Dos casas, ambas iguales en dignidad.


Nadie había visto a Sirius Black tan nervioso. El usualmente despreocupado y relajado Gryffindor estaba sentado entre James y Remus, jugueteando con la manga de su túnica y moviendo sin descanso su pie izquierdo mientras esperaban por la selección de los nuevos de Primer Año.

—Vas dejar un hoyo en el suelo, amigo —le advirtió James.

—¿De verdad importa en qué casa es seleccionado? Es tu hermano —razonó Peter. Pero Sirius no respondió, sólo mordió su labio y dio un pequeño chirrido detrás de su garganta mientras continuaba moviendo su rodilla violentamente.

Las puertas del Gran Comedor se abrieron y los de Primer Año entraron, mirando alrededor con entusiasmo y asombro. Sirius se levantó ligeramente sobre su asiento, desesperadamente buscando en el mar de niños de once años a su hermano, pero James lo bajó. Sirius parecía irradiar la ansiedad a lo largo de toda la canción del Sombrero Seleccionador.

Finalmente, la Profesora McGonagall dio un paso en frente y dejó el Sombrero Seleccionador sobre el taburete. La pierna izquierda de Sirius se agitó más fuerte y rápido hasta que inesperadamente una mano llegó y se dejó descansar sobre su rótula.

Asombrado por el contacto, se congeló y sus ojos grises se levantar para encontrarse con los ámbares de Remus Lupin.

—Sirius —dijo tranquilamente—, va a estar bien.

Y por alguna razón, Sirius le creyó.

—¡Black, Regulus! —Fue llamado y sin un pensamiento consciente, Sirius agarró la mano de Remus fuertemente.

Regulus caminó lentamente hasta el taburete delante del Comedor. No era sólo Sirius quién parecía estar al borde. En la mesa de Slytherin, Bellatrix, Narcissa y su grupo estaban mirando intensamente al joven Black. El mismo Regulus lucía horrorizado mientras tomaba asiento en el taburete. Mantuvo sus ojos, abiertos con furia, sobre el suelo así no podía ver ni la mesa de Gryffindor ni la de Slytherin.

Sirius tragó con fuerzas cuando la Profesora McGongall bajó el sombrero sobre la cabeza de Regulus y los siguientes momentos fueron los más largos de ambos hermanos. El agarre de Sirius sobre la mano de Remus era tan fuerte, que Remus estaba seguro necesitaría un separador* para liberarse.

Entonces, por fin, el Sombrero Seleccionador anunció en voz alta y clara:

—¡Slytherin!

Sirius sintió su estómago encogerse.

La mesa de Slytherin celebró más fuerte de lo que alguna vez hizo.

Regulus lentamente se bajó, sus ojos grises desesperadamente buscando los idénticos a los suyos de su hermano mientras caminaba hacia la mesa en el otro lado del Gran Comedor. Pero Sirius no levantó los ojos. Mantuvo la mirada fija en la mesa en frente de él, abiertos, para su vergüenza, llenos de lágrimas.

Los Slytherins continuaron silbando y gritando un poco más de lo normal, y los chirridos de Bellatrix que gritaban "¡Mi querido primo!" era fácil de reconocer por sobre todo el sonido.

Repentinamente Sirius se levantó.

—Permiso —murmuró.

—Sirius, la selección no ha terminado —dijo Peter cuidadosamente.

—Necesito un poco de aire, eso es todo.

—Sólo espera hasta que finalice la selección —dijo James, colocando una mano en el brazo de Sirius—. Llamarás mucho la atención si vas ahora. —De mala gana, Sirius se sentó.

—Honestamente, Black —dijo Lily Evans enfrente en la mesa—, no veo cuál es el alboroto. Es sólo una asignación de casa. Si no fueras tan prejuicioso con los Slytherins sabrías que no es un gran problema. Severus…

—¡Piérdete, Evans! —Sirius estalló—. Snivellus es tan malo como el resto de ellos. Tú no lo ves porque estás enamorada de él o algo…

El rostro de Lily se tornó tan rojo como su cabello.

—¡No es cierto! ¡Somos amigos! ¡Porque no nos importa en qué casa nos puso un maldito sombrero!

La selección terminó y rápidamente Sirius se puso de pie.

—¿Qué hay del banquete? —preguntó Peter, como si sintiera personalmente herido.

—No tengo hambre —se quejó Sirius, metiendo las manos en los bolsillos y caminando rápidamente fuera del Comedor.

En la mesa más lejana, Regulus vio a su hermano irse con un profundo sentir de arrepentimiento.

Sólo afuera del Gran Comedor, Sirius se paseaba de arriba abajo, agarrando su cabello con frustración. Sintió la ira burbujeando en su pecho y las lágrimas quemándole los ojos. En voz baja, en repetidas ocasiones murmuró cada mala palabra que conocía, además de unas cuantas que estaba seguro había inventado.

En el fondo de su mente, sabía que estaba exagerando. Sólo es una selección de casa. No significa nada.

Sólo que, él pensó, sí significaba algo. Significaba algo que había sabido su vida entera.

Cuando era sobre su familia, Sirius era diferente. Nadie, ni siquiera su hermano, era como él. No podría encajar jamás.

Estaba solo.

Agachándose detrás de una estatua de una gárgola, Sirius se cubrió la cara con las manos y dejó escapar un grito de rabia y las lágrimas que había intentado contener comenzaron a caer libremente.

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Regulus se las arregló para alejarse de sus primas prepotentes una vez que la cena apareciera delante de ellos. Tomando un respiro profundo, cautelosamente se acercó a la mesa de Gryffindor donde los amigos de su hermano estaban.

—Lo siento —Regulus se disculpó cuando interrumpió la conversación de los chicos—, ¿han visto a Sirius?

James Potter se mordió el labio.

—Er… Sí, se fue a dar una vuelta para tomar algo de aire.

—No se estaba sintiendo muy bien —añadió Remus, dándole a Regulus una especie de mirada compadecida.

Regulus tiró nerviosamente de la manga de su túnica y asintió.

—Oh… Er…

—No es tu culpa, Regulus —ofreció Remus amablemente—. Él sólo…

Regulus sacudió la cabeza.

—No me… No me mientas… Esto sí es mi culpa. Me va a odiar. No es lo que yo quería. ¡No quería que él estuviera enojado! ¡No quería que nadie estuviera enojado!

—Por supuesto que no quisiste —dijo Lily, sonriéndole dulcemente al niño—. No es algo en lo que tengas el control. Estoy segura que Sirius no estará molesto.

Regulus la miró inseguro.

—No conoces a los Blacks. —Y sin otra palabra, salió del Gran Comedor para encontrar a su hermano.

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El sonido de unos pasos obligó a Sirius a recomponerse. Rápidamente se limpió la cara y se puso de pie justo a tiempo para escuchar la voz de su hermano llamar su nombre. Poco a poco se salió de detrás de la gárgola, tratando de ocultar cualquier emoción en su rostro.

—Sirius, por favor te enfades —declaró Regulus—. Esto no cambia nada. ¡Sigo siendo la misma persona!

Sirius se encogió de hombros.

—Sí. Eres la misma persona. Es sólo que ahora vamos a aprender exactamente qué persona es esa —dijo fríamente.

Regulus frunció el ceño.

—¿Qué se supone que significa eso? ¿De repente soy una mala persona? ¿Sólo porque no fui seleccionado en Gryffindor como tú?

—Eso no es lo que…

—¡Eso fue lo que quisiste decir, Sirius! ¡Ahora estás molesto porque es en verdad cierto! ¡Sirius Black es oficialmente la oveja negra de la familia! ¡Me querías dentro de Gryffindor para que no fueras el único afuera!

Los puños se Sirius se apretaron.

—Cállate.

—Sabes, te pasaste todo el verano intentando decirme que nuestros padres eran unos fanáticos y prejuiciosos y malvados. Los odiaste por cómo te trataron cuando no fuiste seleccionado donde ellos quisieron. ¡Ahora me estás tratando de la misma manera! —gritó Regulus.

—¡No es lo mismo!

—¡ES EXACTAMENTE LO MISMO!

Ninguno de los dos chicos notó que se había formado una pequeña audiencia. James, Peter y Remus habían llegado corriendo por la esquina, al igual que Bellatrix, Narcissa y Rudolphus Lestrange.

—Te crees tan especial, Sirius, sólo porque le pediste al Sombrero Seleccionador que no te pusiera con el resto de tu familia —la voz de Regulus goteaba de rabia. Narcissa y Bellatrix jadearon fuertemente—. ¡Eso no te hace especial, hermano! ¡Te hace un traidor!

Sirius parecía como si lo hubieran golpeado en la cara. La ira roja se había drenado de su rostro, dejándole un color blanco pálido y su boca se abría y se cerraba como un pez fuera del agua.

Bellatrix y Narcissa habían estallado en risas.

—¡Ooooh! —Chillaron.

—Puede que no uses las mismas túnicas que nosotros, Sirius. Pero la sangre en tus venas aún es de la familia Black, y un día te darás cuenta de que eres exactamente como el resto de nosotros —dijo Regulus fríamente—. Y para entonces no tendrás familia a donde volver. —Se giró hacia sus primas—. Vámonos. —Y todos los Slytherins se fueron sin mirar atrás. Sirius miró la parte trasera de la cabeza de su hermano hasta que desapareció en la esquina para volver al banquete. Después de unos momentos, James se paró adelante y puso una mano en el hombro de Sirius.

—Oye —murmuró—, vamos a la sala común. Todos están aún en el banquete. Estará vacío. Podemos, er… Podemos darle un vistazo a la capa de invisibilidad de mi papá, ¿sí?

Sirius asintió con la cabeza sin decir una palabra y juntos, los cuatro chicos subieron hasta la torre de Gryffindor.


N/T Separador: originalmente decía "Jaws of Life", lo que se traduce como "Mandíbulas de la vida", que según busqué es la marca de una herramienta que se usa para abrir autos en accidentes.