Capítulo 2.
Un caballero inglés.
Candy se había comprometido a escribir todos los días en el diario que George le entregó como parte de los obsequios de Navidad del Tío Abuelo William. No importaba si estaba cansada, cada día procuró llenar aunque fuera una hoja de su querido diario. Se prometió a sí misma, nunca hacer algo que no pudiera escribir en esas páginas que esperaba mostrar algún día a ese misterioso personaje que había tenido la bondad de adoptarla y cambiar su destino.
Enero 18, 1913.
Han transcurrido ya dos semanas desde que llegue al Real Colegio San Pablo. Sin embargo, siento como si llevara aquí una eternidad. Los días pasan todos iguales. Me siento como una marioneta que se activa al ritmo de las reglas y el sonido de la campana.
Aún si llego a encontrarme con Stear y Archie por casualidad, se nos prohíbe dirigirnos la palabra, mucho menos acercarnos. Al parecer no es propio de una dama pronunciar una sola palabra. Los pasillos son muy silenciosos también.
Creo que no soy la única que se aburre, Eliza utiliza todos sus tiempos libres en señalar cada error que cometo; creo que es su manera de sentir un poco de alivio en este ambiente tan estricto. Sin embargo, eso me ha dejado muy sola. Es difícil no tener amigos, no poder correr por los pasillos cuando se hace tarde, no aplaudir cuando estamos contentos o comernos todo lo que hay en el plato de una rica cena. No comprendo cómo es que desperdiciar buena comida es parte de ser una educada dama.
También por momentos me siento diferente. Incluso las hermanas no pueden disimular su disgusto cuando escuchan a Eliza repetir que vengo de un orfanato y que he sido adoptada; ellas me tratan con frialdad, aunque quizás esto se deba a mis continuos errores. Ser una dama es algo que me resulta incomprensible aún. ¿Cómo es una verdadera dama? La forma en como Eliza se comporta… ¿Eso es lo que espera de mí, Tío Abuelo William?
Intento esforzarme al máximo, pero creo que también es importante darse un respiro de las reglas y el estudio y disfrutar el olor del bosque, el sonido de los pájaros, la deliciosa comida y la comodidad del césped.
La campana que indicaba el inicio de las clases comenzaba a repiquetear. Candy salió corriendo a toda velocidad, si la vieran las hermanas seguramente perdería puntos en "Conocimientos Fundamentales para Señoritas" pero si llegaba tarde sería penalizada en "Reglas de la Vida" y eso definitivamente afectaría sus notas finales así que no le importó.
Ese día, Candy asistía a su primera clase de francés ¡Hablando de cosas incomprensibles para ella! Ese idioma le parecía tan confuso y sin sentido que, sin haber tenido una sola clase, ya comenzaba a temerle.
Si hubiera mantenido su costumbre de poner estrellas negras en los días del calendario que le sucedían cosas malas, habría dibujado una enorme estrella de ese color. Eliza nuevamente le causaba problemas, y no contenta con ello, ahora también lo hacía su secuaz; Luisa parecía tan fría y malvada como Eliza. Entre las dos, se las habían ingeniado para desaparecer la tarea que Candy debía memorizar para la clase de francés.
Candy no tenía nada que ocultar y se había enfrentado a la Hermana Kreis que la había llamado mentirosa. Al final, le había dado otra oportunidad, pero el problema seguía siendo el mismo ¿Cómo recitar poesía lírica francesa de memoria cuando jamás había tenido una sola clase de francés en el Hogar de Pony?
- "Debo lograrlo a toda costa, si lo consigo Eliza y todas las demás quedarán con la boca abierta. Puedo memorizar todo esto ¡Sí!" se repitió a sí misma infundiéndose ánimo.
Pero, a decir verdad, jeroglíficos serían más fáciles de descifrar.
Sin embargo, si el Proyecto Secreto llegaba a buen término, podría pedirles ayuda a sus primos. El Proyecto "S" había nacido a raíz de una serie de dibujos que Stear usó para llevarla hacia un árbol con un gran orificio en cuyo interior, y guardando el secreto, podrían comenzar a intercambiar notas, muy breves, pero que les permitirían mantener un contacto más constante que el simple encuentro de miradas por los pasillos. Esa noche, Candy había prometido visitarlos en su habitación.
Iba sin mirar por dónde caminaba mientras trataba de leer algo de esas indescifrables letras que estaban ahí plasmadas. Decidió ejercitarse un poco antes de ponerse a estudiar así que se adentró en el bosque sin notar que Neil y sus amigos se encontraban allí.
Niel chocó con ella violentamente tirándola al suelo, esparciendo sus hojas por doquier.
- "¡Niel!"
- "Vaya, me preguntaba quién caminaba como estúpida por el bosque y resultaste ser tú, maldita huérfana ¿Aún no te has dado cuenta que no perteneces a este lugar?"
- "Lo mismo pienso de ti, se supone que este es un lugar para caballeros ¿No es así?" Dijo mientras levantaba sus hojas y se desempolvaba la falda.
- "¡¿Qué has dicho?! ¡Hey chicos! ¿Sabían que esta de aquí cuidaba nuestro establo? ¡No me parece que este tipo de gente frecuente el mismo lugar que nosotros! ¡Ella es una huérfana recogida por piedad de mi familia!"
- "Siempre lo mismo Niel ¿Por qué no me dices algo que no te haya escuchado antes?"
- "¿De verdad crees que puedes dirigirte a mí de ese modo? Los huérfanos como tú deberían de…"
Niel no pudo terminar su frase, de un árbol apareció una sombra que lo tomó por sorpresa fuertemente por el cuello.
- "¡¿Qué tienes que decir acerca de los huérfanos, mocoso?!"
Con su traje de equitación Terrence se veía aún más imponente. Candy contuvo el aliento con sólo ver esa imagen.
- "¡Vamos! ¡Repite lo que estabas diciendo! ¿Crees que ella decidió ser huérfana?"
Ni una sola palabra se escuchaba.
- "Así que tres americanos ricos atacan a una chica… ¡Les enseñaré cómo se comporta un caballero inglés en estos casos!"
Niel no atinaba a decir palabra, cada vez su rostro se tornaba más y más rojo al no poder respirar.
- "¡Eres un cobarde al tratarla de esa manera! ¡La gente como tú me da asco!" Dijo Terrence apretando aún más su agarre.
- "Nnno… No pppuedo… Rrrespirar…"
Terrence lo miró con despreció y lo estrelló contra el suelo. – "¡Desaparece!" ordenó.
Neil arrastrándose logró levantarse y junto con sus amigos se alejó gritando "Me las pagarás" sin dejar claro a quién se refería exactamente. Probablemente a Candy.
Todo sucedió en un segundo.
Como si nada hubiera pasado, Terrence dio media vuelta y se alejó hacia los establos sin decir una sola palabra a Candy.
Candy, tras la sorpresa inicial que la hizo permanecer clavada con los pies en el suelo, comenzó a correr detrás de él.
- "¡Espera!" Le gritó.
Terrence se detuvo y claramente molesto se dio la vuelta.
- "¿Qué pasa?"
- "Bueno yo… Quería… Gracias… Yo…" tartamudeó Candy. Comenzaba a descubrir lo nerviosa que la ponía la presencia de Terrence.
- "No hay necesidad de agradecerme nada… No me malinterpretes, no lo he hecho para defenderte, odio a los tipos como esos. Eso es todo."
Candy no supo reaccionar ante su actitud tan fría y se quedó mirándolo como una tonta. De repente el rostro de Terrence cambió suavizándose radicalmente. Un brillo travieso apareció en su mirada, al mismo tiempo que con una sonrisa retorcida decía:
- "¿Por qué me miras de esa forma Señorita Pecas? ¿Quieres hacerme una declaración amorosa?"
¡¿Cómo dijo?!
Candy abrió los ojos como dos grandes platos. ¿Señorita Pecas? Entonces él la recordaba. Terrence sabía que se habían conocido en el barco.
- "¿O es que como me has visto con mi traje de equitación tienes la intención de desmayarte de nuevo para que vuelva a ocuparme de ti?"
Candy no decía una sola palabra.
- "¿Entonces? ¿Qué dices? Si quieres declararte conozco un buen lugar para hacerlo. En el establo nadie nos molestará." Dijo mientras le guiñaba coquetamente uno de sus ojos.
Finalmente, Candy pudo reaccionar.
- "¡¿Estás bromeando?! ¡Debes estar mal de la cabeza si crees que iré contigo!"
- "Ufff menos mal, no me gustan las chicas pequeñas, mucho menos si son pecosas y de nariz chata. Adiós."
Acomodando el fuete sobre su hombro, nuevamente dio media vuelta y se marchó.
Al verlo alejarse Candy gritó realmente molesta.
- "¡Deja de darte esos aires de grandeza! ¡Mi nombre es Candy White Ardley y todos me llaman Candy! ¡La próxima vez que salgas con esa historia de las pecas y la nariz chata no te vas a librar!"
Candy ¿eh? Creo que Señorita Pecas le queda mucho mejor.
Terrence ya estaba muy lejos para seguir escuchándola. Candy no lo sabía, pero en el serio rostro de Terrence había aparecido una suave sonrisa.
Pateando fuertemente el suelo Candy dio la media vuelta también y se retiró a su habitación. La hora de la cena llegaría y después comenzaría con el Proyecto S.
Y así fue. Candy llegó puntual a la habitación de sus primos y pasaron una velada maravillosa hablando, comiendo chocolates y riendo. Así fue como Candy supo que Annie vendría a estudiar al mismo colegio, y también supo que la razón principal por la que lo hacía, era Archie. Llegó la hora de despedirse, silenciosamente saltó al árbol más cercano y emprendió el regreso con mil ideas en la cabeza.
Mientras, en la habitación contigua, una silueta se asomaba haciendo a un lado las cortinas francesas que cubrían las puertas de su balcón.
No hacía más de quince minutos, Terrence había regresado de los establos. Solía cabalgar de noche, había tomado esa vieja costumbre al enfrentarse a tantas noches de insomnio; el viento frío en su cara le ayudaba a dejar de pensar, y parecía enfriar un poco su temperamento congelando el dolor que sentía.
Esa noche al regresar había escuchado risas en la habitación de al lado. Era cerca de medianoche, y parecía que los hermanos, que hacían de sus vecinos, tampoco dormían. Escuchó un ruido afuera y fue entonces cuando la vio.
Allí estaba nuevamente la chica de las coletas.
¡¿Qué?! ¿Pero qué rayos hace parada en la cornisa del balcón de al lado?
Con un ágil salto llegó al árbol más cercano y volteó brevemente para decir adiós. El Elegante, como había apodado a Archie, le lanzaba un beso en silencio mientras desaparecía de la escena, mientras ella sacaba de su abrigo lo que parecía una cuerda y la giraba con gran habilidad hasta enlazar una rama lejana. Pero eso no fue lo que más lo impactó, tal y como Tarzan lo haría, esa chica se lanzó entre los árboles hacia la obscuridad de la noche.
Vaya chica. ¿Quién lo diría? Si no la conociera pensaría que un pequeño mono en faldas se ha colado en el Colegio.
Habiendo visto esa curiosa escena, Terrence cerró su cortina y se echó sobre la cama. Aún le quedaba una larga noche de insomnio por delante.
Notas:
Como siempre aclaro el eterno disclaimer:
Los personajes de Candy Candy pertenecen a sus respectivas autoras K. Mizuki y Y. Igarashi. Algunos párrafos e ideas pertenecen a la traducción del italiano al español de CCFS que maravillosamente han hecho en wattpad (vol. 1, segunda parte). Aún no llegamos a los capítulos de mi total autoría.
Y agradecimientos:
Mil gracias a todas las que me han obsequiado un review, han llenado tanto mi corazón que hoy he decidido publicar un capítulo, aunque aclaro, mis publicaciones serán semanales pues así me comprometo firmemente a no dejar la historia a medias y a seguir con los pendientes de la vida diaria, sin que uno interfiera al otro en la medida de mis posibilidades.
También aprovecho para decirles que gran parte de estos primeros capítulos me he basado completamente en CCFS que se encuentra en wattpad y que es una maravillosa traducción del italiano. Se los recomiendo.
Mi querida Lizethr, justamente la "burla" que hace Terry acerca del nombre "Anthony" es de la autoría de dicha traducción de CCFS. Son detalles increíbles y divertidísimos que seguiré incluyendo para quienes conocen y para quienes desconocen estas traducciones.
Nuevamente gracias de todo corazón para ustedes mis primeras lectoras: Elisa Lucia (la primera de las primeras), Sol Grandchester, Guests (1 y 2), skarllet northman, Tatiana Grandchester, Lizethr. Espero que tengamos un gran año con muchos Terryfics y con muchos regresos de aquellas historias que han quedado pendientes. No pierdan la esperanza chicas, ni la paciencia.
Besos Terrytanos ;)
