El atentado en Trafalgar Square estuvo en boca de todo el mundo durante meses. No se recordaba nada tan atroz desde el mago tenebroso Grindelwald, lo cual explicaba que la solicitud de ayuda por parte del Ministerio tuviera a Dumbledore más tiempo viajando que en el colegio.
En ese lapso no se volvió a tener noticias del grupo que atacó en Londres, ni el más mínimo rastro de la marca de la calavera con una serpiente brotando de su boca. Muchos apostaban que el Ministerio se había deshecho de ellos en secreto, otros decían que quizás les había entrado miedo al ver lo que habían hecho, pero también unos pocos advertían que posiblemente sólo estaban acumulando fuerzas para dar otro golpe.
Los estudiantes de Hogwarts pronto olvidaron lo sucedido en el día a día, excepción hecha de aquellos que perdieron a seres queridos esa tarde de Navidad. Althea parecía haberse sobrepuesto a la muerte de su padre, pero Lily intuía un sutil cambio en lo más profundo a través de sus ojos amatista.
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James extendió la mano y cogió las gafas de su mesa de noche. Salió de la cama, se puso una túnica sobre el pijama y encendió su varita.
- Chicos, arriba -.
- ¿Ya? – gruñó Sirius, asomándose entre las cortinas.
- Sí, despierta a Peter mientras saco la capa y los libros -.
Black bostezó bestialmente y obedeció a su mejor amigo. Fue a la cama de Peter, poniéndose una túnica entre un paso y otro, y le tiró del colchón de una patada.
- ¡Sirius! –.
- ¿Qué? -.
- Te dije que le despertaras, no que le despanzurraras -.
- Pero es que con Pete no valen los métodos tradicionales -.
Un ronquido atrajo la atención de ambos niños. Dieron la vuelta a la cama de su compañero y le encontraron arrebujado entre las sábanas y la colcha, durmiendo como si nada.
- Pasen y vean, Pettigrew, la marmota humana – rió Sirius.
- Esto es serio, creo que debería hablar con la enfermera Pomfrey, nadie puede dormir tan profundamente -. James se rascó la despeinada cabeza.
- Si conseguimos hacernos animagos, te apuesto lo que quieras a que Pete acaba de lirón, marmota... o quizás un oso, eso sería genial -.
- ¡Enervate! -.
El hechizo de James consiguió por fin sacar a su pequeño amigo del mundo de los sueños y obligarle a ponerse una túnica para acompañarles.
- Son las tres de la madrugada, vais a conseguir que mañana me duerma y me pierda el desayuno -.
- Como sigas protestando vas a conseguir que Pringle o algún profesor nos pille -.
- Callaos los dos -. Potter se aseguró que la capa invisible les cubría a los tres y enfiló pasillo adelante a trote ligero.
La puerta de la Biblioteca nunca se cerraba. Entraron sin hacer un ruido y fueron derechos a la Sección Prohibida. Peter y Sirius le pasaron de uno en uno los libros a James para que éste los colocara en sus sitios correctos.
- ¿Qué nos llevamos esta vez? – inquirió el niño de gafas.
- Deberíamos coger algunos diccionarios, casi todas las fórmulas mágicas están en idiomas muertos – dijo Sirius – Yo sé bastante latín pero el egipcio y el griego me patinan bastante -.
- Me estoy dando cuenta que aunque tenemos acceso a todos estos libros no nos sirve de mucho -.
- ¿Por qué dices eso James? – preguntó Peter, horrorizado con la idea que los cuatro meses que llevaban estudiando a escondidas de Remus no habían servido de nada.
- Porque no entendemos ni la mitad de lo que leemos aunque esté en inglés – suspiró Potter – Son conceptos que incluso magos adultos tienen problemas para entender y nosotros tenemos doce años y no podemos preguntar las dudas a nadie porque hacerse animago sin supervisión del Ministerio es ilegal -.
- ¡Eh!, Jamie, respira – sonrió Sirius – Tú eras el que decía que con insistencia todo se aprende. Además, imagina las pedazo de notas que vamos a sacar con todo lo que estamos leyendo sobre encantamientos, pociones y transformaciones -.
- Peter ve a por los diccionarios - resolvió James con una sonrisa.
- Enseguida -.
- Señor Black, encuentre algún manual que explique eso de las pociones para cambiar el aspecto -.
- Sí, capitán Potter -.
- Y yo buscaré otro libro que nos explique la diferencia entre transformar, transfigurar y transmutar -.
- ¿No son lo mismo? -.
- No, Pete, al parecer en la terminología técnica son tres cosas muy distintas, y si no queremos quedarnos convertidos en animales para siempre tenemos que conocer la diferencia -.
- Ugh -.
Los niños se distribuyeron por la Biblioteca y regresaron un buen rato después con los libros a la mesa utilizada como base de operaciones. Bajo la luz de las varitas, fueron examinando los volúmenes y descartando aquellos que no servían, aún así se llevarían siete "mamotretos infumables" como decía Peter.
Salieron de la Biblioteca a eso de las cinco de la mañana, por suerte al día siguiente era sábado y podrían recuperar el sueño perdido. El regreso tuvieron que hacerlo más despacio para evitar tropezar, que se les cayera algún libro o resbalara la capa.
James iba asomándose en cada esquina para no toparse con Pringle o, peor, con Peeves. Lo que menos imaginaba era que se encontraría con el director del colegio caminando por el pasillo hacia ellos. Detuvo en seco a sus amigos y se apoyó contra la pared, rezando para que torciera en otro de los corredores.
- Señor Potter -.
El niño palideció y sintió el bote que dieron sus compañeros a su espalda. ¿Acaso podía ver a través de la capa o qué?.
- Señor Potter, haga el favor de venir -.
James cogió la capa de invisibilidad y obedeció, dejando a sus amigos ocultos entre las sombras. Era preferible ser castigado a que Dumbledore se enterara de sus planes para convertirse en animagos.
- Buenas noches, profesor –.
- Buenas noches -. El director no parecía especialmente enfadado, sino más bien curioso - ¿Puedo preguntarle el motivo que le ha llevado a merodear a las cinco de la mañana por el colegio?, algo que creo recordar está prohibido -.
- Insomnio -. La carita de inocente made in James pareció surtir efecto – Creo que me pasé con el pudín de carne y he tenido unas pesadillas muy raras -.
- Ah, entiendo. Yo una vez comí demasiada gelatina de fresa y estuve una semana soñando que un dragón rosa quería devorarme, muy desagradable ciertamente -.
James esbozó una sonrisa divertida. Sin duda era una suerte que le hubiera atrapado Dumbledore y no McGonagall, o ya estaría limpiando retretes.
- Bueno, señor Potter, ya que tiene insomnio ¿le apetece hacer compañía a un anciano e ir a tomar un poco de té? -.
- Ah, vale -.
En vez de dirigirse al despacho, como el niño esperaba, fueron a las cocinas del colegio y ocuparon una mesita baja que los elfos domésticos llenaron de dulces además de servirles té. James se sintió un poco incómodo cuando cada elfo que pasaba le saludaba con bastante entusiasmo, con esa ya eran dos las reglas que incumplía y de las que el director tuviera conocimiento esa noche, si llegaba a saber lo de la Sección Prohibida y los animagos se jugaba incluso la expulsión.
- James, tranquilo, ya sé que vienes aquí a menudo – sonrió Dumbledore – Y no eres el único. Muchos estudiantes descubren cómo entrar a la cocina para aprovisionarse de pasteles -.
- ¿No le importa? -.
- No, James. Hogwarts es un lugar excepcional, misterioso y divertido, ni siquiera yo conozco todos sus secretos y me alegra ver que los estudiantes disfrutáis desentrañando algunos de ellos... aunque sería preferible que lo hicieras a otras horas -.
- Eh, profesor, ¿podría preguntarle algo? -.
- Adelante -.
- ¿Puede ver a través de las capas invisibles? -.
- En cierto modo, sí -.
- Ah, vale, era por si tenía algún tipo de detector de alumnos infringiendo normas -.
El director soltó una sonora carcajada.
- Ahora entiendo a qué se refería el señor Lupin cuando decía que sus compañeros de cuarto le estaban ayudando -.
- Hacemos lo que podemos, es nuestro amigo – dijo James, sintiendo que se metía en terreno pantanoso.
- Me alegra oír eso. Remus conocerá a mucha gente en un futuro que le rechazará sólo por su condición de licántropo, será mucho menos doloroso al saber que cuenta con amigos como vosotros -.
- Profesor, ¿no hay nada que pueda ayudarle?, no sé, algo que haga que no se ataque a sí mismo -.
- Los estudios sobre remedios contra la Licantropía apenas han empezado a desarrollarse. Hasta hace realmente pocos años, la solución que se daba al problema era matar a la persona infectada – dijo Dumbledore, con gesto triste.
James abrió mucho los ojos, espantado ante la sola idea que alguien quisiera asesinar a un niño tan afable como Remus.
- La vacuna contra la Licantropía aún está muy lejos de conocerse, me temo, pero hay un tratamiento en fase experimental que podría estar terminado para dentro de pocos años -.
- ¿Qué hace ese tratamiento? – se interesó el gryffindor.
- Evitar que el hombre lobo se ataque a sí mismo durante su aislamiento – sonrió Dumbledore – Al menos eso me comentó mi amigo Atanasius Iskander el mes pasado -.
- Espero que lo terminen pronto -.
- Yo también, James, pero ahora creo que deberíamos dejar nuestra charla para otro día. Ya pasan de las seis y necesitas dormir un poco, muchacho -.
Oculto bajo la capa, James regresó corriendo a su Casa. Allí le contó brevemente a Sirius su conversación con el director y luego ambos imitaron a Peter y se durmieron con las primeras luces del amanecer.
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Después de la expedición nocturna, los gryffindors de 2º se perdieron el desayuno y llegaron a la comida porque Longbottom fue a despertarles sin demasiadas contemplaciones. Soportaron las burlas de sus compañeras, tan adormilados estaban que ni se molestaron en contestar a las provocaciones, y se marcharon a la enfermería tras comer. La señora Pomfrey, que ya sabía que los niños conocían la enfermedad de Lupin, les dejó pasar con una sonrisa.
Remus, vendado en diversos sitios, estaba ocupado en meterse entre pecho y espalda media tarta de chocolate él solito, y eso que los envoltorios de chucherías advertían que aquello debía ser "el postre".
- Hola chicos – saludó.
- En serio, ¿dónde metes todo lo que comes? – preguntó Sirius – Eres la envidia de todas las chicas, te pones ciego de dulces y no engordas ni un gramito -.
- Muérete Black -.
- Vale -.
El niño moreno hizo una serie de aspavientos como si se estuviera ahogando y se desplomó en el suelo. Sus amigos se echaron a reír.
- Pero mira que le gusta hacer el idiota – dijo James.
- ¿Ahora te das cuenta? – sonrió el licántropo – Por cierto, tenéis los tres unas ojeras horribles -.
- Estuvimos de expedición nocturna – reconoció el niño de gafas – Sirius, levanta del suelo -.
- No puedo, él quiere que me muera y aquí me quedo -.
- Remus, dile que resucite o le mato de verdad -.
- Sirius, si vuelves a la vida te doy un poco de pastel -.
Pronto tuvieron a Black sentado en la cama picoteando trocitos de chocolate.
- Gorrón – rió Peter.
- Bueno, ¿y qué hicisteis anoche? – preguntó Lupin, mientras Sirius estrangulaba cordialmente a Pettigrew.
- Nada del otro mundo, buscar algún pasaje nuevo; estoy convencido que tiene que haber alguno que conecte el pasillo de los espejos con el que lleva a la torre de astronomía, Pringle se materializa demasiado rápido de un sitio al otro -.
- Pero Dumbledore nos pilló – apuntó Peter medio asfixiado.
- ¿¡Qué!? -.
- A los tres no, sólo a James que iba el primero – aclaró Sirius.
- ¿Ibais sin la capa, panda de suicidas? -.
- Claro que llevábamos la capa, pero resulta inútil si tu director ve a través de ella – suspiró James.
- Vaya -.
La conversación cambió entonces hacia el partido de quidditch del día siguiente, el tan esperado Gryffindor-Slytherin.
- Longbottom acabará por suicidarse o matar a Mercury – dijo James.
- Ha sido un bestia a la hora de despertarnos, sólo le ha faltado arrojarnos con camas incluidas por la ventana - suspiró Peter.
- Creo que todo el equipo está como él -.
- Propongo hacer desaparecer a Malfoy -.
- Esta vez no funcionará Sirius, sea lo que sea lo que estés maquinando – dijo Peter.
Sus compañeros le miraron perplejos.
- ¿Y eso por qué? -.
- Porque Frost tiene al equipo encerrado en su Sala Común desde ayer -.
Sirius soltó una sarta de escandalosos juramentos.
- Me parece que todo dependerá de nuestros jugadores – sonrió Remus.
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El domingo se presentó espectacularmente soleado, un día ideal para jugar quidditch. Las gradas del estadio ya estaban llenas a rebosar una media hora antes del partido; la mayoría del público agitaba banderitas con el rojo y el dorado de Gryffindor, pero los de Slytherin no se quedaban atrás con una gran pancarta en la que iban apareciendo distintas frases de ánimo a su equipo.
Los chicos y chicas de 2º de Gryffindor disfrutaban de zumo de calabaza frío mientras comentaban anteriores partidos y lo que podría suceder en éste.
- ¿Qué trampa creéis que usarán esta vez las serpientes? -.
- Cualquiera Pete -. Sirius estaba repantigado en su asiento, con los brazos apoyados en la grada superior y su gorra azul del P. United calada hasta los ojos para huir del sol.
- He visto a Lance -. Thea reprobó la postura de Black con la mirada – Está desesperado por conseguir la copa, como es su último año de colegio -.
- Ya veremos que sucede –.
Remus miró a James. Su amigo de gafas contemplaba el campo con anhelo en sus ojos castaños, seguramente imaginándose a él mismo volando un día y ganando copas para los leones.
Por fin, el estadio estalló en vítores cuando los equipos entraron al terreno de juego. El capitán Mercury parecía más serio que nunca y estrujó con todas sus fuerzas la mano del capitán de Slytherin, Lucius.
El pitido dio comienzo al partido. Destellos rojos y verdes comenzaron a pasar de un lado al otro del campo. Punto por aquí, empujón por allá, gritos, y el marcador 45 a 50 para Gryffindor.
Hooch cayó en picado desde las alturas; el buscador de las serpientes fue tras ella, incapaz de igualar la velocidad y determinación de la joven albina. Malfoy, consciente de que iban a perder irremediablemente, optó por una acción desesperada y lanzó su escoba contra la de Mercury al tiempo que le golpeaba con el bate en un costado. El capitán fue abatido de la escoba a varios metros de altura y se salvó gracias a un montón de cojines que aparecieron de la nada para amortiguar su caída.
- ¡¡¡Tramposos!!! -.
- ¡Deberían expulsarle! -.
- ¡Bestia! -.
- ¡Troll! -.
Incluso el comentarista, un chico de Ravenclaw, gritaba improperios contra el rubio slytherin.
- ¿Está vivo? – preguntó Lily, que había cerrado los ojos y ocultado la cara en el hombro de Thea.
- Sí, mira – le dijo Deyanira – McGo y Pomfrey ya le están atendiendo
- ¿James, dónde vas? -.
El grito de Sirius les hizo darse cuenta al grupo de que Potter desaparecía ese momento por las escaleras que bajaban de las gradas. El niño llegó al borde del campo y vio como atendían a un Lance todavía inconsciente. Longbottom se había sentado a su lado con gesto abatido, muy parecido al que tenía el resto del equipo.
Hooch reparó en la presencia de James y fue hacia él.
- No te preocupes, Lance ha sufrido peores accidentes, vuelve a tu asiento -.
- Pero no puede jugar ahora, ¿no? -.
- La señora Pomfrey dice que no -. La chica albina frunció el ceño – Ese Malfoy le ha roto el brazo y dos costillas, por no hablar de la conmoción a pesar de los almohadones que ha invocado McGonagall... Tendremos que retirarnos del partido -.
- ¿Y los suplentes? – insistió James.
- No, Frank dice que no va a dejar jugar a ninguno, son demasiado novatos y no quiere que los descalabren... Por no hablar que ellos se niegan en redondo a acercarse a Malfoy y a Debney -.
- Yo puedo hacerlo -.
- No digas tonterías, Potter -.
James fue corriendo hasta Longbottom.
- Déjame jugar en el puesto de Mercury -.
- No estoy para bromas, Potter, largo de aquí – gruñó el prefecto.
- Lance no me dejó hacer las pruebas para el equipo porque ya tenía suplentes de sobra, ¡y ahora Hooch me dice que son demasiado torpes para jugar contra Slytherin! -. El enojo de James era evidente – Quiero jugar, si me rompo la crisma es cosa mía -.
Longbottom miró a la profesora McGonagall, ella era la que tenía la última palabra y no parecía muy dispuesta a que su extraoficialmente alumno favorito se pusiera al alcance de los cariñosos cuidados de Malfoy.
- Por favor, profesora, sé que puedo hacerlo, he entrenado mucho por mi cuenta -.
- Lo sé, llevas el record de castigos por jugar en el Sauce Boxeador -.
- Mi escoba es una Nimbus 1001, no van a poder tocarme, seré más rápido que ellos -.
- Potter... -.
- Minerva, tenemos que reanudar el partido – advirtió el profesor de vuelo – No puedo esperar más -.
- Un minuto, nuestro cazador suplente ha de ir a por su escoba -.
- ¡Gracias profesora! -.
Poco después, James pisaba el campo de juego con su Nimbus y una túnica que le quedaba un poco grande a pesar de los apaños hechos con magia. Un murmullo sorprendido cundió entre el público.
- Mirad eso, cambian a Mercury por un crío, sí que están desesperados – rió Lucius.
- Seré un crío, pero voy a patearte el culo, Malfoy -.
James subió en la escoba ante la beligerante mirada del slytherin y se reunió con sus compañeros de equipo. Tuvo tiempo de echar un vistazo a las gradas y sonreír a sus amigos, los mismos que saltaban y gritaban para darle ánimos.
El pitido del árbitro reanudó el juego. Los gritos, el comentarista, las gradas... todo se esfumó de la mente de James; sólo quedaban los aros, la quaffle y los jugadores en sus escobas. Maggie Boot le pasó la pelota, James la apretó contra su pecho al tiempo que se ponía boca abajo y evitaba el bate de William Debney; se enderezó en la escoba y, con un bonito giro para esquivar una bludger, coló la quaffle en el aro.
El estadio gritó. 45-55 a favor de Gryffindor. James sabía que su habilidad había sorprendido a compañeros y adversarios por igual, el siguiente ataque no sería tan fácil.
- Los slytherins juegan rápido al contraataque... Weiss pasa a Bergen... ¡Merlín! Esa bludger de Frank ha debido doler... Johnson no consigue llegar a por la quaffle, la recoge Zane... Zane a Weiss... ¡tira!, ¡magnífica parada de McDonald! -. El comentarista miró a lo alto – No hay señal de la snitch -.
En medio del caos, James vio a Malfoy y Debney intercambiar un par de palabras y el rubio señaló a Maggie que llevaba en ese instante la quaffle. Intuyendo lo que iban a hacer, James aceleró todo lo que pudo para alcanzar a su compañera.
Los slytherins le lanzaron a la cazadora las dos bludgers al tiempo y una alcanzó a la chica. Maggie consiguió mantenerse en su escoba a costa de un gran esfuerzo pero dejó caer la quaffle, que recogió James y pasó de inmediato a Johnson.
- ¿Estás bien? -.
- Sí, ayuda a Charlie – gritó ella, sosteniéndose el hombro derecho con la mano.
Potter enfiló a toda velocidad hacia los aros esquivando alguna que otra jugarreta de sus enemigos, por primera vez no le importaba ser delgaducho y pequeño pues permitía a la Nimbus alcanzar velocidades increíbles.
Johnson se abrió hacia la derecha y James lo hizo hacia la izquierda confundiendo al guardián de Slytherin.
- ¡45-60!, ¡qué partido señoras y señores...! ¡miren, Hooch ha visto la snitch! -.
- Ojalá la coja, no podemos aguantar más – pensó James.
- ¡¡¡Potter!!! -.
El grito de Longbottom seguramente le salvó la vida. El niño se giró para ver qué sucedía y el bate que iba hacia su cabeza le impactó en el hombro, sintió como se resbalaba de la escoba en medio de un dolor agudo y, por puro instinto, se agarró al palo quedando colgado a varios metros de altura.
No oía nada, no podía moverse. Sólo era consciente del dolor que le atravesaba y la necesidad de mantenerse sujeto, de no caer contra el suelo. Por fin, unas cordiales manos le ayudaron a montar en la escoba y bajar hasta el césped sin morir en el intento.
- Tranquilo, todo está bien -.
- Frank, ¿qué...? -. James escuchaba los gritos de triunfo - ¿Quién? -.
- Hemos ganado, Hooch atrapó la snitch aunque tuvo que partirle la cara al buscador de slytherin -.
- Guay, ahora creo que voy a desmayarme -.
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Un murmullo constante sacó a James de su sopor. Abrió los ojos y descubrió un grupo de figuras borrosas en torno a su cama.
- Eh, mirad, está despierto -.
- Jamie, ¿cómo te sientes? -. Reconoció la voz de Sirius.
- Vapuleado pero vivo... pásame las gafas -.
Una vez puestas las lentes, James enfocó los rostros sonrientes de varios estudiantes de diferentes edades.
- Buen trabajo Potter – sonrió Hooch – Mercury será muy feliz en cuanto despierte y sepa que hemos ganado la copa -.
- No más feliz que yo, te lo aseguro... ¿podré seguir en el equipo? -.
- Por supuesto – saltó Longbottom – El año que viene quedarán vacantes los puestos de cazador de Lance y el de golpeador de Andrew -.
- Tendrás que presentarte a las pruebas, pero creo que podemos darlo por hecho – añadió Johnson.
En ese punto los jugadores empezaron a comentar los mejores momentos del partido y de la temporada. James notó que alguien se ponía a su izquierda. Giró un poco la cabeza y sonrió a Lily.
- Hola Evans -.
- Te podían haber volado la cabeza -.
- El riesgo es lo que hace tan divertido el quidditch -.
- Idiota... ¿seguro que estás bien? -.
- Bueno, no vas a poder atizarme durante un tiempo -.
La pelirroja puso su habitual gesto de enojo.
- Vale, me molesta un poco el hombro, pero peor ha sido el batacazo de Lance -.
- No entiendo como os puede gustar tanto el maldito quidditch – dijo Lily – Supongo que nos tocará a los demás aprender el hechizo convocador de cojines para que no te rompas la crisma -.
- Adoro tu preocupación por mi salud -.
- No es eso, si te caes con tanta facilidad de la escoba me temo que el año que viene nos costará ganar la copa, Potty -. (en inglés Potty = orinal de bebé)
Y James se quedó de lo más confuso, mientras su compañera desaparecía en el corrillo de gryffindors al lado de su cama.
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Llegaron como siempre los exámenes y con ellos el fin de curso. James y Sirius volvieron a batir todos los records con sus excelentes notas, en tanto sus compañeros iban desde el que consiguió buenas notas al "aprobado por los pelos".
Los estudiantes pasaron todo el trayecto de vuelta en tren intercambiando direcciones, propuestas para visitarse durante las vacaciones, promesas para el curso siguiente.
- Chicos -. Los tres compañeros de habitación de James le miraron, cada cual más o menos triste por la inminente despedida – No sé vosotros, pero a mí el verano pasado se me hizo eterno. ¿Qué os parece si al menos una vez por semana nos vemos en el Callejón Diagón? -.
- Me apunto – saltó Sirius – Aunque no sé dónde querrá llevarnos de vacaciones mi madre este año. Hablaba de ir a Francia, pero no se pone de acuerdo con mi padre en si ir a nuestra casa de Vézelay o con mis tíos a Chamonix -.
- Te salen los galeones por las orejas, noble señor Black – dijo Peter.
- A mí me encantaría quedar con vosotros, esta vez voy a poder ir a tu cumpleaños James – comentó Remus, mientras agarraba a Sirius de la túnica para que no saltara sobre Peter.
- Primero está el tuyo, que no creas que nos olvidamos que es dentro de tres días – sonrió el niño de gafas.
El tren comenzó a detenerse, retazos de andén pasaron ante las ventanillas.
- Bueno, hemos llegado -.
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N. de A.: Siento el retraso, soy víctima de los exámenes de Junio y de un ordenador que va a pedales y se suicida de tanto en tanto. Por si acaso no actualizo antes del 18, espero que disfrutéis viendo la 3ª peli de HP, aunque los que sois de Suramérica ya os la estrenaron el 4, qué suerte tenéis.
Contestamos a los reviews :
Ello: vaya, es una sorpresa que te hallas enganchado al fic, porque creo recordar que a ti entre todas las lokas no te gustaba Harry Potter (la verdad es que a mí tampoco, me gusta la generación de los padres XP )
Sara-Ginny: cierto, lo hice con un poco de prisa, pero es que lo repasé un par de veces y no veía la manera de apañarlo. Tenía claro lo del ataque de los mortífagos y que uno de los padres de Thea iba a morir, al final resultó que fue el padre... es lo malo de no escribir con un guión preconcebido.
Mayu: a estas alturas tú ya debes estar en la terracita de casa tomando el sol con tus elfitos abanicándote XD, perris, a mí me quedan todavía exámenes 14, 16, 18 y 23 ¬¬U. Disfruta, tú que puedes. De momento Fion se queda donde está, no quiero destrozar el fic; ya veré que hago porque sólo me quedaban unos 5 o 6 capis para terminar.
Dikana: uf, mi autora favorita de fics de los Merodeadores me ha dejado un review, es toda una sorpresa y un honor . Tienes razón cuando dices que hay pocos fics realmente buenos sobre nuestros niños y tb sobre Harry y cía, a todo el mundo parece haberle dado por el slash o las parejas raras. A Peter no quise ponerle como un idiota redomado porque no lo es, al contrario, el 3º libro demuestra que siempre fue muy astuto aunque dependiente de otros. Hilo argumental... ciertamente no hay uno en particular, sólo dejo que el fic siga su curso; para hilo argumental tu fic Respuestas, es magnífica toda la trama que has creado en torno al tema de los Herederos. Sí, me pirra verles haciendo el pariolo como tú dices . Althea no quería que fuese la típica amiga de la prota, en el fondo tiene muchos rasgos de mi propia personalidad, es cabezota, no le gusta estudiar, es optimista y amigable, e intentaré por todos los medios no liarla con Sirius XD. Gracias encarecidamente por tu review, y tú tampoco dejes de escribir porque ya me estoy comiendo las uñas de lo interesante que está la historia (mis favoritos son cuando descubren la Licantropía de Remsie, la plaga de boggarts y la broma a Snape en la Casa de los Gritos).
Hikaru in Azkaban: Sí, yo tb sentí matar a Jack, pero era necesario para una idea que tengo para más adelante. Althea aún tiene que evolucionar mucho.
Nariko: últimamente he ido 3 veces al cine y las 3 me han pasado el trailer hiper largo de la peli, vamos a fliparlo en colores literalmente. Me han dicho amigas latinoamericanas que no tiene precio aunque se saltan un poco el libro, sobre todo en las escenas finales, Snape está muy comedido e incluso llega a decirles a Sirius y Remus que dejen de pelearse como si fueran un matrimonio XD. Yo sigo leyendo tu fic, tengo que pasarme a ver si has actualizado.
