Quidditch y pociones
Por fin llegó Noviembre, que trajo un terrible frío y el tan esperado día de Halloween. El castillo se llenó de murciélagos, calabazas, telarañas... Lily estaba encantada.
Durante el desayuno llegó el correo. Cientos de lechuzas dejaron caer cartas y paquetes entre los alumnos. Lily leyó entusiasmada la carta que le había enviado su tutor junto con un lindo camafeo, Alfred se mostraba muy satisfecho con los progresos de su protegida.
- ¿Y los chicos? -.
- Han vuelto ya a la Sala Común, querían preparar unos disfraces para esta noche – respondió Thea.
- No me fío un pelo de ellos – dijo Lily – Esos cuatro juntos son un peligro público. ¿Vienes a la Sala Común?, Fletcher me prometió enseñarme a jugar al ajedrez mágico -.
- Será divertido ver como te destroza –.
Cuando las niñas atravesaron el retrato de la señora gorda se toparon con un pintoresco panorama. Toda la sala estaba llena de chispas multicolores y de gente corriendo de un lado a otro.
- A alguien se le ha ido la mano con las bengalas del doctor Filibuster – opinó Thea, mientras ella y Lily se arrastraban de camino a su dormitorio.
Bajo una de las mesas, Sirius y James jugaban a las cartas, Remus leía un cómic y Peter no perdía ojo a las explosiones fuera del refugio.
- Hola, ¿qué ha pasado? – saludó Lily.
- Morley le ha tirado a Fletcher un vaso de agua por no sé qué cosa, el problema es que el agua ha caído sobre la caja de bengalas de Longbottom – explicó Sirius – Hace media hora que están explotando -.
- Bueno, nosotras vamos a nuestro cuarto, ya bajaremos cuando la cosa se calme – dijo Thea.
Las dos niñas siguieron su camino y no pudieron ver las perversas expresiones de sus compañeros.
- Cuatro, tres, dos, uno... -.
El grito histérico procedente de las habitaciones de las chicas se impuso al de las bengalas. Los cuatro niños rieron y chocaron sus manos, mientras Hooch y Morley subían alarmadas a ver que sucedía.
- ¡Son unos sádicos!, ¡casi nos matan del susto! – chillaba Althea, de vuelta en la Sala Común.
Lily estaba en tal estado de shock que lo único que hizo fue desplomarse en un sillón.
- ¿Qué ha pasado? – preguntó McDonald, uno de los chicos de 5º.
- La típica broma de Halloween, la ilusión que se activa al abrir una puerta – explicó Hooch y clavó sus ojos dorados en los de 1º – Aunque a los autores se les ha ido un poco la mano con el bicho ilusorio -.
- No sabíamos que les afectaría tanto – se defendió Remus.
- Haberlo pensado antes – le recriminó Thea.
- Evans está ida del todo -. James le estaba pasando la mano por delante de la cara y la pelirroja no reaccionaba – Pues sí que es delicada -.
Un fuego verde se encendió en las profundidades de los ojos de Lily y, antes que Potter supiera qué pasaba, ella le apuntaba con la varita.
- Propello remotus -.
El hechizo envió al niño al otro lado de la sala como si una raqueta de tenis gigante le hubiera golpeado.
- Menos mal que es delicada – comentó Sirius.
Lisa y Peter se aseguraron que James no se había roto nada y le ayudaron a sentarse en otro sillón. La pelirroja y el niño de revuelto pelo negro se dedicaron sendas e incisivas miradas de odio.
- Troll -.
- Bubotuberculo -.
- ¡Bueno, ya vale! – les interrumpió Hooch.
Longbottom apareció en ese momento y enarcó ambas cejas al ver el panorama de la Sala Común.
- ¿Esto es la Casa de Gryffindor o me he metido en una guarida de duendes sin darme cuenta? -.
Lisa le explicó a grandes rasgos lo sucedido.
- Fletcher, Morley, Potter, Evans, Pettigrew y Lupin, recoged este destrozo antes que McGonagall nos haga una visita y a mí se me caiga el pelo -.
Algarabía y protestas.
- Recoged, y no quiero quejas – repitió el prefecto – Este fin de semana me tocará comprar más bengalas en Hogsmeade -.
- ¿Para qué necesitas tantas? – se interesó McDonald.
- Porque vamos a ganar a Slytherin en el partido dentro de dos semanas – sonrió él.
Una vez terminó de limpiar su parte, Lily subió al dormitorio y se sentó en su cama con las cortinas echadas. Althea se quedó en la Sala Común, sabía que era mejor no molestar a su amiga las raras ocasiones que se enojaba.
Cuando se calmó un poco, Lily sacó de un hueco entre la cama y la pared su diario y descargó en él su enfado, todo a base de frases como "Potter subnormal", "Potter cerebro de medusa", "Potter excremento de troll".
Horas después, durante la cena en el Gran Comedor, James se sentó lo más lejos posible de Lily y ella lo agradeció; lo que menos deseaba era ponerse a chillar con Potter delante de todo el colegio. A parte de eso, fue una noche muy divertida. Comida en abundancia, sorpresas de Halloween, música y las chanzas de sus compañeros de Gryffindor.
A la hora de ir a dormir, después que Longbottom tuviera algunos problemas para despejar las Sala Común de rezagados, todos ya estaban pensando en el próximo gran evento: el partido Slytherin-Gryffindor.
Durante las siguientes semanas, la agitación producida por el inminente choque leones-serpientes fue en crescendo; el ambiente estaba tan tenso que los profesores tenían que estar pendientes en todo momento de evitar los combates en mitad de los recreos. La señora Pomfrey había atendido ya una veintena de maldiciones entre los alumnos.
El día del partido Lily se levantó temprano. Se puso ropa de abrigo, salió en silencio de la habitación y bajó a la sala común.
Se sorprendió al ver entrar por el retrato a Frank, ataviado con la túnica de quidditch, acompañado de un macilento Remus. Aquella era la segunda vez que su compañero se había ausentado del colegio, la primera vez les dijo que su madre estaba enferma.
- Hola – saludó la pelirroja.
- Ah, ¿qué tal Evans? – sonrió el prefecto.
- Dispuesta a animaros hasta quedarme afónica -.
- Así me gusta... bueno Lupin, te dejo porque Lance quiere echarnos la charla antes del partido -.
- Gracias y suerte – le deseó el niño.
- ¿Cómo está tu mamá? – preguntó dulcemente Lily.
Remus esbozó una cansada sonrisa.
- Bien, aunque me temo que tendré que irme cada cierto tiempo a visitarla -.
- ¿Qué es eso? -.
Lily levantó la manga de su compañero y descubrió un vendaje.
- Nada, un pequeño accidente – explicó con cierta incomodidad.
- ¡Remsie! -.
James, Sirius y Peter se abalanzaron sobre su amigo y le acribillaron a preguntas, aunque salió mejor librado que de la incisiva Lily.
- ¿Vienes a desayunar con nosotros Evans? – inquirió Sirius – Creo que las chicas aún no se levantan, quedan un par de horas para el partido y no tienen prisa -.
- Por supuesto – accedió ella, tras echarle un fugaz vistazo a James.
No había mucha gente en las mesas del comedor, no obstante se sentían los nervios previos al encuentro.
- Aún recuerdo nuestra primera clase de vuelo – rió Sirius – Tú también, ¿verdad, Lily? -.
Ella le sacó la lengua.
- Al contrario que "otros", en mi vida había subido a una escoba voladora -.
- Sí, suerte que aterrizaste en el Lago y no te fracturaste nada – apuntó Peter – Aunque no sé hasta que punto es aconsejable un baño a 10ºC -.
- Ja, ja, me parto – gruñó la pelirroja.
- No hables tanto Pete, que tú acabaste estrellado contra las hiedras detrás de los invernaderos – replicó Sirius.
- Mirad quien llega -.
A la mesa de Slytherin, tras la breve y habitual mirada de desprecio hacia los gryffindors, se sentaron Lucius y sus amigos ataviados ya con las túnicas verdes de quidditch. Lily frunció el ceño al descubrir a Snape hablando entusiastamente con Malfoy.
- Voy a borrarle esa cara de presumido inaguantable – dijo Sirius, sacando disimuladamente su varita.
- No, Sirius, nos meterás en problemas – protestó Peter – Deja que les machaquen en el partido -.
- No se darán cuenta y quiero probar ese hechizo que nos enseñó Flitwick -.
Lily miró aprensiva a la mesa de profesores, no había nadie. Aún así no pudo evitar presentir que algo muy malo iba a ocurrir.
- Black, a la de tres – le apoyó James.
Entre los dos hicieron levitar un tazón de gachas y lo guiaron hasta que flotó sobre Malfoy... y lo volcaron. Por supuesto los slytherins clavaron sus ojos cargados de odio sobre la mesa de Gryffindor. Lily podía sentir aquellas miradas atravesando su espalda y Remus, sentado a su lado, tenía una expresión de espanto en sus ojos color miel pero aferraba con fuerza su varita.
- ¿Esto es vuestro? -.
El tazón cayó con un golpe seco sobre la mesa, Lily apenas se atrevió a voltearse para encarar a Malfoy.
- Puede – replicó Sirius con más seguridad de la que en realidad sentía.
- Ríete, pequeño excremento de babosa, pero esto no quedará así -.
Cuando los slytherins se marcharon, Lily recordó que debía respirar.
- La próxima vez que se os ocurra jugaros el cuello o algo más contra esas serpientes esperad a que me vaya – bramó la pelirroja.
- No ha sido para tanto – procuró quitarle importancia James.
- He aprendido unas cuantas cosas en Hogwarts, Potter, y una es que si azuzas a una serpiente ésta te morderá; se vengarán, y no será divertido -.
- Agorera -.
- Yo al menos no soy un niño mimado que necesita lucirse para ser feliz -.
- ¿Qué os parece si vamos al campo? – sugirió Peter, alarmado por el cariz que estaba tomando la conversación.
- Será lo mejor – convino Sirius.
Los chicos dejaron a la pelirroja a solas con su desayuno a medio acabar. Poco después apareció Althea.
- ¿Algo interesante? – preguntó al ver la expresión ominosa de su amiga.
- ¿Interesante?, digamos que nuestro tontos compañeros de 1º se han enemistado a muerte con Malfoy, le han tirado las gachas por la cabeza -.
- Lástima habérmelo perdido... esto, sí, han hecho mal, pero ¿no me digas que no ha debido ser genial? -.
Lily gruñó y se marchó enfundándose en su capa.
Hacía un frío horroroso. Lily se arrebujó en la capa y ciñó bien su bufanda. Había buscado un buen sitio en las gradas y acabó sentada junto a Laura Carthweel, una cordial ravenclaw de 5º.
- ¿Tu primer partido de quidditch? -.
- Sí – asintió la pelirroja, frotando sus manos enguantadas – Se me va a caer la nariz a trozos del frío -.
- Eso es hasta que empiece el encuentro – sonrió Laura - ¿Y tus compañeros? -.
- Haciendo el idiota -.
El público bramó en cuanto el primer jugador pisó el campo de juego. Lily reconoció a Frank y a la chica albina llamada Hooch.
- El capitán es Lance Mercury, cazador, el rubio con cara de ir a un combate. El moreno es Charles Johnson, cazador, igual que Maggie Boot. Frank es golpeador junto con Andrew Bell. El guardián es Thomas McDonald. Y, su mejor arma, Anne Hooch, la buscadora-halcón -.
También salieron los de Slytherin, abucheados por las otras tres Casas. Lily reconoció a Malfoy, era golpeador; sin duda disfrutaba mucho arrollando a sus adversarios o intentando matarlos con las bludgers.
El profesor de vuelo haría de árbitro; se plantó entre los dos capitanes, liberó las pelotas. El sonido del silbato y la puesta en juego de la quaffle dieron comienzo al partido.
Lily apenas era capaz de distinguir lo que sucedía, sólo veía borrones verdes y rojos pasando ante sus ojos. La narración del comentarista ayudaba un poco, así como las explicaciones de Laura. Comenzó a gritar, contagiada del entusiasmo del público, y aplaudía cada vez que su equipo marcaba en los aros.
- ¡Animal!, ¡eso es falta! – chilló Laura, asustada cuando Frank tuvo que apelar a toda su agilidad para no ser derribado de su escoba por un slytherin.
De repente, Hooch cayó en picado esquivando jugadores, bludgers y arbitro incluido, el buscador de las serpientes intentó seguirla pero fue golpeado por una bludger bien dirigida por Bell. A escasos metros del suelo, Hooch remontó el vuelo realizando un vertiginoso rizo al tiempo que extendía una mano.
- Se va a matar – dijo Lily, medio tapándose los ojos, dividida entre el impulso de mirar y el de no hacerlo.
- No... ¡sí! –.
El grito de júbilo fue compartido por las tres cuartas partes del estadio. Una pequeña esfera dorada brillaba en la mano de la buscadora de Gryffindor.
Laura había desaparecido de las gradas cuando Lily se giró para hablarle. Un tanto apenada, también ella fue a felicitar a los ganadores. Desde su corta estatura, alcanzaba a ver como Hooch era llevada a hombros hacia el castillo por el resto del equipo y como la muchedumbre les seguía.
En mitad del jolgorio, alguien se detuvo junto a Lily.
- ¿Te han olvidado, Evans? -.
- No, Severus – replicó ella a la irónica expresión del slytherin.
- Ah, entonces ¿qué haces sola? -.
- Yo podría hacerte la misma pregunta -.
- Malfoy está insoportable, igual que el resto del equipo, mi Casa no es un lugar agradable donde pasar las próximas horas – rezongó con expresión hosca.
Lily sonrió.
- Bueno, con la fiesta que organizarán en mi Casa no va a haber quien duerma... además Potter es insoportable con o sin partido -.
- Igual que Malfoy, pero últimamente ha descubierto que es útil ser mi "amigo" y he obtenido ciertos privilegios – comentó Snape – Ven, esperemos allí escondidos a que se marchen todos -.
Se ocultaron entre las maderas que componían la estructura del estadio.
- Tienes aspecto de haber sufrido un hechizo de congelación – añadió el niño, una vez estuvieron a cubierto.
- Soy algo friolera -.
- ¿Qué ha hecho Potter para enfadarte? – preguntó Severus, mientras enseñaba a Lily como crear un fuego mágico portátil.
- El idiota; es un malcriado, el típico niño rico insoportable que cree que el mundo gira a su alrededor -.
Severus sonrió, sinceramente complacido con las palabras de su compañera.
- ¿Quieres vengarte de lo que sea que te haya hecho? -.
- ¿Qué tienes en mente? -.
Durante unos instantes los ojos del slytherin se iluminaron con una chispa de malignidad.
- Puedo preparar una poción... no pongas esa cara Evans, no voy a envenenarle, sólo es una sencilla venganza como lo que suelen hacer Longbottom y Malfoy para incordiarse -.
- Ah, entonces vale, ¿qué haría la poción? -.
Severus se lo explicó y Lily estalló en carcajadas.
- Tú dame la poción y yo me encargaré de ponerla en su desayuno – prometió la pelirroja.
- Creo que mañana será un día interesante -.
Lily terminaba de trenzar su pelo cuando una furibunda Althea se plantó ante ella, sus ojos amatista echando chispas.
- ¿Qué? -.
- ¿Cómo que "qu"?, ¿dónde te metiste ayer? – interrogó la niña morena desesperada.
- Tenía asuntos que atender – sonrió Lily y cogió su mochila – Te veo en el comedor -.
- ¡Lily! -.
Pasó por la Sala Común a toda velocidad, apenas diciendo un sonriente "hola" a Remus y Sirius.
- ¿Y a esa qué le ha dado ahora? – preguntó Black.
- Ni idea -.
En el pasillo indicado encontró a Snape. Él le entregó una pequeña redoma llena de un líquido amarillento.
- En el zumo de calabaza no se notará, ¿sabe a algo? – dijo Lily.
- No, ya me he encargado de eso – sonrió Severus, perversamente.
Radiante, Lily entró en el comedor. Thea y la pandilla de Potter ya estaban desayunando y le saludaron a excepción del niño con gafas.
- El correo – señaló Peter.
Varios centenares de lechuzas de los más diversos colores y tamaños irrumpieron en el Gran Comedor. Aprovechando que todos miraban hacia arriba, Lily vertió la poción en la copa de James, justo antes que una lechuza plateada se posara frente a ella.
- Hola Silver – saludó la niña y le dio algunos trozos de su comida a cambio de las cartas - ¡Qué bien!, tengo correo de mis padres y de Alfred -.
Sus compañeros también tenían cartas de sus familias, incluso Remus que había llegado ayer y, para deleite de todos, sacó dulces de un paquete que portaban cuatro lechuzas.
- ¿Acaso es tu cumpleaños? – inquirió Sirius, aceptando un trozo de chocolate.
- No – sonrió Remus – Es mi padre, cree que debe animarme -.
- ¿Por lo de tu madre?, tienes mucha suerte con tu familia, se nota que te quieren mucho – dijo Thea.
- ¡¡¡James!!! – chilló Peter.
Muchos alumnos de otras Casas se volvieron para ver que sucedía en la mesa Gryffindor... y estallaron en unas carcajadas incontenibles.
- ¿Qué pasa? – preguntó James, molesto.
- Tu... cabeza – dijo Sirius, medio sofocado por la risa.
A Lily ya le dolía la tripa de tanto reír y Thea se limpiaba las lagrimas producidas por el ataque de hilaridad. Una ravenclaw le prestó un espejo al compungido James y éste no pudo evitar rebuznar.
- ¿¡Qué le ha pasado a mi cabeza!? -.
- Yo creo que está muy bien, ahora refleja perfectamente lo que eres... un asno – gorjeó Lily.
- ¡Esto es obra tuya, Evans! -.
La niña rió con más fuerza, no podía evitarlo, ¿quién permanecería impasible ante un burrito con gafas y el ceño fruncido?.
- Vamos James, no digas tonterías, pero si a Lily se le da tan mal pociones como volar con escoba -.
- Gracias Black -.
- De nada Evans -.
- Yo apostaría por aquellos -. Remus señaló a los ufanos slytherins con un gesto de su cabeza castaña. – Es su venganza por lo de las gachas -.
- Señor Potter -.
Todos miraron alarmados a la profesora McGonagall.
- ¿Puede explicarme su cambio de aspecto? -.
- No profesora, alguien habrá echado algo en mi desayuno – respondió James.
- Vaya a la enfermería -.
- Sí, profesora McGonagall -.
- Los demás a sus clases o llegarán tarde -. La orden iba dirigida a todos los alumnos del comedor.
Los gryffindors de 1º fueron a los invernaderos comentando el suceso. Althea apartó un poco a Lily de los demás.
- Has sido tú, puedo verlo por ese brillo en tus ojos, siempre están así cuando algo te sale bien -.
La pelirroja sólo sonrió más ampliamente.
- ¡Lo sabía! – exclamó Thea, victoriosa.
- ¿Qué sabías? -.
- Largo Black, conversación de chicas – gruñó Thea.
Él puso los ojos en blanco y se reunió con Pettigrew y Lupin.
- Dime Lily, ¿quién te hizo la poción? -.
- Juras no decírselo a nadie -.
- Lo juro, eres mi mejor amiga, sabes que puedes confiar en mí -.
- Severus -.
Hasta el profesor Mazzard miró extrañado a Thea tras grito que dio.
