Dedicado a Nariko, que anda paxuxa y stresá por culpa de la Uni (yo toy igual), y a Mayu porque fue su cumple.
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De mal en peor, o da guerra y si es a un slytherin mejor-¡Corred, están atacando el tren! -.
-¿Quién? -.
-No lo sé, pero han asesinado al maquinista -.
-Hay que calmar a los demás o nos barreran como ovejas aterradas – dijo Sirius, enarbolando su varita.
-Pete, Olivier, avisad a los prefectos y organicémonos – ordenó James – Nosotros frenaremos a los que vengan por este lado, aunque sospecho que también entrarán por atrás -.
Sirius, James y Remus se plantaron en el estrecho pasillo. ¿Qué retenía a los asaltantes?.
-¡Suéltame, animal! -.
Era la voz de Andrómeda la que se acercaba en medio de las burlonas carcajadas de los desconocidos. Sirius apretó con fuerza su varita.
-Remus, encargate de los hechizos de protección, Sirius y yo atacaremos con todo lo que podamos -.
-Bien -.
La portezuela entre un vagón y otro se abrió dando paso a dos hombres embozados de negro, uno arrastraba a la joven ravenclaw. La ofensiva de los gryffindors les pilló desprevenidos, retrocedieron y Andrómeda se zafó mordiendo la mano que le retenía.
-Han matado al maquinista y a los dos encargados – informó al llegar a su altura – Vámonos -.
Los ruidos lejanos de batalla dieron la razón a James, había más de esas personas asaltando el tren.
-Nos quedamos, tú ve por ayuda, nosotros solos no podremos contenerlos por mucho tiempo -.
-Volveré lo antes posible -.
Remus detuvo habilmente varias maldiciones surgidas de la oscuridad.
-Deberíamos escudarnos... ya sé, ¡Glacius! -.
Clavó la varita en el suelo y éste se congeló como una pista de patinaje, además se formó un muro de hielo que les llegaba a la cintura. Los tres niños se agacharon tras él, soportando la lluvia de rayos verdes.
-¡Crucio! -.
El hielo crugió de manera alarmante. Los gryffindors contestaron con varias maldiciones, pero ninguna comparable a las que recibían.
-Chicos, ¿alguna idea? – inquirió Sirius, sujetando su brazo herido.
-Muchas, pero irrealizables -.
-No es momento de bromear, James -.
La puerta tras ellos se abrió, sobresaltándoles, pero de inmediato sonrieron al reconocer la figura de Longbottom.
-Llega la caballería -.
Un grupo formado por alumnos de 6º y 7º irrumpió en la zona de combate y permitió que los pequeños defensores se retiraran al otro vagón. Allí les facilitaron un botiquín y atendieron sus lesiones.
-Habéis tenido suerte – dijo Gideon con su tono de prefecto que controla la situación.
-¿Qué está pasando en la cola del tren? – preguntó James, dejando que una huffle le vendara la pierna.
-Más de lo mismo. Nos hemos atrincherado en los tres vagones centrales porque sino era imposible controlar todas las ventanillas, por eso tardamos en venir a echaros una mano, no podíamos dejar sin protección a los pequeños -.
Longbottom, a cuatro patas para evitar que le volaran la cabeza, se asomó.
-¿Podéis andar? -.
-Sí -.
-Pues hacedlo, hay que retroceder a territorio aliado -.
-Frank -.
-¿Qué, Prewett? -.
-Ah... nada, olvidalo – dijo Gideon, aunque gruñó algo sobre comportamientos infantiles.
Todos los alumnos retrocedieron a trompicones en medio de la oscuridad. Un silencio ominoso reinaba en los tres vagones atestados de estudiantes.
-¿Hay heridos? – le preguntó James a Longbottom.
-Casi todos tenemos algún golpe – bajó la voz hasta el punto que el muchacho de gafas tuvo problemas para entenderle – Tenemos a un chico de 6º de raven medio muerto y hay desaparecidos, no sabemos si muertos o sólo retenidos. Hemos desilusionado todas las lechuzas que pudimos encontrar y las enviamos pidiendo ayuda -.
-¿Por qué no os desaparecéis los mayores? -.
-Han creado un campo anti-desaparición -.
-Hay que hacer algo, si se hartan de esperar pueden hacernos saltar por los aires -.
-No lo creo posible, tenemos a buen recaudo a casi todos los estudiantes, entre ellos seguro que hay alguien a quien no desean hacer daño y no se arriesgaran a destruir el tren -. Frank le palmeó el hombro – Ya habéis hecho bastante, id los tres allí, con los de vuestro curso -.
Saltando por encima de los alumnos que abarrotaban el suelo, llegaron al rincón donde descansaban sus amigos. Althea estaba echada, dormida o inconsciente, con su cabeza reposando en el regazo de Lily, que acariciaba sus cabellos azabache.
-¿Se encuentra bien? – inquirió Sirius.
-Tuvimos que dormirla, no paraba de llorar -.
Alguien chistó en la oscuridad, pidiendo silencio por si recibían un nuevo ataque. Se apiñaron como pudieron para hacer hueco y James se embutió entre Lily y Peter.
-¿Te gustaron las flores? -.
-Durante dos minutos -.
El muchacho juraría que había una sonrisa en las palabras, pero no podía constatarlo por la negrura; además, se quedó demasiado perplejo cuando Lily apoyó la cabeza en su hombro.
-Pienso vengarme por lo de las flores -.
-Me defraudaría que no lo hicieras -.
-¿Por qué te gusta tanto hacerme la vida imposible? -.
-No es para tanto, sólo te gasto alguna broma de vez en cuando -.
-Vale, pero ¿por qué lo haces? -.
-Es divertido -.
-... -.
-¿Te has enfadado? -.
-No, sólo pensaba -.
-¿En qué? -.
-Lo simples que sois los chicos -.
De repente, el exterior del tren, se llenó de gritos y destellos de varita.
-¡Dumbledore, es Dumbledore! – exclamaron varios estudiantes, pegados a las ventanillas.
James se asomó y vio al director junto a un grupo de encapuchados haciendo frente a los que asediaban el tren. La batalla no duró mucho, Dumbledore constituía un adversario formidable y los extraños no deseaban arriesgar el pellejo, se desaparecieron antes que ninguno fuese capturado pero no sin antes convocar en el cielo la Marca Tenebrosa.
El equipo de rescatadores procedió entonces a reparar todos los desperfectos del tren y a ocuparse de los alumnos heridos. La luz regresó y fue recibida con exclamaciones y aplausos.
-¿Necesitáis ayuda? -.
James y Lily alzaron la vista y vieron, a pesar del embozo, un amigable rostro masculino lleno de pecas y cabello rojo encendido.
-No, nuestra amiga sólo está desmayada – respondió James – Allí tenían a los más graves -.
Dumbledore estaba repartiendo órdenes, dejarían uno de los vagones sin el mobiliario para trasladar a los heridos. El resto de alumnos debían volver a sus compartimientos.
-Ya habéis oído al director; vuestra amiga está bien, así que os ayudaré a llevarla a otro sitio -. El hombre, joven a juzgar por la voz, cogió en brazos a Althea y guió a los desconcertados gryffindors a un departamento vacío.
-Señor, no hace falta que haga eso, podemos nosotros – dijo Lily.
-No me llames "señor", aún no soy tan viejo – protestó en son de broma – Y es una forma de sentirme útil -. Miró entonces las túnicas del grupo – Vaya, todos de Gryffindor, yo pertenecí a vuestra Casa -.
-No cabemos todos en un compartimiento, sobre todo si tumbáis a Thea – observó Remus – Pete, Nira, Kath, Selinda y yo estaremos enfrente -.
-Dejaremos abiertas las puertas, así podremos hablar – apuntó Sirius, acomodando a Althea con ayuda del pelirrojo.
Con un brusco tirón, el tren arrancó rumbo a Hogwarts. Aquello les ayudó a calmarse un poco más, pronto estarían a salvo completamente.
-Bueno, ¿todo bien?, entonces os dejaré que descanséis un poco -.
La marcha del desconocido fue interrumpida por James.
-Gracias, pero tengo una duda -. El niño se colocó las gafas.
-¿Cuál? -.
-¿Quién sois los que habéis aparecido con Dumbledore?; puedo jurar que usted no es profesor en Hogwarts y es demasiado mayor para ser alumno -.
-Tú debes ser James Potter –. Se quitó la tela que le cubría el rostro pero no la capucha.
-¿Cómo sabes mi nombre? -.
-Digamos que la odisea de la multijugos es de dominio público – sonrió ampliamente – Me llamo Arthur y soy amigo de vuestro director, es lo único que puedo deciros -.
-¡Arthur! -.
James descubrió al fondo del pasillo a un hombre; su terroso rostro era una máscara de cicatrices enmarcada por desaliñado cabello, más gris que oscuro, y dos pequeños ojos negros se clavaron en él con tal intensidad que sintió deseos de salir corriendo.
-Ah, Moody, ¿ocurre algo? -.
-Tú eres lo que ocurre, ya estás poniéndote el embozo – le reprendió con una voz enérgica, como el fustigar de un látigo – Le dije a Albus que no quería niños para este trabajo, ¿y me hace caso?, no -.
-Sólo era un momento – se disculpó sin perder su alegre expresión y apoyó una mano en el hombro del muchacho con gafas – Te presento a James Potter -.
-El delincuente en potencia del que nos habló Albus – afirmó más que preguntó.
-No soy ningún delincuente – negó de manera encendida.
-Al menos el muchacho tiene agallas -. Moody avanzó cojeando hasta ellos y echó un vistazo dentro de los compartimientos, alarmando a sus ocupantes – Tú eres el chico mayor de los Black -.
La últimas palabras estaban cargadas de un claro sentido ofensivo, pero Sirius se limitó a esbozar una de sus sonrisas más mordaces.
-Y usted es Alastor Moody, auror y, ultimamente, la pesadilla de mi padre; su aspecto es inconfundible -.
-¿Qué hace una pequeña serpiente como tú entre los leones? -.
-Deje de insultar a Sirius – saltó James – Él no tiene la culpa de haber nacido en esa familia -.
-Tranquilo Potter, sólo bromeo con tu amigo -. Moody esbozó una irónica sonrisa – Tus padres pasaron por el Ministerio a poner una denuncia contra el señor Alphard Black por secuestro de un menor, sin embargo la ley dice que no se considera secuestro si el menor está de acuerdo y la estancia es inferior a un mes. Tu madre ha estado enviando howlers a la Sección de Educación durante lo que restaba de semana, los gritos llegaban hasta el Cuartel de Aurores -.
-Esa es mi madre, sin duda -.
-Arthur, regresemos; si Albus tiene controlada la situación yo debería regresar al Ministerio y dar aviso de lo ocurrido, a ver si los idiotas de las altas esferas se centran de una maldita vez y se dan cuenta que no tratamos sólo con aficionados a las Artes Oscuras -.
-¿Filtraréis la noticia a El Profeta? -.
-Sí, aunque habrá que ocuparse que no la vea ese imbécil de Forbidson -.
-Hasta prontos chicos, encantado de conoceros – se despidió el pelirrojo, ocultando de nuevo su rostro.
Moody se limitó a hacer un gesto con la mano y acompañó a Arthur en busca de Dumbledore, sin dejar de criticar los burócratas del Ministerio a cada paso.
-Creo que deberíamos haber pasado las Navidades en Hogwarts – comentó Remus.
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Esa misma semana, El Profeta sacó en primera página el asalto al tren de Hogwarts con el número de heridos, muertos, entrevistas con padres acusando al Ministerio de ineptitud y los sencillos comentarios de Dumbledore llamando a la calma y proponiendo organizarse para evitar sucesos como ése en el futuro. Por primera vez un periodista dio nombre a esos magos oscuros, mortífagos, porque sus apariciones siempre conllevaban alguna muerte, como si la necesitasen para sobrevivir.
La respuesta del Ministerio de Magia no se hizo esperar. No podían seguir ocultando que algo sucedía, era obvio que no eran incidentes aislados y que seguirían repitiendose si no ponían medios para evitarlo.
Así, Bartemius Crouch fue nombrado director del Departamento de Seguridad Mágica en medio de un ambiente de miedo y confusión.
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-Severus -.
Snape se detuvo justo antes de trasponer la salida de su Sala Común. Hierático como siempre, dirigió su oscura mirada hacia la mesa desde la que había sido llamado, donde descubrió un pequeño cónclave de los más peligrosos y desagradables miembros de Slytherin. De 4º reconoció a Rosier y Wilkes, y de 3º a Avery. De 7º estaba Lucius, flanqueado por Crabbe y Goyle, repantingado en la silla y haciendo un gesto con la mano para que Snape se acercara. Bellatrix, de 5º, era la única chica, pero parecía sentirse reina y señora comodamente instalada entre los brazos de Lestrange, de 6º.
-¿Querías algo, Malfoy? – inquirió Snape.
-Siéntate con nosotros; ¿has leído el periódico? -.
-Sí -.
-"Mortífagos", es un nombre interesante, ¿no te parece? -.
-Supongo -.
Lucius puso los ojos en blanco.
-Adoro tu entusiasmo, ¿dónde ibas? -.
-A la biblioteca -. Hizo un gesto con los brazos para resaltar los tres volúmenes que portaba.
-¿No prefieres quedarte a charlar con algunos amigos? -.
-Malfoy, ¿qué quieres? -.
-Tenemos partido contra Ravenclaw en dos semanas -.
-Quedan ingredientes suficientes para otras dos tandas de poción de enaltecimiento físico, si es eso lo que te preocupa -.
El círculo de slytherins se llenó de expresiones satisfechas, tendrían suficiente para enfrentarse a Gryffindor si el otro plan fallaba.
-A ver si conseguís meter un poco de sentido común a mi "querido" primo en su cabecita, aunque sea a golpes de bate – dijo Bellatrix.
-Déjalo en mis manos – aseveró Lucius – Hemos renovado plantilla, tendremos a Crabbe y Goyle de bateadores -.
-Tampoco le partáis la cabeza, es el primogénito de mis tíos y aún creen que pueden enmendarle – replicó la muchacha.
Snape dio media vuelta, con intención de ir a hacer sus deberes como tenía planeado, pero la mano de Lestrange en su hombro le retuvo.
-Aún no te han dado permiso para irte -.
-Rod tiene razón, estamos planeando una buena contra la tropa de Potter – saltó Avery.
El cetrino muchacho alzó una ceja y, vencido por la curiosidad, ocupó la silla que Malfoy había señalado desde el principio.
-Potter y su corte de sangres sucias y traidores son tu punto débil, Severus, creo que no te negarías a nada por amargarles un rato la vida -.
-¿Qué habéis pensado? -.
Lucius consideraba a Snape un chico desagradable, incluso para los cánones slytherin, pero era ambicioso y presentaba muy buena disposición a la hora de ayudar a la causa. Sonrió.
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-¿Club de duelo? -.
Peter había conseguido colarse entre los estudiantes que se aglomeraban ante el tablón de anuncios de Gryffindor. Esa mañana, McGonagall había colocado un pergamino con la noticia de la apertura de un club de duelo donde los alumnos entrenasen para prevenir situaciones de indefensión como la del ataque al tren.
-Sí, James, lo han organizado por cursos, así que estaremos con los de 3º de Raven, Huffle y Sly -.
-Estupendo, estoy deseando probar nuevos maleficios con pelo-grasiento Snape -.
-¿Y por qué no las pruebas contigo, Potty? -.
Lily y James se enzarzaron en una de esas batallas de mirada fija que si lanzaran rayos ya se habrían matado en primer año.
-Pues yo prefiero que me toque con una chica, te muestras amable tras derrotarla y quedas como un... -.
-Idiota -. La pelirroja clavó sus ojos verdes en Sirius – No eres tan difícil de vencer, Black -.
-Lo veremos, Lil – sonrió divertido.
-Vamos chicos, que llegamos tarde a clase con McGo – dijo Remus, azuzando a sus amigos con la varita como si fuesen ovejas – Vamos -.
-¡Eh, Remsie, que sé andar solo! -.
-A veces lo dudo, Sirius -.
Los cuatro chicos desaparecieron y Althea llegó junto a su amiga.
-Son una especie aparte –.
-Voy a entrenar con Snape, pienso convertirlos en babosas -.
-En el caso de Sirius será difícil, ya se parece demasiado a una, pero espero que me enseñes nuevos trucos -.
-Cuenta con ello -.
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El club de duelo se pondría en marcha las tardes de los viernes, Lily se sintió frustrada al constatar que sólo contaba con cuatro días para prepararse.
-Hoy tenemos un mal día -.
-Sí, se llama Potter y Black -.
Severus cerró la puerta del aula y lanzó el habitual hechizo de insonorización.
-¿Qué han hecho? -.
-Da igual, pero quiero aplastarlos durante los entrenamientos en duelo, enséñame algunas maldiciones de nivel más alto -.
El slytherin casi podía jurar que los ojos de Lily relucían en la oscuridad alimentados por el enfado.
-Lily, no puedo, esas maldiciones no se pueden aprender en Hogwarts a no ser que entres en la Sección Prohibida -.
-¿Y por qué no puedo haberlas aprendido fuera? -.
-Una cosa es que alguien como yo las use, todos saben con quien me codeo y los profesores conocen a mi padre, pero tú eres gryffindor y de origen muggle -.
-Enséñame -.
-No -.
-Enséñame -.
-No -.
-Enséñame -.
-No -.
-¡Enséñame! -. Lily desenfundó su varita y apuntó a Snape.
-No necesitas más maldiciones, sino dominar las que conoces -. El chico se sentó en una mesa – Potter espera que uses el hechizo repulsor, tu favorito, si cambias de estrategia le descentrarás -.
-Tienes razón, perdona -.
-Con Black lo mejor es apelar a su ego, deja que crea que te tiene a su merced y bajará la guardia, entonces sólo tendrás que lanzarle la maldición de Lengua Atada. Por supuesto, nada de esto funcionará si dejas que te domine una de tus rabietas crónicas cada vez que uno de esos dos se te pone delante -. Sacó la varita – Practiquemos -.
Durante un buen rato repasaron todos los maleficios que Lily conocía, ella los realizaba una y otra vez hasta que cualquier vacilación desapareció. Luego invirtieron papeles, Snape lanzaba las maldiciones y ella debía bloquearlas, lo que no era nada fácil porque al slytherin no parecía importarle el hecho de que su adversario fuese una chica o que tuviera menos adiestramiento.
Cuando acabaron a la 1 de la madrugada, parecía que Lily se hubiese pegado con un tigre por las contusiones, la túnica llena de desgarrones y el pelo alborotado.
-Mañana, a la misma hora –.
Snape cogió la mano de Lily y le puso en ella un frasquito lleno de poción, como la que usaron sus amigos con Remus cuando se enfrentó a Nott.
-Ponla en las heridas y mañana no tendrás ni una marca – le dijo con la sequedad que le caracterizaba.
-Gracias Severus – sonrió ella.
Salieron al pasillo y Lily desapareció pronto en la oscuridad del corredor. Snape lo hizo con más calma; ultimamente, cada vez que pasaba un rato con Lily luego necesitaba un tiempo de adaptación para volver a ser él mismo. Se cruzó con la señora Norris, la congeló sin permitirle ni un maullido, y bajó a las mazmorras.
Entró en la Sala Común en silencio, la chimenea ardía intensamente aunque no parecía caldear nada dado el frío imperante. Fue con paso rápido a las escaleras, deseando meterse en la cama, hasta que un carraspeo le detuvo en seco.
-¿De excursión nocturna, Severus? -.
-¿Y qué, Malfoy, vas a denunciarme para que Slytherin pierda puntos? -.
Lucius mostró una de sus sonrisas más falsas y punzantes desde la butaca que ocupaba.
-Algo tramas, lo sé, pero supongo que tienes tanto derecho como el que más a tener tu propia vida -. El rubio slytherin se levantó y fue junto a Snape, obligándole así a levantar la cabeza para poder mirarle a los ojos – Sin embargo, recuerda aquello en lo que estás destinado a convertirte y a quién estás abocado a servir; el Señor Tenebroso no acepta errores -.
Snape guardó silencio. Malfoy le dirigió una última mirada y subió a las habitaciones, dejándole confundido y, por qué no reconocerlo, asustado. ¿Qué sabía exactamente Malfoy?, ¿sospechaba de su relación con Evans?. Recordó que había magos que tenían la capacidad de averiguar lo que otra gente pensaba y sentía, pero Lucius no podía ser de esos, era buen mago y, no obstante, prefería conseguir sus objetivos por medio de engaños y subterfugios. Quizás el Señor Tenebroso podía, su padre no cesaba de repetirle lo poderoso que era y las oscuras artes que había aprendido en sus viajes por el mundo, hasta el punto que ya poco le quedaba de humano.
Subió a su habitación y, escondido tras las cortinas de su cama, Snape leyó avidamente uno de sus libros. Nadie abriría su mente, nadie le robaría sus más preciados secretos, nadie. La única defensa contra un Legeremens era la Oclumancia, una disciplina difícil que sólo acometían magos mayores de edad, pero él no podía esperar, no si quería llegar vivo a los dieciocho.
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James contempló orgulloso su pequeño rincón secreto, suyo y de sus tres amigos. Tras el espejo de la 4ª planta había un pasadizo que llevaba fuera del colegio y a Hogsmeade, Filch desconocía su existencia y era bastante amplio; con un hechizo de insonorización y un par de viejos sofás y sillones aquello se convirtió en el perfecto escondite dentro del colegio.
-He traído algunas cosas para celebrarlo – dijo Peter, sacando de su mochila cerveza de mantequilla y aperitivos.
-Genial Pete, buena idea -. Sirius agarró una botella y se estiró en uno de los sofás – Por vosotros, chicos -.
Remus alargó una botella a James, él cogió otra para sí y se apropió de una butaca a la que se le salía el relleno por varios sitios.
-Bueno, dentro de una hora escasa tendremos el placer de deslumbrar a todo el colegio con nuestras habilidades en duelo – sonrió James.
-Alguna ventaja tenía que tener ser un Black, como el acceso ilimitado a escabrosas maldiciones -. Entrecerró los ojos – Me encantaría usar la maldición que te cambia los pies por las manos con Snape -.
-Yo prefiero la de "Rostro Desordenado" -.
-Si haces eso, James, le obligarán a ponerse un saco en la cabeza de lo feo que estará – rió Peter.
-Chicos, Flitwick y Frost son los que dirijan los entrenamientos, no creo que a mister Iceberg se le ocurra poneros de pareja con Snape -. Remus apretó con fuerza la botella entre sus manos – Aunque yo no me quejaría si me toca con Nott -.
-Jamie tampoco se quejará si le toca con Evans, ¡ay!, ¡animal! -. Sirius se tocó la frente, donde había impactado la chapa lanzada por su amigo.
-¿Cuántas veces tendré que repetirte que no me gusta Evans? -.
-Podrás engañar a los demás, pero yo tengo un sexto sentido, y sé que a ti la pelirroja te mola -.
-¿Sabes?, creo que me va a molar más tenerte como adversario en duelo, para cerrarte esa bocaza que tienes -.
Peter y Remus reían.
-¿Y a vosotros qué os pasa? -.
-Nada, nada -.
-Ah, creía -. Potter frunció el ceño tras sus gafas.
-Hablando de Evans, ¿os habéis fijado la facilidad que tiene para desaparecer? – dijo Peter.
-¿A qué te refieres, Pete? -.
-Bueno, muchos días se salta la comida o la cena, y todas sus amigas están en el Comedor; es como el otro día, cuando tú le preguntaste a Willow si tenían problemas y se enfadó tanto -.
-A lo mejor tiene novio -.
Remus se arrepintió en seguida de haber pronunciado esas palabras al ver la cara de James.
-Sea lo que sea nosotros vamos a averiguarlo – afirmó Potter.
-¿Veritaserum? – sugirió Peter.
-Eso le quitaría la emoción, no, lo haremos a la manera tradicional, tal y como descubrimos el secreto de Remus -.
Sirius brindó por la nueva investigación y Remus suspiró, compadeciendo a la pobre pelirroja.
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El club de duelo ocupaba una de las multiples aulas vacías del colegio, se había retirado todo mobiliario y la única novedad era el suelo y paredes de piedra elástica para evitar que los alumnos se hicieran daño al caer. Muchos iban dando saltos, se dejaban caer de espaldas o daban volteretas entre carcajadas; entre los alborotadores se contaban los cuatro gryffindors de 3º, que en esos momentos intentaban tirar al suelo a algunos amigos de otras Casas.
Lily y sus compañeras se mantenían apartadas, comentando las mejores estrategias en combate y, por supuesto, lo idiotas que eran los cuatro chicos. La pelirroja intercambió una breve mirada con Snape, aislado en el último rincón del aula.
-¡Muchachos, un poco de atención! -.
La tropa de niños entre 12 y 13 años dejaron sus juegos para mirar al profesor Flitwick, de pie sobre un taburete recién invocado. Frost, apoyado en la pared, no parecía muy contento con sus horas extras como tutor de duelo.
-El señor Frost y yo os dividiremos en parejas y observaremos vuestro nivel de destreza con la varita, así podremos planificar las clases siguientes -.
Mientras Flitwick leía la lista, se escuchaban murmullos por lo bajo de sorpresa y diversión.
-Señor Black -.
-Mande -.
-Con la señorita Clairmont -.
Guinevere enrojeció hasta las pestañas cuando el atractivo chico le dedicó una sonrisa y un guiño.
-Vere -.
Lo siento -. La raven de cabello trigueño miró abochornada a sus amigas – Es que... es demasiado guapo -.
-Sí, la Madre Naturaleza le dio tanta fachada que se olvidó del interior, sobre todo de lo que tendría que tener dentro del cráneo – gruñó Deyanira, probocando la risa de las demás.
Un movimiento de la varita de Frost creó una tarima en medio de la sala para que todos pudieran observar bien los movimientos de los combatientes. La raven y el gryffindor subieron e hicieron los saludos de rigor. La velocidad de Sirius les dejó pasmados y, aunque Guinevere perdió, antes consiguió tumbar a su adversario con un Piernas Unidas muy efectivo.
-Señor Lupin con la señorita Kindlys – enunció Flitwick.
Tanto Remus como Susan se mostraron encantados con su pareja; desde aquel choque con la panda de Nott se habían hecho muy amigos, así que, tras lanzarse unas cuantas maldiciones, optaron por un empate. A Peter le tocó con Mercury y perdió, no sin antes bañar al raven en natillas al pronunciar mal una maldición. James acabó con una slytherin, Rookwood, que participaba en las famosas clases-castigo; el enfrentamiento fue divertido, porque ella había aprendido mucho gracias a su enemigo y tardó más de un cuarto de hora en ser derrotada. Althea luchó con Lucy más en broma que Remus y Susan, si eso era posible.
Lily se cruzó de brazos, impaciente, y miró alternativamente a ambos maestros tropezando con la siniestra mirada de Frost.
-Señorita Evans, al parecer es usted la mejor de su clase en Encantamientos -.
-Eso dice el profesor Flitwick – replicó ella, intentando restarle importancia.
-Oh, bien, lo comprobaremos enseguida, será la siguiente en demostrar sus habilidades -.
-No tengo pareja -.
-Señor Snape, haga el favor de ser el adversario de nuestra joven prodigio -.
La pelirroja empezaba a intuir que aquel energumeno de profesor le había cogido manía, o quizás era que no quedaba otro gryffindor disponible.
Lily y Snape subieron a la tarima, el muchacho no mostraba ni un ápice de emoción cuando desenfundó su varita.
-Saludénse -.
Se llevaron las varitas al rostro y realizaron una sencilla reverencia.
-Ten cuidado, sangre sucia -.
-Tenlo tú, Snappish -.
-Media vuelta y diez pasos -.
Lily contó los pasos, pero aún tuvo tiempo de echar un vistazo al público. Una cosa era luchar amigablemente con Severus y otra darse de tortas con él delante de unos cuarenta alumnos. Sirius y James le dedicaron miradas de preocupación y disgusto, eso la hizo sonreír y olvidar un poco los nervios.
-Ese Frost es un sádico – murmuró Remus.
-La tiene tomada con Evans desde que nos ayudó con lo de la nota – gruñó Sirius.
-Y cuando sobrevivió al lethifold – apuntó Peter –, le dejó en ridículo -.
James guardó silencio. Lily era todo lo que la gentuza como Snape odiaba; gryffindor, hija de muggles y con un potencial mágico fuera de lo común. Si le tocaba una sola de sus cobrizas trenzas se iba a enterar... porque nadie se metía con sus compañeros.
La muchacha dio la vuelta y encaró al slytherin tomando la posición correcta de ataque, eso pareció sorprender a Frost.
-Adelante -.
-¡Expelliarmus! -.
Los hechizos se cruzaron en el aire e impactaron en sus objetivos, ambos volaron por los aires, cayeron en la tarima sin perder sus varitas y, en menos de medio segundo, ya estaban de pie. Tras un instante de silencio, los estudiantes aplaudieron.
-¡Impedimenta! -.
-¡Rictusempra! -.
-¡Protego! -.
El intercambio de maldiciones entre la pelirroja y el slytherin se volvía a cada momento más agresivo, habían caído varias veces al suelo y por muy poco estaban deteniendo hechizos que les dejarían K.O., como el Desmaius. Lily necesitaba desesperadamente distraer a su adversario, empezaba a cansarse y no podría bloquearle otro ataque más.
-¡Diffindo! -.
La túnica de Snape se desagarró por un sitio bastante vergonzoso, él se dejó caer de rodillas para taparse pero, para sorpresa de la gryffindor, contraatacó.
-¡Bracchium fracta! -.
Lily gritó cuando su brazo derecho se partió con un sonoro chasquido.
-¡Basta! -.
El jefe de Slytherin reparó la ropa de Snape y le envió a un rincón del aula bajo la protección de sus compañeros de Casa; entre tanto, Flitwick examinaba a la pelirroja tras conseguir apartar a sus amigos, dictaminando visita inmediata a la enfermería y dando por concluida la clase de duelo. Entonces, el pequeño profesor se acercó a Frost y claramente empezaron a discutir, a pesar de hablar en voz baja.
Althea y Deyanira ayudaron a Lily a descender de la tarima, ella intentaba retener las lágrimas con escaso éxito; no sólo eran de dolor, sino de frustración por haber perdido y, sobre todo, porque acababa de conocer una faceta de Severus que siempre se había negado a ver. Dio un paso hacia la puerta y se tambaleó peligrosamente a pesar de la ayuda de sus amigas, el brazo era lo peor pero también tenía un sinfín de contusiones y un profundo agotamiento.
-No debes andar -.
-Puedo sola, Potter -.
El grupo de gryffindors se preparó para otra discusión y se quedaron a cuadros al ver como el delgaducho James cogía en brazos a la pelirroja. Lily no atinó a protestar, igual de atónita. El muchacho enfiló hacia la puerta y, recuperados de la sorpresa, todos le siguieron. El último en salir fue Peter, que se había acercado a la tarima para recoger la varita de la niña herida, y lo hizo a toda prisa tras ver la expresión de Snape desencajada por la ira.
Demasiado aturdida, Lily se dejó transportar en volandas hasta la enfermería. Allí, la señora Pomfrey puso el grito en el cielo, renegando de las cosas a las que sometían a los niños en el colegio y que Albus era un irresponsable por permitirlo, al tiempo que señalaba a James una camilla donde depositar su delicada carga.
-Fuera todos, la señorita Evans necesita descanso, la veréis por la mañana -.
El chico de gafas iba a obedecer cuando sintió una mano agarrando la suya, miró a la desaliñada pelirroja.
-Gracias... James -.
-De nada... Lily; ya sabes, si te ocurriese algo me aburriría demasiado -.
Ella sonrió y le soltó para que la señora Pomfrey pudiera echarle a patadas de su territorio.
-Un momento – pensó la niña, mientras tomaba las medicinas - ¿He sido amable con Potter?, definitivamente me he golpeado la cabeza demasiado fuerte -.
En el pasillo un chico pensaba algo muy parecido, con la diferencia que él no tenía la escusa de estar trastornado por un duelo. Ella le había llamado por su nombre y le había dado las gracias.
-¡JAMES! -.
El grito le hizo dar tal salto que casi acaba en los brazos de la estatua del erudito "Sin codos" Ulric. Sus tres amigos rieron a carcajadas.
-¿Qué pasa, Sirius? -.
-Vuelve a insistir en que no te gusta Evans y te atizo con la "Historia de Hogwarts" en la cabeza -.
-Es que no me gusta -.
-Eh, chicos, ¿le doy esto a Willow o lo guardo y se lo doy mañana a su dueña? -. Peter les enseñó la varita de Lily.
-Que la guarde Jamie, así tendrá una escusa para venir a hablar con la pelirroja -.
-Mañana tenemos entrenamiento de quidditch, señor Black – gruñó James – Pete, dale la varita a Willow -.
-¿Estás seguro? -.
-¡Peter! -.
-Vale, vale, como quieras -.
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La señora Pomfrey no dejó que nadie visitara a Lily hasta la tarde, cuando por fin le dio el alta. Althea encontró a su amiga terminando de ponerse una túnica limpia.
-¿Cómo te encuentras? -.
-Perfectamente -. Movió el brazo para demostrarlo – Nuestra querida enfermera hace milagros, podía haber salido de aquí antes pero ya sabes lo exagerada que es -.
-No fue sólo que estuviese mal físicamente, Lil, creo que ella intuyó algo más profundo, lo mismo que yo -.
Los ojos verdes perdieron todo su brillo.
-Fue un accidente -.
-Snape reaccionó de una forma muy bestia en un duelo de exibición, no le defiendas -.
-Créeme cuando te digo que, si hubiese querido, me habría hecho daño de verdad -. Lily tomó la delantera para abanadonar la enfermería – Tenía que guardar las apariencias y fue la única forma que tuvo de desarmarme -.
-Hay decenas de hechizos para hacerte soltar la varita -.
-No si has usado un encantamiento para mantener pegada la varita a tu mano, por eso ninguno de los dos la perdimos tras el Expelliarmo -.
Althea asintió, comprendía porque su amiga no estaba enojada pero no podía dejar de captar el aura de decepción y tristeza que emanaba.
-Aquí tienes -. Thea le regresó su varita acompañando el gesto con una maliciosa sonrisa.
-¿A qué viene esa cara? -.
-Bueno, la varita me la dio Peter y ya sabes que si te lo camelas tiende a ser un pelín chismoso -. Los ojos amatista chispeaban de risa contenida.
-¿Y? -.
-Al parecer él, Sirius y Remus se lo están pasando en grande a costa de James tras su caballerosa actuación de ayer -.
Lily recordó claramente el paseo en brazos del niño con gafas y enrojeció vivamente. La morena muchacha estalló en carcajadas.
-¡Lo sabía!, ¡a ti también te gusta él! -.
-¡Ni loca! -.
-Bueno, pues a él sí que le gustas. Esta mañana han encontrado a Snape colgado de su ropa interior en el dintel que da al Gran Comedor, llevaba allí toda la noche porque le echaron un hechizo silenciador y Filch ni se percató de su presencia; hablé con Lupin y me confesó que Potter llegó demasiado alegre a la habitación tras una pequeña expedición después de cenar -.
-Eso no significa nada -.
-Se ha vengado de Snape en tu nombre, ¿no te parece romántico? – insistió la niña griega – Vamos, reconoce al menos eso -.
-Acepto que es un bonito gesto, pero seguramente lo ha hecho por el orgullo Gryffindor y porque aborrece a Severus – rebatió Lily.
-Ah, vale, lo que tú digas -.
Como era sábado y Lily empezaba a sufrir de claustrofobia, las dos niñas tomaron las capas y salieron a los helados terrenos del colegio. Aún quedaba nieve, pero Marzo estaba cada vez más cerca y con él la primavera.
-¿El entrenamiento de quidditch no era por la mañana? –. Lily señaló las túnicas rojo doradas que daban vueltas por encima de las gradas del estadio.
-McGo ha estado dandonos una charla sobre responsabilidad y lo estupido de cometer chiquillerías, supongo que como no pueden demostrar que fue James el que colgó a Snape pues decidió darnos el sermón a toda la Casa -.
-Me alegro de haber estado en la enfermería -.
-Hola chicas -. Remus se acercó con una de sus cálidas sonrisas – Me alegra verte en pie, Evans -.
-Gracias, ¿dónde ibas? -.
-He terminado las tareas para el lunes, como me ha sobrado tiempo pensé en ir a ver como entrenan, ¿queréis venir? -.
-Sí, así le daré las gracias a Pettigrew por recoger mi varita -.
-Y a James por hacer de camilla ¡auch! -. Thea se llevó la mano al estómago, donde recibió el codazo de la pelirroja.
Remus arqueó las cejas, divertido, y echó a andar con sus nueva escolta femenina. Encontraron a Peter en las gradas más altas vaciando una bolsa de patatas ultrapicantes, él les puso al tanto de cómo iba el entrenamiento.
Longbottom tenía a los cazadores ejercitando fieramente; de uno en uno, debían atrapar las quaffles que les lanzaban y, al tiempo, esquivar las bludgers que Sirius y el propio Frank les arrojaban.
-¡Maggie, más rápido, Malfoy no será tan amable! -.
La cazadora miró ofuscada a su capitán pero aceleró sus movimientos.
-¡Mejor! – asintió Longbottom - ¡Potter, te toca! -.
La velocidad de James con la Nimbus era francamente envidiable, era demasiado rápido para las bludgers y no dejaba caer ni una quaffle.
-El año que viene deberíais poner a Potter como mi sustituto – le comentó Hooch a una exhausta Boot – Tiene las carácteristicas necesarias: rápido y temerario -.
-Va a ser horrible, os marcháis Frank, Thomas, Charlie y tú, casi tendré que crear un equipo nuevo y entrenarlo -.
-Si alguien puede esa eres tú, Maggie -.
-Mira, tenemos público -.
James escuchó a su compañera y echó un vistazo, sabía que Remus pensaba pasarse pero no que lo haría acompañado y mucho menos por Willow y Evans. La quaffle de Thomas le dio en toda la cabeza y la bludger de Sirius casi le tira de la escoba.
-Creo que será mejor que sigas tú, Charlie, y dejemos descansar a Potter – comentó Frank, con evidente sorna.
El niño se colocó las gafas y descendió hasta las gradas, renegando.
-¿Sigue viva tu neurona? – inquirió Lily.
-Y tu mal genio también, por lo que veo -. James miró a Remus - ¿Has terminado los deberes? -.
-Sí, aunque tengo un par de dudas en Transformaciones, luego me echas una mano -.
-¿Qué tal el entrenamiento? – se interesó Thea.
-Frank nos hace trabajar duro, no quiere que ocurra lo que el año pasado contra Sly -. Se pasó una mano por el desordenado pelo – Aunque nosotros encontramos la solución -.
-¿Colgar a todo el equipo de los calzoncillos en el Comedor? -.
-Muy graciosa Willow; no, si vuelven a usar su potenciador físico estarán una semana encadenados al retrete -.
-¡¡¡Potter, vuelve al entrenamiento, puedes hablar luego!!! -.
-A veces Frank es insufrible – suspiró James – Esperad unos minutos, acabaremos pronto -.
Tenía razón, un cuarto de hora después ya tenían las escobas y pelotas guardadas, y regresaban al castillo riendo por las cosas que se les podría hacer a los slytherins durante el partido. James echó a andar al lado de Lily.
-¿Recuperaste la varita? –.
-Sí, Peter se la dio a Thea – contestó Lily, sintiéndose abandonada por su amiga, que en esos momentos golpeaba a Sirius en el brazo a saber por qué.
-¿Te ha contado lo que le hice a pelo-grasiento-Snape? - preguntó, extrañamente ansioso.
-Fue una chiquillada estupida -.
-Vale, ¿McGo te ha poseído o qué? -.
-Era un duelo, no es tan raro salir lesionado -.
-¡Te rompió un brazo! -.
Algunas caras se giraron hacia ellos, mas no tardaron en ignorarles imaginando otra de sus discusiones.
-Y yo le hice morder la tarima más de una vez, simplemente sabía que era la única forma de desarmarme porque yo había usado el Prendovia – razonó Lily – Si hubiera querido ser cruel hay una veintena de maldiciones más útiles -.
-No entiendo por qué le defiendes – gruñó él – Parece que el malo soy yo -.
-Thea dice lo mismo -. La gryffindor se encogió de hombros – No necesito que nadie me proteja, sé cuidarme solita aunque no mida dos metros por tres -.
-Sí, eres tan pequeñaja que la magia debe estar concentrada -.
-Habló soy-un-fideo-Potter -.
-El mismo que te llevó en brazos hasta la enfermería -. James siguió andando sin mirarla - ¿Por qué demonios dije eso? -.
Lily se sintió mal, él se preocupaba de una manera sincera por ella y se lo agradecía burlandose.
-No te enfades, las gracias que te di ayer eran de verdad, es que me molesta que la gente piense que por ser una niña y de origen muggle soy idiota o débil -.
-Bien, ahora que lo hemos aclarado podemos seguir peleandonos sin mayores problemas – sonrió él.
-Evans, bonito cambio de look – rió Sirius, el resto del equipo se giró y estalló en carcajadas mal disimuladas.
-Tu pelo – advirtió Thea.
Lily tomó una de sus trenzas y descubrió que su bonito pelo cobrizo tenía ahora un color naranja chillón.
-¡¡¡POTTER!!! -.
James entró corriendo en el Gran Comedor seguido de cerca por una cólerica zanahoria con su varita soltando chispas.
-Señorita Evans, nos alegra ver que se ha recuperado – dijo Dumbledore cuando la persecución pasó ante la mesa de profesores.
-Gracias y disculpe, tengo que matar a alguien... ¡Impedimenta! -.
-Ah, energía de la juventud, ¿no le parecen encantadores, Minerva? -.
La jefa de Gryffindor fruncía el ceño observando como Lily estrangulaba a James.
-Sí, encantadores -.
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El curso siguió su camino. Llegó San Valentín y Lily se sorprendió al recibir una decena de regalos, todos parecía que tenían alguna tarjeta a lo largo de la mesa excepto Sirius, al que hubo que rescatar del alud de paquetes que le arrojaron encima las lechuzas.
Las clases se volvieron más serias a medida que se acercaban los exámenes, por lo que James y compañía tenían doble trabajo con su apoyo escolar a los serpientes. Melibea Fraser apareció a finales de Marzo cuando consiguió regresar de Siberia, al parecer acabó allí tras tocar una pluma traslador que encontró en su escritorio.
Y llegó Mayo radiante y hermoso, y, con él, el tan esperado partido de Slytherin contra Gryffindor. Hasta el momento la clasificación iba como siempre: Huffle perdió con todos, Raven perdió contra Sly y Griffin. Esa mañana, muy temprano, un muchacho de rebelde cabello negro, gafas redondas y túnica rojo dorada se coló en las cocinas.
-Hola chicos -.
-Buenos días, señor Potter – saludaron los elfos con sus voces chillonas.
-¿Quiere algo el amo Potter? – preguntó una elfina.
-Sí, como es un día especial, me preguntaba si podríais poner mermelada de cereza para desayunar en todas las mesas -.
-Bueno, eso no va en contra de las cosas que el amo Dumbledore nos prohibió hacer desde su broma en Halloween -. Hasty se acercó con una amplia sonrisa – Si el amo Potter quiere mermelada de cereza, tendrá mermelada de cereza -.
-Poned ración doble en Slytherin, para que veais que no soy tan malo -.
-Así lo haremos; suerte en el partido, señor Potter -.
James dejó las cocinas y fue al Gran Comedor donde empezaban a entrar los de su equipo.
-¿Dónde estabas? – le preguntó Longbottom.
-Haciendo un pedido especial para desayunar -.
El prefecto le miró ligeramente inquieto pero no preguntó nada. Sirius le guiñó un ojo, deseando interiormente que los serpientes se hubieran decidido a tragarse la poción. Tomaron asiento y en seguida aparecieron los alimentos.
-¿Cereza? -. Se sorprendió Hooch al morder su tostada.
-Pensé que sería interesante variar un poco – comentó James.
-A mí me encanta – dijo Maggie, poniendo casi el doble de mermelada que de pan.
Las mesas se fueron llenando de alumnos que compartieron en mayor o menor medida el entusiasmo de la cazadora gryffindor. Sirius y James miraban ávidamente al equipo de Slytherin, y brindaron con sus tazas de leche cuando comprobaron que los siete se atiborraban de mermelada.
-¿Y a estos qué les pasa? – preguntó McDonald.
-Mejor no saberlo – dijo Johnson.
-Hola Sirius -.
El guapo gryffindor sonrió a la ravenclaw de 4º que se había detenido a saludarle.
-Hola... Clarise, ¿verdad? -.
-Sí, ah, esto, yo quería desearte suerte para el partido -.
-Gracias... pero no voy a necesitarla -.
Los siete del equipo de Slytherin pasaron corriendo por detrás de la niña sujetando sus estómagos y caras de encontrarse con severos problemas de salud, tan deprisa iban que casi arrollan a Remus y Peter.
-Como parece que mi cita inmediata se ha anulado, ¿te apetece venir a dar una vuelta en escoba, Clarise? -.
-¿En serio?, me encantaría – aceptó la arrebolada ravenclaw.
-Hasta luego, chicos -.
Los presentes observaron toda la escena como si presenciaran una obra de teatro contemporanea, es decir, sin entender nada de nada. James lloraba de la risa apoyado en la mesa.
-Parece que el plan ha sido un éxito – comentó Remus, sirviendose leche y tostadas.
-¡Hurra por James! –. Peter echó mano de los bizcochos y un tazón de cereales con leche.
-Así que tomaron el Corazón de Dragón – sonrió Longbottom – Se lo comentaré a McGonagall, ella sabrá qué hacer con esa jauría de tramposos -.
Poco después llegaban las chicas de 3º de Gryffindor y no tuvieron más remedio que elogiar el ingenio de sus compañeros.
-Creo que Malfoy no consiguió llegar al baño a tiempo – rió Deyanira - Tenía un sospechoso bulto en la parte posterior de sus pantalones -.
-Lástima que Snape no participara del asunto -. James miró por encima de su hombro, al slytherin que parecía más cetrino y sombrío que nunca, que hablaba con Bellatrix.
La mirada de intenso aborrecimiento de la joven mezclada con su perversa sonrisa hizo saltar todas las alarmas mentales del gryffindor.
-¡No comáis nad...! -.
Dejó la frase a la mitad, se dobló sobre sí mismo a causa del dolor que le traspasó las entrañas. ¿¡Qué demonios les habían dado!?. En su agonía llegó a ser consciente que no era el único que padecía los efectos de algún tipo de poción.
Después de lo que para él fue una eternidad, el dolor se acabó. Sabía que estaba en el suelo y quiso abrir los ojos antes de nada, pues no sabría si la voz le funcionaría, pero se encontró con la desagradable sorpresa que cuanto más intentaba abrirlos más fuerte los cerraba.
-James, ¿estás bien? – era Althea.
-Sí... eh, yo quería decir no -.
-Pues levanta y deja de asustarnos -.
-Es fácil y no quiero intentarlo... socorro -.
Althea arqueó una ceja y echó un vistazo al resto de gryffindors afectados por lo que fuera, parecían tener el mismo problema que Potter.
-No sé qué pasa – dijo Lily, arrodillada junto a Remus – Me ha dicho que no le apetece levantarse -.
-Avisaré a los profesores – se ofreció Longbottom, el único del equipo que no se había visto perjudicado.
La muchacha griega asintió y devolvió su atención al caído.
-James, ¿me escuchas? -.
-No -.
-Voy a intentar usar un poco de mi don para saber qué te pasa, tranquilo -.
Tomó la mano de James y dejó la mente en blanco, ante ella apareció un espejo y en su interior atrapado el reflejo de su compañero.
-Muy raro... James, intenta cerrar los ojos, tú hazme caso -.
Los ojos castaños se abrieron y observaron a Thea con una mezcla de estupefacción y gratitud.
-Eh, ya sé qué pasa – les gritó ella a los demás – Es una poción de Inversión Mental, tienen que hacer o decir lo contrario de lo que quieran hacer o decir en realidad -.
-Es... más fácil callarlo... no, es más fácil decir que hacer... puff -. Remus se sentó pero en vez de mirar a Lily giró la cabeza para el otro lado – Matar culpable -.
Con un poco de ayuda, todos los gryffindors volvieron a estar sentados para cuando McGonagall y la señora Pomfrey aparecieron. Habían dejado a Frost en la enfermería para que custodiara a sus diarreicos jugadores. La enfermera empezó a revisar a los alumnos intoxicados mientras Althea le explicaba sus conclusiones y McGonagall analizaba el desayuno.
-Ha sido la leche – dijo la jefa de Gryffindor – En mi vida he visto comportamiento más anti deportivo que el de Slytherin -.
-Eso es lo de menos, Minerva, el problema es que no tengo antídoto para esta poción -. Poppy sonrió a Peter para alentarle – Tendrán que esperar a que pasen los efectos -.
-¿Cuánto tiempo? -.
-Entre una semana y diez días, dependiendo de la cantidad que hayan ingerido -.
-Genial -. James cruzó una mirada con Lupin – Lo que le faltaba a Remus, convertirse en un hombre lobo disléxico, Sirius se va a ... ¡mierda... Sirius! -.
El grito de James sobresaltó a todos y a más de uno le horrorizó.
-¡Por Merlín, iba al estadio! -. Frank echó a correr seguido por la enfermera, McGonagall y algunos estudiantes.
Cuando llegaron, descubrieron a un nutrido grupo de alumnos en el campo en torno a alguien que lloraba escandalosamente.
-¡Frank! -. Lily reconoció a Alice, la chica de Raven que les presentó el prefecto - ¡No sabemos qué ocurrió, cayeron en picado, no dio tiempo de reaccionar! -.
-¡Ieró Apolo! -.
El grito de Thea estremeció a Lily y más cuando vio lo sucedido con sus propios ojos.
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N. de A.: Espero que hayáis disfrutado del capi porque voy a tardar bastante en subir otro, el mundo real reclama mi atención al 100 si quiero sobrevivir. En la Uni a tiempo completo de lunes a jueves y curro de viernes a domingo... no coment. ¬¬
Gracias por los reviews, y tb a los que me leéis y no dejáis mensajito, no me quejo porque a mí tb me da pereza muxas veces aunque me encante la hª o.
Belen: genial que te lo pasaras en grande leyendo. La verdad es que yo creo que Prongs sí que tiene complejo de héroe, más que nada porque sino que me expliquen de dónde ha sacado Harry los genes; Paddie tiene más complejo de psicótico "hago lo que me da la gana" XD. Bien si conseguí hacerte recordar a tus padres, creo que todos hemos pasado por esos momentos.
Caroline: leí tu capi pero no me permitió dejar review, así que te comento por aquí. Creo que la idea es buena pero te falta pulir un poquito el estilo a la hora de narrar, digamos que te precipitas contando las cosas y eso descentra mucho. Aún así, sigue practicando, yo escribía horriblemente mal hace diez años y, créeme, se progresa. XD
Nariko: ¿q tal la cabeza?, no veas la cara q se me quedó cuando leí lo de tu batacazo, espero que el capi te haya animado más XD. Con lo de Ted, pues pensé que de alguna manera tuvo que conocer Andrie a un muggle siendo ella una niña rica del mundo mágico sin contacto con nada más. Sí, cada día me lo paso mejor con Lily y James. Siento haber escacharrado a tu Siri, era necesario, ais, como hago sufrir a los pobres personajes.
