Cambios – año cinco


N/A: Advertencias: lenguaje homofóbico, burlas a homosexuales, homosexuales siendo agredidos – y contenido explícito.


—Muy bien —Marlene gruñó cuando ella y Dorcas subían las cuartas escaleras desde las mazmorras a la torre de Gryffindor—. Tiene que haber un atajo. Estoy tan cansada de subir estas malditas escaleras todo el tiempo. Somos magos, ¡por el amor de Merlin! ¿Por qué no tenemos... no sé, alfombras voladoras o algo que nos lleve a las clases? —Se dejó caer contra la barandilla y suspiró dramáticamente—. No puedo seguir. Tendrás que cargarme.

La otra chica rio, negando con la cabeza.

—No te llevaré, holgazana. Además, ¡eres casi treinta centímetros más alta que yo! ¿Por qué debería ser yo quien te cargue?

Marlene soltó una risita y golpeó la pierna de su novia con la punta de su zapatilla.

—Porque fue tu maldita idea tomar la clase de estudio de TIMOs de Slughorn en las mazmorras. Así que es tu culpa que mis piernas se hayan convertido en gelatina y me veré obligada a quedarme toda la noche aquí en las escaleras. —Sonrió.

Rodando sus ojos marrones, Dorcas sonrió y se acercó, sobre las puntas de sus pies para poder besar los labios de Marlene.

—Entonces supongo que me tendré que quedar contigo. No puedo dejarte durmiendo toda la noche sola. —Sus manos descansaban sobre los muslos de la más alta—. Lo siento por tus piernas de gelatina, cariño.

La rubia hizo un puchero pero estuvo de acuerdo.

—¿Qué harás para…? ¡Oh, maldición, ugh! ¡Odio este castillo! —se quejó mientras las escaleras comenzaron a cambiar y a moverse, llevándolas a un camino completamente distinto al suyo en el tercer piso abandonado. Marlene bufó—. Qué encantador.

Dorcas suspiró y se encogió de hombros, como una persona que no se quejaba y veía el vaso medio lleno.

—Es lo que es. Si no te hubieras parado a mostrar tus melodramas estaríamos a medio camino, sabes. —Tomó la mano de su novia—. Vamos.

Marlene hizo más ruiditos de frustración mientras se dejaba llevar.

—¿A dónde vamos?

Dorcas la llevó por un pasillo oscuro.

—Iremos a algún lugar donde dejes de quejarte, Marley —la molestó suavemente, encontrando un armario vacío y tirando de la otra chica con ella. Marlene alzó una perfectamente formada ceja rubia y sonrió.

—Este es un armario, Dorcas.

—Muy astuta. ¿Debería darte una estrella dorada? —dijo Dorcas seriamente, encendiendo su varita y acercándola a un estante vacío.

Marlene se apoyó contra la marulla con una sonrisa engreída y sacudió la cabeza.

—Yo misma tuve una estrella una vez. Resultó que los dos terminamos siendo gay. —Dejó que sus ojos le dieran a la chica más baja una mirada. Dorcas resopló, acercándose y llevando sus brazos alrededor del cuello de Marlene—. ¿Intentas seducirme, Meadowes?

Dorcas rio y besó la esquina de su boca.

—Tal vez un poco, sí.

Marlene suspiró.

—Sabes que nos tomó mucho tiempo para salir del armario, no puedo imaginarme por qué querrías que volviéramos a entrar…

—Cállate y bésame, Marley.—Dorcas rio, tomando el rostro de la otra chica y bajándolo para que sus labios se encontraran.

Luego de algunos minutos de lo que se transformó en un fuerte besuqueo, Marlene se alejó bruscamente, luciendo preocupada.

Dorcas frunció el ceño.

—¿Qué…?

—Shh… Escucho a alguien afuera —murmuró Marlene. Sus ojos se encontraron y ambas dejaron escapar una risita imaginándose siendo atrapadas por un prefecto o un profesor, besuqueándose en un armario—. ¡Sssh! —Marlene siseó nuevamente cuando Dorcas dejó escapar un pequeño chillido.

—¿Pero qué pasa si sólo es Lily o Remus? —Ella sonrió, pensando en la expresión en el rostro de sus amigos Prefectos, encontrándolas así. Marlene sacudió su cabeza. Los sonidos amortiguados de alguien hablando afuera de la puerta fueron más que sólo de dos personas. Algo dentro de ella no se sentía bien. Contuvo la respiración.

La puerta se abrió de golpe y ahí estaban de pie cuatro chicos de Slytherin, todos con sonrisas igual de enfermizas.

Mulciber se rio entre dientes.

—Vaya, ¡miren qué tenemos aquí! Una pareja de Gryffinwhores* ocupadas dentro de un closet…

Los otros chicos se rieron y Marlene rápidamente agarró la varita de su cinturón.

—¡Expelliarmus! —Otro chico, Avery, gritó y la varita de Marlene voló lejos de su mano. Avery la atrapó en el aire con una sonrisa.

Nott se acercó y agarró a Marlene, sosteniéndole los brazos en la espalda mientras Avery hacía lo mismo con Dorcas.

—¿Y dónde está tu varita, Meadowes? —él siseó en su oído.

—Aquí está —dijo el cuarto chico, tenía su capucha puesta cuando caminó a un lado de ellos dentro del closet y tomó la varita de Dorcas del estante, metiéndola en su bolsillo trasero.

—Bien —dijo Mulciber bruscamente, la sonrisa en su rostro poniendo a las chicas nerviosas—, no exactamente los gay de Gryffindor que estábamos buscando… suerte para mí, no estoy particularmente… —miró al chico con la capucha—. Lamento decepcionarte, Severus. Sé que esperabas darle a Black y Lupin la lección que merecen. ¿Servirán estas dos por ahora? —Señaló a Marlene y a Dorcas quienes estaban luchando para alejarse de Avery y Nott, que había detenido los gritos de ayuda de las chicas con un hechizo silenciador.

Severus se bajó la capucha y se encogió de hombros de manera despectiva.

—No es diferente para mí. Que sea una advertencia para ellos. O práctica para nosotros…

Mulciber dejó escapar una risa siniestra, sacudiendo la cabeza.

—Tengo que admitir, Severus, que de verdad estás comenzando a sorprenderme. —Volvió su mirada hacia las chicas Gryffindor ante él. Chasqueó la lengua y sacudió la cabeza—. Oh, esto no servirá. Son demasiado peleadoras. Típico de Gryffindors, tenderemos que detener todo ese retorcimiento. Severus, ¿un poco de ayuda? Ya que es tu magia, después de todo.

Severus y Mulciber alzaron sus varitas hacia Marlene y Dorcas, quienes los miraban con terror, lanzando gritos silenciados.

—¡Levicorpus! —Con un destello de luz desde sus varitas, Marlene y Dorcas fueron levantas en el aire de cabezas.

Los cuatro Slytherins que las rodeaban, las miraron con miradas divertidas y burlonas. Mulciber miró a Snape.

—¿Entonces? ¿Qué quieres hacerles ahora, Severus?

Severus sonrió, mirándolo pensativamente mientras giraba su varita en su mano.

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James se apoyó contra la pared afuera de la sala de Transfiguración. Se preguntaba qué hora sería. Cuánto tiempo más podía tener Minnie a Sirius en detención, cuando él mismo ya había terminado de archivar los registros de Filch hace unos quince minutos atrás. Todo lo que habían hecho había sido hacer explotar unas armaduras… y los de primer año habían disfrutado los fuegos artificiales una vez que el susto inicial se desvaneció…

Finalmente la puerta de la oficina se abrió y Sirius apareció.

—¡Un placer como siempre, mi dulzura! —dijo por sobre su hombro y James podía imaginar la mirada de desaprobación en el rostro de la profesora. Sirius seguía riéndose mientras cerraba la puerta detrás de él.

James sonrió.

—¿Una linda cita con la Seño, Padfoot?

—Oh, encantadora —Sirius suspiró alegre—. Nada más romántico como ordenar agujas de coser de las de puercoespín durante una hora y media. —Levantó las manos para mostrar varios dedos vendados—. ¿Qué hay de ti?

—Archivando los registros de la escuela de Filch. Tú ganas. —Rio, alcanzando el interior de su bolsillo y pasándole a Sirius una pequeña bolsa de marihuana—. Saqué esto para nosotros. Lo encontré en uno de los cajones de Filch.

Sirius le dio una palmada en el hombro.

—Excelente. Moony estará encantado de que por fin estamos contribuyendo en vez de fumarnos toda la suya. —Abrió la bolsa y olió. Se encogió de hombros—. La de Moony es mejor. Pero funcionará. Buen trabajo, Prongs.

—Como siempre, por supuesto —respondió James engreído—. Vamos a buscar a Moony y a fumar, ¿sí? Sus rondas casi terminan. —Señaló con la varita al pergamino en blanco—. Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas. —Y las oscuras líneas comenzaron a aparecer. Tanto James como Sirius sonrieron ante su obra maestra—. Una gran idea usar esa seguridad con él —James murmuró, aún desconcertado de su propia inteligencia.

Sirius sonrió.

—No estoy enamorado de Moony solamente por su trasero, amigo. El cerebro de ese tipo es demasiado sexy. —Se mordió el labio.

James rodó los ojos y volvió a revisar el mapa. Resopló.

—¡Oye, mira! ¡Wormy está en la maldita torre de Astronomía con Emmeline!

—¡Vamos, Pete! —Sirius rio, mirando el punto etiquetado como Peter Pettigrew a unos centímetros de el que estaba etiquetado como EmmelineVance—. ¿Supongo que ya le levantó la falda?

—No en esta vida —James rio—. ¿Dónde se supone que estará Moony esta noche?

—Er… el cuarto piso, creo. Cerca de… —Sirius pausó, sus ojos abriéndose un poco más—. Oye, Prongs, mira esto. —Tomó su dedo índice y lo arrastró a lo largo de las aulas desiertas del tercer piso y lo apoyó sobre dos puntos etiquetados como Marlene McKinnon y Dorcas Meadows.

James silbó e hizo un gesto crudo con dos dedos y su lengua, pero Sirius golpeó su brazo.

—No… Mira. —Su dedo se movió desde Marlene y Dorcas a un pequeño grupo de puntos yendo en su dirección etiquetados como RowanMulciber, KillianAvery, JasonNott y Severus Snape. El grupo de Slytherins continuaba acercándose a las dos chicas.

—Vamos —insistió James apresuradamente, agarrando a Sirius del brazo. Sirius dudó.

—No se supone que nos involucremos con la basura de Snape, Prongs…

James se quejó.

—¿Ahora de repente quieres seguir las reglas? ¡Vamos, Padfoot! ¡Marlene y Dorcas pueden estar en peligro! ¡Moony no te culpará por eso! —Agarró a Sirius del brazo otra vez y esta vez el chico lo siguió, doblando el mapa y metiéndolo dentro de su bolsillo.

Rápidamente caminaron hacia las escaleras del pasillo abandonado del tercer piso. Sirius se detuvo por un momento y James lo hizo también.

—¿Qué…?

—¡Sshh! —Sirius lo calló, escuchando atentamente y agradecido una vez más por el elevado sentido del oído de su forma animaga. Se movió contra la muralla de piedra y miró cerca de la esquina.

Estaban ahí.

Dos chicos estaban sosteniendo a las chicas que intentaban pelear mientras los otros dos hablaban entre ellos. Sirius se esforzó para escuchar más pero no pudo. Le indicó a James que lo siguiera y cuidadosamente se movieron más cerca, ambos maldiciendo el hecho de que no llevaron la capa a detención. Se escondieron detrás de una armadura.

Mulciber le estaba hablando a un chico que aún tenía la capucha puesta.

—No exactamente los gay de Gryffindor que estábamos buscando… suerte para mí, no estoy particularmente… —Miró al chico con la capucha—. Lamento decepcionarte, Severus. Sé que esperabas darle a Black y Lupin la lección que merecen. ¿Servirán estas dos por ahora?

La mandíbula de Sirius cayó y el color desapareció de su cara. James se quedó mirando sin poder creerlo.

—No es diferente para mí. Que sea una advertencia para ellos. O práctica para nosotros… —Llegó la voz de Snape mientras bajaba su capucha. Las manos de James y Sirius apretaron sus varitas con fuerza, listos para atacar.

—Tengo que admitir, Severus, que de verdad estás comenzando a sorprenderme.

—¡Levicorpus!

Los Slytherins se rieron cuando las chicas fueron alzadas en el aire con un destello de luz.

—¿Entonces? ¿Qué harás después, Severus?

Snape dio un paso más cerca, girando su varita entre sus dedos. James y Sirius intercambiaron una mirada definitiva y asintieron. Saltaron desde detrás de la armadura.

—¡Expelliarmus! —La varita de Snape y la de Mulciber volaron fuera de sus manos y cayeron en alguna parte del pasillo. Avery y Nott miraron a James y a Sirius, entonces ambos corrieron por el pasillo.

Sirius y James se pararon firmemente con sus varitas en algo y apuntando a Snape y Mulciber.

—Les sugiero que tomen la pista de sus amigos y salgan de nuestro sitio —James gruñó, los ojos se estrecharon sobre Severus específicamente. Mulciber sonrió y levantó ambas manos en rendición.

—Muy bien, Potter. —RAetrocedió un paso, aún sonriendo de forma extraña—. Terminamos aquí. Por ahora. —Asintió hacia Severus—. Vámonos, Severus.

Snape estaba fulminando con la mirada a Sirius, quien hacía todo lo posible por evitar el contacto visual, concentrándose en la mirada de alivio en el rostro de Marlene.

Vete —gruñó James peligrosamente hacia Snape—. O a la mierda lo que le dije a Dumbledore acerca de dejarte en paz. Pruébame, Severus. No tengo reparos en ser expulsado por tu culpa.

Mulciber tomó a Severus por la manga de su túnica.

—Nos vamos, Potter —dijo secamente, y se llevó a Snape lejos.

James los miró hasta que desaparecieron de vista antes de girarse para ayudar a las chicas a bajar. Puso un encantamiento de amortiguación en el suelo mientras Sirius murmuraba un rápido "FiniteIncantartum" y Marlene y Dorcas cayeron con un suave rebote.

Marlene inmediatamente envolvió sus brazos con fuerza alrededor de Sirius y él le correspondió, apretando a la chica tal vez un poco más fuerte de lo necesario, pero estaba ayudando a calmar sus nervios.

—¿Estás bien, Marls? —él murmuró contra su cabello.

Ella asintió.

—Bien. —Ella se estremeció y hundió su cara en su cuello—. Joder. ¿Cómo nos encontraron?

—Buena suerte —mintió Sirius—. Estábamos saliendo para fumar en una de las antiguas aulas, ¿verdad, Jamie?

James asintió, liberando a Dorcas de su propio abrazo.

—La suerte que tuvimos. ¿Ustedes no están lastimadas?

Las chicas negaron con la cabeza.

—Sin embargo —agregó Marlene, justo por encima de un murmullo mientras caminaban juntos de regreso a la torre de Gryffindor—, si alguien quisiera darle a esa pequeña mierda un poco de su propia basura… No puedo decir que vaya a discutir contra eso.

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Rápidamente James rayó el adornado L.E. que había garabateado en su examen cuando el profesor Flitwik avisó el final del tiempo asignado para la prueba. Se levantó y se colgó el bolso sobre el hombro y esperó a que Sirius, Remus y Peter se unieran a él antes de salir del aula y dirigirse directamente afuera.

Sirius sonrió, deslizando su brazo alrededor de los hombros de Remus mientras caminaban.

—¿Te gustó la pregunta diez, Moony?

—Me encantó —dijo Remus enérgicamente—. «Enumere cinco características que identifican a un hombre lobo.» Una pregunta estupenda.

—¿Crees que las habrás puesto todas? —preguntó James con fingida preocupación.

—Pienso que sí —Remus le continuó el juego seriamente—. Uno: está sentado en mi silla. Dos: está usando mi ropa. Tres: su nombre es Remus Lupin… —Fue interrumpido cuando Sirius se inclinó sobre él y lo besó, riéndose junto con James.

Peter arrastró sus pies de forma ansiosa.

—Er… Yo he puesto la forma del hocico, las pupilas de los ojos, y la cola con penacho… Pero no me acordaba de qué más.

James lo miró.

—¡Mira qué eres tonto, Wormtail! Te paseas con un hombre lobo una vez al mes y no…

—Baja la voz, ¿quieres? —murmuró Remus, observando a un grupo de Slytherins cerca mientras él y los otros tomaron asiento debajo del gran haya. Remus sacó un libro, estirando sus piernas frente a él, lo que Sirius vio inmediatamente como una invitación. Se tiró en el pasto, usando las piernas de su novio como una almohada.

—Bueno, el examen estaba facilísimo —dijo Sirius con orgullo—. Me sorprendería mucho que no me pusieran un «Extraodinario.»

James sonrió.

—A mí también. —Metió su mano en su bolsillo y sacó una Snitch dorada, lanzándola en el aire y atrapándola.

Remus frunció el ceño.

—¿De dónde has sacado eso?

—La he robado. —James se encogió de hombros, dejando que la snitch volara un poco antes de atraparla de nuevo, para el asombro de Peter. Esto continuó por varios minutos antes de que Sirius gruñera.

—Guarda eso, ¿quieres? Antes de que Wormtail se haga pipí de la emoción.

Remus discretamente le dio un golpecito a Sirius en la nariz.

—Perro malo —murmuró.

Peter se sonrojó y James se encogió de hombros.

—Si tanto te molesta. —Se metió la snitch en el bolsillo.

Sirius resopló y se levantó, mirando por los suelos y observando a otros estudiantes pasar.

—Me aburro. ¡Ojalá hubiera luna llena!

Remus rodó los ojos.

—¿Te aburres? —se extrañó Lupin desde detrás de su libro—. Todavía nos queda Transformaciones; si te aburres, puedes preguntarme la lección. Toma… —Y le pasó su libro.

Pero Sirius soltó un resoplido.

—Por favor, Moony. No necesito esa basura. ¡Me lo sé de memoria!

James se rio y negó con la cabeza hacia los dos antes de mirar alrededor de la multitud de estudiantes juntándose cerca del patio. Entonces lo vio.

—Esto te animará, Padfoot. Mira quién está allí. —Señaló con la cabeza en la dirección de Severus Snape

Sirius giró la cabeza y se quedó muy quieto, como un perro que ha olfateado un conejo y sonrió.

—Fantástico. Snivellus.

Remus le dio a Sirius una mirada de advertencia la que Sirius derribó con una significativa mirada suya mientras James se dirigía lentamente hacia el Slytherin.

—No lo lastimaremos, Moons —prometió Sirius—. Sólo lo asustaremos un poquito. Vamos, cariño. ¿Después de lo que les hizo a Marlene y a Dorcas?

Remus negó con la cabeza en desaprobación y volvió a tomar el libro. Sirius se puso de pie y se apresuró detrás de James.

—¿Todo bien, Snivellus? —James preguntó en voz alta. La mirada de pánico que dio el chico de cabello grasiento fue casi lo suficiente satisfactoria. Ninguno de sus aterradores amigos estaba cerca ahora. Snape tomó su varita pero James fue mucho más rápido.

—¡Expelliarmus!

La varita de Snape voló lejos y Sirius soltó una carcajada.

Snape fue a tomar su varita. James sonrió y negó con la cabeza.

—¡Impedimenta! —Los pies de Severus fueron barridos debajo de él y aterrizó con la cara en el suelo. Muchos estudiantes los estaban mirando ahora, formando un pequeño grupo alrededor de ellos. James dio una mirada hacia el lago donde Marlene, Dorcas, Mary y Lily habían estado relajándose a la orilla del agua. Dorcas y Marlene habían puesto su atención a la escena, pero mantuvieron la distancia. Snape se retorcijó, jadeando tirado en el suelo y forcejeando contra amarres invisibles.

—¡Esperen… y verán! —gruñó—. ¡Esperen y verán!

—¿Qué veremos? —preguntó Sirius con frialdad, su varita aún levantada—. ¿Qué vas a hacer, Snivelly, limpiarte los mocos con nuestra ropa?

Snape soltó un torrente de palabrotas mezcladas con maleficios y James frunció el ceño.

—Lávate la boca —dijo fríamente—. ¡Fregotego!

Los otros estudiantes, junto a Sirius y a James, se rieron mientras unas rosadas pompas de jabón comenzaron a salir fuera de la boca de Snape.

—¡DÉJENLO EN PAZ!

James y Sirius saltaron y se giraron. Inmediatamente, James se llevó la mano que tenía libre a la cabeza y se revolvió el cabello mientras Lily se acercaba enfurecida hacia ellos.

—¿Qué tal, Evans?

—Déjenlo en paz —repitió Lily, mirando a James con disgusto—. ¿Qué les ha hecho?

Los ojos de James se dirigieron al círculo de estudiantes que los rodeaban, aterrizando sobre Dorcas y Marlene.

—Bueno —respondió—, es simplemente el hecho de que existe, no sé si me explico.

Lily negó con la cabeza.

—Te crees muy gracioso, pero no eres más que un sinvergüenza arrogante y bravucón, Potter. ¡Déjalo en paz!

—Lo dejaré en paz si sales conmigo, Evans —replicó James rápidamente sin pensar. Se maldijo a sí mismo después, lo sabía. Demasiado tarde ahora—. Vamos, Evans. Sal conmigo y nunca volveré a apuntar a Snivellus con mi varita.

Lily se enfureció.

—No saldría contigo ni aunque tuviera que elegir entre tú y el calamar gigante.

Sirius rio.

—Mala suerte, Prongs… —Se giró de vuelta hacia Snape, que finalmente se había liberado del hechizo y acercándose a su varita—. ¡Hey! —Iba a agarrar la suya pero fue demasiado tarde y el destello de luz, un tajo apareció en el rostro de James, manchando su túnica con sangre.

James siseó de dolor, su mano yendo hacia su cara y secando un poco de la sangre que había ahí. Sonrió sombríamente cuando el recuerdo de lo que Severus y los otros Slytherins habían hecho con Marlene y Dorcas, inundaron su mente.

—¡Levicorpus! —gritó James, girándose y apuntando con su varita a Severus, que fue inmediatamente levantado en el aire, colgado por los pies con la túnica tapándole la cabeza, exponiendo sus calzoncillos grises.

Sirius se rio.

—No es tan divertido ahora, ¿verdad? —murmuró para que solamente Severus y James pudieran escuchar.

Por un momento, los ojos de Lily se dirigieron entre Marlene, Dorcas y Mary y pareció como si casi fuera a sonreír. Se detuvo.

—Bájenlo —pidió tranquilamente.

—Como quieras —dijo James, agitando su varita y permitiendo que Snape cayera de vuelta al suelo—. Has tenido suerte de que Evans estuviera aquí para protegerte.

—¡No necesito la ayuda de una asquerosa sangre sucia como ella! —Tan pronto como las palabras habían dejado la boca de Snape, el arrepentimiento bajó a su rostro. La multitud se quedó en silencio y las quijadas de James y Sirius cayeron al suelo.

Lily parpadeó.

—Bien —dijo fríamente—, la próxima vez no me molestaré. Pero yo que tú me lavaría los calzoncillos, Snivellus.

James se giró hacia Severus nuevamente.

—¡Pídele disculpas a Evans! —exigió.

—¡No quiero que TÚ lo obligues a disculparse! —gritó Lily—. ¡Tú eres tan detestable como él! Siempre estás desordenándote el pelo porque crees que queda bien que parezca que acabas de bajarte de la escoba, y le echas maleficios a la gente por cualquier tontería… ¡Me das ASCO, Potter! —Se giró y se marchó.

—Joder —murmuró James—. ¡Evans! ¡Oye, Evans, vamos!

Ella no se dio vuelta. James negó con la cabeza.

—¿Qué le ha picado?

—Leyendo entre líneas, yo diría que te encuentra un poco engreído, amigo mío —dijo Sirius.

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—¡Lily, espera! —gritó Severus, caminado rápidamente por el pasillo para alcanzar a la pelirroja. No había querido decirle eso a ella. Todo había sido la maldita culpa de Potter y Black de todas formas. Si tan sólo ella se hubiese mantenido alejada de todo esto y dejarlo pelear sus propias batallas, esto no estaría pasando—. ¡Lily!

Con un grito frustrado, Lily se volteó para mirarlo. Sus ojos esmeralda atravesándolo con la mirada y su rostro casi tan rojo como el color de su cabello.

—¿Qué quieres, Severus? —gritó, sus nudillos apretados a cada lado.

Severus se detuvo momentáneamente, aturdido por lo enojada que estaba su mejor amiga.

—Yo… —Se relamió los labios—. Escucha, no fue en serio lo que dije…

Lily se rio con frialdad.

—¿Qué no fue en serio? ¡Me dijiste un insulto racial, Severus! ¡En frente de todos!

—¡Pero no quise…!

—Pero eso es lo que soy, ¿no es así, Severus? —Lily se acercó a él. La ira en sus ojos había desaparecido y ahora lucía dolida—. ¡Vamos, di la verdad! Lo has dicho sobre Mary, y un montón de otros estudiantes que vienen del mismo tipo de familia que yo. Que no quisiste… —escupió, sacudiendo su cabeza—. No puedo creer que me he pasado años defendiéndote, Severus. ¡Cuando todos los demás me decían que no eras más que una vil serpiente obsesionada con las artes oscuras!

—¡La culpa es de Black y Potter! —discutió Severus, y los ojos de Lily se agrandaron.

—No trates de culpar a esos idiotas por tu comportamiento, Severus. Sólo porque ellos actúan como unos imbéciles inmaduros no significa que tú tienes una excusa para ser lo mismo. ¡Este acoso escolar entre ustedes tiene que parar! Sin mencionar, que te hicieron lo mismo que tú junto a Mulciber le hicieron a Mary. ¡Y a Marlene y a Dorcas…!

—NO CONOCES NI LA MITAD DE LO QUE BLACK Y POTTER ME HAN HECHO A MÍ —gritó Severus, la ira ahora desbordando dentro de él mientras pensaba en lo mucho que los otros dos se habían salido con la suya en comparación a él. El hecho de que Dumbledore ni siquiera supiera que Black había intentado matarlo con su hombre lobo de mascota…

El cuerpo de Lily se sacudió con rabia y lo miró fijamente.

—Tal vez porque te lo mereces, Severus —dijo tranquilamente—. Potter y Black son brabucones, no puedo negar eso. Pero en el fondo de todo eso, pueden ser personas decentes. Los he visto a ellos ser personas decentes. Se cansarán de la necesidad de alardear y ser el centro de atención. ¿Pero tú? —Ella suspiró—. Siempre serás un mentiroso y un cobarde, a la siga de gente más poderosa para tu maldita protección en vez de hacerle frente a lo que de verdad crees.

Se giró y se fue, dejándolo sin palabras y en solitario.

Lily estaba enfurecida. Nunca en su vida había sentido tanta ira. Y la parte triste era, que no era Severus con quién estaba realmente enojada. Tampoco James Potter. Estaba enojada consigo misma.

Por cinco años, se había dejado creer que Severus era una buena persona, su mejor amigo, que quizás sólo necesitaba alguna guía.

Por cinco años, ignoró las advertencias de sus amigos e ignoró las señales que ella misma había visto en la oscura obsesión de Severus y en el efecto que había tenido en su comportamiento.

¿Cómo había sido tan estúpida para creer que podría cambiar eso?

—¡Evans…!

Dejó de caminar y rápidamente se secó los ojos con la manga. Dio una respiración profunda y se giró.

—¿Qué quieres, Potter?

James Potter estaba de pie a unos metros de ella, apoyado casualmente contra una armadura, pero no tenía la misma expresión arrogante y engreída que había tenido hace tan solo media hora atrás cuando atormentó a Severus Snape en el patio. Parecía inquieto. Se llevó la mano a su cabello, sin duda que por hábito a este punto, pero se detuvo a mitad de camino y la bajó. Se aclaró la garganta.

—Ev… Lily, lo lamento. —Se rascó la nuca—. Mira, quería disculparme.

Lily no respondió, sólo lo miró inexpresiva.

—Er… —él continuó torpemente—. Es sólo que… lamento lo que pasó allá afuera. Por lo que le hice a Sniv… a Severus. Lo que dijo estuvo fuera de lugar, pero…

—Está bien, Potter —lo interrumpió Lily tranquilamente, mirando hacia el suelo—. He estado ignorando la verdad por todas las cosas ustedes le han hecho a él. No es quien yo pensé que… —Suspiró y negó con la cabeza—. No es quien yo quería que fuera.

James dio un paso hacia un lado de la armadura, esta vez sí se sacudió el cabello pero mantuvo la mirada hacia abajo también.

—Lamento que tuvieras que descubrirlo de esa manera.

Lily se encogió de hombros.

—Es mi culpa. Lo sabía, de verdad… Debí haber escuchado a los demás.

James se rio ligeramente.

—No sé, Evans. Pareces el tipo de persona que sigue su propio corazón sin importar lo que la gente te dice. Eres una chica terca.

Trató de esconderlo, pero las comisuras de sus labios se levantaron.

—Oh, de hecho sí soy la más terca.

El chico resopló.

—Sirius podría darte una carrera por tu dinero, estoy seguro. —Rodó los ojos—. El idiota probablemente aprendería a volar sin una escoba sólo porque alguien le dijo que no puede.

Lily rio de verdad.

—Algún día va a conseguir que lo maten.

Potter sacudió la cabeza con una sonrisa torcida.

—Nah. Sirius vivirá para siempre sólo porque puede. El imbécil obstinado. —Suspiró y la miró—. De todas formas, yo... tenía otra disculpa también.

Lily le dio una mirada para que continuara y él dejó escapar un profundo suspiro.

—Lily, lamento comportarme como un imbécil presumido. Y por molestarte… y por sólo actuar como tú elocuentemente dijiste, un «sinvergüenza arrogante y bravucón». —Sonrió mientras intentaba y fallaba de no reírse con eso—. Trataré con todas mis fuerzas para no ser así contigo nunca más. —Estiró su mano—. ¿Tregua?

Lily inclinó su cabeza hacia un lado, una ceja levantada mientras observaba su mano por un momento y lo consideraba. La tomó y la sacudió. Potter iba a retirar su mano pero ella lo detuvo.

—Espera. —Ella sonrió—. ¿Qué pasa con las desagradables invitaciones? ¿Esas se detienen también?

James se rio entre dientes, un malicioso brillo apareció en sus ojos.

—Eso, Señorita Evans, no puedo prometértelo. —Ella gruñó pero él apretó su mano—. Aunque puedo ofrecerte algo distinto.

—¿Oh, en serio? —dijo ella presumida—. ¿Qué sería?

Él sonrió.

—Eventualmente dirás que sí. —Le guiñó un ojo y soltó su mano, caminando a su lado en la dirección de la torre de Gryffindor—. ¡Buenas noches, Evans!

Ella se detuvo congelada, mirándolo mientras se marchaba.

—Buenas noches… James.

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Remus regresó de su grupo de estudios de pociones con toda la intención de tomar la siesta que se merecía. Todos sabían que los TIMOs iban a ser estresante, y estaba agradecido de que por un milagro no hayan caído en la semana de la luna llena, pero se sentía completamente cansado. Sin mencionar toda la escena en el patio esa tarde. Gruñó para sí mismo. Había esperado que después de lo que había pasado entre todos ellos y Severus en Marzo, su rivalidad tal vez llegaría finalmente a su fin y habría por fin paz.

Por desgracia, no había nada de paz cuando se trataba de Sirius Black y James Potter.

Incluso si Snape había merecido algún tipo de repercusión por lo que él y sus amigos le habían hecho a Marlene y a Dorcas, y lo que se rumoreaba que estaban planeando para hacerles a otros, Remus no veía por qué James y Sirius repetitivamente tomaban la justicia entre sus manos para darle un castigo.

Cuando entró al dormitorio se sorprendió al encontrar a Sirius sentado en su propia cama, sus piernas cruzadas entre Marlene y Dorcas. Los tres lo miraron cuando cerró la puerta.

—Hola, Remus. —Las dos chicas le dieron un pequeño saludo y una sonrisa.

Remus sonrió muy cansado hacia ellas.

—Hola, Dorcas, Marley… Hm… ¿Estoy interrumpiendo algo?

Dorcas negó con la cabeza.

—No, para nada. Acabamos de terminar de estudiar así que vinimos aquí a hablar un poco con Sirius mientras te esperaba.

Los ojos de Remus se fijaron en Sirius, quien se estaba mordiendo el labio ansiosamente. Remus sonrió.

—Y veo que decidieron probar un nuevo delineador de ojos, ¿también? —Notó la forma perfecta de las puntas de alas en la esquina de los ojos de su novio. Ambas chicas rieron.

—Culpables. —Marlene se encogió de hombros. Remus alzó una ceja hacia ella y ella rio—. ¿Qué? Es más sencillo probarlo en alguien más primero y él estaba dispuesto.

Sirius sonrió.

—Siempre estoy disponible para ser tu tonto de prueba, Marls.

Remus resopló.

—Tonto, seguro. —Sus ojos vagaron sobre Sirius por un momento. Algo se sentía extraño.

Dorcas se aclaró la garganta y dio un salto afuera de la cama.

—Bien, será mejor que nos vayamos, ¿verdad, Marley?

Marlene parpadeó.

—¿Hm? ¡Oh! Sí. —Ella sonrió y besó la mejilla de Sirius, dándole un pequeño abrazo—. Gracias, de nuevo, Sirius —dijo en voz baja. Dorcas hizo lo mismo.

—Sí. En serio, Sirius…

Sirius ofreció lo que Remus conocía como una sonrisa forjada y las dos chicas se despidieron mientras salían por la puerta, cerrándola detrás de ellas. Una vez que sus pasos dejaron de escucharse, Sirius tragó saliva y miró a Remus.

—Moony, lo siento.

Frunciendo el ceño, Remus dejó sus libros en su mesa de noche y miró de vuelta al otro chico.

—¿Por qué?

—Por lo que pasó hoy con Snape. Sé que no lo apruebas…

—Si de verdad no lo aprobara, los habría detenido —dijo Remus casualmente, sentándose en el borde de su propia cama y mirándolo—. Soy un Prefecto, Sirius. Si hubiera querido detenerlos, lo habría hecho.

Sirius pareció inseguro.

—Pero aún no me has perdonado por lo que dije y prometí que no haría…

—Sirius, ven aquí. —Remus golpeó suavemente el colchón a su lado y Sirius se acercó sin dudarlo, pero mantuvo su mirada baja. Remus tomó su barbilla y levantó su rostro. No pudo evitar sonreír. Los ojos de Sirius se veían demasiado bien así… Maldición, McKinnon… Suspiró—. No estoy enojado contigo por lo que pasó hoy. Digo, seguro, hubiera preferido que tú y James lo dejaran solo, pero… Lo que Snape y esos chicos le hicieron a Marley y a Dorcas, y lo que le han hecho a otros estudiantes fue realmente… malo. —Se estremeció un poco—. No fueron para allá en busca de venganza por la rabia o algo terriblemente peligroso. Tú y James simplemente… actuaron como tú y James, eso es todo. —Resopló—. No es que sea bueno tampoco… Pero lo has intentado tanto, cariño. Lo noto, y estoy orgulloso de ti.

Las esquinas de los labios de Sirius se alzaron.

—Gracias, Moony.

Remus lo besó y sintió cómo todo el cuerpo de Sirius se derretía cuando lo envolvía entre sus brazos. Sonriendo contra sus labios, Remus con delicadeza subió al chico más bajo sobre su regazo y se recostó contra las almohadas, llevando a Sirius con él. Sirius se movió para que estuviera sentado a horcajadas sobre las caderas de Remus.

Remus jugó un poco y Sirius gimió con una necesidad que no había conocido en casi dos meses completos. Alejándose de sus labios, Remus besó la línea de la quijada de Sirius hacia su oído.

—Te perdono, Sirius.

Sirius gruñó.

—¿Por qué eso es lo más sexy que he escuchado? —Sus labios se encontraron con los de Remus, y de repente se sintieron muy conscientes de cuánta ropa había entre ellos dos. Remus rápidamente cerró las cortinas alrededor de ellos y ambos comenzaron a deshacerse de los botones y los cierres, desesperados por sentir la piel del otro de nuevo y lanzando todo lo demás sin cuidado hacia un lado.

Una vez que las molestas ropas estaban fuera del camino, se sentaron por un momento, permitiendo que sus ojos se comieran cada parte del otro. Las manos de Sirius viajaron desde las caderas de Remus, hasta sus lados y hasta su pecho. Tomó nota de cada nueva cicatriz, dolorosamente pensando para sí mismo: estas son por mi culpa. Yo le hice esto.

Notando que la lujuria en los ojos de Sirius había comenzado a transformarse en culpabilidad. Remus lo tomó firmemente por la barbilla una vez más y volvió a besarlo. Luego, en un movimiento veloz que provocó un sonido de asombro por parte del chico de cabello oscuro, Remus les dio la vuelta. Sus manos encontraron las de Sirius y sujetó los brazos del chico por sobre su cabeza. Sintió a Sirius sonreír contra sus labios.

—Me encanta cuando te vuelves tan dominante, Moony… —Sirius suspiró, arqueándose debajo de él. Sabía que Sirius disfrutaba de eso en las pocas ocasiones que había pasado, normalmente cerca de la luna llena. Pero siempre lo ponía un poco nervioso permitir que el instinto primitivo que la parte del lobo en su cabeza siempre peleaba. Sin embargo… había tenido una idea jugando en su cabeza por unas semanas ya…

—¿Te gusta? —Bajó sus caderas nuevamente y escuchó a Sirius inhalar con fuerzas—. Eso es bastante bueno, Sirius, porque aunque te haya perdonado, creo que tengo una solución para tu pequeño problema de auto control… Y creo que te va a gustar.

Sirius arqueó una ceja y sonrió.

—¿Oh? ¿Y qué podría ser eso? —Su voz era juguetona mientras movía sus caderas debajo de las de Remus. Sin embargo, Remus no rio ni bromeó de vuelta como solía hacerlo. Apretó el agarre en las muñecas de Sirius.

—Sabes, Sirius —dijo, manteniendo el tono de su voz demasiado casual mientras quitaba una de sus manos de muñeca de Sirius y la arrastró por su cuerpo tortuosamente lento, deteniéndose justo arriba de donde Sirius ansiaba más contacto y haciendo que el otro chico se estremeciera—. De verdad te has estado comportando tan bien últimamente… has sido muy… obediente. —Envolvió sus largos dedos alrededor de la longitud de Sirius, haciendo que gimiera suavemente y se arqueara hacia arriba—. En realidad ha sido un poco agradable…

Sirius tragó fuertemente.

—¿Oh? —La alegría había desaparecido en su voz. Ahora sólo había desesperación, leve curiosidad y sólo un toque de nerviosismo.

—Tengo curiosidad. —La suavidad de la voz de Remus los sorprendió a ambos—. ¿Qué tan obediente puedes ser? —Sus dedos se deslizaron juguetonamente más abajo, y más abajo…

Joder, Moons, eso es sexy… —Sirius jadeó, retorciéndose ligeramente.

—Silencio. No te muevas. —De pronto Remus ya no estaba sobre él y Sirius dejó salir un frustrado quejido.

—Moooooonyyyy…

—Espera un momento, Padfoot. Ten paciencia. —La voz de Remus había vuelto a la normalidad mientras hurgaba en su baúl.

Sirius se apoyó sobre sus codos con un puchero.

—¿Qué estás haciendo, Re?

Remus se encogió de hombros.

—Improvisando… —Regresó con una corbata de Gryffindor y su varita. Su cabeza se inclinó hacia un lado y frunció el ceño—. Creí haberte dicho que no te movieras. —Sirius volvió a su posición y Remus volvió a ocupar su lugar sobre él.

Tomó la corbata y la usó para asegurar las muñecas de Sirius sobre su cabeza, sonriendo ante su propio trabajo.

—Entonces ahora… —Su voz se había vuelto ronca y profunda de nuevo, pero de alguna manera todavía lograba sonar como si estuviera dando una conferencia en vez de volver loco a su novio con juegos sexuales. Sirius se estremeció.

—Está bastante claro que necesitas aprender algo de auto control, Sirius. —Tomó la varita y conjuró un hechizo lubricante, haciendo que Sirius gimiera por el frío, la sensación resbaladiza y la horriblemente y maravillosa anticipación— ¿No estás de acuerdo? —Deslizó un dedo fácilmente dentro de él y se deleitó al ver a Sirius arqueándose y gimiendo. Frunció el ceño y se levantó un poco—. Te hice una pregunta, Sirius.

—Yo… ah… joder… S-sí… estoy de acuerdo.

Remus tarareó pensativamente.

—Sabes qué… ya que creo que necesitas aprender un poco sobre el respeto, creo que me gustaría que respondieras con «Sí, señor»… —Sus ojos parpadearon para encontrarse con los de Sirius por un momento, su voz todavía sonaba tortuosamente casual—. Y seamos honestos, lo que me hiciste fue una inmensa falta de respeto, ¿cierto?

Sirius sólo gimió en respuesta. Sus mejillas se sonrojaron, sus ojos vidriosos y sus labios oscuros y magullados por besar y morder.

Remus quería olvidar todo eso y sólo estar dentro de él… Pero la idea en su cabeza era demasiado buena y la parte del lobo en su cerebro no podía ceder hasta que Sirius fuera puesto en su lugar… y si Remus era completamente honesto, Sirius sí necesitaba aprender, y esta podría ser la única manera en la que podría aprender.

—Contéstame, cariño. ¿Me faltaste el respeto?

—S-sí…

—¿Sí?

Sí, Señor.

—Buen chico. —Los dos sintieron un revoltijo en el centro de su estómago. Esto era más sexy de lo que ellos habían imaginado. Le tomó a Remus un momento para poder ser capaz de hablar nuevamente, distraído y excitado por ver a Sirius retorciéndose debajo de él, indefenso y sumiso—. Y-y estás de acuerdo. —Su voz le falló por un segundo y se aclaró la garganta, tratando de sonar autoritario otra vez—. ¿Estás de acuerdo en que necesitas aprender a controlarte a ti mismo?

—Sí, Señor. —Remus torció su muñeca y dio justo en ese punto dentro de Sirius que lo hacía sollozar de necesidad.

—¿Quieres someterte a mí, Sirius? ¿Quieres que te enseñe a controlarte? ¿Respetarme a mí y a los demás?

—Sí, Señor… Oh, joder, por favor, Remus… Por favor, sólo…

—Sshhh. —Se quejó Remus, solamente por el sonido del otro chico rogando se estaba volviendo una distracción. Empujó las piernas de Sirius para separarlas, posicionando sus caderas para lo que ambos estaban muriendo por hacer. Quería alargar esto por más tiempo. Quería volver a Sirius loco primero. Quería privarlo de tocarlo y besarlo y mostrarle lo que significaba no obtener lo que quería cuando lo quería… Pero él mismo era también un adolescente. Y tenía necesidades. Y ahora mismo no necesitaba nada más que sentir a su novio alrededor suyo, a sentirse completo con Sirius de nuevo.

La lección podía esperar. El castigo podía esperar. Quería que Sirius fuera suyo una vez más. Empujándose contra Sirius, intentó mantener el aire Dominante que había adaptado.

—Te daré lo que quieres, pero lo digo en serio… no sólo en la cama. —Sus ojos brillaron peligrosamente y agarró un puñado del grueso cabello negro de su novio, haciéndolo jadear—. Harás lo que yo te diga. Te comportarás de la forma que yo te diga… ¿Estás de acuerdo, Sirius?

—Sí, Señor… Remus, por favor… te amo. —Sirius lo miró, desesperado por él.

Remus se quebró por un momento y sonrió.

—También te amo, Sirius. —Se hundió dentro de él y ambos gimieron fuertemente. Manteniendo las manos atadas de Sirius sobre su cabeza, Sirius embistió contra él con rápido y con fuerzas y ambos sabían que no durarían demasiado. Después de poco tiempo, ambos finalizaron con el nombre del otro en sus labios, que Sirius continuó con una serie de impresionantes groserías, y colapsaron en un enredo de miembros enmarañados y pegajosos, jadeando pesadamente.

Remus extendió una mano para desatar las muñecas de Sirius. Una vez liberado, Sirius tiró de Remus hacia él y lo besó con ternura. Cuando se separaron, Remus se sonrojó con ternura.

—¿Fue eso extraño?

Sirius negó con la cabeza, acariciando el cuello de Remus.

—No.

—¿Y estás bien con eso?

Sirius estuvo en silencio por un momento, captando todo ahora que su mente se había calmado.

—Sí. —Besó la frente sudada de Remus—. Eres demasiado sexy así, Remus. Sé que no te gusta dejar que esa parte de ti salga cuando hacemos cosas, pero…

Remus sacudió la cabeza, sonriendo un poco.

—No… me gustó, de hecho… Me… me gustó que confiaras en mí tan fácilmente. —Se mordió el labio.

Sirius lo acercó y besó sus labios brevemente.

—Confío en ti sobre todo, Remus. Te lo prometo. Sé que no me lastimarás, aunque no lo sepas. Y tal vez tengas razón con esta cosa sobre el control… —Sonrió juguetonamente—. Eres un gran maestro, Profesor Lupin.

Remus rio y rodó los ojos mientras se acurrucaba contra el otro chico, pasando un brazo sobre él.

—Duerme un poco, Sirius.

Sirius sonrió.

—Sí, señor.

—¡POR EL AMOR A LAS BOLAS FLOJAS DE MERLIN! ¡POR LA ÚLTIMA MALDITA VEZ! ¡HECHIZOS SILENCIADORES! ¡NO ES UNA PETICIÓN DEMASIADO DIFÍCIL, AMIGOS!

Los ojos de Remus se abrieron de golpe y se sonrojó intensamente.

Sirius se echó a reír.

—Lo siento, amigo… ¡Creí que seguías afuera estudiando!

—¡Gaaaaaaah! ¡Nunca podré dejar de escuchar esas cosas! Fueron y fastidiaron al pobre Pete. No responde. ¡Pete! ¿Peter, puedes oírme? ¿Estás aún con nosotros, amigo? ¡Se volvió loco por culpa de ustedes dos y su excéntrica sexplotación! ¡TODO ESTARÁ BIEN, PETE!


N/T *Gryffindwhores; Whore es prostatita o puta.