Me acabo de dar cuenta —Año Cuatro
A James Potter le gustaba pensar en sí mismo como un, relativamente, buen juez sobre personas.
Eran raros los momentos en los que conoció a alguien y no pudo notar inmediatamente si se llevaría bien o no con esa persona. Por ejemplo, independientemente de las cosas que se escuchaba sobre la familia Black, le había tomado menos de un viaje en tren a la escuela para dejar todo de lado y convertirse en amigo con Sirius. Él y Sirius se hicieron muy cercanos rápidamente, la gente prontamente pensaría que eran hermanos en vez de Sirius y Regulus.
Del mismo modo, el descubrimiento de que Remus Lupin era un hombre lobo nunca cambió la opinión de James sobre su amigo. Remus seguía siendo Remus. Era una de la persona más amable, más justa e hilarantemente sarcástica que James había conocido. Sin mencionar que era un maldito genio cuando se trataba de travesuras y descubrir los tecnicismos en las normas para salirse con la suya en dichas travesuras. El hecho de que Remus, por causas ajenas a las propias, se convirtiera en una bestia sanguinaria una vez al mes no cambiaba nada de eso, así qué, ¿por qué debería afectar la amistad de James con él?
Mucha gente era rápida al momento de juzgar a Peter también. Sólo porque no era tan carismático como Sirius o James o tan ingenioso y simpático como Remus, los otros estudiantes parecían descartar al más pequeño y rechoncho chico. James se había llevado bien con Peter casi tan rápidamente como se llevó con Sirius, aunque tal vez no con tanta fuerza.
Peter era siempre el primero en lanzar una idea para una travesura, no importa qué tan pequeña o simple podía ser, pero a menudo tenía la bola girando por los otros chicos, para hacer algo más grande y mejor a partir de eso. A Peter tampoco le importaba echarse la culpa y tener detención, especialmente si James tenía un gran juego, Remus necesitaba descansar o Sirius estaba teniendo un tiempo particularmente difícil con su familia y no podía permitirse otra carta de su casa. Peter era un gran amigo y James no lo reconsideró ni una sola vez.
Sí, James siempre podía notar cuándo iba a disfrutar de verdad de la presencia de otra persona en su vida.
También podía notar cuándo de verdad iba a detestar a alguien de manera sincera y profunda.
James Potter odiaba a Severus Snape desde el momento en que sus ojos se posaron en los del otro, y el sentimiento era definitivamente mutuo.
Por supuesto, James y Sirius (y por extensión, Peter y Remus) intentaban ser igual de oportunistas cuando se trataba de elegir al blanco con sus, generalmente inofensivos, sino un poco humillantes, bromas. Tal vez le hicieron un pequeño favor a los Slytherins, pero ¿quién podía culparlos a ellos? Usualmente era algún tipo de represalia por algo que alguno de los familiares de Sirius había dicho o hecho, o si habían visto o escuchado acerca de algún Slytherin acosando a otra persona. Les gustaba pensar en eso como el papel del karma.
Pero James no podía negar que tenía una emoción adicional en las travesuras que tenían a Snape como blanco, y no podía determinar exactamente por qué. El chico de cabello grasiento simplemente irradiaba algo oscuro. Sirius le había contado a James acerca del encuentro que había tenido a finales del tercer año con Severus y Avery, y esa no había sido la primera vez que el nombre de Severus se había unido a una historia de comportamiento sospechoso. Además, no era más que una simple molestia.
Aunque lo que de verdad confundía a James era por qué Lily Evans estaba tan determinada en defender al canalla.
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—¡James Potter, eres una completa y absoluta verruga de sapo! —Lily apenas había aparecido por el retrato antes de que hubiese visto al chico y a sus amigos. En segundos había cruzado la habitación, varita en alto y apuntando a James, quien alzó ambas manos, rendido.
—¡Por Merlin, Evans! —James dio un paso hacia atrás, casi chocando con la mesa en donde Remus y Peter habían estado jugando gobstones, aunque el juego estaba en una pausa temporal mientras estaban sentados y se encontraban en shock ante el estallido.
—¿Qué demonios te hice?
—No te hagas el estúpido, Potter —Lily apretó los dientes—. Acabo de volver de la enfermería. Hechizaste a Severus, ¡de nuevo! Está cubierto de pies a cabeza con forúnculos. ¿Cuál es tu problema?
Detrás de ella escuchó a Sirius bufar con una risa en el sofá donde él y Marlene habían estado debatiendo de si el nuevo álbum de David Bowie era mejor o no que el último disco. Lily giró su varita hacia Black.
—No creas que no sé que fuiste parte de esto también.
Sirius se acercó ligeramente un poco más a su novia, mirando a Lily con cierta aprensión. Lily se volvió a James.
—¿Has considerado alguna vez que tal vez tuvimos una razón para hechizar a ese cretino? —James se defendió molesto—. ¡Él y sus amigos son todos parte de ese pequeño culto de Slytherins que han estado tomando a nacidos muggles! ¡Que, si recuerdas correctamente, tú eres! Lo intentaría contigo también si no tuviera ese pequeño enamoramiento extraño contigo. Así que, ¿qué, Evans? ¿Sólo vas a seguir defendiéndolo hasta que finalmente te ataque a ti también?
La mirada de Lily vaciló por un momento, pero se volvió dos veces más feroz. Sin embargo, bajó la varita.
—Severus no te ha hecho nada a ti o a cualquier otra persona. Es mi amigo.
James sacudió la cabeza hacia la chica con total incredulidad.
—Sólo sigue pensando eso, Evans. Tú sabes que sus amigos son una especie podrida.
Lily dejó salir un suspiro en frustración y salió enojada hacia el dormitorio de chicas.
—¡Hey, Evans! —James le gritó. Ella se detuvo y miró sobre su hombro. James sonrió—. Eres bastante sexy cuando estás enojada.
Esquivó por poco el hechizo que Lily le lanzó antes de subir las escaleras con pisadas fuertes y golpear la puerta del dormitorio.
Poco a poco el resto de la sala común regresó a sus propios asuntos.
—Probablemente debería ir y ayudarla a calmarla. —Marlene se levantó, mirando casi disculpándose con James mientras se excusaba y seguía a su amiga. James tomó su lugar en el sofá al lado de Sirius.
—Está completamente loca —dijo, pasándose una mano por el pelo. Sirius no levantó la vista de la revista de rock muggle que él y Marlene habían estado ojeando, pero asintió, abriendo los ojos ligeramente, de acuerdo.
—Sí hechizaste a su mejor amigo —comentó Remus ligeramente cuando jugaba su turno en su juego con Peter—. ¿Qué hizo exactamente Severus para que hicieran eso?
James se encogió de hombros, cruzándose de brazos y descansando contra el respaldo del sofá.
—Estoy seguro de que encontraré una razón.
Remus suspiró y sacudió su cabeza, pero no negó la demanda de James tampoco.
Sirius rio mientras pasaba la página de su revista.
—Entonces, cuando ella dijo que forúnculos por todo su cuerpo… ¿ella quiso decir… todo? ¿Así como el culo y todo?
James sonrió.
—Ve a lo grande o vete a casa. ¿No es esa tu regla Sirius?
—Eres mi héroe, amigo. En serio.
James volvió su mirada hacia Sirius y lo observó por un momento. Sirius no parecía darse cuenta, demasiado cautivado con lo que estaba mirando en las páginas de su revista muggle.
—Hey, Sirius, había querido preguntarte… ¿Tú y McKinnon aún…? Ya sabes… ¿Son un algo?
Remus y Peter levantaron la vista de su juego, también curiosos. Habían pasado semanas desde el inicio del semestre y Marlene no había expresado su preocupación por el hecho de que su novio no se había puesto en contacto con ella durante el verano ni una sola vez. Parecía que la pareja simplemente había decidido pasarlo por alto, pero tampoco parecían tan ansiosos por correr a buscar un lugar para besarse como lo habían estado haciendo el año pasado.
—¿Hmm? —Sirius murmuró distraído— Er, sí. Por supuesto. —Finalmente alzó la vista y se encontró con los ojos de James—. ¿Por qué preguntas?
James sacudió la cabeza.
—Por nada.
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Sirius estaba intentando ver el lado positivo.
Marlene había sido muy flexible por su falta de correspondencia. De hecho, nunca habían discutido por eso.
Había dejado de tener los sueños extraños también, lo que él supuso era bueno. Pero aún no se sentía de la manera que pensaba debía sentirse con su novia.
Ninguno de los dos había iniciado mucho contacto físico desde su regreso a la escuela tampoco. Sólo pasaban el rato y hablaban de música mientras Marlene probaba distintos tipos de estilos de delineación de ojos en Sirius e intentaba convencerlo de que los chicos podían usar esmalte de uñas, lo que eventualmente Sirius cedió con la estricta regla de que sólo le permitiría pintárselas de negro.
En ocasiones esto llevaría a algunos besos y a perder el tiempo, pero se había hecho más y más escaso con el pasar del tiempo.
Fue en una fresca tarde a comienzos de octubre que los dos estaban en las gradas, viendo la práctica del equipo de Quidditch de Gryffindor que Marlene se volvió a él, soltando un gran suspiro.
—Tengo que hablarte de algo. —Parecía nerviosa.
—Marls, ya te dije que no pienso menos de ti por pensar que Jimmy Page es mejor guitarrista que Brian May. Tienes derecho a tener tu opinión equivocada —sonrió.
—No, no es sobre eso —sonrió un poco y sacudió la cabeza—. Aunque de verdad creo que estás completamente loco por pensar de esa manera, pero… No importa. Eso… No es eso de lo que te quiero hablar.
Sirius la miró, sintiendo su estómago apretarse de la ansiedad.
—¿Es por lo del verano? Sé que no hablamos de esto, pero yo…
—Sirius, soy lesbiana.
Sirius se atragantó.
—¿Qué tú eres qué?
Marlene respiró hondo y exhaló lentamente.
—Conocí a una chica mientras estaba de vacaciones en Australia con mi familia. —Suspiró y se sentó en el banco detrás de ella—. Y una cosa llevó a la otra y yo sólo… Me di cuenta. —Sus azules ojos miraron hacia arriba culpablemente—. Debí decir algo antes, pero quería estar segura y… Bueno, ¿me odias?
La boca de Sirius se abrió y se cerró varias veces, incapaz de que su voz formara ningún tipo de palabra de verdad por un momento. Finalmente se dejó caer en el banco a su lado.
—Eso es estúpido, Marlene.
—¿Perdón?
Sirius rodó los ojos hacia ella.
—Que te odiaría, idiota. —La vio relajarse. Los dos estuvieron en silencio por un rato, observando a los jugadores en sus escobas—. Entonces… ¿Te gustó… la amaste o algo? —preguntó.
Ella sacudió la cabeza.
—No, no fue nada como eso. —Su mano se deslizó sobre él cuando miró a Dorcas volar, saludándoles por un momento al pasar. Sirius escuchó la respiración detenerse.
—Oh —dijo en silencio.
—Sí —Marlene exhaló. Descansó la cabeza sobre su hombro—. No estoy… lista para que nadie lo sepa. Pero quería decírtelo.
Presionó sus labios en su cabeza y miraron el resto de la práctica en silencio, sintiéndose más cómodos cerca del otro de lo que habían estado alguna vez.
Una vez terminado, Marlene fue de vuelta al castillo y Sirius bajó a esperar a James en los casilleros de los chicos. Estaba pensando en lo que Marlene había dicho, sobre darse cuenta repentinamente.
Recordó el día de verano que él, James y Peter se escabulleron en el estudio del Sr. Potter y robaron una revista para adultos. James y Peter habían estado en completo asombro. Sirius había comentado de la manera que creyó que debía; esos pechos de la bruja, el culo de la otra, e insinuaciones tontas sobre la "varita"… Pero honestamente no podía importarle menos.
Pensó en todas las veces que había besado a Marlene.
Y qué diferente se había sentido cuando había besado a Remus durante Verdad o Consecuencia.
Pensó en aquellos sueños.
Pensó que probablemente debía dejar de pensar.
Admitir que podía ser gay era una cosa, pero no estaba seguro de que pudiera soportar la idea de que podía tener un enamoramiento con uno de sus amigos más cercanos.
Después de todo, Remus había sido el único chico al que había besado, aun cuando había sido sólo un reto.
Así que probablemente era una manera predeterminada automática de pensar en él así.
¿Cierto?
