Hermanos, año dos
—¡Por los calzones de Merlín! —dijo Peter, en el temor absoluto desde su cama con dosel cuando James se envolvió a sí mismo en la larga capa y desapareció de la vista.
—Bastante genial, ¿eh? —dijo la voz de James. Sacó su cabeza, pareciendo estar flotando en el aire, sonriendo orgullosamente.
—Ciertamente vas a hacer que Nick Casi Decapitado se sienta envidioso —dijo Remus con una sonrisa. James estaba demasiado emocionado para responder a la broma de Remus, bailando alrededor del cuarto.
—¡Piensen en todas las posibilidades! ¡Todas las bromas que podemos hacer sin ser atrapados! ¿Cierto, Sirius? —Miró hacia el moreno. Pero Sirius no estaba prestando atención. Estaba tumbado sobre su cama, boca abajo, recogiendo y tomando un hilo suelto en su edredón.
James suspiró.
—¿Hola? ¡Sirius! ¡Soy una maldita cabeza flotante aquí!
—Sí, brillante —murmuró Sirius sin levantar la cabeza. Los otros tres chicos intercambiaron miradas y James tiró la capa sobre su cama antes de sentarse en la de Sirius, seguido por Remus y Peter.
—Mira, amigo —comenzó James seriamente—, sé que estás decepcionado, pero dijiste que tú y Regulus habían sido siempre cercanos. Tal vez esto de verdad no cambie nada.
—Ya lo ha hecho —dijo Sirius en un tono melancólico—. Tiene razón. Actué exactamente de la misma manera que mis padres hicieron conmigo —se sentó y cruzó las piernas—. Tal vez de verdad sólo lo quería aquí para que así no estuviera solo.
—Aunque tú no estás solo —dijo Peter—. ¡Nos tienes a nosotros!
Sirius forzó una sonrisa.
—Sí, lo sé —pero la sonrisa se desvaneció rápidamente—. Es sólo que esto de verdad quiere decir en alguna especie de nivel, que soy realmente diferente. No encajo en mi propia familia. —Suspiró—. Y para ser completamente franco, no quiero hacerlo. Sólo quiero que alguien encaje conmigo… Aún son mi familia. No puedo hacer nada si me gustaría ser diferente.
—Entiendo —dijo Remus en voz baja—. Quiero decir… Lo que es sentirse… sentirse diferente. Especialmente de tu familia.
Sirius de repente recordó la noche de la pasada primavera cuando había visto las cicatrices que marcaban el cuerpo del chico más pequeño y se estremeció por dentro.
—Bueno al diablo con ellos —dijo James después de un momento—. Somos familia ahora. Y ustedes dos encajan perfectamente —pasó sus brazos por sobre los hombros de Sirius y Remus.
—¡Sí! —Estuvo de acuerdo Peter, haciendo lo mismo así ahora formaron un pequeño círculo en la cama de Sirius.
—Desde ahora en adelante, somos hermanos —declaró James, sus ojos brillando desde detrás de sus gafas—. No importa lo que pase. ¿De acuerdo?
—De acuerdo.
—¡Excelente! —dijo James saltando hacia arriba—. ¿Podemos volver a centrarnos en lo muy traviesa que esta capa es? —Prácticamente saltó hasta su propia cama y tomó la capa —¿Entonces, por qué no la llevamos a dar una vuelta, ¿eh? ¡Podríamos explorar todo el castillo con esta cosa! ¡Por dónde vamos a comenzar!
Muy lentamente, una sonrisa se formó en el rostro de Sirius.
—Tengo un plan.
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Esperaron por al menos una hora hasta que sus compañeros se fueran a la cama. Tan silenciosos como podían, los cuatro chicos se arrastraron por las escaleras a la sala común donde James arrojó la manta sobre ellos.
—Recuerden, quédense cerca y sean silenciosos —James dio las instrucciones.
Se escaparon a través del agujero del retrato y fuera de la torre Gryffindor, y ninguno de ellos pudo evitar sonreír con orgullo. James estaba en lo correcto, las posibilidades eran infinitas con esa capa.
—Sirius, aun si es que supieras cómo llegar a los dormitorios de Slytherin, ¿te das cuenta que no sabes cómo entrar, cierto? —suspiró Remus.
—¡Entonces esperamos hasta que alguien venga y nos escabullimos con ellos!
—Podríamos estar ahí toda la noche…
—¿Y? ¿Tienes una cita sexy o algo por el estilo, Lupin?
—Sí. Con mi almohada… ¡Oye! ¡No me pellizques, imbécil!
—Dormirás cuando estés muerto, gallina perezosa. Eres joven. Vive un poco.
—¿Se callarían ustedes dos antes de que seamos escuchados? —siseó James. Sirius abrió su boca para responder inteligentemente, pero en cambio, escuchó un suave "Miau".
—Maldición. ¡Es la Señora Norris! —Peter prácticamente chilló.
—No. Se. Muevan. Ni siquiera respiren —Remus apenas susurró.
Los cuatro se quedaron absolutamente inmóvil, conteniendo la respiración mientras la Señora Norris parecía mirar a través de ellos, olfateando el aire y maullando suavemente.
Lentamente, Remus metió la mano en su bolsillo y sacó su varita. "Lumos Apex", susurró, y un pequeño punto de luz roja apareció en el piso donde su varita estaba apuntando. Curiosamente, la Señora Norris se acercó al punto y con una ligera inseguridad lo aplastó. Remus hizo que la luz se moviera hacia adelante y hacia atrás y la gata lo siguió, determinada a atrapar cual fuera la criatura que ella creía podía ser. Después de unos momentos de asegurarse de que la gata estuviera completamente interesada en el misterioso punto, Remus movió la muñeca y lo envió zumbando abajo al pasillo opuesto, con la Señora Norris siguiéndolo de cerca.
Sirius, James y Peter miraron fijamente a su amigo. Remus se encogió de hombros.
—Tenía un gato cuando era pequeño.
Continuaron con su misión, esquivando a un Prefecto de Huflepuff o a una armadura de vez en cuando.
—Desearía que tuviéramos un mapa o algo así —murmuró James—. ¿Estás seguro que sabes por dónde vas, Sirius?
—Sí… Los Slytherins están abajo en las mazmorras.
—Era de esperar —bufó Remus.
Finalmente se acercaron a las mazmorras y viajaron hasta abajo, bastante abajo hasta que llegaron a la entrada de la Sala Común de Slyhterin.
—Sólo tenemos que esperar a que alguien llegue. Un prefecto o algo —murmuró Sirius con confianza. Los cuatro chicos, aún cubiertos bajo la capa, se deslizaron detrás de una armadura para esperar. Después de un rato sin que pasara nada, Remus bostezó con fuerzas y se apoyó contra la muralla detrás de ellos.
Sirius rodó los ojos.
—¿En serio? ¿Te vas a dormir aquí? ¿Ahora?
—Estoy cansado. Ha sido un largo día.
—Vamos a dormir después de hacerle una broma a estos pequeños grasientos…
Pero Remus ya estaba roncando suavemente.
James negó con la cabeza.
—Eso es realmente impresionante.
Pero Remus fue despertado repentinamente por un cacareo terriblemente ruidoso seguido por el sonido de una frambuesa echada a volar.
—¡ESTDIANTES FUERA DE SUS CAMAS! ¡SERÁ MEJOR QUE CORRAN SI NO QUIEREN QUE LOS MATEN! ¡AHAHAHAHA! —gritó Peeves el poltergeist mientras se asomaba sobre sus cabezas.
—¿Puede vernos? —Peter susurró, presa del pánico, los otros se encogieron de hombros, demasiado asustados para hablar.
—¡Es suficiente, Peeves! ¡Soy una prefecta! —alardeó la arrogante voz de Narcissa Black cuando se acercó por la esquina, deteniéndose justo en frente de su armadura —¡Ahora, vete antes de que traiga al Barón Sanguinario!
Peeves chilló de risa.
—¡Oh, señorita Prefecta perfecta! ¡Debo haberlo olvidado! —Se colgó al revés con el rostro tan cerca del de Narcissa que casi estaban chocando sus narices —¡Qué mal que el viejo Peevesie piense que sólo eres una mocosa! —Sirius tuvo que poner su mano sobre su boca para no reírse cuando su prima aplastó con rabia al poltergeist.
—¿Por qué tú pequeño…? ¡SE LO DIRÉ AL BARÓN! ¡Y A DUMBLEDORE! —Ella gritó fuerte mientras Peeves desaparecía con un fuerte pop. Tomando una respiración profunda y calmada, Narcissa sacudió su túnica y se acercó a la gran pared de piedra.
—Echis Carinatus —recitó, y la pared se movió, dejándole pasar.
—¡Vamos! —murmuró Sirius, y rápidamente se arrastraron justo antes de que la muralla volviera a cerrarse. La Sala Común de Slytherin no era nada como la de Gryffindor. Estando tan por debajo, no había luz excepto por la de unas antorchas que se colgaban en las paredes. Toda la habitación parecía ser de un verde sombrío, y cuando miraron hacia las ventanas pudieron ver por qué. La Sala Común estaba realmente debajo del oscuro lago. Parecía que todos los Sytherins estaban en sus camas, excepto por uno. En el sofá a un lado de la chimenea estaba sentado un larguirucho chico con el rostro oculto en un libro titulado Práctica de la Magia Negra: Hechizando y Maldiciendo a tus enemigos.
Narcissa se acercó al chico y le quitó el libro directo de sus manos.
—Ahora, Severus. Es mucho más allá de la hora de dormir. Ningún estudiante fuera de su cama.
Snape no se veía tan contento cuando se inclinó y alcanzó su libro de vuelta.
—Vete de aquí, Black. No podía dormir.
—Bien, ve hasta tu dormitorio y lee ahí. ¡Si Slughorn viene a revisar la Sala Común no quiero que parezca que no he hecho mi trabajo! —Se echó su cabello color plata sobre su hombro con aire de importancia.
—Oh, sí, no sería eso terrible —Snape arrastró las palaras. Aunque sí se puso de pie, y se dirigió a su dormitorio. Narcissa se tardó un poco más, caminando alrededor de la Sala Común y asegurándose de que todo estuviera en orden. James, Sirius, Remus y Peter contuvieron la respiración hasta que finalmente, Narcissa también se fue a la cama.
Los cuatro chicos dejaron escapar un suspiro de alivio, liberando el aire que habían estado llevando durante toda la noche.
Caminaron alrededor de la Sala Común lentamente, buscando el modo correcto de conseguir el complot maquiavélico de Sirius. Una vez que encontraron el baño de los chicos de Slytherin, entraron en silencio, Sirius sacó su varita y la apuntó a la cesta de champús que había sido dejada por los Elfos Domésticos.
—Pigmentum Rubrum e aurum.
—¿Qué hará eso? —preguntó Peter.
Sirius sólo sonrió.
—Vamos. Tenemos que salir de aquí. —Y sin decir otra palabra, se apresuraron para salir de las mazmorras y volver a la Torre de Gryffindor.
