43 Completamente serio – año cinco
—¡Hora de despertar, Padfoot! —La demasiada animada voz de James Potter sacó a Sirius de su tranquilo sueño. Gruñó algo inteligible, acomodándose con más ganas contra la desnuda figura de su novio que lo estaba abrazando desde atrás. El brazo alrededor de su cintura se apretó, pero se mantuvo despierto.
—Demasiado temprano, amigo —se quejó Sirius, manteniendo sus ojos fuertemente cerrados y rezando para que James se fuera.
—Es un gran día hoy. Estoy llevando al equipo para practicar una vez más —Sirius podía oír la sonrisa en el rostro de James y eso lo fastidiaba aún más.
—Técnicamente no estoy en el equipo —gruñó, tirando de las mantas sobre su cabeza. Remus se movió en su sueño y acarició con la nariz el cuello de Sirius—. Ándate o despertarás a mi tenebroso novio hombre lobo y te comerá.
—Cállate, Padfoot —murmuró Remus un poco atontado.
—Es parte del trato con McGonagall, Sirius. Tienes que venir a la práctica. Vamos —suspiró James.
Sirius gruñó un poco más y se giró para mirar a Remus, cuyos ojos se abrieron, y no lucían muy felices, pero las comisuras de sus labios se alzaron.
—Mejor vete antes de que él mismo te lleve completamente paralizado.
Sirius rio y lo besó rápidamente. Luego hizo un puchero.
—Te perderás mi primer partido.
Una de las manos de Remus fue hasta su pecho para acariciarlo.
—Lo sé, cariño. Lo lamento. Maldita luna… —Lució triste por un momento—Tú, James y Peter van a venir a la casa de los gritos, ¿verdad?
Sirius asintió, tomando su mano y apretando suavemente.
—Por supuesto. Apenas termine, lo prometo. —Lo besó nuevamente—. Te amo.
—También te amo —sonrió adormecido mientras veía a Sirius levantarse y vestirse—. Pads…
—¿Sí?
—Estoy orgulloso de ti, sabes. Te has esforzado mucho para mantenerte enfocado.
Sirius sonrió, sintiendo su rostro acalorarse, lo que trató de esconder poniéndose la camiseta por la cabeza.
—Te veré luego, Moons. Descansa. —Tiró de las cortinas en la cama de Remus y siguió a James hasta la sala común, donde estaban Dorcas, Marlene, los gemelos Prewitt, Frank Longbottom y un guapo chico de séptimo, Eric Feldman. Todos lucían tan felices de ser despertados a esa temprana hora como Sirius se sentía.
Era una ventosa mañana de Marzo y aunque no estaba lloviendo, había una neblina pesada en el aire que James seguía insistiendo se despejaría antes de que el partido comenzara.
Sirius se sentó en las bancas, tirando de su chaqueta de cuero alrededor de él con fuerza para mantener el calor y deseando estar aún en su tibia cama, debajo de las tibias mantas, junto a su tibio y desnudo novio.
—Maldito Potter… —murmuró, amarrando su pelo con un elástico.
—Hmm… Puedes repetir eso.
Sirius alzó la vista y vio a Lily Evans, cubierta en una capa gruesa y sosteniendo dos tazas humeantes.
—¿Cocoa? —Le ofreció y sonrió.
Sirius sonrió de vuelta.
—Claro. —Agarró la taza mientras ella tomaba asiento a un lado de él—. ¿Qué haces acá afuera?
Lily suspiró e indicó con la cabeza hacia la cancha.
—Asegurándome de que Marlene no se ridiculice por completo para llamar la atención de Dorcas.
Sirius bufó, rodando los ojos.
—Aún no se lo dice, ¿eh?
—Me temo que no. Aunque es dolorosamente obvio. Estoy segura que Dorcas ya lo sabe muy bien.
Sirius rio, tomando un trago y sintiendo la calidez entrar a su cuerpo.
—No es fácil decirle a uno de tus mejores amigos que estás enamorado de él —sonrió, bajando la mirada hacia su regazo—. Incluso si es obvio para todos los demás que el sentimiento es mutuo. Se siente más profundo que el miedo al rechazo, ¿sabes? Si se lo dices y no se siente de la misma manera, puedes superarlo en algún tiempo… pero si se siente de la misma manera y no funciona, por cualquier razón… —se estremeció pero fingió que era por el viento— entonces puedes perderlo para siempre.
Lily lo observó, notando sus emociones de su voz y su rostro. Ella sonrió suavemente.
—No lo pensé así.
—Yo lo pienso cada vez que lo veo —admitió Sirius, mordiéndose el labio—. Estoy seguro que estás muy al tanto de que no siempre pienso antes de hacer o decir cosas. —Alzó la mirada hacia ella y sonrió un poco, atrapando su mirada de estar de acuerdo—. Pero… estoy tratando con todas mis fuerzas cada jodido día de ser lo suficientemente bueno para ser lo que él merece… No quiero arruinar esto. No puedo.
—Wow —exclamó Lily, pareciendo un poco sorprendida—. De verdad lo amas, ¿verdad?
Él asintió sin dudarlo.
—Sí.
Lily suspiró y volvió a mirar el partido de Quidditch y a los jugadores que volaban de un lado a otro.
—Te subestimé, Sirius.
Sirius bufó y le dio otro sorbo a su cocoa.
—Muchas personas lo hacen.
—Hm… Pero verás, yo no te subestimé por tu nombre. Soy nacida muggle. No sé mucho de la política de todas las familias sangre pura. —Sacudió la cabeza y Sirius rodó los ojos al mencionar eso—. Es sólo que… Supongo que solamente te he visto a ti y a Potter como unos inmaduros, y pretenciosos bastar…
—Vaya, gracias.
—Y parte de mí aún lo hace… pero nunca pensé mucho sobre sus propias vidas y sentimientos y todas las cosas que hacen por el otro. Es bastante admirable, ya sabes, lo mucho que tú y James y Peter se preocupan por Remus y su… —ella se detuvo y Sirius contuvo la respiración por un momento. Exhaló cuando ella no pareció desear continuar con la frase. Él se encogió de hombros.
—Somos una familia. Es lo que hacemos.
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—AVREY LANZA PARA ANOTAR. ¡OTRO BRILLANTE RESCATE POR EL GUARDIAN DE GRYFFINDOR, LONGBOTTOM! No es una sorpresa, por supuesto. Todos saben que Avery no puede anotar.
McGonagall le dio a Sirius una mirada de advertencia pero dejó el comentario pasar. Sirius se encogió de hombros inocentemente y se concentró nuevamente en el juego.
—EL CAPITÁN DE GRYFFINDOR TIENE LA QUAFFLE. ¡OYE! ¡EL BATEADOR DE SLYTHERIN, FLINT, ACABA DE LANZARLE LA BLUDGER A POTTER A PROPÓSITO! ¡GRAN RESCATE DE MARLENE McKINNON! ¡Muy bien, Marls! Enséñale a ese pedazo de…
—¡Sirius!
—Lo siento, Profesora, ¡pero eso estuvo fuera de orden y lo sabe! ¡GRAN LANZAMIENTO, McKINNON! ¡OYE, MEADOWS! ¿ESTÁS SORPRENDIDA? ¡YO ESTOY SORPRENDIDO!
Marlene voló a un lado de las gradas del comentador y lo ignoró, pero estaba sonriendo de oreja a oreja. Sirius sonrió para sí mismo.
—¡GRAN INTERFERENCIA DE GIDEON PREWITT MIENTRAS ROBA LA QUAFFLE DEL CAZADOR DE SLYTHERIN, JASPER PARKINSON! ¡PREWITT SE LA PASA A POTTER, POTTER ANOTA! ¡DIEZ PUNTOS PARA GRYFFINDOR! ¡Excelente jugada por Potter y Prewitt ahí! Pero de nuevo, sé que maneja las pelotas…
—¡Sirius Black, ya hablamos de esto!
—¿Qué? —Sirius rio— ¡Es un buen cazador!
Los estudiantes, o al menos la mayoría de ellos, tal vez no los Slytherins, parecieron entretenidos por los comentarios de Sirius. Algunos de ellos incluso gritándole de vuelta y silbando. Le gustaba el sentimiento. Era como el mismo sentimiento que tenía cuando él y James hacían una gran broma que hasta los profesores reían. Una droga natural. Estaba sorprendido con las cosas que McGonagall le dejó hacer, pero no podía evitar pasar los límites de vez en cuando. Sí pensó que tal vez ella había confiado demasiado, permitiendo que su primer juego fuera en contra de Slytherin. Al menos Gryffindor iba ganando, 30 a 10.
Se sentía alegre de que Regulus fuera el buscador de Slytherin y que no tenía mucho que hacer en el juego que valiera la pena comentar, y trató de no prestarle mucha atención, pero sí se encontraba ocasionalmente dejando que sus ojos vagaran hacia el Black más joven.
—¡OTROS DIEZ PUNTOS PARA GRYFFINDOR ANOTADOS POR FABIAN PREWITT! El guardián, Goyle, de Slytherin querrá despedirse del pudin esta noche en la cena, quizás deberías ser más rápido, ¿eh?
Hubo un fuerte abucheo por parte de las gradas de Slytherin, pero el resto de la multitud rugió en risas.
Por el rabillo del ojo, Sirius vio que Regulus comenzó a volar más rápido.
—¡OYE, MEADOWS, QUÍTALE LOS OJOS AL TRASERO DE McKINNON! ¡EL BUSCADOR DE SLYTHERIN, REGULUS BLACK HA VISTO LA SNITCH! ¡NO LE DES A ESE IDIOTA LA SATISFACCIÓN!
—Sirius… —McGonagall suspiró, sacudiendo la cabeza. Pero Sirius estaba demasiado ocupado, mientras el resto de la multitud, viendo cómo Dorcas se apresuraba, yendo casi hombro a hombro con Regulus cuando los dos perseguían la snitch. Repentinamente, ambos se lanzaron hacia abajo, casi completamente sincronizados, con el brazo estirado.
—¡MEADOWS EMPUJÓ A REGULUS! ¡VE DORCAS! ¡ATRÁPALA!
Regulus le hizo lo mismo a ella, ambos buscadores cayendo de sus escobas en la arena donde parecían ir luchando entre ellos.
—¿QUIÉN TIENE LA SNITCH? ¡Golpéalo en las canillas, Dorcas…!
—¡Sirius, no!
—¡Todo de manera deportiva, por supuesto, profesora!
Después de un momento de más lucha, Dorcas se levantó y golpeó su puño en el aire, sosteniendo la pequeña pelota dorada.
—¡DORCAS MEADOWS TIENE LA SNITCH! ¡GRYFFINDOR GANA! —gritó Sirius y la multitud vitoreó emocionada. El resto del equipo voló hacia abajo, lanzando sus escobas hacia un lado y corriendo para felicitar a su buscadora. Marlene fue la primera en llegar ahí, lanzando sus brazos alrededor de Dorcas y, tal vez perdida en la emoción de ganar, plantó un beso en los labios de la otra chica. Sirius sonrió, viendo desde la grada del comentador cómo Dorcas acercaba a Marlene más cerca para besarla de vuelta.
—Parece que el Quidditch no es la única cosa que Meadows y McKinnon han ganado hoy, ¿eh? —Sirius sonrió en el micrófono. Ambas chicas sonrieron y lo saludaron antes de ser abordadas por el equipo.
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Eventualmente Sirius bajó al campo donde los miembros del equipo de Gryffindor seguían ocupados felicitándose entre ellos y a la feliz pareja.
—Buen juego, a todos ustedes —sonrió y golpeó a James en el hombro—. Ese fue un buen vuelo, Dorcas. Espero que hayas logrado golpearlo por mí al final.
Dorcas rio y le guiñó un ojo.
—Lo golpeé en las canillas, como dijiste.
—Eres una completa diosa. Te debo un trago —la abrazó y se giró hacia Marlene—. Y tú —le sonrió con complicidad—, ¿cómo te sientes?
Marlene casi se arrojó sobre Sirius, quitándole el aliento por un momento y haciendo sonar varios lugares en su columna.
—Gracias, Sirius.
—¿A mí? —Él rio cuando ella finalmente lo liberó, quitando un par de cabellos de sus ojos—No hice nada.
Marlene solamente le sonrió y sacudió la cabeza.
—Has hecho más de lo que sabes. Sólo acepta mi gratitud, Black —le besó la mejilla—. Te amo.
Él sonrió y la volvió a abrazar, con más gentileza esta vez.
—También te amo, McKnickers. Le deseo lo mejor a las dos.
El equipo se dirigió a los casilleros y James retuvo a Sirius.
—Voy a saltar a la ducha —miró hacia el cielo, juzgando la ubicación del sol—. ¿Qué hora eso? ¿4:30? ¿Una hora hasta que salga la luna?
Sirius asintió con la cabeza.
—Sí. Pete corrió a la cocina a sacar algo para comer. Sólo tengo que hacer una parada rápida en el dormitorio y tomar mi mochila. ¿Nos encontramos afuera del sauce en una hora?
—Suena bien. —James estuvo de acuerdo y siguió al resto del equipo, aún felicitándose entre ellos en los casilleros, mientras Sirius se dirigió al castillo por su cuenta.
Estaba relativamente de buen ánimo, mucho mejor de lo que ha estado en mucho tiempo y aunque no disfrutaba del dolor que provocaba la luna llena en Remus, no podía negar que las aventuras mensuales corriendo alrededor del bosque con el lobo eran de sus noches favoritas. De hecho, no podía pensar en una mejor forma de aumentar su ya existente adrenalina.
Bajó por las escaleras tan rápido como pudo, saltándose escalones y evitando los trucos y ya estaba casi afuera del castillo cuando chocó fuertemente con otro estudiante, haciendo que ambos cayeran en el suelo.
—Mierda —murmuró Sirius, levantándose y sacudiendo su ropa. Se giró para ofrecerle al otro chico una mano—. Lo siento, yo… Oh… eres tú —frunció el ceño cuando se acercó a Severus Snape.
Snape lo miró mientras se levantaba y arreglaba su túnica.
—¿Y hacia dónde vas tan apurado?
—No es asunto tuyo —Sirius dijo rápidamente—. Quítate de mi camino, Snivellus. Tengo que estar en otro lado. —Fue a dar un paso a un lado pero Snape se movió, sin dejarlo pasar.
—Qué horrible curiosidad cómo tú y tus amigos están siempre escabulléndose en la noche. —Severus sacó su varita pero no la levantó. La mano de Sirius fue hacia su bolsillo trasero por la suya.
No lo hagas. No pelees con él. No esta noche. No puedes arriesgar una detención en noche de luna llena. Remus te necesita.
Sirius sonrió.
—Podría decir lo mismo. Siempre estás al acecho en las sombras, siguiendo a todos, metiendo esa inmensa nariz tuya donde no pertenece. Te hemos advertido antes, Snivellus. Aléjate, o dejaremos de jugar limpio. —Empujó al otro chico bruscamente.
—¿Cuál es el problema, Black? ¿No puedes pelear conmigo sin tus amigos de refuerzo? —Snape le gritó. Sirius exhaló lentamente y se giró.
—No pelearé contigo porque tengo mejores cosas que hacer antes que gastar mi tiempo con un grasiento e imbécil malviviente. —Dio un paso amenazante más cerca—. Y al menos tengo amigos. Nunca veo a alguien cerca de ti. —Hizo una mueca—. Probablemente sea el olor.
Snape le dio una enfermiza sonrisa.
—Disfrútalos mientras los tengas, Black… Sólo es cosa de tiempo antes de que se aburran de ti, tal como tu familia.
Sirius inhaló bruscamente y sus dedos se apretaron en un puño a su lado. Le dio la espalda al otro chico nuevamente. Tomó otra respiración honda y contó en su cabeza.
—Lupin se aburrirá de ti también, Black —Severus se burló—. Sólo está contigo porque sabe que nadie más querrá a un raro como él.
Los ojos de Sirius se agrandaron y antes de poder detenerse a sí mismo, se giró y empujó a Severus contra la muralla.
—Te lo advertí, Snape —gruñó—. Te advertí que si no mantenías el nombre de Remus fuera de tu sucia boca, te arrepentirías. —Estaba respirando con fuerzas, todo su cuerpo se sentía como si estuviera en llamas mientras la rabia crecía en él. Quería herir a Severus Snape más de lo que quería herir a nadie—. ¿No puedes ocuparte solamente de tus propios asuntos, cierto? ¿De verdad quieres saber lo que planeamos? ¿Quieres saber lo que está mal con el pobre y pequeño Remus Lupin? ¿A dónde desaparece todo el tiempo? ¡Bien! —Sus ojos fueron hacia la ventana, casi estaba oscuro. Sonrió—. Ve hacia el Sauce Boxeador. Toma una vara larga, aprieta el nudo en el medio… El árbol comenzará a moverse y puedes tomar el túnel escondido. Así que ve, a menos que seas un asustadizo de mierda como creo que eres. —Lanzó a Severus con un último empujón y comenzó a alejarse.
—Tú… estás jugando conmigo, Black.
Sirius siguió caminado, sin molestarse de mirar hacia atrás.
—Oh, te lo aseguro soy completamente serio.
