James no aguantaba más. Hacía casi una hora que, desde el Comedor, habían visto pasar a McGonagall y Pomfrey llevando una camilla cuyo ocupante tenía el pelo de Sirius, negro como el ala de un cuervo. Nadie había vuelto para ocuparse de los intoxicados gryffindors, algo que no dejaba de ser alarmante.
¿James-.
Era Remus. Sonreía a causa de la poción, así que interiormente debía sentirse tan devorado por la preocupación como él. Si le había pasado algo a Sirius, algo realmente grave, los slytherins podían ir pensando en emigrar a Australia porque, con promesa al director o sin ella, les mataría.
Un gesto raro de Peter le hizo mirar hacia la puerta. Lily se aproximaban muy despacio, muy pálida, mientras Longbottom se detenía a hablar con unos compañeros.
¿Y Sirius? – alcanzó a preguntar James, tenía tal revoltijo de emociones sumado a la intoxicación que no podía formular nada más coherente.
- Mal – confesó Lily con voz estrangulada – Tiene el cuerpo destrozado, no creo que le quede ni un hueso sano -.
- Podría ser peor – pensó James – Podría haberse partido el cuello y estar muerto -.
La pelirroja se sentó junto a sus compañeros, con el ánimo por los suelos.
¿Thea? – inquirió Remus ¿Enfermería-.
- No, no está allí – respondió Lily – Después de ver lo que le ha pasado a Sirius salió corriendo, no sé qué demonios iba mascullando en griego… ¡argh, acabaré volviéndome loca con tanto problema -.
- Lily -.
¿Qué, James-.
- Yo... enfermería -.
La muchacha accedió al momento. Cogió a los tres amigos y les condujo como si fueran ciegos, mientras Frank y Gideon se hacía cargo de los otros miembros de Gryffindor intoxicados.
La puerta de la enfermería seguía atrancada. Los cuatro gryffindors se sentaron sobre el frío suelo, a esperar que alguien saliera y les informara.
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Althea corría escaleras arriba como si le persiguiera un dragón enfurecido. Casi derribó la puerta del aula de Adivinación al penetrar en el hermoso espacio porticado.
¡Mamá –.
El rumor de la fuente el único sonido, las silenciosas estatuas contemplaban la eternidad, ajenas al dolor de la niña.
¡Madre! – el grito desgarró la paz que se respiraba.
- Mi niña, no hace falta gritar -.
Althea miró furibunda a su madre, frustrada consigo misma y con la tranquilidad imperante que parecía burlarse de sus emociones.
¿Por qué no lo he visto-.
Sofía sabía perfectamente a qué se refería. Dejó su lugar, entre las sombras del pórtico, y se reunió con su hija junto a la fuente. El rostro de la primera entre los servidores de Apolo traslucía una profunda pena.
- Ha llegado el momento, Althea, has de hacer tu elección -.
- No entiendo – dijo ella, la rabia transformada en confusión ¿Mi elección-.
- Llega un momento en la vida de todo elegido de Febo, en que debe decidir si consagrará su futuro por completo a servirle o renunciará al Don y vivirá como una persona normal – explicó Sofía – Que no percibieras el accidente que sufrió tu amigo es la señal de que Apolo empieza a retirarte su favor, has de renovar tus votos y acudir a Delfos para ser investida como novicia. Sin embargo, si de mí dependiera, te impediría hacerlo -.
¿Por qué, siempre pensé que tu mayor ilusión era verme convertida en sacerdotisa-.
- Servir a Apolo es un camino duro, reporta muchas satisfacciones a cambio de dolor y sacrificio; el dios al que pertenezco es fiel protector, generoso y justo, pero también es posesivo y vengativo -. Sofía tomó las manos de su hija y la invitó a sentarse al borde de la fuente – Mis visiones y consejos han salvado miles de vidas, he sido tremendamente feliz durante años pero, a cambio, he recibido el insoportable dolor de perder a tu padre y la persecución de sus verdugos, que me obliga a recluirme en este lugar -.
Althea clavó su mirada amatista en el agua que brotaba de la boca de cuatro hipogrifos, en los destellos que el sol arrancaba a las salpicaduras.
¿Mamàcuál es mi futuro-.
- Si abandonas a Apolo serás feliz, tendrás una familia y un trabajo que te apasione, y morirás muy anciana -. La voz de la pitonisa se tornó grave – La senda de Apolo para ti no será la Luz sino la Oscuridad, el mundo mágico está a punto de sumirse en el período más peligroso y caótico de toda su Historia y tú serás una de las pocas personas que rechazará el miedo y luchará... ¡hay tanta muerte-.
Sofía se cubrió el rostro con las manos, sollozando quedamente. Althea abrazó a su madre; pensó en lo que había sentido al ver a Sirius malherido y no haber podido hacer nada por evitarlo, pensó en cómo se sentiría si eso les ocurriera a más personas, a gente que ella quería, y que murieran.
- No podría soportarlo -.
La elección estaba hecha hacía mucho tiempo, aunque sólo ahora la veía conscientemente.
- Mamí.
¿Qué-.
- Sé cual es mi camino -.
El corazón se le congeló a Sofía en el pecho. Sabía que su hija no sería menos que ella o que su padre, pero eso no lo hacía más soportable.
Althea fue más allá de los árboles de laurel y arbustos, dónde encontró un sencillo templete circular de apenas dos metros de diámetro, se arrodilló en el centro y, alzando el rostro hacia el falso sol, hizo su voto.
- Apolo est genitor, per me, patet quod erit fuitque estque -.
"Apolo es mi padre, por mí se sabe lo que fue, es y será".
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¿Qué hacen aquí-.
Alexander Frost casi había pisado a Peter al salir de la enfermería.
- Sirius – afirmó James, poniéndose en pie con dificultad.
- Su compañero se encuentra mejor, señor Potter, y ustedes deberían descansar en su Casa hasta que se les pase el efecto de la Poción de Inversión Mental -.
- Quiero... queremos... verle... por favor – pronunció lentamente James.
- Esperad un momento -.
Frost volvió dentro y regresó con Dumbledore.
- No podéis pasar – dijo el director, anticipándose al ruego de James – Muchachos, el señor Black está siendo atendido por madam Pomfrey, no tenéis de qué preocuparos, sólo necesita mucho reposo para que le hagan efecto las pociones regeneradoras. Ahora, id a vuestra Casa y volved mañana, cuando estéis todos recuperados de vuestras respectivas dolencias -.
- Profesor Dumbledore – intervino Lily, al ver las caras sonrientes de sus compañeros – Sé que lo correcto es obedecerle, pero ninguno de ellos descansará si no ven antes a Sirius, sobre todo James, son como hermanos y, sólo es mi opinión, creo que eso le da derecho a pasar aunque sean cinco segundos -.
- Señorita Evans... -.
- Tranquilo Alexander, ella ha expuesto su postura -. Dumbledore sonrió benévolo – Si los demás no tienen objeción, creo que podemos permitir que el señor Potter salude a su hermano, siempre que prometa ser comedido con la venganza que imagino ha estado cociendo a fuego lento desde el incidente -.
James asintió con la cabeza y estrechó la mano del director.
La enfermería estaba extrañamente tranquila, el único ajetreo era el de madam Pomfrey en torno a la cama que custodiaba una Minerva McGonagall de aspecto desolado. James avanzó guiado por la mano del director sobre su hombro, hasta que pudo contemplar los estragos que la caída había causado en su mejor amigo.
- Hasta Remus tenía mejor aspecto tras su última transformación – pensó con acritud.
- Mañana estará bien aunque necesitará mucho reposo – prometió la enfermera, terminando de limpiar pequeños arañazos.
- Minerva, por favor, lleve al señor Potter y sus compañeros hasta su Casa y asegúrese que permanecen allí –.
- Enseguida, Albus -. Agarró a James y le alejó del convaleciente.
Fuera no había nadie. Seguramente Frost les había obligado a marcharse y le esperaban en la Sala Común, y no se equivocó. McGonagall le sentó en el sofá junto a Remus y dio órdenes expresas a los prefectos para que no permitieran salir a nadie.
¿Cómo estÿ – preguntó Lily.
- Mal -.
Lily no insistió. No porque James tuviera problemas para hablar de forma coherente, sino porque sufría uno de esos momentos de mutismo hermético en que era mejor no incordiarle.
La pelirroja decidió subir a su habitación, tenía que poner al día su diario. Sacó el cuaderno de su escondite y se escondió tras los doseles de su cama, en busca de un poco de esa paz que permitía reflexionar sin tener a alguien pegado al cogote. Repasó las últimas anotaciones con el ceño fruncido, parecía que no levantaban cabeza desde el asalto sufrido en el tren a principios de Enero. Fue a una hoja en blanco y escribió, plasmando su preocupación y desconcierto; no había terminado, cuando escuchó que llegaban sus compañeras de cuarto.
¿Lily?... ah, estás ahí¿qué demonios ha pasado? – inquirió Deyanira.
- Estábamos en el lago, disfrutando del solecito y esperando a que empezase el partido hasta que oímos los gritos – aclaró Selinda.
- Sí, pero cuando fuimos a ver qué pasaba la gente no paraba de decir que Sirius se había roto el cuello, que habían matado al equipo de Slytherin y el nuestro sufría envenenamiento – apostilló Kath.
- Bueno, los rumores no van muy desencaminados – suspiró Lily, y les contó lo sucedido.
- Sirius ha demostrado por fin la teoría de que tiene la cabeza más dura de todo Hogwarts -.
¡Nira, no bromees con eso, ha podido matarse! – la reprendió Selinda.
- A mí quien me tiene preocupada ahora es Thea, no aparece y casi es la hora de comer -.
- Tranquila Lil, seguro que la vemos en el Comedor – dijo Kath.
Pero Althea no apareció para comer, ni tampoco para cenar. Metida en la cama, en la oscuridad, Lily permaneció despierta con sus ojos verdes clavados en la puerta de la habitación.
Un insomnio parecido sufría un muchacho de ojos castaños. Tumbado en la cama, James no dejaba de hacer movimientos en la oscuridad con las manos para ver cuando se le pasaban los efectos de la poción. Por fin, hubo un momento en que consiguió ordenar a su mano que tocara su nariz sin problemas; se incorporó y, con una profunda satisfacción, comprobó que su cuerpo respondía de forma normal.
Sabía que McGonagall le mataría si le pillaban dando vueltas por los pasillos, pero no podía evitar pensar que Sirius estaría desorientado al despertar y su presencia valdría para calmarle un poco. Tomó la capa de invisibilidad y descendió sigilosamente hasta la Sala Común. No esperaba encontrar a nadie allí, mucho menos a Lily en camisón echándole una bronca garrafal a su mejor amiga en violentos susurros.
- Pero Lily... -.
¡Pero nada¡sabes lo preocupada que me has tenido todo el puñetero día¡entre los energúmenos de la manada de Potter y tú me vais a causar una úlcera-.
- Lo siento, no era mi intención -. Althea tenía unas marcadas ojeras, pero también una especie de halo invisible que la hacía distinta.
¿Qué te ha pasado? – preguntó Lily, más calmada.
- Resumiendo: cuando vi a Sirius me asusté, era la primera vez que no intuía una catástrofe semejante, fui a ver a mi madre y me dijo que Apolo exigía que me comprometiera a fondo con él, así que eso he hecho, jurarle fidelidad – sonrió con una turbadora mezcla de exultante felicidad y reverente temor – Soy una novicia de Delfos y siento... dioses, es tan intenso... es cómo si... -.
Althea se calló y su mirada voló para posarse al pie de las escaleras de los chicos, donde un invisible James sintió como si le dieran un puñetazo en el estómago.
- ¡Me ha visto¡mierda! -.
¿Qué...-. Lily miró en su dirección, pero no vio nada ¿Qué pasa-.
- Nada -. La morena muchacha sonrió a James y devolvió su atención a la pelirroja.
- Estás rarísima -.
- Es el cansancio –. Se pellizcó el puente de la nariz y cerró los ojos, en un gesto de agotamiento ¿Sirius se encuentra bien-.
- Vivo pero, como diría Nira, parece que le ha pisoteado un mamut en celo -.
¿Y James y los otros-.
Lily se encogió de hombros.
- Una vez han comprobado que sobreviviría se han centrado en la venganza, si yo fuera slytherin me cambiaba de colegio; ya sabes cómo es James, con ese complejo de caballero andante, y hoy han herido a su hermano -.
- Sí, recuerdo cuando "te rescató" en prácticas de duelo –.
¡Thea! – protestó Lily, con un enfado desmentido por el brillante color rojo de su cara y la sonrisa avergonzada.
James miró a Lily y sintió que lo hacía por primera vez, y le pareció bonita. ¿Cómo podía cambiar alguien tanto sólo con dejarse el pelo suelto y mudar la túnica negra por un camisón¿o era por esa sonrisa?.
- A mí nunca me sonríe así -.
El reloj de la Sala Común dio la una de la mañana. En respuesta, Althea bostezó ampliamente y se estiró.
- Si no te importa, vayamos a dormir; mañana, cuando sea una persona coherente, podremos seguir hablando -.
- Me parece una excelente idea -.
James esperó a verlas desaparecer antes de salir por el retrato.
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Lo primero que Sirius vio al despertar fue un James con ojeras de allí a Irlanda, que miraba ausente por una de las ventanas dónde apenas se apreciaba el despuntar del alba.
- Hola – dijo con la voz ronca.
James siguió perdido en una dimensión paralela.
- Eo, Jamie -.
Sirius casi podía oír los engranajes del cerebro de su amigo.
- Jamie, me muero, no puedo respirar -.
Silencio.
Sirius echó mano de la jarra de la mesilla y, no, no le atizó con ella, se contuvo y sólo le arrojó un litro de agua fría encima.
¡Joder¡mierda, Sirius! – exclamó James, saltando de la silla por el susto.
- Estoy despierto - gruñó el herido.
- Ya me di cuenta -.
- Me halaga tu preocupación por mí –.
- Lo siento, estaba distraído – dijo James, secándose con un toque de varita.
- Ja, yo empezaba a pensar que estabas aquí porque Evans te había petrificado -.
- Bien, podemos descartar los daños cerebrales, tu estupidez sigue intacta -.
Sirius entrecerró los ojos peligrosamente... y empezó a reír, sujetando sus doloridas costillas.
¡Shhh¿quieres que venga Pomfrey? – le advirtió James.
¡Ay, me preocupa más que la risa vuelva a descoyuntarme -. Sirius respiró despacio y procuró serenarse – Aparte de mí¿hemos tenido alguna otra baja-.
- Unos cuantos sufrimos los efectos de la Poción de Inversión Mental que hizo que te estrellaras, pero estábamos desayunando todavía -.
¿Y la venganza-.
- Tendremos que conformarnos con una de nivel tres a lo sumo, hice un pacto con Dumbledore al respecto y no pienso romperlo -. James sonrió – Mientras no les matemos, creo que el director no nos castigará ni dejará que lo haga Frost -.
- Bien, ahora que hemos aclarado todo eso¿vas a contarme en qué demonios estabas pensando antes? – preguntó Sirius.
- No te lo vas a creer, Althea ve a través de la capa de invisibilidad, me ha pillado cuando venía hacia aquí -.
¡Qué¡ay-.
- Deja de hacer el burro, Sirius, que vas a conseguir romperte algo de nuevo -.
- Sí, mamí -.
James resopló, no obstante siguió con la narración.
- Estaba discutiendo con Evans, algo sobre que se ha convertido en novicia de Apolo, cuando me ha visto pero no me ha delatado -.
- Es una chica legal, además recuerda que la profesora Marinatos dijo que las videntes no iban por ahí pregonando los secretos de la gente -.
El rebelde gryffindor captó algo en la postura de su mejor amigo, le conocía demasiado bien para no darse cuenta que Thea no era el centro del problema.
- Hay algo más – afirmó, con gesto triunfal.
- Sí – gruñó James, sintiéndose acorralado.
- Desembucha Jamie, acabaré por averiguarlo, tú decides si por las buenas o las malas -.
- Eres un maldito psicótico cotilla -.
- A mucha honra, ahora habla -.
- Jura no reírte -.
- Uy, esto promete -. Sirius se sintió frustrado por no poder frotarse las manos con gesto perverso, le quitaba diversión al asunto.
- Evans, bueno, llevaba un camisón de esos blancos con encaje, y me pareció guapa -.
Madam Pomfrey se despertó de golpe cuando escuchó un escandaloso ataque de carcajadas. Se puso una bata y corrió a ver a su paciente, para encontrarle llorando de la risa y a punto de asfixiarse por la misma.
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Examen teórico de Transformaciones. James había terminado el primero, como de costumbre, y se dedicaba a hacer dibujitos en el pergamino sobrante. Se le ocurrió levantar la cabeza y se topó con la mirada gris de Sirius, al instante sucedió algo que se venía repitiendo durante los últimos diez días, Black estalló en carcajadas.
James dejó que su cabeza cayera sobre el pupitre, escuchando de fondo la soberana reprimenda de McGonagall y los ruidos raros que producía Sirius al intentar controlarse sin mucho éxito.
¿Qué le pasa? – preguntó Remus, una vez fuera del aula.
- Eso, James, cada vez que te ve le entran esos ataques – apuntó Peter.
- Nada – gruñó el interpelado, consciente de las miradas que le echaban los otros gryffindors de 3º.
¡Eh, Potter¿qué pasa¿a Black se le fundió el cerebro por fin? – inquirió la insolente voz de Deyanira.
- No pensarías que el porrazo que se dio no tendría consecuencias¿verdad? – respondió él con una expresión tan seria que consiguió avergonzar a la chica.
- Perdona -.
Sus compañeras se quedaron a cuadros, a rombos y a rayitas¿Danforth pidiendo disculpas¿el mundo se acababa y ellas no se habían enterado?.
- Nosotras vamos al lago a estudiar DCAO – intervino Althea - Cuando McGonagall termine de enmendar a Black, podríais pasaros, siempre es mejor estudiar en grupo -.
- Sí, y así os resolvemos dudas¿no? – sonrió Remus.
- Si prefieres verlo de esa manera -. La chica se encogió de hombros.
Las gryffindors se marcharon por el pasillo contrastando las respuestas del examen. James siguió el cabello pelirrojo hasta que desapareció en la esquina.
- ¡Demonios¡me estoy obsesionando y es culpa del zopenco de Black! -.
- Esto... James... – musitó Peter.
¿Qué-.
¿Pretendes abrir un nuevo pasadizo secreto a cabezazos o qué-.
- Terapia de choque – dijo a modo de explicación.
- Y tanto que de choque, como que te vas a tener más bultos que un bubotuberculo como sigas así -.
- Gracias por tu ánimo, Pete -.
Remus apoyó una mano en el hombro de James y frenó su intento de suicidio. Era algo extraño, Lupin parecía poseer el don de transmitir el sosiego que siempre flotaba en torno a él como una especie de halo; era el opuesto a sus amigos, el que sabía cuando decir dos palabras y cortar de raíz sus locas ideas, al menos, la mayoría de las veces.
¿Vas a aclarar todo esto o tendré que recurrir al veritaserum-.
Cuando McGonagall y Sirius salieron del aula se encontraron a Peter y Remus riendo a más no poder, y James gritando barbaridades alejándose por el pasillo.
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Por fin, a la hora de dormir, Remus, Peter y Sirius consiguieron dar con James para pedirle disculpas por su comportamiento, aunque éste se negó a salir de su cómodo aislamiento tras las cortinas de la cama.
- Perdona James, es que resulta un tanto... hum... – dudó Remus.
- Patético – rió Sirius, recibiendo como premio un codazo del licántropo ¡Ouch-.
¿En serio te gusta Evans? – inquirió Peter.
¡Que no me gusta-.
Pettigrew se fue al suelo tras recibir el grito en plena cara.
- Jamie, me parece que no te das cuenta que esto es tan soberanamente divertido porque te enfadas, y si te enfadas significa que es verdad – razonó Sirius.
- Ni en broma -.
- Otras veces te he picado con otras chicas y tú acabas riendo la gracia o devolviéndomela, no te pones a negarlo como si te fueran a enviar a Azkaban por ello -.
James tuvo que reconocer que Sirius tenía razón. Capituló, sentándose en el borde de la cama con aire confuso.
- Sólo he dicho que la encontré guapa la otra noche, eso no significa que me guste, también veo guapas a otras chicas -.
- No es lo que dices, si no cómo lo dices; créeme, la pelirroja te mola -.
El muchacho de gafas se giró a Remus pidiendo ayuda.
- A mí no me mires, el experto en estos asuntos es Black -.
- Sí¿con cuántas te has liado ya, Casanova? – inquirió con sorna y una ligera envidia Peter.
- Csnhudna – masculló Sirius, notando como le subían los colores.
¿Qué-. Remus enarcó una ceja.
- Uy, esto promete – dijo James, y él sí tuvo la satisfacción de frotarse las manos con aire perverso.
- Con... ninguna¿contentos, ya lo he dicho -.
Los otros estudiantes de la torre se sobresaltaron por el coro de carcajadas que sacudieron las habitaciones.
¿Y a esos cuatro que demonios les pasa? – protestó Lily.
- El estrés de los exámenes – sugirió Althea.
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¡Libres-.
Sirius salió corriendo por la puerta del colegio, dio una voltereta y cayó limpiamente.
- Debería desayunar lo que él – sonrió Remus.
¿Café con cinco cucharadas de azúcar? – inquirió Deyanira.
- Qué bruta eres, Nira – rió Susan.
Acababan de hacer el último examen y todo el mundo salía a disfrutar del buen tiempo y el aire libre que se les negó durante semanas. Grupos de estudiantes salpicaban los floridos terrenos del colegio, apenas quedaban unos días para empezar las vacaciones de verano.
- Múdate a mi casa -.
- A lo mejor lo hago -.
Sirius, a pesar de su exuberante alegría, no había dejado de protestar por su retorno a casa y tener que soportar a sus padres, ni dejó de hacerlo estando tirados en el césped. James se alborotó el pelo y puso su mejor sonrisa al ver acercarse a un par de chicas; sus camaradas sonrieron divertidos, pasada la novedad ya no merecía la pena hacerle sufrir al pobre chico.
- Evans¿qué tal el examen-.
- Bien, gracias -. Ella le miraba estupefacta ¿Te encuentras bien-.
¿Por-.
- Nada, cosas mías, Potty -.
¿Nos acompañáis, hemos cogido algunos dulces de las cocinas – ofreció Remus, echando un cable a James.
- Las otras nos esperan junto al lago – objetó Thea – Queremos organizarnos un poco de cara al verano, hacer quedadas y eso -.
- Perfecto, así podréis ayudarme -.
¿A qué te refieres, Remus? – se interesó Lily.
- Estos tres botarates me quieren tener de guía turístico y, aunque soy medio muggle, lo cierto es que no conozco Londres muy bien¿os apetecería que quedáramos algún día todos juntos-. El licántropo puso cara de angelito desvalido – Podríamos ir al cine y a las tiendas del Centro -.
- Suena divertido – asintió Thea – Lo consultamos con las chicas y ahora os lo confirmamos -.
En cuanto ellas se marcharon, Sirius se arrodilló ante Remus y se postró una y otra vez en una cómica parodia de un adorador fanático.
¿Se puede saber qué haces, Black-.
- Oh, Remsie todopoderoso, indica a los simples mortales el camino de la sabiduría para ligar con las chicas -.
- Deja de hacer el idiota – le espetó el licántropo, abochornado.
James y Peter reían.
- Me sumo a la nueva religión, mirad eso – advirtió Peter, de repente.
El grupo de amigas de Lily les llamaba a grito pelado para que fueran con ellas. Los cuatro gryffindors acudieron sin hacerse de rogar y tomaron asiento junto a sus compañeras.
¿Qué habéis decidido? – preguntó Sirius ¿Os hace la idea de Remsie-.
- Además de vosotros¿iría alguien más, de otras Casas quiero decir – dijo Lily.
- Quizás Gudgeon y Mercury¿por q...-.
- Por nada, estamos de acuerdo en quedar – afirmó Deyanira – Kath, Selinda y Anne estarán fuera todo el verano, pero contad con las demás -.
¿Y qué día quedamos? – dijo Lucy.
¿El segundo fin de semana de Julio, así tenemos tiempo para preguntar a los padres y mentalizarles de que nos dejen ir solos – propuso Althea.
Todos estuvieron de acuerdo.
- Cambiando de tema¿vosotros no tenéis una venganza pendiente? – soltó a bote pronto Deyanira.
¿Una venganza pendiente, Jaime¿tenemos de eso-.
- Hum, creo que no Sirius¿Pete-.
- Según mi lista, solucionamos el asunto esta mañana -. Pettigrew sostenía una libreta con aire profesional – Aunque seguimos con el problema del pasadizo a la Torre de Astronomía -.
¿Qué habéis hecho? – le preguntó Susan a Remus.
- Compruébalo tú misma -.
Un numeroso público se había congregado ya al borde del lago. El calamar gigante parecía especialmente activo esa mañana y, si afinabas un poco la vista, descubrías el motivo en que varios tentáculos tenían atados a slytherins que gritaban cada vez que salían del agua, fría a pesar de ser Junio.
¡Seréis sádicos! – exclamó Lily, reconociendo a Snape.
¿Qué? – gruñó Sirius.
- El pobre calamar tiene que estar asqueado – apostilló ella, para salvar la situación.
¡Qué va¡si está encantado-.
¿Y tú cómo lo sabes-.
- Porque hablo calamareño -.
Las chicas miraron a Sirius con cara de circunstancia.
¿Qué hablas qué-.
- Calamareño¿cómo te imaginas sino que le hemos atado a los slys a los tentáculos, un servidor es educado y respeta a los seres vivos de la naturaleza -.
¿No se ahogarán? – inquirió una preocupada Lucy, más por el castigo que podrían recibir sus compañeros que por otra cosa.
- Nah, no tendremos esa suerte, Sirius le dio indicaciones precisas al calamar – explicó James – Tendría problemas con la familia si ahogara a su prima Bellatrix -.
Los profesores aparecieron poco después junto con Hagrid para liberar a los alumnos, parecían ratas medio ahogadas cuando les dejaron en la orilla, empapados y llenos de algas. Bellatrix y Lucius no dejaron de chillar amenazas contra Gryffindor.
Esa noche, durante la cena, McGonagall le echó una reprimenda general a los alumnos, por no poder demostrar quien había dejado inconscientes a los slytherins y les había atado al calamar, aunque fue más que evidente que el discurso era para James y compañía porque no dejó de mirarlos en ningún momento.
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Sin tiempo para nada más, el curso terminó y se envió de vuelta a casa a los alumnos. La Copa de las Casas para Gryffindor y la de Quidditch para Ravenclaw tras descalificar a Gryffindor y Slytherin por mala conducta y juego sucio respectivamente.
No pasaron ni tres días, cuando Lily tenía en la ventana a una lechuza con un mensaje de Remus proponiendo día y hora para la quedada. El licántropo había dado con un ciclo de películas en un cine dedicado a James Bond y pensaba que podría gustarles a todos ver una.
Lily puso la carta encima de su escritorio y acarició a Silver.
- Salir con la tropa Potter por Londres¿en qué demonios estaba yo pensando cuando me dejé convencer por esa panda de locas con las hormonas sublevadas-.
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N. de A.: Bueno, esto está escrito en un arrebato de inspiración de una tarde entre examen y examen, así que si hay muchas meteduras de pata o la prosa no es muy erudita que digamos, se siente, prometo que el siguiente capi estará más currado. ¿Quién quiere ver a todos estos de juerga¿Sirius y su primer viaje en moto, si sentís curiosidad esperad unos días y actualizaré.
PD¿Alguien tiene un traductor del idioma-mentalidad de los tíos al nuestro? Porque empiezo a desesperarme con cierto energúmeno.
Belen: gracias por el review, se agradecen. Si te gustan las bromas de los merodeadores espero que el calamar no te haya decepcionado . Leí tu fic, aunque no recuerdo si te dejé review, sorry U, una que va a todo correr en esto que llaman universidad.
Nariko: al fin actualicé (no lo hacía desde octubre, diox¿tanto llevo ya sin ordenador?), tu fic me inspiró, no se nota en el tono de la narración ¿verdad? XD. Vale, te ecaxarre al pobre Siri, pero ya ves que no le pasó nada... creo.
Kymie: me alegro que te gustase el capi, je, aquí has tenido un poquito más de L-J, y del pobre escaxarraó de Siri, intentaré no hacerle pupa de ahora en adelante porque la gente se ha atacado. Lamento haberte dejado con la angustia tanto tiempo, sorry. U
Ansiosa: curioso nick... bueno, ya sigue... tarde, pero sigue XD.
Sharon: hola chicas, sigo sin ordenata y sin internet, por eso ando desaparecía. Espero que este capi os guste tb. No tengo noticias de Dikana, sorry.
Ginny84: sí, a mí me pasa lo mismo, me desquicia lo de las faltas de ortografía y algunas formas de escribir por ahí que no hay quien las entienda . A ver qué te ha parecido el capi.
Besotes people, gracias a todos por los reviews y tb a los que me leéis aunque no dejéis señales de vida, que sé que sois muchos.
