Halloween 1971 —año uno


James Potter se dejó caer en el sofá entre Remus y Peter una tarde a mediado de octubre.

—Muchachos, quiero planear algo grande para Halloween.

Remus no levantó la vista del ensayo de Peter de Defensa Contra las Artes Oscuras que estaba corrigiendo.

—¿Algo así como una fiesta? —Preguntó.

—No, no… Algo más grande que eso. Quiero algo que toda la escuela recuerde. —Con un brillo travieso en sus ojos se revolvió el cabello—. Quiero hacerles una broma a todos.

Sirius tiró su propio ensayo con una gran sonrisa.

—Estoy contigo. ¿Qué tenías en mente, Potter?

—No estoy seguro. —Sus ojos de color avellana adoptaron una mirada de inocencia mientras miraba a Remus—. Pero me parece recordar que alguien tiene una mente bastante creativa.

Esta vez Remus levantó la vista.

—¿Yo? —Parpadeó.

—¡Por supuesto que tú, maldito genio!

Remus suspiró.

—No lo sé, James.

—Ah, vamos, Rem —dijo Sirius, acercando sus labios a un puchero y haciendo su mejor imitación de un cachorro mendigando con sus ojos.

—La cosa es —Remus se mordió el labio—, que ni siquiera sé si estaré aquí en Halloween. Tengo que visitar a mi mamá…

—¿Otra vez? —Se quejó Peter— Pero si fuiste a verla apenas hace un mes.

—Está muy enferma, verán…

—¿Qué tiene? —Preguntó Sirius.

Remus parpadeó hacia él.

—¿Qué?

—Tu mamá. Ya sé que está enferma, ¿pero qué tiene?

Una oleada de emociones pareció lavar el rostro de Remus desde el pánico a la ira. Respiró profundamente y bajó el ensayo de Peter.

—Los ayudaré a planear algo. Pero no puedo prometer que estaré aquí.

Sirius abrió la boca para discutir, pero James lo pisó muy fuerte en el pie.

—¡Auch!

—Está bien, Remus. Gracias.

Las siguientes semanas fueron para pasarse cuidadosamente planeando su elaborada broma para Halloween y James, Peter y Sirius estaban cada vez más impresionados por las escandalosas cosas que salían de su normalmente tranquilo y reservado compañero. Los días volaron y Halloween se acercaba más y más. Los chicos podían quedarse hasta pasadas horas de la noche, acurrucados en una de sus camas. James quería algo grande. Quería que su broma fuera recordada por todos. Peter quería algo tenebroso.

—Halloween debería ser tenebroso.

Sirius estuvo de acuerdo con Peter.

—Debería hacer que todos salieran gritando —sonrió— Golpear a todos esos Slytherins para bajarlos de su gran caballo*, ¿saben?

Remus quería que fuera impresionante. Y Sirius intencionalmente le había dado la idea perfecta.

Tres días antes de Halloween, Remus estaba listo para irse.

—Han estado practicando los hechizos de transformación que les mostré. Estarán muy bien sin mí —les aseguró, el cansancio ya se hacía presente en su voz y rostro.

—Aunque tú eres mejor con ellos —Se quejó Sirius, de mal humor— ¿No puedes esperar hasta después de Halloween para volver a casa?

—Ni siquiera estoy tan seguro de que deberías ir —dijo James—. Te ves un poco decaído de nuevo. No puedes ser de mucha ayuda para tu mamá si estás enfermo también.

Remus sacudió la cabeza.

—Sólo estoy estresado, eso es todo. Preocupado por ella y quedándome hasta tarde planeando esto… Y ha habido un montón de trabajos para la escuela. Lo prometo, estoy bien. —Recogió sus cosas—. Tengo fe en ustedes. Será genial. Ya hasta convencimos a Peeves para que nos ayude, el resto es sólo hacer los hechizos bien. —Y se fue.

El día 31 de Octubre pareció avanzar cuando James, Sirius y Peter aguardaban por el banquete esa tarde. James estaba prácticamente estallando de la emoción, sentados debajo de un árbol cerca del lago, finalizando sus planes.

—¡Esta noche comienza nuestro legado como los bromistas más geniales que Hogwarts alguna vez vio! —Anunció orgullosamente.

—¿Cómo se supone que vamos a crear nuestro legado mientras simultáneamente tenemos que evitar ser atrapados y tener detención? —Preguntó Peter, levantando una ceja hacia James.

—¿Atrapados haciendo qué?

Los tres chicos miraron hacia arriba a Lily Evans, quien estaba caminando cerca de ellos con Severus Snape.

James rodó los ojos.

—Nada, Evans.

Los ojos de la pelirroja se fruncieron.

—¿Qué están tramando ustedes tres?

—Disfrutar de la brisa en este día de otoño, tal como tú y Quejicus, ahí —dijo Sirius en su voz más despreocupada.

Severus los miró.

—Yo sería más cauteloso, Black. No querrían mami y papi escuchar que estás causando algún problema. Te sacarían inmediatamente de la escuela.

Sirius agarró su varita pero James lo detuvo.

—Tranquilo, amigo.

—Vámonos, Severus —dijo Lily, tomando a Snape por la manga y llevándoselo lejos.

James llevó una mano a su cabello.

—No sé por qué ella pasa el tiempo con ese pendejo grasiento.

—No sé por qué te importa —murmuró Sirius—. Ella es muy insoportable. —Se inclinó contra el árbol y sonrió—. Como sea, paré a Peeves esta mañana cerca de la oficina de Filch para asegurarme que aún nos ayudaría esta noche.

—Esto va a ser asombroso —sonrió Peter.

—Aunque aún deseo que Remus estuviera aquí esta noche —suspiró Sirius y los otros estuvieron de acuerdo.

-o-

—Madam Pomfrey, le prometo que me siento bien —Remus había estado esperanzado al tratar de convencer a la enfermera todo el día, pero ella no era fácil de persuadir.

—Señor Lupin, todavía tiene fiebre y no ha comido en un día y medio. No va a ir a ningún lado —dijo ella mientras se preocupaba de sus vendas.

—¿Pero no sería esa una mayor razón por la que debería ir al banquete de Halloween? —Intentó calmarse para no sonar muy esperanzado.

Pomfrey suspiró.

—Remus, cariño, sé que quieres estar en el banquete esta noche, pero de verdad necesitas descansar. Ahora, tómate tu poción e intenta de tomar algo de sopa, ¿sí?

Remus rápidamente se bebió el repulsivo líquido verde y aceptó el plato de sopa que Pomfrey había intentado de darle durante todo el día.

—¿Ve? Ya estoy mejor. Por favor, ¿puedo ir? Me iré directamente a la cama después, se lo prometo.

—No —dijo la bruja firmemente, y Remus se acomodó sobre las rígidas almohadas blancas de la enfermería y se quedó viendo el techo, derrotado.

-o-

—James, en serio, te ves como si fueras a explotar. Necesitas tranquilizarte o sabrán que estamos planeando algo.

—Acéptalo, Sirius. Estás emocionado también.

—Pero yo no me veo como si me fuera a orinar encima.

—Esperen, ¿vamos a comer antes de sacarlo todo, ¿verdad?

Sirius rodó los ojos.

—Por supuesto que lo haremos, Peter. No queremos que te caigas del hambre, ¿cierto?

—¡Tengo bajo el nivel de azúcar! —Se defendió Peter— Y toda esta planificación ha hecho que… que me dé hambre, ¿está bien? Y no quiero perderme mi primer banquete de Holloween, ¿ustedes sí?

—Tiene un buen punto —admitió James. Estaban sentados afuera del Gran Comedor donde el resto de los estudiantes y profesores ya se estaban preparando para disfrutar de las celebraciones—. Sí, vamos a comer primero, Pete, no te preocupes —Peter suspiró con alivio—. Muy bien, amigos. Actúen casual. ¡No estamos planeando nada!

Sirius bufó.

—Entonces quítate esa estúpida sonrisa de la cara, Potter. Deberías escribir también "Culpable" por toda tu frente.

—¡Cállate, Black!

—Lo siento, me pongo imprudente cuando estoy nervioso —admitió Sirius con una timidez poco usual.

—No se nota —murmuró Peter.

—Bien, es suficiente. Vamos antes de que venga alguien y nos vea —dijo James, y entraron al comedor y tomaron asiento entre los demás Gryffindors. El Gran Comedor estaba decorado con linternas de Jack-O reemplazando las velas flotantes que comúnmente estaban sobre sus cabezas y esqueletos encantados que bailaban alrededor de las mesas donde estaban sentados. Cortinas negras y púrpuras se colgaban en las paredes y de vez en cuando una araña gigante simulaba como si corriera hacia ellos.

Peter estaba indudablemente en lo cierto al no querer perderse el gran banquete de Halloween. Ciertamente hubiera sido una vergüenza no haber podido disfrutar de la vasta difusión que apareció frente a ellos.

—James, dile a tu maldita novia que deje de mirarnos —siseó Sirius, sirviéndose a sí mismo una tercera porción de papas. Bastante cierto, Lily Evans les daba una mirada sospechosa.

—¡No es mi novia!

—Hey, Evans. ¿Ves algo que te guste? —Preguntó Sirius con un toque de malicia en la voz.

—No exactamente, Black —respondió Lily, simulando una dulce inocencia cuando Marlene y Dorcas se rieron a su lado.

—Bueno entonces ¿podrías explicar por qué estabas mirando, si no es sólo para ver mi lindo rostro? — dijo Sirius con una sonrisa y le guiñó un ojo a las otras chicas, que continuaron riéndose.

—Sé que están tramando algo —dijo Lily rotundamente, ignorando a sus amigas.

—No sabes nada, Evans. —James sonrió mientras que los platos de la cena desaparecían y era reemplazados con pasteles, galletas y dulces. Debajo de la mesa, la varita de Sirius estaba afuera. Casi era tiempo, si tan sólo Lily Evans dejara de fastidiarlos.

Entonces, hubo un fuerte trueno cuando el techo encantado con el cielo de noche se cubrió de nubes y relámpagos. Todo el parloteo en el comedor se detuvo inmediatamente y el sonido de una fuerte risa hizo eco en el salón. Sobre ellos, las linternas de Jack-O comenzaron lentamente a cambiar de posiciones, juntándose para formar algo gigante.

James, Sirius y Peter intercambiaron miradas de completa confusión.

Los esqueletos que estuvieron danzando alrededor también se estaban moviendo y las cortinas se rasgaban a sí mismas desde las paredes y volaron sobre todos los estudiantes. Toda la decoración junta había formado una sombra gigante del Jinete sin Cabeza. Los estudiantes gritaron cuando el caballo se echó hacia atrás y galopeó sobre ellos y algunos hasta se cubrieron debajo de sus mesas, incluyendo, para el placer de Sirius, a Bellatrix y a algunos otros de Slytherin.

Y finalmente, con un penetrante lloriqueo, el caballo y su jinete estallaron en cientos de luces rojas y doradas contra el, una vez más, despejado cielo encantado del techo.

Después de un momento de un silencio aturdidor, el Gran Comedor estalló en risas y aplausos desde todos menos James, Sirius y Peter, que se miraban boquiabiertos impactados.

—¿Están bien, amigos? —dijo una voz detrás de ellos, haciéndolos saltar.

—¡¿Remus?!

Sonriendo, Remus se sentó.

—Todo un espectáculo —dijo suavemente—. Pásame el pastel de calabaza, ¿sí, James?


N/T: Bajarlos de su gran caballo: Originalmente lo iba a dejar como "Bajarlos de su nube," pero luego recordé que Remus había tenido una idea con lo que Sirius había dicho, así que tendría más sentido dejarlo literalmente como estaba. Espero de todas formas que se haya entendido a lo que se refería con eso, pues no es una frase que se use mucho aquí.