En parte Lily agradeció que se terminaran las vacaciones, se sentía sola sin sus compañeras de cuarto. Thea se trajo de Grecia un montón de fotos de su familia, que se pusieron a ver tras las clases cómodamente instaladas en el sillón delante de la chimenea.
- Mira, este es tío Héctor... siempre que visitamos el Partenón hace lo mismo, le encanta llamar la atención -. Thea señalaba a un hombre vestido con túnica y sandalias que a Lily le recordaba a las estatuas de los emperadores romanos. El hombre de la foto saludaba con una gran sonrisa desde las escaleras del Partenón mientras dos policías corrían hacia él.
- Parece simpático -.
- ¿Simpático?, eso es quedarse corto; este año nos llevó a mis primos y a mí a montar en pegasos, ¡fue una pasada! – exclamó una entusiasmada Thea.
De repente, Sirius entró por el retrato, escrutó un instante la Sala y subió de dos en dos los escalones que llevaban a las habitaciones. Las dos niñas intercambiaron una mirada de interrogación.
- ¡James!, ¡Peter!, ¡eh! -.
Sirius abrió de golpe la puerta del cuarto y por poco se carga a Peter.
- Lo siento Pete – se disculpó el chico.
- Nada... -. Un gran chichón empezaba a formarse en la frente de Pettigrew.
- ¿Qué sucede? -. James dejó sobre la cama el pergamino y la pluma y se levantó - ¿No tenías que fregar el pasillo por lo de esta mañana? -.
- Acababa de terminar cuando la señora Pomfrey y el profesor Mazzard han pasado por allí, chicos, ¡Remus está en la enfermería! -.
- ¿Qué? -.
- Sí, le oí decir no sé qué al profesor sobre unas hierbas que podrían ayudarle -. Se pasó la mano por el pelo azabache en un gesto de puro nerviosismo - ¿No deberíamos ir a ver qué le ocurre? -.
- Empiezo a sospechar que no es su madre la que está enferma – apuntó James, frunciendo el ceño – Vosotros mismos habéis visto el estado tan lamentable en el que vuelve después de sus desapariciones mensuales, se va quedando dormido por los rincones y hasta el Barón Sanguinario tiene mejor aspecto que él -.
- Ahora que lo dices... – asintió Sirius – Aunque, si está enfermo, no entiendo por qué no quiere decírnoslo -.
- Sus razones tendrá, ahora será mejor que vayamos a visitarle -.
Los niños salieron de la torre con dos pares de ojos clavados en ellos. Lily y Thea se encogieron de hombros, esos tres debían estar tramando una de las suyas.
Nada más entrar en la enfermería les salió al paso la enfermera.
- ¿Qué queréis? – preguntó al no ver nada en ellos que requiriera atención médica.
- Ver a Remus Lupin -.
- El señor Lupin necesita descanso – replicó la señora Pomfrey – No a tres alborotadores -.
- Prometemos estar sólo cinco minutos y no molestaremos – suplicó Sirius – Por favor -.
Ante aquella expresión de cachorrito abandonado la enfermera se ablandó.
- De acuerdo, pasad, pero sólo un ratito -.
Ellos sonrieron y buscaron entre las camas a su amigo. Le encontraron al fondo de la habitación, recostado entre un montón de almohadones, pálido y demacrado, pero dando buena cuenta de un cesto de dulces.
- Hola Remsie -.
El chico se quedó a medio llevarse a la boca una rana de chocolate. Su rostro había palidecido más, si eso era posible. Una gran aprensión brillaba en sus ojos, rayando con el pánico.
- Ah, ho...hola – balbució - ¿Qué...? ¿cómo....? -.
- Sirius escuchó una conversación que no debía y nos enteramos que estabas aquí – dijo Peter, sentándose en la cama de al lado.
- ¿Cómo estás? – preguntó James.
- Ah, pues, mejor... no fue nada... -. Se hundió un poco entre los cojines y ocultó sus manos bajo la sábana – Ya estoy bien -.
- Sí, y yo soy un slytherin – gruñó Sirius, sentándose en la cama – Si no nos quieres contar qué te pasa vale, perfecto, pero no mientas... lo haces fatal -.
- Somos tus amigos Remus – afirmó Peter - ¿No confías en nosotros? -.
- Dejad de atosigarle – intervino James – Cuando quiera nos lo contará, y si no lo hace nunca, pues bien, está en su derecho -.
Remus paseó su mirada color miel por sus tres compañeros y esbozó una sonrisa.
- Gracias por preocuparos por mí, en serio que sois los mejores amigos que he tenido nunca, pero no puedo hablar de mi... enfermedad. Sí, lo de mi madre es mentira. Yo... os oculté mi problema porque no quería ser distinto, que me tratarais de manera especial por estar enfermo -.
- ¿Distinto?, bah, en cuanto te dejen salir de aquí te tiraré al lago por mentirnos, amiguito – replicó Sirius, con una amplia sonrisa que desmentía su amenaza.
- Será mejor que nos marchemos, la señora Pomfrey empieza a asomarse demasiado – señaló Peter.
Potter y Pettigrew estrecharon la mano de Remus a modo de despedida. Sirius optó por un enérgico abrazo y otro par de amenazas para que se recuperase rápido, porque le necesitaban para su siguiente travesura.
Apenas se habían alejado unos metros de la enfermería cuando, al dar la vuelta en una esquina, casi se dan de bruces con cierto grupo de Slytherin.
- Vaya, los tres pequeños engendros de gryffindor – se burló Malfoy - ¿Dónde os habéis dejado al cuarto?, ese guiñapo cobarde incapaz de sostenerse en pie -.
- No se te ocurra volver a decir eso de Remus – bramó Sirius.
- Yo digo lo que me apetece, asqueroso traidor de sangre -.
Potter enarcó una ceja. ¿Traidor de sangre?... creía haber oído antes ese término pero no conseguía recordarlo. Además no tenía tiempo para ponerse a pensar, jamás había visto a Sirius tan fuera de sí como en ese momento.
- Prefiero ser eso a un futuro asesino descerebrado como tú -.
- Oh, el pequeño traidor se ha enfadado – dijo en son de burla Malfoy - ¿Qué vas a hacer? -.
Sirius sabía que tres contra seis no era una proporción aconsejable, pero él no se destacaba precisamente por la sensatez. Sacó su varita.
- Te reto a un duelo -.
James se llevó una mano a la cara, como diciendo "estamos muertos". Peter parecía a punto de echar a correr o desmayarse, y la disyuntiva lo mantuvo paralizado en su sitio.
Las carcajadas de los slytherins rebotaron por el corredor. Malfoy empuñó su varita.
- Vamos, pequeño, demuéstrame de lo que eres capaz -.
En ese momento parecieron suceder un montón de cosas al mismo tiempo. Sirius lanzó su hechizo, Malfoy ni siquiera intentó pararlo, una voz grave se alzó por encima de todos. James supo que habían cometido un terrible error nada más ver al profesor Frost.
- ¡Por los demonios del averno!, ¿qué se supone que hacen? – gritó el profesor.
Slytherins y gryffindors se acusaron mutuamente de comenzar el incidente. Otro grito de Frost les silencio a todos; enojado era una visión temible. James bajó la cabeza, aguardando a que remitiera la tormenta, cuando reparó en que alguien acompañaba al jefe de Slytherin: Snape. Aquella sonrisa de satisfacción sólo podía significar una cosa, Snape se había chivado a Frost a sabiendas que él no tomaría represalias contra los alumnos de su Casa y sí contra los gryffindors. La luz se hizo en la mente de James; ¡era una trampa!, ¡habían caído en una encerrona de los slytherins!.
- Ustedes vayan al campo a entrenar, hablaremos más tarde. Y ustedes vayan a su Casa, sesenta puntos menos para Gryffindor – ordenó Frost, tras quitarle a Malfoy la maldición, zanjando el problema.
Peter y James arrastraron a Sirius. Los ojos de Black amenazaban con cometer una locura, y James no podía reprochárselo. Snape y Malfoy pagarían con creces aquella victoria.
- Demasiada calma -.
Thea levanto sus ojos amatista del libro de pociones. Lily mordisqueaba distraídamente el extremo de una de sus trenzas, pensativa.
- ¿A qué te refieres? -.
- Bueno, nuestros compañeros andan muy raros – dijo Lily – Desde la actuación de Black con las bombas fétidas en el segundo piso, no ha pasado nada, mucho tiempo sin gastar una broma -.
- Quizás se han aburrido -.
- O quizás están planeando algo realmente gordo -.
Thea enarcó una ceja.
- Puede que tenga que ver con esos rumores en torno a los sesenta puntos que perdimos la semana pasada, dicen que unos slytherins les tendieron una encerrona a Potter y compañía -.
El retrato de la dama gorda se abrió y entraron Lupin y Morley cargados con libros.
- ¡Qué suerte!, y pensar que tengo que esperar a sexto – dijo el niño.
- Vamos, no desesperes, Frost siempre mete mucha teoría al principio, ya veréis cuando os toquen las clases practicas -.
- ¿Qué ha pasado? – se interesó Thea.
- Frost les ha hecho enfrentarse a un troll ¡de uno en uno! – exclamó Remus – Y nosotros todavía estamos con los chizpurfles, no hay derecho -.
- Creo que ahora entiendo porque vas con Potter, Black y Pettigrew – sonrió Lily – Al final resulta que estás tan loco como ellos -.
El niño enrojeció.
- Por cierto, ¿habéis visto a James? – preguntó Lupin – Sirius y Peter lo estaban buscando para reunirnos los cuatro, pero no le encuentran -.
- Puede que esté en el sauce boxeador, ha cogido la mala costumbre de entrenarse allí – dijo Lily.
- ¿¡Qué!? – graznó Remus.
- Pues eso, que como no le aceptaron en las pruebas del quidditch ha decidido mejorar sus reflejos esquivando las ramas de ese árbol psicópata -.
Remus dio media vuelta y subió a su cuarto mascullando a saber qué cosas.
- Lisa -.
- ¿Sí, Thea? -.
- ¿Todos los chicos son así de raros? -.
Morley estalló en carcajadas.
- Todos, incluso cuando crecen; ellos no nos entienden y nosotras a ellos tampoco, pero supongo que eso es lo divertido -.
Lily y Thea siguieron enfrascadas en sus deberes.
- ¿Cómo has conseguido descubrir el error en esa fórmula?, yo no consigo ver qué sobra o falta -.
- Quítale el marasmius oreades y échale ralladura de corteza de sauce – indicó la pelirroja.
- Snape ¿no? – susurró Thea.
- ¿Por qué lo dices? -.
- Porque tú antes llamabas al marasmius, "ese champiñón rojo abollado" -. Thea ladeó disgustada su morena cabeza - Un día vas a tener un problema serio por ser su amiga -.
- De momento me va estupendamente -.
La tropa Potter entró en ese momento. James se iba quitando las telarañas de su revuelto pelo y sacudiendo de polvo la túnica. Sirius lucía una sonrisa de auténtica perversidad y palmeaba a conciencia la espalda de James. Peter se limitaba a mirarlos como si fuesen sus dioses particulares.
- ¿Y ahora qué habéis hecho? – les preguntó Thea.
- Empezar a poner en marcha nuestro último plan, y de paso averiguar un par de cosas extra – respondió James, enigmático – Sirius, el recuento -.
El chico sacó un fajo de pergaminos de su túnica y contó rápidamente.
- 15PS, 32A, 23PF, 43T... -. Black frunció el ceño – Muy pocos, tiene que haber más; deberíamos probar a hablar con los cuadros -.
- Y con las armaduras – asintió Peter.
- Si lo que pretendéis es aumentar nuestra curiosidad lo habéis conseguido, ¿no vais a contarnos qué hacéis? – insistió Thea.
- No podemos, es secreto profesional – se disculpó James - ¿Y Remus? -.
- Arriba – dijo Lily.
Los tres niños desaparecieron camino de su habitación.
- Si yo fuera un slytherin estaría seriamente preocupado – sonrió Thea – Tenías razón, están preparando algo gordo -.
Remus estaba leyendo un grueso libro cuando sus amigos llegaron.
- ¿Lo has conseguido? – le preguntó James.
- ¿Acaso lo dudabas? – sonrió Lupin – Aunque será más sencillo saquear el armario de la clase de pociones; me encontré con Morley en la biblioteca y me estuvo hablando de sus clases, resulta que los de sexto están trabajando justo con la poción que nosotros necesitamos. ¿Y vosotros? -.
- Hemos encontrado un camino más o menos seguro para llegar a la Casa de Slytherin, mientras no nos tropecemos con Peeves o Pringle no habrá problema – dijo Sirius – Sólo nos falta la pieza clave de nuestro plan -.
- Sí, y para ello debemos hablar con Hagrid -. James miró a su rubicundo compañero – Remus, ¿te importaría interrogarle tú?, me temo que Black y yo resultamos demasiado sospechosos y a Pete no se le da bien eso de improvisar -.
- Lo haré, pero vosotros os encargáis de coger el veritaserum -.
- Esa carita dulce me temo que encierra una retorcida mente – opinó Sirius con evidente sorna – Eres el que menos se está arriesgando y, al final, sospecho que acabaremos agradeciendo tu "gran" labor, pequeño Remsie -.
Lupin se encogió de hombros.
- Algún inteligente tenía que haber en el grupo -.
Sus tres amigos se arrojaron sobre él para maltratarle un poco.
- Si...us... saca... tu... argh -.
- ¿Qué dices, Remus? – inquirió James, risueño.
- Quitad... de... -.
- Se ahoga – dedujo Peter.
Potter y Pettigrew se levantaron y Remus se quitó de un empellón al sonriente Sirius que, hacía un momento, estaba sentado sobre su estómago.
- Los trolls son más civilizados que vosotros – renegó Lupin.
- Eso dijo la profe de Astronomía -.
El delgaducho niño se colocó un poco la túnica y sus trigueños cabellos, antes de marcharse a cumplir su nueva misión con aire digno.
Aquella noche tenían pastel de carne para cenar. Thea removió su plato con desgana, aquellas comidas tan grasientas le sentaban como una patada a su estómago.
- Intenta comer algo – la instó Lily.
- No puedo, es superior a mí -. Cogió una manzana y se puso a pelarla – Fruta y pan, con eso me conformo -.
- Ten cuidado Willow, o acabarás convertida en un espectro por no comer – rió Sirius, dando cuenta de su tercer plato de pastel de carne.
Thea le miró asqueada.
- Y yo no sé dónde te metes todo eso -.
- Estamos creciendo, debemos alimentarnos – dijo Peter.
- Sí, aunque de momento tú sólo creces a lo ancho Pete -.
Sirius esquivó el trozo de pan y tuvo serias dificultades para aguantar la risa al oír los insultos de una chica de Ravenclaw.
- Ya vale, hoy no necesitamos castigos señor Black – le reprendió James.
- Eso os pasa por no darle su medicación – dijo Lily.
- ¡Ay!, ¡demonios, Sirius! – protestó Deyanira – Intenta que tus patadas vayan a sus blancos -.
El chico se agachó y descubrió que Lily había cruzado sus piernas sobre el banco, fuera del alcance de sus agresiones. Se levantó con una inquietante chispa ardiendo en el fondo de sus ojos azules.
- Como intentes algo te mando con los hufflepuffs – le amenazó ella.
- Yo que tú no lo haría – le recomendó Remus a Sirius, al ver como éste cogía la copa llena de zumo.
- Propello remotus -.
Algo salió volando y aterrizó con gran estrépito sobre la mesa de Hufflepuff.
- ¡Mala bestia! – gritó Sirius, lleno de restos de comida y bebida.
- Jo con el hechizo repulsor – rió Thea.
James vio alarmado como McGonagall se levantaba con una expresión de auténtico enojo, sin embargo Dumbledore la sujetó y pareció pedirle que se sentara.
- Señor Black y señorita Evans, me gustaría que dejaran las clases de vuelo para otro momento, es una pena arruinar la cena de semejante manera – les reprendió el director, divertido, y con un movimiento de su varita arregló el estropicio de la mesa de Hufflepuff.
Los chicos se largaron del Gran Comedor sin terminar de cenar, sabían que Sirius acabaría liando alguna.
- Casi lo estropeas todo -.
- Eh, James, ahora no vayas a echarme la bronca en plan McGonagall – renegó Black.
- He dicho "casi" – sonrió Potter – Nos has dado una excusa perfecta para largarnos del comedor sin levantar sospechas -.
- Si es que soy un genio -.
- Sí, el mal genio personificado -. Peter esquivó por poco la colleja.
- Bueno, ¿qué os parece si pasamos a la fase uno del plan? – sugirió Remus – Antes que todos terminen de cenar y esas cosas -.
- Bien, fase uno, "capturar a la serpiente" -.
Los cuatro chicos bajaron a las mazmorras y se escondieron en un recodo por el que solían pasar los slytherins camino de su Sala. Tuvieron suerte, un chico de 1º pasó al cabo de unos minutos. Remus lo dejó inconsciente con un rápido desmaius, y luego lo arrastraron hasta una de las aulas vacías.
Sirius sacó de su túnica una redoma de cristal y le hizo beber el contenido al slytherin con la ayuda de Peter. Remus se encargó de despertarle con otro hechizo; el chico les miró con un aire confuso, como si estuviera muy feliz flotando en otra dimensión.
- ¿Cómo te llamas? – le preguntó Potter.
- Charles -.
- ¿Cuál es tu mayor secreto Charles? -.
- Aún me hago pis en la cama -.
Los cuatro gryffindors reprimieron las carcajadas a duras penas.
- ¿Cuál... cuál es la contraseña de Slytherin? -. James se secó las lagrimas de risa.
- "Muerte a Gryffindor" -.
- ¿Por qué no me sorprende? – inquirió Sirius, con una sonrisa torcida.
Volvieron a dejar inconsciente al chico y le devolvieron al pasillo donde le habían asaltado. Cuando despertara sólo recordaría que alguien le atacó y le dejó inconsciente y, por vergüenza, seguro que no se lo contaba a nadie.
Los cuatro jóvenes gryffindors regresaron a su Casa por un par de atajos, evitando encontrarse con el conserje Pringle. Nada más entrar por el retrato de la Señora Gorda, dos chicas furiosas se plantaron ante ellos.
- ¿Dónde os habíais metido? -.
- Asaltando slytherins por los pasillos, no te fastidia, ¡y a ti que más te da Evans! – respondió Sirius, mientras sus tres amigos estallaban en desenfrenadas carcajadas.
- Sed un poquito más simpáticos, os hemos salvado el cuello – dijo Thea – Longbottom quería ir a buscaros -.
El prefecto apareció en ese momento por las escaleras de las habitaciones de los chicos.
- ¿Dónde os habíais metido? – preguntó Frank – Ya pensé que Pringle os había cogido para desgracia de todos -.
- Tampoco es para tanto – protestó Remus – Sólo hemos ido a dar una vuelta, ¿eso es un crimen? -.
- A partir de cierta hora sí, Lupin – el prefecto se pasó una mano por el pelo rizado – Entended que los demás aún están molestos por los sesenta puntos que perdisteis... sí, ya sé que fue por culpa de Malfoy -.
- Y no sólo eso, entre los cuatro hemos conseguido doscientos cuarenta puntos esta semana – añadió James.
- ¿¡Qué!? –.
- ¿No me digas que no has mirado las puntuaciones? -. Black sacudió la cabeza – Que poca confianza tienen en nosotros -.
Frank se disculpó y empezó a dar voces para desalojar la Sala Común.
- ¿Qué habéis estado haciendo? – insistió Lily, agarrando a James del brazo para evitar que huyera – Por favor, juramos no chivarnos -.
- Ha dado comienzo nuestro plan para vengarnos de Slytherin, pero no quiero contaros nada más, es mejor que lo descubráis más adelante -.
Los cuatro amigos subieron a su cuarto.
- Voy a sufrir de insomnio imaginando qué habrán tramado – suspiró Althea – Estos son capaces de soltarles un boggart a los slytherins en mitad del desayuno -.
Cuatro sombras se deslizaron furtivamente desde las alturas de la torre Norte hasta las mazmorras de Hogwarts. Se alegraron de ver que Peeves estaba haciéndole la vida imposible a Pringle en el primer piso, así ninguno de los dos podría incordiarles.
- James... -.
- Shhh!, ¿qué Pete? -.
- ¿Y si hay alguien despierto? -.
- Para eso están las varitas -.
- Mira que eres sádico Sirius -.
- Gracias Remsie -.
Llegaron a un trozo de pared que no parecía tener nada de particular. Peter apartó la mirada, pensando en los horrores que ocultaría aquella sala. Escuchó a James susurrar la contraseña, el apagado sonido de la piedra al moverse, y vio desvanecerse la escasa luz de su varita sustituida por el resplandor verdoso del interior.
James avanzó el primero. Un rápido vistazo le confirmó que no había nadie despierto. Hizo un gesto a los demás y entraron en la sala. Era un lugar escalofriante, de paredes desnudas sin ventanas y gárgolas en las columnas, duros sillones negros, algún cortinaje verde; el emblema de Slytherin brillaba en la penumbra, sobre una chimenea en la que apenas quedaban unos rescoldos. Hacía frío.
- Un sitio encantador – comentó Black en voz baja.
Remus sacó una caja de su bolsillo y buscó un rincón donde ocultar su contenido. Mientras, sus amigos registraron un poco el lugar.
- ¡Sirius! – susurró James.
Black había puesto un pie en los escalones que llevaban a los dormitorios de chicos.
- No pasará nada, confía en mí -.
- Si revuelves mucho sabrán que alguien estuvo aquí -.
- Lo sabrán de todas formas, esos huevos están a punto de eclosionar -. Sirius le dedicó una de sus maliciosas sonrisas – Quiero ver si puedo hacer algo para agriarle la fiesta personalmente a "pelo grasiento" Snape -.
Potter le devolvió la sonrisa y le hizo un gesto para que se apresurara.
- Ya está, nadie los encontrará... ¿y Sirius? – susurró Remus.
Peter y James miraban intranquilos hacia las escaleras de los dormitorios. Lupin se llevó una mano a la cabeza.
- Se lo ha comido la anaconda de Malfoy, seguro – murmuró Peter.
El sonido de la entrada a la Sala Común les heló la sangre. Remus se enrroscó en una cortina, James se ocultó tras una butaca, Peter se arrojó debajo de una mesa rogando por que las sillas le taparan.
Desde su posición, James vio entrar a Malfoy. El rubio slytherin mostraba un rostro demacrado, en sus ojos había miedo pero también una profunda y oscura satisfacción. Se sostenía el brazo izquierdo contra el pecho. Tras un instante de duda, Lucius se acercó a la chimenea y levantó la manga de su túnica; la escasa luz de los rescoldos reveló una especie de tatuaje de color rojo intenso, una calavera con una serpiente que le salía de la boca. Sonrió.
Con un movimiento rápido, Malfoy se incorporó y se dirigió a grandes zancadas hacia los dormitorios. A James se le hizo un nudo en el estómago cuando le vio subir las escaleras.
Remus se asomó desde la cortina y Peter hizo otro tanto, ambos tenían sendas expresiones de preocupación. Potter les indicó que permanecieran quietos, por si Malfoy bajaba otra vez.
Después de casi media hora, cuando sus amigos empezaban a pensar en pompas fúnebres, Sirius reapareció con el rostro congestionado de quien aguanta la risa demasiado tiempo.
- Salgamos de aquí antes de que este suicida explote – instó Remus, aliviado.
Abandonaron la sala y corrieron hasta entrar en un aula vacía. Allí Sirius estalló en unas carcajadas tan violentas que parecía que iba a descoyuntarse la mandíbula.
- ¿Qué has hecho? – preguntaron casi al tiempo James, Remus y Peter.
- Le he cambiado el look a la mascota de Snape, le he dado un poco de color – respondió sonriente.
- Bueno, volvamos a nuestra Casa, mañana será un gran día -.
Lily se lavó la cara por tercera vez. Se miró en el espejo y, para su consternación, descubrió a su reflejo dormido sobre el lavabo. Golpeó el cristal.
- Despierta, que tengo que hacerme las trenzas – protestó ella.
- ¿Qué pasa?, ¿por qué tardas tanto? -. Thea se asomó al baño.
- Compruébalo tú misma -.
La chica morena rió ante la situación.
- Ven, yo me encargo de trenzarte el pelo -.
Althea sentó a Lily en una silla de la Sala Común y empezó su labor como peluquera.
- Es una pena que te recojas siempre el pelo, es muy bonito -.
- Sí, y un engorro – dijo la pelirroja – Lo tengo muy espeso y con la humedad tiende a rizarse; para mí es suficiente pertenecer a Gryffindor, no quiero parecerme a un león de verdad -.
- Ya está -.
Lily palpó su cabeza, Thea le había hecho una complicada trenza de raíz.
- Gracias, ahora vamos a desayunar -. Lily cogió su mochila - ¿Terminaste los deberes de pociones? -.
- Sí, tu pequeña ayuda me sacó del atasco mental, sólo espero que el potingue funcione y haga cambiar de color al sapo -.
Abandonaron la Sala Común para ir a desayunar. Fletcher pasó corriendo junto a ellas con Morley pisándole los talones escaleras abajo.
- No tienen remedio – sonrió Thea – A saber qué le habrá hecho ahora Mundungus -.
- El otro día le puso un hechizo a la mochila de Lisa, parecía que estaba poseída dando saltos por toda la sala, menos mal que Mercury le ayudo con el contra hechizo -.
- Hablando de poseídos -.
En la mesa de Gryffindor, Sirius y Peter parecían tener una competición de a ver quién hacía una mayor cerdada con el desayuno. James hacía sugerencias. Remus prefería ignorar a sus amigos y le explicaba a Selinda algo de un libro.
- Buenos días -. Lily cogió algunas magdalenas y llenó su tazón de leche.
- ¡Ni te acerques, Black! – gruñó Thea. El chico se había aproximado a ella con las manos pringadas de mermelada.
- ¿Qué es? – le preguntó Lily a Selinda.
- Nada, que me lío un poco con la normativa para el control de criaturas mágicas, si no consigo aprenderme la teoría Frost no me dejará que esté en las clases prácticas – señaló a Lupin con un gesto de la cabeza – Remus se ofreció a explicármelo, como a él se le da tan bien DCAO -.
- No es para tanto -.
La pelirroja sonrió. Era increíble comprobar hasta qué punto Remus se sentía incómodo con los elogios.
- Frank – oyeron entonces a Hooch - ¿Y los de Slytherin? -.
Muchos alumnos repararon entonces en el hecho de que no había ni un solo slytherin en el Comedor. Los de Ravenclaw y Hufflepuff también echaban miradas curiosas hacia la mesa de las serpientes.
- No lo sé Anne – reconoció el prefecto.
- Fijaos en la mesa de profesores – señaló McDonald.
Eran notables las ausencias de Dumbledore, Frost y la señora Pomfrey. El resto de maestros tenían una expresión entre disgustada y preocupada.
- Decías que les faltaba al menos dos días más Remus – dijo entonces James.
- Bueno, estas cosas no son exactas – se disculpó Lupin – Con el frío que hacía seguro que estuvieron encantadas de salir antes -.
- Sí, maldita la gracia si llega a suceder con nosotros delante – dijo Peter.
- Qué más da, el caso es que ha funcionado, chocar esas manos compañeros – rió Sirius.
- ¿Qué habéis hecho? -. La pregunta la formularon varias personas en la mesa y en distintos tonos.
- Oficialmente nada – respondió James – Sólo sabemos que cuatro genios se colaron anoche en la Sala Común de Slytherin y escondieron varios centenares de huevos de doxy -.
Las risas no se hicieron esperar. Para cuando se levantaron para ir a sus clases, todos los alumnos se habían enterado de la proeza de Potter y sus amigos y los aplausos llenaron el Comedor.
La ausencia de los slytherins a clase durante una semana por culpa de las mordeduras de las doxys hizo muy felices a las otras tres Casas, fueron siete magníficos días sin trampas o peleas. El profesor Frost impartió sus clases con una expresión ominosa, sobre todo a los gryffindors. Lupin creía sinceramente que Frost se había enterado de su trastada, pero como no podía demostrar nada la cosa quedó ahí.
El punto final a su broma fue descubrir al cuervo de Snape convertido en una especie de papagayo multicolor, el pobre animal tardó varios días en perder los colores chillones de sus plumas.--------------------------------------------------------------------------------
N. de A: Weno, espero que os haya gustado.
Alba: ¿Plagio? ¿bufanda? ¿tú tb tienes un fic de los Merodeadores? Ahora mismo me paso a verle. Y no, no pretende ser un plagio, simplemente es algo que a mí me han hecho un par de veces en el cole y me sacaba de quicio porque los chicos siempre son demasiado altos XD. Yo tb me siento identificada con esos tochos de libros xa estudiar. ;_;
Blanca Athelas: cierto, Snape es un personaje al que he acabado por apreciar, no se nota ¿verdad? XD
Elloith: gracias por la felicitación navideña ^^, ya me pasaré por el msm cuando pueda ^^
Nariko: ya tienes Sirius para dar y tomar, aunque con eso de que todavía tiene 11 "cándidos" añitos ^^
Hikaru: odio James-Lily, no exactamente, pero hay que reconocer que el chaval debía ser un insoportable creído
Estrella de la Tarde: me has pillao, sí, saqué el apellido de Frost del malo de Blade
Aurenar: un placer verte en el estreno del ERdR, a ver si dejo de ser una curranta y puedo volver a quedar por ahí con la peña. Prometo un capi de Galadriel pronto ^^. Tenna rato!
Mayu: ey bicho, ¿tú tb andas missing? A ver si retornamos a ff.net, volvemos a casa por navidad como en los anuncios del turrón. XD Kisses
Muchas gracias a todos y todas. Feliz y happy Año Nuevo!!!
