ¿en qué estaba pensando? Además de que ahora ellos están juntos, bien, perfecto, les pagaré su boda — terminó, ahora afuera de la oficina.

Jamian entró justo en ese momento, trayendo consigo sólo una cosa.

— Sólo encontré jarabe para la tos, pero no lo he escuchado toser — dijo antes de mirar la habitación y encontrar a Shiryu sentado y al rubio del otro lado de la ventana extendiendo el brazo hacia él, pidiéndole el frasco.

Jamian entregó el jarabe y continuó en silencio junto con Shiryu, ambos viendo cómo Shaka abría el frasco y se tomaba todo el contenido casi de un trago antes de ponerlo en el filo de la ventana y tambalearse cuando comenzó a caminar lejos de ahí.

Si Shijima, June, Aldebaran y Aioria hubieran llegado veinte minutos antes lo habrían visto escalar y saltar la reja del zoológico, ignorando por completo que justo a un lado estaba una puerta abierta. June escuchó todo el relato de Jamian y Shiryu asintiendo cada tanto y mirando a Shijima con una expresión asesina.

— Si tomó café esto es serio — dijo Aioria, con Aldebaran a un lado asintiendo.

— Es mi culpa, pude haber llegado un poco antes pero el globo de ese niño se atoró en ese árbol y no pude dejarlo así — explicó Aldebaran, culpable.

— No, es mi culpa, creo que tal vez me excedí con el medicamento — Shijima negó con la cabeza, pero sonrió, ¿culpa? No, no la sentía para nada porque la tarde anterior le había advertido al rubio que si seguía igual de irritante tomaría medidas fuertes.

— ¡Claro que es tu culpa, jovencito! — June agarró al pelinegro de la oreja, molesta — y sólo por eso tú serás su enfermero personal en cuanto lo encontremos.

— Eso podría ser mucho tiempo — intervino Kaiser, evitando que Shijima expresara todo el dolor que su tía le causaba en ese momento — tenía fiebre, el medicamento para la tos no alivia eso.

— Tomaré medidas sobre esto, no es por menospreciarlos, pero sólo son poco más de diez personas buscándolo, necesitamos más — dijo June sacando su teléfono celular, aún sin soltar a Shijima.

— ¿A quién llamarás? — preguntó Aioria.

— A la policía, a mi padre, al presidente de Grecia, el ejército, la marina, las estaciones de televisión, a todo el mundo — dijo ella decidida.

No exageró, si llamó a un montón de personas que pronto comenzaron a hacer todo un escándalo. Helicópteros de la policía comenzaron a sobrevolar la ciudad, buscando a un rubio que merodeaba por las calles, las esferas más altas pronto se enteraron de la desaparición de un joven más que millonario, algunos incluso llamaron a Julián Solo para confirmar que no se trataba de él y el joven heredero no tuvo más opción que llamar a Kanon para ver por qué tanto escándalo.

— Te sugiero que te mantengas alerta, ¿todavía estás en la oficina, ¿no? — preguntó Kanon al teléfono, estaba en la tienda dónde Katya trabajaba, esperando a que ella terminara de explicarle a sus amigas lo que sucedía para que los ayudaran.

— Sí, hoy toca todo el día.

— Mantén un ojo en esa bella vista de la ciudad y llámame si ves una cabeza rubia por ahí, o a Shijima.

— ¿Y cómo está él? Dices que es su primo el que desapareció, ¿también es...?

— Sí, también es un Jenkins, digno primo de Shijima, sólo alguien con su sangre causaría este escándalo, pero Shijima está bastante tranquilo, le preocupaba más que su tía lo decapitara.

— Es probable que madre quiera contratar a alguien para la búsqueda, ahora que recibió una carta de Joseph Jenkins, te avisaré si alguien ve algo.

Muchas personas se habían sumado a la búsqueda, todos siguiendo las indicaciones al pie de la letra, buscar y capturar a un rubio ojiazul, eso era todo. Afrodita trataba de parecer serio ante la hilarante situación en la que estaban, ¿en qué momento una búsqueda de inicialmente cuatro personas se convirtió en una caza furtiva de rubios? Él, junto con Death Mask y Helena sólo caminaban por las calles tratando de encontrar al rubio correcto dentro de todo ese caos.

— A veces siento que nos pasan cosas dignas de la ficción — dijo Deathmask cuando frente a ellos un rubio con cabello hasta los hombros fue arrestado por la policía.

— Sólo una mente retorcida podría crear este tipo de escenarios — rebatió Afrodita — la realidad siempre supera la ficción.

— Con toda la ciudad buscando uno pensaría que ya lo habrían encontrado — comentó Helena antes de sostener a Deathmask del brazo.

Y a todo esto, ¿dónde estaba el rubio más buscado en ese momento?

Él estaba comiendo una hamburguesa en un puesto callejero, sentado sobre una caja de plástico, al lado de Zaphiri, que lo había visto merodeando por las tiendas de ropa, mirando los escaparates y alegando que tenía frío. El hombre lo había acompañado a comprarse un gran y cálido abrigo, y otro gorro más para su colección.

— Creí que eras vegetariano — dijo el hombre cuando el rubio le dio una gran mordida a su hamburguesa.

— Creí que usted no necesitaba bastón — contestó Shaka con la boca llena.

— Respuestas evasivas, me preocupaba que Shijima no te estuviera contagiado algo de su peculiaridad — Zaphiri sonrió antes de también comenzar a comer.

Frente a ellos, la pequeña televisión mostraba un segmento en el que se hablaba de la búsqueda de un rubio ojiazul mientras mostraban un retrato hablado descrito por Shijima, era la imagen de un hombre con cabello corto estilo militar, nariz grande, un parche en el ojo izquierdo, barba de candado y pecas en el rostro.

— Oye, tranquilo, ¿está todo bien? — preguntó Zaphiri cuando Shaka comenzó a estornudar y terminó apoyando la cabeza sobre la improvisada mesa.

— Me quiero morir — dijo Shaka en un tono ronco.

Zaphiri negó con la cabeza y le tocó la frente.

— Inicios de gripe — resolvió levantando una mano — ¿sabes qué cura eso? Una buena cerveza.

El cocinero le arrojó una cerveza al hombre que vio cómo Shaka se incorporaba lentamente.

— No tomo alcohol — dijo, parecía que el verdadero él finalmente estaba apareciendo.

— ¿Y sabes qué también cura esta bebida mágica? Un corazón roto.

Shaka entrecerró los ojos, todos le tenían miedo y respeto a Zaphiri porque el hombre era algo osado en sus acciones, él le temía y respetaba porque el abuelo de Milo era capaz de leer más allá de lo que se veía a simple vista.

— Sólo la mitad.

Eso fue lo que prometió, la realidad fue que él y Zaphiri se acabaron un six completo y después se montaron en la motocicleta del hombre para dar un paseo por la ciudad. Shijima iba con June en su limusina, junto a Aldebaran, Kaiser y Aioria, todos camino a reunirse con los demás, los del equipo original, para ver qué procedería ahora, cuando justo a su lado, esperando el cambio de color del semáforo, Zaphiri se estacionó. El pelinegro sonrió y bajó la ventana para mirar a su primo.

— Buenas tardes cabellos — dijo llamando la atención de los hombres.

— Shijima — dijeron Zaphiri y Shaka, el rubio levantando la mano para mostrar la lata de cerveza que llevaba.

— ¿Ya te sientes mejor?

— Claro que no — respondió Shaka con una sonrisa.

— Llevaré a tu primo al hospital, para que no contagie a alguien.

Shijima asintió distraído mientras estiraba la mano para quitarle la lata a Shaka, quien ni siquiera lo notó.

— Tengo otra idea.

Cuando el semáforo cambió a verde la limusina giró a la derecha y la motocicleta siguió derecho. Shijima volvió a subir el vidrio de la ventana y le dio un trago a su lata de cerveza, ante la mirada de todos.

— Ah no, si quieren una consiganse la suya — dijo abrazando su lata de manera protectora.

— ¿De dónde…? Nah, para qué me molesto — Kaiser cruzó los brazos y continuó mirando por la ventana contraria.

— Shijima, ¿quieres explicarme por qué la televisión está mostrando un retrato hablado de… ni siquiera tengo idea de quién es este sujeto, en lugar de la fotografía de Shaka? — June le mostró su teléfono a su sobrino, Aioria, sentado a su lado, aguantó una carcajada.

— Así se veía la última vez que lo vi.

— ¿Tú también te tomaste ese jarabe para la tos?

— Todos los días — respondió Shijima guiando un ojo antes de tomarse lo último que quedaba de cerveza.

Dysnomia salió de su departamento tarareando, a pesar de que su hermana le había enviado un mensaje para decirle que su querido amigo Shaka estaba perdido, ella no lo leyó, tampoco vio el mensaje televisivo y aunque lo hubiera visto no lo habría relacionado. Ella caminaba normal y tranquila, ignorando que justo a su lado un hombre rubio de cabello corto corría para escapar de unos hombres trajeados que gritaban que ese era el que buscaban. Así, con la canción Forever Young en la mente, fue cómo se encontró a Shaka sentado en una de las paradas del autobús en el camino entre su departamento y la tienda, bien tapado y usando un gorro.

Tenía poco más de una semana desde la última vez que habló con él, y si su memoria no le fallaba Shaka le había dicho que le conseguiría un libro así que esa era una buena oportunidad para saludarlo, preguntarle qué hacía tan abrigado con un clima tan refrescante, preguntarle por ese libro y tal vez robarle algo de su tiempo.

— ¡Hola! — saludó después de cruzar la calle, sobre su voz se escuchó el sonido de un helicóptero sobrevolando la zona así que ella se acercó un poco más cuando notó que él no respondió, o se movió — Hola Shaka.

Shaka abrió los ojos y la miró con un gesto que ella interpretó como molestia; nunca la había mirado así, pero ella no se dejó amedrentar y le sonrió, acto que fue pagado con un desvío de mirada.

— Alguien está molesto hoy — dijo en voz baja, algo desanimada por eso — sólo quería saludarte, no tienes qué ser tan maleducado.

Ella se enderezó y estaba por dar la vuelta e irse lejos cuando lo escuchó estornudar, varias veces, antes de maldecir en voz baja y cubrirse aún más con su abrigo.

— Salud — dijo volviendo a acercarse, ahora que lo veía bien, no se veía rebosante de salud — ¿estás bien? — preguntó antes de moverle el gorro para poner la mano sobre su frente — estás muy caliente, ¿qué estás haciendo aquí afuera con temperatura? — lo regañó antes de dejar a su lado su bolsa llena de compras — espera aquí, te traeré algo.

Dysnomia no esperó respuesta y salió corriendo rumbo a la tienda. Shaka achicó los ojos y volvió a estornudar, alejando a una pareja que quería pararse cerca de ahí; no le gustaba que ella fuera amable, ¿por qué no podía sólo desaparecer? ¿por qué él no podía desaparecer? Estaba comenzando a molestarse cuando escuchó otro helicóptero acercarse y mover su molesta luz por todos lados, aumentando aún más su fastidio, que mezclado con su dolor corporal, de cabeza y garganta lo convertían en una bomba de mal humor a punto de explotar en cualquier momento.

Iba a gritarle a la pelinegra que lo dejara en paz cuando ella regresó sosteniendo cajas de medicina y una botella de suero, pero optó por guardar silencio y ver qué era lo que ella iba a hacerle, también estaba demasiado cansado y con sueño como para decirle algo.

— Toma — Dysnomia le extendió una pastilla y la botella abierta, pero él no dejó de mirarla con fastidio, ni se movió ni un milímetro — estás siendo un idiota, abre la boca — lo reprendió rodando los ojos.

Él achicó los ojos aún más y la obedeció sin decir nada más. Dysnomia le dio su pastilla y después agarró sus cosas; una parte de ella quería quedarse, otra quería golpearlo por ser tan gruñón, pero ella terminó por abrazar sus cosas y sentarse a su lado.

— ¿Alguien sabe qué estás aquí?

— ¿No tienes otras cosas que hacer? — le respondió él ronco, quiso decirle que mejor fuera a molestar a su novio, el sujeto que sí se quedó en medicina y tenía un cabello largo y no tan brillante, pero incluso esas seis palabras le habían causado líos en la laringe.

— Sólo quiero pasar un rato con un amigo y asegurarme de que no te desmayes — aseguró ella frunciendo el ceño — idiota.

Se quedaron por un largo tiempo en silencio, Shaka suspiró por lo bajo y ella abrazó la bolsa aún más; el rubio no tardó en volver a toser y estornudar y ella, con preocupación, se apresuró en voltearse para volver a revisar su frente.

— ¿Ya llamaste a alguien?

— Zaphiri lo hizo.

— ¿El abuelo de Milo? ¿Por qué te dejaron aquí?

Shaka alzó los hombros y apoyó la cabeza contra la mano de Dysnomia, quien suspiró antes de acercarse un poco más a él para que pudiera apoyarse en ella mientras sacaba su celular para escribirle a Shijima, después pasó a enviarle un mensaje a Milo y Aioria, y al final terminó por escribirle al Mu, siendo médico él debía de saber algo. Shaka tenía su cabeza contra el hombro de ella, pero alcanzó a ver a la perfección cuando el chat de Mu fue abierto, eso hizo que se enderezara y tratara de alejarse de ella.

Sin embargo, Dysnomia no lo notó y volvió a acercarse a él para volver a revisarlo; Shaka quiso quejarse pero ella se veía tan genuinamente preocupada que la dejó manosear su cara.

— Creo que ya ha bajado tu fiebre… o sólo me estoy haciendo ideas locas — dijo Dysnomia en voz baja — será mejor que vayamos a mi casa, esperaremos ahí a que alguien vaya a recogerte — explicó mientras lo soltaba y se levantaba.

Shaka abrió los ojos cuando la vió alejarse, tenía fiebre y estaba algo alcoholizado, esa era la única explicación que encontró para todo lo que había hecho y le había pasado ese día.

— Dysnomia… — susurró, haciendo que ella lo mirara — ven... — la pelinegra se acercó con cuidado — yo… me gusta Shunrei — dijo, causando que ella lo mirara confundida — no, no era así… a Shiryu le gusta Shunrei — dijo, asintiendo; Dysnomia se mordió el labio inferior, estaba alucinando, pensó en llamar mejor a una ambulancia pero entonces él se acercó más a ella, tanto que todo su pensamiento lógico comenzó a desvanecerse — gracias.

Shaka se estiró un poco más para besarle la mejilla derecha, cerca de la comisura de los labios, y poco a poco se deslizó hasta el mentón, dónde el rubio terminó por apoyar la cabeza, rendido a su malestar general. Dysnomia se quedó congelada en su lugar, sentía que su corazón se había acelerado al máximo de su capacidad, estaba deslumbrada, fuegos artificiales estaban estallando cerca de ese lugar, eso pensaba debido a la forma en la que todo se había iluminado.

En realidad eso se debía a las luces de los dos helicópteros que en ese momento apuntaban hacia dónde estaban. La gente poco a poco comenzó a llegar, policías, bomberos, gente en general, todos se pararon alrededor de ellos. Saga hizo a un lado a las personas, detrás de él estaban Atë, Shura y Camus, que se detuvieron cuando Dysnomia volteó a verlos, preguntándose cuando había llegado tanta gente y si alguien había visto su enorme sonrojo, que ella creía ya había disminuido.

— Vaya, ¿por qué no me sorprende? — dijo Afrodita también llegando.

En ese momento, como parte del acto final, Caín en su motocicleta hizo a un lado a las personas para dejar que la limusina se estacionara. Dysnomia apenas estaba recuperándose de su beso de agradecimiento cuando Shijima se paró frente a ella.

— Shijima… ¿de dónde salió toda esta gente? — murmuró.

— De su madre, es un proceso biológico que inicia nueve meses antes, cuando una chica y un chico…

— ¡Cállate y haste a un lado! — June no tardó en aparecer para alejar a Shaka de Dysnomia y mirarlo — ¡no abre los ojos!

— Tía, estás entrando en pánico — Shijima la miró con una sonrisa tranquila y levantó el brazo, de inmediato aparecieron dos paramédicos que se encargaron de subir al rubio a una camilla — será mejor que vayamos a levantar el acta de defunción.

— ¡¿Qué?! — gritaron ambas chicas, pero Shijima sólo se ocupó de agarrar a la más joven de los hombros y llevarla tras la camilla, antes de acercarse a Caín que trataba de mantener a los chismosos lejos — te encargo a la gente, llamaré a tu jefe para que cancelen la búsqueda en los puertos y fuera del país.

— Me debes una.

— Le debo una a medio mundo en esta ciudad con todo eso, enviame una lista de los rubios que capturaron, hay que recompensarlos.

— ¿Y el sujeto de la descripción?

— Envíame el dibujo original, voy a colgarlo en mi pared.

La policía se encargó de despejar a la gente, Atë corrió a ver a su hermana cuando esta se mantuvo en su lugar, aún sonrojada. Los chicos comenzaron a hablar entre ellos y Aioros no tardó en dar las buenas noticias, Shijima les había dado un cupón para una de las panaderías más caras de la ciudad, lo que los llevó a caminar hacia el lugar, en búsqueda de otra gran aventura.