Nota de la traductora: Originalmente este fic era un oneshot, pero la autora decidió convertirlo en una historia de varios capítulos (¡yay para los lectores! ;P). Se me hizo mala onda que sólo hubiera un capítulo en español habiendo más disponibles en inglés, por lo que decidí continuar traduciendo el resto del fic. Poco a poco iré subiendo los capítulos siguientes mientras se vayan publicando. Por supuesto, agradezco a SiriusFan13 la oportunidad que me dio para traducir este buen fic. ¡Disfruten!


Un lobo en ropa de oficial

Escrito por SiriusFan13

Traducido por Lau

Prólogo

El oficial de policía se sentó en su escritorio, frunciendo el ceño al ver la columna de papeles. Odiaba el papeleo. Era una parte de su trabajo que no creía que podría aprender a gustar algún día. Pero ya había evitado la pila de papeles por mucho tiempo mientras trabajaba en otros proyectos y ahora tenía este desorden con el que tendría que arreglárselas. Suspiró y prendió un cigarrillo. Al menos podría disfrutar de algo mientras trabajaba en ello.

Mientras barajaba un montón de archivos, el periódico de ayer llamó su atención, e hizo una pausa para leer el encabezado de un artículo de la página principal. Frunciendo el entrecejo, recogió el periódico. Era un pequeño artículo. Las muertes por causas naturales normalmente no se convertían en interesantes titulares. De todas maneras, la mayoría de la gente en este día y era probablemente ni siquiera comprendería su significado. Katsura Kogoro, uno de los tres grandes revolucionarios del Bakumatsu, había muerto.

El oficial se recargó en la silla, perdido en sus pensamientos. Katsura. Habían estado en lados opuestos de la guerra, pero al final, no eran tan diferentes. Hubo gran número de personas durante el Bakumatsu que habían creído realmente en los ideales por los que pelearon. Saito hizo una mueca. Por supuesto, ahora la mayoría de ellos o se habían convertido en enfermizas parodias de lo que una vez habían sido mientras se sentaban cómodamente en alguna posición del gobierno, o estaban muertos. Era así de simple. Katsura era sólo un nombre más que agregar a la lista.

Saito tuvo una sensación pesada en el pecho. Aunque se opusieron uno al otro en el pasado, Saito sintió la pérdida. Porque sinceramente, cuando uno pensaba en ello, no quedaban muchos en la era Meiji que merecieran ser recordados. De los tres grandes revolucionarios, sólo uno quedaba vivo: Toshimichi Okubo. Saito aún no estaba seguro que pensar de ese hombre.

Comenzó a escarbar en la pila de papeles nuevamente.

Battousai.

Algunos papeles resbalaron de su mano. ¿Qué lo había traído a él a su mente? Pero Saito lo sabía. Battousai había sido uno de los mejores hombres de Katsura. Había desaparecido diez años antes sin dejar rastro: estaba muerto, o loco, o trabajando para el gobierno. Saito trató de no pensar en ello. Ninguna de esas posibilidades era algo que realmente quisiera contemplar. Prefería recordar al Battousai como el adolescente contra el que peleó diez años atrás en Toba Fushima. Alguien que peleaba por sus ideales. Alguien que no había dejado que la era Meiji destruyera lo que era.

Battousai era una leyenda en estos días. Nada más. La gente difícilmente creía que alguna vez existió. Y los pocos, como Saito, que lo habían enfrentado y sobrevivido, se daban cuenta del tipo de suerte que un hombre como aquel podría haber sufrido en la era Meiji. Especialmente con la prohibición de portar espadas. Saito trató de imaginarse al Battousai como parte de las fuerzas policíacas. Una imagen mental entretenida, y nada más; involucraba grandes derramamientos de sangre mientras los policías corruptos eran partidos en dos por su propio colega. Saito esbozó una pequeña sonrisa mientras recordaba porque no se había unido a esa rama de la división, y continuó barajando algunos papeles más.

No, Battousai no era ninguna leyenda para él. Pero su recuerdo era algo a lo que podía aferrarse. Porque mientras no supiera una palabra sobre el pelirrojo hitokiri, Saito era libre de imaginarlo vivo en algún lado, peleando por la justicia como lo había hecho una década antes. Era un pensamiento agradable. Porque a éste lobo se le estaba acabando la gente a la que pudiera respetar en este día y era.