Delineador de ojos —Año Tres


Lily, Marlene y Dorcas estaban amontonadas en un rincón de la sala común charlando animadamente sobre lo que parecía ser una caja de lujo.

—Es un tocadiscos —Remus le explicó a sus confundidos amigos sangre pura—. Es un aparato muggle que toca música. Lily debe haber descubierto la manera de hacerlo funcionar. Normalmente la tecnología muggle no funciona dentro de las murallas de Hogwarts. La magia hace que todo funcione menos firme.

Hubo un sonido de arañazos y otros estáticos y toda la sala común se quedó en silencio mientras esperaban para ver si las chicas habían tenido éxito.

¡Ayuda! necesito a alguien

¡Ayuda! no a cualquiera

¡Ayuda! sabes que necesito a alguien. ¡Ayuda!

La sala común aplaudió y las chicas chillaron de emoción en su realización. Sirius, que estaba tumbado en el sofá con la cabeza en la rodilla de Remus, se sentó mirando reflexivo.

—¿Esta es música muggle?

Remus se rio.

—Esto es La Música Muggle. The Beatles.

—¿Es toda la música muggle así? —preguntó James, igualmente intrigado.

—Claro que no. Hay distintos géneros y grupos. Tal y como en la música mágica. Aunque, personalmente creo que el rock muggle es de una manera mucho mejor que el rock mágico.

James y Sirius instantáneamente se obsesionaron. La mayor parte de su tiempo libre la dedicaron a examinar la colección de discos que ahora estaba siendo mantenida permanentemente en el baúl de la sala común. A mediados de octubre se sabían casi todas las canciones de The Beatles, Led Zeppelin y Pink Floyd. El favorito de Sirius, por el momento, era David Bowie.

La gente miraba el maquillaje en su rostro

Riéndose de su largo cabello negro, su gracia animal

El chico en los brillantes jeans azules

Saltó sobre el escenario

Y lady Stardust cantó su canción

De oscuridad y desgracia

Era luna llena, por lo que Remus estaba afuera y James y Peter habían tenido detención por hechizar a la Sra. Norris. Sirius se sentó en el piso de la sala común, con las piernas cruzadas y rodeado de discos.

—¡¿Bien, no es esta una vista extraña?!

Sirius alzó la vista y miró a Marlene de pie sobre él, sonriendo.

—¿Qué dices? —Él frunció el ceño. Marlene se encogió de hombros y se sentó a un lado de él.

—Sirius Black, solo y en silencio. —ella rio—. Sólo no pasa muy frecuente. ¿Dónde están tus amigos?

—James y Peter tienen detención y Remus… está visitando a su mamá. ¿Dónde están las tuyas?

—Lily está dando clases de pociones a los de primer año y Dorcas se escapó con Dylan Abbot.

—¡Abbot! —Las cejas de Sirius se alzaron.

Marlene canturreó.

—A ella le gusta. Y supongo que a él le gusta ella…

Ambos se quedaron en silencio y Sirius se ocupó de los discos una vez más. Sabía que eran adolescentes y que se suponía que debían empezar a tener interés entre ellos—James no ha parado de hablar del incremento de tamaño del pecho de Lily desde que regresaron a la escuela, y Sirius se estaría mintiendo si dijera que no había notado la manera en que las niñas se reían y se sonrojaban cuando lo veían acercarse por el pasillo. Pensar demasiado en eso hacia su cabeza girar un poco y en vez de eso, trató de enfocarse en la voz de David Bowie. Marlene se inclinó y tomó el álbum de Aladdin Sane desde sus manos.

—Sabes, como que amo que David Bowie use maquillaje. Es muy… "al diablo no le importa", ¿sabes?

—¿Así que ése es el tipo de tipos que te gusta, McKnickers? —dijo con una maliciosa sonrisa. Marlene lo empujó en broma.

—No tanto como Bowie. ¡Pero algunos tipos se ven bien! Muchas estrellas de rock usan delineador de ojos. —Sus ojos color avellana se iluminaron y jadeó —¡Sirius!

—¿Huh? —Parpadeó hacia ella y luego se alejó —¡Woah! ¡Joder, no! ¡No usaré maquillaje!

—¡Será divertido! ¡Nadie está cerca! Nadie siquiera lo sabrá…

—¡Yo lo sabré! ¡No me veré todo arregladito como alguna chica!

—¡No estarás todo arregladito como alguna chica! ¡Creo que te verías realmente bien! —Ella se movió un poco más cerca e hizo un puchero, agitando sus pestañas hacia él— ¿Por favor?

Los ojos de Sirius se fruncieron por un momento, pero suspiró derrotado.

—Bien.

Marlene chilló con una emoción de chica y saltó.

—¡Ya vuelvo! —Y se alejó a toda prisa.

Sirius consideró brevemente escaparse, pero genuinamente le gustaba Marlene, incluso si encontraba que ella y sus amigos eran insufriblemente molestas algunas veces. Pero por lo de que chicas era, Marlene estaba bien. Antes de que pudiera volver a sus sentidos, ella estaba de vuelta agarrando un pequeño bolso negro.

—Eso luce como mucho más que sólo delineador de ojos, McKinnon —dijo Sirius con cansancio mientras ella se sentaba nuevamente, cruzando sus piernas debajo de ella. Rebuscó en su bolso por un momento y sacó un largo, delgado lápiz negro.

—¿Listo?

—No —gruñó Sirius.

Marlene rodó los ojos.

—Sólo abre tus ojos, Black… Un poco más… un po…

—¡Eso es todo lo abierto que los puedo tener!

—¡Bien, bien! —Alzó el lápiz y se movió incluso más cerca por lo que él podía sentir su respiración en su cara— No te muevas —le advirtió.

—¡Continúa con eso! —Él apretó los dientes.

—¡Lo siento! —Ella se mordió el labio, tomando una respiración profunda. Sirius contuvo su respiración mientras ella llevaba el lápiz a su ojo. Los segundos parecieron horas y tenía que recordarse de no moverse cuando finalmente toco la parte inferior de su ojo. Era muy extraño, decidió. No doloroso, pero ciertamente no agradable y no podía evitar el molesto quejido que se escapó de su garganta.

—¡Oh, detente, Black! No es tan malo… Casi… Listo —Se sentó sobre sus talones y sonrió orgullosa.

Sirius se mordió el labio.

—Er… ¿Cómo se ve?

Marlene se sumergió de nuevo en su bolso, sacando un pequeño compacto de plata. Sirius saltó hacia atrás ligeramente.

—¿Qué es eso?

Ella se rio.

—Relájate. ¡Sólo es un espejo! —Lo abrió y lo giró para que se viera—. Es muy punk rock.

Sirius cuidadosamente tomó el espejo desde sus manos y lo sostuvo más cerca de su cara. Era muy sutil, pero la línea oscura definitivamente hacía sus ojos resaltar y él definitivamente se parecía a algunos de los artistas en la portada de los discos que tanto le habían gustado.

Ella asintió.

—Es…

Amor nuevo. Un chico y una chica están hablando

Palabras nuevas. Que sólo ellos pueden compartir

Palabras nuevas. Un amor tan fuerte que separa sus corazones

No estaba seguro de exactamente qué vino sobre él en el siguiente silencio, momentos incómodos. Pero de repente su voz parecía no estar funcionando sin ninguna instrucción de su cerebro y preguntó:

—Entonces Marlene… ¿Te gusta alguien?

Un tinte rosa repentinamente se apoderó del rostro de la chica y Sirius tuvo que admitirlo, era bastante linda. Si él había cerrado la distancia entre ellos o si ella había sido, no estaba muy seguro. Sus labios eran muy suave y olía como vainilla y especias… ¿Y qué demonios se suponía que debía hacer con sus manos? Oh, bien.

Tan rápido como comenzó, había acabado y los dos chicos de trece años se miraron fijamente mientras el disco rasgaba y terminaba.

Sirius abrió la boca para decir algo y estaba más aliviado que nunca en su vida cuando escuchó el distintivo sonido del portarretrato abrirse. Él y Marlene saltaron a separarse como si hubieran sido electrocutados cuando Lily apareció.

—Hey, Marls —ella le sonrió a su amiga y miró a Sirius con un ligero desdén—. Black.

—Evans —Sirius igualó su tono, pero mantuvo sus ojos abajo, esperando a que no notara que estaba usando delineador de ojos o la señal que sentía que seguramente tenía escrita en la frente que se leía "Acabo de besar a tu mejor amiga". Se paró de prisa.

—Buenas noches, Marlene. Er… Gracias. —Y corrió hasta el dormitorio.

Su rostro se sentía como si estuviera hirviendo mientras se desplomaba en la cama más cercana (la de Remus) y miraba fijamente el techo. Así que había besado a Marlene. Su primer beso tenía que pasar en algún momento, supuso, pero no esperaba que iba a sentir tanto pánico con eso. Se giró sobre su lado, abriendo el cajón de la mesita de noche de Remus y robando un pedazo del mejor chocolate de Honeydukes. ¿Era Marlene su novia ahora? ¿Era eso lo que ella estaba esperando? No estaba seguro de que le gustara la idea de ser el novio de alguien… Miró por la ventana, era muy tarde y estaba bastante cansado por todos los extraños eventos de la noche. Se preguntó por un momento por qué James y Peter no habían vuelto, pero se dio cuenta que debieron divertirse con algo y ese fue el último pensamiento consciente que tuvo.

Fue despertado muy repentinamente por un par de manos sacudiéndolo.

—¡Sirius, despierta!

—Joder, Potter… Estoy dormido.

—¡Bien entonces despierta de una maldita vez! ¡Descubrimos cómo escabullirnos en las cocinas! —James murmuró emocionado. Los ojos de Sirius se abrieron de golpe.

—¿Ustedes qué? ¿Cómo? —Se levantó, ligeramente desorientado cuando se dio cuenta que la cama en la que estaba no era la suya.

—Veníamos caminando de regreso de la detención y nosotros… —Peter se detuvo, mirando fijamente a Sirius confundido —Er… ¿Estás usando maquillaje?

James se echó a reír y tuvo que taparse la boca para no despertar a Frank. Sirius lo miró.

—Bowie usa maquillaje.

—Sí, pero Bowie es Bowie —dijo Peter, sonriendo de oreja a oreja—. Tú sólo eres tú.

—Bien, a McKinnon ciertamente parecía gustarle —dijo Sirius engreídamente—. ¡Justo antes de que nos besáramos!

Las risas se detuvieron abruptamente y los dos se quedaron boquiabierto mirando a Sirius con los ojos abiertos como platos.

¡Te besaste con McKinnon!

—Sí —Sirius se sentó un poco más erguido—. Y ella dijo, y cito "Es muy punk rock". Así que a menos que ustedes estén teniendo algo de acción, sugiero que cierren el pico sobre mis elecciones de estilo. Ahora, ¿estaban diciendo algo sobre las cocinas?

Aun cuando era cerca de las cuatro de la mañana, los chicos llevaron la capa de invisibilidad sobre sus cabezas y Sirius siguió a James y a Peter hacia abajo a las cocinas.

—¿Cosquillear la pera? —Sirius siseó, mirando a James —¿Qué demonios los hizo tratar con eso? —Preguntó una vez que estaban parados en frente de la gran pintura de un plato de frutas con aspecto ordinario.

—El lugar correcto al tiempo correcto —James se encogió de hombros—. Nos pasó que vimos a un elfo doméstico haciéndolo y lo seguimos —se levantó sobre las puntas de los pies y cosquilleó a la pera y la gran pintura se abrió.

Los elfos domésticos hormigueaban alrededor, encantados de servirles y felices de verlos. Mucho más felices que los elfos de la casa de Sirius alguna vez fueron. Les sirvieron pasteles y galletas y chocolate caliente y Sirius les sugirió a James y a Peter que llevaran un poco de vuelta al dormitorio para cuando Remus estuviera de vuelta.

—Me comí algunas de sus cosas de todos modos.

—Debes parar de robarle chocolate. Casi te estranguló la última vez —Peter le recordó.

—Es por eso que sugiero que lo reemplacemos —Sirius se defendió, envolviendo algunos pasteles en una servilleta y metiéndolas en el bolsillo. Su estadía fue corta, eran casi las cinco de la mañana, y adormecidos se despidieron y le agradecieron a los elfos domésticos una vez más antes de deslizarse debajo de la capa y comenzaron de vuelta a la torre de Gryffindor.

Estaban cerca de las escaleras cuando escucharon el clic de zapatos caminando a paso rápido y una mezcla de susurros.

—Minerva, ha perdido mucha sangre. Debe haber algo más que podamos hacer para ayudarlo.

—No hay mucho que podamos hacer, Poppy. Pobre pequeño. Todo lo que podemos hacer es hacerlo sentir cómodo y curarlo hasta que se recupere…

Sirius, James y Peter se metieron entre las sombras, conteniendo el aliento así no podrían ser escuchados mientras Madam Pomfrey y la Profesora McGonagall se apresuraron por el pasillo en dirección a la Enfermería seguidos por una figura que parecía como un estudiante flotando en una camilla invisible. El estudiante, se dieron cuenta inmediatamente, era Remus.

Se quedaron quietos y en silencio hasta que la jefa de su casa y la bruja enfermera se hubieran ido.

—Tenemos que seguirlo —Sirius suspiró urgentemente.

—Nunca nos dejarían verlo —Peter sacudió la cabeza.

—Tenemos que intentarlo. Es nuestro mejor amigo. Tenemos que ver que esté bien —dijo James, asintiéndole a Sirius de acuerdo. Se quitaron la capa y corrieron tan rápido como podían hasta la enfermería donde los tres comenzaron a golpear la puerta hasta que una sorprendida Madam Pomfrey vino y la abrió.

—¡Niños! ¡No hagan tanto ruido! ¡Tengo pacientes! ¿Pasó algo? ¿Está alguno de ustedes herido o enfermo?

—¡Tenemos que ver a Remus! —James insistió.

Los ojos de Madam Pomfrey se agrandaron y se veía nerviosa pero rápidamente se compuso.

—Lo siento, Señor Potter. No les puedo permitir verlo en este momento. Está bastante enfermo y…

—¡Pero sabemos que es un hombre lobo! —dijo Sirius.

Pomfrey lanzó un jadeo y miró alrededor asegurándose de que no había nadie más al alcance para oírlo.

—¡Señor Black! ¡Mantenga su voz baja! Ahora, no sé cómo ustedes, niños, saben sobre la condición del Señor Lupin, pero ya que lo hacen, asumo que están al tanto de por qué no puedo dejarlos verlo en este momento. Ahora, a menos que uno de ustedes se haya enfermado o esté herido, ¡debo pedirles que se retiren!

—No nos iremos —dijo Peter, valientemente. Pero cuando la Profesora McGonagall apareció por sobre el hombro de Pomfrey, la valentía se desvaneció ligeramente y se encogió detrás de James y Sirius.

—Chicos —dijo McGonagall tranquilamente—, ahora no es tiempo. No les voy a preguntar qué rayos están haciendo fuera de sus camas a esta hora, pero me gustaría que ustedes tres regresen a su dormitorio inmediatamente. Es casi el amanecer. Después del desayuno, asumiendo que Madam Pomfrey esté de acuerdo, pueden volver y visitar al Señor Lupin. ¿Quedó claro?

Los tres chicos se desanimaron ligeramente.

—Sí, Profesora —murmuraron, y se giraron para dirigirse a la torre de Gryffindor.

—¿Vieron lo pálido que estaba? —Peter susurró una vez que estuvieron de vuelta en el dormitorio.

—Pomfrey dijo que estaba empeorando —James murmuró miserablemente, subiéndose a su cama y dejando sus lentes sobre la mesita de noche.

Sirius tendido en su cama, mirando a la vacía de Remus y mordiéndose nerviosamente el labio.

—Tenemos que hacer algo.


N/T: Como se notará, también traduciré las letras de canciones porque tienen sentido con la historia.

La primera es "Help", de The Beatles y la segunda y tercera, "Lady Stardust" y "Soul Love", respectivamente, de David Bowie.