Las clases prosiguieron su curso con algún incidente que otro de por medio, por otro lado, algo completamente normal en un colegio lleno de magos y brujas entre 11 y 18 años, y es que las hormonas son las hormonas. La nieve cubrió los terrenos de Hogwarts y el lago se habría helado de no ser por las actividades del calamar gigante.
Aprovechando la clase de Hª de la Magia, Lily empezó a escribir las cartas para sus padres y Alfred. Al estar en el colegio no podría ir a comprar los regalos de Navidad, así que ella misma los había hecho. Para sus padres había preparado un álbum de fotos mágicas, estarían encantados. Alfred era más difícil por ser mago, por suerte Hagrid era muy simpático con todos los niños y le había conseguido, a saber cómo, una hermosa pluma de colores azules y añiles.
- ¿Vas a apuntarte? -.
- ¿A qué? -. Lily miró interrogante a Althea, mientras ambas iban de camino a Transformaciones.
- A veces creo que no vives en nuestra misma dimensión – suspiró la chica griega – Quería saber si te vas a quedar en Hogwarts por Navidad o qué harás -.
- Aún no me he decidido; por un lado tengo muchas ganas de ver a mi familia, pero también siento curiosidad por pasar una Navidad como bruja -.
- Yo me voy con mis padres a Grecia, este año toca pasar las vacaciones con la familia de mi madre, mi tío Héctor tiene siete hijos y siempre me lo paso en grande con ellos -.
- Intenta enviarme algo de tu patria griega – sonrió Lily.
Buscaron asiento en el aula y se pusieron a hablar con Susan de Hufflepuff, habían hecho muy buenas migas con ella.
- Parece que hay una competición para ver quien tiene las vacaciones más espectaculares – les contó la risueña rubia – Yo me voy a casa con mi familia y me doy por satisfecha -.
- Igual que yo – asintió Lily.
De repente, Sirius se sentó junto a Susan y preguntó.
- ¿Y vosotras qué haréis por Navidad? -.
- Yo voy a Delfos, ella con su familia y Lily no se decide todavía entre Hogwarts o su casa – respondió Thea - ¿Y tú, Black? -.
- Mi padre tiene un congreso de Astronomía en los Alpes, así que aprovecharemos para estar por allí esquiando y por algún balneario -. No parecía muy feliz con la perspectiva.
- ¿Y los demás? -.
- Pete anda contando que se va a Canadá a no sé qué, seguro que sólo lo dice por llamar la atención, y Remsie me ha dicho que pasa la Navidad en familia, supongo que por lo de su madre – se encogió de hombros – James no ha querido decírmelo, anda bastante malhumorado -.
La entrada de McGonagall le impidió a Lily interrogar más a fondo a Sirius.
- Estoy congelada, en serio, a la próxima que tenga oportunidad le pido a Dumbledore que ordene poner estufas en las mazmorras -.
Althea sólo rió ante el comentario de su amiga.
- No te burles, ¿por qué tenemos que dar pociones allí abajo?, ¿acaso no hay más aulas? -.
- Hay pociones bastante peligrosas, Lily, y allí abajo es más fácil contener reacciones fuera de control -.
Ambas sonrieron a Remus tras su explicación y él se sonrojó.
- Eres adorable, Lupin – aseveró Thea – No como los idiotas de tus compañeros -.
- Gracias por los elogios Willow -.
Black y Pettigrew se pusieron a su altura.
- ¿Os venís a jugar un rato con la nieve antes de cenar? – les propuso Peter.
- Salimos de la nevera de pociones y ya os estáis largando a sufrir más frío, estáis chalados – dijo Lily – Además, ¿dónde os habéis dejado a vuestro querido líder? -.
- ¿James?, ni idea, últimamente es más enigmático que una esfinge – respondió Sirius – Bueno, ¿os venís?, el ejercicio te hará bien Evans -.
- Venga Lily, vamos con ellos, tanto estudiar ya me produce claustrofobia -.
- Vale – cedió la pelirroja.
Bajaron las escaleras del recibidor principal y salieron al nevado terreno frente al castillo. Pasaron un rato enzarzados en una alegre guerra de bolas de nieve. En ese momento Peter pareció recordar algo.
- Oye -.
- ¿Qué pasa Peter? – inquirió Lily, ayudando a Remus con la cabeza de un muñeco de nieve.
- ¿Qué es una nevera? -.
Mojados, helados y agotados fueron a la torre para darse una ducha y cambiarse antes de cenar. Entraron por el retrato riendo, Sirius le había quitado a Thea su bufanda y ésta trataba infructuosamente de recuperarla.
- Vamos Willow, salta, salta -. El chico la provocaba hablándole como si fuera un perrito.
- ¡¡¡Black!!! -.
Remus y Peter estaban doblados por la risa. Lily reparó entonces en un pie que asomaba por detrás de uno de los sillones, alguien estaba tumbado y no quería que le vieran.
Thea recuperó su bufanda y subió furibunda al dormitorio, los tres niños hicieron otro tanto dejando a Lily sola en la Sala Común.
- ¿Potter? -.
El niño estaba echado de lado en el sillón, las llamas de la chimenea se reflejaban en las gafas ocultando sus ojos.
- ¿Qué quieres, Evans? -.
A pesar de todas las desavenencias que habían tenido, Lily era demasiado buena persona como para no dejarse afectar por la tristeza de un compañero.
- Nada en especial, quizás saber por qué cierto chico no ha bajado a jugar con sus mejores amigos -.
- No te importa -.
- Sí me importa, sino no hubiera preguntado -.
- Pues no te metas donde no te llaman -.
- Como quieras, cabeza asno – bramó Lily, exasperada.
Dio la espalda al sillón y subió a cambiarse para la cena. Cuando Thea y ella pasaron de camino al comedor, James había desaparecido.
Quedaban un par de días de clases y los alumnos veían como sus profesores les hacían su particular regalo navideño, un montón de deberes.
- Un monográfico sobre los sistemas de ocultamiento y contención mágicos de las reservas destinadas a animales mágicos peligrosos, creo que a este paso sí que me quedo en el colegio – suspiró Lily – No puedo hacer este trabajo en casa, mucho menos siendo para Frost -.
- No seas catastrofista; vamos a ver las listas de los que se quedan, a lo mejor eso te ayuda a decidir – replicó Thea.
Junto a las escaleras de la entrada, en la pared, había cuatro pergaminos, uno por cada Casa con subdivisiones para los cursos.
Thea le dio un codazo y llamó su atención sobre la lista de Slytherin, Snape se quedaba en el colegio. Lily le devolvió el codazo a su amiga, malhumorada. Siguieron curioseando entre los nombres hasta llegar a Gryffindor. Lily dio un respingo.
- Acabo de saber por qué Potter está tan desagradable, le han dejado solo por Navidad -.
En efecto, en la Casa de los Leones sólo se quedaban algunos de los mayores, para preparar los TIMOs, y James.
- Deberíamos decírselo a esos tres que se hacen llamar sus amigos – comentó Thea.
Después que Lily añadió su nombre a la lista, las dos niñas se encaminaron al Gran Comedor; el cielo presentaba unas nubes plomizas anunciando más nieve.
- Chicos -.
Remus, Sirius y Peter levantaron sus cabezas de la comida que estaban devorando.
- Ya sabemos porque Potter se parece últimamente a Nick Casi-decapitado – dijo Althea.
- ¿Qué le ocurre? – interrogó Remus.
La explicación les cayó como un balde de agua fría a los tres niños.
- Es idiota, ¿por qué no nos dijo nada? – saltó Sirius.
- No lo sé Black, pero podríais preguntárselo -.
Dejaron a sus compañeras comiendo y ellos tres salieron disparados a la Sala Común. Al pasar por el retrato casi se llevan por delante a Fletcher.
- ¡Hey!, ¿dónde está el dragón? -.
- Mundungus, ¿has visto a Potter? – le preguntó Peter.
- Ha subido a los dormitorios, no tenía buena cara -.
- Gracias -.
Subieron las escaleras y entraron en el cuarto de 1º Año. Las cortinas de la cama de James estaban cerradas.
- ¿James? – inquirió Remus.
- Vamos James, sabemos que estás ahí – dijo Sirius.
- Evans y Willow nos han contado que te quedas en el colegio – apostilló Peter.
Silencio.
- ¿Por qué has sido tan estúpido de no decirnos nada? – siguió el muchacho moreno - ¡Al carajo con los Alpes!, yo me quedo en Hogwarts -.
- Yo también – asintió Peter.
- Yo no puedo – se disculpó Remus – Pero me gustaría, seguro que os lo pasáis en grande -.
Más silencio.
- ¡¡¡Potter!!! -.
- ¿Qué? -.
Los tres niños se giraron sobresaltados, James acababa de entrar en el cuarto y les miraba desconcertado.
- ¿Se puede saber qué os pasa?, ni que hubieseis visto un basilisco -.
- Llevamos un buen rato hablando con tu cortina – explicó Lupin, apenas conteniendo la risa.
- ¿Con mi cortina? -. James enarcó las cejas y sus gafas se resbalaron ligeramente hacia abajo.
- Olvídalo – intervino Sirius – Veníamos a decirte que nos quedamos contigo en Hogwarts; Peter y yo, Remus no puede -.
- Nos tendrías que haber avisado que te quedabas aquí solo – le secundó el regordete chiquillo.
- Sí, seguro -. James puso voz ñoña – "Chicos, quedaos porque no me apetece estar solo por Navidad"... vamos, no seáis tontos, vosotros teníais vuestros planes y no iba a ser yo quien los arruinara -.
- ¿Arruinarlos?, pero si llevo dos semanas intentando buscar una buena excusa para librarme de las vacaciones con mis padres – replicó Sirius – No tenéis ni idea de lo insufrible que es a veces mi madre, y mi padre estará desaparecido en el congreso por lo que me tocaría soportarla a mí durante catorce días -.
James les dedicó una amplia sonrisa.
- Gracias, me alegra saber que cuento con tan grandes amigos -.
- Al final se nos pondrá sentimental, ¿no, Jamie? -. Sirius le pasó el brazo por el cuello y le estrujó despiadadamente, al tiempo que le desordenaba aún más el pelo.
- ¡Black suelta!... ¡y no me llames "Jamie"! -.
Potter se liberó de la tenaza y cogió una de las almohadas para vengarse. Sin embargo, fue Peter quien recibió el almohadazo cuando Sirius se apartó. Pettigrew respondió a la agresión, pero le dio a Sirius. Remus estalló en carcajadas y recibió el impacto de tres almohadas. Al final los cuatro acabaron enzarzados en una pelea de almohadazos, llenos de plumas y riendo hasta la extenuación.
En cuanto terminaron las clases el colegio quedó prácticamente vacío. Lily miraba el techo del Gran Comedor, fuera nevaba, gruesos copos blancos como las esponjitas de malvavisco que flotaban en su chocolate. Bebió de su taza, dejando que el chocolate le calentase el cuerpo.
- Buenos días, Evans -.
- Ah, hola Potter -.
Aún se notaba una ligera tensión entre ellos.
- Bien, chocolate -. El niño se sirvió un buen tazón y bizcocho. – Lástima que no esté Remus -.
- ¿Y Sirius y Peter? -.
- Los he dejado peleándose por ver quien entraba antes al baño – sonrió divertido.
Sólo siete lechuzas entraron volando con el correo. Lily y James premiaron a sus aves con dulces y luego pasaron a atender su correspondencia; él había recibido el número mensual de una revista sobre quidditch, ella carta de sus padres.
Poco después llegaban los amigos de James. El redondo rostro de Peter conservaba rastros de risas, sin embargo Sirius se frotaba la cabeza con aire malhumorado.
- ¿Qué ha pasado? – preguntó Potter.
- ¿¡Que qué ha pasado!?, yo te diré lo que ha pasado, que voy a matar a la lechuza de mis padres –. Black se sirvió bruscamente el chocolate y un bollo – Ha entrado en la habitación y ha dejado caer el correo sobre mi cabeza, seguro que mi madre le ordenó que lo hiciera -.
- Pues no le veo la gravedad – opinó Lily.
- ¿Y si te dijera que me han mandado un libro que necesitaba?, la Guía de Parques Mágicos Mundiales -.
- ¿Ese libro que abulta como cuatro ladrillos? – inquirió James.
Sirius asintió con un gruñido.
- Pensé que le había matado del golpe – sonrió Peter – Luego se puso a chillar y a perseguir a la lechuza por el cuarto, moviendo los brazos así, y casi se mata de verdad por las escaleras al ir tras ella -.
- Lastima no haberlo visto -.
- Gracias por tu compasión, Jamie -.
- No me llames así -. James le tiró a su amigo un trozo de bizcocho.
Lily vio el destelló en los ojos azules de Sirius y le sujetó la mano.
- Ni se te ocurra, no me apetece perder puntos por Navidad -.
- Aguafiestas – gruñó él y se comió el cruasán mojado en chocolate que había estado a punto de arrojar.
- Hola niños -.
Los cuatro miraron sorprendidos al director, ni siquiera le habían visto acercarse.
- Hola profesor Dumbledore -.
- He estado preguntando por ahí y, como somos tan pocos en el colegio, me parece que estaría bien compartir los almuerzos en la misma mesa – sonrió tras su larga barba blanca – Sobre todo la cena de Navidad -.
- ¿Alumnos y profesores? -.
- Sí, ¿le resulta un inconveniente, señor Black? -.
- No... pero será raro -.
- Eso lo hará más divertido... por cierto, permitidme que os dé un consejo, arrojarse nieve resulta más entretenido que emprenderla a "bollazos" -. Se quedó pensativo unos instantes – Aunque prefiero los bollos a las piedras, una vez me invitaron a un pueblo de Escocia donde el deporte tradicional era liarse a pedradas, la jaqueca me duró varios días -.
- Gracias por el consejo, profesor – replicó Lily, mientras sus compañeros evitaban reírse.
Dumbledore fue a la mesa de Ravenclaw.
- Está medio loco pero me encanta tenerle como director – opinó James.
- No sé si lo está tanto, os recuerdo que se ha dado cuenta de lo que Sirius iba a hacer con el cruasán – señaló Lily.
- Yo voto por hacer lo que nos ha sugerido, salir a jugar un rato – dijo Peter.
- ¿Vienes con nosotros, Evans? -.
- No, gracias -.
Los niños se marcharon y Lily cogió algunos dulces más para comerlos después. Sus pasos la llevaron hasta una de las muchas aulas vacías, encendió un pequeño fuego mágico para no congelarse y aguardó sentada en una de las mesas. La puerta se abrió y la niña sonrió al recién llegado.
- Hola Severus, ¿lo has traído? -.
- No soy idiota, Evans -. El slytherin depositó al lado de Lily un tablero de ajedrez y la caja con las piezas. - ¿Sabes jugar? -.
- Es como el ajedrez muggle, no se me da mal del todo -.
Snape la escrutó dos segundos y dijo.
- Coge las blancas -.
La noche de Navidad fue inolvidable para Lily. Profesores y alumnos, casi treinta personas, disfrutaron de una magnífica cena, no faltaba de nada y había algunos platos que eran desconocidos para los muggles. También hubo grandes sorpresas. A Snape le tocó una peluca que cambiaba de color según su estado de ánimo, Dumbledore tuvo que obligarle a ponérsela, y Peter casi se ahoga con la moneda que venía en uno de los postres. Hagrid y el profesor Mazzard habían hecho entre los dos unos sombreros de juncos trenzados, con la particularidad de incluir unas flores bastante escandalosas que no cesaban de cantar villancicos.
Ya de madrugada, cuando se levantaron para ir a dormir, Peeves hizo su aparición estelar y los llenó a todos de nieve. Lily casi estrangula a James cuando le metió un trozo de hielo por el cuello de la túnica.
- Bueno, suficiente ustedes dos, a dormir – intervino McGonagall.
- Ey, mirad -.
Todos alzaron la vista hacia donde apuntaba el chico de Hufflepuff. Una solitaria lechuza descendió y se dejó caer exhausta en las manos de Dumbledore. El director cogió la carta y permitió que Hagrid se ocupase del animalito. Una desacostumbrada expresión de preocupación oscureció su rostro.
- ¿Ocurre algo, Albus? – interrogó McGonagall.
- No es nada Minerva, ya conoces a los del Ministerio – esbozó una sonrisa para calmar a los alumnos – Chicos, hora de ir a dormir, ¡hop, hop, hop!, venga -.
Longbottom se encargó de llevarse a los pequeños Gryffindor. Lily escuchaba cuchichear a los mayores detrás de ellos, algo fuera de lo normal sucedía.
- Frank -. Lily tiró de la túnica del prefecto.
- Dime -.
- ¿Qué pasa? -.
- Nada, el Ministerio de Magia suele consultar al profesor Dumbledore sobre determinados asuntos; tú no lo sabes por ser de familia muggle, pero el director recibió la oferta de convertirse en primer ministro -.
- ¿Y dijo que no? -. Los ojos verdes se abrieron por la sorpresa.
- Exacto, rechazó el puesto... ornitorrinco -.
El retrato de la señora gorda se abrió y los gryffindors se fueron derechos a los dormitorios.
- No me lo trago -.
Peter y Sirius dirigieron una mirada interrogante a su amigo. James estaba cruzado de piernas sobre la cama, sin las gafas y con el ceño fruncido.
- Algo grave ha sucedido -.
- Es posible – concedió Sirius, poniéndose el pijama – Pero no creo que Dumbledore te lo vaya a contar -.
Peter ya estaba roncando y Sirius siguió su ejemplo, arrebujándose bajo las mantas. James permaneció sentado unos instantes más, con los ojos puestos del otro lado de la ventana. Algo en su interior le decía que las noticias que había recibido Dumbledore no eran las típicas tonterías del Ministerio.
- ¡Los regalos! -.
El grito de Peter despertó de un sobresalto a sus compañeros de habitación.
- Pete, son las siete de la mañana – dijo Sirius, tentado de arrojarle el despertador.
James buscó sus gafas y salió a regañadientes de la cama. Un escalofrío le hizo echar mano de la bata.
- Vamos Sirius, veamos los regalos y luego duermes otro rato -.
Peter les mostró la colección de comics regalo de sus padres.
- Adoro a mi abuelo – dijo Sirius al desenvolver lo que parecía una caja de música. Abrió la tapa y tocó uno de los pequeños cristales del interior.
- ¿Qué es ese griterío?, parece una banshee enloquecida – protestó James.
- Eh, ni se te ocurra volver a decir eso de Led Zeppelín, es mi grupo muggle de música rock favorito -.
- Vale, pero ciérralo – dijo Peter.
- ¿Y a ti Potter?, ¿qué te han traído? -.
James abrió un sobre y casi se le caen las gafas al ver su contenido. Sirius leyó por encima del hombro de su compañero.
- Vale de compra en el Emporio de la Escoba Voladora. Canjeable por una... ¡Nimbus 1001!, ¡acaban de sacarlas y ya te han comprado una! -.
- Eso sí que es un regalo – afirmó Peter.
- Creo que se me va a hacer eterno lo que queda hasta las vacaciones de verano, me muero por probarla -. Con un suspiro de resignación, James guardó el vale en su baúl.
- Mirad, Lily y Thea nos han enviado un regalo – dijo Sirius – Chucherías... hay un poco de todo -.
- James, ¿por qué pones esa cara?, parece que hubieras comido algo en mal estado -.
La verdad es que Peter había descrito bastante bien la expresión de su amigo. Sin mediar palabra, James salió corriendo del cuarto, bajó las escaleras y entró en la Sala Común. Fue cuando se escuchó un penetrante grito procedente de las habitaciones femeninas.
- Demasiado tarde -.
- ¿Demasiado tarde para qué? – preguntó Peter que, junto con Sirius, había ido en pos de su amigo.
- Creo que James no le ha regalado a Lily algo muy agradable – apuntó Black con una sonrisa maliciosa.
En esos instantes, la niña pelirroja estaba subida a una de las camas y miraba con auténtico pavor al ejército de bichos variados que habían salido del paquete. Algunas de las chicas mayores aparecieron para rescatarla y hacer desaparecer a los intrusos.
- Gracias -.
- No ha sido nada – dijo Wendy – Tienes unos amigos muy bromistas -.
- Esto ha sido idea de James, y me las va a pagar -.
Todos los gryffindor se reunieron en la Sala Común para desayunar juntos y mostrarse los regalos.
- ¿Qué te han regalado, Lily? – le preguntó el prefecto. Longbottom lucía una nueva túnica de quidditch.
- Mis padres un león de peluche y ropa; Thea me envió este brazalete; mi tutor esto -. La niña le mostró la figurita de un pegaso que se movía como si fuera real, incluso volaba de una de sus manos a la otra. - ¿A que es lindo? -.
El chico sonrió y le invitó a sentarse junto a él en una de las mesas para desayunar. A la que pasaba, Lily dedicó una mirada desdeñosa a Potter y sus amigos. James se encogió de hombros y bebió de su copa.
La explosión sobresaltó a todos los gryffindors, pero las risas no se hicieron esperar ante el espectáculo. James, con la copa aún en la mano, tenía ahora toda la cara naranja y medio carbonizada además de todos los pelos de punta.
- ¿Cómo ha conseguido echarte una bengala en la copa? – interrogó Sirius.
- Ni idea – gruñó su amigo.
- Con el hechizo levitador – explicó McDonald, ofreciendo una servilleta al humillado muchacho – Esa niña es realmente hábil con la varita -.
Desde la otra mesa, Lily saludó a James con una pícara y satisfecha sonrisa.
- ¡Por las barbas de Merlín! -.
Los presentes miraron alarmados a una de las chicas de 7º, tenía el periódico entre las manos y los ojos desorbitados.
- ¿Qué sucede? -. Longbottom leyó por encima del hombro de su compañera y palideció - ¡Pero qué...! -.
- Eh, tíos, leedlo en voz alta, que los demás también queremos enterarnos – protestó McDonald.
- Al parecer se ha producido un asesinato, en Yorkshire, una familia entera de magos... -.
- Pero esto no puede ser cierto, han tenido que inventárselo -.
- ¿El qué, Frank? – inquirió Wendy.
- Por lo que hemos podido averiguar, en medio de todos los intentos del Ministerio por silenciar los hechos, los seis integrantes de la familia no presentaban ni una sola herida... esto nos lleva a sospechar que se ha hecho uso de una de las maldiciones prohibidas, la conocida como "maldición asesina" -.
Los rostros de los demás estudiantes se contrajeron. Wendy se llevó una mano a la boca, ahogando un grito.
- ¿Saben quién ha podido hacerlo? – preguntó Sirius.
- No dicen nada al respecto – respondió la chica de 7º.
- Seguro que esto tiene que ver con la carta que el profesor Dumbledore recibió durante la cena de Navidad – apuntó James.
- Es posible – reconoció Longbottom – Hacía años que no se tenía noticia de algo parecido, como mucho aparece alguien muerto después de un duelo particularmente violento, pero ¿una familia entera? -.
Cada cual se centró en su desayuno, las conversaciones girando en torno a la noticia.
- Frank -.
- ¿Qué quieres Lily? -.
- ¿Me puedes explicar qué es eso de las "maldiciones prohibidas"? -.
- Ah, claro, al ser de familia muggle no lo sabes – sonrió afable y le explicó las tres maldiciones.
- ¿Avada Kedavra?, ¿pronuncias esas palabras y ya? -. Lily se estremeció, le horrorizaba pensar que entre los magos la gente se matase de una manera tan parecida a los muggles, con varitas en lugar de pistolas.
- No debí contártelo, si esta noche tienes pesadillas me sentiré culpable -. El prefecto se pasó una mano por el ensortijado cabello.
- No tendré pesadillas – sonrió Lily – Estamos en Hogwarts y no tengo miedo... sólo me preocupa la próxima jugarreta que esté preparando el idiota de Potter -.
- Menos mal que sois compañeros, no quiero ni pensar si fuerais de Casas rivales -.
Lily removió con aire distraído su taza. A saber qué venganza estaría ideando ya Potter.
Lo que ella no podía prever era que pronto las iras de sus compañeros de curso encontraría otra cabeza sobre la que descargar sus trastadas.-----------------------------------------------------------------------
N. de A: Siento la tardanza, mi vida es una caos desde hace meses y no he podido dedicarme a la escritura tanto como quisiera. ;_;
Gracias a todos los que me habéis dejado reviews, prometo contestarlos todos en el próximo capi, apenas tengo tiempo de publicar este. Espero que os guste.
Hasta pronto. ^^
