Verano 1975, parte 2


James daba vueltas.

Estaba caminando de un lado a otro en su dormitorio y a cada par de pasos se detenía, miraba a Sirius y a Remus, quienes estaban sentados uno al lado del otro en la cama, y abría su boca para hablar, luego suspiraba y continuaba caminando. Peter estaba sentado en el rincón mirando la escena e intentando no reír.

—Eh… ¿Exactamente qué estás haciendo? —preguntó Sirius finalmente, comenzando a preocuparse por el comportamiento de su amigo. Después de todo, James había sido el que lo había presionado para que fuera y le confesara a Remus sus sentimientos.

James detuvo su extraña marcha y volvió a mirar a los otros chicos. Estaban sentados lo suficientemente cerca para que sus muslos se tocaran, y entre ellos, sus manos estaban entrelazadas, los dedos unidos y los nudillos blancos mientras su diversión por ver la reacción de James lentamente se transformaba en pánico.

—Estoy tratando de decidir a cuál de los dos debería darle el discurso de "si hieres a mi mejor amigo, te mato".

—Yo soy tu mejor amigo —Sirius le recordó, casi con un puchero.

—Sí, pero también eres un idiota. —James había vuelto a dar vueltas. La boca de Sirius se abrió, insultado. Hizo un movimiento como si fuera a ponerse de pie, pero Remus lo empujó hacia atrás con un suspiro.

—El discurso no es necesario, Prongs —dijo Remus tranquilamente—. Conocemos los riesgos que estamos tomando. Ya hablamos de esto, toda la noche.

Sirius bufó.

—Bueno, no toda la noche…

—Padfoot, suficiente. —Remus rodó los ojos hacia sunovio… su novio. Ahora eran novios. James gruñó y apretó el puente de su nariz.

—Muy bien, eso… Esa es otra cosa de la que tenemos que hablar. —Agitó su mano entre ellos—. Eh, ya sabes, hablo por mí y por Peter. —Apuntó a Peter, quien aún estaba sentado en el rincón con la mano en su boca y retenía lo que probablemente era un doloroso ataque de risa. Se las arregló para asentir con la cabeza y James continuó—: Cuando digo que apoyamos esto totalmente, de hecho, Wormy me debe cinco galeones. Pensó que no iba a pasar hasta el final del verano…

Sirius levantó una ceja.

—¿Ustedes apostaron por nosotros?

—Ese no es el punto —James continuó, haciendo un movimiento con la mano—. Los apoyamos, estamos felices por ustedes… Sólo les rogamos, por favor… Por Merlín, por favor, usen hechizos silenciadores.

Peter se perdió con eso, riendo tan fuerte que se cayó. Remus estaba profundamente sonrojado y Sirius no parecía divertido, pero asintió con la cabeza, con el ceño fruncido.

—Sí, sí. Seremos considerados con sus oídos virginales cuando llevemos a cabo nuestras demostraciones de afecto. ¿Algo más?

James lo pensó por un momento antes de añadir:

—No tengan sexo en mi cama.

—Lo apoyo —logró decir Peter entre risas.

—Nosotros no… ya saben —tartamudeó Remus, levantando su mano para rascarse la nuca ansiosamente—. Quiero decir… no todavía… ¿Podemos terminar esta conversación por favor? —Escondió su rostro detrás de sus manos.

James se rascó la cabeza, reflexionando, asegurándose de haber dejado claro todos los puntos que quería hablar. Se encogió de hombros.

—Sí, eso es todo, supongo.

Remus suspiró aliviado. Era humillante. Pero entendía que necesitaba ser aclarado. La dinámica del grupo iba a cambiar y los límites necesitan ser discutidos. Al menos ya se había acabado…

—Esperen —dijo Sirius repentinamente. Remus gruñó—, ¿qué hay con los besos?

James se congeló y levantó una ceja.

—¿Qué hay con eso?

Sirius se mordió el labio por un segundo antes de encontrarse con los ojos de James, con una mirada severa que significaba que no se dejaría llevar por lo que dijera.

—Quiero decir, Remus y yo somos una pareja —decir eso en voz alta hizo el estómago de Sirius revolverse un poco, pero este no era el momento para mariposas. Hablaba en serio—. Así que nos vamos a besar. En el dormitorio, en la Sala Común… Tal vez en los pasillos, no lo sé… pero quiero asegurarme de que no será… ya sabes… un problema —su voz vaciló un poco por los nervios, pero mantuvo su mirada firme e irrefutable. A su lado, escuchó la respiración de Remus dificultarse y apretó su mano involuntariamente. Sirius la apretó también, sin romper el contacto visual con James, desafiándolo a decir algo en su contra. Hubo un silencio pesado y Sirius y Remus estaban aguantando la respiración. Entonces James rio.

—¿Es en serio? Por supuesto que sé que los dos se besarán. Joder, los he visto a los dos añorando al otro por casi dos años, estaba a punto de amarrarlos y dejarlos en un armario con hechizos de pegamento permanente en sus malditos labios. Por favor, bésense todo lo que quieran, Merlín sabe que todas las otras parejas en la escuela lo hacen. —Negó con la cabeza, todavía riéndose y mirando a la pareja incrédulo de que incluso pudieran estar preocupados de eso.

Sirius suspiró y asintió.

—Todas las otras parejas son…

—¿Heterosexuales? —James bufó— ¿Y? Ustedes dos son iguales a ellos. Están asquerosamente enamorados y babean el uno por el otro… Si ellos pueden refregar eso en la cara de los demás, entonces ustedes también. Y si alguien intenta hacerles problemas, chicos, los hechizaré yo mismo.
¿Cierto, Pete? —Asintió hacia Peter, quien finalmente había dejado de reír y estaba sentado y escuchando, además asintiendo.

—Sinceramente, prefiero verlos a ustedes dos besándose antes que a Bellatrix y ese tipo, Lestrange. —El chico se estremeció ante el pensamiento.

—Parece justo —murmuró Sirius.

—El punto es —dijo James, repentinamente muy serio y mirándoles a los dos de nuevo—, los amamos a los dos, y si son felices juntos, entonces nosotros estamos felices por ustedes. Sólo… —Suspiró, su cara se deformó un poco mientras intentaba llegar a la mejor manera para transmitir sus pensamientos—No… se lastimen.

Sirius y Remus intercambiaron miradas. Sus ojos se encontraron y por un segundo, los dos estuvieron perdidos cuando sus corazones se aceleraron un poco y esas mariposas se volvieron salvajes dentro de sus estómagos. Ambos sonrieron. Sirius se lamió los labios y sacudió la cabeza.

—Nunca…

James los miró, con los brazos cruzados y sintiéndose un poco preocupado. Ellos se amaban, tanto que había sido obvio desde que tenían once años y se subían a la cama del otro cuando creían que nadie sabía. Él sabía, evidentemente, que ninguno de ellos heriría al otro intencionalmente. Pero también conocía a los muchachos lo suficientemente bien como para saber que había ciertos aspectos de sus personalidades y en el historial de su amistad, que los dos solían ser problemáticos una vez que cosas como romance y el sexo entraban en la ecuación. Eso, decidió James, sería algo de lo que se preocuparía más adelante. Por ahora, sus dos mejores amigos estaban felices y enamorados.

Y besuqueándose en su cama.

—¡Bien! ¡Lo entendemos! ¡Están enamorados! Tomó una almohada del suelo y la lanzó con todas sus fuerzas a la pareja, la que se separó y rio—. Y recuerden lo que dije de los encantamientos silenciadores.

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—Tu jodida hermana me odia, Lily —rio Marlene mientras cerraba la puerta detrás de ella—. Debiste ver su cara cuando me vio esperando afuera del baño para lavarme los dientes.

Lily suspiró y sacudió la cabeza, hojeando distraídamente su libro de pócimas sobre su cama.

—No te sientas tan halagada, Marly —la reprendió gentilmente, sin levantar la vista de su libro—. Odia todo lo que tenga que ver con magia. No tiene caso intentar ser amable con ella.

Marlene bufó, volteándose para mirar al espejo en la pared, jugueteando con su rubio y largo cabello.

—Oh, no te preocupes, no fui amable.

—No creí que lo fueras —sonrió Lily sarcásticamente, cerrando su libro y volviendo a dejarlo en su baúl —. Fue por eso que cuando mis padres me dijeron que invitara a una amiga, te elegí a ti y no a Dorcas o a Mary.

Marlene fingió una expresión herida con una mano en su corazón, sus labios rojos y brillantes formando una o perfecta, fingiendo estar ofendida.

—¿No es porque soy tu mejor amiga? —Sacudió la cabeza y sonrió— Qué hiriente, Evans. En serio. —Volvió a prestarle atención a su reflejo.

Lily rodó los ojos.

—No. Es sólo que Mary es demasiado sensible, y no quería que el obvio… desprecio… de Petunia la hiciera sentir mal. Y Dorcas es extremadamente amistosa, por lo que lo hubiese tomado como un desafío agradarle a Turkey. —Trató de mantener su tono suave, como si no le molestara que estas fueran sus preocupaciones para traer a sus amistades más cercanas a su casa. Marlene frunció el ceño, mirando a la pelirroja por el reflejo del espejo. Atravesó la habitación y tomó asiento a un lado de ella en la cama.

—Oye —dijo suavemente, inclinándose y recogiendo un mechón de pelo rojo oscuro detrás de la oreja de su amiga—, no dejes que te afecte, Lils. Tal vez… tal vez lo supere algún día. Nadie lo sabe, ¿eh?

Los ojos verdes parpadearon unas lágrimas y dejó salir un tembloroso suspiro.

—Yo sólo… —resopló un poco—. Es mi hermana, Marly. Y me odia… por algo que ni siquiera puedo controlar… —Lily se dejó llevar por su mejor amiga, apoyándose en el pecho de la otra niña y dejando caer las lágrimas. Marlene pasó sus uñas perfectamente pintadas de manera reconfortante por toda la espalda de Lily.

—Está bien, Lily. No llores, cariño… Merlín, si lloras tendré que ir a ponerle ojos de sapo a su champú por molestarte.

Lily rio y se secó los ojos.

—Creo que este año pasaste mucho tiempo con Black.

Marlene suspiró y sacudió la cabeza.

—Ya sabes, no son tan malos. Los Merodeadores… —Tomó un cepillo de pelo, acomodándose detrás de su amiga y comenzó a peinar los largos cabellos de Lily. Escuchó a la otra chica gruñir.

—Cierto. Sólo son vanidosos, desagradables, destructivos, groseros…

—Oh, por favor —Marlene tiró fuertemente de su cabello para callarla—. No son… Bueno, al menos… Remus y Peter no lo son.

Lily rio.

—Nunca dije que tuviera un problema con Remus o Peter. Son bastante agradables. De hecho, no entiendo por qué son amigos de Black y Potter.

—Cuidan bien del otro —Marlene comentó—. Digo, todos saben que Remus no está… bien… Potter y Black y Peter de verdad hacen todo lo que pueden por él. Quiero decir, ¡Sirius hasta toma apuntes en clases cuando Remus está enfermo! Y ya sabes que ese chico ni siquiera toma apuntes para él mismo. —Las dos chicas rieron con eso.

—De todas formas —continuó Lily, seriamente—, puede que se cuiden entre ellos, pero no puedes negar que pueden molestar a todos los demás. Vamos, Marly, has visto las cosas que le han hecho a la gente…

—Sí, y todo ha sido bastante inofensivo.

Lily se mordió el labio. No todo… pensó con amargura. Era cierto, la mayoría de las bromas que los chicos hacían estaban dirigidas a grandes grupos de estudiantes, sino a todos a la vez, y eran irritantes e inconvenientes en el mejor de los casos. Nadie había resultado herido por nada de lo que los Merodeadores habían hecho. Nadie excepto…

—Mira, si esto es por la pequeña… rivalidad con Severus. —Marlene sacudió la mano con desdén—, ¿has pensado alguna vez que quizás él podría estar dándoles razones para…?

—Marlene —resopló Lily, tratando de no volverse demasiado protectora sobre el muchacho—, mira, sé que Severus no es del agrado de todos. —Marlene bufó, pero Lily la ignoró y continuó—: y sé que se ha mezclado con un mal grupo últimamente. Pero creo que él solamente… está un poco perdido, eso es todo. —Suspiró y miró sus manos sobre su regazo mientras Marlene aseguraba su cabello en una cola de caballo—. Ha sido un muy buen amigo conmigo incluso antes de entrar a Hogwarts. No creo que sea una mala persona, y no creo que comparta las opiniones que sus… amigos… tienen. Pero Potter y Black lo atormentan y eso no lo hace más fácil.

Marlene asintió aunque en su mente, no podía estar menos de acuerdo. Sabía que la cabeza de Lily no podía ser persuadida en contra del Slytherin, a quien Marlene siempre encontró un poco rarito. Pero Lily no escucharía una mala palabra sobre él, Marlene tuvo que preguntarse cuánto bastaría exactamente para demostrarle a Lily que ese chico no era lo que ella pensaba que era. Y tal vez James y Sirius eran un poco severos con lo que le decían o hacían a Snape, pero ella nunca los había visto ir en contra de alguien que no hubiese hecho algo para provocarlos.

Un grito agudo desde la sala los interrumpió y Lily se rio lentamente levantando una ceja.

—¿Marlene?

La rubia rio y se encogió de hombros, exactamente lo contrario a una imagen de inocencia.

—¿Qué? —Lily frunció el ceño y Marlene gruñó— Bien. Reemplacé su pasta dental por moco de babosa.

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Tal vez ha sido un pequeño error.

Debió ser un error. Remus de verdad sintió que se atragantaba mientras miraba fijamente el sobre que estaba abierto sobre la cama de James. Ni siquiera quería tocar el pin que había caído de él.

—Esta debe ser una broma —dijo Sirius, expresando sus pensamientos exactos—. ¿Quién demonios te pondría a ti como prefecto, Moony?

Remus gruñó y sacudió la cabeza.

—No lo digas en voz alta, Padfoot… Puede que sea una broma, y si lo dices en voz alta se solidificará en algún extraño universo paralelo y será verdad. —Se frotó los ojos con la esperanza de que la tonta cosa desapareciera—. Todo lo que quería era pasar por la escuela completamente desapercibido como cualquier otro estudiante normal —murmuró—. ¿En qué están pensando? Mi novio es el mayor delincuente en la escuela…

—Para ser justos —chilló Peter—, todavía nadie sabe que Padfoot es tu novio.

James suspiro, sacudiendo la cabeza.

—Tiene que haber algún tipo de conspiración, amigo —observó cómo Remus tímidamente tomaba el pin entre dos dedos, como si fuera a quemarle—. Probablemente que vayas a tensarnos las riendas.

Remus bufó y rodó los ojos.

—Como si siquiera las tuviera. —Soltó el pequeño metal y metió sus manos en los bolsillos de sus jeans, sacudiendo su cabeza con furia—. Nope. Nope, no la quiero. Sólo quiero pasar mis malditos TIMOs y seguir con mi vida. —Se estremeció. Iría a la oficina de Dumbledore apenas volvieran a la escuela y la rechazaría. No necesitaba más responsabilidades. Y de verdad no necesitaba que esperaran que controlara al dúo dinámico de James y Sirius—. Joooooder.

Sirius rodeó con los brazos la cintura de Remus, descansando su cabeza sobre el hombro del hombre lobo.

—Bien… bueno, no puede ser lo peor, ¿sabes? Tiene un lado positivo.

—¿Lo tiene?

—El baño de prefectos probablemente sea un gran lugar para hacer… ¡Auch! ¿Por qué me pegaste?

—Porque alguien debía y Remus no estaba haciéndolo —dijo Peter con una sonrisa—. Aunque hablando en serio, creo que puedes tener razón con que haya un lado positivo. —Tomó la insignia de prefecto, examinándola detenidamente—. Piénsenlo, Moony va a saber todas las reglas del colegio…

James rio.

—¿No se las sabe ya?

Peter lo ignoró y continuó:

—Así que sabrá cómo librarse de ellas también, ¿no es así, Moony?

Remus se mordió el labio, sintiéndose un poco inquieto.

—No lo sé…

—Es un buen punto, Wormtail —dijo Sirius con una sonrisa astuta. Se giró para acariciar con la nariz la mejilla de Remus—. Tener un prefecto de nuestro lado podría jugar a nuestro favor.

Remus sacudió la cabeza.

—No. No está pasando. Iré directamente donde Dumbledore y le diré que no la quiero. —Se alejó del abrazo de Sirius y le quitó el pin a Peter, metiéndolo de vuelta a su sobre—. Ya tengo suficientes problemas con la gestión del tiempo sin tener que asistir a las reuniones de prefectos, o haciendo rondas de noche. Y además, ¿qué pasa si tengo que poner a uno de ustedes en detención?

James y Sirius intercambiaron miradas y se largaron a reír.

—Sí, claro, como si fueras a darnos detención. Buena esa, Moony. —James soltó una risita.

Remus frunció el ceño, ofendido.

—Si fuera prefecto y los viera a ustedes haciendo algo malo, lo que… aceptémoslo, excepto respirar, todo lo que ustedes hacen está mal…

—¡Pero eso es lo que lo hace tan genial, Moons! —Sonrió Sirius— ¡Podemos hacer todo eso frente a ti y no meternos en problemas!

—Eso es… bastante irrespetuoso, Sirius —dijo Remus, tomando asiento en la cama y leyendo la carta que había venido con el estúpido pin plateado. No era que estuviera agradecido con Dumbledore y la Profesora McGonagall por sentir que valía la pena como estudiante lo suficiente para ese cargo, pero él no se sentía tan seguro de sí mismo como ellos parecían estarlo. Aun así, era un orgullo y sus amigos no estaban apoyándolo mucho. Mordió el interior de sus mejillas, intentando no enojarse con ellos. No la quería de todas formas, así que, ¿a quién le importaba si estaban comportándose como idiotas por eso? Hubo una clara tensión en el aire cuando James, Sirius y Peter comenzaron a notar que Remus no estaba divertido con su comportamiento.

James se aclaró la garganta.

—Escucha, Moony, no tienes que tomar una decisión ahora mismo, ¿verdad? Aún tenemos tres semanas antes de que comience el semestre. Tómate tu tiempo para pensarlo.

—Sí —Remus suspiró, doblando la carta y alejándola—, supongo que sí.

James le dio un golpe en el hombro.

—Muy bien —dijo energéticamente—. Vamos a disfrutar del resto del verano y a preocuparnos por el colegio cuando llegue el momento. A mí me serviría ahora un poco de aire fresco. ¿Alguien quiere ir a caminar?

Sirius instintivamente lo miró.

—¿Adónde vamos?

James se encogió de hombros.

—¿A un pueblo muggle que está a unas calles de aquí? Hay unas tiendas decentes alrededor —apenas había terminado de sugerirlo cuando Sirius ya casi tenía las dos botas puestas y prácticamente estaba afuera de la habitación. James bufó y sacudió la cabeza.

—De verdad deberías considerar en ponerle un collar, Moony.

—Ya lo había pensado.