Los días del Colegio
Disclaimer:
Los personajes de Candy Candy pertenecen a sus respectivas autoras K. Mizuki y Y. Igarashi. Algunos párrafos e ideas pertenecen a la traducción del italiano al español de CCFS que maravillosamente han hecho en wattpad (vol. 1, segunda parte). Otros capítulos serán de mi autoría e imaginación para llenar cada semana de un relato de la historia de amor en el Colegio San Pablo entre Candy y Terry.
Capítulo 8.
"Terry".
Terrence despertó al día siguiente, muy temprano, para escapar nuevamente del colegio con rumbo al consultorio del médico que tantas veces había atendido, cuando lo ameritaba, los recuerdos que sus peleas callejeras dejaban en él. Por supuesto, lo hacía a cambio de una módica cantidad que le hacía llegar posteriormente a cambio de no compartir esta información.
Sin embargo, la herida de arma blanca que Terrence mostraba en una pierna ameritaba respetar un acuerdo posterior al que se había comprometido. Algo apenado por la escena que se avecinaba, comenzó lentamente a comunicárselo.
- "Joven Terrence… Quizás esto no le resulte agradable, pero yo… Tengo que informar a su padre"
- "¡¿Qué ha dicho?!" dijo Terrence prácticamente saltando de la mesa de exploración.
- "Sí… Yo…" El médico suspiró brevemente y terminó por confesarlo todo – "El Duque de Grandchester en persona me ha hecho jurar que en un caso necesario, cómo éste, yo se lo informaría. Es muy probable que él incluso ya esté…"
La discreta puerta que comunicaba el hogar del médico con el consultorio se abrió abruptamente, dando paso a una figura más espigada y soberbia aún que la de Terrence. El Duque había llegado por su hijo.
- "Si ha terminado, puede retirarse, necesito hablar con mi hijo."
Tras el sonido de la puerta cerrándose a sus espaldas, el silencio lo invadió todo. Terrence no había separado la mirada de un muro lejano, ni siquiera había mirado a su padre cuando éste empujó la silla con su elegante bastón para tomar asiento.
- "¿Hasta cuándo Terrence? Quiero saber hasta cuándo tendré que tolerar tu comportamiento infantil. No te bastó con tu brillante idea de viajar para encontrarte con esa mujer, ahora según supe, has regresado a tus costumbres nocturnas ¿Hasta cuándo crecerás Terry?"
- "¡No me llames así! Tú no tienes derecho a decirme lo que debo o no de hacer. Perdiste ese privilegio cuando decidiste convertirme en un fantasma dentro de tu propia casa."
- "No seas melodramático, Terrence. Te di un hogar y que yo sepa, no has tenido problema alguno para aceptar los privilegios a los que has podido acceder al ser mi hijo."
- "¿Y alguna vez has pensado que quizás no es lo que deseo?"
- "Deja de comportarte como un niño a medio berrinche, en menos de dos años serás oficialmente un hombre, compórtate como tal y deja los dramas para los escenarios."
- "Quizás ese sea mi lugar…" Terrence casi murmuró esto último. Una parte de él deseaba con todas sus fuerzas gritarle sus sueños a su padre, pero la parte sensata de él, que sabía que él jamás lo permitiría, ganaba siempre la partida.
- "¡¿Qué has dicho?! ¿En verdad sigues creyendo que algún día esa mujer te acogerá? Por Dios Terrence. Te lo dejaré claro, eso no pasará. Esa mujer nunca cambiará y aunque lo intentara tu destino ha sido trazado ¡Jamás lo permitiré! De ahora en adelante me encargaré de que te quede claro el mensaje."
En cuestión de segundos el Duque y sus sirvientes trasladaron discretamente a Terrence al auto y se marcharon con rumbo a la mansión de Londres. Nada pudo hacer al respecto, pasó las peores tres semanas "convaleciendo", o al menos eso es lo que informaron al Colegio, de una repentina enfermedad. Lo único que le quedó claro a Terrence, fue lo mucho que deseaba partir sin mirar atrás.
(Finales de febrero, casi marzo, durante el receso del almuerzo)
(*1)
Durante el mes que siguió, Candy no se encontró con Terrence ni una sola vez. La noche en la que él terminó en su habitación fue la misma noche en que volvió a ver al Señor Albert. Todo le había parecido un sueño, sin embargo, sobre su escritorio estaba aún, como prueba de que no lo era, una bolsa con medicinas.
Sin embargo, aún estaba preocupada por Terrence.
Imagino que, si se le hubiera encontrado sin vida en alguna parte, todas las chicas habrían hecho un gran escándalo, sin contar el revuelo que esto causaría entre las monjas, después de todo, en este colegio, parece ser un tema de interés general.
Estoy convencida de que él está bien…
A la hora del almuerzo retomó la costumbre de dirigirse al bosque; en las últimas semanas la correspondencia entre ella y sus primos se había visto felizmente incrementada. Stear estaba construyendo un barco volador y Archie, al parecer, había estado algo ocupado con la llegada de Annie.
Era una verdadera suerte que Eliza y las otras chicas, incluyendo a Annie, se mantuvieran alejadas al considerarlo un lugar desagradable, infestado de alimañas e insectos de todo tipo, además de la eterna amenaza que representaban la tierra y el lodo a sus inmaculadas ropas. Para Candy, por el contrario, era un lugar increíble, con su verde pasto, sus tentadores y escalables árboles circundantes, ese increíble arbusto que tanto le gustaba. Sumándose a todo esto, entre la hierba habían comenzado a brotar los narcisos que llenaban todo con su perfume en esta temporada. Era simplemente maravilloso.
Las últimas semanas Candy había logrado evadir a Eliza para recoger sus notas en el árbol secreto en el que intercambiaba correspondencia con Archie y Stear como parte del Proyecto S. Ese día en particular, Stear le había prometido mostrarle en persona la mejor de las sorpresas, le había adelantado que su artefacto volador serviría para vencer definitivamente la vigilancia de Eliza.
Una vez que Candy llego al árbol secreto, silbó para hacer notar su llegada y mirando a ambos lados para asegurarse de que nadie la viera, trepó al árbol.
- "¡Bienvenida Candy!" dijo un muy sonriente Stear.
- "¡Hola Stear! ¡Vaya que ha pasado tiempo desde nuestro último encuentro, eh!
Protegidos por las numerosas ramas e invisibles para los ojos de cualquiera que pasara por allí, Stear y Candy comenzaron su reunión. Archie aún no llegaba, al parecer algo lo había retrasado; tendría que ser algo importante pues él solía ser muy puntual tratándose de sus reuniones con Candy.
- "¡Mira lo que he traído Candy! Mi último invento." Stear se regodeaba de orgullo mostrándole lo que parecía ser un barco con alas.
- "¡Ohh Stear! ¿Es el famoso barco volador del que me has hablado en todas tus notas? ¡Llevas casi un mes trabajando en él!"
- "¡Exactamente! Finalmente lo he completado Candy ¡Este será nuestro Barco Volador Mensajero, y servirá para mantenernos en contacto aun estando en nuestras habitaciones!" Stear hablaba realmente emocionado – "Aquí en el fondo pondremos nuestras cartas y las haremos volar a través del patio exterior, sin necesidad de encontrar tiempo para venir al bosque y logrando evadir los ojos vigilantes de Eliza, y además…"
- "¡La imaginación no tiene límites!" Afirmó Archie asomándose entre las hojas.
- "¡Archie, llegaste! Candy estaba realmente feliz de estar de nuevo con sus dos paladines.
Los ojos de Archie sonrieron al encontrarse con ella. La echaba de menos. Tomó asiento recargándose en una rama cerca de ella, alisó su camisa y peinó su cabello con los dedos. Una vez cómodo, comenzó su explicación ante la mirada divertida de Stear que creía tener al hermano más vanidoso del mundo.
- "Me encontré con Annie y entonces tuvimos una pequeña…"
- "¡Oh, vaya Archie! ¿Así que a eso se debe tu retraso?" Stear lo interrumpió, y luchó por no reír abiertamente ante la mirada fulminante de Archie. – "¿No fuiste capaz de liberarte de la mirada suplicante de la Srta. Britter?" Era su turno de burlarse de él, después de recibir todas sus amables opiniones tras el fracaso de innumerables, buenos inventos en las últimas semanas.
- "Archie, te lo ruego conversemos, aunque sea un instante." Stear se daba vuelo imitando la voz de una chica y batiendo sus pestañas graciosamente.
- "¡Basta Alistear! ¡Estás mal de la cabeza! No quiero que Candy se haga una falsa idea de mí y de Annie." Dijo realmente preocupado.
Un silencio se atravesó entre los tres.
– "No lo aguanto más, dentro del colegio con sólo intercambiar unas palabras se es reprendido por las monjas. Somos afortunados de no haber sido descubiertos hasta ahora." Archie siguió hablando para vencer el incómodo silencio.
- "Eso es cierto Archie, es un colegio sumamente estricto, pero ¿Por qué te molestaría que Candy se hiciera una falsa idea de ti y de Annie?" Insistió Stear con una sonrisa burlona.
- "¡¿Qué?! ¡Alistear! Lo digo porque no deseo problemas, ella debería saber que las reglas son muy estrictas en este lugar." Archie no dejaba de observar a Candy, que desentendida del tema, seguía inspeccionando con detenimiento la creación alada de Stear.
- "Sí, sí, pero de todas formas quiero hablar contigo mi amado Archie, ningún peligro es suficientemente grande si de estar junto a ti se trata." dijo Stear llevando sus manos al pecho, poniendo ojos de ensoñación e imitando la voz de Annie.
- "¡Te he dicho que basta!" Archie no podía creer hasta dónde estaba dispuesto a llegar Stear para seguir con esta broma.
- "Archie, yo no me haré ninguna idea." Respondió Candy con una sonrisa extraña, mostrando que lo había escuchado todo.
Archie no estaba tan seguro de las palabras de Candy.
Con esa cara, me parece que ya se ha hecho sus propias ideas.
- "Bueno, estamos aquí por otro de los proyectos fallidos de Stear." Apurado, Archie desvió la conversación. – "Por cierto Candy, ¿Recuerdas el famoso timbre que conectaría tu habitación a la nuestra?"
- "¡Cállate Archie!" Stear se abalanzó sobre su hermano para intentar cubrir su boca.
Ágilmente Archie lo evadió y, empujando a su hermano, se recostó sobre él entre risas para continuar con el relato.
– "Pues bien, ¡Por error creó una sirena de alarma! ¡Nos dimos cuenta porque fuimos a probar el dichoso timbre en el jardín que se encuentra a un costado de la biblioteca!" Archie siguió riendo sin parar.
- "¡Deberías haberlo escuchado! Era tan fuerte que las hermanas llegaron y apenas nos dio tiempo de escondernos."
El pobre Stear simplemente bajó la mirada avergonzado. Ese día, casi habían sido sorprendidos por las monjas mientras huían a toda velocidad, a gatas entre los arbustos, para evitar ser vistos. Solamente habían sido descubiertos por un alto aristócrata con mala cara, que en ese momento salía, extrañamente a sus costumbres, de la biblioteca.
Candy recordó el fuerte sonido que había escuchado esa última tarde con Terrence en la biblioteca. ¿Sería posible que hubiera sido el invento de Stear el que la salvó en el último minuto de contestar la pregunta de la Hermana Clara…?
- "Eso fue… Admito que… Yo diría que fue un…" Stear apenado comenzó a murmurar sin ser capaz de llamar fracaso a su invención.
- "¡Vamos Stear, ánimo! No es tan grave, si todos tus inventos fueran un éxito, nunca progresarías." Riendo Candy preguntó – "¿Este nuevo proyecto ya ha fallado?"
- "¡¿Cómo?! ¡No!" Stear no sabía si sentirse agradecido u ofendido, tomando en cuenta todo lo dicho. –"Quiero probarlo este viernes por la noche ¿Vendrás Candy?"
- "¡También tenemos un nuevo suministro de chocolates!" Archie hacía aún más tentadora la oferta para una visita nocturna.
Candy no necesitó más incentivos.
- "¡Claro que iré! Además, hace tiempo que no salto entre los árboles con mi cuerda."
Stear y Archie rieron alegremente, la vivacidad y energía de Candy los contagiaba en todos los sentidos. Ningunos de los dos hermanos podía imaginar su vida en el Colegio-cárcel sin ella.
- "Candy…" Archie adquirió un tono de seriedad – "En todo caso sé muy cuidadosa, y por amor de Dios, calcula tu aterrizaje. No podemos arriesgarnos a hacer mucho revuelo con nuestro querido duque como vecino de habitación."
- "¿Querido duque?" preguntó Candy. ¿Estaría hablando de Terrence?
- "Parece que mi hermano no ha olvidado su último encuentro con Terrence Grandchester." Respondió Stear, – "¿Lo recuerdas Candy? Es quien armó todo el alboroto durante la primera misa del año. Archie tuvo un disgusto con él y casi se pelean"
Archie aún no olvidaba el golpe que le había propinado Terrence por haber abierto su puerta por error.
– "Pero a ese chico ya no se le ha visto más por aquí, ¿No es así?" Preguntó Candy, intentando no reflejar demasiado interés.
- "No lo habíamos visto durante estas semanas. Seguramente regresó a su castillo, pero como tampoco lo soportan ahí, lo han enviado de vuelta." Dijo Archie con cierto rencor.
- "Lo vi esta mañana, parecía cojear un poco…" Mencionó Stear.
Me alegra saber que está mejor. Candy sonrió para sí misma.
El tiempo pasaba volando cuando estaba con sus primos. Faltaba poco para que la campana comenzara a sonar así que Candy se despidió, bajó del árbol rápidamente y comenzó a correr. La forma más rápida de llegar al edificio donde se impartían las clases de la tarde era tomando un atajo a través del bosque, atravesando el jardín posterior, por una vereda corta para rodear el prado.
Candy corría a través de la hierba donde había una mayor cantidad de narcisos en brote esparciendo su olor. Iba distraída pensando en Annie y lo mucho que debía gustarle Archie. Ella logró convencer a sus padres para que pudiera entrar a este Colegio. Esta tarde, debió haber estado ansiosa por hablar con Archie, a pesar de saber que sería castigada severamente si la atrapaban rompiendo las reglas. Annie, quien siempre había sido tan tímida… y a pesar de ello se arriesgaba para hablar con él.
- "Si Annie me permitiera acercarme, quizás podría reunirlos ¡Estoy segura de que harían una linda pareja! Ella es tan dulce y Arch…"
¡PUM!
Un golpe seco y un quejido se escucharon en el silencio
Candy había tropezado con algo, cayendo completamente hacia el frente.
- "Pero ¿Qué…?"
Se había tropezado ni más ni menos que con las largas piernas de Terrence que se encontraba, hasta hace unos momentos, recostado tranquilamente entre la hierba, y que sorprendido, envolvió sus brazos alrededor de la espalda de Candy.
- "¡Hey! ¡Está bien que me encuentres irresistible Pecas, pero si saltas de improviso sobre mí, sólo conseguirás darme un tremendo susto!" dijo Terrence riendo. – "Aunque yo te guste mucho, estoy sobresaltado por tan abrupta seducción."
- "!¿Qué…Qué estás haciendo?!" Fue lo único que atinó a decir. Ella agitó sus brazos mientras brincaba para levantarse a toda velocidad. Al fin comprendió que había tropezado con Terrence, y que a su pesar, había aterrizado justo arriba de él.
- "¡¿A qué te refieres con "qué estoy haciendo"?! ¡Eso debería preguntártelo yo!" Respondió él riendo de nuevo.
Con la cara increíblemente sonrojada Candy respondió.
- "¡Sólo me tropecé contigo! ¡No deberías tirarte en el suelo, donde nadie puede verte, como si fueras una piedra!"
– "Las piedras no pueden oler el perfume de los narcisos." Añadió Terrence mirándola profundamente.
Él se puso de pie, mientras el viento movía su largo cabello dejando despejado su rostro. Candy se quedó mirándolo; sus heridas no mostraban ningún rastro, incluso su labio estaba completamente sanado.
- "¿Y bien? ¿Por qué me miras así? ¿Acaso quieres un beso?"
La sonrisa retorcida de Terrence hizo que la sangre se le subiera a la cabeza sonrojándola.
- "¡Dios, claro que no! ¡Me siento aliviada al ver que tus heridas han sanado!" Respondió Candy de inmediato, y poniéndose seria agregó – "Aquella noche yo salí a comprarte medicamentos…"
- "¡Vaya! ¡Así que violaste las reglas! ¡Saliste sin permiso! ¡¿Y para colmo de noche?! Casi estoy tentado a decírselo a las Hermanas."
Candy sabía que decía eso sólo para provocarla. Terrence no la había delatado cuando la descubrió en aquella primera visita nocturna a la habitación de sus primos, se había conformado con ponerle un apodo. En este caso, sabía que tampoco diría una palabra. Sin embargo, la arrogancia de sus palabras la llenó de enojo ¡Había estado seriamente preocupada por él!
- "¡Terry! ¡Vi que tenías heridas graves! ¡Es por eso que salí a buscarte medicinas...!"
- "¡No me impongas el agradecimiento!" La expresión de él se endureció y el tono de su voz se hizo frío al igual que su mirada – "¡Yo no te pedí nada!"
Que ojos tan terribles… Oscurecidos parecían un mar embravecido, a punto de recibir una tormenta.
Candy se sintió tentada a responder a la provocación, estaba más que molesta.
- "¡Desde luego que no quiero obligarte a aceptar mi ayuda! No lo haría… ¡Aunque me lo pidieras!"
Dicho esto, ella se dio media vuelta y comenzó a caminar con los puños apretados y pisoteando al andar.
El sonido de la campana ya se escuchaba a la lejanía y pronto dejaría de sonar.
¡Santo Cielo! ¡Qué le pasa a este chico! ¡Es definitivamente un tipo retorcido! La frustración corría a través de todo su cuerpo.
Con sus ojos gratamente entrecerrados, Terrence miraba la silueta de Candy alejándose de prisa con sus hombros mostrando todo su enojo. Sólo podía pensar en una cosa.
...
Ella…me llamó Terry, por primera vez.
Y sin darse cuenta, sus labios se curvaron en una sonrisa.
Notas:
(*1) Toda esta sección pertenece a CCFS (wattpad vol. 1, segunda parte).
Agradecimientos:
Chicas, he aquí una de mis escenas consentidas, divertida, hermosa, y que por fin me permite llamarle Terry a Terry jejejeje, intente llamarle Terrence, aunque seguro por ahí se me fue algún Terry.
Para mí es el comienzo de la cercanía entre nuestros chicos junto con la escena anterior en la que Candy cuida de él, y la que viene más adelante, al descubrir su secreto y disculparse por ello.
Les agradezco todos sus comentarios. Esto es como un gota a gota y espero que puedan ir disfrutando la historia tanto como yo actualizarla. CCFS es una profunda historia de amor, que unida a las novelas de Mizuki y al anime, le dan sentido a estos días del Colegio.
¡Excelente semana!
ClauT
