Advertencia: Este capítulo incluye contenido explícito.


Hacerte sentir bien – año cuatro


Al final resultó que la reunión de Prefectos duró el resto del viaje, donde les dijeron que continuaría en la oficina de Dumbledore, y se les ofrecería ahí la cena. Para cuando la reunión acabó, Lily y Remus estaban tan aburridos que no querían nada más que llegar a sus dormitorios y desplomarse en sus camas.

Caminaron juntos lentamente, riendo por algunas ridículas reglas que tenían que apoyar como "Oficiales de la Escuela Oficiales", Lily había hecho su mejor imitación de la voz de la Premio Anual, Molly Prewett, haciéndolos reír a ambos.

Remus suspiró y sacudió la cabeza.

—Ocurrirá un desastre con esto. —Revisó el manual que le habían dado a todos—. Merlin, James y Sirius rompen la mitad de estas reglas antes del desayuno.

Lily se mordió el labio, con muchas ganas de hacer la pregunta que tanto había estado molestándola por años. Finalmente cedió.

—Pero en serio, ¿cómo puedes soportarlos? Quiero decir, son tan orgullosos y desagradables. Y por el amor a Godric se han dado nombres en código. —Se rio para sí misma.

Remus se encogió de hombros.

—La verdad, no lo entenderías. Sé que pueden ser un poco difíciles, pero te juro que cuando esos dos se preocupan por ti, es como si nada más importara en todo el mundo. Toda su atención está en ti y en tus necesidades. Han hecho mucho por mí sin pedir nada a cambio… Es… Es una cosa de los Merodeadores. Todos para uno y uno para todos, ya sabes…

—Esa es una cosa de Los Mosqueteros —Lily le respondió y Remus sonrió, asintiendo con la cabeza.

—Lo es. Pero… No es muy diferente. ¿Puedo preguntar qué ves en Severus?

Lily asintió levemente con una conocida sonrisa.

—Debí haber visto esto venir —suspiró, llevando una mano por su cabello lentamente mientras pensaba en cómo explicar lo que nadie más quería entender—. Severus fue la primera persona que conocí que era como yo. Hasta que lo conocí no entendía por qué podía hacer cosas que los otros no… No comprendía por qué había nacido tan diferente a mi propia hermana.

Dejaron de caminar. Remus pudo sentir una emoción distinta en su voz. No era triste o irritada… Era algo más como desesperada.

—Él me mostró que no era extraña o… o una rara. —Ella tragó, lágrimas llenando sus brillantes ojos color esmeralda—. Él fue… es… una buena persona. Se ha estado juntando con la gente equivocada últimamente. Y todos lo están juzgando por eso y… Black y Potter. —Sacudió su cabeza —. Lo siento, sé que son tus amigos, Remus.

Remus se encogió de hombros con desdén, instándole a continuar.

—Pero están constantemente detrás de él, y no están haciendo las cosas más fáciles. ¿Qué les ha hecho él de todas formas? —Miró a Remus expectante, como si fuera a darle algún tipo de respuesta. Podía, de verdad. Pero a ella no iba a gustarle lo que él tenía que decir y no estaba seguro de que ella lo vería alguna vez de la forma que James y Sirius lo hacían… No hasta que estuviese lista. Suspiró.

—Creo que James, Sirius y Severus son iguales, Lily —dijo cautelosamente, tratando de mantenerse imparcial. Era cierto que Sirius y James eran despiadados con Snape, y era cierto que Remus a veces pensaba que llegaban demasiado lejos. Pero Remus también sabía que algo sobre Severus Snape hacía que su piel se erizara, y tenían una razón para creer que no era muy distinto de sus secuaces de Slytherin, como Lily quería creer—. Yo creo que te aman o te odian y no hay nada entremedio. Tienen opiniones muy distintas, pero maneras muy parecidas para demostrarlas. Así que se hacen cosas entre ellos y se vengan… no creo que ningún lado sea inocente.

Lily limpió sus ojos con su manga y sonrió con tristeza, sacudiendo la cabeza.

—Una respuesta muy diplomática, Remus. —se rio suavemente—. Pero supongo que entiendo lo que quieres decir. Es sólo que me hiere ver que tome el camino equivocado por necesidad, ¿sabes?

Ahora Remus se estremeció levemente.

—No diría precisamente eso. Todos tienen una elección en el asunto. Puede elegir su propio camino, sabes. —Vio la triste mirada que ella le dio y suspiró—. Mira, intentaré hablar con James y Sirius sobre sus bromas. No puedo prometerte nada, la verdad es que no soy una gran influencia para ellos como la gente parece creer… Pero al menos lo intentaré. Para tu tranquilidad.

Por un instante, se encontró a sí mismo atrapado entre los brazos de la chica y se congeló por un momento.

—Gracias, Remus.

Remus suspiró, suavemente dándole golpecitos en la espalda.

—No me agradezcas todavía.

Se estaba haciendo tarde, fue mucho después del toque de queda cuando atravesaron por el retrato, la Sala Común estaba desértica. De seguro, todos los demás estaban en sus camas y dormidos a esa hora. Lily volvió a abrazar a Remus, besándolo suavemente en la mejilla antes de subir por las escaleras en la derecha para ir al dormitorio de las chicas de quinto año.

Remus tomó las escaleras de la izquierda, por un momento preguntándose si los Merodeadores estarían dormidos, o si decidieron no gastar más tiempo y tomar la capa y el mapa por una aventura. El dormitorio estaba en silencio cuando entró, pero podía escuchar los ligeros ronquidos de Peter desde el otro lado. En silencio caminó a su propia cama, con cautela para no pisar el piso chirriante entre su propia litera y la de Sirius.

Sirius. Pensar en el otro chico hizo que su corazón se inflara, todas esas cosas que había dicho en el tren… que estaba orgulloso de él, y que Remus merecía tener un reconocimiento por su trabajo duro. Sonrió para sí mismo. Se preguntó si Sirius estaría ya dormido…

—¿Moony? —Eso respondió su pregunta. Pero Remus frunció el ceño cuando notó que la silenciada voz de su novio había venido desde su propia cama. Las cortinas de la cama se abrieron y Sirius asomó su cabeza, con una sonrisa torcida y sus ojos grises tan brillantes que hacían que el estómago de Remus diera vueltas.

Le sonrió de vuelta.

—Es tarde, Pads. No tenías que esperarme despierto. —Se quitó los zapatos y tomó su pijama y su cepillo de dientas.

Sirius se encogió de hombros.

—Quise hacerlo. De todas formas, no estaba cansado. —Sus ojos se fijaron una vez más sobre Remus y la torpe sonrisa se ensanchó más en su cara—. ¿Cómo estuvo la reunión?

—Aburrida —dijo Remus, tratando de morderse el labio para contener su propia sonrisa—. Ya vuelvo, sólo iré a lavarme los dientas y a cambiar.

Sirius pareció como si quisiera decir algo más, pero se aclaró la garganta y asintió.

—Sí, claro. Ve —y su cabeza volvió a desaparecer detrás de la cortina.

Remus se tomó su tiempo en el baño. Sirius estaba en su cama. Muy bien, eso no era inusual, por supuesto. Habían dormido en la misma cama una infinidad de veces en los últimos cinco años. Pero esto era distinto. Ahora eran una pareja, y tenían permitido tocarse, abrazarse y besarse y….

Remus tragó con fuerzas y se salpicó un poco de agua en su rostro. No habían tenido mucho tiempo para ellos desde que oficialmente estaban juntos, estando atrapados donde los Potter, con James y Peter y durmiendo apretados todos en distintas camas separadas en la pieza de James… Se las habían arreglado un par de veces para robarse besos e incluso subirse a sus camas algunas noches, escabulléndose en el patio para besuquearse detrás del cobertizo, pero eso había sido todo.

Comenzaba a entrar en pánico. Sirius había dejado claro que no era inexperto cuando se trataba de sexo. Pero el mismo Remus no estaba seguro de estar listo para algo así. ¿Qué pasa si Sirius no quiere esperar?

Se miró a sí mismo en el espejo, estaba pálido.

—Eso es estúpido —dijo en voz alta a su reflejo—. Sirius es tu menor amigo. No querría hacer algo con lo que tú te sientas incómodo. —Era muy posible que Sirius sólo planeara esperar por su regreso de su reunión y nada más. Tomó un respiro hondo y se cambió de ropa—. Puedes hacerlo —le dijo de nuevo al espejo—. Sólo es Sirius.

—Si tú lo dices —respondió el espejo, y gruñó antes de tomar sus cosas y volver al dormitorio.

En tanto silencio como pudo, se acercó a su cama y abrió las cortinas. Su corazón se sintió como si estuviera atrapado en su garganta cuando vio a Sirius. Sin camisa (el bastardo), acostado sobre el colchón causalmente. Su parte baja estaba escondida debajo del cubre y Remus rogó en silencio que por lo menos estuviera usando pantalones. Sirius levantó las mantas (bien, estaba usando su pijama) y Remus dudó sólo por un segundo antes de meterse a la cama junto al otro chico inclinándose sobre él y cerrando las cortinas.

Los dos se recostaron sobre sus lados, mirándose a la cara y apoyados sobre sus codos. No dijeron nada pero la mano de Sirius se movió hasta descansar sobre la de Remus, su pulgar acariciando suavemente los nudillos de Remus. Remus relamió sus labios, notando la manera con la que los ojos de Sirius se fijaron ahí.

—Sirius…

—¿Sí?

Se encontró con los ojos de Sirius.

—Gracias por lo que dijiste hoy en el tren. —Sirius frunció el ceño y Remus miró hacia abajo, donde sus manos se unían—. Lo de… yo, mereciendo reconocimiento y… por estar orgulloso de mí y eso.

La mano de Sirius dejó su lugar sobre la de Remus y la dejó descansar debajo de su barbilla, levantando su mirada para encontrarse con la intensa mirada plateada de su novio.

—Lo dije en serio, Moony —continuó Sirius—. No debimos actuar de esa manera. Era importante para ti. Sé que lo es, aunque actúes como si no lo quisieras en un comienzo. Estás secretamente muy orgulloso de ti mismo, es sólo que eres demasiado modesto para aceptarlo.

Remus se rio suavemente y asintió con la cabeza.

—Tal vez un poco. —Se acercó un poco más y sintió que uno de los muslos de Sirius encajaba perfectamente entre los suyos—. También… —suspiró—Quiero decir… será muy difícil para mí encontrar trabajo después de la escuela, Sirius. Y cualquier cosa extra que pueda tener mi nombre es realmente útil…

Sirius asintió con la cabeza, entendiendo lo que quería decir.

—Lo sé, Moony.

Un silencio cayó sobre ellos, el único sonido eran sus propias respiraciones, las que eran más pesadas de lo normal, y los ronquidos de Peter en la distancia. Remus sentía como si su corazón fuese a saltar desde su pecho. El muslo de Sirius entre sus piernas estaba peligrosamente cerca de lo que Remus recién se había dado cuenta era su propia excitación. Estaba absolutamente aterrorizado, pero tampoco quería detenerlo.

—Remus —la voz de Sirius apenas era un susurro, y notó que la apariencia en su rostro se veía tan ansiosa como él mismo se sentía.

—¿S-Sí?

—No —Sirius se aclaró la garganta—... No tenemos que hacer nada que no quieras, ya sabes…

Remus asintió con la cabeza.

—Lo sé… —sus rostros estaban a centímetros de distancia, aunque ninguno de los dos podía recordar haberse acercado la verdad, y Remus podía sentir el cálido jadeo del aliento de Sirius en su rostro. Olía a menta como la pasta de dientes del chico, pero debajo de eso había una esencia distintiva a cigarrillos y algún tipo de especies que nunca podría nombrar que eran únicamente Sirius. Un extraño sonido se escapó de la garganta de Remus y no pudo controlar otro segundo, apenas teniendo que moverse para juntar sus labios con los del otro chico.

La mano de Sirius se movió para tomar el lado de la cara de Remus y llevó su lengua hacia su labio inferior. Movió un poco su cuerpo y ambos jadearon cuando su rodilla frotó algo duro. Remus sintió a Sirius dudar, así que gimió para alentarlo y tomó las caderas del chico, acercándolo para ahora posicionarlo sobre él.

—¿Remus? —preguntó Sirius, no rompiendo el beso del todo pero claramente queriendo asegurarse que estaba bien.

—Continúa —Remus suspiró, mordisqueando suavemente el labio inferior de Sirius y haciéndole gemir.

Al comienzo Sirius no se movió. Se apoyó sobre Remus, concentrándose en sus labios y sus lenguas deslizándose juntas mientras se besaban profundamente. Hasta que las caderas de Remus se levantaron y sus entrepiernas se frotaron una contra la otra por primera vez. Ambos gimieron de la sorpresa.

Joder —dijo Sirius, terminando el beso de mala gana y sentándose.

—¿Q-qué? —Remus parpadeó, confundido y aturdido y un poco mareado.

Sirius buscó a tientas en la cama por un momento y emergió segundos más tarde con su varita.

—Recuerda lo que dijo Prongs sobre los encantamientos silenciadores. —Se rio antes de conjurar el encantamiento y guardando de nuevo la varita debajo de la almohada. Volvió a posicionarse a horcajadas sobre las caderas de Remus y mirando al otro chico, el largo cabello negro cayendo de su rostro como una cortina—. ¿Esto aún está bien?

Remus asintió con rapidez, levantando una mano para peinar el cabello de Sirius fuera de su rostro y usando la misma mano para empujar la cabeza de su novio hacia abajo para volver a besarse.

Sus nervios ya habían cedido a la lujuria pura, y ahora no se detuvieron cuando sus caderas se frotaban una contra la otra, sacando gemidos y suspiros y jadeos de sus bocas unidas. Las manos de Remus comenzaron a acariciar los lados desnudos de Sirius, su pecho y abdomen y los labios de Sirius se habían desviado de la boca de Remus y besaban su mandíbula, mordisqueando con delicadeza la suave piel detrás de la oreja de Remus y haciendo que el hombre lobo se quejara.

Una de las manos de Sirius se había detenido en la cintura del pijama de Remus, las puntas de sus dedos de deslizaron justo debajo.

—¿Puedo tocarte? —La voz de Sirius era profunda y ronca contra su oído y Remus se sintió como si fuese a derretirse de verdad. Tragó con fuerzas y asintió con la cabeza, aguantando la respiración cuando la cálida mano se deslizó completamente por el elástico de su pantalón y se extendió hasta su cadera, pausando para darle a Remus tiempo para cambiar de opinión y detenerlo. Cuando Remus no hizo nada de eso, la mano en su cadera se movió, de repente, se vio rodeado por la calidez de la mano de Sirius envuelta alrededor de él.

Oh… —jadeó Remus, sus caderas se movieron involuntariamente sobre la cama, empujando más hacia la mano de Sirius.

Escuchó a Sirius reír, suave y profundo contra su oído. Luego Sirius tragó.

—Me detendrás si no quieres continuar, ¿verdad? —Su voz tembló un poco.

—S-sí —Remus asintió con rapidez, la mano que lo rodeaba había comenzado a subir y a bajar a lo largo, movimientos lentos. No podía imaginarse dejando a Sirius que se detuviera. El mismo Sirius estaba moviendo sus caderas contra la pierna de Remus al ritmo del bombeo de su puño, buscando fricción para su propia excitación descuidada. Por un momento Remus consideró en preguntarle si podía hacer algo para ayudarle, pero no estaba seguro de poder formar cualquier palabra en ese momento. La otra mano de Sirius encontró el dobladillo de la camisa de Remus y eso rompió un poco el momento para Remus.

—Espera —se escuchó a sí mismo decir. Sirius detuvo todo inmediatamente, alejándose un poco para examinar el rostro de Remus.

—¿Estás bien? —preguntó Sirius, la preocupación ahora reemplazando lo ronco que acababa de sonar. Remus gruñó frustrado, odiándose a sí mismo por hacer que se detuviera. Avergonzado, no quiso decir nada más. Sus propias manos bajaron conscientemente al final de su camiseta y los ojos de Sirius se ensancharon al darse cuenta. Sirius juntó sus labios tiernamente.

—Moony, las he visto antes…

Remus sacudió su cabeza, sus ojos cerrados y sintiéndose completamente avergonzado.

—No así… no cuando estás de verdad… ya sabes, mirando.

Sirius estuvo en silencio por un momento, pensando. Volvió a besar los labios de Remus.

—Moony, nunca haré algo que te haga sentir incómodo… y si no quieres que vea tus cicatrices cuando estamos… juntos… está bien. Pero… —suspiró y Remus abrió sus ojos para ver a Sirius mirándolo fijamente con una mirada de adoración pura, lo que hizo que la respiración de Remus se detuviera—. Creo que eres absolutamente hermoso, Remus. Te he visto en tus peores momentos, e incluso entonces… Pero no te haré algo que no quieras hacer.

Remus lo miró fijamente atónito ante la declaración de Sirius. ¿Cómo podía alguien como Sirius, que era básicamente la idea de sexo personificada para todos en Hogwarts, decir esas cosas sobre alguien tan común y defectuoso como él? Sacudió la cabeza.

—Sirius, no soy…

No —dijo Sirius bruscamente—. No discutas conmigo. —La mano que aún estaba enrollada alrededor de la erección de Remus comenzó a moverse de nuevo, haciendo que Remus olvidara lo que fuese que acababa de asustarlo tanto. Una sonrisa maliciosa apareció en el rostro de Sirius—. Sólo… déjame hacerte sentir bien, Remus. —Antes de que Remus pudiera decir algo, los labios de Sirius estaban besando su garganta y la protesta que Remus había querido hacer, había desaparecido. Respiró profundamente y se inclinó para tomar la mano de Sirius y detenerlo. Sirius le lanzó una mirada interrogante, pero Remus no dio ninguna explicación. Se sentó y le dirigió al otro una pequeña sonrisa antes de tirar su camiseta por encima de su cabeza.

Escuchó a Sirius jadear y miró hacia otro lado tímidamente, tomando cada pizca de auto control que tenía para no ocultarse debajo de las cubiertas y nunca volver a salir.

Nuevamente, la mano de Sirius estaba debajo de su barbilla, levantando su rostro para poder atrapar los labios de Remus entre los suyos.

—Hermoso —murmuró, y Remus pudo sentir que sonreía. Le sonrió de vuelta, sintiendo su rostro acalorarse. Dejo que Sirius lo volviera a acostar, y luego Sirius continuó besándolo por su cuello una vez más, esta vez moviendo la parte baja de su cuerpo. Besó sobre sus hombros, arrastrando su lengua por unos centímetros de piel aquí y allá.

Remus se congeló cuando se dio cuenta de lo que Sirius estaba haciendo. Estaba besando cada una de sus cicatrices, murmurando en voz baja palabras como: hermoso, fuerte, mi Moony, amor, y continuando su camino hasta su pecho y abdomen. Sirius se detuvo cuando llegó a la cintura del pijama de Remus y sus grises ojos parpadearon, interrogando silenciosamente. Remus lo miró, respirando pesadamente y sin saber qué decir o hacer. Un brillo travieso apareció en los ojos de Sirius y la punta de su rosada lengua salió disparada para trazar la piel justo por encima del pijama de Remus.

Con un frustrado gemido, Remus asintió frenéticamente y levantó las caderas, permitiendo a Sirius bajar el pantalón del pijama junto a sus boxers, liberando su tensa erección.

El siguiente momento sucedió en cámara lenta, o al menos así sería como Remus lo recordaría por el resto de su vida. Los ojos grises continuaban clavados sobre los dorados, y esa pecadora lengua rosada salió para humedecer los labios de Sirius. Remus pudo sentir la respiración de Sirius contra su excitación antes de que Sirius, por fin bajara su boca hasta él.

La cabeza de Remus cayó sobre las almohadas y dejó salir grito ahogado mientras era envuelto completamente por una húmeda calidez. Una de sus manos se enredó entre las sábanas debajo de él y la otra se había agarrado a los largos cabellos negros de la cabeza que en este momento se movía de arriba a abajo. Sintió un calor familiar en el estómago y maldijo bruscamente. Se arriesgó a mirar nuevamente hacia abajo, vio que los ojos de Sirius seguían observándolo mientras su boca trabajaba.

Joder —Remus gimió, la mano en el pelo de Sirius se apretó, aunque Sirius no pareció notarlo, y si lo hizo, eso sólo pareció alentarlo, tomándolo más profundo—. S-Sirius… creo que voy a…

Entonces Sirius gimió fuertemente y las vibraciones le enviaron choque en todo su cuerpo. Eso había sido todo.

¡Sirius! —Sus caderas se sacudieron y Sirius colocó sus manos sobre ellas firmemente para mantenerlas en su lugar mientras Remus sentía que su liberación se precipitaba fuera de él.

Sirius no se movió hasta que Remus se desplomó, jadeando fuertemente sobre la cama.

Una vez que estuvo seguro de que el otro chico había terminado, se sentó y se limpió la boca con el dorso de la mano.

Miró a su novio y sonrió.

—¿Todo bien, Rem?

Remus abrió los ojos, su cabeza todavía daba vueltas y su cuerpo se sentía como gelatina.

Joder… —murmuró—. Eso… fue… Dios

Sirius se rio entre dientes y se movió por el cuerpo de Remus, besándole la punta de la nariz.

—Puedes llamarme Sirius. —Le guiñó un ojo y Remus no tuvo ni siquiera la energía para rodar los ojos. Sirius se instaló a su lado, cubriendo su aún, agotado cuerpo.

Una vez que Remus había recuperado su aliento, y su cerebro recordó cómo funcionar, se giró sobre su lado, perezosamente trazando un camino con sus dedos sobre el pecho de Sirius.

—Entonces… —Se relamió los labios—. ¿Puedo hacerte eso?

Sirius se rio.

—¿Crees tener la energía para eso ahora?

Remus bufó, descansando su cabeza sobre el hombro de Sirius.

—Bueno, no llegaste a… —señaló la parte baja de Sirius.

Sirius se encogió de hombros, acariciando los suaves rizos de Remus y besando su sien.

—Como dije… Quería hacerte sentir bien —besó sus labios.

—Está bien —Remus cedió, sólo porque sintió un bostezo aparecer—. Pero te lo debo.

Sirius sonrió y asintió con la cabeza.

—Te lo cobraré —suspiró contento, moviéndolos a los dos en una posición más cómoda—. Buenas noches, Remus.

Remus ya se había dormido.