Algún día, en algún lugar (Someday, Somewhere).

Los personajes de Candy pertenecen a sus respectivas autoras K. Mizuki y Y. Igarashi. Ésta es una historia construida con la única intención de esparcimiento, sin fines de lucro, casi toda pertenece a mi imaginación, sin embargo, reconozco que hay pasajes de libros que he leído por aquí y por allá, como aquel que da nombre (en inglés) a esta historia.

Si desean subir esta historia a otro portal, por cortesía háganmelo saber, y por favorrrrr siempre citen al autor en la historia, recuerden que es un trabajo no pagado y el reconocimiento es lo único que pedimos.


Capítulo 14: El pequeño Duque.

Lilian seguía oculta tras las imágenes de Terry en el puerto de Southampton. Después del lapsus en el que se le escapó un piropo dirigido a Blake, no podía controlar el calor que sentía. Seguro su rostro parecía un rojo tomate.

Caballerosamente, él no había dicho una sola palabra pero por alguna razón ella sospechaba que la miraba con esa sonrisa burlona que le había mostrado antes.

Y él justamente estaba tratando de luchar por no sonreír; así que se concentró en el resto de los documentos.

– Lilly, ¿viste esto?

Ella por fin salió de su escondite para mirar un par de hojas que Blake le extendía.

– ¿Pasajes de barco? Ya sabíamos que Terrence viajó hacia Londres buscando a Candy.

– Así es, pero mira, parece que él no viajó solo de regreso a América. – Blake sonrió sabiendo que aquél dato la haría feliz. – He ahí la respuesta a tu pregunta de cómo fue que mi bisabuelo aún realizó algunas puestas en escena tras reencontrarse con Candy

Y así fue, los ojos de Lilian brillaron con ternura. Sin importar lo que había sucedido después, ellos habían comenzado su camino juntos.

– Por fin... Candy y Terrence juntos.

– ¿Por qué le sigues llamando Terrence? Candy siempre se refirió a él como Terry, estoy seguro de que lo has leído en su diario.

– No lo sé, me parecía muy personal llamarlo Terry delante de ti, después de todo es tu familia.

– "Sólo la gente inútil me llama Terrence" – recitó Blake con la mirada perdida en la imagen de Terry.

– ¿Cómo dices?

– Eso es lo que él solía decir cuando escuchaba a alguien llamarlo por ese nombre – Blake lo recordaba perfectamente. – Si él estuviera aquí mismo sentado con nosotros, sin duda te pediría que lo llamaras Terry.

– ... Terry – pronunció Lilian mirando fijamente a Blake.

Eran tan parecidos y a la vez distintos. Había algo imponente y distante en las imágenes de Terry que Blake no compartía. Sus ojos no eran iguales, los de Terry eran como un profundo océano azul y los de él eran de un azul más verdoso. Blake, a pesar de haber sido frío al inicio, cada vez se había mostrado más cálido y cercano. Casi podía decir que le recordaba un poco a Candy, sin embargo, había algo en él que le oprimía el pecho.

Transmitía... soledad.

– Blake, en un par de semanas será Navidad. ¿Irás a Nueva York para ver a tu madre?

Iremos a Nueva York querrás decir – dijo él cruzándose de brazos mientras recordaba lo alegre que sonaba Julia al teléfono mientras se negaba a revelarle una sola palabra hasta que Lilian estuviera presente. Parecía verdaderamente ansiosa por conocerla.

– ¿Tan pronto? Pero es la época más ocupada de la editorial, y además es Navidad, se supone que es una época para estar en familia, y ...

– Lilian, eres hija de la mujer que mi bisabuela voluntariamente adoptó. No habría nada raro en que pases las fiestas con nosotros. – Blake se sorprendió a sí mismo al pensar cuánto había cambiado su opinión sobre Lilian. – No somos una familia extensa; como sabes, yo no tengo hermanos y de la familia de mi madre, ¿qué hay que no sepas ya?... Aunque estará presente la familia de mi padre.

Lilian le dio un trago a su agua, la boca se le secó de pronto como si hubiera comido un puño de arena.

No solo conocería a la verdadera nieta de Candy y Terry, también conocería a uno de los herederos y empresarios más importantes de América. El padre de Blake era toda una celebridad. Sintió un vacío en el estómago.

– Tu cara dice que necesitarás algo más fuerte que eso Lilly. ¿Te puedo ofrecer otra cosa? ¿Un whiskey? ¿Un coñac tal vez?

Blake se echó a reír, la única vez que había visto palidecer a esa mujer llena de entereza, había sido cuando lo vio por primera vez en el Savoy y lo llamó Terrence. Ni siquiera cuando le mostró su peor faceta la había visto tan asustada como se veía ahora.

– ¡Santísimo Dios! Mis ojos deben estar fallándome ya, o quizás es mi cerebro está haciéndome una mala jugada. ¡Veo fantasmas en pleno diciembre!

Una anciana se acercaba a ellos sin quitarle la vista de encima a Blake, que aún sin entender se levantó caballerosamente en señal de saludo.

A unos pasos, la mujer lo recorrió de pies a cabeza.

– No, ahora estando cerca veo que no eres él, pero qué afortunada herencia has recibido querido. Tenía yo menos de diez años, y sin embargo aún recuerdo como ese hombre nos hacía suspirar a todas – la mujer rió alegremente mientras estrechaba la mano del joven.

– Debe ser una afortunada casualidad madame, mi nombre es Blake Hartman, encantado de conocerla, ¿señora ...? – él se detuvo a unos centímetros de besar su mano, mientras la miraba con coquetería.

– Sí... tan zalamero como él, sin duda eres su familiar. Llámame Nora, pero ahórrate lo de "señora", déjame soñar por un momento que ocupo el lugar de esta bella acompañante que por la descripción que me hicieron debe ser Lillian. Mi nieto ya se ha ofrecido a llevarla a conocer cada rincón de Stratford-upon Avon, así que no te descuides demasiado, eh. – Ella le guiñó un ojo mientras él sonreía de lado y miraba de reojo a Lilian que comenzaba a levantarse de su asiento y nuevamente luchaba por no sonrojarse demasiado.

– Nora, tu nieto me ha dicho que eres la fuente más confiable de este lugar. Soy Lilian White, me estoy quedando en el cottage pasando Seven Meadows Road. Blake y yo hemos venido a recoger algunas cosas y a poner en venta el lugar.

– ¡Cómo! ¿en venta? Candice amaba ese lugar, está un poco retirado claro, pero hoy en día quién no aprecia la intimidad.

– En realidad me encantaría conservarlo, pero mi trabajo está en Londres y con las cosas como están, es imposible mantener dos hogares. – La mirada de Lilian se entristeció de inmediato, lo que daría por poder conservar el lugar.

– Bueno, quizás suceda un milagro, ¿verdad? Este hombre no me tiene que explicar ningún parentesco; pero ¿cómo es que tú llevas el apellido White?

– Resulta que Candy adoptó a mi madre cuando ella era una joven conmigo en camino y así me convertí en su nieta "postiza".

– ¡Oh, vaya! ¿Y por qué ha hecho eso Candy?

– La verdad no lo sé, pero ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida. – eso era algo que Lilian nunca se había cuestionado. Al principio creyó que Candy había estado muy sola y que cuando conoció a su madre habían sufrido un amor a primera vista. A su edad, adoptar un pequeño habría sido una locura ya que habiendo sido huérfana, jamás se atrevería a dejar desamparado a un menor al morir. Todo era muy comprensible, hasta que supo aquella otra posibilidad en la cual Candy tuvo su propia familia.

– Candy era una mujer muy bondadosa, no me extraña que le haya ofrecido todo su amor a tu madre y a ti. – dijo mirando hacia la pila de documentos e imágenes sobre la mesa. – ¡Cielos! ¿qué tenemos aquí? Pero si es nada menos que el "pequeño Duque".

Lilian y Blake se miraron de inmediato, Blake había llevado consigo la foto en la que aparecía con Richard Duque de Grandchester y los ojos de Nora habían ido justo hacia ésta.

Lilly parecía asustada, no estaba acostumbrada a tener que guardarse trozos de información y temía revelar algo que pudiera afectar a la familia de Blake. Suficiente había hecho ya al involucrar a Taylor en todo esto.

Blake se levantó y le ofreció el asiento a Nora; él rodeó la mesa para sentarse al lado de Lilian y permitir que la anciana quedara frente a ellos.

Muy discretamente, por debajo de la mesa, Blake tomó su mano. No sabía si lo había hecho para ayudarla a calmarse o debido a su costumbre sobreprotectora, como siempre había actuado con su madre y el recuerdo de su bisabuelo.

– Veo que conoce a este chico Nora, al pie de la fotografía puede notar que es así como la han titulado.

– Oh, claro que lo conozco. Éste era un chico que nadie podía pasar desapercibido. Aun viviendo en este poblado, que en ese entonces no era más que una ciudad perdida en comparación a Londres, se las ingenió para adquirir los modos de la nobleza. Hablaba como un caballero, sus costumbres eran elegantes desde su caminar hasta la manera en la que comía; con solo mirarlo se podía apreciar que tenía el porte de un duque. Y no solo eso... algunos niños juegan a ser héroes, él jugaba a ser parte del Parlamento, era divertidísimo verlo organizar su propia Cámara, dar indicaciones, ¡vaya, incluso proclamaba leyes! Es por ello lo apodaron así. ¡Cómo íbamos a imaginarnos que en realidad se convertiría en Duque!

La mano de Lilian apretó los largos dedos de Blake. Sentía como si estuvieran caminando sobre hielo muy delgado. ¿Qué tal si Candy se había equivocado y sí quedaba gente viva a la que este asunto le importara?

– Nora, ¿qué recuerdas de este pequeño Duque? – dijo Blake poniendo su mejor cara de incredulidad.

Nora lo miró achicando los ojos, intuía que en realidad él sabía mucho más que ella.

– Stratford no era el lugar que es hoy, nos encontrábamos distanciados de muchas noticias que en estos días se pueden saber con consultar una computadora. Candice, Graham y el pequeño Duque deben haber llegado a vivir en nuestra reducida ciudad a finales de la década de los años 20. Parecían una familia normal, Candy ayudaba en el Hospital en Alcester Road, Graham se dedicaba al teatro y de pronto pasaba algunas temporadas fuera de la ciudad, y Alexander iba a la escuela como cualquier otro chico. Todo parecía común en ellos, hasta que su presencia atrajo visitas de gente importante.

– ¿Gente importante? – por fin se atrevió Lilian a abrir la boca.

– Hmm, tiempo antes de que nos imagináramos siquiera estar de nuevo envueltos en una guerra, yo misma vi varias veces un auto aparcado frente a su hogar que si no me equivoco llevaba el escudo de armas de Grandchester del cuál Alexander resultaría ser heredero; y en otras ocasiones, se podía ver algún otro auto elegante con un escudo peculiar, seguramente perteneciente a alguna familia escocesa de alcurnia.

– Hay algo que no entiendo, ¿cómo es que un chico que vivió en Stratford-upon Avon, en un pequeño cottage, terminó siendo un Duque? – preguntó Lilian tratando de simular el hecho de que Terrence incluso podría haber llegado a ser un duque.

– Eso es algo que tendrías que preguntar a la familia Grandchester. Verás Lilian, en tiempos de guerra a nadie le importa los chismes y menos aún si involucran a la nobleza; eran tiempos de caos sobre todo tomando en cuenta el Blitz¹ en los 40 que marcó el momento en el que los cambios obligados eran parte de cada día. Incluso se sabe que Stratford fue una de las opciones a las que se pensó mover el Parlamento para protegerlo antes de esta fecha, sin embargo, la Cámara de los Comunes sería destruida y sería muy tarde para ello. A Warwickshire llegaban todos los días cartas de Su Majestad convocando a los hijos de todos a alistarse en señal de patriotismo. ¿Te puedes imaginar? Muchas familias, como la mía tenía cerca de seis varones; nos vimos atrapados entre la lealtad y el dolor de enviar a nuestros hombres a morir "con honor".

La cara de Nora se ensombreció con solo recordar aquella época. Haber sido una niña viviendo en una pequeña ciudad que estaría aparentemente a salvo, no la había excluido del horror de la guerra. Después de una pequeña pausa continuó.

– El movimiento provocó que muchos nos dejásemos de ver por años. Yo volví a saber de Alexander hasta años después del término de la Segunda Guerra, cuando la familia Grandchester finalmente volvió y el pequeño Duque se convirtió en el heredero de Richard el Duque de Grandchester; su apodo fue casi una premonición de su destino. En realidad quedaban pocas personas que lo hubieran reconocido cuando su cara se mostró en los periódicos, y quienes lo hicimos, no teníamos nada qué decir. Era el heredero, fin de la historia.

Nora miró fijamente la imagen del Duque de Grandchester.

– ¿Dices que tu apellido es Hartley?

– Es Hartman, Nora.

– Bueno, Blake Hartman, si quieren saber más sobre la familia Grandchester tendrán que buscar a los descendientes del pequeño Duque, si no me equivoco tuvo una hermosa hija; rubia, de ojos tan azules como el mar y unas simpáticas pecas como las que él tenía. En esta foto no se llegan a distinguir, pero sí que las tenía. La mujer que el nuevo Duque eligió por esposa perteneció a la nobleza, fue lo que los ingleses llamamos un match made in heaven, a nadie le extrañó que este par de "príncipes" se encontrara y se enamorara. Después de los escándalos del Duque de Winsor, me imagino que incluso la familia real estaba encantada de que la familia Grandchester no regresara de América emparentada con alguna mujer plebeya y divorciada, y finalmente concedieron el ducado a quien Lord Richard indicó; su hijo Carlton jamás se opuso, o al menos no lo dijo a la prensa que era la única manera en la que alguien podía enterarse de aquello.

Los platillos que habían ordenado para almorzar llegaron y Nora aprovechó para levantarse.

– Debo dejarlos, los domingos son días muy ocupados en Stratford, si vuelven por aquí no dejen de visitarnos. Lilian si vendes el cottage, lo cuál espero realmente que reflexiones, no dudes en hospedarte con nosotros. Quizás encuentres algún fantasma amistoso alguna noche. – Nora le guiñó un ojo y desapareció tras la puerta de la cocina.

Durante algunos minutos Lilian miró su comida. El hambre se le había evaporado de pronto; cuando pensaba no podía hacer otra cosa y comer en ese momento no le parecía tan atractivo.

– ¿Qué pasa Lilly?

– No entiendo qué es lo que pudo haber pasado, ¿nos habremos equivocado al pensar que Alexander es hijo de Candy y Terry? ¿Qué pasa si en verdad era hijo de Carlton Grandchester y por eso fue tan fácil que tomara el ducado? Eso explicaría las visitas oficiales del Duque a casa de Candy.

– ¿Un rubio pecoso y de ojos verdiazules que se comportaba como un duque? No lo creo. Carlton no tenía los ojos azules Lilian, los tenía oscuros como la esposa de Richard, y tampoco era rubio. Su esposa era una inglesa de cabello castaño bastante poco agraciada, pero asombrosamente amable.

Lilian trató de sonreír, eso dejaba opciones aún más escabrosas para lo que había sucedido. El Duque habría arrebatado a Alexander de sus padres usando su poder, o los habría amenazado, o quizás...

– ¡Hey! Deja de llenarte la cabeza de ideas extrañas – dijo él poniendo su mano sobre la cabeza de Lilian. – Julia nos aclarará todo esto. ¿Tienes un buen abrigo? Lo necesitarás para enfrentar el invierno en Nueva York.

Había algo en la manera en la que Blake hablaba que la hacía sentir tranquila. Es como si la conociera de años y le dijera sutilmente que todo iría bien. Terminaron de comer, fueron a la casa de Candy por sus cosas y volvieron a Londres.


Al día siguiente Lilian estaba tan nerviosa que se la pasó sobresaltándose como si caminara sobre un trampolín. Tenía como tarea avisar a su jefe que necesitaba cumplir la misión más importante de su vida, para la cual tendría que adelantar sus vacaciones y viajar esa noche con rumbo a Nueva York para llegar a tiempo a la cena de Navidad de los Hartman; sí, había escuchado bien, de los dueños de museos, casas de cultura y millonarios Hartman.

Su jefe sufriría un ataque de risa, le daría la tarjeta de un psiquiatra para ayudarle con sus desvaríos y luego la sacaría de su oficina dándole con la puerta en las narices. Ella ni siquiera lo culparía por pensar que mentía.

– ¡Lilly! Cómo te ha ido en Stratford. Me he enterado por la chica de recepción que saliste como alma que lleva el diablo. ¿Hablaste con Taylor?

– He hablado con tu amigo Rebeca, me ha sido de ayuda. Sin embargo, no he podido avanzar más. Necesito hablar con el jefe... ¿crees que me despida si le pido que me deje marchar a Nueva York... hoy?

– Sí, seguro que te despide. Lilian, debes estar bromeando, hace más de tres años que trabajo en London Review y aún no he conseguido pasar una sola Navidad en casa. Antes de que te despida tienes que contarme, ¿Blake Hartman es tan guapo en persona como se ve en las fotografías?

– ¿Cómo dices? – Lilian se sobresaltó un poco al escuchar el nombre de Blake. – ¿Por qué crees que conozco a Hartman?

– La chica de recepción dijo que te llamó pero como saliste sin tomarle el teléfono, ella ha sido quien tomó el recado. Es una oficina pequeña así que ella sabía que habías pedido la tarde y te habías marchado a la casa de tu abuela en Stratford. Él simplemente dijo que te buscaría allá. ¿Hay algo que no me hayas contado? – Rebeca hizo unos sugerentes movimientos con sus cejas.

– No pasa nada, estamos trabajando en un tema que le interesa a su familia y le urgía hacerme llegar un documento.

– ¿En la época del correo electrónico en serio esperas que crea eso? Bueno no importa, entonces lo has visto en persona. Oye, ¿es guapísimo o estamos hablando de los retoques de Photoshop?

Lilian pensó en esos rasgos increíblemente masculinos y en esos ojos.

– Es guapísimo.

– Fantástico, de reuniones laborales dicen que puede nacer el amor. ¿Cuánto tiempo crees que dure este proyecto con Hartman?

– Quizás un par de meses y sobre lo otro no, no es mi tipo.

– ¿Guapísimo no es tu tipo? Me parece que es el tipo de toda mujer.

– No estoy negando que sea guapo, pero no vivimos en el mismo mundo.

– ¿Y? algo tendrán en común.

Mi abuela y su bisabuela pensó Lilian.

– El trabajo del cual debemos encargarnos es nuestro tema en común, nada más.

– Vamos, deben haber hablado de alguna otra cosa.

– Es un tipo culto e interesante, pero también es un solitario. Él no cree en los amores verdaderos. – repitió Lilian lo que alguna vez él mismo le dijo. ¿Y quién era ella para hablar de amor cuando se había conseguido a alguien como John?

– Uno puede cambiar de opinión, sobre todo cuando se encuentra a la persona correcta – insistió Rebeca como una soñadora empedernida.

– En su caso no, es un hombre muy necio... – Lilian se detuvo cuando la recepcionista se acercó a ella.

– Hemos recibido una tonelada de solicitudes para publicar materiales. Me he ocupado de las sencillas y las demás te las dejaré aquí Lilly.

Ella se olvidó de Blake momentáneamente y se puso a leer la larga lista en sus manos, tenía nombres muy interesantes de autores que pintaban para ser jóvenes promesas.

– ¡Bien! Me encanta esta época, siempre llega muy buen material.

– Y aún no has visto nada, la agenda del jefe está llena de juntas esta semana – la chica dejó una taza de café delante de Rebeca. – No te he traído nada Lilly porque ya te has preparado un té y has dicho… ¡Demonios! – se detuvo mientras miraba hacia la pared de cristal que daba hacia la entrada.

– Yo no he dicho «demonios» – dijo Lilian frunciendo el ceño antes de darse cuenta de que la chica no le estaba prestando atención. – ¿Qué? ¿Qué estás mirando?

– A él –respondió la joven lánguidamente. – Estoy comprometida, no debería mirar a otro hombre así y querer fugarme con él.

– Santo Dios, pero ¿a quién estás viendo? – Rebeca levantó la mirada. –¡Vaya! ¿es ese…?

– Blake Hartman... – a Lilian se le cayó la cuchara con la que estaba removiendo su té.

– Supongo que eso responde a mi pregunta sobre si está tan bien en persona como en las fotos de las revistas – dijo Rebeca. – En persona no está guapísimo, está… no hay palabras.

– Cierra la boca – Lilian se agachó para recoger la cuchara; estaba colorada. – ¿Qué está haciendo

aquí?

– No lo sé, pero creo que estamos a punto de descubrirlo porque lo han enviado hacia aquí. No me suelo dejar deslumbrar por los herederos guapos y famosos del mundo de la cultura, pero ¿sería muy grosero por mi parte pedirle que me deje tomarle una foto?

– ¡Rebeca! – dijo Lilian gruñendo un poco pero con voz baja pues Blake ya se aproximaba hacia ellas.

– Buenos días, Lil... er... señorita White. – dijo él con una encantadora y sutil sonrisa de compromiso. – ¿Cómo van las negociaciones?

– Las... las negociaciones... yo aún no hablo con el editor en jefe. – Lilian odiaba balbucear cuando estaba nerviosa, pero jamás pensó que él se presentaría allí. – Estaba por ir a su oficina pero ha estado muy ocupado.

– De acuerdo – dijo él. – ¿Podrías decirme dónde encontrar a su asistente?

– ¡Yo soy la asistente! – la chica de recepción casi se le lanza a los brazos. ¿Sería ese el efecto que provocaban todos los parientes de Terry?

– Fantástico, ¿sería tan amable de decirle a su jefe que estoy muy apenado por llegar sin cita pero tengo un urgente asunto que tratar con él?

La chica salió tropezándose y sin dejar de sonreírle y asentir con la cabeza. Rebeca y Lilian se mordieron los labios para no echarse a reír.

Él se dirigió a Lilian otra vez, se agachó para darle la mano y con una voz muy baja le dijo casi al oído.

– Déjamelo todo a mí.

Lilian definitivamente se había quedado tan pasmada que le hubiera dejado leer su próximo contrato laboral, firmarlo y elegir lo que se pondría el primer día en el nuevo trabajo.

Después de eso les sonrió a ambas y se enfiló hacia la oficina del editor donde la chica de recepción le hacía señales y no paraba de sonrojarse. Tras él cerró la puerta y se recargó sobre ella en un gesto de desmayo teatral.

– ¿Crees que me despidan, Rebeca?

– Si lo hacen me parece que ese hombre comprará este lugar y te volverá a contratar, se nota que viene decidido a lograr su objetivo. ¿Qué es lo que quiere?

– Quiere que vaya a Nueva York.

– ¿No eran vacaciones? Lilian, ¿qué está sucediendo?

Lilian tuvo que irse unos minutos al baño a rociarse agua en la cara y tranquilizarse. Blake había venido a ayudarle y eso estaba muy bien. Por un minuto pensó en no insistir demasiado para lograr ir a Nueva York y simplemente dejar pasar las fechas familiares para verse con los Hartman, pero al parecer él no iba a permitir que eso sucediera. Debía estar ansioso de saber la verdad, y ella debería estarlo también, no había tiempo para estar asustada.

Tranquilizándose y pensando en una respuesta lógica que dar a Rebeca se acerco a su lugar. Iba a abrir la boca cuando Blake salió de la oficina del editor y ambos se dirigieron al escritorio de Lilian.

– El tiempo corre –Blake miró el reloj – Enviaré un coche a recogerte. No quiero que vayas en metro.

– Ahora mismo le enviamos el contrato –dijo el editor en jefe con tono enérgico y profesional y Blake asintió brevemente, le dio la mano y salió de la sala. Al mismo tiempo que su jefe le informaba que el señor Hartman la había contratado por una semana con posibilidad de extenderse a dos y que necesitaba que viajara con él para cubrir algunos eventos en Nueva York. Se le veía muy feliz, parece que el contrato involucraba varias libras de ganancia para la editorial y se fue a su oficina con una gran sonrisa.

Lilian miró a Rebeca.

– Siento como si me acabaran de vender al mejor postor.

– Sin palabras Lilly, no sé en qué te has metido pero definitivamente esto no pasa todos los días. ¿Qué haces aquí? Vete a tu apartamento y no te perdonaré si a tu regreso no me cuentas todos los detalles de esos "eventos".

Lilian salió de allí completamente ausente, ansiosa y llena de preguntas que hacerle a Julia Hartman; mientras hacía su maleta se preguntó si Candy se habría sentido igual de nerviosa cuando estaba a punto de viajar con el hombre de su vida a enfrentarse al pasado.


Notas:

¹ El Blitz es el término con el que se conoce a los bombardeos sostenidos en el Reino Unido por parte de la Alemania nazi que se llevaron entre 1940 y 1941 durante la Segunda Guerra Mundial.

Toda la información obre Stratford la he obtenido de la página de our Warwickshire punto org punto uk y The Shakespeare blog punto com

Agradecimientos:

Mil gracias por sus reviews, siento lo tarde que últimamente llegan los capítulos pero la vida real a veces se me descompone con pequeños inconvenientes y el horario se aprieta. Tarde pero completo y algo más largo llega este capítulo de la vida actual. Me han insistido varias de ustedes para que narre la Navidad de Candy y Terry así que lo haré, en esta ocasión lo publicaré el lunes 23 de diciembre para poder tener tiempo de escribir sobre lo que tenía planteado y mezclar ambos. Será un pequeño regalo de Navidad de mí para ustedes.

CandyNochipa2003: Gracias linda, se me da más el estilo sobrio pero directo jeje, espero la Navidad me salga igual. Besos.

Kamanance: Debo confesar que esa frase se la escuché a una amiga que siempre sonríe y la he tomado prestada ya que siempre me recodó el carácter de Candy. Sobre todo cuando sigue con el corazón roto pero todos están enfrentando la ausencia de Stear y ella decide guardar su dolor y tratar de animar a los demás. Cuando pienso en el reencuentro de Candy y Terry me lo imagino sin drama, con ciertas reservas pero sin olvidar su esencia, su manera de tratarse y dejar para después el irse adentrando en los sentimientos, aunque bueno, el Terry de mi cabeza se ha vuelto más arrebatado y directo, y así lo he plasmado. Nos leemos el lunes (losé, un día más pero espero que valga la pena esa espera).

Gladys: Algo que quise conservar es la sencillez de Candy, no me parece que es alguien que se crea el amor de la vida de nadie, su humildad siempre me gustó. Qué bueno que te gustó el reencuentro, nos leemos el lunes previo a la Navidad.

Yessenia: Ver a Candy y Terry juntos en el Hogar es algo que creo que nos quedaron a deber jejeje, cuando él le dice que le gustaría ir y ella le dice emocionada que definitivamente debe visitarlo me parece una de las partes más lindas de la historia. Gracias por tus mensajes siempre llenos de amabilidad para mí, siempre me sacas una sonrisa.

Villa: Esa frase de Terry apareció en mi cabeza, casi lo pude escuchar decirla con su hermosa voz argentina. Soy fan. Nos leemos pronto.

Thorpe: Para ti querida, estoy en el proceso de escribir esa Navidad.

Ster star: Ya veremos que nos depara la Navidad. Estoy ya sin ningún virus, espero que eso me ayude a llenarme de romance.

Australia77: dear, I hope have not captured a silly Candy, it is simply that I believe that after 10 years it is impossible for her to think that someone will continue to loving her. I imagine that it was difficult for her to think of being loved by Terry, even in manga and CCFS she talks about it as "and I think he feels the same" as a mere suggestion. I have been inspired by this to give a "surprise" factor to Candy and a more determined character to Terry. Hugs.

Yelani: Ya lo veremos, justo en el capítulo de la Navidad de Blake y Lilian veremos lo que Julia Grandchester tiene que decir.

Phambe: amiga querida es para mí siempre un placer recibir tus comentarios. Espero con ansias lo que piensas ahora, es fantástico ver cómo has ido entretejiendo la historia, me da la tranquilidad de abre que tiene lógica. Te mando fuertes abrazos hasta París.

Alessandra: Ti scriverò presto in risposta al tuo messaggio.

Y a quienes visitan esta historia y leen silenciosamente, abrazos a la distancia.

Besos.

ClauT