Algún día, en algún lugar (Someday, Somewhere).

Los personajes de Candy pertenecen a sus respectivas autoras K. Mizuki y Y. Igarashi. Ésta es una historia construida con la única intención de esparcimiento, sin fines de lucro, casi toda pertenece a mi imaginación, sin embargo, reconozco que hay pasajes de libros que he leído por aquí y por allá, como aquel que da nombre (en inglés) a esta historia.

Si desean subir esta historia a otro portal, por cortesía háganmelo saber, y por favorrrrr siempre citen al autor en la historia, recuerden que es un trabajo no pagado y el reconocimiento es lo único que pedimos.


Capítulo 22: Sueños que se hacen realidad (parte 1)

Stratford-upon Avon, 1938

– ¿Abuelo? Ese término parece demasiado cercano , ¿no lo cree así su Excelencia?

El chico había permanecido por varios minutos en silencio hasta que encontró una frase que pudiera pronunciar. No era el hecho de saber que pertenecía a una familia cuyo árbol genealógico se relacionaba a la nobleza; eso lo sabía de sobra. Sus tardes libres en Londres las había pasado visitando grandes bibliotecas que hablaban de personajes de alcurnia y su intervención en el campo militar y político. Él sabía que la familia de su padre era por demás conocida, su apellido no era algo común como los Smith o los Black, pero también sabía que había razones de sobra para que Terry se mantuviera alejado de ellos.

La historia de su madre huérfana, una abuela actriz y esa misma pasión compartida por su padre considerado un "bastardo", eran más que suficiente para tacharlos como personas non gratas en más de uno de esos cerrados círculos sociales.

Y luego estaba él y sus sueños de reformar todas aquella ideas obsoletas en vistas de convertir esa en una aún más grande y solemne sociedad. Pero jamás lo haría usando un apellido, forjaría su camino por él mismo, tal y como sus padres habían hecho.

Ambos podrían haber usado sus apellidos para lograr lo que quisieran. Si su madre hubiera sido lo mitad de ambiciosa que otras mujeres, sin duda habría usado el apellido Ardlay para torcer el brazo de algún director de hospital para que la convirtiera en la mano derecha de los doctores, y qué decir de Terrence Graham Grandchester-Baker. Sin embargo, algo que bien aprendió de ellos es que forjar tu propio camino era un asunto que iba más allá del orgullo.

– Veo que ahora tienes una vaga idea de quién soy. Tu padre habrá dicho cosas... no muy gratas acerca de mí.

– Se equivoca, mi padre jamás se refiere a usted.

El Duque pudo ver la misma mirada fría que Terrence mostraba y se preguntó cómo unos ojos tan cálidos podían cambiar de expresión en segundos con solo una frase.

Sería mejor tocar un tema más oportuno.

– Entiendo que a ti te interesa la política.

Alexander sonrió discretamente, no, no solo le interesaba, lo apasionaba.

– No podría negar que es así.

– Alexander... el protector de los hombres. ¿Ha sido tu madre quien escogió ese nombre?

– Según sé su Excelencia, ha sido idea de ambos.

– ¿Y el apellido Grandchester?

– No podríamos habernos llamado a nosotros mismos Graham o White, ¿no es así?

El Duque lo miró con interés, por lo visto no había secretos en esa familia. Lo único que ellos no sabían es lo que años atrás había hecho él con respecto a cierta anulación matrimonial.

– Sin duda nuestro apellido será de utilidad para ti, si bien no fue así para Terrence.

– Le agradezco su preocupación... – dijo el chico deseando poder agregar un "sin embargo, manténgase al margen" a esa frase, pero ningún noble podría pasar por alto una cosa así. – Aún es pronto para pensar en ello.

– ¿¡Pronto!? La educación de un Lord comienza desde la cuna con un riguroso entrenamiento y lecciones especializadas durante la infancia hasta la edad adulta.

– Como verá, no hay algo de lo que carezca hasta ahora. No sabría decir si encajo con la aptitud o no, solo sé que es mi destino en la vida.

El Duque levantó ambas cejas sorprendido, era verdad que ese chico parecía el descendiente de cualquier personaje en la Cámara Alta de los Lores, más aún que el mismo Carlton, su otro hijo que carecía de presencia y porte. Por supuesto, había algunos detalles que la vieja aristocracia notaría acerca de él, pero pulirlo sería un juego de niños.

– ¿Qué dirías si te ofreciera algo que tu familia no puede obtener por sí misma?

Alexander sonrió.

– No hay tal cosa su Excelencia. Me disculpo por mi rudeza, pero es hora de la cena y debo volver a casa – dijo levantándose e inclinándose en una perfecta reverencia.

Antes de que pudiera alejarse escuchó como el Duque murmuraba.

– El matrimonio de tus padres...

– ¿Cómo dice?

Los labios del Duque se curvaron ligeramente.

– No te detendré por más tiempo, estaremos en contacto.

Dicho esto el hombre desapareció por las escaleras del interior de la posada.


– ¿Ale?

– ¿Alexander?

Ambos padres miraban a su hijo que mantenía la vista perdida. Había heredado la costumbre de su madre de soñar despierto, pero nunca lo hacía con ese semblante de seriedad.

Su madre acarició su hombro con suavidad.

– ¿Pasó algo hoy? – la mirada de Candy no pudo ocultar su angustia.

– Hoy he conocido a mi abuelo...

Candy y Terry se miraron comprendiendo que era imposible de evitar.

– ¿Qué fue lo que Richard te dijo? – gruñó Terry mientras dejaba el tenedor sobre la mesa, a sabiendas de que el simple hecho de haber conocido a su abuelo no era motivo suficiente para dejar sin palabras a un parlanchín como su hijo.

– No mucho, es un hombre de pocas palabras.

Eso le hizo mucho sentido a Terry, su padre jamás había sido bueno para comunicarse, menos aún con un jovencito.

– ¿Y entonces qué es lo que te tiene tan pensativo, querido? – dijo Candy con dulzura.

– Me preguntaba si está bien querer conocer más sobre nuestra familia.

– ¿Qué hay con ella?

Alexander guardó silencio un momento, eso no era exactamente lo que él quería saber.

– Padre, ¿crees que en verdad tenga oportunidad de formar parte del Parlamento?

Terry admiró la claridad con la que su hijo era capaz de preguntar cosas que otros no desearían escuchar.

– No lo sé Alexander, estoy seguro de que debe haber algunas excepciones pero es una pregunta complicada para alguien que nunca ha estado interesado en los pormenores de la gestión de este país. Lo que puedo decirte es que relacionarte con el Duque no es una garantía. Por experiencia es que sé de ello.

– Es cierto que él nunca los ayudó...

– Tampoco ha hecho nada por obstaculizar nuestra vidas, no podemos negar eso – añadió Candy abrazando a Terry con firmeza tratando de evitar que su humor empeorara.

Alexander la escuchaba decir esto con rostro escéptico... si ella supiera lo que Él ha hecho.

– No hasta este momento, pero no pienso presentarme en ninguna oficina a ocupar absolutamente ningún cargo relacionado con él – refunfuñó Terry cruzándose de brazos y echando a la basura los papeles que su padre había dejado en la mesa. – Por un momento pensé que Richard se ha vuelto senil, olvidó que nuca he seguido sus órdenes.

– No creo que sea necesario seguir ninguna orden, padre...

Terry miró a su hijo intrigado, ¿qué podrían haber hablado su padre y él que lo llevaba a hablar con tanta seguridad? Algo llamó su atención, aunque su hijo podría parecer ligero y casual, en ciertos momentos sus ojos podían adquirir un aspecto severo.

Lo mejor que pudo, el chico trató de sonreír, se lavó las manos y se dispuso a colocar los platos sobre la mesa.


Durante meses el tema no se volvió a tocar en esa familia, el Duque no hizo absolutamente nada cuando los días pasaron y Terry jamás contactó a su secretario, tampoco volvió a presentarse en su hogar ni en sus alrededores. Candy dejó de notar la aparición repentina de automóviles clandestinos y sus vidas regresaron a una aparente rutina.

Alexander pasaba más tiempo en su recámara estudiando y con el paso de los días comenzó a levantarse muy temprano, algo fuera de lo común pues igual que a su madre le encantaba dormir; su rutina incluso lo llevaba a encontrarse con el cartero y el repartidor de leche, personajes que Candy rara vez había visto frente a frente pues sus labores casi siempre se desempeñaban de madrugada. Cuando ella y Terry se levantaban, la mesa estaba puesta, acompañada de un par de vasos de leche fresca y su correspondencia perfectamente separada y acomodada sobre su escritorio, o bien, sobre la mesa de lectura de Terry.

En unas semanas sería el cumpleaños de Alexander, él mismo había insistido en hacer una pequeña celebración en casa de la cuál se había hecho cargo de todo, la comida, las invitaciones y por supuesto, su madre había insistido en hacerse cargo del pastel.

Desde la visita del Duque, Terry había insistido en trabajar por las mañanas en casa, bien sabía que su padre gustaba de tratar los asuntos de "negociación" y "políticos" por la mañana y estaba decidido a no dejar una oportunidad abierta sabiendo que Candy trabajaba usualmente por las tardes.

La mañana en que vio un auto con el emblema de los Grandchester aparcar frente a su casa y oyó un par de golpes a la puerta pensó que había tomado la mejor decisión. Con brusquedad abrió la puerta pero no era quien él esperaba.

– ¿Tú? ... ¿Qué es lo que pasa ahora? ¿Desfilará toda la familia del Duque frente a mi hogar?

– Me da mucho gusto volver a verte Terrence, ¿o prefieres que te llame hermano?

Carlton Grandchester era un hombre de corta estatura y algo rechoncho a los ojos de Terry que no podía evitar ver la similitud que guardaba con la Duquesa "cara de cerdo".

– Por supuesto que no, te recuerdo que no compartimos suficiente "nobleza" para llamarnos así. ¿Qué es lo que quieres?

– No me invitarás a pasar, Terry.

Una punzada en el estómago representó para Terry escuchar ese sobrenombre que tanto había amado en los labios de Candy, dicho ahora por ese sujeto.

– Tú debes llamarme Terrence.

– ¿Quieres decir que no estoy autorizado para llamar a mi hermano por su apodo?

– ¿Quieres saber con qué apodo corresponderé a esa intención?

Carlton se echó a reír. No importaba cuántos años pasaran Terrence jamás cambiaría del todo, parecía ser el mismo jovencito que se defendía de la frialdad de su madre llamándoles con apodos a él, a ella y a sus hermanos.

– Es muy bueno volver a verte – dijo él empujando a Terry hacia adentro, quien quedó completamente desorientado por su risa. – He venido en son de paz, ¿no puede una admirador venir a la casa de su director de teatro favorito? Si Eleanor viene de visita me tendrías nuevamente tocando a tu puerta.

– Me aseguraré de mudarme de aquí antes de que eso suceda.

Carlton volvió a reír hasta que lágrimas rodaron por sus redondas mejillas.

– Siempre has hecho esa cara de gruñón frente a nosotros, como si indirectamente nos dijeras "nunca haré eso", pero en el fondo jamás respondiste una sola agresión que lastimara a nuestra familia.

– Tu familia querrás decir. Basta de palabrería, ¿a qué has venido?

– Terry... ¿no crees que el mundo está lleno de gente solitaria que no da el primer paso?

Terry pensó que Carlton vendría a abogar por su padre o intentaría convencerlo de algo que él definitivamente no haría. Sin embargo, esa primera fase lo hizo fruncir el ceño por la familiaridad con la que ese hombre le hablaba. Cuando eran niños jamás sintió a ese chiquillo cercano, no recordaba haber interactuado con él, siempre estaba aferrado a las faldas de su desagradable madre y según creía, en cada ocasión lo miraba con recelo, no con admiración.

– Puede ser que cuando éramos niños nunca fuimos cercanos, pero desde que te fuiste te convertiste en algo así como un héroe para mí. No solo lograste escapar a un destino trazado por la herencia familiar, realizaste tus sueños.

– ¿Qué?

– Yo mismo no he podido escapar, ¿sabes? Mi matrimonio fue puramente un asunto legal en el que incluso mi madre, para asegurar que la herencia del Ducado siguiera en la línea de mi hermano Richard, me unió a una mujer incapaz de tener hijos. Un enlace por demás conveniente.

– Supongo que esa debe haber sido la mujer que tenía pensada para mí, ¿me equivoco?

Carlton sonrió, en efecto era así, sin embargo con la partida de Terry alguien debía ocupar su lugar como prometido de aquella chiquilla.

– Es una buena mujer – aseguró Carlton – Ambos quedamos atrapados en las decisiones de nuestros padres, pero a nuestra manera hemos construido una relación de gran compañerismo aunque no de amor.

– Me alegro de que Candy no esté presente, estoy seguro de ya estaría compartiéndote un pañuelo y convenciéndote de que hay miles de niños sin padres que anhelan un hogar.

– ¿Lo ves? Tú realizaste cada uno de tus sueños.

– Y no dejaré que nadie me arrebate la vida que hemos construido – añadió él aún receloso sin entender a qué venía toda esa plática.

– Verás Terry, he descubierto que la cultura es el amor de mi vida. Jamás pretendí el Ducado, sin embargo, he convencido a Padre de poder dedicarme a apoyar el desarrollo de las artes. Por supuesto ha apretado la mandíbula y ha sugerido que esa es una actividad de mujeres, pero él ha cambiado ligeramente, y si bien no ha apoyado mi idea, ha mirado hacia otro lado permitiéndome hacer lo que deseo.

Mirando los ojos azules de su hermanastro, Carlton supo que si no se animaba a decir a lo que había venido en realidad, lo echaría a patadas de allí.

– Bien, señor "Graham", ¿me haría el honor de auspiciar su nueva obra de teatro? He hablado con el patronato interesado en difundir la obra de Shakespeare y a todos nos interesa enormemente que seas tú quien trabaje en esto. Y antes de que pienses siquiera en ello: no, padre no está involucrado; no, no deseo ni pediré nada a cambio y no estás obligado a nada.

Dentro de la cabeza de Terry había un no rotundo, pero algo en la mirada de ese hombre que le era por completo desconocido, lo detuvo.

Tras algunos minutos en completo silencio, por fin habló.

– No dirigiré nada para ustedes...

Carlton lo miró con tristeza, aunque él había anticipado esa respuesta.

– No aún... Hay un pintor que conozco, si todo salió bien para él debe estar residiendo en Edimburgo. Haremos un proyecto juntos, si funciona, entonces me encargaré de las representaciones.

Carlton se quedó sin palabras, no importaría qué tuviera que hacer, él se encargaría de que el proyecto que fuera se convirtiera en un éxito con tal de ganar la confianza de Terry.

– Me parece justo – dijo tratando de ocultar su alegría.

En ese momento Candy entró por la puerta principal, cuando vio el coche de los Grandchester aparcado afuera su corazón dio un vuelco y por poco entró como un torbellino dispuesta a defender a su familia en caso de ser necesario. Sin embargo escuchó a Carlton hablar de la gente solitaria y dar el primer paso, y discretamente se sentó en el pórtico a esperar el momento correcto.

Por la deslumbrante sonrisa que tenía, Terry sabía que esa rubia entrometida estaba al tanto de todo y simplemente agitó su cabeza con una media sonrisa en los labios.

– Qué tal, soy Candice, puede llamarme Candy, señor Grandchester.

– Insisto en que me hables de tú, querida "hermana".

La mirada de Terry se volvió glacial hacia Carlton con lo cual éste volvió a reírse de forma tan alegre que arrastró a Candy a compartir su carcajada.

– Creo que es mejor que me llames Candy, de lo contrario los oídos de Terry comenzarán a echar humo.

Después de una taza de té, Carlton partió lleno de entusiasmo y planes a futuro para ambos. Terry y Candy lo observaron entrar a su auto desde el que les agitaba felizmente la mano en señal de despedida.

– Ese hombre debe estar desquiciado, jamás pensé que un Grandchester resultara así. Si no fuera por su apariencia rechoncha dudaría de su ascendencia familiar.

– ¡Terry, no seas grosero! Hace falta valor para cambiar el corazón de la gente. Me parece maravilloso que él haya dado el primer paso.

– Sabía que habías escuchado esa cursilería acerca de la gente solitaria que no se atreve a acercarse.

– Terry...

Candy no dijo más, a pesar de sus duras críticas la expresión de Terry estaba completamente relajada, como si una parte dentro de él hubiera comenzado a sanar.


Agradecimientos:

Corto pero al fin en el fin de semana llega esta publicación. Les dejo un abrazo cálido y que esta semana esté llena de paz.

ClauT

A cada una de los más recientes a los anteriores comentarios:

Katherine2397 Bienvenida a esta historia. Respecto a tus preguntas, no conozco una historia así, pero estaré atenta y te avisaré si encuentro algo. Las preguntas que haces de la historia en efecto aún no han sido resueltas así que sigue al tanto, justamente la relación con John ha quedado en suspenso 😉

Yelani Ay perdón, es que a mí el duque tampoco me cae bien, pero prometo que no será tan malo como parece para que nuestro hígado no se retuerza de más.

Yessenia: mil gracias por la paciencia y la comprensión, por las bellas palabras siempre, me llenas el corazón.

Letty Bonilla: Pues no linda, la verdad que no quise reflejar que la pareja es mansa, solamente que no van a pelear batallas que no valen la pena. Recuerda que ya son mayores por lo que aunque no griten y agarren a nadie a sombrerazos implica que vayan a obedecer, son rebeldes después de todo. Y bueno mi opinión del duque me la reservo, es un personaje que literal me parece que jamás ayudó a nada.

Grace: no bella, te prometo que no será un final triste en el que se obliga a alguno de los personajes a hacer algo que no quiera. Es una historia poco tradicional pero no triste.

Villa: Jeje como verás sí, al Duque ya le brillaron los ojitos con Alexander, pero esa ovejita resultará más un lobo de los negocios que un niño obediente, ya verás.

Ster Star: me encanta leerte, me divierte mucho cómo una historia puede provocar tantas emociones. Gracias por seguir aquí.

Kamanance: Gracias linda por siempre comentar. ¿Sabes? Siempre me imaginé a Candy y Terry al inicio solos y después los pensé con un par de hijos, pero siendo ellos tan poco convencionales, tan anclados a sus sueños, como que no se me antojó imaginar a Candy llena de hijos nunca, sé que es huérfana pero algo me dice que su corazón no necesitó llenarse con muchos pequeños para sentirse realizada. Por el matiz de CCFS a veces incluso los pienso a ellos solos los dos.

Candy Nochipa y Carolina Jiménez: Gracias bellas por seguir leyendo y su comprensión. Es por lectoras como ustedes que en estos momentos complicados las pienso y hago un espacio para seguir escribiendo.

Australia77: I am very sorry for causing you such discomfort, although I find it amazing that a story can make you feel so many intense emotions, promise more pleasant chapters to come.

Lita0411: Bienvenida, espero sigas leyendo y comentando por aquí.

Torpe: Un placer para mi finalmente volver a leerlas. Gracias por la paciencia.

Mari: Gracias por seguir la historia, para mí, como tengo pensado el final es una historia feliz pero ahora caigo en cuenta que a mucha gente no le suena así. Bueno, eso sí, prometo que no habrá tragedias.

Gladys: gracias por seguir por aquí, espero endulzarte otro domingo.

Paolita27: gracias por los halagos, sé que tiene esa parte que a muchas desespera, para mí es como un amor sólido que avanza a pesar de las dificultades, quizás por eso al escribí así.

Nally Graham: Gracias por seguir leyendo y comentando, y sí... he aquí el Duque endemoniado jajaja nahhh no será tan malvado (espero).

Phambe y Alessandra: espero las cosas vayan mejor para ambas, que la computadora de Phambe regrese a la vida para que vuelva con nosotros y la salud mejore en el hogar de Alessandra. Les dejo mis mejores deseos a amabas para que volvamos a estar en contacto.

Y a las lectoras silenciosas, gracias de corazón.