El Mapa del Merodeador - Año cuatro
—¿ Sirius, pararías con eso? Me estás poniendo nervioso —Peter le suplicó al otro chico, por la que pareció ser la décima vez esa tarde. Sirius estaba paseando hacia un lado a otro en la Sala Común, lo que se había vuelto un tipo de hábito desde que habían vuelto de sus vacaciones de Navidad, hacía un mes atrás. No hablaría de lo que le había pasado en casa, pero sus amigos habían concluido que su reunión con su familia no había ido del todo bien, y se veía más desesperado que nunca por la llamar la atención de su hermano.
—Estoy aburrido —reclamó Sirius, aún moviéndose—. ¿Podemos escabullirnos en los dormitorios de Slytherin y...?
—Sirius, no —Remus, quien estaba sentado en una de las sillas demasiado rellenas a un lado de la chimenea, ni siquiera alzó la vista del documento que estaba editando de Peter—. Tenemos tarea. Tú tienes tarea.
—Que se joda la tarea. La haré justo antes de la clase y aun así me ira bien. Ya sé todo. —Hacia un lado y a otro. Era impresionante que no hubiera formado un hoyo en la alfombra. Remus alzó la vista hacia él y sacudió la cabeza antes de encontrarse con los ojos de James. James se encogió de hombros.
Remus soltó un suspiro y palmeó su pierna.
—Siéntate, Padfoot.
Sirius detuvo su paseo, para el alivio de Peter, y tomó un segundo para considerar su siguiente movimiento. Cedió y se sentó en el suelo frente a Remus, cuya mano instintivamente comenzó a acariciar el largo y oscuro cabello, tan pronto como la cabeza del otro chico descansó sobre su rodilla.
—Sólo dame una hora y luego encontraremos una manera para lidiar con tu aburrimiento, ¿está bien?
James bufó.
—¿Lo harás, Moony?
Los ojos de Sirius se abrieron de golpe y miró fijo, pero Remus no pareció enterarse de nada de eso mientras continuaba leyendo el ensayo de DCLAO de Peter. James le dio a Sirius una mirada de complicidad y volvió a su propio trabajo, pero mantuvo la sonrisa en su rostro.
Mierda. Mierda. Mierda. Mierda. Mierda.
Sirius se levantó abruptamente.
—Me voy a caminar.
—Voy contigo —dijo James animado, bajando su pluma y poniéndose de pie también.
Remus frunció el ceño.
—¿No puede esperar? —Cuidadosamente bajó el documento y los miró— Ya casi terminamos de todas formas...
—Además, si quieren hacerle una broma a los Slytherins con tantas ganas, deberían planearlo bien primero —Peter suplicó con una insinuación en la voz—. No podemos tener detención esta semana, si saben...
—Sabemos lo que quieres decir —dijo de golpe Sirius, y Peter se hundió un poco en su asiento.
—Bien entonces, hora de sacar al perro a pasear. Vamos, Padfoot. —James tomó a Sirius por el codo lo sacó de la Sala Común—. ¿Cuál es el problema? —preguntó una vez que el retrato se cerró detrás de ellos. Ambas manos de Sirius fueron a la cabeza y pasó sus dedos por el cabello, apoyándose contra la helada muralla, con sus ojos cerrados y exhalando lentamente
—Tienes razón, ¿de acuerdo?
—¿Sobre qué? Tiendo a tener razón en muchas cosas.
—¡Tú sabes qué!
James suspiró.
—Sí, amigo... Lo sé. Entonces, ¿qué vas a hacer?
Sirius se rio y sacudió la cabeza.
—¿Qué voy a hacer? ¡No voy a hacer nada! ¿Qué? Se supone que sólo camine hacia él, todo casual, como "oye, Moony, lindo clima el que tenemos. ¿Tiene las notas de Aritmancia? Por cierto, ¡estoy enamorado de ti!" Brillante, Potter. En serio.
—Seguro, ¿por qué no?
—¿Por qué no? ¿POR QUÉ NO? ¡Lo arruinaría todo! —Sirius era consciente de estaba gritando, pero no podía parar. Tenía lágrimas que amenazaban con deslizarse fuera de sus ojos, pero se negaba a que eso pasase—. James, si se lo digo y él no se siente de la misma manera, lo que definitivamente no hace, hará las cosas... raras... ¡Y entonces están Los Merodeadores, amigo!
James se quitó los lentes y se apretó el puente de la nariz.
—¿Pero qué pasa si sí se siente de la misma manera que tú? Y solamente es tan testarudo y no se da cuenta como tú porque, los dos son ridículamente tercos y, no sé, masoquista o algo y...
—No lo hace, Prongs —la voz de Sirius era tranquila y amarga.
—¿Pero cómo sabes...?
—¡Porque no debería! ¡Nadie debería! ¡No soy lo suficientemente bueno para él! Para nadie, la verdad, pero especialmente no para alguien tan bueno y agradable como él y... Y él... —Se secó las lágrimas de los ojos con furia— Merece a alguien mejor que yo. Lo arruinaré. Lo arruino todo, joder.
James estaba tranquilo, viendo a Sirius tener su colapso. Después de unos momentos, suspiró fuertemente.
—¿Terminaste de sentir pena contigo mismo?
Sirius parpadeó hacia él.
—Uh... Yo... Yo creo que sí...
Sorbió por la nariz, apartando la mirada, incluso sabiendo que James podía ver que había estado llorando.
—Bien. Porque honestamente, Sirius, todo eso es basura. —James sacudió la cabeza y se paró a un lado de él, apoyándose contra la pared también—. Sé que te sientes un poco perdido ahora con lo que sea que haya pasado entre tú y Regulus en las vacaciones, pero eso no significa que eres una persona terrible que no merece que la quieran. Yo te quiero, completo idiota. —Le dio un ligero codazo al otro chico, ganándose una pequeña risa de él—. Y también Peter... Y Remus lo hace también. Mucho. Y si tú solamente...
—Mira. De verdad no estoy listo, ¿está bien? Sólo quiero que esto desaparezca. No quiero arruinarlo todo.
—¿Y cómo planeas que desaparezca, Sirius? —preguntó James exasperado— ¿Encerrándote con cualquier chico en el armario de escobas cuando crees que nadie está viendo?
Sirius se mordió el labio, respirando temblorosamente.
—¿Cómo sabes eso?
Lentamente, una sonrisa se formó en el rostro de James.
—Mientras tú has estado besándote con Davies en el armario, puede que yo haya estado remediando el mapa.
o-o-o-o-o
—Funciona —jadeó Sirius— ¡De verdad funciona!
Los cuatro se acurrucaron en la cama de James con el mapa frente a ellos. Pequeños puntos etiquetados con los nombres de los estudiantes, profesores y personal, moviéndose por el dibujo del colegio.
—No puedo creerlo... —murmuró Remus, con los ojos bien abiertos mientras miraba su obra maestra. Todo el esfuerzo que habían hecho, hechizos y ecuaciones y tiempo... Y aquí estaba—. Es increíble.
—No está terminado aún —advirtió James—. No nos emocionemos. Aún necesitamos trabajar en la seguridad. No queremos que caiga en manos equivocadas, obviamente.
—Sí, pero aun así... —Suspiró Peter —¡Miren! Dumbledore está en el baño...
Sirius hizo una mueca.
—De verdad, no es algo que necesitábamos fuera anunciado, Wormtail. Gracias.
—Entonces —James los miró, incapaz de quitar la sonrisa de su rostro—, ¿deberíamos hacer una prueba rápida? —Asintió hacia Sirius— ¿Aún quieres poner algo en el dormitorio de los Slytherins, Padfoot?
Sirius se rio.
—Como si tuvieras que preguntar.
