Vociferadores y el olvido – año uno


Sirius se despertó más temprano de lo que alguna vez hizo. Nunca fue una persona madrugadora, se anotó a la emoción pura y sacó las piernas por el borde de la cama. Se levantó y se estiró, caminando a través del dormitorio hasta la ventana y viendo afuera la increíble vista, al menos en la escuela, y no había nada que sus padres o alguien más pudiera hacer.

Estar levantado tan temprano tenía sus ventajas, pensó mientras caminaba hasta el baño. Al menos no tendría que esperar por la ducha. Sin embargo, al entrar al cuarto, pudo escuchar el agua correr y ya estaba lleno de vapor. Sirius frunció el ceño. Todas las otras camas aún tenían sus cortinas cerradas y había asumido que todos estaban dormidos.

—Er… ¿Hola? —llamó.

El agua se apagó casi inmediatamente y hubo un murmullo calmado de «demonios.»

—Lo siento. Creí que todos estaban dormidos —Sirius se disculpó.

—Es-está bien. Er… Ya casi terminé de todas formas. Sólo… Un momento —la tímida voz de Remus Lupin respondió de regreso. Sirius tuvo la idea de que Remus no querría que él lo viera justo salir de la ducha. Supuso que Remus debía ser hijo único y quizás no estaba acostumbrado a que otras personas lo vieran sin ropa, así que se dio vuelta para no mirar.

—Está ben. No… No estoy viendo o lo que sea…

—Gracias —esta vez la voz de Remus estaba más cerca—. Ya puedes voltearte.

Sirius se giró. Remus estaba completamente vestido y usando una toalla para secar su cabello. Sirius notó una vez más lo pálido que era.

—Te levantaste temprano.

—También tú. —Remus se encogió de hombros.

—Touché. —Sirius sonrió—. Creo que sólo estaba emocionado. No soy una persona mañanera, normalmente.

Remus comenzó a preparar su cepillo de dientes.

—Amo las mañanas —simplemente dijo.

Sirius se paró incómodamente y vio cómo su compañero se lavaba los dientes. Cuando Remus terminó, le dio a Sirius una pequeña sonrisa.

—Te veo en el desayuno, ¿entonces?

Sirius le sonrió de vuelta.

—Sí, nos vemos.

Remus se fue y Sirius comenzó con su rutina matutina. Para el momento que salió de la ducha, James, Peter y su quinto compañero de cuarto, Frank Longbottom estaban ya en pie, charlando emocionados sobre cuál clase creían que sería la mejor. Pero Lupin no estaba por ahí.

—Chico extraño —dijo James cuando Sirius preguntó dónde estaría su compañero—. Sólo agarró su bolsa y se marchó. No le dirigió una palabra a nadie.

Uno por uno se duchó y vistió y juntos bajaron hasta el Gran Comededor para desayunar. El olor a panqueques y tocino y pastelitos llenaban el aire que Sirius aspiraba. James y Peter estaban viendo quién podía terminar una pila de seis panqueques más rápido, y Remus, que ya estaba ahí cuando el resto había llegado, estaba mordisqueando una tostada con la nariz enterrada en un libro cuando el repentino sonido de aleteos llenó el aire. Alrededor de todos había paquetes y montones de cartas eran dejadas en frete de sus estudiantes. Regalos y premios de sus orgullosos padres que habían recibido las noticias de la selección de sus hijos. Los padres de James habían escrito una larga carta de elogios a su hijo. La madre de Peter le había enviado una cara junto con unas cuantas ropas que había olvidado empacar e incluso los padres de Remus le habían enviado un delicioso y oloroso plato de brownies recién horneados. Sirius casi se ahogó con su tocino cuando un delgado envoltorio rojo había sido dejado sin contemplaciones sobre sus huevos.

—Maldita sea —maldijo en voz baja.

James lo escuchó y miró por sobre su hombro.

—Ma'ah 'ue'te, a'igo —dijo con la boca llena de panqueques. Tragó con fuerzas—. Será mejor que lo abras.

—¿Cuál es el problema? —preguntó Lily Evans— ¿Qué es eso?

—Es un Vociferador —dijo Marlene McKinnon—. Vaya, Black, ¿qué hiciste?

—Básicamente nací —murmuró Sirius, mordiéndose el labio. Esperar sólo empeoraría las cosas. No podía creer que de verdad había creído por un momento que esto pasaría suavemente. Con un pesado suspiro, aceptó su destino y rasgó el envoltorio hasta abrirlo:

—¡SIRIUS ORION BLACK! —El salón se quedó en completo silencio mientras la voz de Walburga Black estallaba— ¡NUNCA EN MI VIDA HABÍA ESTADO TAN AVERGONZADA! ¡GENERACIONES DE BLACKS HAN SIDO SELECCIONADOS EN SLYTHERIN Y MI HIJO, EL HEREDERO, FUE PUESTO EN GRYFFINDOR! ¡VIVIENDO CON SANGRESUCIAS Y TRAIDORES A LA SANGRE! ¡RECUERDA MIS PALABRAS, SIRIUS, NO PASARÁS OTRA NOCHE COMO GRYFFINDOR! ¡TU PADRE VA A TENER UN PAR DE PALABRAS CON DUMBLEDORE! ¡TÚ SERÁS UN SLYTHERIN COMO EL RESTO DE TU FAMILIA O TE LLEVARÉ POR LAS OREJAS HASTA DURMSTRANG!

Con una bocanada de humo, el vociferador se apagó en una pila de cenizas y Sirius sintió cien pares de ojos sobre él. Quería correr. Quería esconderse. Pero en vez de eso, tomó aire y dijo:

—Hey, Pete, ¿podrías pasarme el jugo de calabazas?

Lentamente los estudiantes volvieron a sus conversaciones y Sirius estaba agradecido cuando los Premios Anual se acercaron a entregarles sus horarios.

—Pociones con Slytherins, primera clase —James gruñó—. Qué manera para comenzar el año escolar.

Sirius se encogió de hombros.

—De la forma que yo lo veo, sólo es una manera para meternos con ellos, añadir unas cuantas patas de arañas de más cuando no estén mirando y hacer que todo el maldito caldero se desborde. —Sonrió.

—¡Brillante, Sirius! —James rio.

—En verdad —dijo Remus, era evidente que estaba perdido en un sueño de pensamientos y riendo en voz baja para sí mismo—. Uhmm…

James y Sirius lo miraron fijamente.

—¿Qué?

Remus miró de vuelta a su plato.

—Olvídenlo.

James se giró a Sirius, dando vueltas su dedo índice alrededor de su oreja, insinuando que Lupin estaba loco. Sirius no podía discutir, e incluso si quería había aparecido de repente una larga sombra que se avecinaba sobre él. Lentamente se dio vuelta para ver a su prima Narcissa, cuyos ojos eran penetrantes más con una fría sonrisa.

Detrás de ella estaba Bellatrix, brazos cruzados y usando la sonrisa más satisfecha que Sirius haya tenido la mala suerte de ver.

—Eso fue un gran espectáculo, Sirius —la rubia arrastró sus palabras—. Lo admito, esperé que avergonzaras el nombre de la familia, ¡pero nunca esperé que lo hicieras tan rápido! —Dio un siniestro tipo de risa que su hermana menor imitó, haciendo sentir a Sirius como si de verdad quisiera vomitar.

—Vete al demonio, Narcissa. —Se puso de pie, apretando los puños a cada lado y manteniendo la cabeza en alto. Era consciente de que todos estaban mirando, pero si tan solo hubiera algo que encendiera su fuego—. No me importa si avergoncé a la familia, ¡no me importa ni siquiera si me deshonran! El Sombrero Seleccionador me puso en Gryffindor, y ahí es donde me voy a quedar. Me encantaría ver a Madre intentar cambiar eso. Además, ¡deberías alegrarte! ¡Ahora ya no tienes que cuidarme!

Narcissa sacudió la cabeza.

—Oh, Sirius, un día verás qué tan perjudicial es tu comportamiento rebelde. ¿Quieres seguir fingiendo que no eres lo que eres? Adelante. Pero terminarás completamente solo.

Y entonces James se puso de pie.

—Él no está solo.

Narcissa mofó.

—Realmente lindo. ¿Así que va a dejar a su familia de lado por un traidor a la sangre como tú, Potter? —Sus ojos brillaron con malicia—. No te pongas muy cómodo, Sirius. Olvidas qué tan poderosa es nuestra familia. Si no te quieren en Gryffindor, puedes apostar que no estarás ahí, o incluso en Hogwarts, por un buen tiempo. —se giró sobre sus talones—. Vamos, Bella. —Y las dos hermanas se alejaron.

—No dejes que te molesten, Sirius —dijo James, poniendo una mano sobre su hombro—. Eres mejor que ellos.

—Pero, ¿qué pasa si no lo soy? —murmuró Sirius miserable, hundiéndose de nuevo en su asiento—. ¿Qué pasa si ella tiene razón?

—Entonces el sombrero no te hubiera puesto aquí —dijo Remus, finalmente mirando sobre su libro. Y la campana para comenzar la clase sonó.

-o-

—¡Bienvenidos a Pociones! —emitió alegre el Profesor Slughnorn—. Ahora que todos se han emparejado… ¡Es grato ver rostros que puedo reconocer! ¡Tuve a muchos de sus hermanos mayores y familiares antes! ¡Aaah, Señorita McKinnon! ¿Cómo está su hermana, querida? ¡Una de mis mejores estudiantes!

Marlene sonrió de vuelta.

—¡Está estudiando para ser curadera!

—¡Qué increíble! ¡Siempre fue muy buena con sus pociones curativas! —Miró alrededor de la sala—. ¡Bellatrix, te conozco por su puesto y a Sirius! Debo confesar que me sentí realmente desilusionado de no tenerte en Slytherin.

Sirius, que estaba sentado al final de la sala y compartiendo el caldero con una chica un poco hosca llamada Drizzella Drum, mofó y rodó los ojos.

—Estoy seguro que fue una gran pérdida —murmuró.

Después de casi diez minutos más de introducción, les dijo que abrieran sus libros y que intentaran preparar una pócima del olvido. James, que estaba emparejado con un Slytherin que tenía la frente de un trol, y que olía como uno también, se inclinó sobre el caldero para susurrar:

—¿Aún quieres hacer un desorden con estas pociones?

Sirius sonrió.

—Oh, sí.

Ambos captaron la mirada de Peter, que estaba emparejado con Avery y lucía realmente aterrorizado. Probablemente él no sería de mucha ayuda. Sirius rápidamente leyó las instrucciones de su poción.

—Una gota extra de Agua del Río Lethe debería ser suficiente para hacerla hervir —le susurró a James, quien expresó en voz baja su acuerdo.

En frente de Sirius, y desafortunadamente emparejado con Bellatrix, Remus Lupin negó con la cabeza y garabateó algo en un pedazo de papel, el que le pasó silenciosamente a Sirius.

Una mitad más de Baya de Muérdago. SÓLO UNA MITAD. Créeme.

Sirius frunció el ceño y le pasó la nota a James, quien sólo se encogió de hombros.

Prepararon las pociones como se les indicó. Cuando Drizzella agregó las bayas y volvió a sus notas, Sirius casualmente salpicó una mitad más dentro del caldero.

—Retrocedan —siseó Remus desde delante. Y Sirius y James obedecieron. Era un pequeño estruendo al comienzo. Drizzella frunció el ceño y miró dentro del caldero.

—¿Profesor? Creo que algo no sali-OOOOH.

Todos a la vez, el caldero de Sirius, James y para su sorpresa, el de Remus estallaron, lanzando la brillante poción púrpura al aire.

—¡CÚBRANSE! —gritó Slughorn, y la mayoría se escondió debajo de su mesa.

Cuando la fuente de la Poción del Olvido pareció haberse detenido, el profesor Slughorn les dijo que ya era seguro salir de sus escondites.

—Creo que mejor dejaremos la clase hasta aquí por el día… Todos los estudiantes que no estuvieron en contacto directo con la poción, pueden retirarse… Señorita Drum, Señor McMahon y Señorita Black, será mejor que se queden aquí y así puedo prepararles el antídoto.

—¿Quién? —preguntó Bellatrix, mirando a Slughorn confundida haciendo que de verdad sus ojos de por sí salvajes se vieran aun más locos.

—Usted, Señorita Black —Slughorn suspiró—. Estuvo en contacto con la Poción del Olvido.

Los estudiantes que no fueron afectados salieron ordenadamente fuera del salón, cuidadosamente para no alcanzar alguna gota de la poción. Remus tuvo el sentido de poner su libro sobre su cabeza como un sombrero, y se pavoneaba descuidadamente hasta el vestíbulo con James, Sirius y Peter siguiendo sus pasos.

Una vez que estuvieron a una distancia segura del salón o de cualquier Slytherin, los tres chicos rodearon a Remus.

—¡Eso fue increíblemente brillante, Lupin! —Sonrió James—. Sólo queríamos causar un inconveniente menor, pero eso fue… ¡Realmente inspirador!

—¿Cómo sabías que añadiendo una baya de más haría eso? —preguntó Peter, sus ojos radiantes con el asombro y la curiosidad.

Remus se sonrojó ligeramente y limpió su libro de pociones con la manga.

—A mí papá le gusta improvisar alrededor con distintas pociones y hechizos algunas veces… Y leo mucho, supongo. —Nada de eso era verdad. Su papá a menudo hacía un desastre con pociones y hechizos, tratando de encontrar una cura para Remus. Nunca nada funcionó, por supuesto. Puso su libro de vuelta a su mochila y comenzó a caminar, sólo para que los otros tres chicos lo siguieran muy de cerca.

—¿Adónde vas? —preguntó Sirius.

Remus se giró y miró inexpresivamente a Sirius.

—Yo… Er, no sé. Iba a estudiar tal vez afuera cerca del lago, supongo.

—Bueno, ¿te gustaría un poco de compañía, amigo? —James sonrió—. Me encantaría saber qué otros trucos tienes en tu pequeño cerebro descabellado. —Juguetonamente revolvió el cabello de Remus. Sin embargo, Remus parecía inseguro. Nunca había tenido amigos de su edad. Se habían mudado tantas veces cuando era pequeño para que nadie tuviera que sospechar de su extraño comportamiento, y aunque sus padres lo amaban demasiado, había experimentado muy poco contacto humano en su corta vida.

Aunque Sirius pareció entender su ansiedad social.

—Está completamente bien si prefieres estar solo —le aseguró—. Pero vamos a jugar un poco de Snap Explosivo en el dormitorio por si te gustaría unírtenos.

Remus mordió su labio superior nerviosamente cuando vio a sus compañeros caminar por el corredor, conversando emocionados y haciendo bromas sobre la expresión confusa de Bellatrix Black… Escuchó la voz de Dumbledore en su cabeza; Remus, intenta hacer amigos. Van a ser tu mayor fortaleza.

—Oigan, ¡esperen! —Los tres chicos se giraron y Remus corrió para alcanzarlos. Mientras caminaban de vuelta a la Torre de Gryffindor, Remus tímidamente preguntó:

—Entonces, ¿cómo se juega el Snap Explosivo de todas formas?