Algún día, en algún lugar (Someday, Somewhere).

Los personajes de Candy pertenecen a sus respectivas autoras K. Mizuki y Y. Igarashi. Ésta es una historia construida con la única intención de esparcimiento, sin fines de lucro, casi toda pertenece a mi imaginación, sin embargo, reconozco que hay pasajes de libros que he leído por aquí y por allá, como aquel que da nombre (en inglés) a esta historia.

Si desean subir esta historia a otro portal, por cortesía háganmelo saber, y por favorrrrr siempre citen al autor en la historia, recuerden que es un trabajo no pagado y el reconocimiento es lo único que pedimos.


Capítulo 17: Revelaciones.

Chicago, 1925.

Candy cerró los ojos al ser consciente de la magnitud y las consecuencias de lo sucedido. Una vez de regreso en Londres, recordó paso a paso lo ocurrido las últimas semanas.


Tras aquellos días de ensueño en el Hogar de Pony, Candy y Terry viajaron juntos a Chicago; Candy se quedaría en la mansión Ardlay como siempre lo hacía, y Terry se quedaría en un hotel cercano. Todo parecía que iría bien, sin embargo...

Como si de una maldición se tratara, Eliza la había visto llegar esa primera noche colgada del brazo de Terry a la mansión de los Ardlay en Chicago. Había sido una simple coincidencia, desastrosa sí, pero pura y simple mala suerte.

Con el rostro rojo de rabia y las manos fuertemente empuñadas haciéndole temblar, observó esa escena con mirada asesina y la respiración agitada, llena de odio toda ella. Esa huérfana insignificante le había robado el amor de Anthony, del mismo Terrence e incluso se había colado en el estúpido corazón del único hombre que pensó que era inmune a ella, su hermano Neal.

¡Esa maldita recogida jamás obtendría lo que ella deseaba! Si Terrence no era de ella, no sería de Candy. Mil veces prefería verlo atado a una actriz lisiada y simplona, que a una huérfana dama de establo.

Al día siguiente, cuando Candy quiso hablar con la Tía Abuela, pudo volver a ver por sí misma lo influenciada que estaba por todo lo que la lengua malintencionada de Eliza decía. Era exactamente igual que cuando ella y Neal la habían acusado de robar objetos de la casa Leagan, aquella vez en que consiguieron enviarla camino a México; era igual que cuando Neal la había manipulado con ese falso chantaje de que se enlistaría si no la comprometía con él.

La Tía abuela no quiso escucharla siquiera y le dejó claro que si osaba seguir trayendo deshonra y vergüenza a su familia tratando de unirse a ese "alcohólico actor, de origen bastardo que había abandonado a su prometida, y ahora buscaba hacerse de la fortuna ajena", arremetería contra el Hogar de Pony retirando toda la ayuda que el consejo de los Ardlay y sus socios comerciales habían destinado a él. Y le advirtió, que esta vez, William no podría hacer nada al respecto. El concejo estaba conformado por los mismos ancianos que una vez habían ideado la manera de proteger el liderazgo de la familia ocultando a Albert; y los socios de los que Elroy hablaba, eran sus más antiguas amistades, que por supuesto jamás pondrían en juego su relación con ella aunque la cabeza de familia fuera actualmente otra.

Momentáneamente había visto brillar los ojos de la anciana cuando mencionó que daría por terminada la relación adoptiva con los Ardlay, pero no fue suficiente, sabía muy bien que si Eliza lo pedía, la Tía se encargaría de atacar lo que Candy amaba: su Hogar.

¿Se habrían equivocado en apresurar las cosas? Quizás todo sería diferente si Albert estuviera allí.

¡Él aún no sabía que Terry había vuelto a su vida! ¡No sabía que ella por fin estaba con el hombre que amaba!

Archie escuchó todo mientras golpeaba la puerta tratando de entrar para sacar de ahí a Candy. Había escuchado las crueles amenazas de la Tía, su grito silenciándola e impidiéndole replicar, y sus acusaciones responsabilizándola en caso de que sucedieran más tragedias, como su propia muerte debida a un disgusto. Si eso fuera cierto, la Tía habría muerto muchos años atrás.

Durante ese alegato Archie escuchó al mayordomo subir la larga escalinata, y quedarse parado desorientado por no saber qué hacer. Una visita había llegado buscando a la señora Elroy.

Era Terrence.

¡Qué otra cosa podría empeorar más todo esto!

Archie salió como un rayo y prácticamente arrastró a Terrence al estudio para ponerlo al tanto de la guerra que se suscitaba en el piso superior. Casi tuvo que dejar inconsciente a Terry para que no subiera corriendo en busca de Candy.

Mientras... ella abandonaba la habitación donde la Tía recibía a sus visitas y se dirigía lentamente hasta las escaleras que llevaban al jardín. Tuvo que sujetarse fuertemente de la barandilla para no desfallecer después de semejante batalla. Lo peor parecía aún estar por venir.

Aspiró el aire frío y se dirigió hacia el lago, necesitaba calmar su mente antes de que llegara Terry.

Estaba claro que dejaría el apellido Ardlay, Albert no estaría de acuerdo, sin embargo ella haría todo lo necesario para defender su Hogar y su amor por igual. Eso no bastaría, además debía idear la manera de hacer pensar a Eliza que las cosas habían salido como ella quería.

– Candy... – oculta detrás de un arbusto la esperaba Eliza con una sonrisa triunfante, éste era solo el comienzo, no descansaría hasta separar a esos dos. – Te lo dije claramente una vez y te lo repito, ¡Terrence nunca será tuyo!

La rubia rodó los ojos con hartazgo, el cerebro de Eliza no paraba de repetir las mismas palabras que había usado desde la adolescencia una y otra vez, seguramente le seguirían cosas como "sucia huérfana" y "dama de establo".

Candy siguió de largo tratando de ignorarla.

– ¿No escuchas que te estoy hablando? ¡Ingrata huérfana sin educación! ¿¡No sabes cómo te corresponde actuar frente a una dama!?

Con un movimiento tosco Eliza la tomó por la muñeca, y en un intento por soltarse, Candy retiró su mano siendo rasguñada por ella. Sentía como si le hubiera arrancado un dedo, quién diría que esa dama sería capaz de lastimarla como si fuera una bestia furiosa.

Candy sobó su mano y notó que algo no estaba.

¡El anillo!

Con horror vio como Eliza abría su mano y su rostro se desfiguraba, la miró como si su odio pudiera matarla, y en seguida, con todas sus fuerzas, lanzó el anillo hacia el lago mientras gritaba improperios enloquecida.

– ¡Allí!... ¡Solo enterrado en el fango podrá vivir ese amor que sientes por él! ¿¡Qué otra desgracia causarás si no lo impido!? Nunca, ¿lo oyes bien? ¡Nunca serás feliz, mientras esté viva!

Herida como no se había sentido jamás, Candy dio dos pasos hasta encarar a Eliza propinándole una bofetada que la hizo perder el equilibrio y quedar postrada a sus pies.

– ¡Y yo nunca permitiré que tú vuelvas a separarnos! ¿He sido clara?

Archie llegó a toda velocidad junto a Candy para retirarla de allí antes de que la Tía Abuela se asomara al balcón atraída por los gritos, y la entregó a Terrence, empujándolos a ambos fuera del alcance visual de Eliza.

– Así que ya lo saben... – suspiró Archie.

– Sí, y entiendo que esto fue lo que tanto temías. No debería haber pasado y soy culpable – dijo con tono áspero Candy . – Lo siento mucho.

– Candy, esto es una locura, Eliza no parará y lo sabes. ¿Qué sucederá ahora? – dijo Archie con el rostro acongojado.

– ¡Nos iremos a Nueva York! Candy es mayor de edad, no necesita nada de esta familia...

– Terry... han amenazado con retirar todo el apoyo y provocar el cierre del Hogar de Pony... – murmuró Candy.

Terry palideció, antes pensaba que esa gente haría lo posible por sacar a Candy de su familia y con eso bastaría para cortar la conexión entre ellos. Jamás pensó que buscarían lastimarla a tal grado. ¿Qué rayos les pasaba?

– Esa idea es de Eliza sin duda, la Tía no ganaría nada en absoluto haciendo tal cosa. No me explico qué pudo haberle dicho ella para que hiciera una amenaza así.

– Eso ya no importa Archie – respondió Candy recordando que fuera como fuera estaban hablando de la familia de su querido amigo. – Necesitamos pensar en algo; Terry, de momento, no pueden verte aquí, debemos ser discretos hasta que podamos encontrar la manera de evitar que todo esto llegue al Hogar de Pony.

– Intentaré comunicarme con el Tío Albert, Candy. Hoy mismo iré a las oficinas y asentaré que existe un asunto urgente que lo requiere – ofreció Archie.

– No podemos apoyarnos eternamente en él, señorito Archibald. Está claro que el resto de tu familia está dispuesta a iniciar una guerra. Tan imposible es avivar la lumbre con nieve, como apagar el fuego con palabras¹. Nos iremos a Nueva York y...

– Bien pensado, ex aristócrata – refunfuñó Archie con sarcasmo. – Si te llevas a Candy arrastrando frente a un juez, todos se enterarán, no hay manera de mantener eso en secreto, ¡Son registros públicos! ¿Lo sabes?

– Como decía, iremos a Nueva York. – Lo miró Terry con una advertencia en la mirada. – Hoy mismo compraré los boletos, y agradeceré que ayudes a Candy a salir con discreción mañana muy temprano.

Archie no pudo hacer más que asentir, de momento, en forma urgente Candy necesitaba alejarse todo lo que pudiera del alcance de Eliza y su ponzoña.


¿Quién diría que ella tendría planeada otra pesadilla al llegar a Nueva York?

No habían puesto un pie fuera del tren, cuando una turba de reporteros abordó a Terry con preguntas acerca de una amante, y del abandono de su prometida que ahora además estaba sola, demente y recluida en un hospital. En medio de la confusión Terry logró apartarse de Candy y simular que viajaba solo mientras los reporteros se concentraban en él.

Para empeorar el asunto, la madre de Susana se presentó haciendo un escándalo y rectificando que Terrence había abandonado a su hija y estaba incumpliendo su compromiso, pues él era el responsable de que Susana estuviera en esa condición, y aprovechó para recordarle que tenía una deuda de vida con ella.

Bien dicen que cuando las penas atacan lo hacen, no como un espía solitario, sino en batallones¹.

Candy miraba a lo lejos todo aquello, atónita, sintiéndose tan alejada de Terry como en aquella ocasión en que una turba de fanáticas se había interpuesto entre ellos.

Era una pesadilla, todo esto era un interminable camino de obstáculos...

Terrence se las arregló para hacerle llegar una nota a Candy indicándole que lo esperara dentro de la Estación Central, en aquella discreta banca en la cual él había pasado sus tardes y conocido a aquel viejo pintor. Después de todo, los reporteros jamás sospecharían que él volvería al mismo lugar, con seguridad lo buscarían en su departamento, en el teatro, y hasta en la casa Marlow o el hospital donde estaba Susana. Tras varias horas, por fin se pudieron volver a reunir, él se veía contrariado y cansado, aún tras las gafas oscuras que ocultaban sus ojos.

Una de las cosas con las que aún le molestaba lidiar, eran los chismes de la prensa; llevaba haciéndolo por más de diez años.

– Siento mucho que hayas pasado por esto Candy, debí sospechar que Eliza no tardaría en vengarse de la paliza que le diste.

– ¡Yo no le di una paliza Terry!

– Desde donde yo lo vi me pareció una paliza. – sonrió inevitablemente – ¡La verdad es que pegas fuerte, Pecas! Lo recuerdo bien – dijo él sobándose la mejilla.

Eran las mismas palabras que le había escrito Patty en aquella carta que recibió durante la época de su trabajo en la Clínica Feliz. La realidad es que, para abofetear a su amiga y a Terry no había usado ni la mitad de fuerza que empleó el día anterior para pegarle a Eliza.

– Terry, las cosas no dejarán de complicarse.

– ¿Crees que eso me importa? El amor no prospera en corazones que se amedrentan con las sombras¹

– Te importará. Cuando hayan arrastrado tu reputación por el barro, hayan entrevistado a todos tus conocidos y hayan llenado el periódico con los detalles sórdidos de tu vida, te importará.

– ¿Me amas Candy?

– Terry, ¿por qué me preguntas eso? ¿Lo que ha sucedido te hace pensar que dudo de mi decisión? ¡Por supuesto que te amo!

Aquella sonrisa de medio lado apareció en su rostro.

– Solo quería escucharlo.

– ¡Terry! Deja de jugar...

Ella no pudo protestar más, de pronto estaba envuelta en los brazos de aquel hombre, con sus labios unidos en un beso lleno de amor apasionado e intenso, como su dueño.

– Quizás el señorito elegante tiene razón... es tiempo de enfrentarme a viejos fantasmas. ¿Qué te parecería vivir en Reino Unido, Pecas?

– ¡Terry! – los ojos de Candy se abrieron con sorpresa, ¿estaría él dispuesto a llegar a ese extremo?

– Yo, haré cualquier cosa por ti... ¡Cualquiera!

Él podía comprenderla, sabía que amaba su Hogar y sabía que lo amaba a él.

Candy le pertenecía, así como él solo podía pertenecerle a ella. Deseaba que todo el mundo lo supiera, pero no si eso provocaba que la hirieran en los más profundo.

No gritar su amor al mundo, no firmar un papel que los delatara, y si fuera necesario, guardar el secreto de su relación, no significaba nada. Absolutamente nada de eso los alejaría jamás.

– Claro que tendrás que estar dispuesta a tomar algunas clases de actuación con el gran maestro – fanfarroneó él.

Candy puso su dedo en la mejilla simulando que reflexionaba.

– Me imagino que te refieres a que iremos a buscar a Robert Hathaway. ¡Genial! Siempre quise pedirle un autógrafo.

La hermosa y cálida risa de Terry le llenó el corazón.

Terry besó la mano herida de Candy, donde había colocado aquel anillo que ahora estaba en algún lado del lago de la mansión Ardlay.

Ella, desde el instante mismo en que él lo colocó en su mano, se consideró no solo su prometida, sino también su pareja. Él mientras tanto jamás dejó de considerarla su único amor. No necesitaban más.

Sin tener que decirlo, ambos hicieron un pacto en su corazón, y lo mantendrían en secreto para no ser separados nunca más.


Candy abrió los ojos, a pesar de todos los obstáculos y la enorme tormenta que habían atravesado. Terry, en su corazón, ya era su familia. Podía esperar el tiempo que fuera necesario para compartir su felicidad con la gente que amaba.

No tenía manera de saber que ese momento tardaría tanto en llegar...


Nueva York, época actual.

El invierno en Nueva York era completamente diferente al de Londres.

Cuando Lilian despertó, pensó en revisar su correo electrónico. Su jefe en la editorial acostumbraba enviar algunos avisos por este medio y además, ella había viajado tan rápido que no había podido avisarle de su partida a prácticamente nadie.

La noche anterior le habían indicado el camino hacia una pequeño estudio con una computadora de escritorio que ella podía usar. Al mirar por la ventana se topó con una bruma que anunciaba que en los próximos días seguramente comenzarían las nevadas.

De momento daba la impresión de que comenzaría a llover. Ella decidió dar un paseo por el jardín antes de que eso sucediera. Blake le había contado durante el vuelo que su madre gustaba de cuidar plantas en su invernadero y tenía unas enormes ganas de verlo, así que solo revisó lo más urgente.

Entre sus mensajes tenía uno del abogado Cornwell con imágenes de un documento. Probablemente era algo relacionado con la herencia de Candy, así que los imprimió y los llevó con ella para no perder más tiempo. Ya encontraría un momento para revisarlos.

Se puso el abrigo y salió por el corredor.

En la parte alta de la casa todo estaba en silencio, pero en los salones el personal de servicio ya estaba comenzando las tareas diarias. Lilian les dio los buenos días y preguntó por el invernadero. Una de las chicas, muy joven por cierto, la guio personalmente. Una flor robó su atención de inmediato al entrar al lugar.

Hacía muchos años que no veía una Dulce Candy.

En el Hogar de Pony había un rosal que Candy había plantado, era como si simbolizara la visita de Anthony a ese lugar prometido. Después en Stratford-upon Avon, había visto múltiples maceteros en las ventanas, e intuyó que alguna vez debieron haber tenido Dulces Candy; siempre rodeadas de la flor que predominaba en aquél lugar, los narcisos.

Con cuidado se inclinó para olerla, su tallo estaba perfectamente envuelto por una especie de manta de hojas, paja y corteza que cubría especialmente su base. Quién diría que las rosas sobrevivirían los inviernos de Nueva York.

– Veo que eres madrugadora Lilian – aquella mujer rubia de la noche anterior se encontraba allí forrando los tallos de un par de orquídeas para protegerlos. Aun envuelta en un sencillo abrigo del color de sus ojos y unos jeans, se veía como un personaje salido de un cuento.

– Buenos días, señora Hartman. Siento mucho interrumpirla, Blake mencionó este lugar y yo no pude resistirme a verlo.

Julia le sonrió y se acercó a ella tomándola del brazo.

– Llámame Julia. Por lo visto conoces esta especie de rosa blanca con centro de color verde, ¿cierto?

– ¡Sí, es una Dulce Candy! Cada primavera florecía en el Hogar de Pony, sin duda es una variedad preciosa aunque jamás la vi en invierno. Siempre creí que era una flor delicada.

– Los rosales son plantas más resistentes de lo que muchos imaginarían; las rosas se sumergen en una especie de hibernación en la que su crecimiento se detiene para acumular energías para soportar las bajas temperaturas del invierno.

– No lo había visto en esa forma, pero es verdad. Es como si despertaran aún más bellas durante la primavera.

– Claro, por ello deben atravesar el invierno, pero es mejor si son cuidadas por nosotros.

– Candy hubiera estado feliz de ver que su nieta... su verdadera nieta, amaba tanto sus queridas rosas.

Julia sonrió.

– Ven conmigo querida Lilian, tenemos mucho de qué hablar. Me imagino que tienes muchas preguntas. ¿Qué te parece si comenzamos por las sencillas?

Lilian se sintió un poco incómoda, los ojos de Julia eran tan parecidos a los de Terrence y su bisnieto, que sentía como si estuviera removiendo secretos que no le competían. Si quería completar aquel manuscrito tendría que hacerlo, le gustara o no. Tomó aire y sin detenerse lo dijo de golpe:

– Yo... yo quiero saber si Candy pudo finalmente casarse con Terry... quiero decir Terrence... es decir ¡el señor Graham!

La risa de Julia, alegre y cálida, llenó todo el lugar.

– ¡Querida! No hay necesidad de ser tan formal, estoy segura de que mi hijo te ha dicho que mi abuelo no permitía que nadie le llamara Terrence... Nadie que le agradara al menos, y estoy segura de que tú le agradas.

– ¡Esto es muy vergonzoso! para efectos del manuscrito que él dejó, quisiera saber si ellos se casaron – repitió de manera más coherente Lilian, roja como una amapola.

– Por supuesto, pero es posible que no lo hicieran en el momento en que todos suponemos. ¿Has buscado en los registros públicos?

– Sí – Lilian recordó que al menos en América, Taylor no había hallado registro algún entre el matrimonio de Terrence Graham y Candice White Ardlay.

– ¿Has pensado que quizás estás buscando los nombres equivocados? Lo diré de esta manera, si tuvieras un puñado de joyas maravillosas que temieras que alguien robara, ¿las guardarías todas en el mismo lugar?

Lilian comprendió. Debía haber supuesto que tendría que buscar todas las combinaciones posibles.

– Bien, ahora yo te haré una pregunta, Lilly... ¿puedo llamarte así?

Lilian asintió.

– Lilly, ¿qué conoces de la historia hasta ahora?

– Sé que Candy y Terry volvieron a encontrarse en el invierno de 1924 y regresaron juntos a América. Allí debió haber sucedido algo que los llevó a vivir juntos en Reino Unido; en algún momento fueron a vivir a Stratford-upon Avon junto con Alexander, y permanecieron allí hasta los tiempos previos a la Segunda Guerra.

Los ojos de Julia se entristecieron, recordaba la manera en la que su padre hablaba constantemente de aquella parte de la historia, de la separación con sus padres y de la manera en la que encontró su propio camino a un alto precio.

– Bien, es mi turno – aplaudió Lilian disfrutando del juego de las preguntas. – Hay algo que me intriga, es sobre su padre Julia. No entiendo qué hacía en esa fotografía al lado del Duque de Grandchester, tampoco entiendo en qué momento Terry y el Duque se reencontraron, y entiendo aún menos, cómo es que él decidió que sería su heredero separándose de sus padres.

– Lilly, ¡esas son muchas preguntas! – Julia rio alegremente. – Afortunadamente esa es la parte de la historia que conozco perfectamente. Asumo que ahora sabes del "pequeño Duque" y su vocación. Mi padre fue un hombre que desde muy pequeño sabía lo que quería, puedo imaginar lo contrariado que se sentía mi abuelo, Terrence, al darse cuenta de que aquello que él siempre despreció, era tan anhelado por su pequeño hijo.

– Un momento, tengo que corroborar esto, Alexander es absolutamente hijo de Candy y Terry, ¿estoy en lo cierto?

– Por supuesto querida Lilly, esas pecas en su cara y el color de estos ojos, ambos detalles que comparto con él, son más que una clara evidencia.

Lilian suspiró con alivio.

– Creo que me he ganado el derecho de preguntar por partida doble – Julia le guiñó un ojo. – ¿Cómo se ha comportado mi hijo con todo esto? Como sabrás, no ha sido fácil para él saber que su ídolo le guardaba un secreto tan importante.

– En un inicio él se sintió muy confundido, no paraba de repetir que si algo así de importante le hubiera sucedido a Terry, él lo habría sabido, y que esto era imposible, ya que ambos eran un par de solitarios. Él en verdad nunca le habló de ello – dijo Lilian con tristeza.

– No era un secreto fácil de revelar Lilly, Candy no sabía cuánto tiempo tomaría, pero quería cumplir su promesa de hacer público que ella y Terry se amaron toda la vida. Si te preguntas por qué yo no fui designada con esta misión, sino que fue tu madre, es algo que ignoro; quizás pensó que sería más fácil que este delicado asunto fuera revelado por alguien ajeno a la familia, después de todo algunos miembros Grandchester no estaban totalmente de acuerdo con que el ducado fuera heredado por "sangre mezclada" ². Pero desde que Blake me habló de ti sospeché que la intención de Candy iba más allá.

Lilian recordó la frase que dijo Blake "Candy lo ha hecho muy bien, me han entrado unas ganas enormes de conocer a Lilly". ¿Qué era lo que Candy había hecho muy bien con respecto a ella?

– Verás, Blake siempre ha sido una persona apegada a la tradición y al honor, heredó el orgullo de su "linaje" debido a mi padre que no se cansaba de repetirle historias sobre los Grandchester; siempre deseó un hijo que heredara el apellido, y sin embargo, me tuvo a mí, una niña que amó con todo su corazón, pero que no continuaría la tradición de su orgulloso apellido. Creo que por eso insistió tanto en participar en la educación de Blake.

– Eso explica mucho de su carácter – replicó Lilian.

– Si bien recuerdo dijiste que era pomposo, necio y tradicionalista, ¿esta historia basta para explicar todo ello? – dijo Julia riéndose nuevamente.

–Yo le debo una disculpa, no sabía que era su madre y aunque todo eso verdad, desearía haberlo dicho de otra manera.

– Una parte de ti es el vivo recuerdo de Candy – Julia rio con mayor fuerza, esa chica era tan sincera y atolondrada como su abuela. – Además de lo "pomposo" que puede ser, Blake siempre fue un chico solitario, jamás tuvo amistades profundas, disfrutaba aislarse en soledad; es cierto que solía relacionarse con las chicas que lo buscaban, pero siempre con un tono de burla y sin tomarlas realmente en serio. Creo que a todos nos recordaba en gran medida al abuelo Terry, y encima de ello, él era la única persona a la que seguía como si fuera un pequeño cachorro. Cuando murió, a todos nos afectó, pero en mi hijo acentuó aún más su soledad.

– Julia... ¿Candy conoció a Blake?

– Así es, pero Candy no podía acercarse a él tanto como quería, en ese entonces aún había gente a la que le impactaría su secreto, en caso de que Blake deseara incorporarse a los títulos nobiliarios rebelar su origen lo haría imposible; y por otro lado, siempre temió que dañaran a su familia: Alexander, mi hijo o a mí. El peligro que ella temía provenía de su unión con mi abuelo. Según entiendo, de parte de los Ardlay tampoco hubiera sido una noticia bien recibida.

– Pero Blake no la recuerda, él nunca ha dicho que tuviera contacto alguno con Candy.

– Eso es algo que tendrás que preguntarle a él Lilian, lo que sé es que Candy vio en tu madre, y luego en ti, la posibilidad de darle a Blake el contacto con ese Hogar de Pony que tanto amó. Sabía que la vida no le alcanzaría para cambiar por sí misma ese corazón solitario y melancólico que lleva mi hijo en su interior, y temía que con ese sentido del honor sumado a su amor por un apellido, lo convirtieran en una persona muy infeliz. Por ello, creo que no es una casualidad que hoy tú estés aquí.

Lilian suspiró, hubiera sido maravilloso que la vida de Candy y Terry hubiera sido más fácil.

– Julia, ¿puedo abusar de tu generosidad y hacer una pregunta más? ¿Cómo fue que Alexander ha sido considerado hijo de Carlton Grandchester hasta ahora?

Una cadena de pasos firmes seguidos de un fuerte gruñido las hizo saltar a ambas.

– ¡Hey, ustedes dos! ¡Esto no era parte del trato!

Blake las había estado buscando incansablemente. En cuanto notó la ausencia de ambas, supo que ese trato de "rebelar frente a Lilian la historia" se había convertido en "rebelarle la historia a Lilian" excluyéndolo a él.

Cruzado de brazos, con el ceño fruncido y la indignación en el rostro esperó una explicación.

– Hijo, no hemos hablado nada que no sepas. Lilian me ha preguntado si tu bisabuelo estuvo casado con Candy, a lo cuál he respondido que sí pero yo misma ignoro la fecha en la que sucedió; le he corroborado que mi padre, Alexander, es hijo de ambos, y estaba por contestar cómo fue que hubo aquél entendido de que tu abuelo era hijo de Carlton Grandchester y su esposa. Justo la parte de la que tú y yo no hemos hablado nunca. ¿He olvidado mencionar algo de nuestra plática querida Lilly?

¡Sí, claro! Estaba excluyendo todo lo que habían hablado sobre Blake, pero eso era algo en lo que no había ningún trato. El acuerdo entre ellos había sido hablar con su madre de los vacíos que llenaban la historia del manuscrito de Terry, no la historia autobiográfica de la vida solitaria de Blake.

La sola de idea de aquello le apretó el corazón a Lilian, debió haber sido difícil para él esa vida en soledad. Candy con seguridad le habría mostrado una opción distinta, le hubiera llenado de calidez el corazón a su bisnieto, pero ella ya no estaba.

– No, Julia, me parece que estoy al tanto de aquello que yo ignoraba. Ahora estamos listos para el gran final.

Blake las miró achicando los ojos, no les creyó en absoluto a aquellas dos, sin embargo, ya notaba la alianza que habían creado entre ellas; así que suspirando les informó que había organizado todos los compromisos de Julia para que pudieran tener un rato a solas los tres, y recalcó que era una cita para los tres, para charlar durante la hora del té de la tarde.

– Un verdadero caballero está preparado para todo – exclamó él aún enfadado. – Lilian, ¿te gustaría dar un paseo después de desayunar?

Lilian le guiñó un ojo y asintió llamándole "gruñón".

Mientras, con una sonrisa discreta Julia Grandchester pensaba que su hijo, aunque aún no fuera consciente de ello, había dejado de ser un solitario.


Notas:

¹ Frases de William Shakespeare.

² En épocas anteriores, cuando este asunto del linaje era importante por su relación con la sucesión de los títulos, propiedades, derechos (un linaje es la línea de antepasados y descendientes de una persona), en Europa y los países que fueron colonias europeas, se buscaba que al observar el árbol genealógico de la "casa" (en este caso la casa Grandchester si existiera), no hubiera "sangre fuera de la nobleza", es decir que ambos padres fueran descendientes de casas importantes. Se le llamaba "sangre mezclada" a quienes eran de padre noble y madre plebeya, y se volvió aún más importante en culturas donde se evitaba la mezcla incluso de razas. Adapté el término para que encajara en la historia e hiciera ver más importante aún el asunto de los apellidos y los descendientes.


Agradecimientos:

Por fin puedo tener un rato para contestarles a cada una. Ha sido un inicio a la velocidad de la luz como siempre, estos 4 días del 2020 se me han ido tan rápido...

Carolina Jimenez mi querida Caro de Chiapas, por supuesto que es a ti a quien saludo a la distancia. Verás, normalmente trato siempre de contestar sus reviews pero el fin de año me desorganicé y ya no pude seguir haciéndolo, pero te escribo nuevamente ahora para agradecerte la espera del capítulo. Siento mucho la pérdida de tu abuelito, en estas fechas se siente más, pero créeme que tu tigre siempre estará contigo. ¿Sabes que así le nombró alguna vez Candy a Terry? A ella siempre le pareció un tigre. ¡Y también feliz cumpleaños! Que todo lo que comiences este año te traiga felicidad. Fuerte abrazo.

Yelani: como verás directamente Archie no tuvo tanto que ver, pero se enteró de todo el chisme que rodea a su familia y que sí colabora a que nuestros chicos decidan protegerse de ellos.

Nally Graham: La verdad que se me antojan siempre reconciliaciones al grano, cuando la gente se ama creo que el peor error es demorar en decir lo que se siente y en esta historia no quise echarle el típico "ay sí quiero pero me hago la/el que no quiere" Muy respetable a quién le mete más drama, admiro esas historias. Yo soy de mente simple jajaja tipo Terry, vamos al grano sin rodeos "en mí nada ha cambiado" y a ver qué pasa jajaja. Feliz año, que todo lo que te propongas lo vayas cumpliendo. Bendiciones Nally!

Alessandra Narcizo: Carissima Alessandra, aspetto che la vita sia tornata alla routine, stretta si, ma non frenetica delle vacanze. Continuo a cercare di soddisfare i miei programmi, la settimana prossima torno in un altro dei miei lavori e so che dovrò destreggiarmi per far funzionare tutto. Come sempre, la tua visione del Terry che ho immaginato mi riempie di felicità sapendo che sono riuscito a mostrarlo fedele al suo carattere. È stato divertente immaginare chiuso in bagno per leggere! Tanti auguri per un nuovo anno, che è pieno di salute, amore e tempo per leggere, e tuoi desideri diventano realtà. Abbracci forti per te!

Australia77: Hey again! Hope you are well, haven't read you here since some time ago. I used to get angry with Archie because I think deep down his love for Candy prevented him from seeing Terry's nobility, but in a global way I do not dislike him, perhaps it is because in the beginning Misuki made some aspects very similar to Terry's character. Happy 2020 for you too.

Yessenia: Hermosa que las bendiciones que me envías te cubran a ti también, que tu dulzura toque muchos corazones y que el Señor nos de paz en este nuevo año a todos nosotros.

Phambe: querida amiga, gracias por tus bellos deseos, para ti anhelo lo mismo, mucha paz, mucho amor, salud, optimismo y alegría; y toneladas de buenas lecturas y maravillosas historias que llenen tu vida. Yo afortunadamente no he incendiado nada en la cocina (aún) así que creo que va todo bien JAJAJA pero creo que soy mejor escribiendo así que seguiré aquí más tiempo que en la cocina. Sería capaz de seguir escribiendo con continuidad para seguir hablando contigo. Sobre Terry, tú lo sabes, simplemente amo su personaje, por ello le escribo continuamente historias imaginado sus diálogos en mi cabeza para elegir aquellos que me parecen más "suyos". Para Alexander me gustó la idea de que fuera un rebelde como sus padres, pero a su manera, con sus ideas propias. Ansío saber qué opinas de las revelaciones de este capítulo, aunque me parece que todas eran ya algo anunciado. Muy fuerte y cálido abrazo hasta Paris que debe estar comenzando a estar frío!

Ster Star: Ay sí, ¿has leído la carta que Annie le envía a Candy donde le dice que ella sabe que Archie siempre la ha amado y que no hace falta que lo niegue, que lo sabe y lo acepta?... bueno a mí me hace un nudo en la panza porque creo que nada me daría tanta paciencia para estar así. Hubo un tiempo que aluciné a Annie, se me hacía una especie de Susanna (no la aman pero ahí sigue), pero luego con Final Story como que me reconcilié con su personaje, aunque sigue sin gustarme su carácter. Gracias por los deseos, yo espero que mis musas ya no huyan y me dejen a medio capítulo jajaja y para ti, espero que tu año empiece de maravilla.

Villa: me encantó lo que dices de que el amor no cambia de un día para otro, de hecho eso es lo que Archie dice literal al mirar como Terry y Candy se ven, durante aquél día del verano en el que Stear arregla el aeroplano de Richard G. Él admite que su corazón no puede cambiar tan rápido.

Letty Bonilla: ¿Sabes mi querida Letty? Coincido en que definitivamente los Cornwell no amaban en el sentido literal a Candy, si te acuerdas, de ellos el único que se opuso a la Tía abuela fue Anthony, los otros dos le temían mucho y siempre viven un poco limitados para defender a Candy en toda la historia. Será que para mí el amor es algo más intenso que el querer y bueno, eran todos unos chiquillos así que creo que les faltaba vivir para aprender eso. El detalle que dices sobre la abuela que te confundió es que Julia (la madre de Blake) es hija de Alexander (hijo de Candy y Terry), por ello Candy es su abuela de sangre. Pero Lilian como es hija de Beth (la mujer que Candy en su "vejez" adopta voluntariamente) pues también es su nieta. Es decir ambas son nietas, una de sangre y otra legalmente. No pueden ser de la misma edad o Lilian sería una asalta cunas con Blake jajaja. No sé si me expliqué.

Torpe: Sí, yo sigo experimentando en la cocina, ahora según yo hice un pastel que quedó grumoso pero al menos no incendié nada este año (aún) jajajaja. Abrazos y feliz año para ti también.

Kamanance: Sip, una de las chicas que conquistó el corazón de Candy fue Beth (madre de Lilian) a la cuál adoptó, y la otra es la misma Lilian. Yo creo igual que tú, por una parte Archie siempre dijo que no quería "entregarle" Candy a Terry pues nunca le pareció "merecedor"... nada más que eso no le toca a él elegirlo ¿verdad? Y por otro, yo creo que Archie sabe que su familia es de temerse. Los Leagan y la Tía abuela junto al concejo de ancianos, han de ser como la fuerza del imperio Sith de Star Wars jajaja (la acabo de ver y aunque le entiendo la mitad, se me hicieron parecidos).

CandyNochipa2003: tengo que admitir que a esta parte le eché más drama, así que sí fue un amor secreto pero no por vergüenza, sino por protección.

A los Guest, a quienes leen en silencio y a quienes llegan hasta este punto de la lectura, abrazos y bendiciones.

ClauT