En Londres

Ya sólo quedaba una semana para las vacaciones de Navidad. James era uno de los que se quedaría en el colegio, sus padres estaban demasiado ocupados, y tendría la suerte de pasar esos días con sus tres mejores amigos.

James sonrió al ver a Sirius estrangulando a Peter, a saber qué les pasaría ahora a esos dos. Miró por la ventana del aula. La ausencia de Remus terminaba al día siguiente, se temía imaginar cómo le encontrarían esta vez.

- Jamie, estás muy serio – dijo Sirius.

- Remus vuelve mañana, sólo pensaba que es horrible esperarle aquí sentado y no poder hacer nada para ayudarle -.

- Él dice que cuando le hacemos reír se siente mejor y en eso somos expertos –. Le devolvió a Peter la pluma por la que se peleaban – Este año sus heridas no son tan graves, hasta la enfermera nos lo dijo -.

- Pero a veces la transformación es como las de antes y Remus vuelve que parece que le ha atacado una manada de hipogrifos salvajes -.

- Chicos, ¿alguno sabe qué hace un gato en clase? – preguntó un hufflepuff que tenían detrás.

Efectivamente, sobre la mesa un felino atigrado parecía esperar algo sentado sobre la mesa.

- Será cosa de McGo – sugirió Sirius – Lo mismo lo tenemos que convertir en un cerdo con alas -.

De repente, el gato pareció derretirse y crecer en tamaño en cuestión de milésimas. Toda la clase enmudeció ante la aparición de la profesora.

- Buenos días a todos, abrid el libro por la página 93, hoy estudiaremos los Animagos -.

James sentía absoluta fascinación por Transformaciones pero ninguna clase le había gustado más que aquella. Humanos que tras años de estudio podían adoptar a voluntad la forma de un animal, las posibilidades eran inimaginables. La hora se pasó volando y tenía la impresión que McGonagall apenas les había explicado nada, por eso se acercó a hablar con ella al terminar.

- Profesora -.

- Dime Potter – sonrió la maestra.

- Quisiera saber más acerca de los animagos y de cómo consiguen su transformación, ¿podría recomendarme algunos libros? -.

- Por supuesto -.

McGonagall sacó un pergamino y escribió doce títulos antes de entregárselo a James.

- Los he puesto en orden de dificultad, si tienes problemas con algún punto no dudes en preguntarme -.

- Gracias, profesora -.

El niño tomó su mochila y salió corriendo a la siguiente clase. Feliz, miró el pergamino, sin duda ser el favorito de McGonagall tenía sus ventajas.

- ¿A qué venía todo eso en Transformaciones, señor peloteo? – le preguntó Sirius a James cuando se sentaron a comer.

- He encontrado la solución al problema de Remus... y quítate a Gillan de la cabeza -.

- Explícate -. El rebelde muchacho dejó que su querida iguana siguiera durmiendo tranquilamente entre su pelo azabache.

- No podemos acompañar a Remus durante la luna llena porque nos devoraría, pero los licántropos sólo son peligrosos para los humanos, no para otros animales -. Sacó la lista de libros – Señores, vamos a convertirnos en animagos -.

Peter por poco se ahoga con el zumo de calabaza.

- James, ten cuidado o conseguirás que a Pete le dé un ataque -. Sirius cogió la hoja que llevaba su amigo – "La Transmutación", "Los Animagos a lo largo de la Historia", "Mente humana y mente animal: cómo seguir siendo tú en el cuerpo de una cucaracha"... este último deberías recomendárselo a pelo-grasiento-Snape -.

- Esto sólo son obras de consulta, pura teoría sin un solo dato para llevar a la práctica, después de todo McGonagall sigue tan maternal como siempre – dijo James.

- Je, yo creo que sencillamente no se fía de nosotros, pero tú tienes un plan ¿verdad? -.

La expresión de secreta satisfacción de Potter habría prevenido a cualquiera que le conociese contra una inminente hecatombe.

- ¿Recuerdas el castigo por lo de los boggarts? -.

- ¡Argh!, intento olvidarlo con todas mis fuerzas, creo que las manos aún me apestan a esa porquería que usé para limpiar los acuarios de... -.

- Ya, el caso es que yo me tragué la limpieza de la Biblioteca, incluida la Sección Prohibida bajo la vigilancia de Pince -.

- Corrígeme si me equivoco, pero eso no fue como si los gnomos de Gringotts cogieran a un ladrón y le dijeran "pasa y echa un vistazo" -.

- ¿Animagos? – les interrumpió Peter – Podemos morir, ¿sabéis? -.

- Es un riesgo calculado – aceptó James – Sé que podemos conseguirlo pero no creo que podamos hacerlo antes de dos años, hace falta mucho estudio -.

- Genial, horas extra de deberes -.

- Pete deja de protestar – le reprendió Sirius – Lo vamos a hacer por Remus, para ayudarle, eso es lo más importante -.

- Bien, aprovecharemos las vacaciones para entrar y tomar prestados algunos libros –. James se sirvió comida en su plato al ver resuelta la situación.

- ¿Títulos cómo...? – sonrió Black, pasándole a Gillan pedacitos de comida.

- "La Alquimia aplicada a la Transformación", "Arte de la Transformación en el Antiguo Egipto: los Papiros de las Casas de la Vida", "La Transformación transprocesual", "Muerte y renacimiento: el camino del Animago", "Palabra, magia y pociones: todo lo que un Animago necesita saber", esos son los principales -.

- ¡Qué interesante!, ¿verdad Pete? -.

Pettigrew, más pálido que Nick Casi Decapitado, suspiró y asintió.

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- Jaque mate -.

- ¡Demonios! -. Lily frunció el ceño, su rey blanco miraba con cara de pánico al caballo negro de su compañero - Definitivamente esto no es lo mío -.

Snape sonrió y empezó a meter las piezas en su caja.

- Al menos ahora te gano en más de dos movimientos -.

- Gracioso – gruñó la pelirroja – Aquello fue suerte -.

- Sí, la suerte de enfrentarme a una pardilla -.

Un haz de luz procedente de la varita de Lily dio de lleno al slytherin; el niño dejó caer la caja y estalló en violentas e incontroladas carcajadas.

- ¿Quién es el pardillo ahora? – sonrió la pelirroja - ¿Te rindes, Sevy? -.

Él asintió incapaz de hablar y la gryffindor retiró el maleficio.

- Tienes muy mal perder, señorita sangre sucia -. Snape se levantó y sacudió su túnica.

- Tú tampoco te tomas muy bien las bromas, señor Snappish -. (gruñón)

Ninguno se molestó por los insultos, era habitual que los intercambiaran y Lily aprovechaba muchos de ellos para atacar a Potter.

- Evans, una sugerencia, no vayas por el pasillo del segundo piso que tiene la estatua de la emperatriz Ruberta -.

- Es el camino más corto para ir a mi siguiente clase -.

- Tú misma, yo sólo te lo advierto -.

- Ah, de cuerdo, me imagino que habréis preparado algo para mis compañeros -. Lily se encogió de hombros y cogió su mochila – Me voy ya o llegaré tarde -.

- Bien... -.

La niña enarcó una ceja.

- Severus, ¿querías algo más? -.

Él guardó el ajedrez en su mochila y sin mirarla hizo la pregunta.

- ¿Cuándo es tu cumpleaños? -.

- El veintiséis de Abril – sonrió ella – Nos vemos, Severus -.

Lily se fue corriendo al comedor a ver si podía encontrar a sus amigas antes que cruzaran por el fatídico pasillo. Sólo quedaba Thea, que la estaba esperando.

- ¿Una trampa? -.

- Sí, dónde la estatua de Ruberta -.

- Entonces cojamos el pasadizo detrás de esos paisajes escoceses, es lo más corto -.

Cuando llegaron a DCAO, tarde y sin aliento, descubrieron que no había ni un solo gryffindor en la clase. Lily frunció al ceño al ver las expresiones satisfechas de los serpientes.

- Parece que tenemos a dos supervivientes – dijo Frost – Señoritas, ¿y sus compañeros de Casa? -.

- Ni idea – respondió Althea – Nos retrasamos en el Comedor -.

El jefe de Slytherin salió del aula con evidentes muestras de disgusto, momento que aprovecharon muchos de sus alumnos para reír y burlarse de las dos niñas.

- Parece que se os ha perdido la mitad de la Casa por el camino – dijo Nott.

- ¿Qué habéis hecho? – inquirió Althea.

- Nada que sea de tu incumbencia, sangre sucia -.

En un movimiento demasiado veloz, Lily convocó varios de los tarros que adornaban el aula y los hizo explotar sobre los slytherins. Althea agarró el pupitre y lo volcó a tiempo de escudarse contra varios haces de chispas multicolores.

- A veces eres peor que Black – le recriminó la griega a Lily.

- No podía soportar una sonrisa más de... -.

Un hechizo especialmente fuerte hizo crujir la madera que las protegía.

- ¡Eh, que el cruciatus es ilegal! – chilló Thea - ¿Qué clase de padre enseña a un crío de 12 años las maldiciones imperdonables? -.

- ¡Invernus! -.

De repente, el aula se convirtió en un congelador. Hacía tanto frío que era imposible pronunciar un solo hechizo de manera correcta. Fue el momento escogido por Frost para regresar, sus ojos azules echaban chispas.

- Veinte puntos menos para cada Casa – dijo al tiempo que revocaba el hechizo de Lily – Abran sus libros -.

Nada más concluir la clase las dos gryffindors salieron corriendo hacia la enfermería, pues era allí a donde conducían la mayoría de las bromas de los serpientes.

- ¡Pus de bubotuberculo!, ¡os lo dije!, ¡me han robado la idea! -.

- ¡Señor Black, deje de gritar, no está usted en un partido de quidditch! -.

Lily y Thea tuvieron que reprimir una sonrisa al encontrar a todos sus amigos convertidos en momias. La señora Pomfrey acabó de envolver el brazo de Sirius y se retiró a su despachito.

- Hola -.

- Vaya, hacen aparición las supervivientes – dijo Deyanira.

- ¿Dónde estabais? –. El pelo de James parecía dispuesto a sublevarse y escapar por completo al control de las vendas.

- Tomamos el camino del cuadro de Nessie asustando a los turistas -. Thea se sentó en la cama del niño – Y hemos tenido una trifulca con los slytherins en el aula cuando se ha ido Frost, algunos aún deben estar sacándose sanguijuelas de los pantalones gracias a Lily -.

- No es suficiente -. Por la expresión de Sirius, lo más seguro es que el descuartizamiento fuera la única venganza adecuada.

- Vas a tener tiempo más que de sobra para planear la revancha, según la señora Pomfrey debemos quedarnos aquí una semana – dijo Kathleen - ¡Esos engendros nos han dejado sin la mitad de las vacaciones! -.

Y lo peor era que no podrían ir a buscar a Remus. Potter se hundió entre los almohadones, apenado. Al menos su amigo enfermo se había librado de aquella jugarreta, no tendría que soportar esas pústulas que dolían, escocían y picaban, ni tampoco esas vendas que apenas dejaban respirar.

- ¿Creéis que el calamar gigante sea carnívoro? -.

- ¡No seas bruto, Black! -.

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Las vacaciones de Navidad llegaron y los gryffindors de 2º seguían en la enfermería. Lily y Thea se marcharon a sus casas con la sensación que a la vuelta encontrarían una auténtica hecatombe preparada para los slytherins.

Las dos niñas descubrieron a sus respectivos padres esperándolas en el anden y aprovecharon para presentarlos. Los Evans y los Willow se mostraron entusiasmados de conocerse, tanto que los segundos les invitaron a comer un día para poder hablar con más calma. Las dos familias vivían en Londres, así que no habría problemas con el desplazamiento.

Lily esbozó una sonrisa ante la expresión entre asustada y ofuscada de Petunia. Su hermana mayor siempre había sido la mejor en las notas de la escuela y la más responsable, al contrario de la pelirroja que no hacía más que causar desastres paranormales. Ahora Petunia se veía relegada a un segundo puesto y eso la carcomía de envidia.

- Eres Petunia – dijo Thea – Yo soy Althea, un placer -.

La niña rubia frunció el ceño ante el raro color de los ojos de la griega y más al ver asomar un gato de su mochila.

- Hola – gruñó Petunia.

Althea sonrió y fue a sacar a alguien que había permanecido escondido literalmente bajo la túnica de su madre.

- Vamos, sal, que no van a comerte -.

- No quiero... -.

Lily vio un niñito de cabello negro y piel broncínea como la de Thea, pero su rostro y ojos eran azul claro como los de su padre.

- Nikki, deja de hacer el idiota -. Por fin consiguió ponerle delante de su amiga pelirroja – Este es mi hermano, Nikéforos. Nikki, ella es mi mejor amiga, Lily Evans -.

- Tanto gusto -.

- Lily, cariño, tenemos que irnos -.

La pelirroja se despidió rápidamente y siguió a sus padres a través de la pared, escuchando de fondo los gritos de Thea diciéndole que se verían pronto.

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Días después, los ojos verdes se abrieron brillantes de entusiasmo. Lily agarró una bata y bajó corriendo al salón. Allí, bajo las ramas del abeto cargado de adornos, había un montón de regalos de múltiples colores. Sus padres le habían comprado una colección de discos, uno de los Beatles que le faltaba y también el nuevo de los Rolling Stones, lástima que en Hogwarts no pudiera escucharlos. De Alfred Myther recibió un bonito pañuelo que cambiaba de color y tamaño según la ropa que se llevase puesta. El regalo de Thea era un amuleto, un pequeño disco de cuarzo engarzado en oro con el símbolo de Tauro tallado. Y de sus locos compañeros de 2º recibió el habitual compendio de chucherías, esta vez sin bichos.

Estaba atiborrándose de meigas fritas, cuando Petunia entró soñolienta al salón.

- Son las ocho de la mañana, ¿a qué hora te has levantado? -.

- Ni idea, tenía ganas de abrir los regalos -. Lily le ofreció el cesto de golosinas – Coge, son dulces del mundo mágico -.

Petunia cogió una rana de chocolate y gritó cuando el animalito saltó de su envoltorio.

- Sólo es magia, no son ranas de verdad, ¿ves? -. La pelirroja se comió una de un bocado – Mmmm, ¡guay!, por fin tengo el cromo de Medea -.

Su hermana la observó de refilón pero tomó otra rana y logró comérsela. Fue entonces cuando ella también se puso a desenvolver regalos. Poco después sus padres aparecían con el desayuno y se unían a la tarea de abrir paquetes.

- Hoy vamos a ir a casa de los Willow, después de comer visitaremos Trafalgar Square para que veáis el Árbol y merendaremos por la zona -.

Las niñas aplaudieron la idea, les encantaba ver el centro de Londres adornado por Navidad.

La casa de los Willow era de todo menos normal. Cuando uno veía aquel piso desde la calle, imaginaba algo pequeño y más bien cutre; sin embargo, Sofía Willow les abrió la puerta de una mansión. Allí se conjugaban la madera y la piedra con muebles en tonos cálidos. Rústico y hogareño. Olía a comida recién hecha, pero también a hierbas y flores.

- Tengo un invernadero, con este clima no conseguía que las rosas crecieran como yo quería -.

La señora Willow, vestida con una túnica azul pálido, les condujo al comedor a través de un claustro de columnas rojas abierto a un mágico cielo de esponjosas nubes y dorado sol. La mesa esperaba en una de las salas que daban al pórtico, llena de platos interesantes y tentadores. Althea, ataviada como su madre, saludó e instó a Lily a sentarse a su lado.

Fue una comida divertida. Jack Willow les confesó que a veces él mismo se sorprendía de las cosas que podía hacer su esposa, él era un sencillo profesor en Oxford y no podía evitar sentirse raro por vivir en un palacio micénico en medio de Londres.

Horas después, con el estómago lleno y la familia Willow vestida a lo muggle, el grupo salió al frío invierno londinense y tomaron el metro para llegar a Trafalgar Square.

La gran plaza estaba atestada aquel día 26 de Diciembre. Nevaba. Lily recordaría horas después haber alzado el rostro para ver el gran Árbol lleno de luces y reír por las cosquillas que le provocaban los copos en las mejillas, hasta que el grito sobresaltado del señor Willow llamó su atención. Sofía estaba de rodillas sobre la nieve, ajena a las pocas miradas interrogantes de los transeúntes y a la preocupación de su familia y de los Evans. Su capucha había resbalado y el viento jugó con su largo pelo negro, una cortina de seda rizada que no conseguía ocultar el febril destello de sus ojos amatista clavados en el vacío.

- La muerte cabalga en alas de odio. El hijo del infortunio ha tomado sus riendas. Su llanto será verdugo. Esmeralda se alza el señor de las tinieblas -.

Cuando terminó de hablar, la mujer se desplomó en brazos de su marido. Jack sonrió para calmarles.

- Siempre que profetiza le ocurre lo mismo -.

- Podríamos darle un poco de café caliente, le sentaría bien – sugirió Rose.

- Sí, aguarden aquí un segundo -.

El padre de Lily sostuvo a Sofía, que empezaba a volver en sí, en tanto el señor Willow iba a por café. No había dado ni dos pasos cuando empezó todo. Un haz de luz roja hizo saltar por los aires el hermoso Árbol de Navidad. Chillidos. Huida en desbandada. Más explosiones. Y un grupo de unos quince individuos con máscaras, embozados de negro y montados en escobas.

- Sagrado Apolo – musitó Sofía al tiempo que desenfundaba su varita.

Lily sintió como su madre le cogía la mano y le instaba a correr. Su mirada verde se cruzó con la de Althea, ambas aterradas. Escuchaban a sus espaldas las explosiones y los vítores de aquellos encapuchados.

- ¡Muerte a los muggles y sangre sucia! ¡muerte a los traidores!-.

Lily se sintió arrastrada a una calle lateral y la obligaron a agacharse, el cuerpo de su padre la aprisionaba contra la pared protegiéndola de los cascotes que volaban en todas direcciones. La temeridad propia de Gryffindor le instó a echar un vistazo a la plaza; Sofía no era la única bruja, una veintena de hombres y mujeres empuñaban sus varitas contra aquella panda de salvajes. Se produjo una verdadera batalla campal, con maldiciones que destrozaron media Trafalgar Square, antes que una calavera con una serpiente brotando de su boca se alzara sobre el lugar y los atacantes se desaparecieran.

Todo ocurrió en apenas unos minutos. Seis magos habían muerto, igual que otra veintena de muggles. Lily vio como Sofía se arrodillaba y tomaba en brazos al que fue su esposo. Su grito de angustia quebró el ominoso silencio. Althea y Nikéforos se soltaron del abrazo de Rose Evans y corrieron a abrazar a su madre, llorando.

Más de cincuenta magos se aparecieron en ese instante. Todos lucían túnicas azul oscuro con un emblema dorado a la altura del hombro izquierdo, desenfundaron las varitas y empezaron su trabajo: interrogar a los testigos, hechizos desmemorizantes y arreglar el destrozo de la plaza.

- Soy bruja – se apresuró a decir Lily, cuando uno de aquellos magos apuntó a su familia con la varita.

- Fuera de aquí entonces – ordenó tajante.

Obedecieron, aunque Lily lo que más deseaba era quedarse con Althea. Se sentía como en una pesadilla. Disfrutaban de una tarde estupenda, con nieve, chocolate caliente y sus familias. Ahora el padre de Althea estaba muerto, él y muchas otras personas. ¿Por qué?. No conseguía entenderlo. ¿Quiénes eran aquellos encapuchados?. ¿Qué impulsaba a alguien a matar?. Muggles y sangre sucia, esos eran sus objetivos. ¿Y qué les habían hecho ellos para merecer semejante castigo?.

- Hija, ¿qué ha sido eso? -.

Lily se acurrucó en el sofá, debajo de la manta, demasiado abrumada para llorar.

- No lo sé... en el colegio nos hablan de magos oscuros que cometen crímenes, pero nadie había hecho nada igual -.

- Tranquila -.

Los brazos de su madre eran el refugio perfecto. Se sumergió en ellos y se quedó dormida.

Nada más despertar, Lily se sintió desorientada. Tardó un tiempo en hacer memoria y recordar lo sucedido. Fue entonces cuando saltó de la cama y echó mano de pergamino y pluma para enviar un mensaje a Althea.

Hola Thea:

Sé que no sirve de mucho, pero lo siento. Ayer no nos dejaron quedarnos esos tipos que parecían policías. ¿Cómo estás?. Si necesitas cualquier cosa no dudes en decírmelo, para eso somos amigas. Sino, ya nos veremos en Hogwarts.

Muchos besos,

Lily Evans.

La pelirroja sacó a Silver de la jaula y le ató el pergamino a la pata, para luego dejar que volara. En segundos la lechuza se convirtió en un copo más de los que caían sobre la ciudad.

Cruzó los brazos sobre el alfeizar y apoyó la cabeza encima, dejando que el frío terminara de despertarla. Lily sentía la necesidad de informarse, de saber qué había pasado el día anterior, pero el mundo mágico no salía por la televisión ni la radio... ¡El Profeta!.

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- ¡Chicos, mirad esto! -.

Sirius, como de costumbre, le había quitado a Deyanira el periódico para hacer los crucigramas antes que ella pudiera ni abrirlo, y ahora sus ojos azules estaban abiertos como platos.

- "Atentado en el corazón de Londres" – leyó James por encima del hombro de su amigo.

- ¿Esa no es Thea? – señaló Deyanira.

La foto en movimiento mostraba una panorámica de la plaza arrasada, la espectral marca de la calavera con una serpiente flotando en el cielo gris, y en un lateral se apreciaban dos niños corriendo hacia una mujer arrodillada junto al cuerpo de un hombre.

- Lo es -. Sirius puso su dedo sobre los nombres de las víctimas – Jack Willow, muggle, profesor de Historia en Oxford -.

- Es horrible -.

- ¿Qué es horrible? -.

Remus, Peter y Selinda acababan de llegar al Comedor. Black les mostró la portada del periódico y procedió a engullir sus cereales, ofuscado. Los gryffindors aún llevaban vendas que les dificultaban sus movimientos y Sirius tenía serios problemas con la cuchara.

- McGo tenía razón, se les está yendo de las manos – musitó Remus, sosteniendo El Profeta.

- Bueno, este follón hará que el Ministerio empiece a tomar en serio a esos delincuentes – opinó Selinda.

- Sí, pero eso no le devolverá su padre a Thea – sentenció James.

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El día anterior a reanudar las clases llegaron los alumnos que habían estado de vacaciones, entre ellos Lily y Althea. La pelirroja hizo gestos para que sus amigos dejaran en paz a la chiquilla griega; ellos obedecieron, no hablaron, pero se dispusieron alrededor de Althea para escudarla contra las miradas y comentarios de otros estudiantes.

Al llegar a la Sala Común, la niña morena les dio las gracias y subió a su habitación.

- No lo lleva muy bien – observó Sirius.

- ¿Cómo te sentirías tú si mataran a uno de tus padres? – le increpó Deyanira.

- Feliz -.

- Pones los pelos de punta cuando dices esas cosas, Sirius – dijo Remus – Pero es verdad que se la ve muy triste -.

- Es por su madre, al parecer la señora Willow se echa la culpa de lo sucedido -.

- ¿Qué quieres decir, Lily? – inquirió James.

- Thea dice que su padre se puso delante de su madre para protegerla, que el ataque se produjo porque querían matarla a ella -. La pelirroja se sentó frente a la chimenea y sus amigos ocuparon sitios a su alrededor – Sofía Willow es de las videntes más famosas, suele hacer una media de ciento cincuenta profecías correctas al año, y trabaja para el Ministerio de Magia Británico por orden del gobierno griego -.

- Si esos alborotadores de la calavera con la serpiente quieren seguir matando, la madre de Althea es un problema porque puede llegar a predecir un ataque especialmente fuerte – razonó Potter – Eso explicaría que les atacaran en medio de Trafalgar Square -.

Lily se encogió en el sillón. ¿Qué demonios estaba pasando en el mundo mágico?.

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N. de A: no terminaba de convencerme del todo este capítulo, me parecía lento en algunos puntos pero lo necesitaba para continuar el fic.

Prometo que el siguiente será más divertido, o eso creo xP

Gracias por vuestros reviews: Lindalawen, Hikaru in Azkaban, Nariko, Sara-Ginny, Mayu (loka nº1), Nura. Siento no poder contestarlos, tengo que preparar un examen para el lunes.

Tenna rato!!!

Rian Black,

Peregrina de la Red