Algún día, en algún lugar (Someday, Somewhere).

Los personajes de Candy pertenecen a sus respectivas autoras K. Mizuki y Y. Igarashi. Ésta es una historia construida con la única intención de esparcimiento, sin fines de lucro, casi toda pertenece a mi imaginación, sin embargo, reconozco que hay pasajes de libros que he leído por aquí y por allá, como aquel que da nombre (en inglés) a esta historia.

Si desean subir esta historia a otro portal, por cortesía háganmelo saber, y por favorrrrr siempre citen al autor en la historia, recuerden que es un trabajo no pagado y el reconocimiento es lo único que pedimos.


Capítulo 24: Fotografías.

Nueva York, época actual

Lilian llevaba más de veinte minutos sin decir una sola palabra, un verdadero triunfo si se toma en cuenta lo parlanchina que podía ser. Desde que subió al auto de Blake no se había atrevido a abrir la boca. Por un momento se le ocurrió preguntar a dónde se dirigían pero al escucharse decirlo en su cabeza, pensó que sonaba muy tonto. Ni siquiera le importaba; y Blake se veía tan concentrado manejando que optó por clavar su vista para admirar el paisaje nevado por la ventana, como si fuera algo fascinante.

Blake había pensado que si ella preguntaba a dónde iban, la llevaría inmediatamente a su departamento. Lo cual sería algo impulsivo y arriesgado, dos adjetivos que no lo definían en absoluto. Un hombre frío y solitario, eso sí que le hacía sentido. Al mirar a Lilian por el rabillo del ojo le pareció que ella ni siquiera se imaginaba la tormenta que sucedía en esos momentos dentro de su mente, se veía cómoda y absorta, como suelen verse los turistas cuando están de vacaciones.

Nada más alejado de la realidad, pero él no tenía manera de saberlo.

– ¿No sientes curiosidad por saber a dónde te llevo?

Lilian levantó la mirada pero se negó a darse la vuelta, sintiéndose muy consciente de que esas palabras provenían de sus tentadores y cálidos labios.

– Podría decirse que en este aspecto confío en ti.

– ¿Y en lo que respecta a otras cosas?

Esa peligrosa sonrisa torcida volvió a aparecer en sus labios.

– Esa es una pregunta personal.

– Estás durmiendo en casa de mis padres, en la casa de Candy y Terry te he visto en pijama, y si mal no recuerdo creo que ya nos hemos adentrado en algunas "actividades" completamente personales – Blake no mencionó abiertamente el hecho de que se habían besado pero no hizo falta. Quería que ella lo recordara en ese momento al mismo tiempo que lo hacía él.

Ambos sabían que una atracción casual se había transformado en una atracción intensa que electrificaba el aire. Y no era solo algo físico, cada encuentro con ella le regalaba algo nuevo.

Lilian lo miró en silencio sin poder evitarlo por más tiempo.

– Bien, por fin te has decidido a mirarme, debo hacerte una confesión.

Blake sacó de su abrigo una nota de remisión de lo que parecía un negocio.

– ¿Y esto?

– Es el lugar al que nos dirigimos.

– ¿Para qué?

Blake rio disimuladamente.

– ¿Recuerdas cierto guardapelo que encontraste en casa de Candy con la inscripción "Para que siempre nos lleves contigo" que no lograste abrir?

– ¡No me digas que te lo llevaste! ¡Demonios, Blake! Tienes que aprender a no llevarte las cosas que encuentras en casas ajenas. Eres un... ¡eres un delincuente!

Blake se rio a carcajadas.

– Culpa a mis genes Lilly, recuerda que Terry no era precisamente un chico modelo y Candy, bueno, ni siquiera me hagas hablar acerca de ella.

– Suenas muy seguro de conocerlos como la palma de tu mano, y si recuerdo bien, eras tú quien quería demostrar que no tenías nada que ver con Candy.

– Muchas cosas han cambiado... – dijo en voz baja mirándola con dulzura. – Nuevamente te alegrarás de que haya tomado un souvenir conmigo, ¿o es que debo recordarte la foto de Alexander con su abuelo Richard?

– No pongo en duda tu eficiencia, sino tus métodos. La próxima vez que entremos al cottage lo harás con las manos atadas.

Blake aparcó frente a un pequeño lugar iluminado con un par de viejos faroles, y se inclinó hacia ella recargándose en el respaldo de su asiento. La luz del farol hizo que Lilian pudiera ver cómo sus ojos azules habían adquirido un brillo especial.

– No sé si quiero hablar primero acerca de esa próxima visita juntos al cottage, o de que deseas atarme. Hmm, ambas cosas suenan muy bien.

Lilian no atinaba a saber cómo había hecho él para meterla en ese lío de palabras, pero a decir verdad sonaban bastante sugerentes. No lo había pensado así, pero vaya que le hubiese gustado llevárselo al cottage y atarlo para evitar que nuevamente desapareciera cuando recordara el hombre de negocios que era y dejara de jugar al detective con ella.

– ¿Estará abierto ese lugar a esta hora?

Blake se alejó con una media sonrisa, tenían toda la noche por delante, no había necesidad de acorralarla aún.

– Es un pedido especial – dijo él y salió del auto para rodearlo y abrir su puerta. – Ven.

Lilian se sorprendió al verlo con la mano extendida para ayudarla a salir del auto compacto, pero sin dudarlo la tomó y sintió la delicada fuerza con la que él la levantaba para colocarla de pie sobre la acera.

Su mano era cálida y su agarre firme. Ella deseó que no la soltara pero cuando comenzó a aflojar la presión, ella optó por dejar de asirse a él.

– En la parte de arriba vive el dueño de este lugar. No tendrá inconveniente en recibirnos ya que he pagado una pequeña fortuna por un trabajo urgente y me llamó hace un par de horas para avisarme que estaba listo. Además mi madre te ha enviado una sorpresa, se sintió muy apenada por tener que retirarse y alistarse para la reunión de hoy.

Blake tocó el timbre del lugar, ya estaba todo apagado pero no pasó mucho tiempo cuando un chico bajó y encendió las luces de la planta baja recibiéndolos con un gesto amable.

– ¿Señor Hartman? Mi abuelo me pidió que los atendiera, sabemos que cuando se descubren tesoros familiares esperar un día más a veces es un reto imposible de lograr. Aquí tiene.

El chico le entregó una caja pequeña a Blake que hizo un además de agradecimiento.

– Dale mis saludos a tu abuelo – Blake tomó a Lilian por el brazo e hizo el ademán de marcharse.

– ¿No lo revisará?

– Tu abuelo es una persona de toda mi confianza, no tendremos ningún problema, estoy seguro.

Blake condujo hasta un pequeño restaurante italiano donde pidió un par de copas de vino.

– Bien, si nos haces el honor Lilly...

Ella tomó la caja y se mordió los labios ilusionada por lo que descubriría dentro del guardapelo, estaba segura de que serían las fotografías de Candy y Alexander, seguramente se las habría dado a Terry para acompañarlo en sus viajes a Nueva York o en sus giras teatrales en las que ellos no lo pudieran acompañar, no si revelar el secreto de su familia.

Y en efecto, ahí estaba la fotografía de Candy, pero también la de Terry.

Lilian frunció el ceño.

– Esto no tiene sentido, ¿por qué Candy añadiría para Terry una foto de él mismo?

– Eso es porque este objeto no fue un regalo para mi bisabuelo, sino para acompañar a Alexander en sus días del Colegio y probablemente cuando tuvo que viajar a América ante la amenaza de la guerra.

Blake sacó el álbum que miraba al lado de su madre cuando Lilian llegó a su cita esa tarde. En cuanto encontró las fotos de Alexander en el Real Colegio San Pablo notó que en su pecho colgaba ese mismo guardapelo.

– ¡Oh, mira esto! ¡Conozco ese uniforme!

Él la miró sonreír y pasar una fotografía tras otra...

Alexander con sus amigos, con las hermanas, cabalgando, en la capilla, durante un baile de máscaras... Era como si pudiera acompañarlo en todos sus años escolares y de paso, ver por sí misma todo aquello que Candy había narrado en su diario.

Pero había algo distinto en ese lugar que ella narró como un lugar sombrío, sin el brillo del sol y el calor del verano.

Alexander parecía brillar por sí mismo iluminando todo el lugar con sus sonrisas. Parecía el chico más feliz del mundo y la gente que lo rodeaba, sus compañeros de clase, no le hacían pensar en lo absoluto en aquellos aristócratas y riquillos que hicieron la vida de su abuela poco agradable. No cabe duda de que las circunstancias cambian.

– ¡Ajá! He ahí el objeto en cuestión.

En una de las fotografías Lilian pudo observar a Alexander con el guardapelo en el pecho, tocándolo suavemente con sus dedos mientras vestía el típico traje escocés durante una especie de festival frente al castillo de Edimburgo.

Se veía mayor a pesar de solo tener dieciséis años, parecía haber madurado años luz entre la fotografía en la que aparecía junto al Duque y esta fotografía más de un año después.

– Tu abuelo era verdaderamente guapo, me extraña no ver algunas fotografía suyas rodeado de chicas. Esas pecas deberían haber funcionado como un imán.

– El abuelo Alexander era tan escurridizo como Terry, ninguna chica pudo conquistar su corazón en sus años en el Colegio. O quizás tiene que ver con que tenía una meta muy clara y eso no incluía una colección de chicas.

– Es una pena, los amores de juventud son fantásticos.

Blake levantó las cejas en señal de asombro.

– Suenas como toda una rompecorazones, apuesto a que rompiste algunos en tus años de adolescente.

– ¡Pero qué dices! ¡Eres tú quien debe haber roto cientos de ellos incluso ahora!

– ¿Me crees capaz de romper corazones aún, Lilian?

En realidad lo creía capaz de romper el suyo, pero eso es algo que no diría en voz alta.

– Eso es un tema que no me incumbe... puedo decirte que creo que eres un ladrón de objetos ajenos aunque te has redimido bastante bien con esta sorpresa.

– ¿Me he redimido suficiente como para ganarme algo? – el tono de Blake se tornó suave y profundo a la vez.

– ¿A-Algo...? – la boca de Lilian se secó por completo.

– Hmm sí, se me ocurren algunas ideas – dijo mientras se acercaba peligrosamente a ella.

– Quizás te bese más tarde.

Blake sonrió y se alejó.

– Te estás burlando de mí.

– Por supuesto – Lilian se rio a carcajadas, aunque bien sabía que parte de esa afirmación no había sido una broma. Con cuidado siguió revisando las imágenes frente a ella, el álbum parecía una reliquia con sus hojas rígidas amarillas.

En fotografías posteriores que mostraban la estatua de la libertad al fondo y la compañía de Carlton Grandchester, se podía apreciar nuevamente cómo Alexander se aferraba al guardapelo colgado en su cuello, pero esta vez con los ojos tristes y la postura firme.

– El Duque realmente los obligó a separarse... – la voz de Lilian estaba llena de coraje.

– No Lilly, fue algo peor. Un año y medio después de que Alexander ingresara al San Pablo, en septiembre, Reino Unido declaró la Guerra a Alemania. Y si nosotros unimos lo que sabemos acerca de cómo él llego refugiado como parte de la familia Grandchester...

La realidad alcanzó a Lilian de golpe, aquella de 1940 y los bombardeos del Blitz...


Agradecimientos:

Gracias a todas por sus comentarios. Les dejo un capítulo cortito, será que voy saboreándome el final ya veces no quiero que llegue, aunque las musas me han visitado y ya tengo una idea para algo más.

Les dejo abrazos apachurrados y mis mejores deseos para que la salud siga entre nosotros.

ClauT

Y a cada una:

Australia77: Yeah, I hope for the best. Hon, I´ll write you a PM, I am very interested. Thank you for thinking so much about me and my story. Hope you are safe and sound. Kisses.

Kamanance: Si me hubieras visto parecía un fantasma del puro miedo... todavía me acuerdo y siento un hoyo en medio del pecho. En fin, tendré una anécdota más en el repertorio. Gracias por seguir por aquí, te pensé mucho y en cómo vez pasaba una semana más sin escribir; creo que eso me dio energías para seguir cuidándome y regresar cuanto antes.

Ster Star: Pues ni idea de qué bicho me habrá atacado pero me sentía más tranquila enclaustrada por si las dudas (aunque creo que exageré un poco, jamás se me olvidará la cara del repartidor de la farmacia, no sé si me veía con miedo o se estaba aguantando la risa). Y de la historia, espero estarle imprimiendo mejor la idea de que es menos de sufrimiento y más de valentía, a pesar de no ser la familia tradicional, siempre siguieron sus sueños a su manera. Besitos linda y gracias por seguir por aquí.

Guest: gracias a ti por leer.

Villa: Aquí para ti el desarrollo de la otra parejita que se me habían quedado atrás con tanta retrospección. Qué alegría que sigas por acá leyendo, ojalá te regale un ratito sin estrés, nos viene muy bien. Besitos.

Oli Rojas: Bendiciones para ti también hasta tu precioso Jalisco.

Paolita27: Gracias por tus palabras, a mí también me desespera ver que hay gente que no se está cuidando, pero también agradezco la bendición de que sigan bien porque la salud depende de todos en este momento. Te abrazo a la distancia.

Letty Bonilla: Si linda, estoy al tanto de la situación allá en donde estás, cuídate mucho. Espero estos capítulos te ayuden a darte un ratito de paz mental.

Candy Nochipa: Gracias a ti por seguir por aquí. Saluditos.

Tete: Ya casi como nueva 😊 besos

Torpe: Gracias, la verdad que aunque no sé qué tuve tengo que aprender a reaccionar con más tranquilidad. La buena noticia es que de nuevo estamos en contacto 😊 Cuídate mucho, espero tu familia y tú sigan bien.