46 Confianza – año cinco


Era difícil no notar que algo había pasado entre los Merodeadores. Más específicamente, que Sirius Black le había hecho algo a Remus Lupin que había destrozado toda la dinámica del grupo.

Los rumores, por supuesto, volaban.

—Escuché que lo engañó. Todos saben que es un gran promiscuo de todas formas.

—Escuché que tuvieron una pelea y que Black le hizo una maldición imperdonable. No puedo decir que estoy sorprendido, considerando su crianza.

—Sólo era cosa de tiempo antes de que Black los traicionara. Sabía que nunca pertenecería de verdad en Gryffindor.

—No los escuches, Sirius —le advirtió James, notando lo incómodo que Sirius se había vuelto mientras caminaban por el comedor hacia Defensa Contra las Artes Oscuras—. No saben ninguna mierda, y tú y Moony están arreglando las cosas. Solamente mantente enfocado en eso y en tus TIMOs y esto pasará.

Sirius asintió en silencio.

Él y Sirius estaban arreglando las cosas, lentamente. Podía notar que Remus estaba un poco aprensivo cada vez que Sirius se acercaba demasiado o trataba de mostrar algún tipo de afecto, así que había comenzado a alejarse. En cambio, dejó que Remus viniese a él. Y Remus ocasionalmente lo hacía, pero no tanto como Sirius esperaría.

—Va a tomar un tiempo, Padfoot —James suspiró una noche luego de que Sirius se sentara a un lado de Remus en la sala común sólo para que el otro chico se pusiera de pie y fuera a sentarse a un asiento más allá—. Pero van a llegar a eso… Vamos, ¿quieres ir a colocar algunas bombas fétidas en el baño de las chicas de las mazmorras?

Las comisuras de sus labios se movieron ligeramente, imaginar a Bellatrix teniendo que usar el baño y teniendo bombas fétidas explotando alrededor de ella.

—Sí, seguro… —Se puso de pie y miró a Remus—¿Quieres venir?

—No, gracias —El chico sacudió la cabeza—. Tengo algo que estudiar y una reunión de prefectos en un rato. —Alzó la vista de su libro y sonrió—. Cuídense.

—Sí, lo haremos —Sirius forjó una sonrisa de vuelta. Mientras caminaba a un lado del asiento de Remus, el hombre lobo tomó su muñeca y tiró de él.

Sirius se mordió el labio.

—Tendremos cuidado, Rem. No voy a meterme en ningún problema, yo…

Remus rio y negó con la cabeza.

—Idiota. Sólo quería besarte. —Lo tiró hacia abajo y juntó sus labios—. Ve entonces. Que no los atrapen. La reunión de Prefectos es en una hora en el tercer piso, así que evítenlo si pueden.

Esta vez Sirius sonrió honestamente de vuelta antes de ir al dormitorio con James por su escondite de bombas fétidas, el mapa y la capa.

Sirius lo estaba intentando, y eso era demasiado claro para el resto de ellos. Parecía que se tomaba un momento para pensar antes de hacer o decir algo a cualquiera. Trató de no presionar su suerte en su relación con Remus, incluso si lo hería cada vez que el chico más alto decidía que no quería tenerlo demasiado cerca. James y Peter hacían lo mejor que podían para mantener a Sirius distraído durante esos momento y para dejar que Remus tuviera su espacio. Aunque esos días Peter estaba a menudo perdido en acción, pasando el tiempo con su novia, Emmeline. Esto le daba a Sirius y a James tiempo para ellos, causando pequeñas travesuras alrededor del castillo y discutiendo distintas maneras en las que James podía acercarse a Lily Evans, ya que sus propias tácticas no parecían estar funcionando.

—¿Has intentado simplemente hablarle como una persona normal, Prongs? —Sirius rodó los ojos mientras colocaba cuidadosamente las bombas fétidas debajo del asiento de un inodoro.

—Por supuesto que lo he intentado —gruñó James, apoyándose contra elcubículo—. En mi cabeza, camino hacia ella y le digo que se ve adorable y le pregunto si quisiera ir por una cerveza de mantequilla. Pero entonces abro mi boca y «¡OYE EVANS! ¡TE VES BIEN! ¡APUESTO QUE TE VERÍAS MEJOR EN MI CAMA!» Es lo que sale… —Se despeinó el cabello y suspiró—. No sé por qué. No ayuda tampoco que me mira como si fuera una verruga de sapo.

Sirius resopló.

—Ella cree que eres un idiota arrogante.

—Sí, ¿pero por qué?

—Porque eres un idiota arrogante. —Sirius le sonrió mientras se levantaba y miraba su trabajo—. ¿Crees que deberíamos usar un encantamiento de pegamento?

James se encogió de hombros, sacando su varita.

—No dañará a nadie No quiero que venga Myrtle y lo arruine todo —añadió el encantamiento y continuaron con el siguiente cubículo—. ¿No son ahora amigos con ella?

Sirius frunció el ceño.

—¿Con Myrtle la llorona?

No, imbécil. ¡Con Evans!

Sirius rio y negó con la cabeza.

—Quiero decir, no diría que iremos a hacernos unas manicuras o algo así juntos. Es sólo que ella ya no tiene el deseo de hechizarme apenas me ve como lo hace contigo —suspiró—. Nosotros… nos entendemos. Nos pilló a mí y a Regulus en una pelea y ella me dejó ir sin detención… Me contó sobre sus problemas con su hermana muggle. Ahora somos civilizados entre nosotros por respeto. —Lució pensativo—. Aunque ella y Moony son más cercanos.

—Sí, pero Moony no le dirá que tengo increíbles abdominales, se lo he pedido… Tú eres mejor wingman*

Sirius rio

—Sí, amigo, de verdad no creo que a ella le importe escuchar sobre tu cuerpo formado por el Quidditch. ¿Por qué no dejas a la pobre muchacha sola por una semana? ¿Cuál es el dicho? ¿La ausencia hace que el corazón olvide lo idiota que eres?

—Colocaré bombas fétidas dentro de tus calzoncillos, Padfoot —dijo James seriamente, sosteniendo una como si lo dijera en serio.

—Bueno, esa sería toda la acción que mis calzoncillos tendrían —Sirius murmuró.

James ladeó la cabeza y frunció el ceño.

—¿Tú y Moony no lo han…?

Sirius suspiró y negó con la cabeza, conjurando un hechizo de pegamento en el asiento del inodoro y poniéndose de pie.

—Y lo entiendo. No está listo para estar de esa manera conmigo de nuevo… Tengo suerte de que siquiera hayamos llegado a este punto y estoy muy agradecido, créeme… Es sólo que… lo extraño de esa manera.

James asintió.

—Mejorará, Sirius. Moony te ama.

—Ya no lo dice —murmuró Sirius, sintiendo su pecho apretarse.

—No está listo —dijo James, poniendo un brazo alrededor de los hombros de Sirius de manera reconfortante—, pero lo hace. Nos lo dijo casi todos los días cuando ustedes dos no estaban hablando. No te hubiese aceptado de vuelta si no lo hiciera. Sólo tomará un tiempo para reconstruir esa confianza. Déjalo ir a su ritmo.

—Lo estoy intentando.

—Lo sé. Y también Moony. —Apretó su brazo alrededor de Sirius—. Todos pueden ver lo duro que estás tratando para hacer lo correcto, Padfoot. Sólo mantente enfocado. Yo confío en ti, amigo.

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La reunión de prefectos era larga y aburrida como siempre y Remus y Lily temiéndole a las rondas de noche, simplemente queriendo volver a la torre de Gryffindor y dormir.

—Por fin te ves mejor —comentó Lily mientras caminaban lentamente por los pasillos—. Por un momento me estaba comenzando a preocupar. ¿Está todo bien?

Remus asintió con desdén.

—Todo está bien… Es sólo que… Estoy seguro de que no es un secreto que Sirius y yo hemos tenido un problema.

Lily se mordió el labio por un momento, claramente queriendo decir algo pero insegura de si deberían.

—Fue por… quiero decir… —suspiró—. ¿Fue por tu licantropía?

Los ojos de Remus se abrieron un poco más y se atragantó con el aire.

—Yo… ¿Qué…? N-no… ¿Quién te dijo…? —Su mente inmediatamente lo llevó a Snape.

Lily le dio una mirada de disculpa y sacudió la cabeza.

—Nadie me dijo nada, te lo prometo —sonrió suavemente—. Lo descubrí por mi cuenta hace un tiempo… No se lo he dicho a nadie y tampoco lo haré, por supuesto.

Remus la miró fijamente, aún nervioso, pero sí confiaba en ella.

—Gracias… hm… —se aclaró la garganta—. Creo que la cosa con Sirius tiene que ver en algo con eso. —Se rascó la parte de atrás de su cuello ansiosamente.

—No necesitas contarme —Lily le aseguró amablemente—. Pero… Sólo quería asegurarme de que estuvieras bien, eso es todo. Los dos parecían estar bastante mal.

Remus suspiró y asintió con la cabeza.

—Sí. Estamos bien… o lo estaremos, de todas formas. Estamos trabajando en eso.

Doblaron la esquina y Remus encendió su varita para iluminar el oscuro pasillo. Se había hecho normal para el grupo de Slytherins Anti Muggles asechar en los pasillos desiertos. Aunque todo parecía bastante tranquilo esa noche

—Probablemente no debería perdonarlo, para serte honesto. Pero… no puedo evitarlo. Estoy enamorado de ese bastardo —sonrió irónicamente.

Lily alzó una ceja.

—¿Fue muy horrible? ¿Lo que hizo…? Lo siento, no pretendo curiosear, pero…

Remus se encogió de hombros.

—No, está bien… de hecho es agradable hablar con alguien que no está involucrado. —Mientras decía eso se dio cuenta de lo cierto que eso era. Exhaló lentamente—. Lo que él hizo fue malo, sí. Pero lo conozco. Sé lo mucho que él lucha con sus emociones y para controlarse… Sé que no estaba pensando en las consecuencias y cómo me afectaría a mí o a quien sea —sonrió, pero no llegó a sus ojos, los que aún lucían tristes y cansados—. De verdad es una buena persona, Lily. Y ha hecho más por mí de lo que yo jamás podría haber pedido. Cometió un error… uno grande, pero cuando lo veo desde su punto de vista, no puedo enfadarme con él.

Lily sonrió y tomó su mano, apretándola un poco.

—Me alegra que lo estén arreglando. Él te hace feliz, eso siempre ha sido obvio.

Remus rio y asintió.

—Sí… volveremos a donde estábamos… Aún no estoy tan preparado para dejarlo volver completamente. Pero sé que he tenido demasiada suerte de tenerlo a él, a Peter y a James… Tampoco estoy preparado para dejar que algo así aparezca entre nosotros. Nunca lo estaré.

Caminaron por el pasillo juntos, todavía agarrados de la mano, disfrutando silenciosamente de la compañía del otro.

—Hablando de James, ¿te he mencionado ya que tiene abdominales increíbles?

—¿De nuevo, Remus?

—Lo siento. Le prometí que te diría eso.

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Remus regresó al dormitorio, sorprendido de encontrar las cortinas de la cama de todos sus amigos cerradas y el sonido de Peter roncando. Estaba esperando que estuvieran despiertos por mucho más tiempo. Se cambió a su pijama y fue al baño a lavarse los dientes. Dudó cerca de la cama de Sirius en su camino a la suya y sonrió pensando en sorprender al otro chico metiéndose a ella al lado de él. Abrió ligeramente las cortinas.

El pánico lo abrumó por un segundo cuando no vio a Sirius dormido en su cama, un millón de pensamientos de qué le pudo haber pasado se aparecieron en su cabeza. Las mantas comenzaron a moverse y el pánico prontamente fue reemplazado por culpa mientras una negra y húmeda nariz se asomaba afuera, seguida por el resto de la cabeza de Padfoot. Remus suspiró, sonriéndole. De verdad debería empezar a tener más fe en Sirius. Se sentó en el borde de la cama y rascó detrás de la oreja del perro.

—¿Qué estás haciendo, Pads?

El perro lamió su mano y salió entre las mantas, sacudiendo su pelaje antes de transformarse en un joven adolescente. Sirius bostezó.

—Hola, Moony.

—Hola… hmm… ¿qué estabas…?

—He estado durmiendo en la forma de perro durante las últimas semanas cuando estoy solo… Es sólo que es… más fácil —murmuró. Remus lo miró con tristeza. Odiaba ver a Sirius de esa manera, tan atormentado por su propia culpa. Pero al mismo tiempo, era necesario. Sirius había aprendido a controlarse a sí mismo al sufrir las consecuencias. Y estaba sufriendo. Remus acarició la mano del otro chico suavemente.

—Levántate, vamos a mi cama. La tuya está cubierta de pelos de perro.

Una vez que estuvieron los dos acomodados y las cortinas cerradas alrededor de la cama de Remus, jaló de Sirius para besarlo firmemente en los labios. Sirius hizo un ruido alegre en el fondo de su garganta cuando la lengua de Remus trazó su labio inferior antes de deslizarse dentro de su boca para enredarse con la suya. Sus labios se deslizaron lentamente contra los otros y sus cuerpos comenzaron a moverse al mismo ritmo. La mano de Sirius viajó despacio desde el pecho de Remus hasta su estómago, sus dedos agarrando el borde de su pijama.

Y Remus tomó su muñeca, quebrando el beso.

—Sirius… no —estaba ligeramente sin aliento, las mejillas rosadas y los húmedos labios magullados. Se disculpaba con la mirada mientras alejaba la mano de Sirius—. Lo siento, Sirius. —Se mordió el labio—. No estoy listo para volver a eso todavía.

La tristeza brilló sobre los ojos de Sirius y tragó saliva mientras se movía para tumbarse de espaldas, sin mirar a Remus.

—Claro… por supuesto… Lo siento, no debí. —Negó con la cabeza—. Lo siento, Remus. Sé que va a tomar más tiempo. Sé que no… que no confías en mí.

Remus se sentó abruptamente y tomó la mano de Sirius entre las suyas.

—No es eso, Sirius —suspiró—. Sé lo mucho que estás intentando darme mi espacio y permitirme llegar a un acuerdo con todo lo que sucedió a mi propio ritmo. Y veo el esfuerzo que haces para ser más consciente con las cosas que dices y haces… Estás haciendo todo lo que puedes, justo como me lo prometiste. No puedo pedirte nada más que eso, Padfoot… —Peinó el cabello de Sirius detrás de su oreja y se mordió el labio—. No es que no confíe en ti. Soy yo.

Sirius frunció el ceño y se levantó.

—¿Qué?

Remus bajó la mirada, ligeramente avergonzado, y se centró en sus manos unidas mientras hablaba sobre sus miedos más sinceros.

—Yo ya no estoy enojado con lo que pasó. Pero hay una parte de mí —enfatizó— que quiere… —Se encogió de hombros, tratando de encontrar la manera correcta para expresar la constante batalla por la que pasaba su cabeza cada vez que se acercaba demasiado a Sirius. Siempre había estado ahí; queriendo sostenerlo contra el suelo, morderlo, marcarlo, dominarlo. Se estremeció. Pero desde la traición de Sirius, pareció haberse vuelto más fuerte. El lobo quería que Sirius entendiera que había cruzado una línea y debía conocer su lugar—. No quiero lastimarte, Sirius. Y no confío en mí mismo en este momento. Aún hay demasiado dolor con lo que pasó… De verdad lo siento.

La expresión de Sirius cambió cuando pareció entender a lo que Remus se refería. Se llevó las manos de Remus a los labios y las besó.

—Está bien, Moony. Cuando sea que estés listo —sonrió y volvió a tumbarse sobre su espalda, tirando a Remus con él. Estuvieron en silencio por un momento, sosteniendo al otro y pensando en todo lo que acababan de decir. Sirius se apoyó sobre su codo.

—Te amo, Remus.

Remus hizo una mueca y abrió la boca para decir algo, pero Sirius lo interrumpió.

—No tienes que decirlo de vuelta si aún no estás listo. Pero… odio no decírtelo a ti, porque es cierto y quiero que lo sepas.

Remus sonrió y tiró de él para besarlo.

—Sí lo sé, Sirius Te lo prometo. Lo sé.

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Las cosas comenzaron a sentirse normal de nuevo. Sirius siguió dejando a Remus decidir cuándo lo quería cerca de él y cuándo necesitaba espacio, pero esas estancias se hacían cada vez más cortas. Había pasado casi un mes, y Los Merodeadores finalmente se sentían como Los Merodeadores de nuevo. Sirius se había vuelto a ser ruidoso y enérgico, aunque se notaba claramente que era más cuidadoso con las cosas que salían de su boca, y rápidamente dejaba lo que estaba haciendo si Remus dejaba en claro que no lo aprobaba.

La mayoría de las veces, al menos.

Había unas veces en las que simplemente no se podía detener a Sirius, especialmente cuando estaba junto a James y los dos parecieron haber vuelto a la normalidad también, y volvieron a pasar casi todo su tiempo libre planificando su próximo gran proyecto.

—¡No puedo creer que Minnie nos dio detenciones separadas! —Sirius resopló cuando entraron ruidosamente al dormitorio— ¿Cómo demonios se supone que terminaremos la detención solos? ¡Estaré aburrido!

Remus gruñó, llevándose la almohada sobre los oídos.

—Ése es el punto de la detención, idiotas. ¿Y tienen que ser tan ruidosos? Estoy tratando de dormir.

James y Sirius se estremecieron.

—Lo siento, Moony… —James se disculpó, bajando su voz—. Olvidé que estabas aquí

Era temprano en la tarde y Remus estaba tratando de descansar un poco antes de la próxima luna llena esa misma noche. Hasta ahora no lo estaba logrando. Se giró y dio vueltas en la cama todo el día. Incapaz de callar su cerebro y dejarlo dormir. Ya se sentía cansado y atrapado en su propio cuerpo. Gimió y se hizo un ovillo con fuerzas.

Sirius cuidadosamente se acercó a la cama del hombre lobo, abriendo la esquina de la cortina.

—Hey, ¿hay algo que te podamos traer? ¿Té, chocolate?

Con el sonido de la voz de Sirius, Remus gruñó y se giró hacia el otro lado.

—No, sólo sean silenciosos, joder, y déjame solo, Sirius.

Sirius volvió a dejar que las cortinas se cerraran y él y James se miraron el uno al otro un poco confundidos y preocupados. Salieron del dormitorio tan silenciosamente como pudieron y tomaron asiento en la Sala Común.

—Qué mal que no tengamos algo para llevarnos con nosotros y podamos contactarnos desde lugares distintos… Se darán cuenta de que nos enviamos lechuzas a través del castillo —dijo James, estirándose sobre el sofá. Sirius tomó la misma posición desde el otro extremo, sus piernas uniéndose en el medio.

—¿Te refieres a esos holafono que Remus nos contó? —Sirius preguntó pensativo— ¿No que esas cosas necesitan estar conectadas a la pared? Usan… eh…

—Electricidad —James lo ayudó.

—Exacto, eso —dijo Sirius—. Así que los holafonos no funcionan.

Hubo una risa de una niña y las cabezas de Marlene y Dorcas aparecieron detrás del sofá, descansando sobre la parte superior del respaldo. Por sus despeinados cabellos y brillo labial, James y Sirius no necesitaban adivinar qué habían estado haciendo detrás del sofá y los dos chicos se bufaron.

—Hola, señoritas —James sonrió—. ¿Interrumpimos algo importante? Saben que tienen su propio dormitorio.

Dorcas se encogió de hombros.

—Oh, no nos molesta la compañía. Habíamos estado haciendo la tarea pero, bueno…

—¿Se distrajeron un poco? —Sirius le guiñó un ojo a Marlene.

—Un poco. —La chica rubia le sonrió—. De todas formas, se pronuncia teléfono, idiota. —Ella rodó los ojos—. Merlín, ¿no tomaste Estudios Muggles?

Tanto James como Sirius hicieron un puchero.

—Oh, claro, agárrala con los criados sangre pura e idiotas que no saben nada sobre muggles —Sirius dijo fingiendo estar molesto.

Las dos chicas se rieron un poco más y Marlene se sentó en el sofá.

—Un teléfono no les serviría de nada con lo que ustedes están pensando. Necesitan algo más como… ¡Oh! ¡Walkie-talkies!

James frunció el ceño.

—¿Walking qué?

—Dos radios —Dorcas intentó de explicar, pero los dos chicos sangre pura aún no entendían el concepto—. Funcionan como comunicación a corta distancia. Digamos que podrías estar en las mazmorras y Sirius en la torre de astronomía y hablarían a través de eso y el otro los podría escuchar y podrían responder.

Sirius aplaudió.

—Sí. ¡Exactamente eso! Piensa en todo lo que podríamos hacer con algo como eso, James.

James asintió y les ofreció a las chicas una sonrisa,

—Definitivamente. Tendremos que pensar en eso. Gracias, chicas… eh… pueden volver a… bueno, lo que sea que estaban haciendo. No nos importa. —Se inclinó ligeramente hacia adelante con una sonrisa diabólica y tanto Marlene como Dorcas pusieron los ojos en blanco.

—Cerca, Potter —Dorcas rio, tomando la mano de su novia mientras Marlene se levantaba del sofá con elegancia.

—Pero no suficientemente cerca —rio Marlene. Caminaron abrazadas hacia el dormitorio de chicas. Una vez que escucharon la puerta del dormitorio cerrarse, Sirius se giró hacia James.

—Estoy preocupado por Moony.

James suspiró.

—Sólo es el SPL. Siempre es así.

Sirius resopló y rodó los ojos. SPL significaba "Síndrome Pre Lunar" en el código Merodeador. Negó con la cabeza.

—Parece más irritable de lo normal, eso es lo que digo.

James se encogió de hombros, no mirando a Sirius a los ojos.

—¿Puedes culparlo? Quiero decir… El mes pasado no salió bien… —Lo miró. Sirius resopló, cruzándose de brazos y mirando afuera de la ventana donde el sol aún brillaba en ese día de Abril.

—Supongo que es eso… —gruñó y se llevó las manos por el cabello—. Sólo quiero que las cosas vuelvan a la normalidad, James.

—Lo harán, Sirius —el otro chico dijo, tranquilizándolo—. ¡Ya está volviendo a serlo! Mira, estoy seguro que después de tener una luna llena normal afuera en el bosque hoy, Remus se sentirá mejor y todo volverá a ser como antes. Lo hablamos, Pads. Necesitas darle tiempo.

—Claro… —Sirius murmuró.

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Para el momento que James, Peter y Sirius llegaron a la casa de los gritos, Remus ya estaba dando vueltas de un lado a otro en la habitación. Ya se había quitado la camiseta y había algunas marcas de arañazos en sus brazos. Sirius rápidamente caminó a través de la habitación y tomó sus manos, juntándolas para evitar que se arañara a sí mismo.

—Rem, detente. Estamos aquí, está bien.

Remus no lo miró. Apartó bruscamente a Sirius y se alejó de él.

—Aléjate, Sirius… —murmuró, manteniendo su mirada en el suelo.

Sirius miró a James, que lucía tan confundido como él.

—Peter —llamó Remus en voz baja desde donde ahora estaba de pie en la esquina de la habitación, lejos de Sirius—, ¿puedes traerme agua?

Peter parpadeó unas cuantas veces, no muy seguro de qué hacer o por qué Remus le había preguntado a él en vez de a Sirius. Nunca se sentía demasiado cómodo estando cerca de Remus durante las tardes antes de que la luna llena apareciera.

—Yo, uhm… —miró a Sirius, ligeramente asustado. Algo andaba mal. Sirius se atrevió a dar un paso una vez más, buscando en su mochila la botella de agua que tenía ahí.

—¿Moony…?

—Se lo pedí a Peter, Sirius —dijo Remus con brusquedad, sus ojos brillando con peligro. Sirius inhaló con fuerzas, congelado por la impresión del tono de Remus. Volvió en sí y le pasó la botella de agua a Peter, quien se la llevó a Remus y rápidamente fue de vuelta a pararse a un lado de James.

Hubo un pesado silencio donde todo lo que podían escuchar era el crujido de la casa o el viento que soplaba afuera. Ocasionalmente Remus hacía un sonido de incomodidad y Sirius instintivamente daba un paso hacia adelante para ir hacia él sólo para tener al otro chico alejándolo. Después de la tercera vez, James intervino.

—Remus… hm… ¿anda algo mal?

Remus no respondió de inmediato y por la mirada en su rostro, estaba luchando para encontrar las palabras correctas. Se quejó, mordiéndose el labio.

—Sirius…

Esta vez Sirius no se acercó. Se mantuvo firme a cierta distancia, pero se encontró con los brillantes ojos amarillos de Remus.

—¿Sí, Rem? ¿Qué… qué pasa?

Remus tragó fuertemente, lágrimas en sus ojos. Alejó la mirada, abrazándose a sí mismo.

—Quiero que te vayas.

—¿Q-qué? —Sirius lo miró incrédulo, sus manos temblando y sintiéndose como si fuese a vomitar— Tú… ¿Por qué? ¡No!

—Necesitas irte, Sirius. Por favor —Remus le pidió, su voz apenas un poco más fuerte que un susurro.

Sirius no se movió.

—¡No! No te dejaré, Remus…

—¡VETE, SIRIUS! ¡NO TE QUIERO AQUÍ! —Remus se habría abalanzado sobre el chico si James no lo hubiera agarrado inmediatamente para detenerlo. James empujó a Remus hacia un lado, murmurándole algo que Sirius no pudo oír. Después de unos momentos de una conversación silenciosa, James suspiró.

—De acuerdo… —Miró a Sirius ansiosamente antes de alejarse de Remus.

Sirius miró a su amigo suplicante.

—¿J-ames, qué…?

James se mordió el labio.

—Lo siento, Sirius…

—¡No! —Sirius protestó desesperadamente— ¡Remus, por favor…!

—Sirius —James puso ambas manos sobre los hombros de Sirius—, me pidió que te obligara a irte si tenía… y sabes que no quiero hacerte eso….

Sirius sacudió la cabeza.

—¿Qué…? No puedes… ¿Me estás jodiendo? —Trató de empujar a James pero no pudo. Esto no podía estar pasando— ¡Remus!

—¡No hagas esto más difícil para ti, Sirius! —dijo James, agarrándolo fuertemente por el brazo— ¡No lo hagas más difícil para todos nosotros! ¡Sólo haz lo que te dicen y no lo que quieres por una vez en tu vida, joder!

Sirius dejó de forzar con eso. Dio un paso hacia atrás, mirando a James quien lo mirada con una expresión adolorida. James tampoco quería esto así. Respiró hondo y asintió con la cabeza.

—De acuerdo… —dijo en voz baja—. Bien, Remus, me iré…

Escuchó a Remus dejar escapar un lamento desde el otro lado de la habitación donde estaba sentado en el suelo con sus rodillas en su pecho y sus brazos firmes alrededor suyo. Hizo todo lo que pudo para no quebrarse ahí mismo mientras caminaba hacia la puerta que se dirigía al túnel de vuelta al Sauce Boxeador con James detrás de él.

Una vez que estuvo al otro lado de la puerta se giró. James evitó sus ojos.

—De verdad lo siento, amigo.

Sirius asintió, sus ojos quemando.

—Cuídalo, Prongs.

—Lo haré —James le prometió con una triste sonrisa antes de cerrar la puerta. Sirius siguió de pie ahí. No se podía mover. Sólo se quedó ahí y miró fijamente la puerta como si pudiese ver a través de ella a Remus si lo intentaba con una mano contra la puerta… Las cosas iban a ser iguales…

Un penetrante gritó lo sacó de sus pensamientos. Podía escuchar los sonidos de la transformación de Remus comenzar.

—¡Remus! —le gritó, sabiendo que no podría escucharlo sobre el sonido de sus propios gritos. Todo el cuerpo de Sirius se estremeció cuando no pudo controlar más sus angustiados lamentos y cayó al barro en el suelo del túnel, desplomado contra la puerta. Los gritos se transformaron en aullidos y luego en silencio. Sirius escuchó a través de la puerta, mordiéndose el labio para detener su propio llanto. Podía escuchar a Moony lamentándose, quejándose, gritando por Padfoot. Sirius se transformó en un perro y se acostó sobre su estómago con la nariz contra el pequeño espacio entre la puerta y el suelo. Se lamentó.

Toda la puerta se sacudió cuando las garras de Moony la arañaron. Gruñó una vez. De nuevo. Luego aulló y Padfoot aulló de vuelta. Entonces la esencia de Moony se había esfumado. Padfoot se sentó y arañó la puerta, lamentándose, pero no hubo respuesta. Lo intentó de nuevo, ladrando, quejándose y aullando hasta que eventualmente se cansó y se hizo un ovillo en el suelo.

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Las orejas de Padfoot se animaron con el clic de la puerta que se abría y la luz del sol que entraba en el túnel. James suspiró, mirándolo con ojos cansados.

—Adelante.

El perro se puso de pie, pasó rápidamente junto a James y estuvo a punto de tropezar con Peter mientras Sirius se transformaba a mitad de camino y entraba a trompicones en la habitación. James y Peter ya habían llevado a Remus a la cama y Sirius prácticamente saltó sobre ella.

—¿Remus? —Su voz tembló. Remus no lucía bien. Casi se veía fantasmal y había una herida en alguna parte de su pecho que estaba sangrando a través de la delgada sábana de la cama— Hey, Moony… despierta.

Peter y James estaban mirando desde el otro lado de la habitación. Ambos tenían heridas y lucían más cansados que nunca.

—Trató de ir hacia a ti durante casi toda la noche —Peter murmuró roncamente—. Pero nos hizo prometer que no lo dejaríamos, antes de que nos transformáramos…

—Se hirió bastante. No pudimos detenerlo. —James estaba temblando, luciendo aterrorizado—. Fue realmente malo, Sirius…

—Maldito idiota, joder… —Sirius murmuró, mirando al chico durmiendo. Retiró las sábanas suavemente e hizo una mueca ante las marcas de las garras y los mordiscos recientes que cubrían el cuerpo de Remus. Agarró su varita desde su bolsillo trasero y comenzó a curar las que podía, deteniéndose sólo cuando Remus comenzaba a moverse.

—¿S'rius? —mal articuló, aún no del todo consciente.

Sirius forzó una sonrisa.

—¿Sí, Rem?

—Lo siento, Sirius… —Remus murmuró débilmente, apenas abriendo los ojos.

Sirius asintió.

—También yo, Remus. —Su mano libre fue debajo de la sábana para encontrar la de Remus, entrelazando sus dedos juntos y apretando suavemente.

Remus cerró los ojos y suspiró.

—No me dejes, ¿de acuerdo? Quédate…

Sirius miró de vuelta a James y a Peter y asintió hacia la puerta. James lanzó la capa sobre el piano.

—Cuídense —dijo suavemente, y él y Peter se fueron. Sirius dejó su varita a un lado y se metió debajo de la manta a un lado del otro chico.

—No me iré a ningún lado —le prometió. Besó la mejilla de Remus y lo sintió sonreír un poco.

—Pads…

—¿Sí?

—También te amo.


N/T: Wingman: En inglés es como un compañero que le ayuda a otro a ligar con una persona, a veces es así como «viéndose como el amigo feo» para que el otro resalte, o en este caso como el amigo que habla bien de ti frente a la otra persona para llamar su atención.