Que comience el juego —Año tres


—Alguien gira la botella, y en quien sea que caiga elige entre verdad o consecuencia. Si dicen verdad, tienen que responder cualquier pregunta honestamente. Si dicen consecuencia, tienen que hacer lo que sea que la otra persona le desafíe —Lily les explicó una vez que estaban todos sentados en un círculo alrededor de la botella.

Sirius mofó.

—¿Qué quieres decir con tienen que hacer? Es sólo un tonto juego muggle. No es como si la botella hubiera sido encantada para hacernos

—¿Quieres jugar o no, Black? —Lily le clavó una mirada impaciente.

Él resopló y se echó hacia atrás.

—Bien.

Lily giró primero. La botella paró en Marlene.

—¿Verdad o Consecuencia, Marls?

Marlene se tomó un breve momento de consideración antes de decidirse.

—Verdad.

Lily le dio una sonrisa maliciosa.

—¿Has besado a alguien?

Rápidamente, y probablemente desapercibido por las chicas, los ojos de Marlene y Sirius se encontraron del otro lado del círculo. La chica se sonrojó ligeramente y asintió.

—Sí, lo he hecho.

Comenzó bastante tonto. Peter fue desafiado por Mary a escribir un soneto de amor para la Profesora McGonagall que tenía que recitar al desayuno en la mañana.

—¿Si tuvieras que elegir otra casa en la que estar, ¿cuál sería? —Peter le preguntó a Remus cuando la botella cayó en él.

—Hufflepuff —dijo Remus, riendo para sí mismo—. Está más cerca de las cocinas.

—¡Desafío a Potter a darle un baile de regazo a Black!

—¿Qué tan grande son tus melones, Evans? ¡Ow! ¿Qué? ¡Dijiste que podíamos preguntar lo que fuera!

—Mary, te reto a hacer tu mejor imitación del Profesor Slughorn. —Y fue de hecho una gran imitación.

El juego continuó por un rato más, bueno pasó a tal punto de que comenzaron a estar sobrios. Mary giró y James eligió verdad.

—Muy bien… De verdad necesito saber —Mary rio—. ¿De qué hablan cuando le preguntan a Remus sobre su "Pequeño Problema Peludo"?

Remus sintió cada nervio de su cuerpo tensar, pero James no perdió un segundo antes de responder:

—Remus tiene un conejo que se porta horriblemente mal en su casa. Destruyó el jardín de su madre. ¿No es así, Rem?

Remus se rio cuando el alivio lo inundó.

—Sí, Cottonball es de verdad una pesadilla.

James giró y aterrizó en Marlene.

—Consecuencia.

—Te desafío a besar a una de las chicas —dijo James con una satisfactoria sonrisa.

Lily rodó los ojos.

—Muy maduro, Potter.

—¡Yo tuve que darle un baile de regazo a Sirius! —Argumentó James. Sirius le guiñó un ojo y le sopló un beso, ganando un duro golpe en su brazo.

Marlene sólo se encogió de hombros.

—Es justo, supongo- ¿Cualquiera de ellas?

James asintió con la cabeza, luciendo muy emocionado.

—Sí.

Todos estaban en silencio por un momento mientras Marlene parecía pensar en sus opciones, asegurándose de dar todo un espectáculo sobre su expresión reflexiva. James y Peter estaban prácticamente inclinados hasta enfrente en suspenso y Sirius estaba descansando contra la pierna del sofá. Brazos cruzados con un aire de entretención. Remus sólo miró, sintiéndose un poco incómodo con todo el asunto.

—Muy bien, Meadows. Levántate —Marlene bromeó, moviéndose sobre sus rodillas para encarar a su amiga.

—¡Oh, me siento halagada! —dijo nerviosa la chica más baja, abanicándose dramáticamente. Ambas se rieron antes de inclinarse y presionar sus labios juntos en un muy rápido y simple beso. Más risas fueron seguidas cuando se separaron y volvieron a sentarse.

—¿Feliz, Potter? —dijo Marlene.

James aún tenía los ojos bien abiertos, pero asintió.

—Sí, eso estuvo genial. Brillante. Repetición.

Marlene rodó los ojos.

—No en tu vida. Puedes recoger tus ojos del suelo. —Se inclinó hacia adelante y giró la botella. Cayó en Sirius y ella rio de una manera diabólica.

—Oh, excelente. ¿Verdad o consecuencia, Sirius?

—Oh, Marls, ¿por qué siquiera te molestas en preguntar? —La voz de Sirius era prácticamente un propio desafío.

—Muy bien. Es justo. Dos de nosotras nos besamos. Quiero verte besar a uno de los chicos entonces.

Todas las otras chicas asintieron y canturrearon de acuerdo y Sirius rio fuertemente.

—¿Eso es todo? ¿Ni siquiera puedes salir con algo creativo? —Sacudió la cabeza y chasqueó la lengua—. Estoy decepcionado, honestamente.

Sirius dejó escapar un dramático suspiro y se volvió hacia los otros tres Merodeadores. Remus se rio para sí mismo y se giró para mirar a James, queriendo ver la mirada de temor en el chico de gafas cuando fuera besado por su mejor amigo hombre. Pero entonces hubo unos dedos agarrando su barbilla, dirigiendo su rostro hacia arriba, y sólo con un segundo para ver el guiño que Sirius le dio, estaba siendo besado.

Remus estaba congelado. Sus ojos estuvieron abiertos y su cuerpo entero estaba rígido y el tiempo pareció detenerse completamente cuando sintió los cálidos labios de Sirius, ligeramente apartados y sabiendo fuertemente aun al whiskey de fuego, cubriendo los suyos.

Y entonces había acabado, tan rápido como había comenzado. Sirius se apartó y Remus podría haber jurado que la habitación estaba al menos diez grados más fría, aun cuando su rostro se sentía como si estuviera quemándose. Pestañó unas cuantas veces, mirando Sirius, cuyo rostro pareció tan confuso como él se sentía antes de que su usual sonrisa apareciera.

Sirius se giró hacia los otros.

—¿Ven? No es la gran cosa.

-o-o-o-o-o-

Remus no podía dormir. Seguía tocándose los labios.

Su primer beso no sólo había sido en un tonto juego, sino que había sido con uno de sus mejores amigos.

Su amigo hombre.

Y estaba relativamente seguro de que no lo había odiado.

Fue sólo un tonto juego muggle. Pensó desesperadamente. Estabas cansado y probablemente aún ebrio.

No podía entender qué había hecho que Sirius lo besara a él en vez de James. James era el mejor amigo de Sirius, y seguramente eso era lo que Marlene había originalmente planeado, para devolvérsela a James.

Lo estás pensando demasiado. Se dijo a sí mismo. Fue un juego. Un desafío. Sirius no hubiera hecho lo que todos esperaban. Estás bien. No eres… No eres gay o lo que sea.

Gruñó y se giró sobre su otro lado. Genial… Bastante malo ya siendo un hombre lobo. Ahora posiblemente seas un hombre lobo gay. ¿No puedes ser sólo un poquito normal?

Hubo un suave click, el sonido de la puerta del dormitorio siendo cerrada, pasos y un crujido como si alguien hubiese pasado por encima de la tabla suelta junto a la cama de Sirius. Los pasos se detuvieron y Remus mantuvo la respiración. Las cortinas de su propia cama se abrieron y sintió la cama hundirse cuando el peso de otra persona se añadía.

—¿Remus, estás despierto?

Sólo finge estar dormido.

—Puedo notar que lo estás fingiendo —dijo Sirius tranquilamente.

Remus exhaló lentamente.

—¿Entonces para qué preguntaste?

—No sé. Parecía ser lo correcto. —Se apretujó para estar a un lado de Remus.

Remus bufó.

—¿Lo correcto no sería ir a tu propia cama? Debe ser casi el amanecer… —Se giró para encarar al otro chico— ¿Estás recién acostándote? Todos los demás vinieron hace años.

—Sí —Sirius se apoyó sobre su lado—. Lo siento. Yo… Estaba hablando con McKin… Marlene… —Aun en la oscuridad, Remus podía ver que el rostro de Sirius parecía un poco afligido—. Le pedí que fuera mi novia.

Un incómodo silencio cayó entre ellos. Remus sintió en su estómago algo parecido como si acabaran de golpearlo. Se aclaró la garganta.

—Oh… Er… Felicidades, ¿supongo?

—Sí —Sirius comenzó a tirar un hilo de la manta—. Quiero decir, tiene sentido, ¿verdad? ¿Marlene y yo?

Remus suspiró.

—No lo sé, Sirius. ¿Tú sientes que tiene sentido? Te gusta, ¿verdad? —Golpeó la mano de Sirius —Detente, vas a desenmarañar toda la maldita cosa.

Sirius gruñó y se dejó caer sobre su espalda.

—Sí, me gusta. Mejor que cualquier otra chica, supongo. Y la besé aquella vez y estuvo bien.

Remus lo miró. No estaba seguro de qué quería decirle Sirius. ¿Estaba esperando una aprobación? ¿Estaba esperando a que alguien le dijera que era una idea estúpida y que las niñas aún tenían piojos o algo así?

—¿Por qué estás aquí, Sirius?

—¿Qué quieres decir?

—Quiero decir, ¿por qué estás en mi cama a las cuatro de la mañana preguntándome si deberías o no salir con Marlene McKinnon? —Hubo una ligera amargura en la voz de Remus. No sabía de dónde vino o por qué no podía evitarlo.

Sirius hizo un sonido extraño en su garganta.

—Yo… No lo sé… Siempre hemos venido hacia el otro en la noche para charlar. —Frunció el ceño—. ¿Estás molesto conmigo, Moony?

. Quiso decir Remus, aun cuando no entendía del todo por qué tendría cualquier razón para estarlo. Pero suspiró y sacudió la cabeza.

—No, Sirius. Por supuesto que no —pausó—. Yo… Yo sólo creo que estamos un poco grande para entrar en la cama del otro en la noche. ¿No lo crees?

Sirius no dijo nada, pero tampoco se movió.

Remus se mordió el labio.

—Sólo digo… Tenemos catorce. Estamos terminando nuestro tercer año… Tú tienes una novia —la palabra parecía extraña al decirla—. ¿No deberíamos estar durmiendo en nuestras propias camas?

Después de un largo y agonizante momento, Sirius se levantó.

Sí —dijo tranquilamente—. Probablemente tengas razón —se puso de pie—. Buenas noches, Remus.