Algún día, en algún lugar (Someday, Somewhere).
Los personajes de Candy pertenecen a sus respectivas autoras K. Mizuki y Y. Igarashi. Ésta es una historia construida con la única intención de esparcimiento, sin fines de lucro, casi toda pertenece a mi imaginación, sin embargo, reconozco que hay pasajes de libros que he leído por aquí y por allá, como aquel que da nombre (en inglés) a esta historia.
Si desean subir esta historia a otro portal, por cortesía háganmelo saber, y por favorrrrr siempre citen al autor en la historia, recuerden que es un trabajo no pagado y el reconocimiento es lo único que pedimos.
Capítulo 10: Un príncipe en la verdadera Colina de Pony.
- ¿Te das cuenta? Llevamos más de una hora sentados mirando una foto Blake, esto no nos llevará a ningún lado.
- Y tú... ¿¡te das cuenta de que tu abuela por adopción en realidad es posible que sea mi bisabuela de sangre!? – dijo Blake sin quitar la mirada del suelo.
- Es cierto, todo este tiempo he estado acompañada del bisnieto de Terrence Graham...
- ¡Voy a matar a mi madre!
- Creo que eso hará más difícil que descubramos lo que sucedió...
- He intentado por todos los medios que me cuente la historia, pero ella se echó a reír y dijo "Candy lo ha hecho muy bien, me han entrado unas ganas enormes de conocer a Lilly".
- ¿¡A mí!? ¿Yo que tengo que ver en esto?
- Eso es lo que me gustaría saber, ¿cuándo puedes viajar?
- ¿¡Viajar!?
- Mi madre es una persona mayor y no creo que esté en condiciones de hacer un viaje tan largo.
- ¡Vaya! ¿es tan mayor? ... Si es así debo dejar arreglados algunos asuntos en la editorial y es posible que pueda darte una fecha pronto. Yo tampoco quiero esperar demasiado.
- En realidad no es tan mayor, pero me gustaría que fuéramos juntos a un par de lugares en Nueva York...
- No lo pudo creer, ¿Blake Hartman desea que esta entrometida y necia mujer le haga compañía?
- Muy graciosa, esto nos interesa a ambos. ¿Qué es este dibujo? – dijo él cambiando de tema.
- No es un dibujo Blake, es una línea de tiempo, quería acomodar la información que sé y la que he obtenido en estos días.
- 1924 tiene una incógnita, ¿por qué?
- Sabemos que a finales de 1923 Terrence fue retratado en la Estación Central de Nueva York, y tú añadiste que en 1924 él dejó Broadway momentáneamente, pero luego volvió y dirigió algunas puestas teatrales, ¿no es así?
- Sí... eso creo – murmuró Blake tomando nuevamente la foto en la que aparecían su abuelo Alexander y su tatarabuelo Richard. – ¿Sabes? No lo entiendo, hay algo en esta foto que no cuadra.
Blake suspiró tratando de recodar alguna vieja historia sobre Terry que los ayudara a llenar los vacíos; durante años había sido su pasatiempo favorito sentarse al lado de su madre e interrogarla acerca de la vida de ese misterioso personaje de su familia.
- Siendo aún un niño, me pregunté un millón de veces por qué el tío Terry no quería formar parte de nuestra familia... de los Grandchester. ¿Qué tenía de malo ser descendiente de Richard Grandchester? El abuelo Alexander era todo lo contrario, siempre orgulloso de su apellido, constantemente me decía que aunque mi apellido paterno fuera Hartman, yo era uno de ellos. Él podía contarte por horas acerca de las discusiones en el Parlamento inglés, de las reuniones de sociedad y de todo aquello sobre lo que el tío Terry simplemente rodaba los ojos poniéndolos en blanco. No entiendo cómo es que si estamos en lo cierto, Terry pudiera haber criado un hijo como el abuelo.
- Todo un pequeño duque, ¿te hubiera gustado un abuelo actor?
- Eso tendría más sentido. – dijo Blake encogiéndose de hombros. – ¿Qué me dices de Candice?
Lilian sonrió ante el recuerdo de la "abuela" Candy y sus primeros años de vida en el Hogar de Pony. Cuando cerraba los ojos casi podía sentir el sol sobre su cara cuando se tendía cual larga sobre el pasto que cubría la pequeña colina.
- Candy era como la Colina de Pony, sencilla, alegre, modesta e imbatible. Ambas pasaron tantos momentos difíciles y sin embargo salieron adelante. Si quieres conocer a Candy, necesitas visitar el Hogar de Pony.
- Me pregunto si Terry habrá vuelto a ese lugar después de aquél día de invierno que describe en su manuscrito...
Sur del lago Michigan, 1924.
La brisa sobre la colina era aún mejor en primavera. Incluso el Padre Árbol se veía más alto y fuerte que la última vez que lo vio, a pesar de que él era también más alto, aunque no sabía si más fuerte.
Había decido tomarse unos minutos antes de concluir una travesía que le había llevado más tiempo iniciar del que él hubiese querido, necesitó de todo el valor en su ser para tomar un tren desde Nueva York hasta Michigan y luego de mucha suerte para encontrar un transporte que lo internara en la zona montañosa donde se encontraba el lugar al que se dirigía.
Tenía muchas preguntas en su cabeza, pero sobre todo, la clara determinación de no irse de ahí sin ella.
¡Qué bien le sentaría un cigarrillo en este momento! sin embargo ella jamás le perdonaría fumar en su territorio. Sonrió con el dulce recuerdo del pasado: "su territorio en la falsa Colina"... y hoy, él se encontraba en su territorio en la auténtica Colina.
Estaba tan perdido en sus recuerdos que no escuchó los pasos que se acercaban a él, había sido descubierto, lo miraban fijamente con la mandíbula abierta y el corazón latiendo a máxima velocidad.
Los ojos verdes de la pequeña espía no atinaban a diferenciar si ese hombre delante de ella era una alucinación o si era una persona real, aquel personaje en lo alto de la colina que miraba con un semblante dulce hacia el que era su hogar.
- ¡Un... un príncipe! – dijo casi gritando apenas pudiendo hilar las ideas. Él no podía ser nada más ni nada menos que alguien salido de un cuento de hadas.
Pegando un brinco, el hombre se dio la vuelta y la miró con sorpresa.
¿Estaba hablando de él?
Mirando a ambos lados y cerciorándose de que estaban solos no tuvo una duda de que esa pequeña se refería a él y no pudo evitar soltar una carcajada, con una voz profunda y francamente burlona...
¿Él un príncipe? Esa era la idea más descabellada y alejada de la realidad que había escuchado en su vida.
Cuando pudo dejar de reír, bajó la cabeza y fijó sus ojos azules en aquella niña que lo miraba con rostro de indignación.
- Buenos días, princesa. ¿Podrías indicarme si se encuentra Candy White en este lugar?
- ¡No! – dijo la pequeña con enojo y emprendió una carrera cuesta abajo hacia el Hogar de Pony.
- ¡Espera! – Terry suspiró, admitiendo que seguía teniendo el tacto de un elefante cuando se trataba de relacionarse con otras personas; en verdad le había hecho gracia que le llamara príncipe, pero los cinco minutos de carcajadas definitivamente habían estado fuera de lugar.
Imaginó que Candy saldría con el puño en alto a defender a la pequeña ofendida, tras lo cual el reencuentro habría perdido todas las oportunidades de calificarse como romántico.
No había remedio, tendría que enfilarse hacia el Hogar de Pony y presentar sus disculpas a la indignada pequeña y a ella...
Ella...
Cerró los ojos un momento más recodándola antes de echar a andar.
Para cuando hizo acto de presencia, el lugar ya era un hervidero de grillos.
Se sorprendió al ver lo amplio que lucía ahora el Hogar. De ser una pequeña casita como la recordaba, se había transformado en un lugar con dos construcciones anexas; por un lado se veía un edificio de dos pisos que parecían ser dormitorios y salones, y por el otro, un establo con dos hermosos caballos ya entrados en años que pastaban felices a la entrada de su morada.
Al verlos pensó en cuánto echó de menos a Teodora cuando tuvo que dejarla en el establo del Colegio en Londres.
No sabía a dónde dirigirse para comenzar a buscarla, y pensar en gritar su nombre a todo pulmón no sería de gran ayuda con tanta algarabía de niños que gritaban toda clase de cosas y corrían por el lugar.
De pronto sintió que lo tiraban de la camisa, al mirar hacia abajo descubrió a la pequeña ofendida que había corrido de él minutos atrás. Él puso una de sus rodillas en el suelo para verla de frente y le habló con dulzura.
- Lo siento mucho, no fue mi intención darte a entender que me burlaba de ti. Es solo que nunca me habían llamado príncipe antes y me sorprendió un poco – dijo sonriendo con temor a agravar aún más las cosas. Jamás había tenido que tratar con niñas pequeñas.
- ¿No eres un príncipe? – balbuceó la pequeña.
- No lo creo, pero puedo contarte una historia de príncipes y princesas. Pero antes de eso, he venido a saludar a... a una buena amiga. Su nombre es Candy, seguro la conoces.
- Sí, Candy es mi hermana mayor.
- ¿Y quién es usted bella damisela? – dijo él imprimiendo un sello de coquetería a su comentario y haciendo enrojecer a la pequeña.
- Soy Ellen.
- Encantado de conocerte Ellen, serías tan amable de decirme dónde puedo encontrar a...
- ¡Santo Dios! No puede ser, pero ¿es usted señor Grandchester?
Terry se estremeció un poco al escuchar ese viejo apellido que no usaba más. Despacio se levantó tratando de calmar su ansiedad. No pensaba poner sobre aviso a todo el Hogar de Pony antes de verla a ella, pero parecía que sería la última persona que saldría a su encuentro.
- Graham, Terrence Graham es mi nombre. Es un gusto volver a verla Hermana Lane. – dijo él sonriéndole y estrechando la mano de la hermana que la miraba con la boca y los ojos muy abiertos.
- Ha pasado tiempo señor Graham – atinó a decir ella sin poder ocultar los nervios que sentía de tener frente a ella a aquél chico que una mañana de invierno llegó sin aviso con el solo objetivo de escuchar historias de su hija y ver la colina que tanto amaba. – Por favor, acompáñeme a la oficina, como verá, nuestro Hogar es ahora un lugar algo mayor. La señorita Pony estará muy contenta de poder saludarle, hemos seguido juntas su trayectoria como actor, no debería de decirlo pero somos sus admiradoras.
Terry sonrió en agradecimiento, estaba acostumbrado a escuchar esas palabras con más frecuencia de la que quisiera, pero en los labios de la Hermana eran para él una fuente de enorme valor. Después de todo ella y la señorita Pony eran las madres de la mujer que amaba... y a la cual pretendía llevarse con él ese mismo día de ser posible.
Armándose de una paciencia que definitivamente no sentía, se sentó en la sala de espera y recibió el té de manos de la Hermana mientras la señorita Pony exclamaba algo que no alcanzó a entender, y se acercaba lo más rápido que su bastón le permitía hacia donde él se encontraba.
- ¡Vaya! Creí que la hermana Lane estaba sufriendo de alucinaciones, pero si es nada menos que el joven Terrence.
Terry asintió con la cabeza y estrecho la mano de la señorita Pony.
- Discúlpeme por venir sin anunciarme, no tuve tiempo de enviar un telegrama – Terry bajó la mirada, la realidad es que tuvo miedo de leer una negativa por parte de Candy como respuesta.
- Señor Graham, es usted bienvenido en el momento que quiera, es un placer que nos visite.
- Llámeme Terry, por favor. Señor Graham me resulta algo extraño– respondió él riendo un poco de sí mismo... ¿En dónde rayos estaría ella?
Pasaron minutos hablando sobre cosas habituales, cómo había sido posible la ampliación del orfanato, el éxito de Terry en el teatro, sobre su gracioso encuentro con Ellen, el cual les trajo recuerdos a ambas mujeres sobre Candy y el señor Andley.
- Señorita Pony... yo vine a... ¿sería posible... saludar... a Candy? – Terry no pudo aguantar más, él había venido exclusivamente por ella.
Ambas mujeres se miraron sin decidirse a hablar.
- Terry, hijo... ella no está aquí – dijo la señorita Pony colocando una de sus manos sobre el dorso del actor.
- Ella... se ha... – Él no podía atinar a preguntar directamente lo que tanto lo atemorizaba. Si ella ya no estaba más ahí, ¿se habría marchado para ser la esposa de alguien más? La actitud de ambas mujeres comenzaba a ponerlo nervioso.
La hermana Lane se levantó y de un cajón sacó una carta que colocó sobre la mesa al lado de su taza de té.
- Me temo que ella nunca leyó esto, es de usted si no me equivoco.
Terry dudó un poco antes de tomar el sobre en sus manos, aquella carta aún cerrada que había escrito después de su encuentro con el pintor de la Estación Central, y un súbito escalofrío lo recorrió.
Aunque él jamás esperó una respuesta, y por ello no añadió ningún remitente, confiaba en que bastaría para que estuviera al tanto de sus sentimientos.
Nada en él cambiaría jamás.
- Terry, ella decidió no abrir esta carta cuando la recibió, la colocó en ese cajón donde ha estado desde entonces. Candy partió a Londres hace apenas unos meses.
- ¿Londres? – murmuró Terry sintiéndose confundido, ¿por qué no habría querido leer su carta?
- Sí, a Londres. Desafortunadamente no pudo seguir estudiando en Chicago ni en ninguna otra ciudad aledaña, pero encontró una gran oportunidad para especializarse como enfermera quirúrgica en el Viejo Continente.
- ¿Se fue... sola?
Ambas mujeres se miraron entendiendo los miedos de Terry. Era comprensible, había pasado demasiado tiempo y no parecía lógico que ella hubiera continuado soltera tras su mayoría de edad. Pero los milagros existían o eso es lo único que atinó a pensar Pony.
- Hijo, ella no está casada si eso es lo que quieres saber. Nosotras mismas ignoramos el por qué. Aunque tuvo varios pretendientes, ella simplemente no aceptó compromiso alguno. Ha estado trabajando con nosotras en el orfanato y en algunas clínicas pequeñas por esta zona.
- ¿Es feliz? – quizás ella no deseaba verle más y él solo vendría a arruinar su paz.
La hermana Lane suspiró antes de tomar la palabra. No querían darle falsas esperanzas, el corazón de su hija podría haber cambiado en estos años de silencio en el tema del amor.
- Eso es algo que debes preguntarle tú mismo, ¿no lo crees? Así como sus razones para no abrir esta carta.
El rostro de Terry cobró una profunda melancolía, no sabía qué debía hacer ahora.
En silencio, ambas lo observaban. Se veía perdido.
- Hijo, ¿acaso has olvidado la razón por la que has venido hasta aquí? – habló la señorita Pony.
No, no lo había olvidado y tampoco tenía nada más que perder. Ahora tendría que perseguir un nuevo sueño de la misma manera que hizo con el teatro de la única manera que conocía...
Dejándolo todo y aferrándose a él.
Recuperando la compostura, sonrió un poco y se dispuso a partir agradeciendo a amabas mujeres su cálida bienvenida. Antes de irse, les dijo que daría un paseo por la colina, tal y como hace muchos años había hecho.
La hermana Lane le facilitó los datos del hospital y la residencia en Londres donde estaba su hija y ambas se despidieron cálidamente de él.
- ¿Habremos hecho lo correcto señorita Pony?
- Hermana... eso es algo que solo Candy podrá responder, él no ha dicho una sola palabra al respecto de su compromiso de aquel entonces. Hoy en día no tiene nada de particular reconocer que uno ha cometido un error – dijo Pony entre suspiros sorprendiéndose de lo liberal que podía volverse cuando involucraba la felicidad de su niña adorada.
Ambas sabían que a pesar de la aparente fortaleza de Candy, aquella noche en la que se separaron, ambos dieron final a su amor declarado y comenzaron su amor en soledad, pues siguieron amándose a pesar de todo.
Mientras, Terry dejaba atrás la Colina de Pony con la intención de iniciar un nuevo y decisivo viaje. Esta vez, Candy escucharía de él mismo esas palabras dictadas por su corazón.
Agradecimientos:
Queridas todas, hoy se me han apretado los tiempos así que les escribo en general y les agradezco a cada una. Efectivamente para saber qué nos cuenta Julia Grandchester habrá que esperar, en este momento empezaré con algunos datos del pasado, el esperado reencuentro para luego regresar al presente y seguir con las pistas porque creo que nos urge jajaja, al menos a mí.
Aprovecho para contestar algunas dudas que surgieron por ahí: Perth77 me pregunta sobre la inspiración de esta historia... Ufff ha sido en parte el libro de Eileen Ramsay, algunas historias de personas y lugares que he conocido a lo largo de la vida, y una buena parte de historias que me imagino todo el tiempo. Desde niña siempre fui "soñadora" y me gustaba imaginarme cosas, será que así he ido construyendo estos fic.
Acerca del color del cabello de Alexander es más bien de línea materna jajaja y con ello les confirmo que efectivamente es hijo de Candy. Phambe nos aclara algunas cosas, es en el anime donde el cabello de Terry es castaño oscuro, en los libros del manga, al menos en la edición de Bruguera que es la editorial latina, el cabello de Terry inicialmente es de un castaño muy muy claro, Phambe le llama "rubio ceniciento" (no es rubio brillante como el de Candy, Archie, Anthony y Annie). Hubo muchos ajustes entre las versiones y es por eso que el cabello les cambia, pero para mí el Terry de mi imaginación es castaño... no sé, me gusta más así. Normalmente me baso más en el manga, pero Yelani tiene razón, lo lógico es que si Alexander es rubio quizás sea porque los padres tienen cabello claro...
Guest me pregunta de la frase que dice Terry cuando Susana le confiesa abiertamente su amor antes del estreno de Romeo y Julieta cuando ella le regresa la carta que toma (en el manga) y en el anime cuando le reclama que actúe solo para una persona. En el anime se tradujo como "Me gustas Susana" y en la edición de Bruguera del manga dice "Tú no me eres en nada desagradable". Así que querida Guest, es cuestión de la traducción, a mí también me revuelve el estómago que exista la posibilidad de que Terry pudiera creer que Susana sea atractiva (siendo tan pegajosa, encimosa, insistente, egoísta, arghhh tan "needy", etc.); me parece que se refiere a que "no le disgusta" pero Terry diferencia eso de lo que siente por Candy, a la que amó desde el día en que la conoció en el barco y cree que la amará siempre. Un poco como la leyenda japonesa del hilo rojo del destino, en la que eso que sientes con tu amor destinado es distinto a todo lo que uno puede experimentar con otras personas. Sé que Mizuki hablaba del amor definitivo y del destino refiriéndose al Príncipe de la Colina, pero ya saben que yo me rijo por CCFS donde si hay la posibilidad de que el amor definitivo sea Terry, esa es mi única y añorada opción posible.
Linda guest, espero alguna vez poderte escribir por nombre creo sospechar quién eres por tu estilo y que sé que has dejado comentarios en las otras historias pero para no equivocarme, me encantaría que firmaras tu review.
Mil gracias:
Letty Bonilla, Kamanance, veritosan, CandyNochipa 2003, Gladys, Villa, Perth77, Ster star, Nally Graham, Yelani, FlorMnLL, Phambe, Guest, Alessandra Narciso, Tiza20
Y a todas y cada una de ustedes, mi cariño y mis letras.
Disfruten su domingo y que tengan gran inicio de semana.
ClauT
