Los días del Colegio
Disclaimer:
Los personajes de Candy Candy pertenecen a sus respectivas autoras K. Mizuki y Y. Igarashi. Algunos párrafos e ideas pertenecen a la traducción del italiano al español de CCFS que maravillosamente han hecho en wattpad (vol. 2, segunda parte).
Este capítulo es completamente de mi invención.
Es una historia construida con la única intención de esparcimiento, sin fines de lucro, a pesar de lo que he añadido, el fundamento es propiedad de sus autoras y/o traductoras.
Capítulo 34.
Ajustando cuentas.
- "¿Candy? ¿Estás despierta?" decía Patty mientras tocaba firmemente a la puerta de Candy.
- "Mmmm."
- "¿Candy? ¿No bajarás a desayunar? Estarás quejándote el resto de la mañana si dejo que te quedes ahí."
- "¿Desayunar?"
- "Así que sí estás ahí, por un momento pensé que habías salido a ver a T… el amanecer."
- "¿Amanecer?"
- "Candy deja de repetir lo que digo y levántate, sólo nos quedan dos días aquí antes de regresar a Londres."
- "Ya voy Patty." Dijo Candy estirándose y bostezando sin parar aun recostada en su increíblemente cómoda cama.
La noche anterior había tomado la iniciativa por primera vez y había besado a Terry, había sido apenas un roce, pero aun así contaba ¿o no? Y como si eso no fuera suficiente, el chico le había dado a guardar un beso en su mano.
Con eso bastó para dejarla soñando despierta más de la mitad de la noche y ahora sufría las consecuencias.
Con gran pesadez se dio una ducha rápida y salió del dormitorio unos minutos después que todas las otras chicas, pero suficientemente a tiempo para evitar que la Hermana Margaret la reprendiera.
Sería un día genial, Terry había accedido a ir al lago y podrían tener a todos sus amigos juntos nuevamente, después de las clases de la tarde tendrían su lección de piano y luego la acompañaría nuevamente a la residencia. Las despedidas entre ellos empezaban a ser la parte del día que provocaba que el corazón de Candy latiera sin control durante el resto del tiempo.
¿Cómo era que ese mocoso atrevido e insufriblemente arrogante había conseguido darle cuerda nuevamente a su pequeño corazón?
Con una sonrisa Candy inició sus clases, incapaz de poner atención a ninguna de las lecturas de ese día, pero se veía tan feliz que la Hermana Margaret lo dejó pasar sólo por esa ocasión.
Terry por su parte inició el día muy temprano para poder encontrarse con Mark y su madre.
Tenía un importante encargo que hacerles a ambos. No había olvidado su promesa de hacer un día de campo para Candy, recordaba bien su pecoso rostro lleno de ilusión al escuchar el único fragmento feliz de su infancia que él guardaba en su memoria. Quería darle un picnic tan memorable como su propio recuerdo que se defendía del tiempo a capa y espada, y que ni siquiera los amargos momentos que vinieron después, fueron capaces de alterar.
Después tendría que ir a esa reunión en el lago con los amigos de ella, aún no estaba convencido de asistir, pero los días en Escocia estaban llegando a su fin y ya estando en Londres sería más complicado pasar tanto tiempo con ella como lo habían hecho hasta ahora. Este pensamiento lo entristeció, el Colegio estaba lleno de amargos recuerdos para él.
Sacudiendo su cabeza intentó no pensar en ello, ya se las ingeniaría para hacer algo. Este verano lo había cambiado todo; unos momentos después, ya se encontraba cabalgando con Teodora a toda velocidad, tratando de callar la melancolía que de vez en cuando, aún venía a visitarlo.
- "Ja ja ja ja ja ja"
- "¡Es que tendrían que verla con sus propios ojos chicas!" se carcajeaba Archie sin parar.
- "Archie ¿pero no es grave lo que le sucedió?" preguntó Patty.
- "¡No qué va! ¡Es un salpullido, pero deberían haber visto su cara!"
- "Suena un poco cruel reírnos de la desgracia ajena…" opinó Annie.
- "Se lo tiene bien merecido, ojalá Niel la hubiera acompañado a ese paseo cerca de esas plantas venenosas."
- "¡Hola a todos!" Candy hacía su aparición alegre y despreocupada. – "¿Qué te tiene de tan buen humor Archie?"
- "¡Hola querida Candy! Tenemos buenas noticias, al parecer Eliza tendrá que pasar el resto de la semana confinada en su habitación, quizás incluso deba viajar a Londres después de que lo hagamos nosotros."
- "Ah, qué tranquilidad será el viaje de vuelta." Agregó Stear. – "¿Recuerdas lo mal que lo pasamos camino a Escocia? Eliza no paró de hablar de lo maravilloso que sería codearse con la nobleza y una serie de tonterías más."
- "¿Eliza? ¿Cómo está ella?"
- "¿Sabes lo que le sucedió?" preguntó Archie curioso. – "He sido afortunado al poder ver cómo por una vez ella recibió su merecido."
- "¿Cómo dices Archie?"
- "Sí, hoy por la mañana he visto cuando salía la mucama de su cuarto y asomé la cabeza a través de la puerta tras la que se esconde, para darle los buenos días." Dijo él comenzando a reír. – "Su piel está más roja que la de una ciruela y tiene tal cantidad de salpullido que parecería que peleó una batalla con un enjambre de abejas."
- "Ah, ya entiendo, pobre Eliza."
- "No te ves sorprendida Candy, ¿tú sabes algo?"
- "Creo que el ambiente del campo no es para señoritas de buena cuna." Respondió ella con sinceridad. – "No me extraña que haya metido sus narices en donde no debe."
Archie la miró con algo de desconfianza, sin embargo, siendo algo relacionado con Eliza, en realidad lo tenía sin cuidado.
- "Bien, ¿qué quieren hacer hoy chicas?" preguntó Stear.
- "Podemos dar una vuelta en barco nuevamente para despedirnos del lago…" propuso Annie.
- "… o podríamos hacer algo más divertido." La voz profunda y provocadora de Terrence resonó a espaldas de Candy haciéndole sentir un escalofrío.
Quién sabe cómo hacía él para siempre aparecer repentinamente y sorprenderla con su voz.
- "¡Hola Terry!" lo saludó Stear ofreciéndole la mano. – "tienes manos de inventor ¿lo sabías? ¡Podríamos hacer algunos experimentos juntos el día de hoy! ¿qué dicen chicas?"
- "¡Noooo!" corearon las chicas y Archie a la vez.
- "Es decir… ahora no Stear, quizás podamos hacer algo más relajado, después de todo sólo nos queda el día de hoy y mañana para disfrutar el aire libre." Corrigió Patty.
- "Ella tiene razón Stear, otro día será." Completó Terry. – "Este bosque merece ser disfrutado durante el día, quizás podríamos…"
- "Podríamos jugar a la Gallina Ciega* ¿qué les parece?" lo interrumpió Candy.
Terry frunció el ceño, ¿qué edad creía que tenía Candy? Aunque pensándolo bien, quizás podría aprovechar para luego cambiar a un juego igualmente infantil pero más conveniente para él.
- "Candy… ¿no es ese un juego para niños pequeños?" respondió Archie.
- "¿Prefieres que juguemos un juego más apropiado para nuestra edad? Yo tengo algunas opciones en mente." dijo Terry con malicia levantando una ceja y mirando a las chicas presentes hasta llegar al rostro de Candy. Ella notó cómo él fijaba los ojos en sus labios por unos breves segundos, regalándole un coqueto guiño que la hizo enrojecer.
- "¡¿Qué?! ¡Nosotros no...!" comenzaba a replicar Archie.
- "¡Hagamos lo que propone Candy!" interrumpió Stear a su hermano. – "Les parecerá una mejor opción que terminar mojados en el lago gracias a alguno de mis inventos ¿no es así Candy?"
- "Definitivamente Stear. Vamos, yo seré la primera en cubrirme los ojos y atraparlos a todos." Añadió ella. – "Necesitaré alguno de sus pañuelos chicos." Dijo mientras sonreía.
Terry sacó su pañuelo del bolsillo y estaba por ofrecérselo a Candy, cuando Archie se lo arrebató.
- "Lo intentaré primero Candy, después de todo fui yo quien cuestionó tu idea." Dijo Archie a su prima. Iba a disfrutar mucho el rostro de Terry cuando viera que la había atrapado y puesto fuera del juego sin darle oportunidad a él de dejarse atrapar por ella o peor aún, tomarla en sus brazos.
Pronto todos conocieron las reglas del juego, era muy sencillo, el jugador nombrado "gallina ciega" intentaría atrapar a alguno de sus compañeros, guiándose por su voz. Cuando atrapara a alguno tendría que adivinar quién era él o ella palpándole el rostro y ese jugador quedaría fuera del juego, tras lo cual se elegiría a una nueva "gallina ciega" hasta declarar al ganador del juego.
- "Bien, pero pongamos un premio interesante para quien resulte vencedor." Sugirió Terry.
- "No creo que tengamos a la mano ninguna botella de alcohol o cigarrillos para ti." Respondió Archie con hostilidad.
Terry rio burlonamente.
- "Está bien muchachito, lo haremos a tu manera, pero después cambiaremos a un juego que yo proponga…"
- "No discutan ustedes dos o jugaremos a lanzarlos al lago para que enfríen su mal carácter." Dijo Candy con voz amenazadora haciéndolos callar. – "Bien Archie, demuéstranos tu habilidad."
Después de la serie de vueltas para desorientar a Archie, éste apenas podía mantenerse en pie. Su objetivo principal era atrapar a Candy para no dejarla a merced de Terry, pero pensándolo bien, sería mejor ir tras ese presuntuoso y sacarlo del juego. Conociendo lo hábil que era Candy era de esperarse que no fuera fácil de atrapar y sería mejor dejar a ese duquecito aburriéndose solo.
Con esa intención, para sorpresa de las tres chicas, Archie sólo perseguía a los otros dos chicos.
Stear fue el primero en quedar fuera del juego, luego Patty, y cuando llegó el turno de Candy de ser la nueva gallina ciega, ninguno de los presentes se sorprendió cuando vieron que se veía más atraída por la voz de Terry que por cualquier otra.
- "¿Lo ves? Como dos imanes… tal y como lo dije antes." Murmuró Stear a su hermano que se había colocado a su lado. – "No me extrañaría que si fuera Terry quien tuviera los ojos vendados, entre tres chicas, sólo fuera tras Candy."
A pesar de ello, Candy se topó con Annie capturándola, y ambas vieron como Terry, aprovechado el desconcierto de Archie, ignorando las reglas impuestas en cuestión de segundos lo atrapaba y así fue como el juego terminó, el aristócrata comenzaba a sentirse aburrido.
- "Siendo yo el ganador, sugiero un nuevo juego." Dijo Terry.
- "Aquí vamos… ¿en qué nos enrolarás? ¿peleas callejeras, poker, o simplemente nos iremos a una cantina a ver quién tolera más alcohol? Creo que en cualquiera de esas actividades ya sabemos que tú llevas ventaja." Dijo Archie con fastidio.
- "Nada de eso, me parece que Candy ha tenido una buena idea con estos juegos de críos… el que sigue es muy fácil, jugaremos a escondernos y alguno de nosotros tendrá que buscar a los demás." Dijo Terry encogiéndose de hombros y tratando de aparentar inocencia.
- "¡Esa no me parece buena idea!" refunfuñó Archie.
- "¿Eres tan malo buscando… o es que temes que nadie vaya en tu búsqueda chico elegante?"
- "Me gusta la idea de Terry." Exclamó Patty. – "¿Los demás qué dicen?"
- "Bien, pero él no puede comenzar buscándonos, sería capaz de dejarnos en el escondite toda la tarde." Se cruzó de brazos Archie.
- "No, lo justo sería que el primero en perder el último juego sea quien trate de hallar a los demás." Añadió Patty inteligentemente.
- "Eso significa que eres tú el primero en buscar Stear." Respondió Candy entusiasmada.
- "¡Soy increíblemente bueno encontrando cosas! ¡Será pan comido!" canturreó Stear.
- "Genial, Stear contará hasta 50 y comenzará a buscarnos."
- "No se permite esconderse en ningún tipo de interior, ni alejarse de la zona de este lado del lago, mucho menos esconderse junto a otra persona." Gruñó Archie mirando a Terry que le sonreía con malicia, vaya idea que le había dado.
Todos aceptaron y Stear comenzó a contar. Annie se escondió tras unas rocas casi a la orilla del lago, Patty corrió tras los arbustos asegurándose que ninguno fuera venenoso para no terminar con la misma suerte que Eliza; Archie miró con desconfianza a Terry que tomó el sendero contrario a donde Candy había corrido y él finalmente optó por situarse tras uno de los árboles que dividía los dos caminos para asegurarse de que Terry no cambiara de opinión y fuera tras la rubia.
Candy después de vagar encontró un árbol que sobresalía de los demás, era suficientemente frondoso, robusto y perfecto para esconderse. Comenzó a escalarlo y notó que daba justo hacia el lago. Estaba orgullosa de su hallazgo cuando escuchó un silbido que venía de las ramas superiores.
- "¿Notas cómo es inevitable para ti perseguirme?"
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No puede ser, pero si él se fue hacia el otro lado.
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- "Yo no te estoy persiguiendo, ¿cómo es que acabaste en el mismo lugar que yo?"
- "Si observas bien, yo he llegado aquí antes que tú, así que por qué no contestas tú esa pregunta."
- "Pero tú tomaste otro camino…"
- "Es verdad, pero dicen que todos los caminos llevan a Roma ¿no es así Tarzan?"
- "Supongo…"
Terry conocía ese bosque como la palma de su mano y sabía que ambos senderos llevarían a ese hermoso y alto árbol que era el único en esa zona capaz de soportar el peso de una persona, sería imposible que Candy se negara a trepar por sus ramas y no podía imaginar otro lugar en donde ella pensara ocultarse.
- "Desde este lugar los problemas parecen más pequeños ¿no lo crees?" murmuró Terry.
Candy no dijo nada, sólo sonrió, era exactamente lo mismo que ella pensaba, era por eso que desde pequeña se había entrenado en trepar a los árboles. El padre árbol fue durante muchos años su compañero de tristezas y alegrías, desde sus ramas vio cómo Annie se alejaba del Hogar de Pony, desde él veía venir al cartero que traía sus cartas, sentada en él le dijo adiós a la carreta que llevaba a Tom y también en él lloró cuando leyó la carta de despedida de su amiga.
- "¿Crees que nos encuentren aquí?"
- "Lo dudo Pecosa, creo que tendremos que prepararnos para pasar aquí la noche, si te abrazas a mí te aseguro que no tendrás frío."
- "¡Terry! ¿cuántas artimañas conoces para ser abrazado por una chica?"
- "Domino algunas más, estás ansiosa por conocerlas ¿no es verdad?"
- "¿Quieres que te golpeé?" le advirtió con el puño.
- "No, pero me gustaría que vinieras a sentarte aquí." Dijo él haciéndole una señal con su mano.
- "Bien, pero aclaremos que no nos estamos escondiendo juntos."
- "Por supuesto, hemos aclarado ya que no puedes estar lejos de mí."
- "Terry no discutiré contigo, harás que nos encuentren." Dijo Candy mientras alcanzaba la rama donde estaba Terry y se sentaba junto a él.
- "Bien, ahora que estás aquí debo advertirte que he decidido ajustar cuentas contigo." Los ojos de Terry brillaron de pronto contrastando con su rostro serio. Si no fuera por ello Candy hubiera intentado salir de ahí cuanto antes.
- "Sí, sí, ya me lo has dicho varias veces, ¿cómo es que piensas ajustar cuentas?"
- "Muy fácil, dado que son tres favores creo que bien podría intercambiarlo por tres besos. Me parece justo."
- "Serán sólo dos." Jugó Candy.
- "No sabía que eras una mona tacaña. Creo que mi precio ha aumentado y ahora serán cuatro."
- "¡¿Cuatro?! Pero si sólo me has hecho un par de insignificantes favores, me parece que es un precio muy alto por algo que fue mera caballerosidad de tu parte."
- "¿Caballerosidad? Vaya Pecas, creo que la altura te está comenzando a afectar, te dije claramente que mis favores tienen un precio."
- "¡Vaya amigo que eres Terry!"
- "¿Y quién ha dicho que quiero ser tu amigo?"
- "¿Cómo has dicho?" Candy lo miró con molestia.
- "¡Ajá! ustedes dos arriba del árbol, han sido los últimos en ser encontrados ¡Les dije que era realmente bueno encontrando cualquier cosa!" la cara alegre de Stear les saludaba desde abajo.
Candy miró a Terry con algo de decepción y comenzó a bajar del árbol.
- "Será mejor que regresemos ya." Dijo Patty siempre atenta a la hora. – "Chicos, ha sido muy divertido, mañana podemos darle gusto a Annie y dar una vuelta en el lago."
Terry miró a Candy brevemente, con ese tonto desacuerdo no le había podido recordar que al día siguiente tenía planeado su día de campo.
- "Sí, quizás…" respondió Candy y comenzó a caminar.
La tarde fue infernal para Terry, no sabía si Candy vendría por la tarde a tocar el piano con él, quizás ella había tomado a mal ese comentario suyo sobre no querer ser su amigo, y es que él no deseaba ser sólo su amigo, pero simplemente no sabía cómo decírselo. Nunca le había dicho a ninguna chica lo que sentía ¿a ninguna chica? ¡qué va! Nunca se lo había dicho a nadie. En su interior se libraba una verdadera batalla entre expresarse y protegerse.
Trató de tocar un poco el piano, se hacía tarde y ella no venía. Tal vez sería mejor ir a la residencia y tratar de hacerle llegar algún mensaje, quizás ella ahora se negaría a asistir al día de campo y sus planes para el último día en Escocia se desintegrarían por completo.
Suspirando se levantó del banco del piano y comenzó a caminar hacia la puerta cuando de reojo vio algo en la ventana.
- "¿Candy? ¿cómo es que llegaste hasta aquí?"
- "De la misma manera en la que aquel día escapamos de este lugar ¿no lo recuerdas?" respondió secamente.
Terry la observó, se veía molesta. Trató de sondear un poco su rostro para encontrar señales que le indicaran que debía hablar, pero ella no parecía cooperar, pocas veces la había visto tan seria que no se atreviera a embromarla.
- "Candy, siento mucho haberte dado a entender algo que no es verdad." Dijo Terry sin perder más tiempo.
Ella guardó silencio mirándolo fijamente.
- "¿Escuchaste lo que dije?" Terry pasó la mano delante de sus ojos intentando hacerla reaccionar.
- "No."
- "¿No?"
- "No..." los labios de Candy se curvaron en una maliciosa sonrisa. – "No te escuché."
- "Pero sí lo he dicho claramente."
- "Repítelo, será que yo no lo he podido entender correctamente." Dijo sarcástica, cruzándose de brazos ante él.
Terry descubrió que todo era un juego y exhaló derrotado aceptando que lo tenía bien merecido.
Colocó uno de sus brazos a un lado de la cabeza de Candy en el muro en el que ella se había recargado, y agachando su cabeza hasta su altura, le dijo:
- "Señorita Pecas discúlpame. Fui un tonto al haber insinuado que yo no deseaba ser tu amigo..."
Ella sonrió ligeramente, pero permaneciendo cruzada de brazos.
Iba a decir algo cuando Terry continuó.
- "…es sólo que yo… no deseo solamente ser… tu amigo…" Murmuró bajando la voz con cada frase.
- "Lo sé... sé que sientes haber hablado de esa manera." dijo Candy con las mejillas sonrojadas, aceptando la disculpa e ignorando el resto, estaba segura de que no lograría que saliera de ella una sola palabra más ¿Había escuchado bien lo que él dijo?
- "Ven…" la tomó él de la mano llevándola hacia la planta baja y entrando en la cocina.
- "Terry, sé que piensas que soy una glotona, pero no es necesario que me des comida para resarcirte, ya te he dicho que te perdono…"
- "¿Ves esta canasta sobre la mesa? Es para nuestro día de campo mañana… siempre y cuando aún desees acompañarme."
Los ojos de Candy parecían estar a punto de salirse de sus cuencas. Sobre la mesa había una linda y enorme canasta, sobre ella reposaba un mantel a cuadros de color rojo y blanco y junto a él, un pequeño florero de color verde esmeralda, como sus ojos.
- "¡En serio esto es para nosotros! ..." dijo con la boca abierta. - "¡Claro que quiero ir, Terry!" dijo aplaudiendo feliz.
Ambos sonrieron ante la idea de pasar juntos su último día en Escocia.
De pronto, un brillo malicioso asomó en los brillantes ojos de Candy, cosa que no pasó inadvertido para Terry.
¡Oh no! ¿y ahora qué... ? se dijo Terry
- "... Aunque, pensándolo bien... deseo una compensación tuya por haber sido grosero conmigo." Dijo Candy imitando una voz petulante.
- "Sabía que dirías eso ¿qué tramas Pecosa?" dijo Terry temiendo que ella deseara invitar a toda su pandilla a SU día de campo.
- "Me bastará con algunas respuestas." Dijo poniendo su dedo en su barbilla comenzando a elegir las preguntas que quería hacerle a Terry.
- "No has dejado de ser una entrometida…"
Ella miraba distraídamente paseando los ojos por el techo por algunos segundos que a Terry le parecieron horas.
- "¿En qué estás soñando, pequeña pecosa?" le dijo él entrecerrando los ojos y bajando su rostro hacia ella nuevamente.
Candy lo miró divertida.
- "Lo mismo me dijiste esa noche…" eran las mismas palabras, pero la expresión de Terry no era la misma. – "¿Aún estás triste Terry?"
- "¿Cómo?"
- "Triste... como ese día de año nuevo…"
Terry guardó silencio unos segundos y miró hacia otro lado.
- "Hay muchas razones para estar triste… sin embargo, últimamente no me siento así."
Ambos se quedaron callados un momento.
- "Me alegro." dijo ella finalmente.
Él la tomó nuevamente de la mano rumbo al jardín exterior, sin embargo, antes de llegar a la puerta se detuvo atrapándola suavemente entre sus brazos.
- "Candy, ahora es mi turno..."
Suavemente levantó su rostro salpicado de pecas acercándolo hacía él para acariciar su mejilla con sus labios y su nariz. Candy rio con suavidad sintiendo cosquillas en su cara. Terry la besó apenas a un lado de sus labios, justo en la comisura.
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- "Uno…" dijo él, llevando sus labios hacia su oreja cubierta de dorados rizos.
Terry suspiró y puso sus labios sobre los de ella, dándole un pequeño beso como el que ella le robó la noche anterior.
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- "… dos…" volvió a susurrar con suavidad tan cerca de ella, que Candy podía sentir su aliento sobre sus labios.
Cada vez que la besaba sentía la misma expectación, como si fuera la primera vez. En cada ocasión, aguardaba ansiosamente la reacción de ella, que estremeciéndose entre sus brazos le recordaba que no era sólo él quien se veía inundado por una cascada de emociones.
Terry abrió sus labios ligeramente.
Acercándose, por tercera ocasión la volvió a besar con igual ternura, pero con mayor intensidad, tanta que Candy tuvo que apoyarse contra la puerta de la entrada para evitar caer hacia atrás. Los labios de Terry aprisionaban los suyos haciéndola moverse al mismo ritmo que él. Se sentía mareada y no atinaba a reaccionar, apenas consciente logró tomar sus brazos para sostenerse de él.
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- "…tres…" murmuró Terry apenas separándose de sus labios y comenzando a agitarse.
Tenía que mantenerse tranquilo, le era increíblemente difícil no tocarla, pero no quería asustarla de manera alguna. Decidió separarse un poco, había sido suficiente por esa noche y los minutos, que jugaban siempre en su contra, se escapaban imparables con mayor rapidez cuando ellos estaban juntos.
- "Se ha hecho tarde…" dijo él aclarándose la garganta y liberándola de su abrazo.
Candy también estaba agitada, sentía la cara ardiéndole, las piernas temblorosas, y podía ser consciente de cada cabello en su cabeza, como si un repentino frío la hubiera invadido cuando Terry se alejó.
Incapaz de decir algo, trató de llenar su mirada con todo aquello que no podía expresar con palabras, sabiendo que nadie excepto Terry podía descifrar, y ambos, enlazados tanto por sus manos como por sus sentimientos, caminaron hasta la residencia diciéndose un simple pero enamorado "hasta mañana".
Notas:
* La gallina ciega o gallito ciego (blind man's bluff), es un juego infantil en el que un jugador, con los ojos vendados, debe atrapar a otro de los participantes y, en ciertas variantes, adivinar quién es. Viene de mucho tiempo atrás, aparece en varios cuadros desde finales de 1700.
Agradecimientos:
Gracias infinitas por sus comentarios a Sandy Sanchez, skarllet northman, PillySnape, clauseri, Anjiluz, Dayana, dianley, Nally Graham, Stormaw, Phambe, Eli, saben que las llevo en el corazón y pienso en ustedes cada que escribo un nuevo episodio.
Y a quienes siguen silenciosamente cada capítulo que escribo con mucho cariño por y para esta historia.
El siguiente será el último capítulo en Escocia y de regreso en Londres, calculo unos 3 más antes de darle fin a este Fic. Ahhh que nostalgia, como les decía antes aunque haré un pequeño cambio a los últimos días del Colegio, no alteraré la historia para poder seguir la lógica de CCFS con la nota de Terry (si no se hubieran separado, esa nota no habría sucedido) y el epílogo que a todas nos dio esperanza, sólo quitaré un poco de drama pues la manera en la que Terry se va no le haría justicia a tanto amor que he despilfarrado en estos últimos capítulos, así que habrá cosas nuevas junto con una escena extra que siempre soñé.
Espero esta semana esté llena de bendiciones para todos y todas.
Abrazos desde aquí hasta donde estén.
