Esto es la guerra
Lily y Althea ocuparon como cada tarde la misma mesa de la Biblioteca para hacer los deberes, pronto se unieron a ellas sus tres compañeras de 2º de Gryffindor, Susan y Lucy de Hufflepuff, y Anne y Guinevere de Ravenclaw. Las nueve niñas formaban uno de los grupos más numeroso, variopinto y unido entre los estudiantes.
- En serio, yo creo que a Potter cada día le faltan más neuronas -.
- Lily, en eso creo que compite con Black -.
- Oye, ¿qué os han hecho ahora? – se interesó Anne.
- Cuando hemos bajado a la Sala Común resulta que las leyes de la gravedad han desaparecido – dijo Althea.
- ¿Qué? -.
- Pues eso, que todo lo que entraba allí acababa pegado al techo – explicó Deyanira – Sillas, mesas, personas... les encanta ese hechizo -.
Las niñas rieron por lo bajo.
- Pero Lupin es un angelito, ¿no? – dijo Susan.
- A veces es peor que Potter y Black – sonrió Selinda - ¿Quién crees que convirtió la entrada al colegio en una pista de hielo la semana pasada? -.
- También hizo que una mesa atacara a unos slytherins, saboteó sus escobas antes del último entrenamiento, ¡ah! y puso de color rojo a las lechuzas – enumeró Kathleen.
- ¿Y Peter? -.
- Es su esclavo – dijo Lily – Al pobre le mandan cada cosa -.
- Está tan mal como los otros tres – replicó Thea - ¿O cómo le llamas tú a tirar una bolsa entera de Bolas Ultrapicantes por las escaleras? -.
- Esa estuvo bien – rió Guinevere – Yo vi a los slytherins de 2º haciendo maniobras desesperadas para no caer -.
Las niñas reprimieron las carcajadas y se escondieron detrás de sus libros cuando Pince pasó haciendo la ronda.
- No hay problema cuando las trastadas van dirigidas a otros, sin embargo hay veces que también la toman con gente de su propia Casa -.
Todas las miradas recayeron sobre Lily, que parecía tener algún tipo de concurso con James a ver quien se hacía la perrería más gorda.
- ¿Qué? – protestó la pelirroja – Es un niñato malcriado y egocéntrico -.
- ¿Cuáles han sido las últimas? – le preguntó Lucy a Thea.
- Lily hizo que todos los libros de James tuvieran un irresistible deseo de volar durante todo un día. Esa misma noche Lily nos despertó a todas chillando como una loca porque su león de peluche se había convertido en una araña; no me preguntéis cómo Potter consiguió evadir los sistemas de seguridad anti-chicos de las habitaciones. Hoy Lily le llenó a James toda su ropa interior de "rascate cuanto puedas", suponemos que con la ayuda de algún infiltrado, y estamos esperando la respuesta del chico -.
- Por eso seguimos aquí aunque hemos terminado los deberes hace una hora – completó Deyanira.
- Venga Lily, tienes que salir, ¿os apetece ir al Comedor para seguir la charla? – propuso Selinda.
Ocho de nueve estuvieron de acuerdo y, aún así, tuvieron que arrastrar a la pelirroja fuera de la Biblioteca.
En el camino se tropezaron con un alegre Peter, cargado con dulces que le regalaban a menudo los elfos de la cocina.
- ¡Ey, Peter! – le gritó Deyanira, su perversa mirada desmentía la simpatía de su voz - ¿Quieres venir con nosotras? -.
- Eeeeh, yo... esto... tengo prisa – balbució y salió corriendo.
- ¡Inmobilus! -.
El niño quedó clavado donde estaba y a las chicas les fue fácil atraparle y obligarle a acompañarlas. Muchos alumnos observaban con curiosidad la escena del pobre Pettigrew siendo cruelmente escoltado por nueve niñas.
El pintoresco grupo ocupó un extremo de la mesa de Ravenclaw, con Peter sentado entre Deyanira y Althea que casualmente jugueteaban como si tal cosa con sus varitas.
- Bueno, querido Pete, no puedes quejarte de la compañía – sonrió Guinevere.
- No... pero ¿por qué yo? – dijo él, que jamás creyó posible que hubiera algo que le diera más miedo que una tropa de slytherins.
- Porque eres el más adorable de los chicos de 2º de Gryffindor, ¿a qué sí chicas? – afirmó Kathleen, ajustándose sus pequeñas gafas cuadradas.
- Claro, tú no gastas esas horribles bromas – sonrió Susan.
- Como las que le hace Potter a Lily – añadió Anne.
- Seguro que ahora está tramando una de las suyas – prosiguió Althea.
- Y el adorable Peter va a decirnos exactamente qué, porque sabe que todas le queremos mucho – dijo Deyanira, revolviéndole el pelo castaño.
Sintiéndose del todo atrapado, apuntado por la varita de soy-agresiva-Danforth, Pettigrew se rindió.
- El truco de la túnica del emperador, en la cena -.
Las niñas se escandalizaron. Esa broma era especialmente humillante, pues la víctima se paseaba tranquilamente sin darse cuenta que todos los demás le veían tan sólo con la ropa interior.
- Es que Lily se pasó con lo de el pica-pica – dijo Selinda.
- Gracias Peter, te debemos una -. Althea le dio una palmada en la espalda – Lo digo en serio -.
- Todas te ayudaremos cuando nos necesites – apoyó Guinevere.
De repente, Peter había pasado de prisionero a héroe de las nueve niñas. Sonrió feliz.
- Ahora me voy, o los chicos se preguntarán donde ando -.
- Señoritas, vamos a sabotear a Potter, en honor a las bromas que todas hemos sufrido – dijo Lily, hablando por primera vez – Le pagaremos con la misma moneda -.
Los exteriores de Hogwarts ya estaban nevados, la Navidad pronto llegaría. El aire frío que a la mayoría mantenía sentados frente a un fuego, parecía animar a dos muchachos a practicar deporte. Sirius y James entraron con las escobas al hombro; que ese año no hubiera vacantes en el equipo no era excusa para no entrenar para el siguiente, además volar era una gozada después de una semana de clases.
- Viernes al fin, un poco de quidditch y venganza Evans creo que este finde empieza bien – sonrió James, sacudiéndose la nieve de la ropa.
- Evans va a hacerte el finde imposible como le hagas la jugarreta de la túnica – repuso Sirius – Pero por mí genial, será un finde aburrido menos -.
- Hola chicos -. Remus se acercó a ellos portando varios libros - ¿Cómo se ha dado? -.
- Genial, mañana te vienes con nosotros, el aire libre te sentará bien – afirmó Black.
- Para acabar con todos los huesos rotos, ja, bastante tengo con lo que me hago yo solito los días de luna llena – gruñó Remus - ¿Sigue en pie lo de Evans? -.
- Sí -.
- Lo suponía – sacudió su rubicunda cabeza – Os espero en el Comedor, Peter ya está allí -.
- OK, colega. Vamos a cambiarnos James, me muero de hambre -.
El Comedor resplandecía con los tonos cálidos de las velas flotantes, en contraste con el negro cielo y los copos que caían suavemente. Reinaba el típico rumor de voces mezcladas con el sonido de los cubiertos.
- Hogwarts sería un paraíso si no fuera por los deberes y los exámenes – juzgó Sirius, nada más tomar asiento.
- No protestes, que tú te sacas por el forro las asignaturas so vago – replicó Althea, a la diestra del niño.
- Eso no significa que no me repatee tener exámenes -.
- Afposinen me prosdeon – gruñó ella. (No tratar con la locura)
- Odio cuando se pone a hablar en griego – regruñó Sirius.
- ¿No eres tan listo?, aprende a hablarlo -.
- Willow 1, Black 0 – sonrió Lily, sentada frente a su amiga.
Deyanira y Kathleen llegaron en ese momento, una fue junto a Evans y la otra con la niña griega.
La cena transcurrió como siempre, con charlas cordiales y algún que otro cruce de improperios sin importancia. Peter, algo inquieto, decidió que tenía mucho sueño.
- Pete, como sigas así vas a pasarte la mitad de tu vida durmiendo – protestó James – Quédate, anda. Es fin de semana, ya dormirás mañana -.
- En serio, me voy a caer redondo en el plato y paso de que Sirius se ría de mí un mes por ello – dijo el regordete chiquillo, que no le perdía ojo a las niñas armadas discretamente con sus varitas.
- Como quieras -.
Al moverse, Pettigrew tiró accidentalmente su copa sobre Selinda. Aquella era la distracción que James y Sirius esperaban para realizar su trastada, y lanzaron los hechizos por debajo de la mesa hacia Lily. Apenas se solucionó el pequeño incidente, Peter se levantó y empujó, esta vez sin querer, a Susan Kindlys que iba a hablar con sus amigas gryffindors. La hufflepuff acabó en el regazo de Remus para consternación de éste e hilaridad de sus compañeros de cuarto; y esa era la distracción que esperaban las chicas, Thea y Deyanira dispararon a Sirius mientras Lily y Kathleen se ocupaban de James.
- ¿Estás bien, Kindlys? – preguntó Remus, ruborizado, ayudando a la rubia a levantarse.
- Sí, mil disculpas – dijo ella, con un adorable sonrojo – No vi a Pettigrew -.
Hubo silbidos y exclamaciones bastante subidas de tono en las mesas de Ravenclaw, Hufflepuff y Gryffindor, y burdas groserías por parte de Slytherin.
- Sirius, apunta: cerrarles la boca a todas las serpientes – dijo James.
- Sí, jefe – rió malignamente Black – Habrá que mejorar lo de las doxys -.
- Vayamos arriba, pues -.
Cuando Sirius y James se incorporaron y salieron a los pasillos entre las mesas cundió una carcajada general. Ellos se giraron intrigados y enarcaron las cejas interrogativamente. Remus les miraba con los ojos muy abiertos, igual que la boca, y les señalaba con un dedo. Las gryffindors de 2º estaban literalmente tiradas sobre la mesa, llorando de risa; fue cuando James reparó en que Lily ahora lucía una capa.
- ¡Demonios! -.
Potter agarró a Black y le sacó del Comedor. Los profesores, como de costumbre, siguieron cenando por indicación de Dumbledore que no encontraba alarmantes aquellas pequeñas bromas.
- ¿Qué pasa? -.
- ¿Que qué pasa? -. James se tiró de los pelos hasta casi parecer un erizo – Pasa que las chicas nos han devuelto la broma que teníamos pensada para Lily, estaban sobre aviso -.
- Oh, vaya – sonrió Sirius – Menos mal que llevo los calzoncillos lisos... ¿James...?, ¿no llevarás los de las snichs? -.
Detrás de las gafas redondas sólo quedaba una bola roja con los pelos de punta.
- Chicos, yo... ¿James? -. Remus se detuvo en seco, asustado.
- Esto es la guerra -.
Lupin se arrebujó en las mantas, huyendo de la luz que incidía en su rostro obligándole a despertar. Unos murmullos, la caída de un objeto, sumado a la claridad, terminaron por desvelarle. Se sentó en la cama. Los candelabros estaban encendidos, el reloj de pared marcaba las cuatro de la mañana y no quedaba ni rastro de sus compañeros en las camas. De repente, tres figuras surgieron ante sus narices y gritó sobresaltado.
- ¡Sht! Remsie, vas a despertar a toda la torre – sonrió Sirius.
- ¿Cómo demonios os habéis aparecido? -.
- Gracias a mi padre -. James le pasó la capa para que pudiera observarla bien.
- Vaya –. Lupin deslizó el género plateado y suave entre sus manos, fascinado con la aparición y desaparición de sus dedos - ¿De dónde venís y por qué no me habéis despertado antes? -.
- Nos hemos acercado a la cocina y las aulas a por material para nuestras venganzas, no creímos necesario despertarte aún -.
- ¿Y ahora sí? -.
- Exacto. El ataque contra las chicas será rápido y sencillo, Peter se quedará aquí preparando nuestras pequeñas sorpresas -. James señaló al niño que ya estaba en el suelo rodeado de botellitas, globos, pelotas, pastelillos y un caldero – Mientras nosotros tres iremos a por los ingredientes principales de nuestro plan contra los slytherins -.
Remus salió de la cama y se puso una túnica sobre el pijama y calzado, en tanto sus amigos vaciaban los baúles con que contaban.
- Nos llevaremos sólo uno – dijo Sirius – Tendremos que hacer más viajes pero es más seguro -.
- No entiendo nada -.
- Vamos a cazar tres boggarts – resumió Potter.
- ¿¡Qué!? -. Lupin les miró como si estuvieran locos.
- Hay uno en el armario de las escobas de Pringle, otro en el aula abandonada al final del corredor sur del sexto piso y el tercero bajo las escaleras que llevan a las mazmorras en el ala oeste -. Sirius le dedicó una de sus sonrisas de psicópata – Tú eres el mejor en DCAO, cazar un boggart será pan comido para ti, Remsie -.
- No sé, esto no me gusta – dudó el rubicundo niño.
- Entonces piensa cuando los "compis" de Snape te atraparon a la salida de la Biblioteca la semana pasada y te destrozaron los apuntes y los deberes recién hechos – le recordó él.
Remus cogió su varita y agarró el otro asa del baúl con el que lidiaba Sirius, su expresión era de resolución total.
Salieron a los desiertos corredores del colegio. James, con la capa de invisibilidad, iba delante a modo de vigía, a una prudente distancia trotaban Sirius y Remus. Su primer objetivo era también el más arriesgado, el escobero estaba justo al lado de la oficina del celador y como Pringle les atrapase ya podían prepararse para un castigo ejemplar.
- James, tú avísanos si viene alguien – dijo Remus – Creo que Sirius y yo nos bastaremos para reducirle -.
- Di que sí, coleguilla -.
- Sirius, deja de hacer el chorra y escucha, sé que sabes que el boggart se transforma en lo que más miedo te da pero ¿conoces el hechizo para defenderte? –.
- Riddíkulo -.
- Bien, cuanto antes lo hagamos mejor -.
- Todo despejado – susurró con fuerza James.
Remus y Sirius abrieron el baúl y empuñaron sus varitas. Con un giro rápido, Black abrió el armario y se echó hacia atrás aterrado, su madre acababa de surgir del cuartucho.
- ¡Sirius Black, eres una vergüenza para la familia!, ¡ahora mismo te sacamos de Hogwarts y te apuntamos a Durmstrang como debimos haber hecho en un principio! ¡Deshonra! ¡Calamidad! ¡Basura! -.
- ¡Sirius, el hechizo! -.
Al ver incapacitado a su amigo, Remus se metió por medio y ¡crac! el boggart se convirtió en una inmensa esfera de luz blanca que irradió todo el pasillo. El niño no lo esperaba y el pánico le dominó, la varita se le escurrió de la mano mientras miraba la esfera que se aproximaba a él, gritó y se encogió sobre sí mismo.
Sirius, desaparecido su miedo, se puso en pie y fue al rescate de Lupin. ¡Crac!, otra vez apareció la señora Black pero...
- ¡Riddíkulo! –.
La madre de Sirius encogió hasta tener el tamaño de un ratón y chillar con la voz de una hormiga, el niño soltó una carcajada. Remus tomó el relevo y a su boggart-luna le dibujó una carita sonriente y le puso una peluca verde. El boggart retrocedió ante las carcajadas y por fin lo pudieron embutir en el baúl.
- James, lo tenem... -.
Potter surgió ante ellos con cara de circunstancia y les cubrió con la capa. Los tres niños se aplastaron y medio subieron al baúl en una posición digna de una partida de Twister para caber bajo la tela, justo a tiempo de evitar la incisiva mirada de Pringle.
El celador miró a un lado y a otro convencido de haber escuchado un alboroto allí no hacía mucho. El rebelde cabello de James le hizo cosquillas a Sirius en la nariz pero Remus alcanzó a amortiguar el estornudo con el brazo. Pringle avanzó por el pasillo y a punto estuvo de tropezar con los invisibles y retorcidos gryffindors.
- Habrá sido Peeves... yo ya no estoy para estos trotes... debería presentarle a Dumbledore mi dimisión... -.
Renqueando, Pringle desapareció por la otra punta del corredor rumiando maldiciones y, al instante, tres niños salieron corriendo de la nada en dirección contraria con un baúl.
- Estuvo cerca – suspiró Remus, ya de vuelta en la habitación.
- Por culpa del pelo de James - apuntó Sirius.
- ¿Qué tal lo llevas, Peter? – preguntó James, ignorando a su amigo de ojos azules.
- Bien, lo habéis dejado todo muy bien explicado en el pergamino – sonrió el chiquillo – Los globos están listos y he empezado con las pelotas -.
- Perfecto – asintió el niño de gafas – Toma Remus, te toca llevar la capa. Esta vez seremos este desquiciado y yo los que nos ocuparemos del boggart -.
- Propongo ir a por el de la escalera – dijo Sirius – Luego podremos ocuparnos con más calma del 6º piso -.
Así fue, cargaron con otro baúl y descendieron a las profundidades de las mazmorras. Aquella parte del castillo siempre era fría pero en diciembre era como darte un paseo por la Antártica. Remus se arrebujó en la capa invisible, pendiente de sus amigos y de alguna inoportuna visita.
- Ven bonito – silbó Sirius a la oscuridad.
- Sabía que estabas mal pero no tanto, no es un perro ¿sabes? – refunfuñó James.
En ese momento, una gigantesca babosa carnívora salió de la oscuridad de bajo la escalera y enfiló hacia el niño de gafas babeando profusamente.
- Definitivamente no es un perro –. Black retrocedió.
James se quedó de piedra, había pensado en muchas cosas que le daban miedo pero no en esa, creía que ya lo tenía superado. Por suerte Sirius estaba justo a su lado y el boggart pareció realmente confundido, tanto que acabó convirtiéndose en la señora Black pero con cabeza de babosa. Las carcajadas de los tres gryffindors debieron oírse en Tanganica.
Fue al subir por uno de los pasajes secretos, cuando Remus sacó una mano de la capa y les indicó que esperaran. Estaban detrás de un tapiz y las voces atravesaron la tela con gran facilidad: Frost y McGonagall.
- Minerva, ¿qué ocurre para que el director nos convoque a estas horas? -.
- Carta del Ministerio, alguien ha atacado la comunidad de Stonehenge, hay seis muertos -.
- ¿¡Qué!? -.
- Se les está escapando de las manos a los del Ministerio, ya no son disturbios, está muriendo gente -.
Frost guardó silencio y los pasos se alejaron en dirección al despacho de Dumbledore.
- Los titulares de los periódicos de mañana van a ser harto interesantes – comentó Sirius.
- Hasta ahora los ataques sólo habían sido contra muggles, ¿por qué intervenir en Stonehenge? -. Lupin abrió el tapiz para dejar pasar a sus amigos.
- Estamos a diez días de las celebraciones célticas del Solsticio de Invierno, muchos muggles se unen a los actos en Stonehenge sin saber que hay magos y brujas reales entre ellos – explicó James.
A las seis de la mañana consiguieron por fin los tres boggarts y, a costa de un gran esfuerzo, los embutieron a los tres en un solo baúl. Peter había terminado sus tareas y les acompañó a las mazmorras.
- ¿Cómo habéis conseguido la contraseña esta vez? -.
- Igual que la otra, Remsie, lo que pasa es que tuvimos que recurrir a las amenazas a falta de veritaserum y a un poderoso hechizo de olvido – rió Sirius.
Ni siquiera entraron en la Sala Común de Slytherin; abrieron el baúl, dejaron salir a los boggarts y cerraron la puerta-pared.
- Plan "cerrar la boca a las serpientes" completado – anunció James – Pasemos al plan "esto es la guerra" -.
- Señor planes, deja de darte tantos aires de importancia -. Sirius le dio un empujón – Son casi las 6, no tenemos apenas tiempo -.
Afortunadamente, Peter tenía dispuestos todos los elementos necesarios para su segunda venganza. Sirius y James cogieron sus escobas y los tres calderos llenos con globos, pelotas y pasteles respectivamente.
- ¿Qué vais a hacer? – preguntó Remus.
- Secreto – sonrió Sirius.
Los dos niños morenos volaron desde la ventana de su habitación a otra en la parte opuesta de la torre.
- Alohomora -.
James lanzó al interior del cuarto las pequeñas pelotas, éstas rebotaron por todas partes y dejaban unas tiras elásticas y pegajosas a medida que se deshacían. Sirius tomó el relevo y arrojó los globos de manera que quedaron prendidos de las tiras. Por último, entre los dos, hicieron un hechizo sobre los pasteles y los lanzaron rápidamente al interior.
James y Sirius reían incontroladamente cuando regresaron.
- Chicos, a la cama, debemos parecer los inocentes niñitos que somos – ordenó James.
Cerraron la ventana y apagaron las luces. No había transcurrido ni un minuto desde que se cubrieron con las mantas, cuando una serie de lejanas explosiones y chillidos despertaron a todo bicho viviente en la torre Gryffindor.
- ¿Qué habéis hecho? – inquirió Remus.
- Eso - coreó Peter.
- Callad o nos castigaran – dijo Sirius desde la cama vecina.
- Déjales, total, seguro que se imaginan que hemos sido nosotros -.
- ¿Acaso has firmado los pasteles, James? -.
- No, pero ¿a quién más se le iba a ocurrir semejante idea? -.
Cinco minutos atrás, en el ala de las chicas, las alumnas de 2º dormían placidamente hasta que los estallidos dentro de su cuarto las despertaron de golpe. Lily chilló al sentir como los restos de los pasteles explosivos la golpeaban. Intentó levantarse pero su cuerpo tropezó con el impedimento de unas tiras que parecían chicle y al tirar para poder moverse algunos globos cayeron sobre ella derramando pociones. Su grito subió de volumen al sentir el líquido resbalando por su cuerpo y la sensación tan rara que le causaba.
Morley y Hooch fueron las primeras en aventurarse en aquel improvisado campo de batalla, quedando impactadas por el panorama de las cinco niñas atrapadas en aquella intrincada telaraña de chicle sufriendo las reacciones de las pociones.
- Lisa, espera – advirtió Althea, que ahora lucía unas hermosas y grandes alas negras – Tenéis que eliminar los globos que no han caído o podría daros alguno -.
Para entonces habían llegado más chicas de los cursos superiores. Entre todas fueron quitando los globos, las tiras pegajosas y liberando a las niñas.
Selinda lloraba aún asustada, con sus brillantes alas de mariposa, sin que Morley consiguiera reconfortarla. Deyanira y Kathleen guardaban un mayor autocontrol, la primera parecía un ángel con sus blancas alas y la segunda lucía unas alas de libélula con reflejos azules. Althea fue junto a Lily, de pie ante el espejo observando y probando sus grandes alas de fénix.
- Potter – gruñó la pelirroja.
- Hooch ha ido a informar a McGonagall de lo que ha pasado – dijo Thea – No sé si esto es una broma o qué -.
- Estoy de acuerdo -. Pasó una mano por las plumas rojas – El caso es que... son bonitas -.
Sin embargo, McGonagall no llegó. La buscadora y premio anual de Gryffindor volvió sola con una expresión de absoluto desconcierto.
- ¿Y bien? – inquirió Morley.
- Los profesores están intentando neutralizar a varios boggarts en la Casa de Slytherin; al parecer esta mañana muchos se han encontrado con sus peores pesadillas y varios hechizos peligrosos han volado en todas direcciones con las consecuencias más insospechadas -.
- ¿¡Es que pueden desdoblarse o qué!? – chilló Lily. El rostro de Althea revelaba que pensaba algo por el estilo.
- Las llevaremos a la enfermería -.
- No Lisa, la enfermería está bloqueada con los slytherins heridos, nos han dicho que las niñas esperen aquí si no es demasiado grave -.
- Lo de grave depende por donde lo mires – dijo Deyanira, probando sus alas.
Les trajeron el desayuno a las afectadas por las pociones y esperaron a ver cómo se resolvía lo de Slytherin. Kathleen preguntó por Potter y cia; los chicos estaban bajo arresto en su cuarto, cuando terminara la crisis el director se encargaría de ellos.
Cerca de la hora de comer, de repente, todos los efectos de las pociones se desvanecieron. Las gryffindors sonrieron aliviadas al volver a ser ellas mismas, a pesar que las alas no habían sido un problema. Después de discutirlo, se veía necesario hablar con los chicos.
- Queremos hablar con ellos -.
Longbottom, que hacía la guardia en la puerta de los arrestados con Johnson, alzó la mirada de su partida de ajedrez no muy convencido.
- Nada de maldiciones, señorita Evans, y sólo cinco minutos -.
Las cinco niñas entraron en el cuarto de sus compañeros. Ellos les dirigieron miradas de sorpresa.
- Antes que nos ejecutéis o lo que sea, dadnos un segundo -. James se incorporó de su cama con las manos en alto.
- Adelante, Potter – dijo Lily.
- Lamentamos la broma, no queríamos asustaros, en serio, no pensamos que... -.
- El problema es que vosotros nunca pensáis -.
Los rostros de los niños manifestaban un profundo arrepentimiento y se encogieron aún más tras la bronca de la pelirroja.
- Tenemos doce años y somos idiotas, ¿podréis perdonarnos? – insistió James.
- Bueno... –. Un esbozo de sonrisa rompió con el gesto disgustado de Lily – Sólo os perdonamos porque las alas han sido un regalo muy bonito y por lo que habéis hecho en la Casa de Slytherin -.
- ¿Qué ha pasado? – preguntó Sirius, con los ojos brillantes de emoción.
- Ha sido menos espectacular que la vez anterior, ahora sólo está la mitad de la Casa en la enfermería – informó Althea.
Sirius, Peter y James chocaron sus manos, Remus se limitó a celebrarlo con una tímida sonrisa aunque luego sus tres amigos se le echaron encima.
- Es una lata, no se puede estar enfadada con ellos – se quejó Deyanira, luchando con la risa.
- Chicos, parad un momento la juerga, que tenemos que hablar –.
- Dinos, Evans -.
- Os proponemos un alto en las bromas de alto nivel, a todos vuestros compañeros les encantaría que sólo emplearais vuestro genio diabólico con las serpientes – dijo Lily.
- Trato hecho -. James salió del revoltijo de cuerpos de sus amigos y estrechó la mano de la pelirroja – Esperaba que dijeras algo así después nuestra pequeña sorpresa -.
- Yo dejaría de celebrarlo – advirtió Kathleen – Dumbledore quiere hablar con los cuatro después que rescaten a los slytherins -.
Las caras de felicidad se transformaron en cuatro máscaras de pánico.
- Chicas -. Longbottom se asomó al cuarto – Ya habéis tenido tiempo de sobra, salid -.
- Suerte – les deseó Lily.
Sin embargo, la suerte fue inclemente con los muchachos. Fue McGonagall la que les comunicó sus castigos, sí, "castigos", porque ni siquiera se les permitiría estar juntos. Peter acabó limpiando los baños de medio colegio con Pringle gritándole constantemente. James fue destinado a la Biblioteca para que limpiara libros, algunos bastante agresivos que le mandaron un par de veces a la enfermería, y estanterías bajo la iracunda vigilancia de la señora Pince. Sirius quedó condenado a ser el esclavo particular de Frost, teniendo que alimentar a sus bichos, limpiar sin magia las jaulas y también las aulas después de los trabajos prácticos de los de 6º y 7º. Por último, a Remus le enviaron a limpiar la lechucería que tenía pinta de llevar milenios sin que la hubiera visitado una escoba, al menos él no tenía que soportar a ningún adulto irascible.
Los cuatro muchachos acababan la jornada tan agotados que no tenían fuerzas ni para una pequeña broma. Durante un mes reinó una relativa paz en el colegio. Hasta el día que terminó el castigo y ellos lo celebraron con un ataque masivo de bombas fétidas contra Snape, Lucius y compañía.============================================================
N. de A.: ¡Reviews, reviews, reviews...!! ;P Gracias, gracias, gracias.
la_q_tiene_más_nombres_q_Galadriel: je, ya sabes q mis ideas son siempre geniales, como diría James. XD Me alegro que Gackt por fin esté a menos de 5000 Km de ti, a ver si puedes ir a verle, aunq no sé si eso acabaría contigo y con el muchacho en las paginas de sucesos. Besotes loka.
Sara-Ginny: es difícil que dejaran de lado a Remus, es demasiado adorable ^^ Me alegro q te gustase el capi y spero q los d+ sigan pareciéndote igual de buenos. Es un honor q sea de tus fics favoritos *^_^*
Hikaru in Azkaban: me apunto a lo de descuartizar a Peter si toca un pelo a Remsie, pero sigo pensando que a la q habría q descuartizar es a Rowling ¬¬. Spero q lo q siga del fic no te decepcione ^^.
Nariko: fic como terapia para combatir el stress universitario XD Yo ando ya trepando por las paredes con los trabajos. A ver si tienes tiempo y continuas el de Sirius en la Tierra Media, je, la de coñas q pueden salir de esa mezcla XD. Besotes loka.
Nura: Por fin, un review tuyo, anda q no te has hecho de rogar ^^. Como ya te digo las cosas en directo no te digo na más por aquí ;P .... sólo que "Podo mellon a mano" XD
Gracias a todos los que me leéis aunq no dejéis review. Ah, sólo una recomendación, el mejor fic que he visto hasta ahora de los Merodeadores es el de Dikana, se llama "Respuestas" ww read.php? storyid=729680 Adoro sobre todo los primeros capítulos, luego la cosa se complica un poco, pero no tiene precio lo de la plaga de boggarts.XD
Tenna rato!!!
Rian Black (Elanta, Naga_chan)
