Algún día, en algún lugar (Someday, Somewhere).

Los personajes de Candy pertenecen a sus respectivas autoras K. Mizuki y Y. Igarashi. Ésta es una historia construida con la única intención de esparcimiento, sin fines de lucro, casi toda pertenece a mi imaginación, sin embargo, reconozco que hay pasajes de libros que he leído por aquí y por allá, como aquel que da nombre (en inglés) a esta historia.

Si desean subir esta historia a otro portal por cortesía, háganmelo saber y por favorrrrr siempre citen al autor en la historia, recuerden que es un trabajo no pagado y el reconocimiento es lo único que pedimos.


Capítulo 7: Tú.

St. Mary's Teaching Hospital, Londres, 1924.

- Dios mío, este hospital es siempre tan aburrido.

- Y qué esperabas querida, ¿un desfile en pleno corredor de enfermos?

- Bueno, bueno, ya basta. Sigue leyendo el artículo... ¿por fin han hallado el lugar donde ese maravilloso hombre se ha ido a esconder?

- ¡Por supuesto que no! Es parte de su encanto, ese halo de misterio aumenta las ansias de perseguirlo.

- Eso, y esa figura gallarda, su porte de príncipe, y esos ojos del color del océano, y...

- Calla querida o comenzarán a desprenderse tus suturas... El artículo no dice nada, una vez que llegó el verano desapareció; unos dicen haberlo visto abordar un tren y otros juran que abordó el Queen Mary desde Nueva York con destino a Southampton pero nadie lo vio desembarcar. ¿O será que él nunca se embarcó?

- Hmmm, ¿tanto esfuerzo para desaparecer? ¿con una mujer quizás? ¿un amor?

- El amor es un mito, ya deberías saberlo querida, ¿o te gustaría hablarme de tu "amoroso" marido?

- Si no es por amor, ¿qué otro motivo tendría un hombre en la cumbre del estrellato para desaparecer sin dejar rastro ya sea en América o en esta aburrida ciudad?

- Los rumores acerca de sus orígenes en el Viejo Mundo no son cosa menor.

- ¿Te refieres a su parecido con la diva Baker y su misterioso retiro de los teatros durante un par de años en Edimburgo? Viendo el resultado definitivamente debió haberse... relacionado... con alguien de la nobleza. Aunque si eso es verdad habría que aplaudirle la formidable elección que hizo para fabricar al Romeo más inolvidable de la historia. Si analizas detenidamente sus rasgos bien podría ser hijo de Rich...

- Calla querida, ese es tan solo un rumor, no será que quieras meterte en problemas con la familia que encabeza el Parlamento.

Ambas mujeres continuaban parloteando cuando su enfermera de la mañana hizo su aparición.

- ¡Buenos días chicas! ¿Cómo va la recuperación?

- ¿Lo has oído? ¡Esta mujercita nos llama chicas!

- Una razón más por la cual amarla, ¿qué tal va su día enfermera Candice?

- De maravilla, este pabellón resulta de lo más divertido, no hay nada mejor para ponerse al día. ¿Qué novedades trae la prensa rosa del día de hoy? – dijo ella revisando sus expedientes para tratar de disimular el hecho de que en realidad esa sección la incomodaba.

Candy llevaba años evitando escuchar noticias de la farándula.

- Nada nuevo, los rumores de siempre.

- Esta chica debe saber la respuesta a nuestra pregunta, Candice, ¿existe un lugar al que añoras regresar?

- Seguro que sí – dijo Candy mientras les arreglaba las almohadas y preparaba su estetoscopio. – Es un lugar fantástico, el lugar donde crecí en América.

- ¿Lo ves? Siempre es el origen lo que pesa antes que el amor.

- ¿El origen? – respondió Candy poniendo atención a los latidos de una de ellas.

- Uh-hmm... uno regresa a sus raíces, es algo inevitable y nada tiene que ver con el amor.

- ¿Tú qué piensas Candy? ¿Un hombre famoso y atractivo necesitaría regresar a sus raíces o bien, está en busca de un amor del pasado?

- ¿A...amor? – balbuceó la rubia, renuente a hablar de ese escabroso tema de los amores perdidos, después de todo ella era casi una experta, primero Anthony y luego... – Yo, no estoy segura... imagino que no hay una sola respuesta para esa pregunta.

Más valía que se apresurara a marcharse antes de que esto se pusiera peor...

- La chica tiene un buen punto. Lo importante es que de vez en cuando estos artículos le alegran el ojo a una. ¿No te parece éste un bello hombre, Candice? Siendo americana debes de conocerle, ¿lo has visto en escena? ¿No es un sueño?

Sin poder evitarlo, los ojos de Candy se posaron en la fotografía a un costado del texto. En ella aparecía un rostro que aún caracterizado reconocería en cualquier lugar, a pesar de que la fotografía era pequeña, en blanco y negro, y se encontraba en medio de varios actores enfundados en ropas de época.

Con rapidez quitó la mirada, no había necesidad de verla a detalle aunque si por ella fuera le habría arrancado el periódico de las manos a aquella paciente y habría corrido a recortar la fotografía y guardarla en su caja de tesoros.

¿Qué obra sería esa?

Hacía ya unos años había declinado la invitación de la señora Baker para asistir a la presentación de Hamlet... fue tan doloroso negarse pero no tenía remedio, había tomado la decisión de no interponerse en la felicidad de Susana.

- Susana... – murmuró Candy.

- ¿Cómo dices?

- Susana Marlow... Parece que nuestra enfermera es también una fan. Tienes que recordarla querida, es aquella actriz que estuvo a punto de morir en un accidente por salvar a Romeo, o al menos eso es lo que se publicó. Luego él tuvo que tomar la responsabilidad de cuidarla hasta que varios años después ella... bueno, ya sabes lo que se dice. Una pena, él jamás mostró interés en nadie, ni siquiera en esa chica que se aferró a él. Es por eso que a este hombre lo impulsa el origen, no el amor.

- No lo sé... el corazón de un hombre como él es misterioso, debe haber alguien a quien mire lleno de dulzura. Nadie que interprete a Shakespeare como él puede ser ajeno al amor.

- Shakespeare escribía tragedias, no poemas de amor. Es la razón por la que Terrence Graham es un actor magistral.

El solo escuchar su nombre hizo que a Candy se le detuviera el corazón, casi salió a tropezones de aquella habitación.

Tanto tiempo había pasado y seguía topándose con pedazos de él...

¡Y ahora esta mudanza a Londres que la arrastraba al pasado! Por eso fue tan renuente a este viaje, pero al final la señorita Pony y la hermana Lane la habían animado a hacer un esfuerzo. Europa había avanzado años luz en el campo de la cirugía debido a la enorme cantidad de heridos que llegaron a los hospitales tras la Gran Guerra y ahora sus médicos se dedicaba a preparar personal para salvar vidas en escenarios adversos.

Por supuesto Londres no era el único lugar para aprender estas técnicas, pero para Candy las puertas de los hospitales en Chicago seguían aún cerradas y no solo eso, escribiendo cartas a otros hospitales descubrió que Neil y Eliza habían hecho un fantástico y demoniaco buen trabajo para excluirla de cualquier sitio al alcance de sus posibilidades.

No recibió una sola respuesta de aceptación para aquellos hospitales americanos donde ella podría tener la oportunidad de estudiar, sin embargo una alma piadosa la había remitido a este antiguo hospital de Londres que además ofrecía una beca a las enfermeras que estuvieran en disposición de trabajar más horas de las que las residentes accedían pues un dichoso doctor Fleming se encontraba haciendo un millón pruebas para observar los efectos antibióticos de una sustancia llamada penicilina.

Fue así como Candy finalmente llegó a Londres a mediados de la primavera de 1924 con la idea de seguir construyendo su sueño de trabajar como enfermera.

- White, si ya terminó la ronda de la mañana diríjase a la oficina del Dr. Leed – dijo la estricta jefa de enfermeras asustándola.

- Sí – contestó ella, sonriendo con debilidad y aun recargada sobre uno de los muros del pabellón de los pacientes privilegiados.

Algo apesadumbrada, se dirigió a la oficina del director del hospital. Éste había tomado la costumbre de pedirle favores aprovechándose de su buen corazón y su actitud servicial.

Seguramente sería más de lo mismo.

Pero todo era mejor que permanecer ociosa pensando sin parar. Estar en Londres ya era suficientemente incómodo y al cabo de medio año podría regresar nuevamente a América habiendo terminado su especialidad en apoyo quirúrgico y prevención de infecciones.

- Pase por favor – dijo el director con voz firme. – Enfermera White, excelente momento en el que llega. ¿Le gustan los monos?

- ¿Cómo dice Dr. Leed?

- Sí, sí, necesito que alguien se haga cargo de llevar a los niños del pabellón este a un paseo al zoológico de Londres. Hemos hecho un acuerdo con un servicio de transporte que está de acuerdo en llevarlos siempre y cuando les aseguremos que no trasladaremos pacientes de riesgo. Al parecer el patronato quiere participar activamente con aquellas nuevas teorías que hablan de la importancia del ánimo en la recuperación de los pacientes.

- ¡Maravilloso doctor Leed! ¡He leído mucho acerca de esto y le puedo asegurar que funciona! Muchos de ellos tendrán una recuperación más acelerada si comenzamos a brindarles actividades, sol y momentos agradables...

- Bien, está decidido entonces. Iría yo mismo enfermera, pero parece que el doctor Fleming tiene algunos resultados que presentar de su investigación y el comité ha pedido la presencia de la dirección en su totalidad.

- No hay problema, Dr. Leed, yo me encargo – expresó Candy haciendo un gesto triunfante con su brazo que hizo sonreír al Director. Seguía siendo una persona llena de vida que se entregaba entusiasta a cualquier tarea que le fuera encomendada.

- La vida no es solo trabajo enfermera, queremos que se lleve un grato recuerdo de su estancia aquí, por eso creo que es la más indicada para esta tarea. Quizás hasta la convenzamos de quedarse con nosotros de manera permanente. Puede retirarse, tómese la tarde para preparar lo que le haga falta, yo me encargaré del resto.

A pesar de que el paseo al zoológico le parecía fantástico, Candy se preguntó qué otra cosa le iba a pasar hoy.

Iniciaba el día viendo una fotografía de Terry, escuchando su nombre tras años de evadirlo, y ahora visitaría uno de los lugares que le traía recuerdos de él.

Si las cosas seguían así, al final de la semana seguramente chocaría de narices con el mismísimo Duke de Grandchester. Sería mejor evitar el área de Winchester y el Parlamento, solo para estar segura.


La mañana del viernes llegó y Candy abordó el transporte junto a una bandada de niños y jóvenes que no cabían de alegría mientras otras dos enfermeras trataban de mantenerlos en orden. A pesar de todo, durante el paseo había estado tan ocupada que no había tenido tiempo de pensar en nada; cuando los niños insistieron en acercarse a la jaula de los monos varias niñas insistieron en que no podían esperar para ir al sanitario así que Candy se encargó de llevarlas.

Aún quedaba una hora más para que viniera por ellos su transporte de vuelta así que decidieron esperar en Regent's Park cerca del lago para arrojarle un poco de pan a los cisnes y que los niños descansaran tras la gran emoción.

Era el lugar idóneo para relajarse, desde ahí se podían ver varias barcas con parejas y grupos de amigos que se divertían. Candy recordó con enorme cariño el cisne-barco de Stear, hubiera sido fantástico viajar en este lugar sobre él... bueno, siempre y cuando no comenzará a hacer agua y terminaran en el fondo del río como seguramente estaría destinado a suceder con cualquier invento de su querido primo.

- ¡Ayuda! ¡Este hombre se ha desmayado!

Unos gritos que proveían de uno de los costados del lago la sacaron de golpe de sus recuerdos.

Sin tiempo que perder salió corriendo a toda velocidad hacia el lugar donde una señora levantaba los brazos y gritaba a todo pulmón. A su lado había un hombre mayor con el rostro descompuesto e increíblemente pálido que yacía sobre el suelo.

- ¿Qué sucedió señora? – dijo Candy mientras tomaba el pulso del hombre y revisaba otros signos vitales. Afortunadamente seguía respirando.

- No lo sé, él estaba haciendo un retrato mío cuando de pronto cayó al suelo.

Había una enorme cantidad de grafito tirado en el suelo junto con varios lienzos nuevos y usadas alrededor del lugar. El hombre debía dedicarse a eso para vivir y quizás podría haberse intoxicado con este material. No era poco común que sucediera pero tomando en cuenta su edad podría ser peligroso.

Candy revisó que nada obstruyera su respiración y su garganta, tenía los labios y la lengua del color del grafito lo cual corroboró su teoría. Afortunadamente la cantidad de plomo que contenía era tan baja que no había riesgo de vida pero aun no sabía por qué el hombre se había desvanecido de pronto.

Tras algunos minutos él recuperó la conciencia y miró con agradecimiento a la enfermera entendiendo lo que le había sucedido. No era la primera vez que algo así le pasaba, pero era la primera vez que alguien lo reconfortaba eficientemente de una manera tan cálida. La joven lo ayudó a incorporarse y le dio un poco de agua de una cantimplora que llevaba con ella.

- No me vea así enfermera, comenzaré a pensar que estoy tocando las puertas de cielo y bien sé que aún no me lo he ganado – dijo él tratando de hacerla sonreír. – Tranquila, se bien qué es lo que tengo, se me terminaron las medicinas y estoy trabajando para poder comprarlas. ¿Le gustaría que le haga un retrato?

Candy sintió un poco de pena por el hombre, su sueldo se invertía casi por completo en su estancia en la residencia de enfermeras.

Fiel a sus creencias se le ocurrió algo.

- ¿Qué le parece si mejor nos acompaña a St. Mary´s para una consulta y la receta para que pueda llevarse sus medicinas? El hospital tiene un área especializada en pacientes que necesitan apoyo económico, no tendrá problema alguno si llega referido por alguna de nosotras.

- Se lo agradezco señorita enfermera pero debo ahorrar para el pasaje, vivo en las afueras de Londres con mis nietos. Sin embargo, le prometo que en cuanto pueda le tomaré la palabra e iré a visitarla sin falta.

Candy no aceptaría un no como respuesta, ese hombre necesitaba sus medicamentos ya, no era opcional.

- Tenemos un asiento de sobra señor y estoy segura de que puedo ayudarlo a adquirir su pasaje de vuelta a casa para el día de hoy.

- No, yo no podría permitirlo, es demasiado señorita.

- Nada de eso, cuando venda alguno de esos maravillosos retratos puede devolvérmelo. No tengo prisa, estaré aquí varios meses – dijo ella encogiéndose de hombros con resignación.

- Es usted todo un ángel, ¿puedo darle algo momentáneamente a cambio?

- No es necesario señor, que cuide de su salud es más que suficiente.

- Insisto señorita enfermera, le daré uno de mis tesoros en custodia, ¿cómo suena eso? – dijo él mientras buscaba algo entre todos sus lienzos y papeles.

- ¡No, no, señor, me comprometería, yo no puedo aceptar nada!... es mi deber después de todo y yo...

- ¡Aquí está! – exclamó el hombre con alegría. – A pesar de que no lo vendo siempre lo traigo conmigo, es como si hubiera estado destinado para este momento. Tómelo, sé que cuidará bien de él.

Candy negaba con la cabeza y levantaba sus manos en señal de renuencia, el hombre las tomó y puso sobre ellas un papel enrollado y atado con un cordón rojo sin aceptar su negativa. Ella con el corazón conmovido comprendió que sería imposible devolverle ese simbólico obsequio que representaba el trabajo y la pasión de este hombre.

Regalándole su mejor sonrisa, Candy desató el cordón rojo y extendió el lienzo con gran delicadeza.

Nada la había preparado para lo que allí encontró.

Sus manos temblaron a punto de dejarlo caer.

El retrato mostraba un hombre con la mirada más triste que había visto, la misma que vio una noche de año nuevo en medio del Atlántico...La misma que dejó atrás una noche helada en Nueva York.

Él no había cambiado.

En la foto del periódico nada de esto pudo apreciar al estar caracterizado, y sin embargo aunque no se percibía a detalle, ella sabía que no había nadie más como él.

En el retrato notó que llevaba el cabello más corto, y aun siendo así, un mechón lograba atravesaba su cara y caer sobre uno de sus ojos. Seguía siendo un rebelde que se negaba a seguir las modas de la época.

Miraba con intensidad y melancolía al espectador a pesar de su expresión indiferente. Ese artista había captado el dolor oculto en su corazón y a Candy se le estrujó el alma.

Terry seguía sin poder cumplir su promesa de ser feliz y tenía la evidencia entre sus manos.

- Creo que he encontrado a la dueña de este objeto – murmuró Harry conmovido al ver a aquella chica con las mejillas humedecidas y los labios apretados para no sollozar. ¿Podría haber encontrado por mera casualidad al amor perdido de aquél joven de la estación de tren?

- ¿Cómo dice? – respondió ella como si no se diera cuenta de que las lágrimas salían de sus ojos como una cascada.

- Mucha gente me ha querido comprar este retrato, quizás solo debido al atractivo rostro de él, pero nadie se había mostrado tan conmovido como usted señorita. Sé que hará un buen uso de este objeto, ahora es suyo. Si me disculpa debo recoger este desastre y prepararme para regresar, después de todo debo asistir a mi cita al hospital. – dijo él guiñándole un ojo.

Candy no pudo decir una sola palabra más, ayudó en silencio al hombre a recoger sus cosas y acordó con el conductor incluir un pasajero más con rumbo al hospital. El conductor no pudo negarse al ver a un hombre mayor, y como la mayoría de los niños se encontraban dormidos nadie se opuso a hacer una buena acción.

Durante todo el camino y después de llegar al hospital, ella permaneció en silencio enredada en sus pensamientos, reaccionado como una autómata cuando se le pedía algo; hasta que finalmente llegó a la residencia de estudiantes y pudo desfallecer sobre su cama.

Esa noche Candy durmió abrazando a Terry con fuerza, deseando con toda su alma que el amor que sentía por él ayudara a aliviar, - aun estando a la distancia - el dolor que había en su corazón.

A partir de ese momento ella volvería a reír, pero cada día por un instante, se permitiría volver a pensar en él.


Notas:

Bellas lectoras, sé que han sido un par de capítulos melancólicos pero para mí no tendría sentido que ellos no estuvieran tristes. En mi cabeza la razón por la que ellos se reencuentran es porque, a pesar de intentarlo, han comprobado que no hay felicidad estando separados. Aún me queda un capítulo del pasado antes de regresar con Blake y el misterioso chico de las fotografías.

Gracias por tantos comentarios tan bonitos, me encanta escribir para ustedes, incluso en estos momentos en que mi corazón anda tristón como a veces me pasa.

Nos leemos la próxima semana.

ClauT


Agradecimientos:

Gladys: Sí, es muy triste la historia original, pero fue ese pasado triste el que permite que ellos se reencuentren o al menos así es como yo creo que sucedió. A veces de la tristeza surge la fuerza para tomar decisiones. Te mando un abrazo.

Kamanance: Je je je, tendrás que esperar para saber a dónde va Blake a iniciar su interrogatorio. Y definitivamente daré gracias de poderme escapar de esas cosquillas, soy muy cobarde para ellas, seguro ya te habría confesado todo lo que sé.

Veritosan: Una disculpa querida Verito, hoy sí puntualmente aquí llega la actualización. Fueron esas musa escurridizas que de pronto me abandonan.

Lety Bonilla: Blake definitivamente sabe más de lo que Lilian ha podido ver... ya verás cómo él se vuelve una pieza muy importante para resolver este misterio, por eso le agradecemos a John el haberlo traído a la historia. Ahora sí puntualmente en sábado aquí llega la actualización.

Guest: Hermosa lectora, me encantaría saludarte por nombre, quiero que sepas que me siento muy halagada de que me tengas en tan buena opinión. Trato de entender la personalidad de ambos ¿sabes? Hay ideas que me vienen a la mente y de pronto para mí es muy lógico si se adapta a ellos o no. Por más que yo quiera no puedo percibir a Terry como alguien que abandonaría a Susana, ni a Candy como a alguien egoísta. Definitivamente coincido, Terry nunca se casa con Susana, él acepta cuidar de ella hasta su muerte (aunque en esta historia he decidido cambiar eso para ponerle un poco más de misterio). Bendiciones para ti también, que tengas maravillosa semana.

Villa: Ya llegó el sábado con más historia aunque para seguir con Blake aun queda un capítulo más jejeje.

Rosario Escobar: Es una historia feliz aunque no convencional, para que no sea la típica super predecible. Pero no te preocupes, hay más romance que drama, te lo prometo.

Ster star: Los ojos de los personajes son una obsesión para mí, he de confesar jejeje, es lo que me enamoró de Terry sobre todo en el manga que es tan hermosamente ilustrado (en el anime considerando que es de los años 70 como que luego se ven poco agraciados). Coincido contigo, Candy sufrió mucho también y eso quise plasmar en este capítulo. Gracias por tus felicitaciones bella, nos seguimos leyendo.

Carissima Guest: Il mio cuore è stato felice di ricevere il tuo messaggio, è bello ed è in italiano che è una lingua che amo profondamente. Mi dirai cosa ne pensi delle mie altre storie; in effetti, adoro la personalità di Terry con tutto il cuore ed è per questo che è sempre il mio personaggio principale. Sì, in questa storia Susana non è morta, ho deciso di cambiare questa parte di Cancy Candy Final Story... capirai più tardi perché. Abbracci per te, adorerò continuare a leggere le tue impressioni. PS. Ho tradotto con google translate quindi mi dispiace se ci sono errori, il mio italiano è molto piccolo ma lo capisco bene.

Yelani: Gracias a ti por leerme, ya verás en qué momento encaja esta nota y cuándo es que Candy la lee.

Lulú G: Qué lindo saber que te has leído estos 6 capítulos y esperas más, es lo que me pasa a mí cuando una historia me gusta y espero que siga siendo así.

Nally Graham: Coincido contigo, las épocas cambian pero en su momento Terry era todo un caballero de honor, no digo que esté bien eso de sacrificarse pero me parece que él actuó como es su personalidad. Casi juraría que es un personaje de carne y hueso por la coherencia con que Misuki lo describió. Como sabes amo profundamente su personalidad y por eso le escribo historias donde pueda ser feliz. Oh por cierto, el duque aparecerá en esta historia, pero igual que en los Días del Colegio, no es mi favorito jajaja. Hermoso fin de semana.

Perth77: Dear, I'm glad you liked these chapters and that our minds synchronize to understand this story. There are still several mysteries to solve. Beautiful weekend.